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Christopher salió del baño una vez pudo calmar sus lágrimas, debía continuar siendo positiva, al menos hoy no recibiría malos tratos.

—¿Cuál fue el resultado? —su esposa preguntó algo impaciente. Y Christopher asintió.

Sana abrió los ojos en grande.

—¿Estás embarazado? —ella preguntó sin creerlo.

—Lo estoy —afirmó mostrando la prueba.

Y en un impulso la mayor lo tomó por la cintura para cargarlo y besarlo, ella estaba feliz, por fin tendría un hijo, aunque Christopher por su parte no podía compartir aquella felicidad, él no la amaba. Pero si no quería problemas con su esposa sería mejor continuar el beso, así que a pesar de sentirse asqueado lo hizo.

De ahora en adelante debía ser obediente, ahora no podía arriesgarse a ser golpeado o maltratado, tenía que cuidar su embarazo si no quería perderlo y regresar a la misma rutina.

Se quedó pensando por el resto de la tarde acerca de todo lo que había ocurrido, él no quería un hijo de Sana, no quería compartir nada con esa mujer, pero prácticamente estaba obligado a hacerlo, no había ningún lugar para escapar de él, nadie iba a ayudarlo y menos estando embarazado.

Solamente esperaba porque el lunes llegara, necesitaba hablar con Changbin, era él a quien realmente quería, después de aquel encuentro que habían tenido no pudo evitar desear un poco más, no había sido suficiente un solo día, sin embargo los siguientes días que Changbin había ido a su casa no se atrevió a pedírselo de nuevo, no cuando estaba tan ocupado llorando por todo lo que Sana le había hecho las noches anteriores.

Al siguiente día, él estaba un poco más animado, era domingo y solamente faltaban algunas horas para verse nuevamente con Changbin, necesitaba desahogarse, contarle todo lo que había pasado y sabía que a pesar de no poder hacer nada, lo más importante Changbin siempre lo hacía. Eso era escucharlo y hacerle sentir mejor, él pudo salvarlo.

Pero todas sus ilusiones se vinieron abajo cuando esa misma tarde, Sana le avisó que había pedido permiso para trabajar desde casa y cuidarlo durante su embarazo.

Maldición, fue de lo más doloroso tener que enviarle un mensaje a Changbin pidiéndole que no viniera a casa hasta nuevo aviso a causa de su esposa quien estaría ahí por los próximos días. No dió especificaciones, quería contarle sobre su embarazo en persona, no mediante un tonto mensaje, pero parecía que eso tendría que posponerse por un largo tiempo.

Aquel mensaje partió en pedazos el corazón de Changbin, su lobito estaría a solas con esa mujer mala, él temía que algo fuera a pasarle estando encerrado con ella. Los siguientes días no había nada más en su mente que Christopher, lo extrañaba demasiado, se había acostumbrado tanto a él que no pudo evitar llorar algunas noches a causa de la preocupación por no saber nada de él, estaba asustado, no tenía idea de cómo
se encontraba aquél australiano al cual tanto quería.

Christopher por su parte aún no podía creer lo mucho que Sana había cambiado con él, incluso parecía esa clase de pareja atenta y perfecta que alguna vez quiso, sin embargo a quien ahora quería era a Changbin, un hermoso y sensual coreano con quien no había podido hablar últimamente, lo extrañaba, sin embargo le recordaba cada día al aplicarse las pomadas que él le había regalado para sus heridas, las cuales poco a poco iban desapareciendo hasta parecer como si nunca hubiese recibido maltrato, como si tuviera el matrimonio perfecto desde siempre.

—Amor, creo que sería bueno que una ginecóloga atienda tu embarazo —Sana se acercó interrumpiendo sus pensamientos—. Estuve investigando por internet y parece que hay un hospital muy bueno no muy lejos de aquí.

Christopher le sonrió, era incómodo que esa mujer intentara ser atenta con él, ya no quería nada de ella, todo lo sentía forzado.

—Podemos ir esta tarde, haré una cita en línea para que nuestro bebé pueda tener un seguimiento —la mayor insistió a lo que Christopher solamente asintió con la misma sonrisa de antes.

Una sonrisa totalmente falsa.

Pero ahí se encontraba un par de horas después, su esposa lo había llevado a aquel hospital para comenzar una revisión controlada y evitar cualquier futuro riesgo.

Y cuando su turno llegó ambos entraron al consultorio correspondiente.

—Hola, soy la doctora Lee Chaeryeong, pero pueden llamarme solamente Chae, espero ser su ginecóloga por los próximos meses —la doctora se presentó con una sonrisa.

—Hola, mucho gusto, me llamo Sana y él es mi esposo Christopher, lleva aproximadamente mes y medio de embarazo, será mamá primerizo y nos gustaría que pudieras darle un seguimiento.

—Por supuesto, haré unos cuantos análisis para poder empezar el seguimiento, ¿podría salir un momento? Lo llamaré cuando termine de revisarlo.

—Por supuesto —Sana respondió y con una reverencia salió del consultorio.

—Bueno, para poder comenzar a revisarte necesito que te pongas esta bata sin dejarte la ropa interior y después te acuestes aquí —Chaeryeong señaló la camilla—. Puedes ir a cambiarte en este baño —mostró el lugar y le entregó la bata a Christopher.

—Que vergüenza —Christopher habló con sinceridad tomando la bata de la mano de Chaeryeong.

—Tranquilo, es solo un chequeo rápido, además te daré un 30% de descuento para que no te sientas tan mal —Chaeryeong ofreció con amabilidad.

—Entonces me meterás los dedos con descuento... ¿Se supone que eso es un premio o más bien un castigo? —Christopher preguntó a modo de broma.

—Premio para mí y tú puedes tomarlo como quieras —la ginecóloga le guiñó, siguiéndole la broma.

Y Christopher rió acatando las indicaciones que la mayor le había dado.

Minutos después, cuando Chaeryeong había acabado de revisarlo, volvió a abrirle la puerta a Sana para que este entrara nuevamente al consultorio.

—Continuaremos haciéndole diversos estudios a su esposo a lo largo del semana, pero necesitamos unos análisis de sangre de ambos hoy mismo que pueden hacerse en el laboratorio del piso tres y por último usted debe traernos una muestra de líquido
seminal para más tardar el miércoles, esto es solo para descartar que su bebé pudiese padecer cualquier anomalía —Chae pidió mirando a Sana.

—Por supuesto, doctora, muchísimas gracias —la mayor ofreció una reverencia y salió junto con su esposo en dirección al laboratorio que Chaeryeong les había indicado.

Christopher suspiró, sí que sería una larga semana.

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