𝒙𝒙𝒊𝒗. 𝑭𝒖𝒏𝒌𝒚.
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CAPITULO VEINTIUNO
PULGOSO
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LIZZA HABÍA SALIDO DE LA ENFERMERIA luego de que Madam Pomfrey había entrado muy indignada luego de que no solo dos Gryffindors la hayan atormentado, sino: dos gemelos, un Slytherin, una castaña y otro pellirojo. Se indignó por que nadie mantenía el respeto por la enfermeria y hacían mucho bochinche. Además de que él chico de slythering, quien sorpresivamente no era Draco, si no Theo había hablado con ella y bueno Ron saltó con un comentario muy Ron y casi terminan en una pelea.
Todo se resolvió pacíficamente por suerte. Y mientras tanto ella solo se sentía decepcionaba de que su rubio amigo no haya ido. Por qué aunque nadie apostaba ni dos por el rubio ella lo quería, como se queria a un ¿amigo? y quería saber cómo estaba, si le iba bien, si seguía tan lin ¡no nada de eso!
Redondeando Lizza solo le mencionó a Pomfrey que probablemente ellos estaban pasando por mucho estrés. Pues Harry por un lado en poco tiempo empezaba quidditch, Hermione estaba rara (pues según Ron y Harry, ella desaparecía) y Ron, bueno seguía siendo Ron. Aunque también le dijo a Pomfrey que probablemente todo había sido el resultado del tremendo resfriado que la castaña tenía y la preocupación de sus amigos y que por favor los perdoné. Sí, eso habían inventado para dejar pasar a Harry. La pelliroja agradeció a Madam Pomfrey sus cuidados y se retiró pacíficamente luego de disculparse ella también.
Era de mañana y aunque estaba dada de alta, la enfermera le recomendó que como se había desmayado luego de un shock no realice nada que haga que su cordura peligre. Bueno no lo había dicho así, pero la pelliroja suponía que eso quería decir. Eso sí a clases al otro día. Ella pensaba que Madam se preocupaba por demás en su caso, aunque en su interior se decía que solo era para asegurarse de que todo estaba bien como ella había dicho y que se estaba volviendo loca. Y volviendo a las sospechas también lo hacía por que Madam Pomfrey se preocupaba muchísimo por ella, le hizo compañía en la mañana y sus remedios no le sabían tan mal como todos decían. La pelliroja en su mente aún recordaba al muchacho que ella había mencionado y por alguna razón todo le resultaba sospechoso y más cuando ella no lo mencionó nuevamente. Extraño.
Lizza entre pasillos perdidos y rayos de luz que se infiltran en sus ojos divisó algo que la hizo pensar que estaba alucinando. Y sí, definitivamente lo estaba y nadie le diría lo contrario.
Sí había sido extraño ver a un perro pulgoso junto a dos gatos. Ver esto la dejaba muda, exaltada, atónita y todos los verbos por venir.
Su gato, al que no veía desde ayer en la mañana andaba nuevamente junto al perro pulgoso en esos caminos vacíos. Ambos se daban miradas y su gato caminaba detrás del perro negro.
-¡Tu! -gritó señalando a Cuchurrumin.
Como si ambos entendieran perfectamente se dieron la vuelta, pero no de manera precipitada, no, fue lentamente. Su gato, al que había llamado se acercó bajo su atenta mirada furiosa.
El perro por su parte se acercó a chusmear, por que era curioso y esa chica probablemente sea la hija de Aretha ¿Podría ser su hija?
-¡¿Cuántas veces te tengo que decir que no te vayas del cuarto?!-el pequeño gato se cohibio bajo la mirada de su dueña, la cual desde su punto de vista estaba muy enojada.
El en este caso ,❝perro❞, aún se reía en su interior al ver como el pequeño gatito que fue bastante malo con él en un principio (no como el gato atrigado), en frente de su dueña actuaba como todo un niño bueno. Si estuviera en su forma humana bufaría. Bueno lo trato de hacer en su forma de animago hace cinco segundos y fue... raro.
-¡Si tu! ¡Se supone que no deberías andar solo!-le decir la pelliroja enojada.
Sirius Black en su forma canina aún, apreciaba a la niña. Juraba y perjuraba que era Aretha en su niñez. Tenía sus largos cabellos y sus ojos chispeantes de curiosidad. Recordaba lo mucho que amaba su risa, sus abrazos, sus besos. En fin se parecía a Aretha. Esa mujer que anhelaba en todos sus suspiros. La había amado tanto y aún así la había engañado no una vez sino varias con Marlene McKinnon. La amo más que nada y nunca supo que carajos había pasado por su cabeza, ni siquiera recordaba el por qué de su infidelidad. Si él la amaba ¿por que la traicionó? y ¿por qué no se acordaba?
Solo recuerda que un día una pelliroja lo enfrentó entre lágrimas y le expuso que ya no quería estar con el, sabía de su engaño, dijo que ella misma los vio. Ella se fue a Francia y nunca la volvió a ver. Luego en rumores que habían en la comunidad (Lily se lo había dicho) se enteró de que ella había empezado a salir con nada más y nada menos que con Nethuns, su amigo. Ahí sintió lo amargo que podía ser el amor.
El la había odiado y la había amado y ahora ya no estaba.
Juraba que sus ojos grises en ese momento querían llorar, sentía como se volvían acuosos. ¿Cómo y por qué lo había hecho? Ella era el amor de su vida, siempre lo había sido.
En Azkaban su mente nunca descanso, los recuerdos lo tenían preso. El existía entre memorias de besos robados y risas de amigos que ya no estaban.
El trataba de recoger su devastado corazón, pero los pedazos nunca volvieron a unirse y él nunca podría volver a ser el mismo. Después de todo había traicionado a sus amigos ¿verdad? también a su esposa ¿verdad?. Era un maldito y se despreciaba.
La pelliroja miraba atentamente como su gato se acercaba para darle mimos, quería que lo perdonase. Era como si la entendiera.
-Oh por Merlín, contigo no puedo.-Lizza tomo a su gato entre sonrisas, pero esta decayó cuando se percató de algo. ¿Por qué aquel perro la miraba y parecía que lloraba? ¿Por qué?
-Oye -el la seguía mirando con esa mirada demasiado humana-tu -nada, no respondía -pulgoso -el perro negro de pronto giro su cabeza hacía un lado y hacía otro como fijándose donde estaba.
El perro pulgoso ladró.
-¡Oh ya se! ¡pensaste que me olvide de ti!-exclamo la de ojos plata.-¿ Cómo me voy a olvidar de ti canuto?
En ese momento Sirius Black temió por su secreto.
-Humm ¿no te gusta?-preguntó ella como quien no quiere la cosa-, sabes mis amigos, George y Fred siempre agradecen a un tal Canuto y no se por qué pero me hace acordar a ti. ¿No es un sobrenombre fabuloso?
Sirius Black sintió su Alma volviendo a su cuerpo y pudo soltar un suspiro sonoro por su trufa(nariz perruna).
El ladró contento, porque si, le gustaba su sobrenombre era algo que luego de tanto tiempo le recordaba a sus aventuras en Hogwarts. Ah que tiempos maravillosos y Ugh, mencionar eso lo hacía sentir viejo.
-Sabes serás mi canuto, barra, pulgoso favorito.-declaro ella sonriente.
Canuto volvió a ladrar feliz.
-Oh realmente eres una ternura.-menciono ella mirándolo mientras esté daba vueltas.
El perro pulgoso ahora de cariño siendo llamado así, se trataba de rascar.
-¿Así que tienes pulgas eh canuto?-pregunto ella como si el perro le fuera a contestar.
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