Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝘚𝘪𝘹

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Le había pasado algo? ¿Por qué tardaba tanto?
Todas esas preguntas rondaban en la cabeza de Jayce Talis luego de que su compañero de laboratorio se había ido. El moreno no sabía por qué, pero cuando lo vio salir de esa puerta todo su mundo se vino abajo.
Mel había estado con él un rato, intentando distraerlo con cosas que simplemente no le importaban en ese momento. La presencia de la chica se desdibujaba entre sus pensamientos. Su mente estaba atrapada en una sola imagen: Viktor, observándolos en silencio antes de marcharse. Había algo en su expresión que lo había dejado helado, aunque no podía explicar exactamente qué.
Se sentía culpable, pero ¿por qué? ¿Por no haber ido tras él?¿Por las palabras que no dijo antes de que el zaunita se fuera? ¿O era por algo mucho más profundo y complicado, algo que apenas comenzaba a comprender?
Jayce suspiró, llevando una mano a su frente. La preocupación lo consumía, y cada minuto que pasaba sin noticias de Viktor hacía que ese peso en su pecho se volviera más insoportable. Por más que intentaba negarlo, sabía que esto no era solo el miedo de perder a su compañero de trabajo. Era algo más... Algo que lo aterraba enfrentar.

La puerta del laboratorio se abrió, sacándolo de sus pensamientos. Allí estaba Viktor, con su andar pausado y la mirada fija en el suelo.
— ¡Viktor! — Se levantó de la silla de un salto nada más al ver al zaunita llegar a su laboratorio, su corazón comenzaba a latir con fuerza. — Estaba tan preocupado. Pensé que algo malo te había pasado. ¿Dónde estabas? — Se acercó al castaño y lo abrazó. Sin embargo, Viktor lo apartó, extrañandolo de inmediato.
¿Por qué lo apartaba?
Viktor nunca lo rechazaba, no era normal en él.
— Estoy bien, Jayce... Nada de que alarmarse, solo fui a Zaun a ver unas amigas. — Su tono de voz era más serio de lo normal, era frío. Como si estuviera tratando de construir un muro de hielo entre ellos dos y eso no le gustaba para nada.
Jayce podría pelear con todo el mundo, enojarse con ellos y no volverles a hablar en su vida, pero con Víktor no. No le gustaba estar enojado con él, sentía que su mundo se caía cada vez que algo así pasaba y, en este momento, su mundo se estaba yendo a pedazos.
— ¿Qué te ocurre? — Murmuró. — Tú no eres así conmigo. —
— ¿Así cómo, Jayce? —
— ¡Así! — Lo señaló. — Tú nunca te molestas conmigo, solo si he hecho algo estúpido... — Viktor volteó los ojos algo irritado.
Es que... ¿Qué no ha hecho Jayce?
Ha jugado con sus sentimientos, lo ha ilusionado y lo ha dejado múltiples veces. Víktor sabe que no lo hace al propio, pues el moreno no sabe nada en absoluto de sus sentimientos, y además, no eran nada más que compañeros, pero esta situación de hacerlo sentir en las nubes para luego llevarlo al infierno lo tenía harto.
El de tez pálida solo le dio la espalda, no quería hablar con él en este momento, necesitaba aclarar su mente y aplicar el consejo que las chicas le habían dado. Sin embargo, era difícil despejarse cuando podía sentir la mirada algo dolida de Jayce sobre él.
Jayce no pudo soportar más esa tensión extraña que la actitud de Viktor había formado entre los dos. Por lo que, con ambas manos, lo tomó de los hombros y lo hizo girarse para que le viera a los ojos. Esos hermosos orbes ámbar estaban abiertos por la sorpresa de la repentina acción de Jayce. La penetrante mirada del moreno hizo flaquear un poco a Viktor, no obstante, agradecía que sus piernas junto con su bastón pudieran soportar un poco su peso en ese momento.
— Por favor, Viktor... — Su voz sonaba en un ruego. — No me gusta que te enojes conmigo... Simplemente no puedo soportarlo. — Jayce agachó su cabeza tratando de aclarar su mente y por supuesto aquello había hecho que algo dentro de Viktor se retorciera. Ese pequeño bastardo siempre hacía que él volviera a caer a sus pies.
El zaunita tomó su rostro suavemente con sus manos y con sus pulgares comenzó a acariciar sus mejillas, mientras intentaba que su mirada se volviera a posar en él. El piltillo poco a poco se derretía ante su tacto.
— Jayce... No... No estoy enojado. —
— ¿No? — Una chispa en sus ojos se hizo presente solamente al escuchar aquello.
— No, solo estoy algo... Molesto y también herido. — Jayce se sobre saltó a escuchar eso.
— ¿Herido? ¿Estás bien? — Empezó a revisarlo por si tenía algún golpe o moretón. Viktor internamente sonrió, le gustaba cuando Jayce se preocupaba por él, cuando intentaba que estuviera bien.
— No físicamente, tonto. Es más bien emocional... — El chico dejó de revisar y posó una vez más sus ojos sobre los de él, como una señal para que le contara que le pasaba.
Viktor, por su parte, dudó un momento en si debía hablar ya o no. Sabía lo que sentía por el moreno, pero no se sentía listo para cualquier reacción de Jayce, eso lo asustaba de sobre manera. Sin embargo, las palabras de Vi y Jinx estaban bien claras en su mente. ¡Al diablo el pensarlo un poco más!
No valía la pena seguir sufriendo por algo así.
— Iré directo al punto, Jayce... Yo ya no puedo seguir soportando esto. —
— ¿A qué te refieres? — Preguntó.
— Me refiero al como siempre siempre me buscas cuando algo sale mal con Mel. — Jayce parpadeó evidentemente confundido por el comentario de Víktor.
— ¿Qué...? — Comenzó a hablar, pero el zaunita alzó una mano pidiéndole que le dejara terminar.
— Siempre vienes a mí cuando las cosas con ella salen mal, cuando ella te lastima, cuando necesitas a alguien que te diga que todo estará bien, y yo, como un idiota, siempre estoy aquí para ser ese alguien. — Dijo Viktor. Los matices en su voz eran una mezcla de frustración y tristeza. — Pero, cuando las cosas se arreglan entre tú y esa mujer, me dejas atrás, como si yo no importara y solo fuera tu segunda opción. — Jayce abrió la boca para responder, pero sus palabras se atoraron en su garganta, no sabía que responder. Por lo que Viktor continuó: — ¿Sabes cómo me hace sentir eso, Jayce? — Podía sentir como su voz poco a poco se quebraba, pero necesitaba mantener la compostura.
El moreno, por su parte, solo negó con la cabeza ante su pregunta.
— Me hace sentir como si yo solamente fuera una opción de repuesto. Como si solo valiera la pena cuando todo a tu alrededor se está cayendo a pedazos... ¿Valgo eso para ti, Jayce? ¿Valgo tan poco para que solo sea "útil" en tus momentos más bajos? — El piltillo de inmediato negó. Para él, Viktor valía lo mismo que un gran costal de diamantes, gracias a él es el "Chico de oro" en Piltover; gracias a él es lo que es ahora. Sin embargo, sus acciones parecían demostrar absolutamente lo contrario y ese último lo había golpeado en lo más profundo de su médula.
— No, no, eso no es verdad... — Murmuró. — Viktor, tu eres mi amigo, mi mejor amigo, mi compañero... Jamás te vería como una opción de repuesto. — Viktor apartó un momento la mirada del chico.
Odiaba que lo etiquetara de esa manera, en ese momento esas etiquetas le hacían pensar que no valía la pena reclamarle nada de lo que le estaba hablando. Apretó un poco sus labios, ya no iba a retroceder, ya había hablado y ahora era momento de terminarlo.
— Sé que no lo haces a propósito, Jayce. No sabías que me sentía así, pero... — Hizo una pausa para acomodar sus palabras. — Ahora lo sabes y... Estoy cansado... Cansado de ilusionarme cada vez que estás conmigo, de pensar, que tal vez soy algo más para ti cuando eso no es así... — Susurró de manera suave. Sus ojos se llenaron de dolor y le comenzaban a picar por las lágrimas que amenazaban salir. — Pero luego regresas con ella, como si nada hubiera pasado. Como si ella no te hubiera tratado horrible y como si tú y yo no hubiéramos compartido nada. —
Jayce lo miró, la culpa y la confusión estaban atacándolo una vez más. La culpa, por haber hecho sufrir de esa manera al pobre hombre y la confusión, por todas las palabras que expresaba Viktor. No sabía muy bien a donde quería llegar, o más bien, si lo sabía, pero su cerebro estaba tratando de negar lo obvio. El obvio sentimiento que se escondía entre los dos. El sentimiento que Viktor tenía más que claro y aceptado, pero el que Jayce no quería afrontar y solo quería reprimir, aunque le era imposible hacer lo último, pues en sus adentros querían consolar a Viktor, quería abrazarlo y decirle que ha sido un completo imbécil.
Y estaba vez la batalla entre la razón y su corazón, la iba ganando su corazón.
Ahora el que poso las manos en las mejillas contrarias fue el moreno, y con cuidado unió su frente con la de Viktor. El científico se sorprendió un poco, dejándose guiar por los movimientos ajenos.
— Yo... Yo nunca quise lastimarte, Vik. — Su voz era apenas un susurro. — No sabía que te hacía sentir así... — El zaunita se separó suavemente, aun luchando contra la tormenta de su pecho.
— Es por eso que tengo que ser honesto contigo, Jayce. — Tomó aire profundamente y levantó la vista encontrándose con el profundo color marrón de los ojos del moreno, quien lo miraba expectante.
— Jayce Talis, estoy enamorado de ti. — Concluyó finalmente, listo para afrontar lo que se viniera de ahora en adelante.
Jayce, lo miraba fijamente, algo dentro de él sabía que le iba decir aquello y escuchar esas palabras salir de sus labios fue como un precioso cántico que lo hizo temblar. La mirada determinada y a la vez vulnerable de Viktor lo desarmaba y lo volvía a armar. Jamás pensó sentir algo así en su vida, ni con Mel llegaba a sentirse de esa manera. Con ella nunca se sentía tan nervioso y a la vez tan feliz, nunca se sentía tan indefenso y a la vez seguro, nunca lo hacía sentir tan lleno de vida con solo una mirada o una leve sonrisa.
Fue cuando se dio cuenta que él también había caído ante aquellos hermosos ojos ámbar. O bueno, cuando por fin estaba empezando a aceptar sus propios sentimientos.
Se acercó un poco hacía el de tez pálida y como si se mandara solo unió sus labios en un beso. Un suave y cálido beso. Viktor al sentir los labios ajenos sobre los suyos no dudó en ningún momento en corresponderlo. Llevó sus manos hacia el cabello de Jayce y lo apretó un poco, el otro chico llevó las suyas a su cadera acercándolo más a él. Disfrutando de cada maldito segundo aquel contacto.
Nunca en su vida, había probado unos labios tan suaves como lo eran los de Viktor, juraría que se podría volver adicto solo a sus besos. Cuando quiso intensificar aún más ese beso un dedo se posó delicadamente sobre sus labios.
— Ja-Jayce. — Lo llamó el zaunita tratando de recuperar un poco el aire. — Esto no está bien... — Aunque una de sus fantasías más profundas se estaban cumpliendo, Viktor sabía que esto sólo le traería problemas, tanto para él como para Jayce. Sabía que eran los impulsos y los propios dilemas de su compañero que lo llevaron a besarlo. Él sabe que solo está confundido.
— Que se vaya a la mierda lo que es o no correcto. — Apartó su mano y lo volvió a besar esta vez con más intensidad. El científico pudo sentir como se rendía ante el moreno. Esos jodidos labios eran su fin, lo llevaban al borde de la locura.
No obstante, Viktor pudo tomar un poco de fuerza y lo apartó.
— ¡Jayce! — Exclamó algo sonrojado. — No... Estás con ella. — Refiriéndose a Medarda. — No quiero... No quiero volver a ser la segunda opción, no luego de esto... — Y ahí fue cuando la realidad cayó otra vez sobre los dos.
— Viktor... — Talis trató de tomar la mano de Viktor. No quería que se apartara quería sentirlo, tenerlo lo más cerca posible.
Sin embargo, Viktor, con una mirada firme lo detiene antes de que hable.
— Escúchame primero, Jayce. — El mencionado lo miró, claramente expectante a lo que saliera de su boca. — Esto no es un juego para mí. He estado a tu lado, en cada momento, porque te amo y eso es algo que sobrepasa mi propio entendimiento... Pero ya no quiero ser ese alguien que solo buscas cuando las cosas con ella salen mal. Yo tengo mi dignidad, Jayce, y aunque te ame con toda mi alma, no permitiré que me quites eso. — Jayce lo veía con los labios entre abiertos, queriendo hablar, pero una vez más las palabras se quedaban atascadas en su garganta. — Lo que quiero decir, Jayce es que... Si significo algo más para ti, si dentro de tu corazón hay algo más que solo una aamista, debes ser honesto contigo mismo y aclarar todo lo que te pase por tu mente en este momento, porque claramente no estás pensando con claridad... — El moreno negó.
— No, Viktor, yo... Yo no te puedo sacar de mi cabeza hace ya bastante tiempo, en todo lo que podía pensar solo pensaba en ti. Yo... A veces te veía a ti en vez de a Mel... — El zaunita se sorprendió por aquel comentario. — Sea lo que sea que siento por ti, sé que es fuerte y me he intentado engañar a mi mismo volviendo una y otra vez con Mel, pensando que, tal vez y solo tal vez, este remolino de emociones dejen de perseguirme. Pero evidentemente, nunca tuvo éxito... — Viktor analizó meticulosamente cada palabra, provocando que dijiera en voz alta las siguientes palabras:
— Debes dejarla. — Sus orbes color ámbar se clavaron en los marrones del otro. — Si todo esto que me has dicho es cierto, entonces, Jayce, estoy dispuesto a ayudarte a que juntos descubramos hacia donde va nuestro futuro. Pero debes terminar con ella, porque no pienso ser más tu segunda opción. — Se quedó en silencio un momento, revisando a gran velocidad todos los posibles escenarios que pueden llegar a pasar con solo está propuesta. — Y... Si no lo haces, si quieres seguir con ella, no te voy a detener... Sin embargo, no vuelvas a buscarme. Nunca más. — El laboratorio quedó en un silencio sofocante.
¿Ahora debía elegir?
Eso solamente complicaba la situación para él y la batalla en sus adentros. Viktor estaba dejando la situación en sus manos, pues él era el único capaz de resolver todo esto. El zaunita se alejó y salió por la puerta del laboratorio, ya no había ningún motivo por el cual seguir ahí.
El sonido de la puerta cerrándose hizo eco en el espacio vacío. Jayce apretó un poco sus puños como una forma de calmar todo lo que estaba sintiendo en ese momento. En su cabeza se desarrollaba una batalla entre lo que debía hacer y lo que realmente quería.

𝗧𝗼𝗱𝗼 𝘀𝗲 𝗹𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝘀𝗮𝗹𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗼𝗹.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro