୨∙୧ :: 𝟎𝟏
Diciembre 7, 2010
18 días para Navidad
—¡Lisa, mira! —gritó la menor señalando con entusiasmo a un costado de la mencionada.
A lo lejos se podía observar cómo aparecía su maestra junto a unos duendes. Los mismos traían dos sacos rojos repletos de cosas, a lo que podían interpretar ambas niñas: regalos de Santa.
La señorita Kim observó a ambas niñas entusiasmadas, por lo que luego de decirle unas cosas a los duendes, se acercó a ellos.
—¡Niñas! ¿Qué hacen acá afuera? Deberían estar en el aula. —reprochó la maestra, a pesar de no sonar como un reproche en sí.
La señorita Kim era conocida por ser muy dulce con los niños, y realmente todos los niños a los que le ha dado clase han mencionado que es su maestra favorita.
Incluso el hijo mayor de la misma, quien se encuentra cursando en los grados superiores, a un lado de la primaria.
—Lo siento... —dijeron ambas al unísono.
—Saben... —dijo fingiendo duda. —Hay una sorpresa para ustedes, pero no sé si debería decirles, uhm...
Ambas niñas se observaron emocionadas, no les llegaba nada a la mente más que los duendes que habían visto segundos antes.
—¿Qué tal si van al curso a ver si llega la sorpresa? —mencionó en propuesta. —Según escuché, Santa vendrá antes esta Navid- —las niñas sin siquiera esperar a que terminara se fueron corriendo a su salón de clases.
Como era de esperarse, todos sus compañeros se encontraban ahí, pero a diferencia de ellas dos ninguno mostraba emoción alguna por algo más que compartir con sus amigos. Así que como buenas niñas que eran, decidieron guardar el secreto y sentarse en su lugar correspondiente.
—¿Qué crees que traigan ahí adentro? —preguntó Rosé, refiriéndose a los duendes y sus sacos.
—¡Muchos juguetes! —exclamó Lisa. —No, no ¡Ya sé!
La tailandesa se emocionó tanto al pensar en su regalo soñado, que llamó la atención de varios de sus compañeros, atrayendo la atención de varios.
—¿Qué sabes Lalisa? —preguntó Irene, intimidando un poco a la mencionada.
Irene solo era otra niña más del aula, pero era inteligente y hábil, siendo la favorita de muchos profesores. En cambio, Lisa no se consideraba alguien inteligente, solo por no poder comprender bien el idioma.
Había avanzado mucho desde que llegó con ayuda de Roseanne, y en cierta parte Irene si era su amiga, pero eso no quitaba que fuera curiosamente más alta que ella y la intimidaba.
—¡Santa me va a traer un perrito! —exclamó nuevamente entusiasmado.
—Yah, Santa no existe. —dijo Irene. —me lo dijo mi mamá.
Tanto Lisa como Rosé miraron horrorizadas a Joohyung, ¡cómo se atrevía a decir eso!
—Seguro Santa te dio carbón el año pasado. —dijo Rosé sacándole la lengua, llevándose a Lisa lejos de donde se encontraba la "anti-espíritu".
En ese momento, entraron dos duendes, los mismos que habían visto cuando se encontraban fuera del aula.
—¡Ho, Ho, Ho! —exclamó uno de los duendes, siendo golpeado levemente por su compañero porque "él no era Santa Claus". Causando obvias risas de los niños.
—Bueno niños, yo soy u-
—¿Esos son regalos? —preguntó Kim Yerim refiriéndose a las bolsas rojas.
Ambos duendes afirmaron lo dicho por la niña, siendo rápidamente atacados por un grupo de niños esperando a conseguir su regalo.
—¡Niños! —exclamó la maestra, quien estaba junto a un camarógrafo. —Santa les ha enviado estos regalos porque son niños buenos, no querrán decepcionarlo, ¿no?
Con esas simples palabras, el aula se mantuvo en orden todo momento hasta la despedida de los ayudantes de Santa.
El lugar se encontraba lleno de envoltura de regalos, sin embargo, la felicidad pura de cada niño superaba cualquier pequeño detalle. Los regalos fueron personalizados, escogidos especialmente por su profesora, quien conocía sus gustos como si de sus hijos se tratase.
Pero claro, esto no lo debían saber los niños, así que shh.
—¿No se supone que ni crees en Santa? ¡¿Cómo obtuviste eso?! —exclamó Lisa como ya era costumbre en ella.
Irene tenía un gran peluche de gato, el cual era casi de su tamaño, por lo que le dificultaba un poco cargarlo.
A diferencia de ella, el par de amigas obtuvieron lo que querían, o no tan así; Lisa obtuvo un perro de juguete mientras que a Rosé le dieron una guitarra nueva, pero en forma de almohada.
—Soy un ángel. —respondió mostrando su hermosa sonrisa, digna de salir en un comercial.
Rosé iba a responder, pero fue interrumpido por la voz de su maestra quien solicitó que todos los niños se pararan frente a ella.
—Cómo ya saben, mañana es su último día acá en la escuela por este año. —mencionó mientras terminaba de guardar unas cosas. —Me gustaría que para mañana escribieran que les gustaría recibir de Santa esta Navidad. ¡No olviden traer lo que les tocó para el compartir! —y sin más, despidió a los menores.
Sus padres ya se encontraban fuera, esperando por ellos para irse a sus casas, en otros casos hacer una parada en algún otro lugar.
Todos los niños salieron corriendo hacia sus padres, enseñándoles sus nuevos regalos entusiasmados.
Sin duda Navidad se acercaba, y la emoción de las niñas eran la prueba de aquello.
—¡No, no voy a poner eso! —exclamó Rosé huyendo de su mejor amiga.
Estaban en la sala de la casa de la rubia, pues los padres de Lisa solían dejar que ambas pasaran más tiempo juntas, y cómo era costumbre, los padres de Rosé ofrecían a cuidar de la castaña hasta que sea necesario.
—¿Entonces qué vas a hacer?
—Querida Jennie... —empezó a decir en voz alta mientras copiaba en la blanca hoja.
La castaña miró confundida a su amiga.
—¡Pero la carta es para Santa, no para Jennie!
—Ujum. —afirmó Roseanne. —Lo sé, pero Santa no me va a traer a Jennie y me gusta tú amiga.
—Pero también es tú amiga. —mencionó Lisa. —Además, ¡ya pediste eso él año pasado!
No pudo evitar escuchar lo último sin que un leve sonrojo pasara por sus mejillas. Había intentado el año anterior pedirle a Santa que le diera a Jennie como regalo, sin embargo, no obtuvo más un par de juguetes insignificantes. Además de que su amiga fue quien pudo conocer a la menor fácilmente, mientras que ella muy apenas consiguió hacerse su amiga.
—¡Pero yo no quiero ser su amiga! —chilló. —Yo quiero que sea mi novia, ¡como Irene y esa chica de cuarto!
—¿Son novias? —preguntó asombrada la castaña. —¡Yo pensaba que eran amigas!
—Pues yo y el señor oso estuvimos vigilándola, ella sabe muchas cosas. —tomó al peluche y lo estiró a la cara de la tailandesa. —¡Vimos que le dio un besito el otro día!
Lisa mostró su asombro, hace semanas la misma Bae le había dicho que tener novias es cosa de niñas grandes, ¿o sea que Irene era ya una niña grande?
—¡Yo quiero ser una niña grande! —soltó Lisa dejando un poco confundida a Roseanne.
—¡Niñas vengan a cenar! —exclamó una tercera voz, siendo reconocida por ambos como la madre de Rosé.
La primera en salir fue Rosé, pero en cambio la castaña se quedó un momento.
—Me dirás todo lo que sabes, señor oso... —dijo en un intento de parecer la villana de alguna película, siendo tierna en el intento.
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