Kevin; el chico pelirrojo de tez blanquecina y gorra roja, su remera es verde sin mangas y sus pantaloncillos son azules, zapatillas negras y un morral de un tono anaranjado gastado y oscuro.

Puso los pies sobre el suelo, luego de bajarse de su bicicleta, para adentrarse en el gran establecimiento al que llamaban escuela. Suspiró cuando estuvo entre sus puertas, abrió la puerta y cruzó la parte principal, dónde no muchas personas se encontraban, pero, al cruzar otra puerta; entró derechito al infierno.

Algunos corrían, otros jugaban, los del club de baloncesto tiraban una pelota al aire y los de fútbol americano se golpeaban entre ellos para saludarse, pero él no lo hacía.

Llegó a su casillero y poco después Nathan, su mejor amigo, apareció tomándolo del cuello.

ㅡ Hey, novio~ ㅡdijo, entre risasㅡ ¿Y si me das un besito? ㅡhizo un ademán con su boca.

ㅡ Aléjate antes de que te saque los dientes a golpes ㅡmurmuró, entre dientes, levantando uno de sus puños.

ㅡ Ya, ya... No tenías que ser tan grosero ㅡbufó, separándose de él para apoyarse sobre los casillerosㅡ ¿No has visto a los tontos hoy?; no te ves de muy buen humor...

ㅡ No he visto a nadie más que los de fútbol americano.

ㅡ Ah, ya veo.

ㅡ ¿Por qué preguntas?

ㅡ El estúpido de Eddy hará una estafa ésta tarde a las puertas de la dulcería ㅡmurmuró.

ㅡ ¿Por qué debería interesarme? ㅡpreguntó, devolviendo la vista a su casillero para sacar unas botanas y su libro de inglés.

ㅡ Porque mejillas dulces estará ahí ㅡdijo, mirando al suelo.

"Mejillas dulces" era el apodo principal que Nathan le había puesto a uno de los tontos, para ser exactos, Eddward Marion; más conocido cómo: "Doble D, del trío de tontos". Claro que, cómo el resto, no sólo era "Mejillas dulces" uno de los apodos que Nathan había puesto sobre él; estaba "gorrito", "nerd", y uno que él y Kevin solían decir bastante, "Doble tonto".

El pelirrojo miró a su amigo, con una ceja levantada y la otra a medio fruncir; ㅡ ¿Qué dijiste?

ㅡ Dije que doble tonto estará ahí ㅡlevantó la cabeza, divertidoㅡ Vamos, sé que te encanta observarlo.

ㅡ ¡No me encanta observarlo, maldito maniático! ㅡdijo, gritándole en la cara con las mejillas sonrojadas.

Bueno, tal vez no todo era color de rosa en la vida de Kevin, pero podía serlo. Nathan sabía un secreto que no muchos conocían, que no muchos querrían saber y que otros no se interesaban en lo absoluto con lo que estaba ocurriendo.

El pelirrojo tenía un secreto guardado, bien escondido en el fondo de su clóset, ¿ya saben qué es?

ㅡ ¡Kevin!

ㅡ Hermano, ¿por qué Mejillas dulces viene hacia acá tan rápido cómo sus debiluchas piernas le permiten hacerlo? ㅡpreguntó Nathan.

ㅡ ¿Qué-...? ㅡvolteó, lo más rápido que su cabeza le daba.

Efectivamente, Doble D venía casi trotando hacia ellos. El pelirrojo abrió los ojos lo que más le permitían éstos, entonces se quedó parado y shockeado, viendo a Doble D.

ㅡ Tengo que hablar contigo, es importante... ㅡdijo, entrecortadamente, mientras miraba directamente a sus ojos.

Alguien descubrió el secreto de Kevin.

Pero; ¿cómo supo?, ¿por qué él?, ¿no podía ser alguien más?, no podía entenderlo... Aunque, la pregunta más importante es; ¿cómo pasó?, un recuerdo vago apareció en su cabeza, uno de hace un par de meses atrás, los primeros días de clases.

Un vago recuerdo de la primera vez que se enamoró de esos ojos zafiros. La primera vez que descubrió que jamás le llamaron realmente la atención las chicas.

La primera vez que se enamoró de Doble D.