6장 [ O4/O8 ]
Hace 15 años, un 4 de Agosto [ O4/08 ]
La isla de Jeju celebraba el nacimiento de Ji-Min Son, o al menos ese era el nombre que sus padres habían elegido. Sin embargo, la intervención de un hermano celoso por dejar de ser hijo único cambió el rumbo de las cosas. Así, Marcel-Lei Son vino al mundo en la hermosa isla de Jeju.
Su llegada estaba envuelta en una mezcla de emociones y augurios. Según las supersticiones coreanas, el número 4 es considerado de mala suerte debido a su pronunciación similar a la palabra "muerte" en coreano, mientras que el número 8 se asocia con la buena fortuna y la prosperidad. Marcel había nacido un día cuatro del mes ocho, lo que hacía que su nacimiento fuese visto con cierta ambigüedad por quienes creían en estos presagios.
En la pequeña comunidad de Jeju, donde la tradición y la superstición a menudo se entrelazan con la vida cotidiana, el destino de Marcel-Lei Son se veía con una mezcla de esperanza y cautela. La familia Son, conocida por su amor y unidad, enfrentaría ahora la tarea de navegar estas nuevas aguas, buscando armonía y felicidad en su creciente familia.
Mientras la brisa marina acariciaba los paisajes volcánicos de Jeju y el sol poniente pintaba el cielo con tonos de naranja y púrpura, la historia de Marcel-Lei Son apenas comenzaba, prometiendo ser un viaje lleno de desafíos y alegrías.
A sus cuatro años, la familia dejó Jeju para mudarse a Ulsan. Podría parecer que la vida de Marcel siempre fue el tener un libro en la mano, sin embargo, eso no era así. La exigencia en Marcel nunca había sido el foco central de sus padres, pues las expectativas siempre habían estado en Seokmin, quien era el mayor. Marcel solo podía salir al parque y disfrutar de su niñez; en aquel tiempo sí tenía amigos.
Aunque había cosas que le dolían, la indiferencia de su hermano y el maltrato que ese recibía le hacían sentirse culpable respecto a todo lo que envolvía al chico. Marcel siempre observaba discutir a su padre con su hermano; incluso llegaban días en los cuales ellos no se dirigían la palabra. Cuando aquello comenzó a pasar, Marcel se dio cuenta de que no tenía una familia perfecta.
La tensión en el hogar siempre eran visibles. Los gritos y las discusiones se convirtieron en parte de la rutina diaria, y el silencio que seguía era aún más desgarrador. En medio de todo, Marcel intentaba encontrar su lugar, buscando consuelo en los momentos tranquilos en el parque y en los libros que, eventualmente, se convirtieron en su refugio.
La vida en Ulsan trajo consigo nuevos desafíos y oportunidades para Marcel. La ciudad, conocida por su industria y desarrollo, ofrecía un entorno diferente al tranquilo paisaje de Jeju. Marcel encontró consuelo en explorar los parques y bibliotecas locales, donde podía perderse entre las páginas de los libros y dejar volar su imaginación, dejando de lado todo lo que pasaba en su hogar.
En la escuela, Marcel era una estudiante diligente, pero no destacaba tanto como su hermano. En el pasado, esas diferencias marcaban sus caminos de manera evidente. Sin embargo, a los 10 años, todo cambió.
Aquel día, cuando los resultados del examen a la universidad se dieron a conocer, el ambiente en casa era tenso. Seokmin había estado preparándose para ingresar a una de las prestigiosas universidades SKY (Seúl, Korea y Yonsei), cuyo acceso es extremadamente competitivo y considerado un gran honor.
Seokmin entró en la sala, sosteniendo el sobre con los resultados. Sus padres estaban sentados, esperando con ansiedad.
—Fallaste, Seokmin —dijo su padre con voz cortante después de revisar los resultados.
—¿Qué? No fallé, simplemente no quedé en ninguna universidad de las SKY, pero si en otras —replicó Seokmin, con una mezcla de incredulidad y defensa.
—No es suficiente —respondió su padre, levantándose de la silla y mirando a Seokmin con desaprobación.
La habitación se llenó de un silencio pesado. Marcel, que observaba desde la puerta, sintió una punzada de empatía por su hermano, pero también un miedo creciente. Sabía que las expectativas sobre él podrían intensificarse después de este fracaso.
Seokmin, abatido, salió de la sala sin decir una palabra más. Marcel lo siguió con la mirada mientras se dirigía a su habitación y cerraba la puerta con fuerza. El estruendo resonó en toda la casa.
Aquel día, su padre comenzó a poner los ojos en ella y la rutina que antes le correspondía a Seokmin pasó a manos de Marcel. La dinámica familiar cambió drásticamente, y Marcel sintió el peso de las expectativas sobre sus hombros.
La castaña siempre temerosa de contradecir a sus padres, se encontró atrapada en un nuevo ciclo de presión. En la cultura coreana, el respeto hacia los padres es fundamental, y la niña no quería faltarle al respeto a su padre, a quien veía casi como una figura de autoridad incuestionable. La situación se complicó aún más cuando su madre también se unió a su padre, y ambos centraron sus expectativas en ella.
Las mañanas de la castaña comenzaron a llenarse de estudios intensivos. Su tiempo libre se redujo drásticamente, y las actividades que antes disfrutaba fueron sustituidas por lecciones adicionales y tutorías. Sus padres no querían cometer los mismos "errores" que con Seokmin y estaban decididos a que Marcel lograra lo que su hermano no había podido.
—Marcel, debes enfocarte más, no puedes permitirte distracciones —le decía su padre mientras revisaba sus tareas.
—Sí, papá —respondía Marcel con la cabeza baja, intentando ocultar su cansancio y frustración.
—Y recuerda, tu futuro depende de esto. No queremos verte fallar como tu hermano —añadía su madre con un tono de preocupación que solo aumentaba la presión sobre Marcel.
Los días se convirtieron en una rutina agotadora de estudio y más estudio para Marcel. Se sentía como una sombra de sí misma, siempre bajo la presión de cumplir con las expectativas de sus padres y temiendo cualquier error que pudiera decepcionarlos.
Sin embargo, a medida que Marcel luchaba con las demandas académicas, algo sorprendente comenzó a suceder en su relación con Seokmin. El hermano mayor, antes distante y a menudo hostil, comenzó a mostrar signos de comprensión y apoyo hacia Marcel. Aunque a veces sentía que Seokmin le tenía lástima, Marcel apreciaba profundamente cada gesto de cariño y conexión que surgía entre ellos. Seokmin comenzó a llamarla cariñosamente "Keopi".
Aunque claro, a veces llegaban a tener pequeñas peleas, ambos solían resolverlas rápidamente.
En la escuela, los amigos de Marcel notaron el cambio gradual en su comportamiento. Antes extrovertida y participativa en actividades sociales, Marcel se volvió más reservada y distante. Las risas y los juegos que solían llenar sus días se convirtieron en recuerdos lejanos.
Con el tiempo, Marcel comenzó a alejarse definitivamente de sus amigos. Sus interacciones se volvieron esporádicas y distantes. Aunque lamentaba perder la cercanía con sus amigos, Marcel sentía que no tenía otra opción.
Años más tarde, Marcel experimentó un cambio radical cuando llegó a Japón como parte de un intercambio. Desde el principio, sintió que algo nuevo y emocionante estaba por comenzar en su vida. Sin embargo, este cambio no llegó al conocer a Sano y Jito, sino cuando el fútbol se convirtió en una parte central de su nueva vida en Japón.
En este país extranjero, ella encontró lo que había perdido en Corea: amigos genuinos y una sensación de pertenencia. Sus primeros dos nuevos amigos, Sano y Jito, la trataban excepcionalmente bien. Marcel se sintió apreciada y valorada de una manera que nunca antes había experimentado. Se convirtió en el centro de atención de aquellos chicos, lo cual le resultaba reconfortante y emocionante al mismo tiempo.
Este nuevo ambiente le brindó la oportunidad de ser ella misma. Marcel comenzó a florecer socialmente y a encontrar un equilibrio entre sus estudios, sus intereses personales y su vida social. Pero un intercambio no dura para siempre, y ella tuvo que regresar a Corea.
Es momento de volver al presente.
Marcel observaba a su padre, luego a su madre, y finalmente a Seokmin.
Sentía que su respiración se entrecortaba. Instintivamente, puso una mano en el respaldo del sillón para intentar calmarse.
—Marcel —su padre la llamó nuevamente, con una voz que denotaba autoridad.
—Lo lamento —se apresuró a decir Marcel—. Sé que no debo faltar, ni mentir, pero necesitaba salir de eso —respondió rápidamente, tal vez sintiendo que estaba teniendo un ataque de ansiedad—. Yo... lo siento... Déjame solo cumplir esto, y después seguiré... haré todo lo que ustedes quieran.
La habitación se llenó de un silencio incómodo mientras las palabras de Marcel resonaban en el aire tenso. El rostro de su padre mostraba una mezcla de confusión y consternación, mientras que su madre parecía más desconcertada y sorprendida por la revelación. Seokmin, por su parte, seguía observando a su hermana, fijándose en cada detalle de ella, notando su estado de ansiedad y sintiendo que podría necesitar ayuda.
—¿Pero... qué dices, Marcel? Faltas a clases, ¿Aquí? —cuestionó el mayor, con una mezcla de incredulidad.
Ellos realmente no sabían lo que estaba pasando.
Los ojos de Marcel se abrieron de par en par y dio varios pasos hacia atrás, sintiéndose acorralada.
—¿No era eso...? —murmuró, confundida y asustada.
Pues al final, ellos solo se habían enterado de lo ocurrido en Japón, y sobre las cosas que su hija hacia en Corea no tenían ni la mas mínima idea.
Su padre finalmente se levantó del sillón, con una expresión seria. Seokmin hizo lo mismo, pero se posicionó a un lado de su hermana, en un intento de apoyarla.
—Nos ocultas muchas cosas. En Japón ni siquiera asistías a clases —dijo su padre, su voz se encontraba teñida de decepción.
Marcel sintió un nudo en el estómago. Sabía que sus padres merecían una explicación, pero las palabras no salían fácilmente. La ansiedad la estaba consumiendo.
—Papá, mamá, por favor... no fue intencional —dijo Marcel con la voz quebrada—. En Japón... yo... ¿cómo se enteraron?
Su padre frunció el ceño, y su madre bajó la mirada.
—De aquella escuela llegó un reconocimiento —dijo finalmente su padre, su tono grave pero contenido—. Nosotros llamamos y nos informaron de todo. No nos importaba Marcel, de hecho estábamos orgullosos, pero escuchando todo esto. Estoy decepcionado.
Marcel sintió un nudo en la garganta, las palabras de su padre resonando en su mente. No había anticipado todo aquello.
—No lo hice intencionalmente —repitió, ahora si sus ojos se llenaron de lágrimas—. No sé cómo explicarles, pero...
—Dejemos de lado Japón —su padre la interrumpió—. Aquí también has faltado a tus clases extras. ¿En qué estás pensando, Marcel? ¿Quieres terminar como tu hermano? ¿Sabes cuánto he pagado por eso? Y tú —señaló a Seokmin—. Lo sabías todo, ¿verdad? Por eso estabas aquí, por eso contestabas todas las llamadas.
Ninguno de los hermanos habló. Marcel no podía, pues el nudo en su garganta se lo impedía, y Seokmin estaba preocupado por su hermana, sin saber qué decir.
—Marcel, tus estudios...
Algo llego a la mente de Marcel, "no te quedes atrapada en el sueño de otra persona", ella no logró contenerse más, y así explotó.
—¡No entienden nada! —gritó, sus lágrimas iban corriendo libremente por su rostro—. ¡No es solo sobre los estudios! Siempre es sobre las expectativas, sobre cumplir con lo que ustedes quieren. ¡Pero yo también tengo sueños, también tengo cosas que quiero hacer! ¡Estar en Japón me dio un propósito, algo que aquí nunca sentí!
Su padre, sorprendido por la explosión de emociones de Marcel, guardó silencio. Su madre parecía a punto de decir algo, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta.
—¡Nunca me preguntaron cómo me sentía! —continuó Marcel, con su voz quebrándose—. ¡Nunca quisieron saber qué me hacía feliz! Todo ha sido sobre cumplir con sus expectativas, ser perfecta, ser lo que ustedes quieren que sea. ¡Pero yo no soy perfecta, papá! ¡No soy Seokmin, y tampoco quiero ser él!
Seokmin dio un paso adelante, intentando consolar a su hermana, pero Marcel estaba demasiado agitada para ser consolada en ese momento.
—¡Lo siento si los decepcioné, pero no puedo seguir viviendo así! —sollozó Marcel, cayendo de rodillas, abrumada por la presión y la tristeza acumuladas—. Solo... quiero encontrar mi propio camino, ser feliz por una vez.
Quizá ahora Marcel tenia un peso menos.
Seokmin se agachó junto a Marcel, abrazándola con fuerza, mientras el silencio en la habitación era ensordecedor.
Seokmin fue quien rompió ese silencio, su voz suave pero firme.
—Pueden dejarla ser.
Su padre lo miró con una mezcla de sorpresa y consideración, mientras que su madre parecía estar procesando cada palabra.
—Marcel necesita encontrar su propio camino —continuó Seokmin, manteniendo su mano en el hombro de su hermana—. No pueden seguir imponiéndole sus expectativas. Necesita la libertad de descubrir quién es y qué quiere hacer con su vida.
Marcel, aún arrodillada y sollozando, levantó la mirada hacia su hermano, sintiendo una oleada de gratitud y alivio. Seokmin había sido su apoyo silencioso, y ahora estaba abogando por ella en el momento más crítico.
—Pero, Seokmin... —empezó a decir su padre, visiblemente conflictuado.
—Papá, mamá —interrumpió Seokmin, su tono era firme—, sé que quieren lo mejor para nosotros, pero a veces lo mejor no es lo que ustedes creen. Marcel necesita espacio para crecer, para cometer errores, y para encontrar lo que realmente la hace feliz —él hizo una pausa, pensando en lo que diría—. ¿Recuerdan lo que les conté? Bien, pues me llevaré a Marcel conmigo a Países Bajos.
La habitación quedó en silencio nuevamente, pero esta vez con una carga diferente, llena de sorpresa y confusión.
—¿Qué? —exclamó su madre, visiblemente sorprendida—. ¿A Países Bajos?
—Seokmin, eso es muy repentino —dijo su padre, frunciendo el ceño—. ¿Cómo es que planeas llevar a tu hermana contigo?
Seokmin respiró hondo, sabiendo que este sería un cambio drástico para todos.
—Papá, mamá, sé que suena inesperado, pero he estado pensando en esto por un tiempo. Tengo la oportunidad de estudiar y trabajar en Países Bajos, y creo que sería una gran oportunidad para Marcel también. Podría alejarse de la presión, experimentar un nuevo entorno y encontrar su propio camino sin las expectativas sofocantes que ha sentido aquí.
Marcel miró a Seokmin con una mezcla de asombro y esperanza. La idea de ir a Países Bajos y empezar de nuevo era algo que nunca había considerado, pero ahora parecía una posibilidad real y emocionante.
—Marcel necesita un cambio, un lugar donde pueda ser ella misma sin sentirse ahogada por las expectativas. Yo también necesito este cambio. Juntos, podremos apoyarnos y crecer.
Muchas cosas habían ocurrido hoy con la familia Son, una sorpresa tras otra.
"no te quedes atrapada en el sueño de otra persona", sanito se lo dijo a la niñaaaa
por ultimo, en el siguiente cap llega el gran diaaaaaa.
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