thirty three
El cabello castaño de la menor se entrelazaba perfectamente entre sus dedos, los cuales peinaban este con mucha delicadeza y lo apartaban de su rostro. Gracias a su imperturbable sueño, Jennie tuvo la oportunidad de continuar con las leves caricias, observando cómo los tenues rayos de sol empezaban a proyectarse tras la cortina en la ventana frente a ella.
Durante la noche, luego de unos cuantos besos y algunas otras travesuras, ambas se dedicaron a ver una película, hasta que, a la madrugada, finalmente Lisa había decidido darse la vuelta para abrazar el torso de la mayor, informando que estaba a punto de ser vencida por el sueño con un pequeño mohín en sus labios y los ojos entrecerrados.
Jennie solamente le había sonreído con ternura, apagando la televisión y la luz de la pequeña lámpara que aún quedaban encendida a su lado. Se acomodó en las sábanas con la chica entre sus brazos, a quien también depositó suavemente un beso sobre su frente antes de cerrar los ojos y acompañarla en sus dulces sueños.
Pero si bien había logrado caer dormida con facilidad, un pequeño ruido causado por Leo en la habitación durante la mañana consiguió despertarla; siendo así como, sin querer, no pudo volver a conciliar el sueño.
El agarre de Lisa sobre su cintura, más las piernas encajadas al medio de las suyas le impidieron levantarse de la cama en cuanto no pudo dormir más. Aunque, sinceramente, no lo necesitaba ni deseaba separarse de la menor, así que solo lo aceptó gustosa y fijó su mirada en la pared que se encontraba detrás de la menor, a la vez que jugaba con su cabello de manera muy delicada.
Recuerdos de la noche anterior vinieron a su mente, y de pronto se encontró pensando mucho en lo hablado durante la cena. Su decisión no había sido fácil, había tomado cierto tiempo desde la última conversación con su padre, pero nada fue comentado a Lisa durante esas semanas, hasta el día de ayer.
Ciertamente era una situación que le provocaba un sentimiento poco agradable, pues se vio casi presionada para hacer cambios radicales tan de repente, pero no podía estar más de acuerdo con sí misma al pensar en que, de todas las opciones posibles, esa era la más racional y madura.
Por otro lado, la oportunidad que se le había presentado en la Universidad Hangyan le cayó como anillo al dedo durante esas difíciles semanas, ya que había abierto una nueva alternativa segura para ella, y la cual pronto pasó a ser la perfecta casualidad que necesitaba.
Cerró sus ojos por un momento, dejando de enredar sus dedos en el cabello ajeno, y se dedicó a disfrutar de la paz que la menor le hacía sentir; algo que desde hace tiempo no experimentaba con una persona.
Su compañía era simplemente agradable, aún cuando Lisa ni siquiera estaba despierta para provocarle sonrisas tontas o tomarla desprevenida cuando su atrevimiento con la mayor iba más allá.
Se animó a acercar una de sus manos al rostro de la menor, apartando los pequeños mechones que podrían estorbarle en sus ojos o nariz, para después observar con admiración las espléndidas facciones de la chica. Tales como esos pomposos labios en los que podría morir cada vez que los besara, o la manera en la que sus mejillas eran apretujadas contra la almohada, formando una tierna expresión en su rostro.
Y ni hablar de la impecable textura de su piel, lo cual hacía que la sensación resultara más grata en el recorrido que estaba realizando muy suavemente con la yema de sus dedos. Delineaba su fina mandíbula, subiendo por su mejilla en donde hizo cortos círculos con su pulgar, antes de trasladar las caricias hacia sus labios, los cuales también delineó con mucha delicadeza y sutilidad, para finalmente acercarse a dejar un beso en ellos, en el que sus labios apenas sí alcanzaron a rozarse por lo grácil que fue.
Siendo así como, en cuanto la castaña abrió los ojos esa mañana, lo primero que vislumbró ante ella fue la presencia de su maestra a escasos centímetros de su rostro. Y no pudo ignorar la leve coloración que se formó en las mejillas de la misma al verse atrapada por su recién despertar.
Rápidamente, los pensamientos intrusivos de la señorita Kim desaparecieron al tener la brillante mirada de Lisa sobre sí, dejando nuevamente un cálido beso en su frente que la hizo apretar sus ojos por unos segundos y sonreírle con amplitud después.
No hicieron falta palabras para saber que era así como les gustaría seguir despertando ocasionalmente, deseando tanto la cercanía de la otra, que unas cuantas horas más en la cama no le harían daño a nadie.
[...]
El lunes por la mañana hubo un ligero cambio en el horario habitual de clases, todo gracias a la reestructuración de ciertas asignaturas con el fin de tener una mejor organización para esa semana y las pruebas finales que se realizarían en ella.
Así que, por esa razón, al día siguiente la señorita Kim se encontraba esperando pacientemente que sus alumnos ingresaran uno a uno en el salón para dar inicio al examen de su asignatura, mas no esperó que una de sus estudiantes se acercara a su escritorio en el corto lapso de tiempo que aún quedaba libre.
-Buenos días, señorita Kim -saludó educadamente con una reverencia, llamando la atención de la maestra, quien no había notado su presencia pero había reconocido su voz al instante-. ¿Tiene un momento?
-Buenos días, Yunjin -alzó su rostro para mirarle de frente y sonrió ligeramente-. Claro que sí, ¿sucede algo?
-No, yo... no exactamente.-sus manos se encontraban escondidas tras su espalda, lo cual logró extrañar a la mayor, mas no le tomó mucha importancia.-Me gustaría entregarle esto. No hay algún motivo en específico, solo pensé que podría gustarle, y realmente espero que sea así. Usted ha sido una muy buena profesora, así que...
La chica había traído sus manos al frente, mostrando cómo sostenía una rectangular y delgada caja pequeña en ellas, siendo esta de un tono azul marino con un delicado lazo plateado adornándola por arriba.
Una sonrisa nerviosa se formaba en su rostro a medida que pasaban los segundos y el silencio de su maestra era su única respuesta, aunque la expresión que había colocado en cuanto sucedió no parecía ser de desagrado, sino más bien de sorpresa.
El presente de la menor le impidió notar cualquier otra cosa que sucediera a su alrededor. Tanto, que ni siquiera alcanzó a notar la presencia de una castaña parada justo en la entrada del salón, quien después entró a paso lento y caminó hasta llegar a su lugar con la mirada puesta en ambas.
Su ceño ligeramente fruncido se debía precisamente a eso, pues no comprendía qué se supone que hacía su compañera obsequiándole algo a la señorita Kim. Nunca había visto a nadie hacer eso, y hasta parecería una broma siquiera pensarlo unos meses atrás.
Colocó su mochila sobre la mesa del pupitre sin quitar su mirada de ellas, pero haciendo una especie de sonido con esta acción para llamar la atención, lo cual resultó en vano, ya que ninguna volteó o se inmutó al menos. Y cabía resaltar que estaba siendo cubierta por el cuerpo de Yunjin, cosa que también impedía que la señorita Kim pudiera verla aunque quisiera.
-Ábralo, le va a encantar -invitó la chica animadamente. Jennie le miró y después sonrió apenas con un poco de vergüenza, haciendo caso a las palabras de su alumna.
Tomó la tapa del regalo y la alzó cuidadosamente para quitarla, causando que su sonrisa se ensanchara de manera genuina cuando apreció que se trataba de una preciosa pluma estilográfica. Era de color negro, pero el reflejo en ella la hacía ver brillante, además de los pequeños detalles tallados en el cuerpo de la pluma realzando su estilo clásico.
-Tenías razón. ¡No sabes cuánto me encanta! -exclamó con un susurro emocionado-. No te hubieras molestado. Muchas gracias, Yunjin.
Yunjin rió por lo bajo y enrolló nerviosamente la punta de su cabello entre sus dedos, lo que a ojos de Lisa pareció un evidente y descarado coqueteo, justo frente a ella.
Abrió su boca indignada, decidiéndose a ir directo hacia el escritorio de la mayor para saber a qué se debía tanta risita entre las dos.
Dejó sus cosas en su lugar y empezó a caminar, ignorando completamente que su mejor amiga acababa de entrar al salón también, mas no le tomó importancia al notar la expresión con la que Lisa se dirigía hacia donde estaba la señorita Kim, prefiriendo ser espectadora únicamente.
El carraspeo sugerente de la menor llamó la atención de Jennie de inmediato, alzando su mirada para encontrarse con la hermosa castaña al lado de Yunjin. Se había cruzado de brazos y veía con desinterés el regalo recién abierto de su maestra sobre el escritorio.
-¿Puedo hablar un momento con usted, señorita Kim? -preguntó en voz alta para que la otra chica entendiera que debía irse.
Jennie pareció desconcertada por unos segundos, para después asentir rápidamente con su cabeza, pidiéndole a Yunjin que se retirara, pero no sin antes agradecerle de nuevo el regalo. Lisa le sonrió falsamente a su compañera cuando esta le dio los buenos días y luego se fue.
-El examen está por comenzar, cariño. ¿Qué sucede? -cuestionó ligeramente preocupada por la menor mientras cerraba la pequeña cajita del obsequio, pero se extrañó cuando no recibió una respuesta por su parte-. ¿Lisa?
Prestó mejor atención a la castaña y se dio cuenta que, además de encontrarse cruzada de brazos, veía también con cejas alzadas el objeto que tenía en sus manos, del cual estaba pidiendo una explicación sin decir ni una sola palabra.
La señorita Kim apretó sus labios para contener la ligera risa que deseaba soltar al entender lo que estaba sucediendo con Lisa. Negó con su cabeza y después miró la hora en el reloj de su muñeca, levantándose de su silla ante la mirada de la castaña. Se acercó peligrosamente a su rostro, aprovechando la distracción de sus demás estudiantes, quienes hablaban entre ellos o se encontraban ocupados en sus celulares.
-Tus celos pueden esperar unas cuantas horas, preciosa. Ahora, si me permites, tengo un examen que entregar, y para el cual espero que hayas estudiado -susurró a escasos centímetros de sus labios, provocando un escalofrío en los hombros de la menor.
-No son... -se vio interrumpida por el dedo índice de su maestra colocándose sobre su boca y apartándose rápidamente después.
-Lo que tú digas -respondió con burla-. Ve a sentarte si no quieres que quite un punto de tu calificación.
-No sería capaz... -entrecerró sus ojos mientras negaba con su cabeza.
La señorita rió con suficiencia, caminando hacia el lado del escritorio en el que se encontraba Lisa. Colocó una de sus manos sobre la mesa, apoyándose en esta, y rozando "accidentalmente" los pechos de la menor sobre su blusa al intentar alcanzar el portafolio en el que estaban las hojas de examen.
La espalda de su alumna se irguió levemente al sentir ese contacto, pasando saliva con dificultad después y mirándole de reojo. Estaba tan cerca que podía sentir su perfume, pero al mismo tiempo tenía miedo de que alguno de sus compañeros mirara con mucho interés aquello y le resultara extraño.
-Es mejor que no me retes. Así que, obedece y ve a sentarte, o terminarás sin hacer ningún examen -con su dedo dio un respingo en la punta de su nariz antes de separarse de la chica.
Lisa inhaló profundamente, conteniéndose mientras mordía su labio inferior. Se giró para regresar a su puesto, pasando al lado de la señorita Kim, a quien le dedicó una mirada desafiante al último y siguió su camino hasta sentarse en su respectivo pupitre.
Eso no se iba a quedar así.
Durante todo el proceso, la única persona que vio con tanta emoción la situación como si de una película se tratara fue Jisoo. Ella disfrutaba hasta la más mínima interacción de su maestra con su mejor amiga, puesto que nunca tenía realmente la oportunidad de estar presente en la mayoría de ellas.
En esta ocasión, Lisa había tomado el último pupitre de la fila, por lo que Jisoo no pudo conseguir uno cercano al suyo para así molestarla haciendo bromas respecto a lo que acababa de ver, así que se limitó a mirarla desde lo lejos y reír cuando la menor no le devolvió ninguna de sus miradas por encontrarse demasiado concentrada en la mujer que tenía al frente.
La señorita Kim empezó a entregar las pruebas a cada alumno, no sin antes haber dado una breve instrucción sobre los aspectos generales. El salón se quedó en completo silencio en cuestión de segundos y solo podía escucharse el pisar de sus tacones sobre el suelo.
Muchos de los estudiantes denotaron preocupación con tan solo leer la primera parte del examen, aunque otros no parecieron tener problema alguno. Sin embargo, Lisa comenzó a completarlo de inmediato, causando que su maestra pusiera su atención especialmente en ella.
En el fondo, alcanzó a sentir cierto orgullo de su hermosa castaña, el cual la hizo disimular un pequeña sonrisa bajando su rostro. Colocó sus manos tras su espalda y continuó paseándose por el frente del salón, observando a cada uno de los chicos que realizaban la prueba y así evitar que alguno se copiara o intercambiara hojas.
Al cabo de un rato, decidió realizar esta misma tarea pero desde su escritorio, por lo que regresó a este y se ubicó sobre su silla detrás del escritorio sin apartar la mirada del frente.
De esta manera, empezaron a llegar alumnos luego de una espera de largos minutos para entregar su examen final.
No fueron muchos, pero realmente esperaba que entre ellos estuviera Lisa, ya que había visto cómo contestaba con bastante seguridad anteriormente. Aún así, dejó eso del lado y quiso pensar que simplemente estaba teniendo un ligero atraso con alguna pregunta que no recordaba.
Con intención de verificar que todo estuviera bien, enfocó su mirada en la menor, notando que la misma ya le estaba viendo a ella antes. Ninguna apartó la mirada, sino al contrario, se observaron continuamente por unos momentos, hasta que Lisa alzó un poco su lapicero y colocó la punta trasera del mismo sobre sus labios.
Atrapó entre sus dientes la base, para después soltarlo y seguir jugueteando con él en sus labios, sin dejar de mirar a la mayor mientras lo hacía. Jennie simplemente sonrió ladinamente, rodando sus ojos antes de apartar su mirada cuando sintió que podría ponerse nerviosa en cualquier momento.
Mediante señas se las arregló para decirle a la menor que continuara realizando su examen, pero no recibió una respuesta como tal. Lisa solo se había alzado de hombros y siguió sin quitar la mirada de su maestra, desobedeciendo lo que quiso comunicarle.
Recibió el examen de otro de sus alumnos, colocándolo junto con las demás hojas, para luego regresar a ver a Lisa e intentar contenerse de ir hacia ella para saber por qué no terminaba aún. Se encontró con la menor removiéndose en su asiento, colocando sus piernas en diagonal hacia afuera del pupitre mientras cruzaba los pies sutilmente.
La persona que se encontraba a su lado también terminaba su examen cuando se levantó, dejándola en un espacio más o menos despejado para continuar con sus maliciosas intenciones. Soltó el lapicero y colocó las manos sobre sus muslos, tocando con ellas la tela de su falda, pero sin hacer más.
Gracias a la ubicación de Lisa en la fila del medio, Jennie podía ver perfectamente lo que la menor hacía; desde que empezó a mostrar sus piernas con sutileza, hasta que con mucho descaro fue subiendo poco a poco su falda.
Realmente no supo si debía seguir viendo o si lo mejor era ignorarla para que dejara de jugar con ella de esa manera, aunque lo cierto es que ni siquiera tuvo la mínima fuerza de voluntad de desviar su mirada.
Lisa estaba jugando una carta muy peligrosa, sin importarle sus compañeros alrededor, pero siendo altamente consciente de que podría continuar con ello solo si era cautelosa.
Notó cómo su maestra apretó muy rápidamente sus ojos para después intentar distraerse con cualquier otra cosa en el salón, evitando seguir mirándola, lo cual hizo que se desesperara por unos segundos.
Un poco más de atención era todo lo que necesitaba para sentir que era momento de parar, y la señorita Kim se la daría a como diera lugar. Así tuviera que romper algunas reglas más...
Sonrió ladinamente antes de sacar su celular y ponerlo sobre el pupitre, empezando a teclear en él con premura antes de soltarlo y esperar la reacción deseada.
¿Qué pasa?
10:37 am
¿No soy Yunjin para que
quiera mirarme?
10:37 am
Lalisa, tienes cinco segundos
para guardar el celular si no
quieres consecuencias
10:38 am
Ajena a sus amenazas, Lisa le sonrió desafiante, empezando a subir uno a uno los dedos de su mano, contando con estos los segundos que la señorita Kim le había dicho, y al finalizar alzó sus cejas con fingida sorpresa.
Jennie apretó su agarre sobre el borde del escritorio, teniendo intenciones de levantarse e ir hacia la menor para quitarle el celular, pero se detuvo al ver que la castaña lo guardó apresuradamente. Negó con su cabeza y se cruzó de brazos, obligándose a mantener la mirada en la chica para entender a qué pretendía llegar con todo eso.
Y si bien estaba arriesgando su paciencia, poniendo sus nervios de punta, al menos valía la pena esperar mientras el salón quedaba cada vez más vacío. Únicamente restaban alrededor de seis alumnos, lo cual hizo que Lisa ganara un poco más de valor.
Bajo la atenta mirada de su maestra, la castaña contrajo ligeramente sus piernas, y después tomó parte de su falda para volver a alzarla lentamente hasta dejar gran parte de sus muslos al descubierto. Mordió su labio inferior con un poco de inseguridad, asegurándose de que seguía siendo vista por Jennie, quien sí lo hacía, pero no mostraba más que una expresión neutra.
Volvió a sonreírle en cuanto supuso que no la tenía del mejor humor, aunque en realidad se encontrara deseando estar entre sus piernas. Y fue así como se atrevió a realizar el último movimiento que pensó que sería suficiente para saciar su deseo de provocación hacia la mayor por lo sucedido.
Abrió sus piernas mientras sostenía el borde su falda y le dedicaba una mirada de falsa inocencia a la mayor, como quien no tiene idea de la magnitud de sus acciones.
Jennie tragó con dificultad y se acomodó sobre su asiento, apretando sus propias piernas cuando sintió una repentina punzada en su centro.
Tan pronto como tuvo la visión de sus bragas y el pequeño bulto que se formaba en ellas gracias al monte de Venus y los labios de la menor, su corazón se aceleró dentro de su pecho. Dio un breve vistazo a su alrededor para comprobar que nadie más había presenciado aquello, paseando después sus dedos sobre su boca para ocultar la inevitable sonrisa que se formó en ella.
Había visto apenas las bragas de la menor, pero el hecho de que se encontrara haciendo esas cosas sin ningún tipo de pudor en el salón de clases conseguía convertirlo en algo abrumantemente excitante, y las reacciones en su cuerpo lo confirmaban.
El gusto no le duró por mucho tiempo, ya que Lisa cerró sus piernas al cabo de unos pocos segundos, bajando su falda de igual manera y volviendo a sentarse correctamente. Ni siquiera le estaba mirando ahora, había vuelto su atención al examen que, en realidad, ya había terminado hacía bastante tiempo.
Se estaba negando a entregarlo sin antes cumplir su objetivo de provocar a la mayor y vengarse divertidamente. Sin duda lo había logrado, pero ahora necesitaba encontrar alguna manera de levantarse de ahí e ir hacia ella sin avergonzarse en el proceso para entregar su hoja de examen.
Definitivamente quería huir ahora, y ese sentimiento aumentó cuando vio a tres de sus compañeros salir del salón al mismo tiempo, dejando el lugar cada vez más vacío. Por lo tanto, decidió tomar sus cosas y hacerlo de una vez por todas, entregando su prueba a la señorita Kim sin poder mirarla a los ojos.
Sus intenciones de partir se vieron interrumpidas cuando en voz muy baja escuchó a su maestra darle una orden que erizó los vellos de sus brazos, atreviéndose a mirarla por unos cuantos instantes, los cuales fueron suficientes para obedecer sin rechistar.
-Tú no vas a ningún lado -demandó con tono imperioso-. Te sientas y esperas a que termine la última persona.
Sin saber cómo interpretar eso exactamente, Lisa asintió con cautela y se sentó en el pupitre que se encontraba vacío al inicio de la fila. Bajó su rostro en un vano intento de ocultarlo; sin embargo, sentía la penetrante mirada de la señorita Kim sobre sí.
Maldiciéndose mentalmente por ser así en momentos indebidos, las últimas personas restantes salieron del salón al cabo de unos pocos minutos, y su corazón se detuvo un momento al escuchar la puerta cerrarse con seguro, seguido de las ventanas junto con las cortinas.
Alzó su mirada lentamente, divisando la presencia de su maestra acercarse más a ella, y siendo tomada por la parte superior de su brazo al levantarla del pupitre. Intentó mantenerse firme cuando Jennie la dirigió hacia su escritorio, en donde finalmente soltó su agarre en cuanto la menor hubo llegado a colocar sus manos en el borde de este.
-Señorita Kim, yo...
-Haz silencio -ordenó, interrumpiéndola-. Tú ya te divertiste, ¿no es así? Ahora es mi turno.
Tuvo intenciones de contestar, pero se vio sorprendida por la repentina presión ejercida sobre su espalda, lo cual la hizo inclinarse sobre la mesa del escritorio de un momento a otro. Afirmó sus brazos para evitar golpear su rostro, y esperó a que la señorita Kim respondiera su silenciosa duda sobre lo que estaba pasando.
Sus latidos se aceleraron aún más cuando sintió sus piernas y trasero recibir una temperatura más fresca de manera abrupta. En efecto, la señorita Kim había subido su falda sin ningún amago, dejándola atónita por un momento, para luego quedar expectante a lo siguiente que haría.
Una suave caricia sobre una de sus mejillas traseras fue motivo para arquear mínimamente su espalda, mientras intentaba no demostrar que comenzaba a desear aquello mediante sus expresiones. Sin embargo, las reacciones de su cuerpo la traicionaron cuando quiso apretar sus piernas al momento en que Jennie rozó parte de su entrada por encima de su ropa interior.
-Espero que estés muy arrepentida por tu comportamiento durante el examen -declaró serenamente, sin dejar de acariciar la piel de su trasero.
-¿Y si realmente no lo estoy?
-Entonces eso significa que te atendrás a las consecuencias hasta que lo estés -apretó una de sus nalgas con fuerza medida-. ¿Sabes lo que les pasa a quienes se niegan a obedecer a sus mayores?
Lisa negó con su cabeza, intentando ver por sobre su hombro a Jennie, quien había colocado su mano libre sobre este para mantener su espalda erguida a pesar de encontrarse inclinada.
-N-No... -susurró en respuesta.
La señorita Kim se acercó fugazmente hacia su oreja, rozando sus labios en ella cuando contestó a su propia pregunta.
-Se les castiga -rió apaciblemente antes de separarse y volver a su posición anterior-. Y al parecer, el día de hoy buscaste por todos los medios posibles conseguir un castigo, cariño.
El silencio de parte de Lisa fue la mejor confirmación para las alegaciones de la mayor, quien continuaba con las caricias en su trasero, como si tratara de preparar su piel para lo que se vendría. A lo que la castaña comenzó a ansiar que existiera algún indicio de movimiento o caricia más explícita, pero definitivamente no esperaba lo que sucedió.
Un leve ardor se expandió por gran parte de su nalga derecha, tomándose unos cortos segundos para procesar que la señorita Kim acababa de azotarla con su mano. Además de haber soltado un inevitable jadeo de sorpresa, sus ojos se abrieron más y su torso tocó la mesa del escritorio ante el impacto.
Jennie utilizó su otra mano para hacer que Lisa volviera a la posición en la que se encontraba, despegando nuevamente su torso del escritorio al tirar de sus hombros hacia atrás. Al ver que no hubo una reacción negativa ante su previo accionar, mantuvo firme su postura y acarició de nuevo en círculos el área que comenzaba a enrojecerse.
Las manos de Lisa se aferraron al borde de la mesa, dejándose hacer por su maestra sin protesta. Aquello la había tomado desprevenida, pero no podía ocultarse lo intrigada que eso la dejó, por lo que simplemente se re-acomodó sobre sus codos, cediendo su consentimiento en silencio.
Otro azote volvió a robarle un modesto jadeo, provocando que atrapara su labio inferior entre sus dientes para contenerse de hacer aún más ruido del que su maestra estaba haciendo. Sus brazos se debilitaron por un segundo en cuanto la mano de la mayor impactó casi de inmediato su trasero nuevamente, siéndole imposible reprimir el pequeño quejido que escapó de su garganta esta vez.
La señorita Kim sonrió ladinamente al notarlo, por lo que decidió repetir dicha acción por cuarta ocasión, sintiendo las piernas de la menor removerse inquietas, quien a los pocos instantes de haber recibido el impacto ya empezaba a sentir su piel arder más.
El color rojizo aumentó su visibilidad sobre la zona en la que Jennie estaba concentrando todas sus palmadas, incitándola a continuar con ello. La vista que ofrecía la menor con su trasero alzado a pesar de todo, fue suficiente para que Jennie dejara un quinto azote sobre el mismo, provocando que Lisa volviera a gemir adolorida, y ella sonriera de nuevo ante su reacción.
-¡Mgh! Y-Ya comienza a doler -protestó con voz aguda.
-Oh, no me digas -contestó burlándose-. Ese es el punto, cariño.
Había apretado sus piernas casi por inercia, echando ligeramente su cabeza hacia atrás, pero manteniendo su espalda recta y su torso a escasos centímetros del escritorio. Sentía el lado izquierdo de su trasero arder tanto, que si volvía a recibir otra nalgada ahí temía dejar escapar algún pequeño grito que llamara mucho la atención por fuera del salón.
Por eso, cuando su maestra alzó la mano con intenciones de continuar con aquel castigo, Lisa se apresuró a llevar su brazo hacia atrás para cubrir su trasero, sosteniéndose con el otro para evitar caer.
-¡Ya, está bien! Está bien, ya entendí... -habló por sobre su hombro con nerviosismo y desespero-. Por favor, señorita Kim.
La aludida rió nasalmente con burla, observando la desesperación de la menor desde arriba, pero aún así, detuvo el impulso de su mano, bajándola lentamente y alejándola del cuerpo ajeno.
-¿Qué fue lo que entendiste? -mantuvo su mirada puesta sobre el trasero de Lisa, solamente para disfrutar un poco más del desastre que había causado.
-Que... que no debo desobedecer -contestó titubeante e intentando levantarse, pero fue detenida por la mayor, quien la mantuvo en la misma posición-. Le juro que no volveré a hacerlo, solo... no puedo más.
Jennie apretó sus labios para evitar reírse, pero decidiendo dejarla en paz y no provocarla más. Así que, antes de permitir que la chica volviera a levantarse, ella se inclinó, poniéndose en cuclillas para estar a la altura del trasero de la menor, en donde dejó un corto beso sobre la caliente zona de piel en la que habían ocurrido las nalgadas.
Lisa tembló levemente ante el contacto, pues se encontraba bastante sensitiva por ese lado, pero logró relajarse casi al instante y sonrió ante esa acción de la mayor. Por último, la misma se encargó de bajar su falda de nuevo hasta cubrir su parte inferior adecuadamente, permitiéndole regresar a estar de pie al igual que ella.
-Así me gusta -dijo, besando su frente con delicadeza.
El estómago de Lisa se revolvió en emoción al escucharla, odiándose por no poder ocultar la pequeña sonrisa que se formó en sus labios inmediatamente. Pretendía parecer molesta, pero su objetivo no se logró, así que rodó sus ojos y tomó su mochila, poniéndosela al hombro con intenciones de irse para evitar exponerse más ante la mayor.
-Nos vemos luego -se despidió, tratando de ocultar su rostro avergonzado.
Había empezado a caminar hacia la puerta, pero una vez más, su voluntad fue arrastrada en dirección opuesta a lo que quería aparentar. La señorita Kim la detuvo tirando de su brazo cuidadosamente, mirándole a los ojos con intensidad mientras la mantenía firme frente a ella.
-Esa no es la manera en la que te despides de mí. Hazlo bien -ordenó con una media sonrisa retadora.
Lisa volvió a rodar su ojos, esta vez sin molestarse en ocultar lo mucho que le gustaba ser reprendida por la mayor de esa manera tan seductora. Inhaló profundamente antes de colocar sus manos en la parte de atrás del cuello de su maestra, atrayéndola con fuerza hacia sus labios y besándola de la misma manera en cuanto estos se tocaron apenas.
No sabía cuánto tiempo más podría pasar a solas con ella sin hacerlo, por lo que aquello fue la excusa perfecta para caer nuevamente en el delirio de sensaciones que sus besos le provocaban en todo el cuerpo.
Ladeó mínimamente su rostro para profundizar en su boca, teniendo esta latente necesidad de una mejor proximidad entre ambas, lo cual funcionaba idóneamente para percibir cada una de las cosas que la menor procuraba expresar con sus acciones.
Se separaron a los pocos minutos, con un último y provocativo tirón en el labio inferior de Jennie, quien sonrió ampliamente mientras disfrutaba la embriagante sensación de la menor tomando el control en ciertas ocasiones.
-¿Lo ves? No era tan difícil, sabes muy bien cómo se hace -se jactó con suficiencia.
-Sí, sí, como usted diga -Lisa empezó a alejarse de la señorita Kim mientras respondía, abriendo la puerta-. Saludos a su alumna favorita de mi parte.
Lo último que escuchó fue un "¡Lisa!" de su maestra en protesta, pero se apresuró a correr fuera del salón mientras se carcajeaba. Adoraba tanto ponerle los nervios de punta a la mayor, aún más cuando hace prácticamente unos minutos le había dicho que su castigo había suficiente para hacerla reflexionar sobre sus acciones.
Claramente mintió. Seguiría haciendo las mismas cosas para molestarla, y las consecuencias de esto podían besar su trasero, el cual, por cierto, seguía doliendo mucho en estos momentos.
Definitivamente había valido la pena, pero ahora tendría que inventar la excusa más barata y poco creíble para explicar por qué no podría sentarse durante un buen rato a Jisoo, quien la llamaba alegremente desde su mesa en la cafetería y a la cual fue imposible pretender que no había visto.
Genial, la terrible maestra azotadora saliéndose con la suya de nuevo sin siquiera darse cuenta.
[200722]
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