𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐃𝐎𝐒 ﹙ helene ﹚
2022 - Diciembre, 03
Ella observaba el partido desde la banca, la selección femenil de Alemania ese dia tenía su final contra la selección femenil de Corea del Norte, y Helene quien se había lesionado no fue tomada en cuenta como titular para ese enfrentamiento.
La rubia molesta bufó, apoyó su codo contra su muslo y dejo reposar su mano sobre su mejilla, claramente su mirada no era otra más que de fastidio y cierto odio a su entrenador.
—Aunque me veas así no vas a entrar —solto el entrenador con cansancio—. Has hecho un buen trabajo niña, pero no pienso ponerte en riesgo, menos cuando la selección masculina te quiere en su equipo.
—Pues tampoco espere que yo pase al podio por la fea medalla de plata, yo no soy para tan poca cosa.
—No pases y ya.
Nada pudo ofender más a Helene que ese comentario, ¿entonces no le seguirían el juego? al menos su padre y hermano lo harían, solo para convencerla, así había sido siempre.
Y bueno, como final del partido Corea del Norte salieron como ganadoras, y sin que nadie le rogara subió por su medalla de plata, aunque después se la quitaría y ahí mismo frente a todos, pues, algunas figuras importantes incluso jugadores se encontraban allí.
El mismísimo cyborg del fútbol del que Belú le había hablado se encontraba entregando también las medallas. Jugador del cual Helene había visto algunas noticias, entre ellas que hizo campeón a Brasil de un Mundial Juvenil muy recientemente.
—Helene —musito él al tenerla al frente.
Al verlo Helene no pudo evitar que un tono rojizo se posara en sus mejillas. En ese momento el cuerpo de la rubia quedó inmóvil, su boca se abrió ligeramente y no pudo evitar observar fijamente al pelinegro frente a ella.
—Debo ponerte esto, hay más medallas por entregar —volvio a hablarle, aunque su tono no pareciera de apuro, pues sus expresiones impasibles hacían desviarse de ese tema.
—Lo siento —murmuró ella, agachó un poco su cabeza para que él brasileño pusiera la medalla, y antes de alejarse volvió a observar al chico.
El peso de la medalla sobre su pecho no se comparaba con la sensación que ahora la invadía. Helene bajó del podio con pasos mecánicos, aún sintiendo el leve roce de los dedos de aquel futbolista al acomodarle la cinta alrededor del cuello.
—Helene, ¿qué haces con eso? —le reclamó una de sus compañeras al notar que aún llevaba la medalla puesta, cuando apenas unos minutos antes había asegurado que no la aceptaría.
La rubia reaccionó de inmediato y, con una mueca de molestia, se quitó la medalla con brusquedad, casi como si de repente le hubiera causado repulsión.
—Solo estaba esperando el momento adecuado para hacerlo —respondió con desdén, fingiendo que no había pasado nada.
Pero la verdad era otra.
Aún podía sentir el leve temblor en su pecho, ese inesperado latido acelerado que no tenía nada que ver con la derrota.
Desde que Belú se lo menciono había buscado información sobre él. Sabía quién era. Sabía lo que representaba.
Pero no esperaba que su presencia fuera tan... imponente en persona.
El "Cyborg del fútbol" lo llamaban. Él no parecía darle importancia a ese apodo, pero a ella le parecía adecuado. Su impasibilidad era inquebrantable, su mirada gris transmitía algo que no alcanzaba a definir, y sin embargo, en esos segundos en que estuvo frente a él, Helene sintió que algo dentro de ella se sacudía.
Su orgullo le impedía aceptarlo, pero en su mente solo había una palabra.
Maldita sea.
Se giró disimuladamente y lo buscó entre la multitud. Allí estaba, aún entregando medallas, su expresión estoica como si nada en el mundo pudiera perturbarlo.
Helene chasqueó la lengua y apretó la medalla en su mano.
No estaba segura de qué le molestaba más: si la derrota, si la indiferencia de su entrenador, o si el hecho de que, en cuestión de segundos, un simple jugador había logrado desconcentrarla de todo lo demás.
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