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𝟰 𝘅 𝟭

𝙰𝚍𝚟𝚎𝚛𝚝𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊: 𝚌𝚘𝚗𝚝𝚎𝚗𝚒𝚍𝚘 +𝟷𝟾

(si hay algún error hacérmelo saber porfa, así nos ayudamos <3)

- No me hago cargo de traumas.

- No me funen por escribir esto, no estoy s3xual1zando a nadie, solo son personajes ficticios, x somos chavos.

-Ahora si pecadoras, que DIOS las acompañe.





𝗜'𝗺 𝗵𝗼𝗼𝗸𝗲𝗱 𝗼𝗻 𝘆𝗼𝘂.

A unas millas de su ubicación por la avenida principal que daba al pueblo de Hawkins, la noche reflejaba las tenues luces de los postes y de las estrellas sobre los locales del vecindario. Los negocios que tardaban en cerrar ahora estaban desalojados, el único conjunto de ruido que les acompañaba era el de los pajarracos que volaban entre las nubes y el paso de estos mismos sobre el pavimento. En contra esquina de la biblioteca principal estaba una tienda de farmacéuticos a la cúal se acercaron para acceder. Peter observó por el rabito de las cortinas cerradas, Irisha se limpió la gota de sangre que se deslizó por su nariz aprovechando para entrar al local, la rubia buscó detalladamente en el pasillo de las vendas, pinzas y otros productos para hacer curaciones, por su parte el mayor enfocaba su atención en todo el lugar,asegurándose de que los enemigos no estuvieran cerca. Se sentaron en una esquina para comer, los jovenes se sentaron en el pasillo de comida, para acabar con el malestar del estómago vacío y poder recargar energía. Peter mordía una barra de arroz inflado, la soltó a un lado al divisar a la chica aproximarse con el hilo y la aguja. Con delicadeza se desabotonó e hizo a un lado la camisa, quedando en una simple camiseta. Esta podía ver sus hombros y parte de su pecho, una sensación muy extraña le daba por el abdomen. Bajó la mirada haciendo tiempo para calmarse. Intentaba meter el hilo sobre la aguja.

El contrario le levantó la cara examinando su lenguaje corporal.

–Yo lo hago, déjame ayudarte –retiró con cuidado las cosas de las manos, haciéndolo por su cuenta.

Se quejó de lo pelmaza que se veía, aunque a este le pareciera tierna.
Irisha fue hasta su espalda, limpió con alcohol cuidadosamente la herida. El barniz rojo comenzaba a disminuir con cada gota vertida de etanol. El mayor se mordió el labio por el suplicio del ardor. La pobre temblorosa de la pequeña Fedorov apenas podía concentrarse en curar a un tipo tan apuesto cómo lo era él. No obstante, se perdió unos segundos estúpidamente en sus pensamientos morbosos de cualquier adolescente en plena etapa hormonal, se sentía incómoda últimamente y la razón era que le gustaba Peter Ballard, su amigo.

Pero eso si, le gustaba muchísimo, casi imposible de negar. Peter se llevó la camisa para cubrirse la espalda del sereno frío que había afuera en la calle. Siguieron su camino, hasta meterse a una boutique. Lo primero que tomaron fue una mochila color negro.

En el área de mujeres, Trece escogía atuendos cómodos, a lo lejos notó la sección de pelucas que llamó su atención. Tomó una rubia con diadema para a completar su felicidad, ya que era evidente, extrañaba su cabello.

Peter se vistió de pantalón de mezclilla, una rojiza camisa de manga corta y mocasines negros. Metió ropa interior, y otros accesorios.

Irisha se miró en el espejo del probador, llevaba puesta una falda negra, una chamarra del mismo tono cubriendo una corta blusa celeste. Salió encontrándose a un hombre embobado por su radical cambio. Su rostro sin emoción subia y bajaba por su cuerpo, se la estaba comiendo con la mirada.

–Te ves preciosa –estiró su sonrisa ante la ojivioleta.

Irisha jugó con sus manos temblorosas.
– Gracias –nerviosa– tú también luces -el mayor se acercaba a paso lento- luces... guapo.

El rubio gozó de lo sumisa que era con él, aprovechó su favorable coqueteo para hacerla temblar aún más, haciéndose el de las intenciones inocentes. Irisha no sabía como actuar, le era impracticable contemplar sus cerúlea mirada. Con cuidado esta retrocedió, chocando mano con mano.

Peter por su parte disfrutó el roce de sus dedos, se giró como si nada poniéndola entre un anaquel de ropa y su cuerpo.

–¿Qué haces, pequeña Irisha? –preguntó bastante serio a una distancia diminuta de sus labios- ¿te arrepentiste del plan? no tienes por que temer- lo escuchaba atenta- no te haré daño, tú y yo tenemos que estar juntos, somos parecidos.

La seguridad con la que lo decía hacía que esta se sintiera en confianza, pero había algo que el mayor no entendía, no le temía. En lo absoluto, era la persona en la que más confiaba, y viceversa. Trató de averiguar la respuesta que saldría de la boca de la joven, estaba tensándose la mandíbula, creía que lo abandonaría o lo haría sentir como los demás, un bicho raro. Un milagro le ocurrió en tan sólo un abrir de ojos, pues esta acortó la distancia con un abrazo bien firme dejando caricias dulces en su dorso, este se quedó perplejo. Debido a que estaba hundida en su pecho no pudo fijarse en su parpadeo de confusión, su quijada se ablandó. Finalmente correspondió a su abrazo.

-Ni pienses que te librarás de mi tan fácil -le dijo para aligerar el ambiente.

Se mofó de su comentario.

-Yo no me preocuparía por eso, eres mía ahora -nuevamente esa sensación en el estómago, ¿mariposas? no, no se sentían como tales, era más un irritante escalofrío recorriendo su abdomen. La tomó de la cintura y con su mano libre la agarró del carpo para pegarse a su cuerpo.

-Si, soy tuya -las palabras salieron naturalmente de su boca, quedó inimaginablemente sorprendida de cómo los ojos del mayor eran capaces de atraparlas en su hechizo.

Sus respiraciones se agitaron tanto que Peter no contuvo el apetito de devorarle la boca, su primer beso fue pasional que radiaban como fuego tal y cómo una hoguera. Se aferraba más a su cintura, marcando sus dedos en esta. La dejó llena de besos y chupetones en el cuello, eso le quemaba la entrepierna, moría de ganas por hacerle el amor, pero pronto paró. El ruido de unas sirenas circulando por unas calles atrás.

— Hay que salir de aquí -sugirió Ballard con apuro.

Se echaron a correr rumbo a la puerta trasera con las mochilas bien puestas, cruzaron parte del bosque de Hawkins hacia una casona deshabitada a un par de kilómetros después del depósito de basura. Poco era el eco del sitio, un lugar completamente abandonado, no había polvo aunque se podía olfatear con facilidad un aroma a musgo, sin embargo los muebles parecían estar intactos, había maderas rechinantes en el suelo, y paredes bien pintadas, un buen lugar que tenían para vivir. La puerta tenía un extraño ventanal de cristal con el diseño de una rosa roja. En el piso principal había un comedor con platos para nada empolvados. Ciertamente Peter se sentía en casa, entre los individuos examinaron cada parte de la casa, estaban exhaustos. La energía del lugar volvió con ayuda del descendiente Creel, recorría su antiguo hogar recordando cada cosa de su pasado. Bajó por las escaleras al percibir un olor exquisito. Era una caja de pizza recién orneada. La menor ponía los platos en la mesa.

—¿De donde sacaste eso?-su tono era serio.

—Una camioneta pasó, pero no me vieron -se acomodó un mechón de la peluca.

—No vuelvas a hacerlo, por favor -pidió tratando de no enojarse- salir hoy es peligroso, la policía y tu papá nos busca.

Bajó su sonrisa.

—Lo siento Peter, tienes razón pudieron habernos visto por mi culpa -el mayor le sonrío.

—No me pidas perdón, recuerda que conmigo puedes ser tú misma, nada de lo que te ha pasado es tu culpa así que no le temas a nadie -señala una silla a su lado- mejor siéntate cariño

Sus mejillas se ruborizaron al escucharlo con su hermoso acento británico.

—Mañana yo me encargo de los alimentos, prometo que no te volverás a sentir sola -posó su mano sobre la suya.

—Si, no te preocupes.. saldremos de esta juntos -le sonrío posando su mano encima de la de él. La alejó justo después- ¿te gusta la pizza?

—Hace años que no degusto el sabor de una pizza -con sus dedos trata de sostenerla- maldición ¿Quién inventó esta cosa? no se puede sostener -la chica ríe y lo hace mirarla.

-Sostenlo así -lo hace para que él lo repita- solo lo agarras con diversión y como un salvaje lo comes -lo hace pero se mancha la boca.

Ambos se ríen hasta que les duele el estómago. Le parecía que tenía una risa muy linda.

— Estoy muy cansado, deberíamos subir ¿no lo crees linda? -las mariposas volvieron, luego se quejó- ha sido un día estresante, hasta el cuello comenzó a dolerme.



Se posó tras de él, masajeando sus hombros de atrás hacia delante, se sentía bien. tragó saliva al escucharlo gruñir de placer. Dejó de hacerlo para recoger las cosas en la mesa y subir sin explicación a una de las habitaciones. Había un oso de peluche, muñecas de trapo y vestidos. Con la mirada perdida pensaba si en este lugar habitaba una familia, la silueta de un chico en el espejo la hizo despejar su mente.

— No duermas ahí, se ve que hay mucho polvo y podría causarte una alergia -le comunicó- duerme en la habitación conmigo

— ¿Contigo? -tartamudeó.

— ¿Hay algún problema? yo dormiré en el piso y tú en la cama -ladeó su cabeza- anda, ven

Lo siguió hasta un cuarto más grande, había un tocador con perfumes, un baño propio e incluso las colchas olían exquisito, ¿Cómo es que las personas de esta casa habían abandonado este lujoso establecimiento?

Antes de acostarse Irisha fue a bañarse, ya tenía una pijama que había encontrado en uno de los cajones, se trataba de un vestido largo de tirantes, era suave y tan blanco como las almohadas de seda.

Peter salió del baño con una pijama elegante grisácea. Se recostó en el suelo sin hacer mucho ruido.

— Puedes dormir conmigo -le explicó- te vas a resfriar si duermes en el suelo.

Se sentía mal por él, la excusa del resfriado le fue bien ya que el chico aceptó dormir junto a ella.



Brenner se tocaba la cabeza con un dolor insaciable, estaba estresado por todo lo que había sucedido mientras descuidó el laboratorio.

— Búsquenla con disimulo y oculten cada rastro a la policía -le mandó con urgencia a sus guardias- ¡ahora!

Sus peores presentimientos lo atormentaban con vivacidad. Fue hasta su hija Once y la hizo buscarla.

— ¿Once ves a tu hermana? -se cruzó de brazos y esta negó.

— Muerta, veo.. una tumba -lloró perdiendo sus ilusiones de encontrar viva a su hermanita.





Con la vista al techo Irisha trataba de dormir, teniendo en cuenta que a su lado estaba su interés amoroso no era hacedero. Una voz la interrumpió.

— Vaya vaya, es muy tarde y sigues despierta -reclamó relajadamente- me pregunto por qué será..

Movió su cuerpo hacia ella, pasando sus dedos por debajo de las sábanas deslizando por su brazo, recorriendo con lentitud su vientre, hasta detenerse en la parte de sus bragas, su vista de malicia estaba centrada en el rostro de la rubia, disfrutaba verla apretarse y respirar entrecortadamente, podía sentir lo agitada que permanecía, no tardó en sentir el bulto entre sus piernas. Adentró toda su mano en su parte íntima, desplegó suavemente sus labios y los acarició. Los pechos se le endurecieron, al verla se mordió la boca introduciendo un dedo en ella, la palpitación le estrujó su anular contra las paredes calientes de Irisha. Movió su dedo veloz hacia más adentro, se estaba mojando, metió el segundo dedo, aumentó su velocidad, sentía como su dedo se mojaba, lo hacía una y otra vez hasta que se vino sobre él. una pequeñita ola de orgasmo que la hizo doblegarse, deseaba más.

Peter sacó su dedo y lo lamió. Era su sabor favorito. estaba a punto de voltearse cuando fue sorprendido por la menor. Se le montó encima, sintiendo su gran bulto bajo su órgano sexual. Le desabotonó la camisa.

— ¿Que haces..-se quedó con los ojos en blanco cuando Irisha le besaba del pecho hacia abajo.

Cuando estaba a punto de llegar a otra zona, le levantó la cara para quedar mutuamente cerca, ella se quedó quieta pues solo le besó un pico. Pero ella quería más, estaba ansiosa por compartir el placer.

Se quitó el vestido. Bajó su delicada mano por debajo de su pantalón, le dió un pequeño estrujón a su pene, Peter apretó el ceño al sentir que esta ya estaba tocando directamente su piel, la ojivioleta inexperta lo movía de un lado a otro. Ballard se sentó llevándola del cabello hasta él, ella abrió la boca bien grande para que el grosor lograra entrar, fue impulsada de arriba hacia abajo cada vez subiendo la velocidad, estaba quedándose sin aliento pero no podía parar, la garganta se acostumbró a la situación, ya no tenía tantas ganas de toser. Levantó la vista hacia Peter que la miraba con deseo, le apartó los cabellos de la cara para darle un beso. Tiró de si mismo para tirarle el líquido en los pechos.

La lanzó a las sabanas para que quedara recostada, le abrió las piernas y empezó a dirigirse a su entrada, poco a poco entró en su zona, le quemaba sentirla tan apretada, estaba tan duro que los ojos de ambos estaban blancos. Irisha gritó de dolor pero más de lo bien que se sentía estar siendo follada por Peter. Sus caderas se movían con locura, jalaba a Peter hacia ella profundizando la penetración, el abdomen del mayor le chocaba en su monte de venus, volviéndola loca. Era un experto y no sabía explicar lo bueno que era en la cama. Quién lo diría, dulce por fuera pero salvaje por dentro.

Acabaron hasta que sus cuerpos no pudieron rendir para más. Las piernas de Irisha le temblaban, no de nervios esta vez. Se recostaron boca arriba para tomar aire. La rusa pensó que este la cambiaría después de esto pero fue más que solo una noche, el joven se aferró a su cintura, besó su frente con dulzura y la atrajo hacia si mismo.

— ¿En qué piensas, eh? -el ojiazul le habló con miel al oído al verla inquieta.

— Creo que algún día te cansarás de mi -verbalizó con tristeza en su respuesta.

— Que sea la ultima vez que piensas algo tan estúpido -la regañó con una mirada pesada, nunca le había alzado la voz de tal manera, rozó su nariz con la suya- eres mi mejor compañía, te quiero.

El corazón le latió fuertemente con esas palabras, quería quedarse así entre sus brazos toda la vida.

— Eres ese apoyo emocional que nunca tuve, Peter te amo -le confesó con simpleza.

Si tan solo supiera que él nunca había amado a alguien...

Pese a todo lo que había pasado en su vida, él no fue descortés. Al contrario, le respondió con un besito en la frente, no era mucho de palabras pero ella le importaba, al ver que estaba dormida sonrío admirando lo bella que era su reliquia más preciada. Con ella ese monstruo interior se desvanecía, ¿podría ser su cura? No supo que hacer, se quedó dormido envolviéndola entre sus brazos sin importarle las miles de cosas que pasaban por su mente. Su misión era una, protegerla.

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Como la gran mayoría dijo que querían capitulo explicito pues ahí un poquito, nunca me había dedicado a escribir esto y sinceramente no siento que soy buena con esto pero espero que lo disfruten JAJAJ.

Quedé en subirlo antes pero adivinen a quién le castigaron el cel por andar despierta en la madrugada.

No se olviden de ir a misa los DOMINGOS xd.

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