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La semana continuó transcurriendo, Changbin había desarrollado cierto instinto protector hacia el australiano desde que descubrió lo que el menor vivía, él quería cuidarlo siempre y detestaba tener que dejarlo en casa solo con ese monstruo que tenía por esposa, sin embargo no podía hacer mucho cuando el mismo Christopher le había pedido que no interviniera en su matrimonio, Changbin se sentía impotente, solo quería lo mejor para Christopher, pero este parecía no querer aceptar su ayuda.
Sin embargo no pudo negarse cuando Changbin llegó a su casa con una bolsa de comida en una mano y en la otra una cajita con cremas para sus heridas la cual le obsequió.
Cada día, Changbin había ido para encargarse él misma de tratar las heridas de Christopher, lo estuvo haciendo por un par de semanas hasta que las heridas en su rostro se volvieron casi imperceptibles a tal punto de que aún Christopher era incapaz de distinguirlas en su piel, él se sentía feliz, adoraba lo bien que se sentían los dedos de Changbin sobre su piel cuando acariciaba su rostro con cremas calmantes o regenerativas.
Changbin estaba orgulloso de su trabajo, ahora el rostro de Christopher lucía saludable y todo gracias a él, no podía sentirse mejor al mirar a Christopher curado y feliz, poco a poco se estaba enamorando de esa hermosa sonrisa que el menor le regalaba, era la persona más feliz del planeta cuando recordaba que el bienestar en Christopher se debía a él, pero aún así temía dejarlo por las tardes a solas con Sana, él había visto a la japonesa en fotos, solamente deseaba encontrársela algún día en la calle y utilizar cualquier pretexto para golpearla hasta dejarla inconsciente.
El coreano aún no sabía hasta donde llegaría todo esto, él quería a Christopher, desde el día uno él había llamado su atención y ahora que conocía su historia no deseaba más que sacarlo de ahí, quería salvarlo de su esposa, cuidarlo y asegurarse de que nada malo volviera a sucederle jamás.
Pero no podía hacer nada cuando Christopher prácticamente se lo había prohibido.
No podía evitar que Sana lo lastimara, solo podía curar sus heridas después de que todo hubiera pasado y eso a Changbin le dolía.
Él supo un poco después la razón inválida del maltrato que recibía su menor y le parecía algo muy cobarde el hecho de que Sana desquitara su coraje con su esposo, él no tenía la culpa de nada, después de todo, Christopher no había decidido no darle hijos, simplemente él no había podido y eso no tenía porqué ser algo malo, tal vez la vida no quería que un bebé sufriera de maltrato como Christopher lo hacía, esa mujer no merecía un hijo, no merecía ni siquiera un esposo, entonces él no podía exigirle nada a Christopher cuando ella era una mujer muy mala.
Además, Christopher era un chico demasiado hermoso como para estar con esa mujer tan insuficiente, él no merecía ser usado como una máquina para procrear, un chico como él se merecía el mundo entero, ¿acaso Sana solamente lo utilizaba para intentar tener un bebé? Eso era injusto, los menudos chicos y mujeres no eran unas fábricas de bebés ni nada por el estilo, una persona que podía concebir vida como él debía ser complacida y Changbin estaba totalmente segura de que alguien como Sana era incapaz de conseguirlo.
—¿Entonces su único propósito es procrear? —Changbin preguntó incrédulo.
—Así es, pero yo no he podido darle un hijo, entonces... Todo ese maltrato es mi culpa
—el menor bajó la cabeza al decirlo.
—Oye, no digas eso —Changbin pidió tomando las manos del contrario mientras buscaba su mirada—. Tú no eres culpable de nada, no vuelvas a decir algo como eso.
—Pero, soy un marido incompleto si no puedo embarazarme.
—Yah, Christopher, esa mujer te ha lavado el cerebro, las mujeres, los hombres, tú... No son una máquina de bebés.
—Pero, Changbin... —Christopher iba a empezar a llorar.
—¿Cuándo fue la última vez que Sana te dió un orgasmo?
Christopher abrió los ojos en grande—. Changbin... ¿Que dices? —él estaba muy sonrojado. Demasiado sonrojado.
—Hablo en serio, ¿hace cuánto no tienes un orgasmo?
—Yo... —Christopher no sabía que responder.
—Diablos, ¿al menos alguna vez te ha dado uno? —Christopher negó con las mejillas rojas.
Y Changbin abrió los ojos en grande.
—¿Me estás diciendo que llevas al menos cinco años sin un orgasmo?
Christopher estaba muy avergonzado, llevaba cinco años de casado, pero antes de su esposo nunca tuvo relaciones sexuales con nadie, su familia le había enseñado que debía llegar virgen al matrimonio y él lo hizo.
—Yo... Bueno... Antes de casarme... Yo no...
—Christopher, tranquilízate —Changbin pidió con una risita al verlo tan nervioso.
—¡Nunca he tenido uno! —él soltó dejándose caer contra el pecho de Changbin, estaba muerto de la vergüenza —. ¿Podemos cambiar de tema?
—Diablos, entonces te acostaste con los menos aptos —Changbin razonó.
—Llegué virgen al matrimonio, ¿podemos cambiar de tema? —volvió a preguntar aún escondido en el pecho de Changbin.
—¿Nunca te tocaste?
—¿Podemos cambiar de tema? —insistió.
—Relájate, estamos en confianza y este tema es importante.
—Pero me avergüenza —él se sinceró.
—Es algo natural, Christopher, pero no es nada natural que tu esposa no pueda complacerte, ¿qué clase de pareja es entonces?
—¡Oye! Es solo que ella está más enfocada en tener un hijo.
—Es solo que es egoísta, busca su propio placer y no le importa nada más que eso.
—Basta, pedí cambio de tema —Christopher una vez más insistió, avergonzado.
—Lo siento —Changbin pidió intentando levantar el rostro de Christopher para mirarlo, pero él insistía en esconderse en su pecho.
—Déjame, estoy muy avergonzado —pidió el menor abrazándose fuerte del torso de Changbin para que este no pudiera alejarlo de su escondite.
Y Changbin rió abrazándolo también.
—Nunca me toqué porque me dijeron que eso era malo —confesó aún escondido.
—¿Por qué sería malo?
—Mis papás eran religiosos y decían que m-masturbarse era malo —él ni siquiera podía decir la palabra sin avergonzarse nuevamente.
—No lo es, es peor entregarse a alguien sin amor.
—Pero aquí estoy, es la vida que me tocó —Christopher se encogió de hombros restándole importancia.
—Eso podría ser diferente —el mayor soltó con total sinceridad.
—¿Cómo? —él quería saber, estaba realmente interesado.
—Pues... —y Changbin también quería decirlo, sin embargo la alarma de Christopher le interrumpió. Changbin debía irse.
Debía dejarlo en manos de esa bastarda con la inseguridad de poder encontrarlo al día siguiente con nuevas heridas de maltrato. Y él no quería eso, le había costado tanto quitarle esas marcas de violencia como para que de un día a otro su esposa le hiciera nuevas.
Pero no podía hacer nada más. Nada más que irse.
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