chapter II: who are you?
El panorama era muy desalentador para Minho, si antes tenía pocas probabilidades de salir vivo, ahora eran inexistentes, prácticamente nulas.
Otro grito más cerca a su costado hizo que todos voltearan su mirada hacia uno de los hombres que se encargaba de llevar a los niños, quien era sometido por el brazo alrededor de su cuello proveniente del que era uno de los cocineros del campamento.
El líder del lugar cambió abruptamente su expresión de asustada a una muy malhumorada. Dio un paso hacia ellos, casi gruñendo en dirección al pelinegro que lo veía sin expresión alguna.
—Tú... Sucia criatura del demonio. ¿Fingiste ser uno de nosotros para apuñalarnos en la espalda, eh? —masculló con la ira brotando de sus ojos. El pelinegro le vio indiferente antes de romper el cuello del tipo al que sostenía, causando que los niños presentes gritaran de horror, volviendo a derramar lágrimas.
El hombre rechinó sus dientes con rabia al ver que otro de sus hombres había caído por culpa de ese demonio. Sin titubear y olvidando que aquel ser frente a él no era humano, sacó el arma de uno de sus costados y empezó a dispararle mientras se acercaba de a poco hacia él.
No hacía falta mencionar que no le había atinado a ningún tiro.
El hombre, más rabioso que antes, intentó seguir disparándole pero de un momento a otro aquel pelinegro había desaparecido de su vista. Y no fue hasta que sintió una respiración tranquila cerca de su cuello que dejó caer su arma asustado, giró un poco su cabeza hacia atrás viendo al pelinegro detrás suya con el ceño fruncido y un pequeño corte goteante de sangre en su mejilla.
No alcanzó a decir siquiera algo, cuando de un momento a otro, el pelinegro le había agarrado del cuello cortándole la circulación en cuestión de segundos. Se retorció como gusano en un intento por soltar la mano que lo estrangulaba, pero solo logró que la criatura apretara más su agarre.
—No eres más que una miserable y sucia cucaracha, espero y te pudras en el infierno —masculló el azabache con enojo, terminando por romperle el cuello al tipo, viendo caer inerte sus brazos a sus costados.
Los dos hombres que anteriormente estaban acompañando al tipo, se dieron en fuga al momento en que su jefe cayó, dejando a su suerte al grupo de niños que, asustados, no atinaron más que irse corriendo entre lágrimas en un intento para no morir.
Sin embargo, el pálido azabache no les dio importancia alguna y se dirigió hacía otro lado, acabando con algunos de los sujetos del campamento.
Minho escaneó la escena, dándose cuenta que había perdido a Seungmin de vista, y maldiciendo bajamente salió corriendo en dirección hacía los niños para buscarlo.
Los constantes tiroteos y gritos mantenían a su cuerpo en alerta total, como medida de supervivencia para intentar no morir esa misma noche.
Su cabeza le repetía una y otra vez que debía encontrar a Seungmin y escapar rápidamente de aquel infierno que se había formado en cuestión de segundos.
Más no contó con que tropezaría gracias al cuerpo sin brazos de uno de los hombres, terminando por caer duramente al suelo. Al levantar la vista pudo observar un par de botas ensangrentadas frente suya, y decidiendo afrontar su destinó conectó sus castaños ojos con los rubíes de aquel rubio que había empezado el ataque.
Su corazón se detuvo por un momento, y sólo pudo pensar en que había fallado en encontrar a Seungmin y salir a salvo.
No muy lejos de la zona en donde había caído el castaño, se encontraba Seungmin quien, después de haberse visto empujado por los demás infantes gracias a las cadenas que aprisionaban sus muñecas, no le quedó de otra que seguirles el ritmo.
Su corazón latía desembocado dentro de su pecho, tanto por el miedo que le recorría el cuerpo y por la agitada carrera que estaba llevando a cabo. Estaba encadenado junto a otros dos niños, uno rubio y otro pelinegro, que corrían buscando una salida o un refugio en donde pudieran descansar momentáneamente e intentar romper las cadenas que los tenían conectados.
Después de correr un buen tiempo por medio del bosque, encontraron un par de grandes rocas que los cubrían completamente para descansar.
—Esto... Es un asco, un completo asco —bramó el de hebras azabache mientras intentaba recuperar el aire que había perdido.
—Es una pesadilla, eso es lo que es —respondió el otro en voz baja, empezando a sollozar minutos después ante el shock por lo sucedido.
El pelinegro se acomodó en su lado, abrazándolo fuertemente en busca de intentar consolarlo.
Seungmin intentaba reprimir las inmensas ganas que tenía de romper en llanto. Su cuerpo se sentía agotado y no paraba de temblar por el miedo que sentía, sus rodillas ardían por la caída que había tenido minutos atrás y se sentía lamentable al haberse visto separado de Minho.
No soportó más, y de igual manera, comenzó a sollozar con fuerza mientras abrazaba sus rodillas. Deseaba con todas sus fuerzas que aquella pesadilla acabara y pudiera despertar en los brazos de Minho una vez más.
Una mano en su hombro lo sacó de su burbuja de lamentos, dirigiendo su vidriosa vista hacia el azabache quien lo miraba con pena.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, acercándose un poco más en compañía del rubio que había dejado de llorar.
—S-Seungmin —respondió mientras sorbía su nariz.
—Yo soy Hongjoong, y el es Yeosang —dijo con una sonrisa, siendo correspondida por el castaño.
Después de esa breve presentación, se quedaron en silencio, escuchando a lo lejos algunos gritos y disparos. El campamento donde habían estado retenidos era bastante amplio y con una muy buena cantidad de hombres, pero suponían que no tardaría mucho en volver a reinar el silencio pues no sabían con certeza cuántas criaturas habían.
—Mientras corríamos, cuando te caíste —empezó a hablar el azabache llamando la atención de ambos— encontré esto en el suelo. Podremos librarnos de estas horribles cadenas —el de hebras oscuras dejó ver una especie de llave, que sin más preámbulo empezó a intentar cortar las cadenas con ayuda de esta.
Bastaron varios intentos y esfuerzo de los tres para librarse de las pesadas cadenas, dejando solo los grilletes en sus muñecas que no cedieron. Una vez libres Hongjoong sugirió adentrarse más al bosque para intentar buscar alguna carretera que los llevase al pueblo más cercano, sin embargo el castaño tenía otros planes.
—Sigan ustedes... T-Tengo que volver —dijo Seungmin, ganándose una mirada de asombro y miedo de los restantes.
—¿Estás loco? ¡Si vuelves te van a matar!
—¡No puedo irme sin mi amigo! Quiero verificar si sigue vivo — dijo en voz baja, sintiendo un dolor instalarse en su pecho al pensar en que Minho pudiera estar muerto.
Las caras de los dos niños cambiaron a una de completa pena, entendiendo lo que quería decir. Yeosang le regaló una pequeña sonrisa mientras le daba un apretón a su hombro.
—Supongo que nos separaremos aquí, buena suerte Seungmin —dijo el chico, y con un asentimiento del nombrado tomaron rumbos diferentes.
Mientras corría en dirección contraria rezaba mentalmente a que el mayor estuviera a salvo y escondido en algún lugar para después buscarlo.
Hacía ya un rato atrás que no se escuchaba ni un solo ruido a excepción de su agitada respiración, suponiendo que ya no quedaba un alma más en el campamento.
Siguió corriendo con cuidado de no hacer mucho ruido, sintiendo un presentimiento instalarse en su cuerpo. Se detuvo abruptamente mientras recuperaba el aire viendo que estaba cerca del campamento.
Pero antes de que pudiera dar un paso en dirección al lugar, un brazo agarró el suyo haciéndolo sobresaltar, rápidamente fue jalado contra un árbol impactando contra este sin cuidado alguno.
Soltó un quejido, y levantando la vista se encontró con uno de los hombres del campamento que lo veía con una sonrisa algo retorcida que no le dio buena espina.
—Al parecer todavía hay algunos vivos. No temas niño, sé bueno y no hagas ruido alguno —dijo entre risas el sujeto, mientras sujetaba rápidamente la cintura del castaño.
En ese momento, Seungmin empezó a patalear para quitar el agarre del hombre de su cuerpo, viéndose golpeado reiteradas veces por el mismo. De un momento a otro se encontraba en el suelo con el sujeto encima suya mientras intentaba despojarlo de sus prendas. Su boca se vio obstruida por la mano del sujeto para que no hiciera ruido innecesario.
Lágrimas de desesperación bañaban su rostro mientras se removía bruscamente intentando escapar de aquel tipo.
En cuestión de segundos, el sujeto desapareció de su vista escuchándose un crujido varios metros después, donde pudo observar con horror el cuerpo inerte del hombre. Sus ojos se desviaron hacia el frente, observando una figura vestida de casi en su totalidad de negro.
Su respiración se detuvo ante tal vista, sintiendo el miedo invadirle de Nueva cuenta. No tenía posibilidades de sobrevivir. Su cabeza empezó a darle vueltas y antes de que pudiera pensar en alguna otra cosa su vista se nubló a la par que caía inconsciente, recordando un par de rubíes viéndolo fijamente siendo lo último que pudo presenciar.
Un ruido se escuchó, y en cuestión de segundos una figura esbelta y de hebras rubias se posó al lado del azabache que no había apartado su vista del inconsciente infante.
—Mi señor, hemos acabado con todo hombre existente en el campamento. Los demás andan rastreando la ubicación de los niños que alcanzaron a escapar —soltó el recién llegado con voz profunda, esperando indicaciones de su superior.
—Cuando encuentren a los niños, diriganlos hacia Wooyoung. Hay buenos orfanatos en espera de ellos —respondió sin más, recibiendo un asentimiento del rubio.
Curioso por la manera en que la mirada del mayor no se despegaba del frente, Felix dirigió sus propios orbes en la misma dirección sorprendiéndose al encontrar a uno de los niños desmayado cerca de un árbol. Sin necesitar pensarlo mucho, supo la razón del interés del mayor.
—¿Es él, mi señor? —preguntó curioso.
—Sin dudas. Es él.
esto de actualizar después de mil siglos ya se volvió costumbre, disculpen jajan't
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