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" 𝘌𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘦𝘳𝘪́𝘢 „

━━━━━━━━ DÍA 5 ━━━━━━━━

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El hombre caminó hasta llegar al final del pasillo, como le habían indicado. Ya ahí, pudo percibir levemente el característico aroma de los medicamentos y el alcohol; volteó hacia la izquierda y dio rápidamente con la sala de enfermería de la escuela. Abrió la puerta y sus ojos marrones chocaron al instante con los orbes azules de una adolescente, cuyas vestiduras tenían quemaduras - aunque superficiales y no de gravedad -, así como una buena parte de su cabello marrón. La chica, al verlo, contuvo el aliento, al tiempo que él negaba con la cabeza y cerraba la puerta tras de sí. 

— ¿Sr. Glimworm? — Inquirió la enfermera que estaba tras el escritorio.

— Sí, soy yo — Respondió Ekko y la mujer lo invitó a tomar asiento frente a ella. El moreno miró de reojo a la joven que ahí se encontraba y se sentó. 

— Me alegra de que haya venido, Sr. Glimworm. Mi nombre es Janna Bain, soy la enfermera que trabaja en esta escuela.

— Ekko Glimworm — Él extendió la mano para saludarla —. Un gusto. 

La mujer se quedó pensativa un rato. Luego, soltó un largo suspiro — ¿Cómo le digo esto? — Hizo una pausa y luego continuó —. En todos los años que llevo trabajando aquí, jamás había tenido que recibir a todo un grupo de jóvenes dentro de esta sala. Ni siquiera los alumnos más indisciplinados han llegado a hacer lo que hizo su hija. 

Ekko se giró para ver nuevamente a la chica, quien estaba sentada sobre la mesa de exploración y abrazaba sus piernas. Una mueca de molestia se formó en los labios de ella y se rehusó a dirigirle la mirada a su padre.

— ¿Qué fue lo que sucedió, ahora? — Preguntó.

— Sólo sé que el profesor los dejó unos minutos haciendo un experimento y al volver encontró el laboratorio lleno de humo. Tuvimos que sacar a todos los alumnos antes de que se asfixiaran. No sé qué fue lo que hizo, pero antes que nada debo decir que, afortunadamente, nadie salió herido. 

— Es una fortuna oír eso — Dijo Ekko mientras suspiraba de alivio —. Pero, ¿están bien?

— Tuvimos que enviarlos a casa porque terminaron con un fuerte dolor de oídos y también de cabeza. Algunos inhalaron mucho humo y eso les provocó tos. Aun así, no se preocupe, se pondrán bien con un poco de reposo. 

— Y... me imagino que Reni recibirá un castigo por esto. 

— Estará suspendida por tres días. Sabemos que no fue su intención armar este escándalo, por eso mismo el director decidió no expulsarla. 

— Téngalo por seguro, su madre y yo no pasaremos por alto esto. Nos encargaremos de que este tipo de incidentes no se vuelvan a repetir. 

— Eso espero, Sr. Glimworm — Habló ella en tono sereno y luego se inclinó en dirección a él —. Mire, su hija es una buena estudiante y también es muy brillante, sólo necesita un poco más de disciplina. Ya ha tenido un día difícil, por favor, no sea tan duro con ella. 

Ekko se limitó a asentir con la cabeza. Janna se levantó de su asiento y abandonó la sala de enfermería, dejándolos solos. El hombre se aproximó hacia donde estaba su hija, que seguía hecha un ovillo. 

Reni alzó la cabeza y rodó los ojos al ver la mirada severa que le dirigía su padre. 

— "Debiste tener más cuidado", "ya te he dicho que no juegues con explosivos", "lo que hiciste fue muy imprudente"... — Comenzó a balbucear ella emulando el tono de Ekko —. Dime ¿Qué otro regaño tengo que agregar a la lista?

— No sé... quizás que no saldrás de casa por dos semanas si no cambias esa actitud — Le dijo en tono serio. Reni soltó un suspiro y recargó su espalda en la pared. Ekko se sentó al lado suyo y acarició su alborotada cabellera rizada. 

—  No era mi intención que esto pasara — Explicó —. Todo iba bien, hasta que ese tonta de Laia Crownguard echó el sulfato equivocado en el vaso. Si me hubiera prestado atención, ¡mi experimento habría resultado exitoso! Pero no, Laia es casi tan arrogante como su padre. No sé porqué sigo juntándome con ella. 

— Quizás porque es la única que te ayuda con tus experimentos. Además de ese otro amigo tuyo, el tal Vinsans. 

— Es Vincens, Vincens Young - Le corrigió ella —. Papá, no lo entiendo. Solamente quería construir un dispositivo que soltara un humo adormecedor, y en su lugar terminé causando otro accidente. 

— ¿Sabes? Suenas mucho a una persona que conozco — Comentó Ekko con una sonrisa. 

— Es diferente. Las invenciones de mamá siempre funcionan, y también las tuyas. No se estropean como lo hacen las mías. 

—  Ay, Reni — Dijo Ekko mientras negaba con la cabeza —. Lo que hiciste hoy no se compara con lo que solían provocar los experimentos de tu madre. 

— ¿De qué hablas? — Le preguntó Reni, con curiosidad. 

— Cuando tenía tu edad, ella también cometía muchos errores. Fabricaba bombas y artefactos que a menudo no funcionaban ¡e incluso una vez mandó a tu tío Mylo y a tu tío Claggor al hospital!

— ¿En serio? — Ekko asintió —. Wow, jamás me imaginé eso. Creo que mamá era peor que yo — Le dijo entre risas. 

— Tal vez — Admitió él  —. Pero aunque ella fallaba varias veces, nunca dejó de intentarlo. Le tomó muchos años de fracasos y equivocaciones para llegar al punto en el que está ahora. Aprendió bastante de sus errores así como también entendió que debía tener cuidado con lo que hacía — Le recalcó esto último —. Reni, tú eres aún más brillante que nosotros dos juntos, pero también eres una persona y vas a equivocarte de vez en cuando. Lo importante es que no debes ceder ante la decepción que puedas sentir. Detrás de la grandeza siempre hay una fila de errores.

— Eso lo sé — Ella le sonrió —. Aun así, gracias por recordármelo, papá. 

Ekko la abrazó y Reni lo rodeó con sus brazos. Justo en ese momento alguien abrió la puerta de la enfermería. 

— Ya llegué, ¿De qué me perdí? — Preguntó Powder, entre jadeos. Había recorrido el último tramo hacia la escuela a pie, por lo que aún no recuperaba el aliento. Tras haber descansado unos segundos, se dirigió a donde estaba su hija y tomó el rostro lleno de hollín de la chica entre sus manos —. Oh cielos, Reni ¿estás bien?, ¿tienes alguna herida?, ¿todos tus órganos están en su lugar? — Le hizo una pregunta tras otra mientras la examinaba con la mirada. Después de un análisis rápido, dio su veredicto —. Sí, estás bien. Pudo haber sido peor. 

— ¿Qué pudo haber sido peor, dices? — Ekko se puso de pie y la miró con el ceño fruncido —. Pow, casi provoca un incendio. 

— "Casi" — Subrayó Powder y el moreno rodó los ojos —. Dime linda, ¿alguien salió herido? 

— Por suerte no, aunque sí terminaron con un dolor de cabeza por el ruido de la explosión — Admitió, sintiéndose culpable. La mujer peliazul suspiró de alivio y se encogió de hombros. 

— ¿Lo ves? fue un simple accidente. 

— El hecho de que haya sido un accidente no te exime de tener un castigo, Reni. 

— Supongo que no basta con la suspensión de tres días — Murmuró la chica morena. 

— ¿Tres días? ¿Qué es esto, el jardín de niños? A mí solían darme mes y medio de castigo — Soltó Powder. 

— Pero mira que excelente ejemplo le estás dando a tu hija — Habló Ekko, con sarcasmo. 

— ¿De qué hablas? Sólo digo que su caso no es tan grave. No es como si quisiera alentarla. 

— ¿Ah, no? — Inquirió la menor. 

— Reni, borra esa sonrisa de tu rostro — Le ordenó Ekko y luego le dirigió una mirada severa a Powder. Ella captó la idea. 

— Escúchame bien, jovencita. No vas a salir de casa hasta que regreses a la escuela. Nada de televisión, ni de ir a ensayar al teatro, ni de salir con tus amigos. Además, tu padre y yo nos disculparemos con los padres de esos chicos y tú vas a disculparte con tus compañeros, ¿entendido? 

— Sí, mamá — Aceptó ella. 

Powder se acercó a Ekko — ¿Lo hice bien? — Le susurró. 

— Vas mejorando — Le dijo él en voz baja —. Bien, ahora vámonos, Reni. 

La joven obedeció y se puso de pie. Mantuvo la cabeza baja y una expresión de tristeza se reflejó en su rostro. 

— Oye — Le dijo Powder, con voz suave —. ¿Por qué no me cuentas más sobre tu bomba de humo cuando lleguemos a casa? Podríamos tratar de construirla juntas, claro, después de que te des una ducha. 

Reni asintió, emocionada, pero luego dudó un poco — Espera, ¿No se supone que estoy castigada?

Ekko y Powder intercambiaron miradas para luego sonreírle a su hija — Bueno, tu castigo puede iniciar a partir de mañana — Propuso él. 

— ¡Genial! ¿Eso significa que puedo ir a casa de Aiden esta tarde? Íbamos a practicar un poco con la mandolina hoy — Pidió. 

— Está bien — Aceptó Ekko —. Pero regresa temprano. 

— Lo haré — Afirmó ella. Todos salieron de la enfermería y, luego, de la escuela. 

— Es casi tan caótica como tú — Le dijo Ekko a la peliazul mientras caminaban por la acera. 

— Pero es tan altruista... tenía que sacar tu aburrido lado generoso — Habló, en tono burlón. El moreno se rio —. Por cierto, ¿por qué insiste tanto en ir a ver a ese chico, Aiden? No es la primera vez que lo menciona, ¿quién es?

— Lo invitamos una vez a cenar, ¿lo recuerdas? Es el hijo de Jayce y Mel. 

— Ah, cierto. Ya ni me acordaba — Contestó —. Aun así, ¿no es raro que lo vea tan a menudo? Algo deben traer entre manos. 

— Por favor, Pow. Ella dijo que sólo iban a practicar. 

— Claro, así como yo le decía a Silco que sólo iba a tu casa para estudiar... — Murmuró la mujer. Ekko frunció el ceño. 

— Tienes razón, ese chico planea algo — Aseveró, con tono serio —. Será mejor que ella no salga esta tarde. 

Powder sonrió y reprimió una carcajada. Era casi como volver a los viejos tiempos, en los que ella lo veía a él a escondidas y pasaban la tarde divirtiéndose juntos en lugar de estudiar. 

La peliazul sabía cómo terminarían las cosas: Ekko le prohibiría a Reni salir, su hija se enfadaría con él, se encerraría en su habitación para demostrar su enojo y luego ella, como buena madre que era, la ayudaría a salir de casa a escondidas de su padre para ir a verse con su amigo. 

Porque Powder confiaba en su hija y además, ¿no es así como comienzan las mejores historias de amor? 

Powder y Ekko eran la prueba de ello.

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