
OO4︰Las chicas como tú。
Después de varios golpes en la puerta, la pelirroja volvió a apoyar su oreja en la pared y esta vez sí escuchó ruidos. Eran ruidos de movimientos, una silla que se corría tal vez, también captó uno que otro paso. Finalmente iba a volver a ver a la pequeña.
Escuchó varios pasos y estaba lista para ver a la pequeña abrir la puerta, hasta que un estruendo en la sala la hizo cambiar de atención.
— ¡Eres un idiota! —un hombre con la boca rota le gritaba desde el piso a otro—. ¡Mira lo que hiciste! —la vasija que había alojado velas flotantes se había convertido en pequeños pedacitos de vidrio que estaban desparramados por el piso de la sala. Vaya saber a dónde habrán ido a parar las velas. El hombre que estaba en el piso se levantó y agarró a otro por el cuello de su camisa; estaba listo para romperle la cara de un golpe.
—Hm —una carraspera lo detuvo e hizo que ambos hombres y todo el círculo de personas que observaban divertidos la pelea, fijaran su mirada en la persona que tenían enfrente.
Parada en la entrada del pasillo estaba Kim Hyunjin cruzada de brazos y con un gesto inmutable.
—Hyunjin. Digo, señorita Kim... lo siento mucho —el primero de los hombres que lanzó el golpe se agachó y empezó a recoger los pedazos de cristal.
—Deja eso —ordenó Hyunjin, haciendo que el hombre detuviera su intento. La pelirroja sabía que Jinsoul ya debía estar en su cuarto entre las piernas de alguna mujer, así que era el momento perfecto para terminar con esta fiesta—. Demás está decir que quiero que mi departamento quede vacío en menos de un minuto, ¿cierto? —no se escucharon respuestas verbales, directamente cada persona fue tomando sus pertenencias y saliendo por donde habían entrado—. Y... ¿Paul? —esta vez sí se dirigió al chico golpeador, quien a su vez se frenó y volteó a mirarla—. No aparezcas por la oficina el lunes, ni ningún otro día —ordenó.
Ups, alguien se había quedado sin empleo.
La pelirroja sintió una puerta cerrarse y volteó rápidamente a la habitación donde estaba Heejin. Evidentemente la pequeña había contestado a su llamado, pero al no ver a nadie volvió a cerrar.
—Carajo —se quejó Hyunjin con todas las intenciones de volver a esa puerta y golpear nuevamente. Sin embargo, alguien frenó su intento cuando le tomaron del brazo.
—Hyunjin —la llamó.
— ¿Qué quieres, Chanyeol? —la pelirroja se sacó la mano del chico de su brazo.
— ¿Yo también me tengo que ir? —preguntó, tratando de sonar seductor.
La empresaria miró a Chanyeol y luego volvió a mirar la puerta del dormitorio de Heejin, volvió a Chanyeol, volvió a la puerta y finalmente suspiró.
—Espérame en mi habitación —le dijo al chico finalmente.
Con una sonrisa de superioridad, el chico contestó: —De acuerdo, pero no me hagas esperar tanto, no creo poder aguantar mucho tiempo —esto último lo dijo mientras caminaba hacia el cuarto sacándose su cinturón.
—Genial —se dijo Hyunjin para sí misma con sarcasmo—. Al menos va a pasar rápido —caminó despacio hasta la puerta de Heejin por segunda vez en la noche. Levantó su puño cerrado para golpear y...
— ¡Hyunjin! ¡Si no vienes empiezo sin ti! —fue el grito de Chanyeol lo que la frenó.
— Estúpido Chanyeol —se quejó, volviendo a su propia habitación. El plan "confrontar a Jeon Heejin" quedaba para después—. ¿Ya empezaste? —la cara de Chanyeol lo decía todo mientras su mano seguía trabajando.
—Me vas a tener que dar un tiempo para recuperar, Hyunjin —respondió el chico, acomodándose en la almohada.
—Idiota —fue lo último que dijo Hyunjin antes de apagar la luz.
Al día siguiente.
—Chanyeol, tú, estúpido —desde su costado en la cama, Hyunjin trataba de despertar al chico—. ¡CHANYEOL! —un grito y un empujón que lo tiraron al piso fueron certeros.
— ¡¿Qué demonios, Hyunjin?! —Chanyeol se sobaba la cabeza.
—Tienes que irte. Odio ver tu cara por las mañanas y mucho más oler tu horrendo perfume de antitranspirante barato, me da nauseas —le dijo la pelirroja sin asco—. Te quiero fuera de mi departamento para cuando salga de ducharme —sentenció, saliendo de la habitación para ir directo al baño.
Por supuesto que, antes de entrar, le dio una mirada a la famosa puerta que tanto sueño le quitaba, no había luz por la rendija y mucho menos se sentía ruido. La empresaria agitó su cabeza. Esto ya le estaba quitando mucho tiempo, tenía que concentrarse en lo que realmente importaba. Se fue a bañar con ese pensamiento.
Media hora después.
—Kim Lip... ¿qué haces? —Hyunjin estaba yendo directamente a la cocina y se encontró a Jungeun sentada de piernas cruzadas en una silla, comiendo sus cereales y mirando hacia el sofá.
La bailarina levantó la cabeza para saludar a su amiga y con su mano libre le pidió silencio.
—Shh —señaló con su dedo hacia el sofá.
Hyunjin frunció el ceño. Alguien se había quedado a dormir en su departamento sin su permiso y eso no le agradaba para nada. Era mejor acercarse a ver quién era.
—Más vale que no sea Chanyeol porque de ser así... ¿Jeon? —claramente no era Chanyeol. Al contrario, acostada y estirada en su mayor confort, Jeon Heejin estaba durmiendo. Al parecer el sofá de la sala se hacía cama también.
— ¿Es Heejin? —le preguntó Jungeun. La bailarina era la única que todavía no la conocía personalmente-—. Yo creo que sí porque tiene cara de conejito. Además, Jindori me dijo que tenía la cara golpeada —le señaló los, ahora de distintos colores y menos intensos, moretones que se le alcanzaban a ver a Heejin en la cara.
—Sí, es ella —le aseguró Hyunjin.
La pelirroja se había quedado inspeccionando la forma de dormir de la pequeña. En el departamento había calefacción, pero, aun así, la pequeña estaba tapada de tal forma que solo su cara estaba descubierta y como si eso fuera poco, la cama estaba llena de almohadas y almohadones que hacían que la chica quedara enterrada en ellos.
— ¿Qué hace durmiendo acá? —preguntó a Jungeun, quién había vuelto a comer de sus cereales sin quitarle la vista a la durmiente. La bailarina solo se encogió de hombros.
Hyunjin iba a vociferar más preguntas, pero la voz de Heejin se interpuso.
—No, no... no quiero hacerlo... —ambas chicas se miraron. Al parecer, la pequeña estaba soñando y acompañaba su voz con movimientos de cabeza. Hyunjin pudo distinguir que también se estaba moviendo porque los almohadones la delataban—. No me gusta... no me gusta... —esperaron a que salieran más palabras, pero nada vino.
Mientas Jungeun y Hyunjin se habían quedado anonadadas mirando dormir a la pequeña, dos chicas salían vestidas de la habitación de Jinsoul.
—Hasta luego —saludaron y siguieron su camino.
—Jungeun... —la empresaria buscó a su amiga inmediatamente, pero la bailarina ya había soltado un sollozo y, para no despertar a Heejin, corrió a la cocina. Hyunjin la siguió—. Jungeun... —insistió.
—No digas nada, Hyunjin —era más una súplica que una orden—. No quiero escuchar reprendidas —tenía razón, no era el momento.
Hyunjin entendió y solo se limitó a hacer silencio mientras preparaba su café. Así se mantuvieron por un rato, cada una en sus pensamientos. La aparición de Jinsoul fue lo único que las regresó a la realidad.
La pelinegra, que caminaba hacia la cocina, se detuvo cuando el sofá cama llamó su atención. Se acercó y miró a la persona que la ocupaba.
— ¿PERO QUÉ...?
— ¡SHHH! —sus amigas la silenciaron.
— ¿Shhh? ¿Shhh? —se quejó en silencio y caminó hacía ellas a paso firme—. ¿Por qué carajo me mandan a callar? ¿Ya la vieron? —apuntó al sillón—. La rarita está durmiendo en nuestro living, eso es lo que siempre hacen los asesinos en serie: duermen en sillones camas.— Hyunjin giró los ojos.
—Es su departamento, Jinsoul —le aclaró Hyunjin.
—Además que a mí me gusta que duerma en el sillón —opinó Jungeun—. Me hace recordar a una historia que leí llena de animalitos —recordó con alegría.
—La voy a despertar —advirtió Jinsoul—. Me va a escuchar.
—Tú no vas a ningún lado —la frenó Hyunjin —. Déjala dormir —sentenció de una forma que no se podía discutirle.
Jinsoul dijo algo en español, pero desistió su intento de despertar a la chica que dormía y fue a prepararse su propio café.
El celular de Hyunjin fue el único sonido que se sintió.
— ¿Aló? —contestó la pelirroja—. ¿Estás abajo? —se ve que alguien iba a pasar a visitarlas—. De acuerdo, es el piso 12. Sube y te abro —le dijo a la persona para después colgar y encontrarse con la mirada cuestionadora de sus dos amigas—. Es Jimin —anunció al mejor amigo de las tres chicas.
—Más vale que esa niñita egocéntrica traiga noticias —habló Jinsoul—. Llevamos años queriéndonos hacer ese tatuaje —dijo.
Hyunjin la escuchaba hablar, pero no dijo nada.
En la secundaria, ellas tres y Jimin habían diseñado una especie de símbolo que los identificaba. En algún momento de su último año, a Jinsoul, que estaba obsesionada con la forma en que se comunicaban los mortífagos en Harry Potter, se le ocurrió que tenían que tatuárselo y, desde entonces, han estado yendo y viniendo con esa idea. Por alguna razón, siempre había algo que se los impedía; si no eran sus padres, eran sus trabajos o eran sus parejas o vaya a saber qué. El caso es que Jimin había sido el designado a encontrar a la persona adecuada para que se los hiciera y al parecer el chico traía noticias. Hyunjin no quería admitirlo, pero el solo hecho de pensar que una aguja tocara su blanca y suave piel le daba escalofríos, lo cual había sido una importante razón para demorar este trámite.
— ¡BUENOS DÍAS PARA LAS TRES MUJERES MAS SEXYS DE...!
— ¡SHHH! —nuevamente Jungeun y Hyunjin callaban a alguien, haciendo que el chico frunciera el ceño y la empresaria le señalara a la persona que, a pesar de tanto ruido, aún seguía durmiendo en el sofá cama.
— ¿Quién es? —murmuró Jimin.
—Luego te explico —agarró a su amigo del brazo y lo traslado a la cocina, donde saludó al resto de sus amigas.
— ¿Por qué no viniste a mi fiesta de princesas de Disney? —le preguntó Jinsoul.
—Mi querida Jinsoul, por más que tus fiestas sean épicas —ante el halago, Jinsoul dibujaba una sonrisa en sus labios—, era la última noche que Yoongi y yo íbamos a pasar juntos hasta que él vuelva de su gira, así que...
—Sí, sí... ya entendimos; sexo gay, no necesitamos que lo cuentes —lo frenó la misma chica—. ¿Qué noticias traes? Dime que conseguiste un maldito tatuador porque de no ser así voy a patear lo que quedó sano de tu femenino trasero —amenazó.
Lejos de tomarse las amenazas de Jinsoul en serio y aprovechando la taza de café que Jungeun le ponía adelante, Jimin rio.
—Gracias, Jungeun cariño —agradeció el café—. ¿Alguna vez dudaron de mí? —preguntó engreídamente—. Traigo muchas opciones, solo hay que elegir —sacó una carpeta de su moderno y para nada masculino maletín.
—No quiero opciones, solo dime quién es el mejor. Tú sabes que el resto no importa —se adelantó Hyunjin. El dinero era lo de menos y si había que viajar tampoco importaba.
EL muchacho tomó un sorbo de café para, a continuación, empezar a detallar su investigación.
—Bueno, como me han informado, aquí en Nueva York trabaja el mejor tatuador del país —puso una hoja escrita en el medio de la hoja que Hyunjin se apresuró a tomar de un manotazo; no iba a dejar su cuerpo en manos de cualquiera.
—Esos son todos sus logros —dijo el chico mientras veía como Hyunjin levantaba su ceja.
— ¿Lapin? —preguntó la pelirroja al leer el nombre del tatuador.
—Exacto, es el mejor —sentenció—. En todos los lugares que pregunté, todos los expertos o personas a quienes les consulté, siempre señalaban el mismo nombre.
—No tiene estudios en artes —era lo que a Hyunjin le había llamado la atención—. Ni siquiera terminó la preparatoria —se quejó. Jinsoul aprovechó para arrebatarle la hoja a Hyunjin.
—Eso es cierto —le confirmó el chico—, pero ha viajado por casi todo el mundo. Conoce a la perfección casi todos los estilos: blanco y negro, colores, rayas, estilo moderno, clásico, asiático, chicas de calendario, etc. El listado es interminable —explicó.
— ¡Dios! —interrumpió la pelinegra —. Ha tatuado a Barack Obama y a su esposa, a Madonna, al príncipe Harry, Michael Jordán, Angelina Jolie, Adele... y la lista sigue —al parecer la pelinegra había quedado impresionada—. Este es nuestro tatuador definitivamente —ella misma se consideraba una celebridad, no podía ser menos que los demás—. Llama y pide una cita para esta misma tarde —apuró.
A Hyunjin no le pasó en alto la mueca que hizo su amigo.
— ¿Cuál es el problema? —preguntó.
—Bueno, hay otras opciones, no son de Nueva York, ni tampoco muy renombrados, pero pueden hacerlo antes...
— ¿Cuál es el problema, Jimin? —insistió Hyunjin.
El chico suspiró.
—El problema es que... —miró a sus amigas—. Yo ya sabía que ustedes iban a elegir a este —apuntó al currículum de Lapin—. Yo mismo me quedé impresionado con...
—Ve al grano —Hyunjin no quería más rodeos.
—Llame para pedir la cita y me la dieron —aseguró como si nada.
Las dos chicas se miraron. Faltaba Jungeun, que había encendido el televisor y sin importarle que Heejin estuviera durmiendo, se había sentado en el sofá cama al lado de ella para ver sus series diarias.
—Perfecto, nos vemos esta tarde entonces.
—Me la dieron para dentro de dos meses —soltó de una vez el muchacho.
— ¡¿QUÉ?! —no estaba en los cálculos de Jinsoul esperar tanto tiempo.
—Jinsoul, por el amor de Dios, ¡haz silencio! —pidió, mirando como Heejin seguía inmóvil en su cama. Hyunjin tuvo que aguantarse las ganas de sacar a Jungeun de la cama de la pequeña.
Después de todo, a ella no tenía por qué importarle—. Y Jimin —miró al chico—, ¿cómo que dos meses? ¿Les dijiste quiénes éramos? ¿Ofreciste más dinero?
— ¿Hiciste algo bien? —se metió la otra de mala manera.
Jimin miró ofendido a Jinsoul.
—Por supuesto que hice todo eso, y más. Yo mismo pensé que en cuanto nombrara mi apellido íbamos a tener la cita al instante —demás está decir que una de las siguientes inversiones de las dos mujeres, luego de la academia de Jungeun, había sido el taller de moda de Jimin. De hecho, la marca "Park JM" había logrado sacar a las tiendas Macy's de competencia hace mucho tiempo—. Pero nada, no logre nada. La persona que me atendió le daba igual lo que sea que dijera o si yo fuera Lindsay Lohan o Meryl Streep —contó.
Jinsoul y Hyunjin se miraron. Desde que escalaron a la cima del mundo empresario, nunca les había pasado esto. Su nombre era prácticamente lo mismo que tener la llave de la ciudad; abría todas las puertas. Si el mismísimo Donald Trump había cedido ante ellas, era imposible que un local de tatuajes de cuarta se negara a aceptar la realidad.
Ante la mirada de fuego de sus amigas, Jimin decidió volver a hablar.
—Pero... como otra opción, la misma chica me dijo que en el mismo local pueden tatuarnos otra de las personas que trabajan allí y entonces no tendríamos que esperar más que una o dos semanas —dijo sonriente.
—No las conoces bien si piensas que van a aceptar eso —habló Jungeun desde el sofá cama, llamando la atención del muchacho—. Nadie le dice que no a Jinsoul, y si tuviste la suerte de que ella lo aceptara, nadie sueña con decirle que no a Hyunjin —explicó.
— ¿Tienes la dirección? —le preguntó Hyunjin a su amigo.
—Está escrita en la hoja que les di —contestó.
—Muy bien. En una hora nos vemos en la puerta. Los que van a tener que esperar dos meses van a ser ellos —dijo la pelirroja, despidiendo al chico.
—Sí, en una cola para buscar trabajo —completó Jinsoul, que se retiraba a su habitación para cambiarse.
La pelirroja empresaria le cerró la puerta al chico y caminó a su dormitorio, pero Jungeun la frenó.
—Hyunjin... Jinnie, ven a ver esto —la llamó desde donde ella estaba—. Parece que se está por despertar —le dijo ansiosa. Al parecer, Heejin había empezado a estirarse. Primero una pierna, después la otra, luego los brazos y por último la espalda. Sólo faltaba abrir los ojos y...
— ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAA! —fue el grito que pegó Heejin en cuanto sintió como alguien se le tiraba encima.
— ¡HOLA, HEEJIN! ¡BUEN DÍA! ¿QUIERES SER MI BAILARINA? YO TE PUEDO ENSEÑAR, A MÍ NO ME IMPORTA QUE HAYAS ESTADO EN LA CARCEL O QUE VENDAS DROGAS, O QUE SEAS BORRACHA O...
— ¡JUNGEUN! ¡POR EL AMOR DE DIOS, LA ESTAS APLASTANDO! —Hyunjin veía la cara de desesperada que tenía la pequeña. La pobre no había alcanzado ni a despertarse cuando la bailarina se le había tirado encima a abrazarla. Heejin había quedado atrapada entre las sabanas, almohadones y Jungeun —. ¡JUNGEUN! —Hyunjin tuvo que agarrar a su amiga por la espalda para poder liberar a Heejin.
En cuanto la pequeña se sintió libre, salió de la cama como pudo, llevándose todo lo que tenía encima con ella. Llegó a la otra punta de la sala envuelta en la ropa de cama y sosteniendo una almohada que tapaba todo su frente. Su pecho subía y bajaba rápidamente, mostrando el estado de agitación que tenía.
— ¿Por... por qué... por qué hacen eso? —preguntó, soltando una fuerte bocanada de aire.
—Jeon, ella es Jungeun, la otra persona que va a vivir con nosotras —le contó Hyunjin, que aún sostenía a la otra chica porque no dudaba que se le fuera encima de nuevo—. Solo quería saludarte —trató de quitarle importancia al asunto.
Dicho esto, la pequeña clavó la mirada en Jungeun, torció su cabeza y abrió unos milímetros su boca.
"Aquí vamos de nuevo", pensó Hyunjin; que ya se conocía ese ritual de memoria.
Un pequeño rato después, Heejin levantó su mano derecha, logrando que se cayera toda la ropa de cama al piso mientras con la izquierda aún sostenía el almohadón, y la sacudió con fuerza mientras saludaba a Jungeun.
—Hola. Mm... yo soy Heejin, Jeon Heejin. No sé bailar. Es decir, sí sé, pero no me gusta hacerlo —le dijo desde la distancia mientras se rascaba la parte de atrás de su cuello, demostrando nerviosismo.
Hyunjin había soltado el agarre que tenía sobre Jungeun en cuanto escuchó la voz de Heejin, así que la bailarina aprovechó la oportunidad para ir hacia la pequeña. Sin embargo, inmediatamente la pequeña caminó hacia otro lado. Jungeun se frenó y Heejin también lo hizo, pero en lugares opuestos.
Jungeun volvió a caminar hacia la pequeña y nuevamente Heejin se refugió en el lado opuesto, exactamente atrás del sofá cama. La bailarina sonrió, para ella esto parecía un juego, así que volvió a ir tras de Heejin, pero esta vez lo hizo corriendo. Heejin, que se percató de la velocidad de Jungeun, corrió también a la otra punta del sillón. Cuando Hyunjin quiso darse cuenta, estaba mirando como su amiga y Heejin corrían alrededor del sillón, una con una sonrisa enorme y la otra con una cara de espanto como si la estuviera persiguiendo el mismísimo fantasma de Hugo Chavez. Si no las detenía se iba a marear, tenía que hacer algo.
— ¡BASTA! Žse puso enfrente de la corrida para frenar a la primera que agarrara—. ¡BASTA! —volvió a repetir al mismo tiempo que alcanzó a agarrar a una de ellas.
Cuando Hyunjin localizó los hermosos ojos marrones que la estaban mirando, se dio cuenta que no era Jungeun precisamente a la que había agarrado. Sintió el almohadón entre medio de ellas.
—Jeon... —las palabras no le salían, su boca se movía, pero nada salía de ella. Sólo los estremecimientos que sintió entre sus brazos la despabilaron. Frunció el ceño al darse cuenta de que esos estremecimientos los emanaba el cuerpo de la mujer que tenía agarrada.
La cara de la pequeña estaba más pálida de lo normal y eso permitía que Hyunjin pudiera observar con más detalle el color de sus moretones. Los movimientos eran cada vez más fuertes, así que, instintivamente, la soltó y se alejó de ella un par de pasos.
Pudo ver cómo, ante la distancia, la pequeña se relajaba y también pudo ver la cara de preocupada que tenía Jungeun. Al parecer la bailarina había captado lo mismo que ella porque desistió de su idea de acercarse a la pequeña.
—Bueno, al fin se despertó la rarita —a tiempo como siempre, Jinsoul, ya lista para empezar su día, entraba a la sala—. Se apuran a cambiarse —le dijo a sus amigas—. Quiero aplastar la cabeza de la gente de ese local lo más pronto posible —presionó.
Cuando Jungeun se fue a su dormitorio moviendo su trasero de un lado a otro, se llevó los ojos de Jinsoul con ella.
—Creo que mejor voy a ir a ayudar a Kim Lip a vestirse—-dijo la pelinegra, persiguiéndola.
Hyunjin no la escuchó porque se quedó mirando como Heejin arreglaba la cama donde había dormido y la volvía a hacer sofá.
— ¿Por qué dormiste aquí? —salió de su boca de repente.
Heejin giró y Hyunjin supo lo que venía: mirar, torcer y abrir, y eso hizo exactamente la otra chica.
—Tú dijiste que querías tres habitaciones —le recordó una a la otra—. ¿No te gusta tu habitación? —preguntó.
—No es eso —le respondió Hyunjin—. ¿Por qué no pones tu cama en la otra habitación? Así no tendrías que dormir en el sillón —terminó de decir justo en el momento en que empezaron a llegar ruidos sexuales provenientes del pasillo.
Heejin, que tenía la cara fruncida por la pregunta que le había hecho la pelirroja, miró rápido hacia el pasillo y abrió los ojos.
— ¿Son novias? —preguntó de repente.
Hyunjin soltó una risa nasal.
— ¿Jinsoul y Jungeun? Por favor —rio nuevamente—. El día en que esas dos se pongan de novias, yo me hago belieber —contestó—. Ahora contéstame a mí, ¿por qué no duermes en la otra habitación? —repitió.
Otra vez Heejin volvía a su gesto anterior de ceño fruncido. La pequeña agitó la cabeza y después habló.
—No entra la cama —explicó con lógica.
Hyunjin se quedó pensando en qué podía tener Heejin en ese cuarto que no le diera espacio para tener una cama, la idea de los freezers de Jinsoul no parecía tan descabellada.
—Yo podría haber dormido en el sillón y así tú conservabas tu cuarto —hasta ella misma se extrañó de lo que dijo.
Heejin volvió a agitar la cabeza con más fuerza.
—Las chicas bonitas y delicadas como tú no pueden dormir en sillones —aseguró con convicción.
— ¿Te parezco bon...?
— ¡HYUNJIN! ¿YA ESTÁS LISTA? ¿POR QUÉ NO DEJAS DE RAREAR CON LA RARITA Y TE APRESURAS? TENEMOS QUE PATEAR TRASEROS —ni el sexo calmaba a la pelinegra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro