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𝒙𝒗𝒊. 𝑺𝒖𝒔𝒑𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏𝒔.

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CAPÍTULO DIECISÉIS
SOSPECHAS
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LA CENA EN LA MESA DE LOS GRYFFINDORS ERA AMENA Y CON CHARLAS GRACIOSAS QUE generaron la sonrisa de Lizza con vehemencia, literalmente nunca reía tanto en un mismo día. Era algo imposible que te lleves tan bien con personas en menos de un día o dos, pero sentía que el mundo mágico debía tener algo de culpa por ello, se sentía en el aire. Ella estaba en su casa, con el olor a calabaza en el aire y el ruido de risas en el medio del Gran comedor. Podía contar con un grupo de personas incondicionales que le hacían reemplantearse cosas que nunca hizo. Como ¿por qué nunca se había preguntado dónde estaba su padre?, si lo había hecho pero con rotundidad afirmaba que él se había borrado de la ecuación. No creía en su madre aún cuando era chica. Las palabras susurradas entre dientes por miembros de su familia materna la hacían mandar al demonio todos sus pensamientos sobre el y la palabras que eran dicho por su madre se las llevaron los comentarios maliciosos. Sospechaba que ella podría tener razón. Encontraría a el hombre que era su padre o bueno trataría.

—Lizza, vamos admítelo, te dan miedo las alturas.—repuso Fred en tono cantarin.

—Nop, no lo hacen eso es una patraña.—dijo ella riendo entre largas miradas de gracia.

Harry quien comía, miró con incredulidad a la chica pelirroja.

Lizza casi me ahogas—dijo Harry mirando hacia a ella con diversión en sus ojos verdes.

—Nop, no lo hice, solo que fue un reflejo, cualquiera lo tiene. Por Merlín.—dije quejosa en su suspiro.

Hermione a un lado suyo le dio una suave palmadita en su espalda reconfortandola. La mire con confusión y ella solo asintió con pesadez a lo dicho por los dos anteriores.

—Si le tienes miedo, lo estuviste repitiendo mil veces desde lo del hipogrifo. Tres cuando veníamos al gran comedor y cuatro luego de venir de la enfermeria.—enumero con sus dedos mientras Lizza tomaba su cabeza con sus manos por la vergüenza.

No sabía por qué pero le daba justamente ese sentimiento. Seguro por que era por que odiaba retractarse de lo dicho.

—De ti, no lo esperaba.—dijo dramática—Traición. Se llama traición.—declaro.

—Lizza—dijo en un suspiro—yo tengo mis problemas con el quiddich, el primer paso es admitirlo...

—Nadie me entiende, es un reflejo, re-fle-jo... nada más lo apreté un poquitín fuerte.—dijo haciendo un gesto uniendo los dedos para hacer referencia al ❝poquitín❞.

—Me rompiste las costillas—respondió el pelinegro de ojos verdes.

Era un exagerado.

—No, no lo hice—nego ella.

—Si lo hiciste.—dijo Harry con más ahínco.

—No—nego ella.

—Si—dijo él.

—No—pronuncio la pelirroja.

—Si.—respondió nuevamente.

—¡Solo callense!—dijo Hermione.—Lizza tiene miedo a las alturas y si, lo apretujaste y listo, asunto aclarado, comamos en paz y tranquilidad.

La pelirroja aún pensaba en el joven Dragón y como sus testimonios le hacían plantearse una verdad que no le gustaba en lo mínimo. La respuesta:

❝Es lo que se supone que debo hacer❞

Le hizo pensar de más. Sentía que rubio andaba en problemas, problemas graves.

Y llamenla entrometida pero lo averiguaría.






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SUBIERON a la sala común de Gryffindor, que estaba llena de gente, y trataron de hacer los deberes que les había mandado la profesora McGonagall, pero se interrumpían cada tanto para mirar por la ventana de la torre. Lizza seguía intentando acordarse donde estaba su gatito. Desapareció.

—Hay luz en la ventana de Hagrid —dijo Harry de repente.

Ron miró el reloj.

—Si nos diéramos prisa, podríamos bajar a verlo. Todavía es temprano…

—No sé —respondió Hermione despacio, y Harry vio que lo miraba a él.

—Yo tampoco, Harry, no es muy recomendable con Sirius dando vueltas.—conteste.

—¿Cómo sabes que para mi es peligroso?—pregunto desconfiando en cierta parte. No de ella, sino del como sabía. Algo ocultaba, su llegada también era extraña. Nunca había sucedido algo así desde que había llegado a Hogwarts.

—Lo presenti.—dije.

No era técnicamente mentira por que cuando llegué algo sobre por que había venido a Londres y luego a este colegio no encajaba del todo. Y así pude descubrir de que se trataba todo. No es como si hubiera espiado o algo, no, no.

—Eso no es presentible, tu viniste a Hogwarts justo cuando el único hombre  del mundo salió de Azkaban ¿Por qué?—Esta vez Hermione lo pregunto cruzando miradas con el pelinegro y y con Ron.

Sabía que tarde o temprano lo iba a tener que decir, aunque prefería que sea tarde más que nada.

—¿Puedo confiar en ustedes?—pregunte cerrando los ojos con algo de miedo por lo que llegaran a pensar de mi. Que te relacionen con un asesino y prófugo de la justicia no era bueno en absoluto.

—Sabes que si.—dijo Harry.—Siempre.

Le devolvi la mirada agradecida. Suspire tranquila al fin.

Sirius Black es el exesposo de mi madre, lo escuché del ministro y de mi padre, también me busca.—declare.

—¿De Sirius Black?—eso claramente hacía referente a si Siriusin era mi padre y había hablado con el ministro. Dios tenía que ser Ron.

—No como podría ser el—dijo rodando los ojos—De Luc Millefeuil mi padre adoptivo.

—Oh tiene sentido, espera, mi padre me habló de él. Trabaja como inefable en el ministerio, recomendado desde Fracia. ¿No?

Asenti en respuesta, aún ahora hablar de mi madre me ponía de un modo muy triste y solo la simple mención hacia que mi humor baje drásticamente.

—¿Y viniste aquí por eso?—pregunto ahora Hermione algo preocupada por mi persona.

—Si y por temas familiares.—dije sonriendo recordando a los Delacour con amor por cierta parte y decepción por otra. Era tonto todavía recordar a Antoine y Fleur. ¿Era estupida por ello?

—Tu madre ¿ ella podría saber sobre el profugo?.—dijo Harry.

Negue.

—Ella desapareció.—pronuncio despacio, nunca diría que murió, se que no lo hizo.

Hermione me abrazó viendo mi tristeza, podía ser que haya pasado mucho, pero la ida de un familiar dejaba una huella imposible de borrar. Los recuerdos calentaban mi corazón.

—Sabes que puedes contar con nosotros, aunque nos conocemos de hace poco.—menciono Ron.

—Si, lo sé.—dije sonriendo cálidamente.

La conversación siguió unos minutos en trivialidades, hasta que Harry menciono:

—Tenemos permiso para pasear por los terrenos del colegio —aclaró—. Sirius Black no habrá podido burlar a los dementores, ¿verdad?

Recogimos nuestras cosas y salimos  por el agujero del cuadro, contentos de no encontrar a nadie en el camino hacia la puerta principal, porque no estabamos muy seguros de que pudieramos salir (sobretodo Harry y yo).

La hierba estaba todavía húmeda y parecía casi negra en aquellos momentos en que el sol se ponía. Al llegar a la cabaña de Hagrid llamamos a la puerta y una voz contestó:

—Adelante, entren.

Hagrid estaba sentado en mangas de camisa, ante la mesa de madera limpia; Fang, su perro, tenía la cabeza en el regazo de Hagrid. Era una escena tierna de presenciar. Les bastó echar un vistazo para darse cuenta de que Hagrid había estado bebiendo. Delante de él tenía una jarra de peltre casi tan grande como un caldero y parecía que le costaba trabajo enfocar bien las cosas. Ella había querido preguntarle sobre su gatito, ahora no sabía si pudiera contestarle.

—Supongo que es un récord —dijo apesadumbrado al reconocerlos—. Me imagino que soy el primer profesor que ha durado sólo un día.

—¡No te habrán despedido, Hagrid! —exclamó Hermione.

—No creo que la opinión de solo un estudiante cuente, el tubo un error.—dije mirando al hombre que se encontraba desanimado.

—Todavía no —respondió Hagrid con tristeza, tomando un trago largo del contenido de la jarra.—Pero es sólo cuestión de tiempo, ¿verdad? Después de lo de Malfoy…

—¿Cómo se encuentra Malfoy? —preguntó Ron cuando se sentaron—. No habrá sido nada serio, supongo.

—La señora Pomfrey lo ha curado lo mejor que ha podido —dijo Hagrid con abatimiento—pero él sigue diciendo que le hace un daño terrible. Está cubierto de vendas… Gime…

—Todo es cuento —dijo Harry—. La señora Pomfrey es capaz de curar cualquier cosa.

Lizza en ese momento se pregunte ¿qué de aquello era real y que no? El rubio había estado adolorido, lo sabía había estado allí, pero aún así no hizo caso a lo que todos sí. Y ella no quería equivocarse a pensar una cosa que no era cierta. No opino en ese momento, tenía ciertas ideas acerca de Draco Malfoy y esperaba que fuera solo un presentimiento.

—El Consejo Escolar está informado, por supuesto —dijo Hagrid—. Piensan que empecé muy fuerte. Debería haber dejado los hipogrifos para más tarde… Tenía que haber empezado con los gusarajos o con los summat… Creía que sería un buen comienzo… Ha sido culpa mía…

—¡Toda la culpa es de Malfoy, Hagrid! —dijo Hermione con seriedad.

—Somos testigos —dijo Harry—. Dijiste que los hipogrifos atacan al que los ofende. Si Malfoy no prestó atención, el problema es suyo. Le diremos a Dumbledore lo que de verdad sucedió.

—Sí, Hagrid, no te preocupes, te apoyaremos —confirmó Ron.

—Cierto, no estas solo—afirme.

El hombre no merecía ser sacado de un puesto por un estudiante que no se había comportado como debía, aún con toda la relevancia de su padre. No sabia sus razones pero podía haber sido herido peor si Hagrid no hubiera podido detenerlo,y tampoco hubiera pasado si el rubio seguía una simple instrucción. Era un riego aquel chico debia parar.

A Hagrid se le escaparán lagrimas cristalinas por lo dicho y atrajo a Ron y a Harry hacia sí y los estrechó en un abrazo tan fuerte que pudo haberles roto algún hueso.

—Creo que ya has bebido bastante, Hagrid —dije con firmeza. Tome la jarra de la mesa y sali a vaciarla.

Habia oscurecido poco a poco el frío se empezó a notar y en la oscuridad y penumbra del bosque me pareció notar una figura perruna entre arbustos. Con extrañeza deseche el contenido, eso no podía ser. ¿Por qué habría un perro callejero en pleno bosque prohibido?

Si, había leído bastante para saber sobre Hogwarts.

El liquido cayó ruidoso contra el suelo de yerba húmeda. Juro que me sentí observada, y por ello me dirigí hacia dentro. Hagrid había salido de pronto.

—¿Qué ha hecho? —dijo Harry, asustado cuente cruze la puerta.

—Meter la cabeza en el barril de agua —dijo Hermione con simpleza.

Hagrid regresó con la barba y los largos pelos chorreando, y secándose los ojos. Me pareció como un gran cachorro mojado.

—Tiene sentido—admiti hacia Hermione.

Ella asintió y me sonrió, aún tenía que contarle sobre mis sospechas, pero no sabía si hacerlo.

—Mejor así —dijo, sacudiendo la cabeza como un perro y salpicándolos a todos—. Han sido muy amables por venir a verme. Yo, la verdad…

Hagrid se paró en seco mirándonos a Harry y a mi como si acabara de darse cuenta de que estabamos allí:

—¿QUÉ CREES QUE HACEN AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDES SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY Y TU TAMPOCO LIZZA! ¡Y USTEDES DOS LO DEJAN!

Hagrid se acercó a nosotros y nos tomó del brazo a ambos.

—¡Vamos! —dijo Hagrid enfadado—. Los voy a acompañar a los tres al colegio. ¡Y que no los vuelva a agarrar viniendo a verme a estas horas! ¡No valgo la pena!


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—Gracias a las personitas que votan, enserio♡.

—Y sigan si quieren comentando y votando y todo eso, me re anima. Posta que me planteo subir un capítulo veinte veces pensando en si gustara o no. jajja

¿Alguien se pregunta de que sospecha Lizza?

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