
OO2︰Mirar, torcer, abrir。
— ¿Quién se va a mudar a MI departamento?
Jinsoul y la agente giraron su cabeza inmediatamente hacia la voz que habían escuchado. De hecho, la pelinegra lo hizo tan rápido que le quedó doliendo el cuello, pero por supuesto que disimuló el dolor transformando la mueca en una sutil sonrisa.
Sin embargo, al contrario de las otras dos, Hyunjin giró lentamente y con la suma tranquilidad que la caracterizaba. No temblaba a la hora de hacer negocios por sumas gigantescas de dinero así que mucho menos lo iba a hacer a la hora de sacar a patadas al desagradable ocupante de su departamento... o al menos eso creía.
El temblor, que digo temblor, el terremoto, que digo terremoto, el tsunami que recorrió todo su cuerpo en cuanto sus ojos encontraron el cuerpo y rostro de la inquilina, tiró por la borda la tranquilidad y templanza anterior. En tan solo dos segundos, ese pequeño cuerpo que se había quedado estancado en la puerta de entrada, había logrado hacerle sentir lo que en sus 24 años de vida no había sentido. Con tan solo una mirada, la joven de pequeña estatura que tenía a tan solo dieciocho pasos, calculó Hyunjin rápidamente, había hecho que la empresaria se sintiera desnuda como su madre la trajo al mundo.
— ¿Se puede saber quién carajo eres? —la voz de Jinsoul sacó a las tres mujeres de sus distintos pensamientos—. ¿Tuviste una cita con Chris Brown o algo así? —preguntó nuevamente la pelinegra, que claramente se había centrado en los moretones, rasguños y pequeñas cortaduras que ocupaban la mayor superficie del rostro de la pequeña. Aunque las heridas no eran recientes, le daban un aspecto tétrico a su rostro.
—Ella es Jeon Heejin, es quien vive aquí —antes de que la inquilina pudiera contestar, la agente inmobiliaria apresuró las presentaciones para tratar de aliviar el momento—. Señorita Jeon, ¿se encuentra bien? —preguntó, dando varios pasos hacia la pequeña.
En cuanto vio que la agente dio varios pasos hacia ella, la inquilina retrocedió rápidamente, alejándose de cualquier inquisición. La pared hizo que no pudiera retroceder más y agradeció internamente que la mujer hubiera detenido su avance al notar su incomodidad.
— ¿Por qué están en mi casa? —volvió a preguntar a ninguna en particular.
Era lo único que iba a decir Heejin para después descansar contra la pared, esperando que alguna de las otras mujeres le explicara por qué estaban allí mientras ella se dedicaba a inspeccionarlas desde su lugar.
Cuando se topó con la mirada evaluadora de Hyunjin, decidió que era mejor mantener la cabeza abajo, sus ojos contaban demasiadas historias que ni ella misma quería recordar.
Por otro lado, la pelirroja acortó un poco la distancia sin sacar la mirada de la otra muchacha, no porque no quisiera, simplemente no podía.
—Señorita Jeon —la vendedora carraspeó antes de seguir hablando—. Tengo entendido que usted le informó a mi jefe que no tenía problemas en tener compañeros de departamento —le dijo.
Lejos de contestar, Heejin se limitó a asentir con su cabeza.
—De acuerdo —continuó la agente inmobiliaria—. Éstas señoritas —señaló a Hyunjin y a Jinsoul de forma inútil porque Heejin seguía sin mirarlas— desean mudarse mañana mismo, si no hay inconveniente con usted, claro —agregó, volviendo a mirar a la pequeña y obteniendo la misma apatía anterior—. ¿Usted quiere entrevistarlas o hacerles alguna pregunta? —que más quería ella que alguien les hiciera pasar un mal momento a las dos mujeres que habían sido su pesadilla durante varias horas.
Heejin, nuevamente sin palabras, se limitó a subir sus hombros, restándole importancia a lo que estaba diciendo la mujer.
Suspirando, la agente continuó.
—Bien, ya que han finalizado los problemas creo que no queda más que...
—Hm —la carraspera de Hyunjin la detuvo—. ¿Finalizado los problemas dijo? —preguntó sin sacarle los ojos de encima a la pequeña—. Yo creo que aún no comienzan —agregó, esperando recibir la atención de la más baja de las presentes en la sala, pero sin éxito alguno porque Heejin seguía muy entretenida mirando el piso.
—No la estoy entendiendo, Señorita Kim —opinó la mujer encargada de atenderlas—. Creí que ya habían decidido mudarse mañana, y si la señorita Jeon no tiene inconvenientes —era obvio que ella quería terminar con esto lo más pronto posible— no veo que otro problema puede haber —finalizó, esperando una pronta resolución.
— ¿USTED ES ESTÚPIDA O QUÉ? —el grito de Jinsoul si logró hacer que Heejin la mirara con reproche por tratar a la mujer de mala manera.
Obviamente a Jinsoul no la movió ni un poco la mirada acusatoria de Heejin—. Hay muchos problemas —agregó sin gritar, pero con un tono bastante duro—. Para empezar, yo no pienso vivir en el mismo lugar que una clara prófuga de la ley, una ex convicta, una traficante de drogas o peor aún, una degenerada —miró a Hyunjin, reprochándole su decisión mientras señalaba a Heejin—. Hyunjin, no podemos vivir bajo el mismo techo que ésta —volvió a apuntarle—. ¿Le has visto la cara? —poco le importaba que Heejin estuviera presente—. Estoy segura de que a la primera que nos descuidemos es capaz de sacarnos los órganos para ir a venderlos a algún mercado negro que le dé la suficiente cantidad de dinero para ir a drogarse en algún lugar de la ciudad —siguió tratando de que su amiga reflexionara—. O peor aún... puede robarme mi cabello, mi hermoso cabello y vendérselo a alguna actriz famosa que de tanta tintura ya se ha quedado calva...
—Jinsoul —habló Hyunjin sin nerviosismo—, cálmate —pidió autoritariamente para después regresar su mirada a algo más interesante como la pequeña, el problema fue que Heejin ya no estaba en el mismo lugar.
Hyunjin movió su cabeza desesperadamente por todo el departamento buscándola y soltó un suspiro de tranquilidad, poco usual en ella, cuando la encontró sentada en la mesada de la cocina, tomando agua mientras sus piernas colgaban y se balanceaban en compás.
La pequeña parecía ajena a lo que estaba pasando a su alrededor.
La pelirroja frunció el ceño en cuanto notó la sospechosa tranquilidad de la otra joven y avanzó hacia a ella a paso firme. El ruido de sus tacones contra el piso de madera, alertó a Heejin de los movimientos de la pelirroja.
La pequeña bajó rápidamente de la mesada y se alejó de la pelirroja, rodeando la mesa para quedarse justo en la entrada del pasillo que daba a las habitaciones. Hyunjin se frenó ante este gesto y frunciendo aún más sus cejas, habló.
— ¿En cuánto tiempo puedes mudarte? —le preguntó secamente y sin anestesia.
Ahora sí tenía su atención.
Dicho esto, Heejin clavó sus ojos en los de la pelirroja y con su cabeza torcida, se enfocó en analizar lo que había escuchado. Hyunjin vio como la boca de la pequeña se abría, pero no escuchó que saliera palabra alguna de sus labios. La pelirroja insistió.
—Tienes que alquilar otro departamento, hemos decidido revocarte el alquiler de este —volvió a decir con seguridad.
—No, no, señorita Hyunjin... disculpe... creo que no ha entendido... —inmediatamente la agente se arrepintió de haber dicho esas palabras. Dos segundos después, tenía la respiración de la pelirroja en la nuca.
— ¿Acaso dijo que yo no he entendido algo? —preguntó la pelirroja punzante.
La mujer trago saliva y se pasó una mano por la frente. De repente empezaba a sentir mucho calor, buscó ayuda en Jinsoul, pero la pelinegra estaba ocupada en su intento de localizar a Jungeun con su teléfono a ver si ella podía convencer a Hyunjin de que esto era una locura.
—Lo que... lo que... lo que quise decir —volvió a tragar saliva—. Lo que quise decir es que yo no me explique bien —se corrigió—. La señorita Jeon es la dueña del departamento, ella no puede mudarse —explicó con cautela.
—AH BUENOOOO, LO ÚNICO QUE FALTABA —Jinsoul volvía a participar en la conversación. Después de todo, saber que no iba a poder vivir allí era una noticia interesante—. LLEVAMOS TODO EL DÍA EN ÉSTE COCHINO LUGAR Y ENCIMA NO SE PUEDE ALQUILAR —agarró su cartera y caminó hacia la puerta—. ¡Vámonos, Hyunjinnie! —le dijo a su amiga—. Asegúrate de que ésta vendedora mira tetas no vuelva a trabajar nunca más y consigámonos otra —dijo, agarrando la manija de la puerta—. Tal vez una con mejor trasero si es posible porque... ¿Hyunjin? —la pelinegra no podía entender como Hyunjin, siendo tan Hyunjin, todavía no había tomado su teléfono para hacer despedir a la mujer y había caminado con ella afuera de ese apestoso edificio.
—Espera un momento, Jindori —para tranquilidad de la agente, la pelirroja frenaba a su amiga y volvía a buscar a la pequeña en la entrada del pasillo: donde la había dejado—. Si este es tu departamento... —pero Heejin ya no estaba en el mismo lugar. Hyunjin suspiró, tratando de tranquilizarse.
Esto ya no le estaba gustando, la sacaba de su zona de confort y eso la molestaba. Volvió a la tarea de buscar a la pequeña y la encontró ahora sentada arriba del banco que se usaba para hacer ejercicio.
La empresaria caminó hacia ella, pero en cuanto Heejin se movió un poco decidió frenarse.
— ¿PUEDES DEJAR DE MOVERTE? —la paciencia de Jinsoul no era tanta como la de Hyunjin. El grito hizo que Heejin se quedara inmóvil antes de llegar al destino en que pensaba ir.
Aprovechando la quietud de la pequeña, pero sin atreverse a alterarla, Hyunjin, luego de un nuevo suspiro, volvió a preguntar desde su lugar:
—Si este es tu departamento —dijo—, ¿por qué necesitas compañeros para habitarlo? —preguntó directamente a la pequeña.
Una vez más, la mirada de Heejin se centraba en el rostro de Hyunjin y la pelirroja veía como la pequeña torcía su cabeza, abría la boca para decir algo, pero nada salía de la misma. La chica simplemente volvió a subir sus hombros como respuesta.
— ¡DIOS MÍO! —Jinsoul, que había seguido la interacción, protestaba—. ÉSTA NIÑA ME SACA. CON RAZÓN TIENE TANTOS MORETONES —Hyunjin había contado cuatro. Uno que ocupaba todo su ojo derecho, otro en la mejilla izquierda del mismo tamaño, uno más pequeño en el del costado del ojo del mismo lado y el último en la comisura de sus labios. —. HASTA YO MISMA TENGO GANAS DE HACERLE UNO —agregó la endemoniada empresaria, haciendo que Hyunjin notara como Heejin ni siquiera cambiaba su gesto ante los gritos de la pelinegra. Parecía inmune a estos.
—Señorita Hyunjin —la agente de inmueble vio la oportunidad perfecta para terminar con esta pesadilla—. ¿Es algún inconveniente para ustedes tener que compartir departamento con la señorita Jeon? —preguntó.
—SÍ —Jinsoul gritó.
— ¡NO! —Hyunjin bufó.
La mujer decidió enfocarse en Hyunjin, ella le iba a dar la comisión tan deseada.
—Si no me equivoco, usted le informó a mi jefe que esta situación era de pocos meses —dijo, llamando la atención de Hyunjin —. Entonces no veo cuál es el problema, éste lugar es espacioso, confortable, barato y...
—Una mierda —agregó Jinsoul, recibiendo una mirada desaprobatoria de su amiga.
—... Y como ve, la señorita Jeon no tiene inconveniente alguno —continuó la agente, señalando el lugar donde la pequeña se había quedado después del grito de Jinsoul, pero que obviamente ahora ya no era ocupado por ella. Hyunjin y Jinsoul solo rodaron los ojos ante un nuevo cambio de lugar de Heejin.
—Nos mudamos mañana mismo —aseguró Hyunjin, agarrando su cartera.
— ¡¿QUÉ?! NO, NO —la pelinegra seguía en su estado de negación—. Hyunjin, espera... —había empezado a perseguir a su amiga— piénsalo bien —le pidió su amiga.
—La mira tetas tiene razón, Jinsoul —la pelinegra le arrojó una mirada envenenada a la mujer. Después de todo, ella tenía la culpa—. Es por pocos meses y que mejor forma de pasar desapercibidas que vivir en un departamento en el cual tenemos que compartir los gastos con otra persona —le dijo.
—Sí, pero con otra persona, no con ésta que está en un estado mental deplorable, Hyunjin —seguían las protestas—. ¡Mírala, por favor! —insistió la pelinegra, pidiendo algo que la pelirroja no tenía problemas en hacer. El problema era donde mirar porque Heejin nunca estaba en el mismo lugar—. Saltémonos el hecho de que necesita una cirugía de rostro inmediata, saltémonos el hecho de que tiene un tatuaje en el cuello...
La pelirroja recordó la imagen que ya tenía grabada en su retina, una paloma. Una paloma dibujada con finos trazos negros y con pequeñas líneas en su costado que le daban movimiento.
—Pero... ¿ya viste cómo se viste, Hyunjin? ¡Por Dios! Tiene puesta una remera de mangas largas millones de tallas más grande que ella, unos pantalones que no ha lavado hace años y unas zapatillas que estoy segura que yo misma doné el año pasado —Jinsoul miró al espacio vacío donde debería estar Heejin —. Y NO PARA DE MOVERSE —agregó con un grito que volvió a frenar a Heejin en medio camino—. Además, no hay suficientes habitaciones en este lugar para nosotras —este dato sí hizo detener a Hyunjin.
Jinsoul suspiró aliviada, tendría que haber pensado eso mucho antes.
— ¿Cuántas habitaciones dijo que estaban disponibles? —le preguntó a la agente.
—Cuatro habitaciones, —respondió para pesar de la pelinegra — pero dos están ocupadas por la señorita Jeon y...
—Vas a tener que desocupar una de las habitaciones —le dijo Hyunjin a la pequeña inmóvil.
Por tercera vez en el día, la pelirroja veía como Heejin torcía su cabeza y la miraba de forma fija para después abrir la boca y quedarse en esa posición durante un momento. Hyunjin pensó que nuevamente la chica no iba a decir nada y se dispuso a salir, pero, como raras veces pasa, Hyunjin pensó mal.
—Eso no puedo hacerlo —dijo Heejin en un suave pero firme tono de voz.
Hyunjin se dio vuelta, sorprendida.
— ¿Qué dijiste? —volvió a preguntar.
—Señorita Kim, estoy segura...
—Haga silencio —fue severa con la agente. La cara de Heejin se frunció al ver el mal trato a la otra mujer otra vez—. ¿Qué dijiste? —Hyunjin insistía con su pregunta.
—Solo hay dos habitaciones disponibles, la otra es mi habitación y la otra... bueno, la otra está ocupada —contestó mientras jugaba con sus propias manos.
Hyunjin sonrió, miró a Jinsoul, que a su vez miraba a Heejin como si la pequeña estuviera diciendo la peor de las barbaridades. Hyunjin sonrió aún más, pero esta vez lo hizo agregando una carcajada.
Cuando volvió el silencio, la pelirroja se enfocó en el cuerpo de la pequeña que tenía enfrente.
—Pues vas a tener que solucionarlo —le dijo firmemente—. Porque mañana mismo Jinsoul, Jungeun y yo nos mudamos aquí y queremos una cama para cada una, ¿de acuerdo? —preguntó sin sacarle la mirada de encima.
Como era de esperarse, todo el ritual de la pequeña se hizo presente: mirar, torcer cabeza y abrir la boca, sumado a que ahora sí, nada salió de sus labios y solo una subida de hombros respondió a la pregunta de la pelirroja.
—ERES DESESPERANTE —fue lo último que dijo Jinsoul antes de salir por la puerta seguida de la agente inmobiliaria.
Por su parte, Hyunjin miró una vez más a la otra chica y siguió los pasos del resto. Este día había sido raro para la joven Hyunjin, muy raro, y era hora de volver a la normalidad. Sin embargo, poco le iba a durar.
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