Capítulo 9.
Rich y Eddy habían llegado hasta dónde la vista de Kevin no alcanzaba a ver. Entró corriendo a su hogar, cerrando la puerta con llave en su camino hacia adentro.
Cerró toda ventana y toda puerta corrediza que había, con tal de que el calor de la estufa y la madera seca quedara dentro, tal y cómo estaba. Subió las escaleras a saltos largos, cayéndose antes de llegar hacia el descanso.
Recorrió con la vista todas las habitaciones, cerrando las ventanas y las puertas que Rich había abierto al punto que podrían haberse roto.
Cuando llegó a su habitación, un gran relámpago iluminó todo. Aún así, no encontró rastro de Eddward.
ㅡ¡Doble D! ㅡllamó, levantando una mano hacia su pechoㅡ, ¡ya se han ido, puedes... puedes salir! ㅡdijo, sintiendo que el aire se le cortaba nuevamente.
La oscuridad de la habitación se le abalanzaba encima, ahogándolo y dejándolo inmóvil. Revisaba con la vista en plena oscuridad, con gemidos adoloridos y sus ojos entrecerrados.
El golpe que se había dado en las escaleras era más fuerte ahora. Ahogó un primer grito cuando escuchó el ruido de vidrio golpeándose, y un ahogó un segundo cuando vió a Eddward afuera, en el aguacero.
Abrió las puertas del gran ventanal y tiró del humano encubierto hacia él, abrazándolo con fuerza.
ㅡDios bendiga a los ángeles que te guían ㅡmurmuró, mientras se aferraba a él con fuerzaㅡ. Diablos, me asusté muchísimo. Tú me asustaste muchísimo.
Eddward se las ingenió para cerrar las puertas del ventanal, apoyándose en ellas mientras sostenía la cintura de su acompañante.
Estaba todo empapado, frío, congelado. Pero muy aliviado.
ㅡNo pasa nada ㅡdijo, en un susurro, cerrando los ojosㅡ. Ese tipo... sí que da miedo.
ㅡLo sé ㅡrespondió, cortanteㅡ. No me sueltes.
ㅡEstoy todo empapado, Kevin, te vas a enfermar ㅡmurmuró, aquellas palabras ahogadas por el ruido de la lluvia golpeteando en el cristal.
ㅡNo me importa ㅡsusurró, descansando su cabeza en su propio brazoㅡ. Abrázame, por favor.
Eddward sujetó sus manos detrás de la espalda del amneano, uniéndolos a ambos. El olor a comida casera y perfume de lavanda con limón le hacía recordar a casa. Kevin, en cambio, amaba el olor del eucalipto con el petricor en el cabello y cuello de Eddward.
Cuando ya había tenido suficiente, se separó un poco de él y corrió a buscarle una toalla.
ㅡRich creyó que el viento era lo que había cerrado las puertas, así que dejó de buscar ㅡpuso la toalla en su espalda, cruzó el lado derecho hacia dentro, y el otro lado sobre él; una vez cubierto su cuerpo, se volvió a abrazar a él de nuevoㅡ. ¿Dónde estabas? ¿Él te vió?
ㅡNo, yo... me subí al techo ㅡdijo, frotando su nariz sobre su hombroㅡ. Me escabullí mientras él miraba el resto de las habitaciones, y subí cuando no me vió.
ㅡPobrecito ㅡmurmuró, acariciando su espaldaㅡ. Lamento haberte dado ese susto tan horrible. ¿Por qué dudaste tanto antes? Te dije que te escondieras, ¿por qué no lo hiciste cuando te lo advertí?
ㅡEs que...
"Parecías muy inteligente", no. Ya es inteligente.
"Te veías bastante maduro", no. Básicamente, tienen la misma edad.
"Te veías bonito ahí abajo", no. Simplemente... no.
ㅡLo siento ㅡmurmuró, negando suavemente.
Kevin se alejó, quitó la toalla de su espalda y la puso sobre su cabeza. Agitó sus manos sobre ella, pretendiendo secar su cabello. Cuando decidió que era suficiente, agarró los lados de su cabeza y apoyó su frente sobre la cabeza de Edd, aún cubierta con la toalla blanca.
ㅡ¿Sabes? No quiero que nada te pase en tu estancia aquí ㅡle confesó, aunque parecía que Eddward eso ya lo sabíaㅡ. La gente de aquí no acostumbra a preocuparse por las personas, simplemente te dejan atrás cuando debes atarte una agujeta, pero tú...
Quitó la toalla con cuidado; admirando los ojos asustados, tristes y cansados que Eddward siempre parecía llevar. Sonrió, suavizando su rostro y volviendo a pegar su frente a la contraria.
ㅡTe lanzaste al río por ese niño.
ㅡ¿No es lo que alguien con un buen corazón haría? ㅡpreguntó, captando nuevamente la atención de Kevin, que se alejó con suavidad de nuevoㅡ. Creo... que yo te importé lo suficiente cómo para que me protegieras. De la caída, de Rich.
ㅡ¿Cómo haces?
ㅡ¿Cómo hago qué?
ㅡPara ser tan claro ㅡasintió levemente a sus palabrasㅡ. Suave, dulce. Positivo.
Eddward rió y a Kevin se le iluminaron los ojos de nuevo.
La noche transcurrió tranquila después de todo. Limpiaron los platos y Eddward se cambió de ropa. Algo en el cariño que Kevin le demostró después de ese incidente le recordaba a aquella vez que se tropezó y se golpeó la cabeza con un columpio en el parque.
Sus padres llegaron corriendo a buscarlo, aunque él no había llorado por el incidente. Su padre detuvo el columpio con su antebrazo, logrando que le saliera un moratón al otro día; y su madre se había respado las rodillas cuando se deslizó por el suelo de piedrilla para atrapar su rostro entre sus manos.
Solía comparar aquellas heridas con el gran golpe que tenía que su frente. A sus padres no parecían importarle esos golpes superficiales, así que a él tampoco le importó.
Su madre hizo lo mismo que Kevin aquella noche, cuando Eddward salió de bañarse. Le secó el cabello con una toalla de algodón y, cuando la toalla quedó cómo un velo sobre su cabeza, su madre acarició sus mejillas con suavidad y le levantó el rostro para que le mirara.
"Mi niño, tan lindo", le habría dicho. "¿No te dolió ese golpe tan feo, tan malo?", le habría preguntado. Él le había dicho que no, que estaba bien.
"Eres tan bueno, mi pequeño Doble D", le habría susurrado, besándole la frente. "No ves maldad en nada, en ningún ser".
ㅡ¿Doble D? ㅡla voz de Kevin se superpuso sobre el leve cántico que recordaba de su madreㅡ. ¿Estás bien?
Yacía sentado en el medio de la habitación; lo suficientemente cerca de la ventana cómo para ver la lluvia y las nubes, y lo suficientemente lejos cómo para que alguien pudiera verlo desde abajo. Levantó un poco la cabeza hacia la mirada de Kevin en su cama.
ㅡ¿No... te gusta la cama en la que duermes?
Frente a la cama de Kevin, dónde solía haber un mueble pequeño para cubrir el espacio, ahora estaba la cama de Eddward. Podía haberse cambiado de lugar en la cama (poner su almohada y su cabeza dónde se supone que irían sus pies) y admirar la lluvia desde ahí, pero le dolía la cabeza si lo hacía por mucho tiempo.
ㅡNo, la cama es genial ㅡle sonrióㅡ. Es sólo... que no tenía sueño. Estaba pensando un poco.
Kevin pestañeó un poco, mirándolo. El seño fruncido que Eddward le regalaba a las nubes negras le hacían pensar. ¿Acaso él también frunciría el seño de esa forma cuando piensa? Porque Edd, en este momento, estaba pensando muy seriamente. Y se veía genial haciéndolo.
ㅡ¿Qué piensas? ㅡle preguntó, levantándose y sentándose a su ladoㅡ. ¿Puedo saber?
ㅡOh, nada en especial.
"Estaba pensando en mi mamá".
ㅡSólo... es que siempre hay muchas cosas en mi cabeza, ¿sabes? No es muy importante.
"Ella pertenecía a este lugar, cómo tú".
ㅡSupongo que tú debes pensar muchas cosas cuando estás en la Bibliteca Real, ¿o no?
"Yo también podría pertenecer aquí".
ㅡMe gustaría... ver la Biblioteca Real alguna vez. No sé cómo son esas bibliotecas.
"Extraño a mi papá".
Bajó la mirada, mientras su propia voz en su cabeza gritaba con muchísima fuerza cosas que él no podía decir. Que no quería decir. Una suave sonrisa se formó en sus labios, mientras esperaba una respuesta.
ㅡPodría traerte unos apuntes de la historia de Amnis, podría... llevarte hasta la Biblioteca otro día ㅡmurmuró, cerca de él.
Cuando Eddward se volteó, los ojos de Kevin miraban el suelo, frunciendo y desfrunciendo el seño, una y otra vez. Doble D le sonrió, ahogando una pequeña risilla.
ㅡ¿Qué sucede? ㅡle preguntó, levantando la cabeza de nuevo.
ㅡEres tan lindo ㅡdijo simplemente.
Y las palabras que salieron de sus labios sonaban completamente estúpidas. Parecía que estaba ebrio y había dicho la primer cosa que se le pasó por la cabeza. Realmente parecía borracho, con aquellas risitas tontas en medio de sus palabras.
Kevin le regaló una media sonrisa, mientras Edd hacía una mueca extraña al darse cuenta de lo que había dicho segundos atrás.
ㅡTú también eres tan lindo ㅡrepitió sus palabras, con su mismo tono.
Doble D se alegró de que lo tomara tan a la ligera.
ㅡGracias ㅡsonrió.
ㅡSé que puede sonar extraño, pero, ¿no quieres acostarte conmigo? ㅡseñaló su cama con un ademán de cabezaㅡ. No tomaste un baño caliente cuando te lo dije, debes estar congelándote.
ㅡ¿Tú funcionarás cómo una estufa para mí? ㅡpreguntó, enarcando una ceja.
ㅡClaro. Podría ser eso para tí, ahora mismo.
ㅡTe morirás de frío por mi culpa.
Kevin observó sus ojos por unos segundos. Luego, repentinamente, aferró su mano a uno de sus brazos descubiertos. Cuando el tacto caliente marcó su piel e hizo el efecto contrario para Kevin, el pelirrojo fingió que le agarraba algo y se tiró de costado sobre el suelo.
ㅡYa. Estoy muerto ahora ㅡdijo, con los ojos cerrados y la lengua fuera.
ㅡNo seas tonto ㅡEdd apretó uno de sus dedos en el costado de Kevin, quién hizo un ademán de encerrarse entre sus piernas y brazosㅡ. ¡Oh! ¿Tienes cosquillas?
ㅡ¿Cosquillas? ㅡpreguntó, abriendo los ojos.
ㅡSí, esto ㅡdijo, lanzándose hacia él para toquetearle un poco más arriba de la cintura y bajo las costillas.
Eddward reía mientras lo hacía, pero Kevin no estaba exactamente estallando en carcajadas cómo lo suponía. El amneano detuvo sus manos luego de luchar un poco, soltando un gran suspiro.
ㅡ¿Eh? ¿Qué pasa?
El rostro sonrojado de Kevin le regaló una sonrisa.
ㅡNo tengo... cosquillas ㅡmurmuró, aún tomándolo de las muñecas.
Las manos de Eddward aún sostenían su cintura, cómo si tuviera algo sumamente delicado entre sus manos. El calor del cuerpo bajo él se mezclaba con el frío de sus manos, y un suspiro escapó de entre los labios de Kevin cuando aquel escalofrío recorrió su espalda.
Tal escalofrío trepó por los dedos de Edd y se instaló en su columna, llegándole a todos lados del cuerpo una vez que ingresó a dicho lugar.
Un relámpago mostró su luz muy lejana al lugar dónde ellos estaban, mientras que la lluvia volvía a golpear con más fuerza. El trueno cayó unos momentos después, también demasiado lejos del alcance de sus ojos.
La tensión aún revoloteaba en el aire y Eddward no lo entendía realmente. Había escuchado a mucha gente hablar del tipo de tensión que sólo un par de palabras, un par de voces en murmullo y las respiraciones propias y ajenas podía formar.
Pero... aquella clase de tensión no era la que Kevin y él estaban teniendo en ese preciso momento. ¿O sí lo era? ¿Cómo le decía su primo? ¿Tensión sexual? No, no podía ser eso.
Sus ojos no se despegaban de los de Kevin, y el amneano tampoco parecía querer dejar se mirarlo. Sus dedos, también inquietos, habían comenzado a aferrar los brazos de Eddward, atrayéndolo hacia su cuerpo. O levantándose hacia el suyo. No sabía lo que estaba haciendo.
Ambos dos estaban confundidos, pero muy cerca el uno del otro. ¿Era esta la tensión que Eddward pensó jamás llegar a tener? No tenía, ni sabía ni entendía de relaciones sociales externas. Las relaciones siempre escalaban, pero no sabía hasta qué escalón o qué rama podría llegar su relación con Kevin.
Estaban sólo a una mano de distancia, cuando la puerta de abajo fue golpeada de forma escandalosa. Los dos se separaron de golpe, mirando con miedo la puerta entreabierta de la habitación.
Kevin volvió a pedirle que se esconda y él así lo hizo. Bajó corriendo las escaleras y Eddward rogaba (a quién quisiera oírlo) que esta vez no lo encontraran.
El tiempo pasó muy lento, cuando creyó que todo estaba arruinado y que tendría que salir al rescate de Kevin, la luz de la habitación se encendió.
ㅡTranquilo, esta vez sí que es Eddy.
El enano había aparecido detrás de él. Llevaba un porte bastante demacrado y cansado. Cuando vió a Doble D salir de su escondite, frunció el seño.
El pelirrojo se excusó, diciendo que iría a la otra habitación para buscar más mantas, pues Eddy iba a quedarse a dormir ahí y estaba muerto de frío.
ㅡTe lo agradezco ㅡle dijo Eddward, cuando le pasó por al lado a regañadientes.
ㅡ¿Qué agradeces? ㅡdijo, mirándolo con el ceño fruncido, sentándose en la cama que le pertenecía al humano.
Bueno, no le pertenecía... pero Kevin la había llevado hasta ahí para él. Qué Eddy la tomara de la nada le había molestado un poco.
ㅡQué no me hayas delatado. Qué hayas querido detener a ese grandote antes de que viniera a buscarme. Sé que dijiste que podía fingir ser tu primo, pero Kevin tenía miedo ㅡasintió a sus palabras, sonriéndole apenasㅡ. Así que... te lo agradezco, de verdad... aunque, supongo que Vek ya te lo habrá dicho.
El apodo había encendido las mejillas de Eddy en un suave rosado, que aún lo miraba con un puchero y el seño fruncido.
ㅡSí, ahá, cómo sea ㅡse encogió de hombros y se metió dentro de las sábanasㅡ. No hagas mucho ruido. ¡Buenas noches!
Y así se despidió.
ㅡBueno ㅡmurmuró Kevin, en el umbral de la puertaㅡ... supongo que tendremos que dormir juntos, después de todo.
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