𓏲🌼 21
"Me duele amarte, pero te sigo amando,
es solo la forma en que me siento.
Y estaría mintiendo si siguiera escondiendo el hecho de que no puedo lidiar con esto"
(13 Beaches, Lana Del Rey)
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Minho despertó sintiéndose mareado y confundido, la luz de la habitación en la que se hallaba era tan potente que a sus recién despiertos ojos les tomó un buen tiempo acostumbrarse. Su cuerpo entero dolía, se sentía como si hubiera estado flotando y al caer todo el dolor se cimentaba en él nuevamente.
Lo último que recordaba era lo espantado que había estado cayendo al agua que entró a su garganta, fría y entumecedora, cómo intentó luchar por salir a flote y la desesperación de poder hacerlo, estar atrapado y estar muriendo lentamente.
—¿Min?—Preguntó una voz que lo guío hacia la realidad. Enfocó su mirada pérdida en él, y nunca creyó que volvería a ver al alfa frente a él llorando sin consuelo, o al menos no hasta que muriera.
—Pensé que te perdía.—Susurró otrogándole un beso en sus manos.
Christopher estaba de rodillas a lado de su camilla, como mortal quien rinde tributo a su deidad. La devoción en sus ojos era la misma, pero el amor era posiblemente más fuerte y real. El omega levantó su mano para posicionarla sobre la mejilla de su amado y acunar su rostro lagrimeante, era sofocante pensar en qué le había pasado para que el alfa hubiera llegado a ese punto.
Algo hizo clic en él, era una sensación de vacío que no podía explicar y cuando dirigió su vista hacia su vientre éste ya no se encontraba abultado. La urgencia escaló en él al punto de alterarlo, y pronto tenía a Christopher sobre de él haciendo todo lo posible para que se enfocara en su mirada pero simplemente no podía. Su bebé no estaba, se lo habían quitado y algo le avisaba que no marchaban bien las cosas. Lloró y pataleó sintiendo un leve pulso que lo detenía de entregarse a la locura, pero no estaba tranquilo en lo absoluto.
—¡Minho, tranquilízate! ¡Escúchame!—Su rostro fue sostenido por dos grandes manos que inmovilizaron sus movimientos al hacerle enfocar la mirada y conectarla con la suya, el mayor expresó en sus ojos toda la calma que necesitaba.
Christopher nunca se podría arrepentir lo suficiente de no haber marcado a Minho todas las veces que se lo pidió. Sería de muy buena ayuda en estos momentos.
—Mi bebé.—Pidió el omega con lagunas en sus ojos.
—Está bien, cariño. Nuestro hijo está bien.—Le aseguró, dudoso aún de cómo abordar el tema por completo.—Es pequeño, pero está bien.
—¿L–lo está? Quiero verlo, Chris.
—No puedes todavía, amor. Él está en una incubadora. Fue prematuro porque tuvieron que sacártelo antes para prevenir riesgos o complicaciones mayores.
—¡Pero es mío! Puedo verlo a través de la incubadora.
—Necesitas descansar.—Le respondió apoyándolo sobre el respaldo.
—¿Me escondes algo, cierto? Christopher mírame a los ojos y dime la verdad.
El alfa estaba renuente, no podía hacerlo sin sentir que su voz se quebraría. ¿Cómo ver ese rostro y decirle que existía una posibilidad de que su hijo no sobreviviera? No había manera.
—Hyeongjun es débil aún, lindo. Estos dos meses son críticos para su desarrollo, pero necesitamos ser positivos y esperar un resultado. Puedes verlo pasado mañana, cuando estés mejor recuperado de la cesárea.
—¿Va a morir?
No. Tuvo el impulso de prometer que no, pero era una promesa dañina que podía perjudicar más de lo que tranquilizaría.
—Tiene doctores y enfermeras cuidándolo, es tan bello, todos lo estamos ayudando ¿Sí?
Aquello no pareció ayudar a Minho, pero todo para él resultaba como una fantasía, y la realidad para él seguía siendo difícil de procesar. Sintió que algo no marchaba bien en lo absoluto y sus ojos se aguaron sin poder evitarlo, recordando de golpe todo lo vivido en sus últimas horas de conciencia.
—F–fue mi culpa. Cuando salí no sabía que él... que él estaría ahí en lugar de Felix.—Admitió reprochándose a sí mismo.
Christopher deseó reclamarle tantas cosas, advertirle que le había dicho sobre los peligros de salir solo, que tenía que dejar de ser tan confiado e ingenuo. Pero no podía, no podía pedirle que dejara de ser algo que significaba gran parte de su personalidad; una persona indulgente que podía caer en lo inocente de la edad algunas veces. Tal vez todas.
Pero el alfa no tenía el corazón de siquiera replicar una queja, no cuando tenía la mano rota por haber intentado salvarlo cuando lo vio caer al agua helada y ver su cuerpo siendo arrastrado hacia un fin que temió.
En el fondo de su mente y el sentido del lobo dentro suyo lo único que le brindaba fuerza era el hecho de tener todavía a su pareja viva, respirando frente a él. Si tenía que cuidar de su pequeño hijo día y noche durante dos meses, lo haría, incluso lo haría el resto de su vida hasta que Junnie fuera un pre adolescente avergonzado de que su papá velara sus sueños. No le importaba sacrificar eso, ni ninguna otra cosa con tal de mantener a sus dos pequeños motores vivos y a su lado.
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Minho no pudo ver a su bebé hasta la semana siguiente. Para Christopher había sido demasiado gastante tener al omega llorando todas las noches durante siete días, suplicando por poder estar en contacto con su cachorro.
Era como si el omega hubiera perdido una parte de él, el brillo y la alegría que irradiaba se había ido, incluso las ganas de vivir, y para el alfa tener que volver a ser el pilar era algo cansado que estaba llegando al borde de su mente. ¿Podrían alguna vez ser felices?
Felix, Changbin y Hyunjin se habían ofrecido para cuidar de Minho durante el tiempo que estuvo internado. Esa semana estaría bajo cuidados antes de finalmente ser dado de alta para regresar a casa, pero aquella noticia no era más esperanzadora si no regresaba con su bebé en manos, aunque era lo que había.
Christopher por su parte, estuvo agradecido con sus amigos por la ayuda que les habían brindado. Desde que los omegas se ofrecieran a cuidar del menor mientras él y sus parejas se encargaban de los testimonios, las denuncias y los asuntos legales para hacer que la justicia se hiciera cargo de aquel intento de homicidio doloso.
Su mamá se apareció a mitad de la semana junto a su padre, lo cuál descolocó a Christopher al grado en que todo el estrés y temor que había estado atravesando se descargó instintivamente sobre su progenitor, sin importarle si estaban armando una escena en la cafetería de un hospital.
Ahí estaba, agitando el cuello de la camisa del viejo mientras éste le gruñía de vuelta en tanto Taeyeon utilizaba su voz para hacerlos separar. Aquello claramente les causó una penalidad con las autoridades del hospital, pero mientras eran escoltados fuera de las instalaciones seguía sintiendo el coraje correr por sus venas al ver a sus padres tan calmados a su lado.
Su padre seguramente había sido el bastardo que le dio la información a Chanhee acerca de su vida actual, y eso había puesto en peligro a Minho de una manera en la que nunca se lo perdonaría. Estaba harto de ellos, de que controlaran su vida a toda costa a pesar de que era un adulto perfectamente independiente.
—Nunca hice eso, Christopher. Estás mal. Escucha a tu madre.—Reprochó su padre con el orgullo intacto, después de haber negado estar involucrado en todo ese lío, intentó explicarle su inocencia mas fue en vano.
—Es cierto, Chris. Escúchame, sé que lo que hizo tu padre está mal. Nosotros tuvimos una fuerte discusión después de aquella cena en la que Jaebeom admitió haber contratado a alguien, créeme que yo no fui partidaria en ningún momento.
—Enterada o no, ustedes han estado pisoteando mis talones para que mi vida vaya justamente como ustedes quieren. Siempre supiste lo mucho que me dolía que fueran así, pero nunca hiciste nada para detener a mi padre.—Lo señaló con una mano acusatoriamente, mientras que el hombre con mano en cintura negaba lentamente.—Aléjense de mi familia de una vez por todas.
—¡No! Christopher, no me pidas eso. Por favor, te lo imploro, puedo suplicarte de rodillas. Nosotros estamos dispuestos a ayudarte, a eso hemos venido. Por favor no me niegues a mí el derecho de conocer a mi nieto por la arrogancia de tu padre.—La dura mujer finalemente, y como pocas veces en su vida, se había desmoronado en lágrimas apenas notorias. Sostuvo sus manos e imploró mirándolo a los ojos, con el temor recorriendo su mirada.—Yo tampoco quiero perder a un hijo.
Christopher frustrado desvió su mirada al sentir un pinchazo de compasión recorrerlo por completo. Las últimas palabras lograron remover memorias polvorientas de su pasado, como a su madre ayudándolo a preparar limonadas durante el verano para que pudiera vender con sus amigos fuera de las casas, o a su padre enseñándole a patinar sobre hielo en la pista central durante el invierno. Todo antes de que tuvieran que entregar su vida a sacar adelante su negocio, antes de que la comunicación se rompiera y que su instinto alfa lo hubiera convertido en alguien independiente por naturaleza.
—La policía está buscando a Karina, la antigua trabajadora de la cafetería de Jisung, y la mujer que mi padre contrató. Necesitan tomar su declaración para saber si tuvo una relación con Chanhee.—Volteó a mirar a Jaebeom.—Y tú vas a decirme ahora mismo si sabes algo acerca de eso.—Ordenó con firmeza.
—¡No, no y no! Ya te lo expliqué, Christopher. Después de aquella noche Karina se fue, hice que jurara que su servicio sería exclusivo para mí. Nosotros, uhm, yo... busqué esa información para fines personales, aunque sé que estuve mal.—Murmuró lo último a regañadientes.—Me consta que actualmente vive fuera del país con su familia, así que no tengo nada que ocultar.
—Tu padre incluso puede declarar todo lo que sabe en la policía, para ayudarlos a localizarla.—Sugirió su madre.—¿Cierto, Jaebeom?
—Puedo hacerlo, hijo. Haremos lo que tú nos pidas, pagar la deuda del hospital, conseguirte un buen abogado, guardaespaldas si es lo que quieres...
—Ya me encargué de todo eso, aunque lo último no es necesario. No necesitaremos eso porque si antes no dejaba el viñedo, ahora menos.
—De acuerdo.—Se rindió.—Sólo comprende que nosotros nunca estuvimos involucrados en algo relacionado con tu familia.
Christopher lo sopesó por unos minutos, confiaba en su madre, y aunque él mejor que nadie sabía que los líderes de la familia Bang se regían siempre bajo la firmeza de su palabra y honestidad, sentía un recelo restante respecto a cómo trataría a Minho. Tampoco era tonto, él sabía que al menos Jaebeom estaba ahí, interesado en conocer a su nieto por lo que representaba. Un heredero.
Legítimo o no, él les había dejado en claro que el bebé que estuvo creciendo dentro de Minho era suyo de igual forma en que lo serían los siguientes bebés que podría en él; claro que todo dependía de si el omega estaba de acuerdo. Era su turno de dejar ir y formar una familia como la que siempre merecieron los dos, amorosa y comprensiva, sin carencias.
—Está bien. Agradezco sus palabras entonces, y espero que puedas disculparte con Minho por lo que le hiciste. Es mi única condición respecto a tí.—Su padre asintió sin reproche aparente, aunque sabía que estaba pegando un clavo directo a su orgullo.—Fuera de eso no tengo otra condición. Pueden venir a visitarnos la siguiente semana, darán de alta a Minho y estaremos de regreso en casa.
—¿Y el bebé?—Preguntó su madre ladeando la cabeza en confusión.
—Nació débil por el tiempo que estuvo Minho debajo del agua, afectó sus pulmones aparentemente.—Vio el terror en los ojos de sus padres.—Pero está bien, él ya está más estable que hace unos días.
La verdad era que el mejoramiento del pequeño sí había ocurrido, aquello alegró bastante a Minho, pero no fue lo suficiente como para asegurarles que se encontraba fuera de peligro. De todas maneras, Christopher no planeaba tener que cargar con un cachorro prematuro en revisión médica y aparte un omega deprimido, que era lo único que obtendría si complacía su capricho de dejarlo en el hospital.
Tenía muchos problemas encima, pero no era como si su vida no hubiera sido un desastre desde el principio.
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Las pesadillas de Minho fueron en ascenso, más aterradoras incluso que la vez donde los hechos trágicos de una fiesta y alcohol marcaron una condena en él. Lo había superado, él era alguien nuevo y feliz, pero ahora esa felicidad momentánea se había esfumado y se presentaba ante él como un tal vez.
Tal vez su hijo viviría tal vez no. Tal vez podría alimentarlo, tal vez no. Tal vez podrían él y Christopher bañarlo y prepararlo para dormir mientras cantaban su canción de cuna favorita, tal vez no. Infinitas posibilidades que se reducían a un tal vez que estaba hundiéndolo hasta el fondo.
Durante un mes Christopher no se separó de él, estuvo como su sombra acompañándolo de arriba a abajo por toda la casa, midiendo su tiempo en el baño e insistiendo en tomar la ducha juntos. Se sentía como su hijo, pues el alfa ni siquiera lo había tocado de la manera en que los amantes lo hacían. Sabía que estaba previniendo alguna locura que se le ocurriera hacer, y estaba cansado de eso.
Él no iba a matarse.
Al menos es lo que le gustaba repetirse constantemente para mantener su cordura, para mantener la esperanza de que necesitaba sobrevivir y luchar así como su hijo lo hacía. Pero si no lo lograba, él tampoco quería si quiera pensar en vivir una vida tranquila a costa de su primer hijo muerto. Muerto por su culpa. Sin duda, eran tiempos sombríos para la pareja.
Ese fin de semana se cumplían cinco días desde que había peleado con Christopher por primera vez.
Hubieron gritos y gruñidos que sin duda se escucharon por toda la casa. El mayor estaba agotado física y mentalmente, ya no podía más en la rutina constante de estar al pendiente sobre lo que la policía tenía que decirle, lo que el doctor le comentaba cada tercer día que pasaban a visitar al bebé, y de tener que estar al pendiente de un callado y apagado Minho que se negaba a cooperar.
Todo empezó porque el omega se alejó para ir al baño de manera sospechosa, con las manos atrás de su espalda que automáticamente hizo reaccionar a todos sus sentidos. Cuando lo acorraló para despojarle del objeto su mirada horrorizada viajó con decepción hacia Minho al percatarse de lo que se trataba, una navaja.
—¿Es en serio?—Preguntó con voz sombría.—¡Maldita sea, Minho!—Gruñó sin poder controlarse.
—¡No es lo que piensas!
—¿Entonces qué mierda planeabas hacer? ¿Y por qué no querías que yo supiera? No eres un maldito niño, tienes que poner de tu parte.—Sintió un fuerte ardor en su mejilla, cuando enfocó la mirada de nuevo en el menor este tenía los ojos furiosos y llenos de lágrimas.
—¿¡Poner de mi parte!? ¡Estoy poniendo todo de mi parte para soportar esto! ¿Tú crees que es tan fácil sentirme así, cuando no puedo controlar lo que mi omega siente? ¡Él no entiende, Christopher, él solo quiere al bebé consigo pero no puede! Y–yo trato de ignorar este dolor, pero...—Su voz se quebró irremediablemente.—Pero mi omega no me lo está haciendo fácil, es como si no estuviera ahí, y me drena toda la energía.
—Minho...
—¡Shh, cállate! Aún no termino. Es horrible despertar cada mañana con los pechos húmedos y tener que cambiar los parches que están ahí para retener algo con lo que tendría que alimentar a nuestro hijo, él no debería estar siendo alimentado por una sonda. Ni siquiera me tocas, y en las noches prefieres cambiarte en el baño antes de verme ¿No? Con las estrías y esta estúpida cicatriz.
—Eso no es cierto, Minho, estoy tratando de darte tu espacio para no incomodarte.
—O para no incomodarte a tí mismo.—Reprochó con el entrecejo fruncido.
—¡Que no! Simplemente se me hace difícil estar contigo cuando todo lo que haces es derrumbarte, no sé si te voy a terminar por romper en algún momento, y estoy caminando sobre cristal.
—¡No tienes que hacerlo! No soy un maldito suicida, Bang.
—¿Y esto?—Reclamó con la navaja en mano.
—¡Solo quería depilarme! No lo he hecho en un tiempo y necesito mantener mi aseo por lo menos.
—No mientas... a tí ni siquiera te crece el vello.
Minho se adentró al baño y sacó de las puertas del lavamanos su crema depiladora para piernas y se la arrojo a Christopher.
—Claro que lo hace, mucho menos que a tí pero lo hace, en las piernas al menos. Pero no me gusta tenerlo así que lo quito constantemente.
Christopher honestamente no sabía cómo reaccionar, se había quedado sin un argumento válido al ver el mal entendido que había iniciado toda esa discusión.
—Minho, yo...
—Guarda silencio, no quiero seguir discutiendo con alguien que piensa que me quitaré la vida a la primera oportunidad. Tan solo déjame en paz.—Espetó empujándolo para encerrarse en su habitación.
El tiempo los había hecho distantes inevitablemente, se desconocían y ninguno de los dos conseguía sanar o perdonarse por completo al pensar que tenían la culpa de lo sucedido. Habían empezado a dormir separados a petición del omega quien quiso marcharse de la habitación que compartía con Christopher, pero éste se lo prohibió y en su lugar fue a dormir al cuarto de visitas.
Días después Minho se quedó solo en la casa desde la mañana, cuando se dirigió a la cocina observó una nota pegada en el refrigerador donde el mayor le avisaba que era el día de juicio contra Chanhee, así que regresaría algo tarde. El omega sintió incertidumbre al instante, era la primera vez que se quedaría solo por tanto tiempo después de aquel día.
El juicio contra Chanhee se había llevado a cabo en cinco sesiones, de las cuales tuvo que atender a tres como testigo fundamental al haber sido la víctima, y a pesar de que del resto se encargaban Christopher y su abogado, él había intentado cooperar todo lo que pudo para que las eternas horas en el tribunal pasaran rápido, odiaba esyar rodeado de tantos alfas. No se lo había dicho, pero estaba realmente agradecido con el alfa por haberse hecho cargo de la mayoría del caso sin involucrarlo demasiado, era un tema que todavía le costaba trabajo.
¿Qué clase de víctima no desea ver la sentencia de su agresor? Era lo que había preguntado el abogado cuando pidió no asistir a más sesiones si era posible, él sabía que sus declaraciones después de ser tomadas serían suficientes para que los jueces decidieran qué hacer. Minho no se sentía lo suficientemente listo como para volver a verlo, ni siquiera albergaba suficiente odio como para querer estar presente cuando disctaran su sentencia.
Eso no significaba que no sintiera un grande desprecio hacia ese omega, o que lo hubiera perdonado. Él simplemente estaba como un muerto en vida, ya pocas cosas le importaban.
Cuando el manto negro de la noche había cubierto los cielos, sintió un peso inclinándolo a lado de su cama. Rápidamente detectó el aroma, y con lentitud abrió los ojos hasta que estos pudieron enfocar en la oscuridad el rostro de su amado. Había estado llorando claramente.
—¿Chris?—Se incorporó sobre la cama y tomó su rostro en sus pequeñas manos, el contrario se recargó en ellas y besó ambas.—¿Qué pasó?
—Les dieron cincuenta años en prisión.—Susurró por lo bajo con sus ojos rojos e hinchados. Minho se quedó estático ahí, procesando lo que acababa de escuchar.
Supieron a lo largo del juicio que hubieron cargos adicionales de los que fue acusado el omega, estafas y extorsiones en su mayoría. Había llegado hasta ellos rastreándolos según sus declaraciones, en un principio al alfa, y después de un tiempo al omega embarazado que vivía con él. Su actual pareja, Younghoon, fue reconocido por Jisung en los tribunales como un cliente que visitó su cafetería frecuentemente durante el verano. Ambos habían estado esperando a un descuido para hacer que el omega perdiera al bebé que esperaba, pero no fue hasta que en el penúltimo mes decidieron idear su plan para atraer a Minho con ellos.
—Cincuenta...—Repitió desconcertado todavía.
—Siento como que todo esto acabó pero no es real.—Hipó Christopher.—Nunca creí que lo volvería a ver, y mucho menos para mandarlo a la cárcel. Pero él no podía seguir haciéndonos daño, Minho, no lo iba a permitir. Perdóname por no ser un buen alfa a pesar de todo, yo–
—¿Bromeas? ¡Todo esto lo hiciste por nosotros! Todo el estrés al que te sometiste, el dinero y el tiempo... Christopher, eres el mejor alfa de todo el mundo. Soy muy afortunado de tenerte, en serio perdóname si no te lo he demostrado lo suficiente.—Le declaró sosteniéndolo en un abrazo.
—Eres el amor de mi vida, Minho. Tú y Hyeongjun lo son todo para mí, y prometo cuidar mejor de ustedes a partir de ahora.
El menor ronroneó cuando escuchó sus palabras, disfrutando de la sensación de seguridad que le brindaba. Christopher lo cargó desde sus muslos e invirtió sus posiciones para dejarlo encima suyo, abrazándolo con sumo cariño. Sus feromonas dulces llenaban el momento de tranquilidad.
—Márcame.—Propuso el omega cuando tomó el suficiente valor.
—¿Ahora?—Claro que quería hacerlo lo antes posible, el alfa había estado martillándose todo ese tiempo cómo abordar el tema con el omega. Éste lo miró con un brillo tenue en sus ojos.
—Necesito aferrarme a algo, independientemente de lo que pase después.—Susurró, sabía a lo que se refería. Christopher no creía soportar una vida sin despertar abrazado a Minho, con su olor regado en cada rincón de la casa.
Lo recostó sobre la cama con sumo cuidado mientras limpiaba las lágrimas que se le habían escapado con ayuda de pequeños besos. Llegó a sus labios, los cuales tomó su tiempo en cuidar como si estuviera tratando de curarlos.
Bajó a su cuello, escondiéndose en ese hueco seguro que le daba fuerza, enterrado ahí nunca le faltaría nada. Pronto detectó la cicatriz de un intento de marca, casi desvanecido, y decidió que su mordida sería puesta ahí para cubrir cualquier parte de su pasado con su actualidad. Como símbolo de que le pertenecería para toda la eternidad.
Pronto Minho estaba hecho un lío de gemidos con las dulces caricias, estas yendo directo a sus muslos internos, donde sus piernas se abrían como el florecer de los pétalos en una rosa. Christopher podía llegar a ser la persona más amorosa en todo el mundo si se lo proponía, algo inesperado que descubrió el menor un tiempo después de que su relación se formalizó.
Trazó su cadera con sus dedos y los hizó caminar desde su vientre hasta donde de encontraba su miembro despertándose. Tiró de su pantalón de dormir hacia abajo, trayendo consigo la ropa interior.
—¡A–aguarda!—Rápidamente frenó sus movimientos y atendió el llamado preocupado.
—¿Qué sucede? ¿Prefieres dejarlo para después?
—No es eso... solo apaga la luz por favor.—La inusual petición causó que Christopher inclinara la cabeza como cachorro.—Mi cuerpo, es por mi cuerpo Chris.
—¿Qué tiene tu cuerpo, lindo?—Cuestionó el alfa aún sin entender.
—Las cicatrices y estrías, además que está un poco flácido y no me siento cómodo.
—Eres lo más hermoso ante mis ojos, Minho. No importa cómo te veas. Pero bien, podemos intentarlo con la luz apagada. Nos dará un ambiente romántico.—Bromeó con lo último mientras se levantaba hasta el interruptor para apagar la luz, el omega lo vio caminando como pinguino y soltó una carcajada sin poder evitarlo.—¿Qué es tan gracioso?
—El problema entre tus piernas.—Respondió todavía divertido mientras abría sus piernas para dejar que el cuerpo que se subía a la cama de nuevo se posicionara entre ellas. Las luces se habían ido, y lo único que los iluminaba era la luz de la luna fisgona testigo de su amor.
—¿Qué tenemos aquí? Parece que tú también estás en apuros, amor.—Se burló tocando su empapada entrada, Minho borró su socarrona sonrisa y soltó un gemido quizá muy alto, los dos dígitos en su entrada moviéndose y abriéndolo como tijera era una clara señal de venganza por haberse burlado.
El dolor inicial de no haberlo hecho durante un tiempo estaba ahí, era una quemadura leve pero soportable que pronto se tornó en placer. Christopher estaba siendo muy cuidadoso, aunque habían esperado el tiempo suficiente para que pudieran volver a tener relaciones sin perjudicar al omega según las indicaciones médicas.
Minho suplicó por Christopher, y éste se rió cínicamente por su necesidad. Le gustaba que lo necesitara así. Calló sus gemidos con un largo beso e introdujo su miembro, dándole tiempo a acostumbrarse. Empezó a moverse dentro de él cuando tuvo la señal, moliendo sus pieles juntas pero con lentitud, disfrutando cada parte de lo que estaban haciendo, el amor que tanto necesitaban.
Las piernas del omega temblaban para el inicio del climax al que estaban llegando juntos, se apretó en torno a Christopher inconscientemente y este gruñó sintiendo como sus colmillos salían de entre sus encías. Penetró unas cuántas veces más, ahora un poco más agresivo dejándose llevar por los alaridos de placer del cuerpo debajo suyo. Se acercó cuando sintió que llegaría pronto, y Minho le mostró el cuello para su total disposición, dulcemente sometido.
—Márcame Christopher.—Gimió sin dudarlo.
Y finalmente lo hizo, clavó los dientes en el chupeton que previamente había dejado sobre la antigua cicatriz, abriéndola esta vez por completo. El menor se estremeció, pero el dolor pronto pasó con los lenguetazos de la saliva que el alfa poseía para sanar la herida.
Se vino dentro del omega y sintió su nudo agrandarse ahí mismo, repasó con sus manos el sendero del lechoso vientre ajeno en el que anteriormente se resguardaba una vida, y donde ahora podía sentir su propio nudo a través de la piel debido a la falta de grasa en esa zona. Minho era naturalmente delgado y menudo, pero en cualquier forma, presentación o color Christopher seguiría amando con locura al omega dentro suyo.
—Mío.—Advirtió con voz de mando sin poder evitarlo, su lobo había tomado el control de la situación, demasiado extasiado de finalmente haber reclamado a su pareja. Como si de un cachorro se tratara, empezó a dejar besos húmedos en su cuello y rostro, como para demostrarle que en verdad lo era.
—Siempre tuyo, Chris.—Aceptó el menor riéndose al sentir al bobo de su alfa siendo muy empalagoso. El nudo todavía no bajaba, pero la posición en la que estaban hacía que Christopher cubriera todo su cuerpo con el suyo. Sentía una inexplicable sensación de alivio y protección.
Durante la hora que duró el nudo, posiblemente debido a la alta excitación que le produjo al mayor el haber dejado su mordida, compartieron todo tipo de besos. Desde pequeños picoteos iniciados por Minho, hasta unos más profundos que les robaron el aire continuados por el alfa.
Aún así, sentían a través de su nuevo lazo la inquietud de ambos por hablar sobre la pelea que habían tenido con anterioridad, y también platicar sobre lo irreal que se había sentido todo los últimos meses. Pero antes de que ninguno de los dos pudiera hablar, el celular de Christopher sonó.
—Agh ¿Ahora qué quieren?—Preguntó refunfuñando el dueño del celular mientras tentaleaba en los costados de la cama.
El nudo ya había bajado un poco, solo tenían que esperar a que la hinchazón disminuyera por completo para no forzar la salida en Minho. Lo atrajo hacia la orilla de la cama jalando desde su piernas para tener más movilidad mientras buscaba ahora en el piso con su largo brazo funcionando como garra mecánica. Lo alcanzó a tiempo justo antes de que colgaran y respondió. Su corazón dio un vuelco cuando notó el identificador de llamadas.
—¿Bueno?
—¿Señor Bang? Muchas gracias por tomar la llamada a pesar de la hora. Es muy importante que escuche lo que tengo que decirle respecto a su hijo, pero será preferible que vengan preparados al hospital de una vez.
Christopher sabía que Minho había escuchado a la perfección aquella llamada, pues el nerviosismo a través del lazo estaba delatándolo. Ambos se miraron con una pequeña esperanza brillando en cada ojo, esperanza que necesitaban juntar para asegurarse de que todo estaría bien.
♡۫۫ ۫!
Siguiente cap el epílogo, la historia ya está acabando.
Esto seguro lo borre después pero díganme nombres de idols femeninas que necesito nombres y yo no soy buena.
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