𝘍𝘰𝘶𝘳
Al día siguiente, Kiriko fue la primera en despertar. Se dispuso a hacer el desayuno para todos los que estaban en su casa, de por si, hoy ella les tiene preparado una salida para que conozcan la ciudad.
Al poco tiempo, los demás se despertaron.
- ¡Vaya! Ya los iba ir a despertar, parecían osos invernando. - Exclamó la japonesa entre risas mientras que a la vez servía la mesa.
- No estamos acostumbrados al horario, genia. - Dijo Genji despeinándole el cabello.
Los demás se sentaron en la mesa y comenzaron a comer en silencio. Cuando estaban terminando la peliverde habló.
- Hoy... les tengo una sorpresita. - Comentó la chica con una sonrisita. - ¡Prepárense! Salimos en treinta. -
La amante de los zorros corrió hasta su pieza y comenzó a alistarse, los demás le siguieron el paso.
Ya era la hora establecida y todos estaban listos, bueno, casi todos, faltaba el vaquero.
- ¡Cole! ¡Apúrate! - Gritó el ninja esperando en la puerta al castaño.
- ¡Voy! - Dijo Cassidy mientras cerraba la puerta de su cuarto y caminaba hacia la entrada principal.
- ¿Por qué tardaste tanto? - Preguntó el cyborg con una leve risa mientras le ponía el seguro a la puerta.
- Lo bueno se hace de esperar. - Habló Cole con una sonrisa. Genji y el vaquero se fueron hacia donde estaba su grupo de amigos.
- ¡Por fin! Me estaba haciendo de piedra. - Dijo Kiriko riendo. - Como sea... ¿Nos vamos? - La peliverde hizo una seña con sus manos para que la empezaran a seguir y mostrarles la cuidad.
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La caminata estuvo bastante tranquila, la japonesa les mostraba sitios bastante lindos e interesantes.
- Y este es el Parque Central, es pequeño pero muy bello, aquí se celebrará el Festival del Zorro, será dentro de unas semanas. - La amante de los zorros siguió hablando animadamente.
- Me hubiera quedado en la casa. - Susurró Hanzo para que nadie lo escuchara, para su desgracia, Cassidy lo hizo.
- No seas amargado. - Comentó Cole para volver a ver al asiático mientras le sonreía. - Así tienes más oportunidad de conocer a tu cuñada. -
- No me hace falta, sé que se enamoró de un tonto, eso es todo, no necesito saber más de ella. - Dijo el pelinegro viendo a la pareja que estaba delante de ellos.
- Deberías darle una oportunidad, Ángela es una gran persona y te puedo asegurar que no te va a recriminar nada. - El castaño caminó a la par del japonés. Hanzo pensó un poco y luego asintió con la cabeza, Cole supuso que lo iba a intentar.
Siguieron avanzando un poco apartados del grupo. El vaquero estaba fascinado por toda la belleza que le ofrecía el país y la ciudad, aunque, hace tiempo estaba viendo a lo lejos un gran castillo. Majestuoso, pensó, lo lleva mirando desde que llegó a Kanezaka. Lo conocía por sus antiguas misiones en Blackwatch, pero no por dentro, o al menos no que recuerde.
Cassidy silbó antes de empezar a hablar.
- Es hermoso ¿No crees? - Cuestionó el castaño mientras señalaba el castillo.
- Lo es... Es aún más hermoso por dentro. - Dijo el arquero mirando hacia el castillo.
- ¿Lo conoces por dentro? - Preguntó sorprendido el vaquero.
- Cuando era jóven vivía ahí junto con Genji. -
- ¡¿En serio?! - Exclamó Cole asombrado. El pelinegro solo asintió. - Pensé que vivían en una mansión o algo así, por ser hijos del hombre más poderoso de Japón. - El arquero le sonrió confundido por el comentario.
- Y... ¿Por qué ya no vives ahí? - Hanzo lo miró, borrándosele de inmediato la sonrisa y no le respondió. Cassidy entendió que era un tema delicado y decidió no insistir, quería que el arquero confiará en él pero no podía obligarlo. "Todo a su tiempo." Pensó el vaquero
Kiriko les siguió mostrando todo y llevándolos a tiendas para que compraran cosas como recuerdos del viaje.
Cuando ya era tarde y el hambre llamaba a la puerta, la peliverde decidió ir a una cafetería con temática de gatos que estaba cerca de la salida de la ciudad y justamente ahí trabajaba un amigo suyo.
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Cuando llegaron la jóven saludó muy animadamente al chico detrás de la barra del café y empezaron a hablar sobre lo que iban a pedir.
- ¿Qué me ofreces, Kobayashi? - Preguntó la de la máscara de zorro mientras que el muchacho le daba un menú con todas las bebidas y repostería del lugar.
Kiriko, eligió un capuchino con donas; Genji, pidió también un capuchino pero en vez de donas eligió brownies; Ángela, un café fuerte con un pastel de frutas; Cole, otro café con un pie de manzana y Hanzo, un té negro con galletas. Mientras esperaban su orden empezaron a hablar entre ellos, el arquero siguió el consejo que, anteriormente, Cassidy le había dado, hablar más con la novia de su hermano, no fue tan malo como pensó, siguieron conversando entre todos incluso cuando la comida llegó.
- ¿No te gusta el café? - Cureoseó el vaquero mientras señalaba el té negro que había pedido el pelinegro.
- No mucho. - Respondió el asiático mientras le daba un sorbo a su bebida.
Durante su visita en el café un gato que le pertenecía al lugar se subió en las piernas del castaño, Cole lo dejó estar y lo comenzó a acariciar.
- ¿Le gustan los gatos? - Primera vez, en todo el día, que no era el vaquero quién iniciaba la conversación entre él y Hanzo.
- Prefiero a los perros ¿A tí te gustan? - El japonés asintió. Cassidy le sacó más provecho a esa conversación para empezar a hablar más con el otro chico, su plan de conocerlo mejor de cierto modo estaba funcionando.
- ¿Cuál es tu animal favorito? - Preguntó el estadounidense sin parar de darle mimos al gatito.
- El lobo ¿Cuál es el suyo? - El pelinegro le devolvió la pregunta.
- El perro, no sé si era bastante obvio. - Respondió entre risas provocándole una ligera sonrisa al más bajo.
A Cole le encantaba ver sonreír al asiático, no sabía el por qué, pero su sonrisa iluminaba su día, entonces, cada vez que pueda, tratará de sacarle una sonrisa, la más mínima que sea al pelinegro.
Después de que terminaran de comer Kiriko dijo que ya era hora de volver, que era tarde. Y que además, tenía que llevar su motocicleta al mecánico. Todos los presentes le dijeron que estaba bien y se regresaron caminando, estaban lejos pero no tanto como para ir en taxi.
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Cuando llegaron a la casa, la chica de cabello verde se fue a hacer sus compras tal y como había dicho. Genji y Ángela, decidieron irse a su habitación; Cole y Hanzo se pusieron de acuerdo para ir a ver como caía la noche. Cassidy se llevó unos cigarros y Shimada su botella de sake, estuvieron en silencio un tiempo hasta que el pelinegro comenzó a hablar.
- Tenía razón. - Dijo el arquero mirando la botella que tenía entre sus manos.
- ¿En qué? - Preguntó el castaño curioso viendo como poco a poco el cielo tomaba colores naranjas oscuros, anunciando la eminente noche.
- Sobre la señorita Ziegler, es una gran mujer, Genji tuvo suerte de haber encontrado alguien como ella. - Respondió el pelinegro repitiendo la misma acción que estaba haciendo el vaquero.
- Ángela es buena persona, se interesa por todos, ella fue quién reconstruyó a Genji e hizo mi brazo mecánico. - Comentó Cole mientras le mostraba su antebrazo al japonés. El asiático tomó con sumo cuidado su prótesis mecánica entre sus manos.
- ¿Qué le ocurrió? - Cuestionó curioso el arquero sin quitarle sus manos del brazo. Cassidy podía jurar que sentía sus manos, una corriente eléctrica recorría su cuerpo, era como si Hanzo le estuviera devolviendo todos los sentidos que había perdido.
- Es una larga historia, azúcar. - Dijo el castaño buscando la mirada del otro chico.
- Me gustaría escucharla, tenemos tiempo de sobra, Cassidy. - El pelinegro posicionó sus ojos en la vista del otro. Cole sintió que el tiempo se pausó, en ese momento solo eran él y Hanzo, nada más, su mirada le traía paz. No entendía que pasaba, no entendía por qué su mente y su cuerpo actuaban así, no entendía por qué el chico que estaba enfrente de él le provocaba todas esas sensaciones, pero una cosa estaba clara, no le disgustaba.
- Bueno... - Comentó un poco nervioso el vaquero aclarándose la garganta. - Cuando trabajaba para la subdivisión de Overwatch, tuvimos una misión de atender una emboscada, los tipos estaban repletos de armas y tenían varios prisioneros, nuestra prioridad era salvar a las personas y detenerlos, todo esto sin llamar la atención de los medios. El problema fue que mi jefe se fue sin el equipo y lo terminaron acorralando provocando un tiroteo en donde él muy probablemente terminaría herido o posiblemente muerto... - El castaño hizo una pausa antes de seguir hablando, era un tema duro para él. El arquero lo supuso, así que dejó que se tomara su tiempo. - Yo... Fuí corriendo hacia él, mi idea era sacarlo de ahí cuanto antes, no me importó, en ningún momento, todas las balas que recibí... Cuando llegue donde estaba él pudimos salir de ahí. Mi jefe salió sin ningún rasguño, ya cuando estábamos en la zona segura me desmayé. Cuando desperté ví a Angie, a mi jefe, a Genji y a todo el equipo médico de Ángela mirándome, Angie me explicó con sumo cuidado, para no asustarme, que había perdido mi antebrazo, muchas de las balas que me impactaron cayeron ahí e hicieron añicos mi brazo, evidentemente, grité y estuve horas convenciéndome de que no era real, no funcionó en absoluto. Además, mi jefe me regañó horrible, me dijo que fuí un gran estúpido, no hacía falta que me arriesgara así por alguien del equipo, primero mi seguridad y que me sirviera de lección, eso me dijo antes de irse, razón no le faltaba, fuí un idiota. - Concluyó Cole de contar su historia para luego tomar un cigarrillo y comenzar a fumar para relajarse, recordar eso lo estresaba y mucho.
- Yo no pienso que haya sido un idiota. - Dijo el japonés mirándolo. - Se preocupó por él, actuó por instinto, lo quiso proteger... Para mí, usted fue valiente, pero evidentemente, preocupó a todos, era normal que le haya dicho eso, aún así, fue un buen gesto de su parte. - Hanzo le regaló una pequeña sonrisa. Cassidy se la devolvió.
- Eres la única persona que me ha dicho eso, nunca nadie me dijo algo parecido. Gracias... - El castaño siguió sonriendo, provocándole un leve sonrojo al asiático, este solo asintió.
Se quedaron en silencio unos momentos y el pelinegro volvió a hablar.
- Sobre el castillo... Del por qué yo ya no vivo ahí... Es porque los Hashimoto, el clan enemigo, nos lo quitó... - Confesó el arquero con un tono deprimido, cosa que hizo que el corazón del vaquero se contrayera, no le gustaba ver a nadie triste, mucho menos a su nuevo amigo. - Nos lo quitaron porque habíamos perdido la "guerra" contra ellos... De cierta forma me duele haber perdido eso, ahí fue donde crecí pero a la vez no me hace falta recuperarlo por todo lo que llegue a vivir ahí... Tengo sentimientos encontrados sobre este tema... Por eso me es difícil hablarlo, más bien, usted es la primera persona a la que le comentó algo así sobre mi vida. - Terminó de hablar el japonés mientras le daba el último sorbo a su botella.
- Puedes confiar en mí para lo que sea, soy una tumba, de aquí no saldrá nada. - Dijo el estadounidense tirando la colilla del cigarro ya terminado. - Hablando del castillo, de cierta forma, lo entiendo ¿Sabes? Yo cuando era más jóven me escape de casa, no me gustaba vivir ahí... Pero cuando regresé después de un tiempo sentí nostalgia, sí, pero ya no quería vivir allí. - Cole finalizó de contar su mini historia y se quedó mirando el cielo estrellado.
- Usted entiende mucho como me siento. - Dijo Hanzo mirando al castaño. - Cualquier otra persona pensaría que todo lo malo que me pasa es porque me lo merezco, pero usted no... ¿Por qué? - Preguntó curioso el pelinegro.
- Como ya te lo había dicho antes, un "santo" no soy, mis manos están manchadas, incluso me atrevo a decir que más que las tuyas, entonces, no me hace falta desearte el mal porque yo estoy igual o incluso peor. - Concluyó el castaño mirando al asiático que tenía la cabeza agachada.
El vaquero pensó un momento y luego se acercó al más bajo para darle un abrazo, no sabía como iba a reaccionar el otro chico, pero valía la pena arriesgarse, esperaba cualquier tipo de reacción negativa pero no fue así, el japonés lo correspondió segundos después, se sentía bien, seguro, hace tiempo necesitaba algo así, alguien que estuviera ahí para él. Después de un tiempo se separaron, Hanzo le dijo: "Muchas gracias." Con un leve tono carmesí en sus mejillas, se paró, le deseó buenas noches y se fue a su habitación dejando al vaquero con una tonta sonrisa en su rostro.
"Ninguno sabe, pero ambos se están enamorando, lento pero seguro."
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