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𝘊𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 𝟨

Shawn Mendes | Look Up at the Stars
Mira las estrellas, son como obras de arte
flotando sobre el suelo.
Sabes que podríamos volar muy lejos,
el universo es nuestro, no te defraudaré

Habían pasado tan sólo catorce días, mientras que las manejillas del reloj se apresuraban cada vez que el pelirrojo y el azabache estaban juntos.

Las veces que salían con los niños era completamente dedicado a ellos; veían juguetes y compraban algunos, comían hamburguesas o algún snack comprado en una tienda, compraban helados o se escapaban a los juegos que habían dentro del centro comercial.

Las veces que salían sólo ellos dos, era algo diferente... bueno, no tanto. El lunes decidieron ir nuevamente al centro comercial a comprar una camiseta que Eddward había visto y le gustó, pero luego fueron a los juegos. Salieron por unos helados el miércoles, y compraron tres kilos para los niños (uno para cada uno y el resto para sus padres).

El viernes fueron al cine a ver una película, antes de ella fueron a comer algo dentro del centro comercial, y después de la película fueron otra vez a los juegos.

Todo para que la tarjeta que Eddward había comprado (una vez que salió con Eddy a los juegos) tuviera el 'dinero' necesario para comprar dos osos de peluche de tamaño 'bebé de un año' gemelos para Sarah y Jimmy.

ㅡÉsto va a encantarles mucho ㅡmurmuró, aún admirándolos para cuando se subieron al auto.

Kevin tenía un viejo amigo mecánico en Peach Creek, que a su vez fue uno de los hombres que ayudó a su hermano Ed cuando tuvo que comprar un 'auto más familiar', así que ahora él tenía uno también. Era una camioneta, de ésas grandes, con un gran maletero, tres asientos traseros y dos delanteros.

Y, claro, tenía todas las comodidades para una familia con niños pequeños; trabas de seguridad solamente manuables para el piloto, aire acondicionado, bocinas delante y detrás, y un secreto especial que Kevin amó y sabía que alguien también amaría aquel detalle.

ㅡMe conmueve saber que tienes una sorpresa para mi, pero realmente me siento un poco nervioso ㅡrió Eddward, acariciando sus propios brazos.

ㅡCréeme, estoy seguro que amarás est... oye, ¿tienes frío? ㅡpreguntó, cuando se detuvieron detrás de otros autos y logró verle por (lo que piensa serían) unos minutos.

ㅡUn poco... o tal vez son los nervios ㅡse acomodó en el asiento del copilotoㅡ. ¿No tendrás una ventana abierta? Mira ésos árboles, se mueven cómo si fueran a escaparse corriendo.

ㅡ¿Abré cerrado mal el maletero? ㅡsusurró, mientras miraba las luces en el tableroㅡ, aguarda aquí, iré a revisar ahí atrás.

Cuando el pelirrojo bajó del auto, Eddward se puso a observar los conductos de aire acondicionado, viendo si estaban encendidos o no. Luego miró rapidamente las ventanas y se quitó el cinturón, se estiró por el asiento del conductor y tocó el seguro manual, descubriendo que intentó cerrar, pero volvió a destrabarse.

Volvió a su lugar cuando Kevin volvió con una bolsa pequeña.

ㅡNo, el maletero está cerrado.

ㅡIntenté cerrar las puertas, y sonó cómo si el seguro no funcionara.

Kevin apretó el botón, y así fue cómo descubrieron que la puerta trasera derecha estaba abierta; puerta que había sido abierta para meter a los dos osos de peluche y ponerles el cinturón.

ㅡGracias por prestarme tu suéter ㅡsonrió, bajando un poco más las mangas, dejando que la mitad de sus dedos fuesen cubiertos por la suave tela.

ㅡNo hay de qué ㅡle sonrió, el muchacho que ahora sólo portaba su camiseta de la suerte favoritaㅡ, bien, ¿aún tienes dudas sobre a dónde vamos?

ㅡCreo que estoy muriendo por dentro ㅡambos rieron.

ㅡBueno... quiero que cubras tus ojos ㅡle sonrió, levantando una de sus manos para cubrirle los ojos.

ㅡ¡Toma el volante, toma el volante! ㅡchilló, apartando la mano del pelirrojo para ponerla nuevamente en el volanteㅡ. ¡Dios! ㅡgritó, y luego le miró reírㅡ, ¡no te rías, lo hiciste a propósito!

ㅡLo siento, lo siento, ya no grites ㅡmusitó entre risas, mientras se acomodaba en su asiento y seguía conduciendoㅡ. Pero, encerio, cubre tus ojos, vamos.

ㅡ¿Qué es tan especial, que debo cubrirme los ojos? ㅡpreguntó, levantando sus manos y cubriéndose la cara completaㅡ. Me avisas.

ㅡNo, tendré una cita yo solo.

ㅡ¡No seas así! ㅡrió bajito, bajando su cabeza.

Un leve suspiro escapó de los labios del pelirrojo, mientras estacionaba y apagaba el motor. Bajo las insistencias de Eddward, tomó aquella pequeña bolsa que había sacado del maletero y comenzó a distribuír las cosas cerca de ellos.

Dos vasos grandes y altos de color blanco con tapas negras (ambos con chocolate caliente), una pequeña bolsa con malvaviscos pequeños y una barra de chocolate amargo.

Suspiró y miró todo su pequeño trabajo, levantando la vista unos segundos para ver el rostro de Doble D siendo cubierto por sus manos, una pequeña risilla se le escapó de los labios y le sonrió, antes de volver a acomodarse en su asiento una vez más.

ㅡ¿Puedo descubrirme los ojos?

ㅡSí ㅡsusurróㅡ. Sí, ya puedes descubrirlos.

Eddward, lentamemte, bajó sus manos y comenzó a admirar el paisaje que tenía de frente. Era una hermosa vista a la ciudad. Comenzó con comentarios bonitos, y luego fue señalando todos los lugares que conocía.

"Mira, desde aquí puedo ver nuestras casas"

"Oh, ése es el restaurante al que fuí la semana pasada. Hacen una pasta riquísima, ¿te gusta la pasta? Deberíamos ir, te llevaré"

"¡Mira, el cine del que acabamos de salir!"

"Allí, en ése edificio cerca del muelle, trabaja mi hermano Eddy"

"Amo ése parque se ahí... no parece tan grande ahora que lo vemos desde aquí, ¿no es así?"

Y, cuando terminó de admirar las luces y los autos (que "se ven cómo pequeñas hormiguitas intentando llegar a su hormiguero"), volteó a ver a Kevin.

ㅡOw, Kevin, tú... realmente... no debiste...

ㅡShh, tranquilo ㅡrió bajito, quitándoles las tapas a los vasos blancosㅡ. ¿Se te antoja un poco de chocolate caliente?

ㅡCielos, pensaste en todo, ¿no es así?

ㅡSi me esperas un segundo, quisiera que me preguntaras éso otra vez.

Eddward le miró confundido. El pelirrojo se rempvió en su asiento, haciéndolo un poco para atrás y le dijo a Doble D que hiciese lo mismo, hasta casi quedar recostados sobre sus asientos.

Luego metió una de sus manos tras en asiento del copiloto y sacó dos mantas, cubriendo con una de ellas sus piernas, mientras que con la otra cubría a Eddward. Ambos ya no tenían puestos sus cinturones y sus vasos grandes estaban entre sus manos.

ㅡ¿Ahora?

ㅡAhora ㅡasintió el pelirrojo, con una gran sonrisa en sus labios.

ㅡCielos ㅡdijo, con un tono gracioso y ambos rieronㅡ... pensaste en todo, ¿no es así?

ㅡClaro que si ㅡsonrió, moviendo sus manos detrás de su asiento, para pasarle una almohada pequeña, ocasionando risas en el de ojos azulesㅡ, sólo quiero que estés cómodo, ¿sí?

ㅡMe siento cómodo cuando estoy contigo.

ㅡ¿Incluso cuando me la paso coqueteando contigo?

ㅡ¿De verdad estás preguntándome ésto, cuando soy yo el mismo que te contesta los comentarios bonitos y los coqueteos casi indirectos? ㅡrió, haciendo que sus ojos brillaran al abrirse.

ㅡTengo una sorpresa más.

ㅡVamos, ¿quieres que tarde años en tomar éste chocolate caliente?

ㅡLo siento, lo siento ㅡrió bajito, un poco avergonzadoㅡ. Sólo... una más, por favor.

ㅡBien... una sola, ¿está bien?

Kevin asientió, apoyando uno de sus codos sobre el asiento, mientras estiraba su otro brazo y tocaba un botón cerca de la luz sobre el techo; ㅡMira el techo.

Lentamente, una pequeña abertura de tela se iba desprendiendo del cuadrado en el techo, dejando ver el cielo estrellado cada vez más cerca de ellos.

Eddward abrió la boca, impresionado, dejando salir un suspiro algo asombrado. Kevin miró hacia abajo, volviéndose a recostar sobre su asiento, prestando suma atención a cómo los ojos se Eddward se ponían brillosos, y cómo en sus bellos luceros azules podían verse millones de estrellas más.

ㅡ¿Sabes... por qué digo que los ojos se llenan de estrellas cuando se ponen brillosos y cristalinos, generalmente cuando a alguien le gusta mucho algo? ㅡpreguntó, dejando de admirar el cielo, para admirar al pelirrojo de ojos verdesㅡ. Porque es ése mismo brillo el que veo en todas las estrellas.

El par de ojos azules se conectó con el par verde, mientras se miraban el uno al otro, una canción empezaba a sonar más clara en la estacióm de radio que Eddward había puesto antes de que el cielo apareciera dentro del auto.

ㅡOye ㅡsusurró el pelirrojo, con una leve sonrisa.

ㅡ¿Sí, Kev?

ㅡTus ojos... están llenos de estrellas.

ㅡQué curioso ㅡsusurró en respuestaㅡ, los tuyos también.

ㅡGracias por éste increíble viernes ㅡdijo, en voz baja, mientras le daba la espalda a la puerta de su casaㅡ. No debiste acompañarme hasta aquí, estoy bien.

ㅡAún tienes frío ㅡsuspiró, arreglándole la manta que tenía sobre sus hombrosㅡ. Lo siento, tuve que haberte dicho que trajeras algo más de ropa cuando te ví salir de aquí.

ㅡAy, ya deja de preocuparte, ¿sí? ㅡrió bajito, mirándoleㅡ. Me quedaría más tiempo, pero Eddy está aquí en la sala y no me gustaría que lo conozcas con pantalones cortos y una camiseta gris que solía ser blanca ㅡambos rieronㅡ. Llévale los osos a los niños, estoy seguro que están despiertos ahora.

ㅡNi lo dudes ㅡsonrió, mirándole por un segundo másㅡ. Lo siento, te estoy mirando mucho. Me largo.

ㅡEnvíale mis saludos al señor y la señora Barr ㅡdijo, entreabriendo la puerta de su casa, mirándole bajar los escalones del porche hasta llegar a la aceraㅡ. Buenas noches, Kev.

ㅡBuenas noches, Edd ㅡle sonrió, saludándole con la mano antes de comenzar a caminar a su hogar.

Llegó a la puerta de la casa de su hermano y, cuando estaba a punto de abrir, se dió vuelta a ver la casa de Eddward. "Ve adentro"; susurró, haciendo muecas con su cara y ademanes con sus manos. "Sí, sí"; le respondió el de ojos azules, haciendo un ademán repetido con su mano. Abrió la puerta de su casa y se adentró en ella.

ㅡKevin, ¿eres tú? ㅡescuchó la voz de su hermano cuando cerró la puerta con llave nuevamente.

ㅡSí, ya llegué. ¿Dónde están los niños?

ㅡEn su habitación.

ㅡBien. Dame un segundo, necesito llevarles algo.

Corrió detrás de las escaleras, abriendo la puerta que llevaba al garage, caminando hasta el auto y abriendo la puerta del asiento trasero para sacar ambos peluches. Luego de éso, cerró nuevamente el auto y corrió de nuevo a la casa, subió las escaleras y golpeteó la puerta de la habitación de los niños.

May abrió ésta y le saludó con una sonrisa.

ㅡOh, lo siento. ¿Los niños duermen?

ㅡNo, están... dormitándose.

ㅡTengo un regalo para ellos. Ve abajo con Ed, yo dormiré a los niños ㅡle sonrió al suspiro aliviado que soltó la rubiaㅡ. Se ve que necesitas un descanso.

ㅡHoy vieron que te fuiste con el auto y sin ellos, les dije que te habías ido a trabajar ㅡexplicó, cerrando la puerta tras de ellaㅡ. Entonces fueron a tu habitación y encontraron que habías dejado tu traje de trabajo y todos tus papeles.

ㅡLo siento, debería haber salido más... cautelosamente.

ㅡNo es tu culpa, tenías cosas que hacer ㅡaclaró su garganta y palmeó su hombro despuésㅡ, apresúrate, hay alguien esperando para saludarte abajo.

Mientras la duda carcomía el cerebro de Kevin, él se las ingenió para adentrarse en aquella habitación y hacer a los niños dormir. Ambos se aferraron a sus osos y durmieron con el rostro sobre el estómago de ellos. Se aseguró de que estuvieran bien arropados y que no tuvieran frío, se hizo de la pequeña lámpara que hacía estrellas en el techo y la encendió.

Apagó la luz de la habitación y los observó por unos minutos, antes de cerrar la puerta y caminar suavemente por las escaleras. Suspiró cuando llegó al final y una risa algo conocida le hizo fruncir el ceño.

Iban a ser la una de la madrugada, ¿quién podría estar riendo tan fuerte a éstas horas?

ㅡ¡Kevin! ㅡle saludó la peliazul, con los brazos abiertosㅡ, ¡cuánto tiempo ha pasado!

La mismísima Marie Cruel, la hermana mayor de May, estaba aferrándose a su cuello cómo si hubiesen pasado años desde la última vez que se han visto. Doce años, para ser exactos.

ㅡMarie, qué... sorpresa ㅡrió, mientras le alejaba suavemente de élㅡ. ¿Qué estás haciendo aquí?

ㅡVine de visita, tontito ㅡrióㅡ. May dijo que estabas en la ciudad, así que me pasé por aquí para saludar a todos. Cuando me enteré que te habías ido, le pregunte a mi hermanita querida si podía quedarme hasta que regresaras.

ㅡOh, de haberlo sabido hubiera cancelado todas mis citas ㅡrió junto a los demásㅡ Es un honor tenerte aquí, aunque ésta no sea mi casa.

Todos los planes que habían ocurrido en la mañana cayeron lentamente en la cabeza de Kevin, mientras revolvía su taza de café. Aún tenía el sabor dulce (y amargo a la vez) del chocolate caliente con malvaviscos. Recordaba el brillo de las estrellas sobre los ojos azules de su acompañante, y las locuras que oía salir de sus labios.

Una sonrisa se posaba en sus labios cada vez que bajaba la cabeza a revolver su café, pero que hacía desaparecer lentamente cada vez que levantaba la cabeza. Los juegos de palabras de Marie le habían puesto un poco nervioso, y las bromas que su hermano intentaba decir para que se sintiera mejor, le hacían sentir avergonzado.

Antes de siquiera poder terminar su café, tomó su telefono y le echó un vistazo a la hora, admirando por unos segundos el mensaje que apareció en su pantalla, con los ojos llenos de estrellas.

Doble D:
Lo siento, me quedé con tu
suéter. Lo lavaré mañana y
te lo entregaré limpio.
Gracias por prestármelo.
Buenas noches.

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