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"Te quise tanto, que cuando me rompiste el corazón, te saqué de ahí para que no te hicieras daño"
[Mario Benedetti.]
Minho comienza a odiar la melodía de su alarma. No está acostumbrado a despertar exaltado por culpa de aquel estruendoso sonido, teniendo en cuenta que los últimos cuatro años se había despertado por la ausencia de cierta persona a su lado en la cama. No quiere pensar mucho en él.
Se estira, tomando su celular sobre la mesita de noche para desactivar la alarma y un recordatorio brilla insistentemente en la pantalla.
Aniversario.
Minho lee aquello y el pecho se le aprieta. No era el recordatorio más bonito que podría recibir en plena mañana, de hecho, es uno de los momentos más crueles que Minho ha vivido en las últimas dos semanas.
Desactiva la alarma, lanzando su teléfono a un lado de la cama y se hace un ovillo entre las sábanas, buscando regular su respiración que de pronto se siente errática.
Se siente diminuto, pequeño; en una habitación que cabe dos veces dentro de la que tenía en Seúl. Aunque hay ocasiones en las que las paredes se le cierran encima. Intenta regular su respiración, inhalando y exhalando con lentitud hasta lograr normalizarla.
Se levanta de la cama, el frío del suelo de madera envió un escalofrío a su cuerpo mientras las tablas chirriaban tras su paso. Se miró en el espejo del baño y frunció las cejas. Quizás debería disfrazar esas ojeras con un poco de maquillaje, parecía un mapache en los últimos días.
Repitió su rutina de todos los días, tomando un par de supresores. Su lobo estaba insoportable, y Minho solo quería callar esa vocecita molesta en su cabeza.
Tomó una ducha y cepilló sus dientes, ocupó algo de ropa cómoda y se acercó a tomar del suelo el libro que había comprado hace unos días en la librería cerca del hotel.
Hablaba sobre sucesos de la guerra. No era la temática a la que estaba acostumbrado, mas Minho necesitaba saber que existía un sufrimiento peor que el suyo, dicha lectura se estaba encargando de ello.
Solo era un corazón roto, podía salir adelante.
Media hora después, está en la cafetería a la que asiste todas las mañanas desde la última semana. La encantadora chica que es dueña del local, deja un café sobre su mesa y un trozo de pastel. Minho le sonríe en agradecimiento antes de volver a sumergirse en su lectura.
"Y bien, ¿cómo va ese libro?" Minho alza la vista al escucharla hablar.
La chica está sentada en la silla libre frente a él, sus manos sosteniendo su rostro y los ojos brillantes en curiosidad. Su nombre es Seo Yeji, lo sabe porque habían hablado antes, un par de monosílabos, risitas forzadas por parte de Minho y varias atenciones por parte de la Omega que parecía tener una extraña predilección por regalarle dulces.
Minho se decidió a hablar porque sería desagradecido ignorar a alguien que ha sido muy amable con él en la última semana, además, ella era una Seo y sabe por Changbin que los Seo son confiables por naturaleza.
"¿Estoy siendo muy entrometida? Perdón, es que como vienes todos los días, pues supuse que podíamos llevarnos bien." Confesó y sus mejillas estaban rojas. "¿Te estoy molestando?"
"Sólo me quedan cincuenta páginas." Minho prefiere decir en su lugar y ella abre los ojos sorprendida.
"Lees rápido." El Omega se encogió de hombros.
"Digamos que no puedo dormir mucho en las noches." Admite, apuntando a las ojeras que malamente pudo cubrir.
Ella asiente en compresión, con las cejas levemente fruncidas antes de levantarse de la silla y correr hacia alguna parte de la cafetería. Unos minutos después, Yeji regresa con una pequeña bolsita morada que vacía sobre la mesa, dejando a la vista varios productos de maquillaje.
"Qué dices si hacemos algo con esas ojeras, ¿mhm?" Ella le pregunta y Minho aprieta los labios, y la negación se le traba en la garganta cuando la ve hacerle un puchero y ojitos tristes. El Omega suspira, dejando el libro sobre la mesa y recostándose al asiento.
"Por favor, Yeji. Intenta hacerme lucir vivo." Una risita cantarina se escucha por parte de la chica y Minho siente su boca extraña cuando sus labios se estiran en una sonrisa sincera. Pensaba que ya no le quedaban más de esas.
"No te preocupes, te haré lucir más bonito de lo que ya eres." Yeji le asegura y Minho cierra sus ojos, dejándose ser. Se sumerge en el pegadizo tarareo y en el suave aroma a fresas que lo relaja instintivamente. "Luces más triste hoy que lo normal. ¿Sucedió algo malo, Minho?" El aludido abre los ojos y un quejido se escucha cuando la Omega pincha su ojo. "Lo siento, lo siento. Ten." Le extiende una servilleta de papel y Minho la apoya contra su globo ocular pinchado.
"¿Más triste de lo normal?" Minho pregunta con las cejas alzadas. "Según tú, ¿qué es lo normal?" Le pregunta y Yeji apoya la mano en su barbilla, luciendo pensativa antes de imitar una mueca de tristeza.
"Esa es tu cara de todos los días." Le dice y Minho asiente a su explicación. "Y esta..." Imitó otra que lucía mucho más afligida. "Es la que tienes hoy." Admite. El Omega cierra sus ojos antes de responder.
"Hoy es el aniversario de mi boda..." Deja la oración a medias.
No sabe si debería llamarlo aniversario teniendo en cuenta lo sucedido hace tres semanas atrás. Yeji hace un sonidito afirmativo, retomando el maquillaje a sus ojos y Minho le agradece silenciosamente por darle la excusa perfecta para mantenerlos cerrados. Él no quiere llorar.
"Cumpliríamos cinco años." Le cuenta y escucha un jadeo de sorpresa, la brocha deteniendo sus movimientos sobre sus párpados cerrados.
"Eso es mucho tiempo." Ella le comenta bajito, colocando un poco de sombra en los ojos de Minho. "Aunque mi relación más larga ha sido de tres meses, supongo que todo lo que sobrepase el año para mí ya es mucho tiempo." Ella bromea, intentando hacerlo sentir mejor. "¿Quieres hablar de lo que pasó? No sé, si te hace sentir mejor o algo así." Le dice y Minho le agradece bajito. "Soy muy buena escuchando y guardando secretos, por si algún día quieres hablar."
De acuerdo, a lo mejor le haría un poco de bien hablar las cosas con alguien, sacárselas del pecho.
"Sucedió que no estaba a la altura." Yeji dio un golpecito en su frente con la brocha. El Omega abrió los ojos, enfrentándose a sus cejas fruncidas y a una mueca de disgusto. "Debes estarte preguntando por qué me llevo cuatro años percatarme de eso, ¿no? Si es así, siempre lo supe. Es solo que..."
"En realidad me estaba preguntando cómo pudiste soportar cuatro años sintiéndote así." Confesó, mirando el maquillaje de Minho para luego pedirle que cerrara los ojos. "Tengo un lema de vida, y es sacar de mi corazón todo aquello que me haga sentir mal. Quizás por eso mis relaciones no duran tanto, pero soy de las que se aman a si misma, así que mi felicidad va primero que todo."
"Es un buen lema de vida." Minho dice, abriendo los ojos cuando ella se lo pide. La chica mira su rostro y asiente satisfecha por el resultado en el rostro de Minho. "Quizás debería aplicarlo para mí, ¿no crees?" Yeji asiente con una sonrisa.
"Es bueno querer a las personas, y soportar algunas cosas para seguir a su lado. Al fin y al cabo, en el amor siempre hay sacrificios." La Omega murmura, colocando un poco de bálsamo labial en los labios de Minho. "Pero eso no significa que debas renunciar a tu felicidad, ¿sabes?" Ella aprieta los labios, retomando su lugar en el asiento frente a Minho. "Aquí, mírate." Le extiende un espejo y Minho queda maravillado ante su rostro que parecía retomar el color.
"Él prefirió a mi hermano mayor." Minho contó con la voz ahogada y los ojos de Yeji se abrieron amplios. "Estaban juntos en un hotel y tomaron el elevador hasta las habitaciones. Los vi y todo pareció derrumbarse en pedazos frente a mí." Admitió y su corazón latió en dolor cuando fue a jugar con su alianza y en lugar de la textura suave del oro, se encontró con su piel fría. "Pensé que las cosas estaban mejor entre nosotros, ¿sabes? Pero parece que yo era el único que creía eso."
"¿Y no lo enfrentaste?" Yeji preguntó y Minho la miró confundido. "Es decir, según lo que me cuentas, esa persona se merece aunque sea un golpe. Un manotazo contra la cabeza, así bien duro, para que entre en razón." El Omega negó.
"Es más fácil huir que enfrentar las cosas." Minho admite, abriendo nuevamente el libro a uno de sus costados. Ojeó las páginas con lentitud. "Es cobarde de mi parte, lo sé. Pero ya me dolía lo suficiente en ese momento como para echar más sal a la herida." Yeji se acerca a tomar el libro de sus manos, apartándolo lejos de él.
"Vamos a por unos tragos esta noche, Minho. Para aliviar las penas del corazón." Minho deja golpecitos suaves en su pecho, justo donde descansa su corazón. "El alcohol cura las heridas del alma y los dulces también." Minho sonríe al verla rebuscar en los bolsillos de su delantal para dejar varios caramelos frente a él en la mesa. "¿Aceptas?" Minho se encoge de hombros.
"Igual no me dan muchas ganas de dormir por la noche." Murmura. Yeji aplaude contenta, asegurando llevarlo al lugar donde venden la mejor cerveza de todo Daegu.
Parecía un buen plan para terminar la noche, no quería pensar en más nada y le estaban ofreciendo un boleto VIP al mundo del alcohol. Se escuchaba genial, aunque en sus actuales momentos Minho no se sintiera de esa forma.
"Respira suave, ¿bien? Ya pedí un taxi para que te llevara al hotel. ¿Estás seguro de que no quieres que te acompañe?" La voz de Yeji suena distorsionada en sus oídos mientras Minho negaba varias veces.
Quizás se había excedido un poco con su límite de alcohol esa noche, pero todavía podía mantenerse en pie. Solo estaba un poco mareado.
Un taxi se detuvo frente a ellos y sus pasos se sintieron livianos mientras caminaba hacia el interior. Yeji lo ayudó a ponerse el cinturón de seguridad mientras Minho le agradecía bajito por haberlo invitado a beber juntos. Ella le aseguró que podían repetir la ocasión cuando quisiera y se acercó a tirarle una foto al conductor del taxi, quien la miró con las cejas arrugadas.
"Tengo una foto de su rostro y de la matrícula del auto. Espero que sepa que si mi amigo allí atrás..." Apuntó con su dedo a Minho, quien sonrió, saludando a ambos con la mano. "No llega a salvo a su hotel, me encargaré de encontrarlo." Le hizo señas de que lo estaba vigilando y el conductor rodó los ojos, luciendo totalmente hastiado. "Minho, nos vemos mañana en la cafetería si su resaca lo deja." Yeji le dijo, despidiéndose de él y lo último que escuchó de sus labios era un comentario acerca de que parecía querer llover.
Minho se fijó en el tono rojizo del cielo nocturno. Bajó la ventana del auto y el aroma frío de la noche chocó contra su rostro, enfriándolo. Inhaló el aroma a lluvia en el aire y su cuerpo se estremeció al recordar al Alfa.
Extrañaba a Christopher tanto que dolía. Joder, dolía tanto.
Pagó el taxi una vez que llegó al hotel en el que se hospedaba, caminando con algo de dificultad hacia el elevador. Ignoró la voz del recepcionista llamándolo y lo último que vio antes de que las puertas metálicas del elevador se cerraran fue una expresión de pánico en su rostro. Le preguntaría mañana acerca de lo que quería decirle.
Salió del elevador, sintiendo el aroma a lluvia más fuerte en el pasillo que guiaba a su habitación. Quizás ya había comenzado a llover, pensó mientras intentaba abrir la puerta del cuarto con algo de dificultad.
El hecho de que sus manos temblaran y estuviera viendo tres cerraduras en la puerta no ayudaba. Quizás le había mentido un poco a Yeji, quizás si estaba muy borracho y quizás Minho lograría dormir esta noche.
La puerta cedió y la imagen que se mostró frente a Minho le confirmaba sus sospechas. Tenía que estar borracho como una cuba, porque de lo contrario, no habría otra forma de explicar que Christopher Bang estuviera en su habitación.
Dio un traspié, terminando de entrar en la habitación y pronto tuvo el cuerpo del Alfa cerca del suyo, revisando su estado antes de mirar al Omega con cejas fruncidas.
"Estás borracho." El Christopher de fantasía le reprendió y Minho rió divertido, con las mejillas rojas y sus ojos vidriosos. Su alucinación hablaba con él.
Se acercó a apoyar la cabeza en el hombro del Alfa, hundiendo su nariz fría en el cuello caliente, inhalando la esencia pura de Christopher.
"Alfa."
Manos fuertes van a sus caderas, repartiendo caricias que lo tienen ronroneando bajito y si Minho supiera que beber le mostraría un holograma de la persona que tanto añoraba ver, se hubiera emborrachado desde que puso un pie en Daegu hace tres semanas.
"Alfa, por favor no te vayas hasta que me duerma." El aludido dejó un beso en sus cabellos.
"No me iré." Le dijo y Dios, Minho había extrañado tanto su voz. "No me iré nunca." El pelinegro le dijo y el Omega sorbió la nariz, aferrándose aún más al torso del contrario.
"Lo harás." Murmuró. "Te irás en cuanto no haya más alcohol en mi cerebro que me permita alucinarte." Las manos de Christopher sostuvieron su rostro y Minho enfrentó la mirada triste y brillosa del Alfa, con la punta de su nariz roja.
"Soy real." Christopher le dijo y Minho sintió como sus palabras eran respaldadas por el contacto frío de la alianza del Alfa sobre sus mejillas.
No, no podía ser real. El verdadero Christopher, el de carne y hueso, estaba a kilómetros de distancia, en Seúl y no en una estrecha habitación de hotel en Daegu junto a él. Minho lo comprobaría.
Chocó sus labios contra los del Alfa, la calidez de la boca ajena envolvió la suya y Minho gimió cuando Christopher le devolvió el beso. Se apartó con rapidez, mas las manos del Alfa en sus caderas le impidieron alejarse más y su corazón se detuvo los segundos que le tomó al pelinegro dejar un beso en su frente.
"Por fin te encontré, mi Omega."
Christopher le dijo y Minho tembló en sus brazos al percatarse de que todo lo que captaban sus sentidos era real y no producto a su borrachera. Miró al pelinegro, luciendo visiblemente aterrado, con el aliento atascado en la garganta y el pánico invadiendo su pecho al escuchar sus próximas palabras.
"Feliz Aniversario, mi amor."
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Seo Yeji es una actriz, es bastante conocida creo yo, sinceramente ella es muy linda a mi parecer.
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