capítulo ocho. el callejón diagon.

     MI PADRE TOMÓ MI MANO DESPUES DE DESPEDIRNOS DE AQUEL RARÍSIMO HOMBRE que a su vez era mismísimo ministro de magia y me dirigió detrás de aquel lugar. Había una pared de ladrillos sobresalidos y cercano a él se encontraba un bote de basura. Mire a Luc con extrañeza ¿No se suponía que íbamos al Callejón Diagon? o ¿Se arrepintió e íbamos a Beauxbâtons? Llamenme dramática, pero los acontecimientos que había vivido en el último periodo fueron demasiado para mi persona. Osea había un Siriusin que supuestamente me perseguía ¿No era extraño aquello? ni siquiera lo conocía.

     —Padre —llamé.

     Luc con sus ojos castaños y cabello blanquecino que parecía brillar en el día nublado me miró con tranquilidad.

     —¿No, nos dirigíamos al Callejon Diagon? —pregunté.

     —Exactamente eso hacemos hija —dijo con una pequeña sonrisa —mira bien —su varita de brillante caoba se alzó orgullosa en su mano izquierda —tres arriba y dos al costado —el había hecho aquello poniendo su varita en algunos ladrillos específicos, que marcaban un patrón. —Bienvenida al Callejón Diagon, Lizza —me sonrió cálidamente y apreté su mano en agradecimiento.

     De pronto los ladrillos se fueron acomodando y yo no daba el crédito a lo que veía, era impresionante. Ustedes pensaran ¿viste a una ninfa y eso te sorprende? y respondería abosolutamente que sí, porque mi madre también había venido por aquí de la misma manera que yo en este momento. Podría ser considerado exagerado, pero la extraño demasiado y esto me acercaba en mi mente a ella, aunque no estuviera presente (nunca aceptaría que esta muerta, si es que efectivamente lo está). Nunca había puesto un pie en este lugar y lo único que lamentaba es probablemente no haber ido a Ollivanders en mi primer año junto a mi madre. Esa había sido — según los libros —una de las tiendas más antiguas de todas y me hubiera encantado comprar una varita para mi allí. Pero perdí mi oportunidad debido a que en mi infancia mi varita fue traída por alguien. Jamás supe quien era, pero lo importante era la descripción que me mencionaron de esa persona. La describían como inoptizante por su aura.

     »Hablando de la varita como tal; era de madera pulida y un mango con olas de mar en ella, se encontraban dibujadas con detalles en extremo y conchas marinas en el extremo inferior. Era curiosa por sí misma, tiene madera de álamo temblón y un núcleo tan extraño como increíble; el mencionado contenía una pluma de ave de trueno y coral. Era extraordinario y Luc siempre menciona que de ser posible no lo diga, pues era una mezcla tan extraña que se preguntarían de donde la habíamos sacado (es algo anormal hasta para los magos). A partir de ello la familia Delacour siempre, absolutamente siempre se preguntaron porque Luc rechazaba el pelo de veela de mi abuela y el decía con seriedad que era algo demasiado voluble para mi y que ya tenía una compañera para mi. En fin algo extraordinario de mi persona, según mi padre. Aunque no lo podía divulgar.

     El Callejón Diagon se abrió ante mi y era el lugar más hermoso que había visto por ahora en mi corta estadía Inglaterra. Podía observar calles adoquinadas y tiendas muy exóticas visualmente. Los magos y brujas se abarrotaban en este mencionado callejón. Aunque murmuraciones y un aire de intranquilidad llenaba el espacio.

     —Es genial —dije asombrada dejando de lado una especie de miedo e intranquilidad colectivo.

     —Lo es —dijo Luc dándole una repasada a el Callejón. Probablemente nunca había venido nuevamente a Inglaterra luego de la muerte de mi madre. Segun él, ellos se habían conocido en Francia y habían visitado esta comunidad mágica varias veces. Se conocían desde niños, pero Luc pocas veces había puesto un pie en el mundo mágico británico.

     » —Vamos primero por tus túnicas de Hogwarts a Madam Malkin, está un poco al norte desde donde estamos. Y, por cierto tú entrarás y me esperas allí, debo buscar algo. Por favor no te vayas sola, espérame allí.

     Llegamos a aquella tienda y una señora nos recibió con una sonrisa amable, de cabellera blanca y de altura algo baja pregunto:

     —¿Hogwarts preciosa?

     —Sí, algo atrasado, pero sí —mencioné sonriendo.

     Ella devolvió mi sonrisa y dijo —¡Oh espérame un segundo, ya regreso con las túnicas! —la mujer desapareció en busca de ellas y dirigí mi atención a mi padre.

     Luc me llamó —Celine ya vuelvo, quédate aquí dentro hasta que vuelva. Serán solo unos minutos. Por favor no te alejes, es peligroso andar sola en estos tiempos —dijo serio y después vi su figura alejarse y salir de el negocio.

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     AL SALIR CON MIS NUEVAS TÚNICAS espere unos minutos hasta que divise a mi padre, quien venía a pasos rápidos hasta donde estaba. Se notaba apresurado y con una mueca. Sé que debía haber esperado dentro, pero sería una molestia para Madam Malkin y no quería eso. Lo salude sacudiendo la mano y él se apuró aún más con aquella caja en sus manos. No parecía estar en vuelta, era una simple caja común y corriente, con las solapas desgastadas.

     Algunos magos me veían extrañados por mi saludo y comportamiento. Yo simplemente me encogí de hombros, porque simplemente no tenía la culpa de que sean aburridos.

     —Celine ¿No te había dicho algo? —preguntó arqueado una ceja.

     —No —dije mirando lo interesante que eran mis zapatillas blancas.

     Me miró enojado y me atravesó fulminandome con ella. —Lizza Celine Griffin no me obligues a sacarte esa clase de objeto non-magique que hace ruidos extraños y horribles.

     —¡Oh no! ¡No mi hermoso walk-man! ¡por que esa crueldad!

     —Porque puedo y te advertí de algo. Y no, no me importa el nombre del aparato. —su rostro enojado, no era divertido. Tenía una pequeña arruga en su frente.

     —No es tan difícil. Se pronuncia waaalk maaaan —dije agrandando las sílabas.

     Luc se llevó una mano a su frente como si fuera una tortura discutir conmigo. Ugh, ni que fuera tan insufrible como Fleur.

    —Lizza, si quieres tu regalo por empezar Hogwarts mejor portate como corresponde o a la próxima dile adiós a tus vacaciones y dile hola a tus clases de duelo. —amenazó el de cabello blanco.

     —Ugh está bien —acepte de mala gana —pero luego recordé esa oración ¿regalo de bienvenida? me pregunte. —¡¿Qué es?! ¡¿qué es?! —dije dando saltitos emocionados.

     —Tranquilizate niña, toma pensé que te gustaría tener una compañía allí —respondió dándome una cajita mediana.

     Yo lo miré extrañada, pero abrí esa caja y me encontré con un gatito bebé hermoso. Era la cosita más hermosa de la historia. Era un querubín bellísimo.

     —¡Oh por Merlín! ¡Es malditamente adorable! —exclame ahora si tomando al pequeño gatito.

     El hombre asintió correspondiendo la afirmación y yo rei.

     —Sí, pensé que sería algo bueno que tengas una mascota en Hogwarts. Ya se que normalmente se dan lechuzas, pero allá hay de ellas y esto me parece más aprovechable. Así que me acordé de lo mucho que amas a estos animales y lo traje. Lo encontraron hace poco abandonado en algún lugar por aquí y como estaba sólo y hambriento lo llevaron a la tienda. Nadie lo quería con ellos debido a que venía de la calle y admito que pensé que sería aún más perfecto para ti, porque se que te gustará cuidarlo y darle un hogar.

     —Pensaste bien papá, gracias —le agradecí con ojos empañados —no sé como nadie lo quería, mira lo bello que es —dije por lo bajo algo triste. Después dirigí la atencion a los ojitos verdes del pequeño que lamia mi mano y mencioné. —Y tu hermoso te llamarás  Cuchurrumin.

Dejo a Cuchurrumin por acá.

créditos a mi hermana por el nombre.