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𝟮 𝘅 𝟭

𝘾𝙖𝙣'𝙩 𝙩𝙖𝙠𝙚 𝙢𝙮 𝙚𝙮𝙚𝙨 𝙤𝙛𝙛 𝙤𝙛 𝙮𝙤𝙪.

En la planta alta del laboratorio, en una de las oficinas se encontraba un área llena de equipo de sonido y rastreador de llamadas. Quiénes trabajan ahí sabían que si escuchaban algo fuera de de lo común debían de comunicarlo a sus superiores para que estos se hicieran cargo de ello. Las llamadas conectaban a cada teléfono en hawkins por lo que cada conversación dentro del pueblo era escuchada y grabada. Un hombre pelirrojo encontró una llamada un tanto interesante.

- Se comunica al centro de atención del Hospital Psiquiátrico Pennhurst, le atiende el Doctor Hatch, ¿con quién tengo el gusto?

La llamada se queda en silencio por varios minutos.

— Soy George Weing, noticiero de mi propia revista The Spooky, me interesaría entrevistar a Victor Creel.

Victor Creel cayó en el manicomio después de asesinar a su esposa e hija de una manera muy particular, rompió los huesos de sus extremidades. No satisfecho, hundió sus ojos en la misma cuenca. Para quienes estuvieron presentes en la escena del crimen no me puedo imaginar lo traumático que fue.

—Lo siento pero no podemos hacer nada por usted, Creel es un criminal muy peligroso, no recibe visitas.

—Por favor, en verdad quiero investigar su mente criminal y narrar a través del informe su versión de la historia, ya he trabajado con asesinos seriales como Ted Bundy y Albert de Salvo -suspiró- verá soy fiel a esa frase de "cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás"

—Espere un momento.. -se escuchaba que rebuscaba entre sus papeles- señor Weing, puede asistir desde mañana a las nueve de la mañana.

El trabajador del gobierno guardó la conversación en una memoria, para mostrárselo a Brenner.

La chica de ojos violetas estaba realmente cansada, el trabajo había sido más duro que el de los demás, ya que no creció en ese laboratorio ejerciendo sus poderes. Tomó un par de cubos rojos, los puso sobre la mesa. Acomodó sus manos a un lado de ellos con el fin de hacerlos levitar. Estaba decepcionada y un tanto molesta del poco avance que tenía.

Alguien se sentó a su lado, lo reconocía por su aroma.
—Estás haciéndolo mal -tomó su mano, la levantó para tomar uno de los cubos- debes concentrarte en el objeto con la emoción más grande que tengas.

—No creo que pueda hacerlo Peter..

Este se apoyo las mejillas con sus manos, mirando en dirección de la chica.

—Yo sé que puedes hacerlo, piensa en algo que te haga sentir una emoción, felicidad, tristeza o enojo..

La cuestión era que Irisha no tenía idea de que pensar hasta que recordó cuando Peter entró a su habitación, esas cosas extrañas que sentía, la hicieron sonreír inconscientemente, para cuándo se dió cuenta los cubos estaban en el aire, haciendo movimientos suaves.

—Te dije que lo lograrías, ¿en qué pensaste que estabas sonriendo? -el ojiazul preguntó sin dejar de mirarla.

Las mejillas de la menor se ruborizaron, pensó en algo que inventar.

—Un día fui a patinar y me caí frente a todos en la pista, ¿tú has ido a patinar?

El mayor se rascó el tobillo muy tranquilamente, luego habló con la menor.

—Creo que soy malo patinando, no he salido de este lugar, Irisha -suspiró pesadamente- sólo espero que tu si.

Seguido de esto bajó la mirada.

—Podemos escapar juntos, cuándo ese momento llegue, me gustaría que fuéramos a patinar aunque seas pésimo en eso ¿de acuerdo? -la chica levantó su mentón delicadamente, este sonrío y luego ambos se pusieron de pie.

—Ya verás que si saldremos de esta, sólo tienes que hacer lo que yo te diga ¿de acuerdo? -su dulce voz contrastaba con su manipulación.

Las puertas se abrieron, El Doctor M. Brenner ingresó con pies de plomo, inspeccionando cada alrededor hasta fijar su vista en Trece, quién corrió a ponerse en la fila frente a Once, su siguiente acción fue observar detenidamente a Peter Ballard.

—Buenos días niños -saludó cordial, como de costumbre los pequeños enumerados correspondieron al unísono.

Once jugueteaba con su bata, Irisha movía sus brazos de arriba hacia abajo y Dos las parecía matar con la mirada.
El Doctor continuó con su discurso.

—Número Dos abre la puerta por favor, todos salgan ordenados detrás de mi.

Parecían un ganado siguiendo al pastor, daban vuelta en direcciones del pasillo hasta que quedaron frente a una gran puerta color metálico. Llevaba el nombre de Sala de Pruebas. La designación era más atrayente de lo que verdaderamente se trataba. Una sala vacía, paredes de cerámica verdosa y un ventanal de cristal incrustado para observar desde afuera.

— quién gane el duelo recibirá porciones extra de comida -los menores abrieron los ojos de emoción- pasa número seis.

Seis se puso enfrente de Dos, pero fue derrotado con un lanzamiento suave.
Dos estaba ganando todas las partidas, llevaba casi el puesto ganador, hasta que lo pusieron contra Once. La lanzó tan fuerte que se lastimó la espalda.

Trece corrió hacia su hermana que lloriqueaba. Peter también se acercó a ayudarla.

— ¡Once! -Trece la abrazó contra su pecho, la niña lloraba desconsoladamente.

El de cabello cenizo no hizo más que observarlos. Peter enfureció por dentro, era una injusticia

—Once, ¿estás bien? -preguntó Peter revisandóla- ¿puedes moverte? ¡Doctor Brenner llame a un médico!

—Gané -dijo Dos orgulloso.

Irisha apretó sus puños viendo como uno de los guardias usaba su radio para llamar a las de atención médica.
—No cantes victoria, falto yo.

—Pero tu no compites contra mi, te toca con siete -Brenner no dijo nada.

Irisha fue detenida por Peter de inmediato
—Te va a lastimar, mejor déjalo así -la tomaba por la muñeca.

—Yo puedo -se zafó del agarre- papá, déjame competir contra Dos.

Brenner lo pensó.
—Número Dos, prepárate para el ataque.

Una enfermera entró por Once, Peter se puso atrás de la rusa.
—Suerte, tú puedes -le dió unas pequeñas palmaditas en el hombro, después se retiró.

Ahora se encontraban frente a frente. Irisha no estaba concentrada en los sentimientos que le daban cuando Peter estaba cerca, más bien estaba llena de ira, no salía de su cabeza ver a su hermana agonizando, a los enumerados mayores riendo y a su padre haciendo como si nada. Eso la hacía sentirse triste pero también enojada.

-—¿Lista para perder Trece? -el chico se burló, haciendo que Peter lo callara, poniendo la venda en sus ojos- tú y Once son muy unidas, puedo hacer que la acompañes

A la rusa de por sí la sangre le hervía, quemando cada parte de su piel, se sentía lista para callarle la boca a todos, estiró la mano y solo eso bastó para levitarlo, sorprendentemente una luz violeta brotaba de sus ojos cerrados, lo hizo estrellarse de cara contra la pared.

Gritos desgarradores de los niños la obligaron a parar, se asustó de sí misma.

Cuándo se quitó veloz el vendaje, vió  como unos hombres corrían a ella con jeringa automática.
002 milagrosamente seguía con vida, su respiración era tan débil que era casi imposible percibirla. Su nariz estaba completamente destrozada de ella y del cristal escurría sangre a brotes.
Los guardias inyectaron ansiolítico en el cuello de la ojivioleta, por su parte esta se tambaleó, apunto de caer al suelo fue sujetada entre los brazos de uno de los uniformados.

Recuerda haber visto un par de ojos azules, una voz consolándola ínterin sus ojos le pesaban cada vez más, aferrándose a la oscuridad que le invadía la vista.

Tuvo una pesadilla mientras la droga de la solución le hacía efecto, vió a Peter tirado en el suelo de un salón iluminado, gritaba y pedía ayuda. Un grupo de hombres lo estaban golpeando y torturando con electricidad. Le golpeaban el estómago con mucha fuerza y ella no podía hacer nada al respecto, tenía el labio sangrando. Despertó de la nada, Peter estaba a su lado, tocando su frente para medir la temperatura.

—Irisha despertaste dormilona, te veo un poco pálida

La chica no le dió tiempo de pensar, se abalanzó para abrazarlo, este mismo dió un saltito de impresión, frunció las cejas entre su hombro, pasando su mano por su cabeza.

—¿Que tienes pequeña? -la alejó apaciblemente de él- no llores, no estás sola -le limpió las lágrimas.

Al sentir la mano en su mejilla cerró los ojos al instante, se sentía mansa, le agradaba estar cerca de él, era como si el mundo que la rodeaba no importara, solo eran él y ella.

—Te estaban lastimando Peter, traté de ayudar y -se quedó callada- no podía hacer nada.. lo siento tanto -sus lagrimas corrían por sus ojos nuevamente.

—Hey, tranquila -le pasó la mano por detrás de la oreja- no es culpa tuya.. es de papá.

La chica se confundió pero al subir la vista y ver su labio lastimado entendió que no había sido solo un sueño.

—increíble, pequeña Irisha -le sonrió- eres mejor que todos aquí, ¿te das cuenta? posees más habilidades de las que crees, nunca te avergüences de ti misma, el mundo puede ser cruel contigo, pero no debes bajar la mirada ante nadie -finalizó con voz ronca.

—Peter... -sollozó la rusa- tu labio

La ojivioleta estiró sus dedos para acariciar su herida, este le detuvo la muñeca con fuerza, se sobresaltó unos segundos.
Estaba un poco asustada pero pronto el placer de ser sujetada por él la relajó. El par de ojos azules hacían una pequeña guerra con los violetas. No podía dejar de mirarlo y este tampoco bajaba la vista. Se perdió en esos ojos azulinos, notó los diferentes tonos de azul en ellos, cada grieta y fragmento de su detallado iris.

— No -soltó este con una voz menos dulce.

Era obvio que le lastimaba, podía ver en sus ojos todo el dolor al que había sido sometido.

Los cachetes de la rusa estaban a punto de enrojecer, ya sentía que estaban en nivel rosado.

—Ya es tarde, tienes que descansar -se levantó de la silla apoyado de la posadera de esta misma.

Se fué por la puerta dedicándole una sonrisa débil. Ella se quedó recostada en la camilla de enfermería donde Eleven ya no se encontraba.

Pasó una media hora para que la Doctora Elice revisara su estado. Su padre entró con un elegante traje grisáceo y camisa color perla.

—Trece, ¿recuerdas lo que pasó hace rato? -ella asintió- lastimaste a tu hermano

—Pero no lo hice a propósito papá, lo juro, no sabía que era capaz de hacer eso -le suplicó con todas las fuerzas que le quedaban.

Él se sentó frente a ella, en la silla de visitas.

—Cuándo te traje aquí pensé que serías como tus hermanos, pero resulta que tus poderes son demasiado fuertes para que los controles.. ni nosotros podemos hacerlo con simpleza -ella retrocedió- Trece no voy a lastimarte, soy tu padre

Brenner intentó tomar su mano pero esta se lo negó.

— Lastimaste a Peter

— ¿Peter estuvo aquí contigo? -se veía que no le agradó, ella negó- es un joven rebelde, iré a hablar con él

Se levantó con la mandíbula tensa

— ¡Espera papá! él no estuvo aquí, yo lo soñé, vi como tus hombres lo lastimaban y tú estabas ahí sin hacer nada, como lo hiciste con Once

—¿Dices que lo soñaste? -se sentó nuevamente- Elice necesito que le hagas una prueba de sangre, y que la mandes urgentemente al tanque de agua

La doctora sacó una aguja pequeña, llenó unas micropipetas con el líquido carmesí del brazo de la menor y  finalmente acercó la jeringa automática para dormirla.

—¡Papá, no! -suplicaba con horror al ver la jeringa, sus ojos se empezaban a iluminar hasta que apresuradamente le picaron el cuello con la solución.

Su presión subió deliberadamente, la venda de su muñeca cayó al suelo mostrando el número 013 con la piel menos rojiza.

—Es por tu bien hija -sintió a Brenner agarrar su mano hasta cerrar sus ojos.



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Hola buenas, una pregunta seria ¿quieren que haya contenido explícito o que solo de referencias? tipo para poner advertencias +18. 🤠✌🏼

Muchas gracias por leer este fanfic, la idea me vino a la mente al ver la serie y pues jajdjsja una disculpa si no es de su agrado.

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