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ᯓ 𝘁𝘄𝗼

‎ ‎ᰍ  .  ° 𝗍𝗁𝖾 𝗏𝗂𝗌𝗂𝗈𝗇 .   ˎˊ˗
: 𓏲𝜗𝜚 ๋࣭  ࣪ ˖✩࿐࿔ ꕤ

Emma corrió por los pasillos del instituto. A pesar del mareo que sentía ahora mismo, Emma trató de no caer al suelo a cada paso que daba. Sabía que cuando estaba nerviosa y agobiada por algo siempre acababa sintiendo esos mareos que indicaban el inicio de una de sus extrañas visiones.

Debía admitir que estaba harta de repetir siempre la misma visión, es decir, a nadie le gustaría sentirse atrapado en un sitio oscuro y frío, sin salida y con el sonido de unos pasos acercándose a ti. Y cuando estás a punto de descubrir quién es esa persona que llama con una voz grave y tenebrosa tu nombre constantemente, abres tus ojos y acaba la visión. Y mientras estás tratando de recuperarte de ese sudor frío y los temblores de tu cuerpo, intrigarte cada vez más por la cara de aquella misteriosa persona.

Una vez Emma entró en los servicios de chicas del instituto, cerró la puerta tras ella y entró en una de las cabinas.

El mareo había augmentado notoriamente durante todo el camino. Ahora, Emma era casi incapaz de mantenerse de pie porque todo lo que veía a su alrededor eran siluetas difusas que se movían. Ante el sentimiento de su cabeza dando vueltas, Emma se sentó en el suelo del baño, escondiendo su cabeza entre sus rodillas, rogando que aquel dolor se detuviera. Pero, a pesar de tratar de centrarse en su respiración, el pecho de Emma cada vez latía con más fuerza, dándole la sensación de que en cualquier momento saldría disparado de su pecho.

Sin embargo, el sonido de alguien tocando a la puerta de la cabina en la que se encontraba, hizo que Emma se olvidara de sus nervios y levantara la cabeza en dirección a la puerta.

—Está ocupado —dijo Emma con la voz temblorosa, pero el sonido de aquella persona volviendo a tocar la puerta hizo que Emma se extrañase.

Con un mal presentimiento, Emma se levantó de donde estaba sentada para acercarse a la puerta y tratar de escuchar o entrever a la persona. Sin embargo, ahora el baño estaba sumergido en un tenso silencio.

Emma decidió ignorar aquello pensando que tal vez aquellos mareos que estaba sintiendo le habían provocado algún tipo de alucinación y volvió a sentarse en el suelo cuando notó que sus piernas volvían a empezar a temblar para volver a concentrarse en su respiración y calmar aquella ansiedad.

Pero cuando Emma empezó a sentirse relajada, el sonido de alguien tocando la puerta volvió a sonar. Inmediatamente, Emma se alejó de la puerta tanto como pudo con una mala sensación en su cuerpo. La persona volvió a tocar a la puerta, pero esta vez, con más fuerza, lo cual hizo que Emma se alterase.

—¿Quién es? —preguntó Emma tratando de no sonar con miedo, cosa que no consiguió porque su voz sonaba entrecortada.

Pero Emma no obtuvo una respuesta, sino que la persona volvió a tocar la puerta.

—Quien sea que esté haciendo esto, no tiene gracia —dijo Emma mientras se agachaba para ver por debajo de la cabina a la persona que le estaba gastando aquella broma de mal gusto. Pero, para su sorpresa, aunque la puerta volvió a sonar, no logró ver los pies de la persona.

En aquel momento, Emma empezó a entrar en pánico porque sabía que esto era el inicio de una de esas visiones que tenía.

La persona empezó a golpear la puerta con fuerza mientras Emma se arrinconaba al final de la cabina haciéndose una bolita. Gritó sin parar que se detuviera, que la dejara empaz, pero aquello sólo lo motivaba a seguir golpeando la puerta con todas sus fuerzas.

—¡No tiene gracia! —exclamó Emma con desespero—. ¡Ya basta, por favor!

Sin embargo, los golpes empezaron a sonar con más fuerza e intensidad y la puerta empezó a temblar, dando a entender que se estaba quebrando. Emma se acercó a la puerta y trató de hacer contra ella fuerza para que la persona no puediera romper la puerta y entrar, pero su fuerza era mayor, y con un último golpe, la persona rompió la puerta, lanzando a Emma contra el suelo.

Pero cuando abrió sus ojos, vio que se encontraba sentada en el suelo de la cabina y que la puerta frente a ella estaba perfectamente bien. Como siempre que tenía visiones, Emma notó una gran ola de calor recorrer todo su cuerpo y frías gotas de sudor deslizándose por su rostro.

Emma se rascó la cabeza con dolor, se levantó y abrió la puerta de la cabina para salir, aunque, para su desgracia, se dio cuenta de que no estaba sola en el baño. Frente a ella estaba Max, y por su rostro, sabía que había acudido al baño para comprobar que Emma estaba bien.

—¿Otra visión? —le preguntó Max, y aunque Emma le respondió que sí, la respuesta estaba clara—. ¿Cómo te encuentras?

—Pues teniendo en cuenta que esta vez en la visión me han tirado un puerta encima, bastante bien —bromeó Emma mientras abría el grifo del lavabo y se echaba agua fría en la cara para limpiar el sudor.

Tanto Max como Emma estaban sufriendo aquellas extrañas visiones, y el motivo por el cual eran tan inseparables era porque se apoyaban mutuamente entre ellas y no se sentían incomprendidas como con el resto de personas. Ellas podían compartir tanto sus dolores como sus alegrías y se escucharían y darían consejos que a la otra le servirían.

—Cada visión es más extraña que la otra —murmuró Max confusa—. Pero bueno, ¿has conseguido ver a la persona esta vez?

—Ni siquiera la he escuchado —le respondió Emma—. Sólo le ha dado golpes a la puerta del baño hasta romperla. Pero cuando he abierto los ojos, estaba todo como si no hubiera pasado nada.

—Si te soy sincera, no sé si prefiero descubrir quién es la persona o no —dijo Max mientras abría la puerta del baño y salía junto a Emma.

—Sea quien sea, esto me da un mal presentimiento —murmuró Emma con una mala sensación en su pecho.

Porque a pesar de que fuera algo imaginario que no pasaba realmente, a ambas les estaba afectando tener que lidiar con los problemas que ya traían de antes y esto. Tan sólo deseaba con todo su ser que estos sucesos no tuvieran nada que ver con demogorgors y poderes.








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Emma se detuvo frente a la puerta de los Wheeler. Estuvo durante cinco minutos pensando en si sería una buena idea tocar el timbre de la casa de los Wheeler por la hora en la que se estaba presentando. Estaba indecisa, por una parte, quería entregarle a Mike el regalo para Once, pero por ptra parte, desde la muerte de Hopper, Emma no había mantenido una conversación tanto con Mike como con Nancy y aún no se sentía preparada para aquello.

Pero dio igual sus pensamientos porque la puerta de la casa de los Wheeler se abrió. Frente a ella, apareció Nancy, que sujetaba una bolsa de basura, seguramente, porque iba a tirarla en uno de los contenedores del barrio.

—¡Emma, qué sorpresa! —exclamó Nancy sorprendida de ver a la chica—. Ven, entra a casa, seguro que estás helada a estas horas.

—Tranquila, Nancy —le sonrió Emma—. Estoy bien, sólo he venido a darle una cosa a Mike.

—¿Seguro que estás bien? —le preguntó Nancy, queriendo asegurarse de que Emma se encontraba bien—. Si no has cenado, nosotros vamos a cenar ahora un plato de sopa. Puedes cenar con nosotros, si quieres claro.

Ante aquello, Emma se quedó congelada en su sitio. Desde la muerte de su padre, su vida se había salido de control, y aquella sensación de no poder controlar lo que le pasaba a su alrededor la estaba atormentando día y noche. Por eso, Emma acabó desarrollando un problema con la comida, ya que, ahora, en vez de ver los alimentos como nutrientes y energía para su cuerpo, los veía como calorías y números. Sentía que lo único que podía controlar eran las cantidades de comida que ingería en un día y el número de la báscula bajando continuamente, cosa que la hacía sentir poderosa y eufórica.

Últimamente, este trastorno la estaba consumiendo más que nunca. Por lo que el hecho de comer algo de lo que no controlaba las calorías que tenía y encima, delante de gente, la hacía entrar en un limbo de ansiedad. ¿Y si tras comer aquella sopa subía mucho de peso? Aquello la volvía loca.

—Hum... He cenado antes de venir aquí —le dio una excusa Emma, que trató de sonar lo más convincente posible.

Nancy notó algo raro en la voz y la expresión de Emma, pero al ver que parecía incómoda, no quiso preguntarle sobre el tema.

—De todos modos —siguió diciendo Emma para tratar de romper aquel incómodo silencio—, he venido a darle esto a Mike. ¿Se lo podrías dar de mi parte?

—Sí, claro. No hay problema —le respondió Nancy, agarrando el regalo que Emma le estaba dando.

—Muchísimas gracias —le agradeció Emma—. Es muy importante para mí que Once lo reciba.

—Seguro que le encanta —le sonrió Nancy.

Entonces, la voz de la madre de los Wheeler se escuchó de fondo llamando a Nancy para que acudiera a la mesa a cenar, por lo que Emma le sonrió en modo de despedida.

—Emma —le llamó Nancy antes de que se diera la vuelta para irse—. Has estado muy distante de todos últimamente, y no me quiero entrometer mucho porque es algo que no me incumbe, pero sabes que puedes contar con nosotros para cualquier cosa.

—Lo sé, y muchas gracias, Nancy —le sonrió Emma.

Sin embargo, se sintió mal de aquello porque a pesar de saber que tanto Nancy como los demás estaban dispuestos a ayudarla, Emma no tenía pensado acudir a ellos para pedirles ayuda.













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hola chicasss !! cómo estáis ??

segundo cap publicado, y aquí ya se pueden empezar a ver mejor los problemas de emma, awww. pronto lo trataré mejor acompañado de un mensajito.

¿qué os ha parecido? nancy es un amor, la amo demasiado.

no os olvidéis de votar y comentar, ya que aunque parezca una tontería, un solo voto ya me motiva a seguir escribiendo.

besis, lai !!

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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