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Christopher escuchaba los suspiros tranquilos que el menor dejaba salir entre ratos por la manera tan cálida y calmada en la que acariciaba su piel con un par de dedos; iba lento, deslizando dos dedos desde la curva de su cintura hasta llegar a su cadera donde tocó delicadamente con sus nudillos, haciendo círculos imaginarios. Minho estaba acostado de lado, dándole la espalda, permitiendo que lo tocara sin ninguna queja porque cada vez que tenían sexo terminaba tan satisfecho que ese tipo de caricias se sentían deliciosas y reconfortantes.

— Eres hermoso, ¿lo sabías? — le susurró, sin dejar de observar las líneas blancas que estaban formadas en sus caderas y parte de sus nalgas. Había un par de lunares también por su espalda, un par de rollitos que se formaba en su cintura al tener una pierna doblada.

— Eres el único chico que piensa que mis estrías son hermosas.

— Eres bonito, qué importa algo tan normal como las estrías. Aparecen porque tu piel se estira cuando subes y bajas de peso, es natural — le respondió sin dejar de delinear las rayitas blancas con cuidado. Se acercó todavía más, acercando su cuerpo desnudo hasta que su pecho tocó su espalda y su pene estuvo en medio de sus nalgas, aunque no hizo nada por hacer algo sexual, simplemente lo abrazó desde atrás y besó su hombro, dejando su mentón descansar ahí —. Me gustan así como son — le susurró juguetón, apretando una de sus nalgas antes de darle una nalgada que las sacudió. Escuchó a Minho reírse, pero suspirando al final como si estuviera resignando, girando un poco su cuerpo para poder mirarle el rostro con una pequeña sonrisa.

— Ya no podemos hacer esto... esta será la última vez que tengamos sexo.

— ¿Por qué?

— Yo... estoy viendo a alguien.

Christopher se quedó callado un momento, solo mirándolo antes de moverse y que el colchón rechinara un poco ante eso. Minho se acomodó mejor, sentándose como él con la sábanas cubriendo su desnudez.

— ¿Estás viendo a alguien? ¿Desde cuándo?

— No hace mucho... solo nos estamos tratando por ahora.

— ¿No están saliendo oficialmente?

Minho negó, bajando la mirada a sus manos. — Me gusta él... es un buen chico...

— ¿Quién?

— Se llama Chan, Lee Chan. Es un viejo compañero de escuela, lo volví a ver en una de las reuniones que hacen mis amigos, así que... empezamos a tratarnos. Él es bueno conmigo y creo que de verdad le gusto... y él también a mí.

Christopher asintió, entendiéndolo, sonriendo para darle un poco de apoyo. Le dijo que se sentía feliz por él, recibiendo la sonrisa, aunque por dentro realmente no lo estaba.

La manera en que se conocieron fue casual; hace un par de años atrás, fue durante una fiesta de un amigo en común, Hwang Hyunjin, y aunque el ambiente era divertido y alegre en el lugar, ambos, de algún modo, estaban algo aburridos en la barra de bebidas que habían colocado en la sala. Minho fue el primero en acercarse a Christopher, preguntando si se divertía, obteniendo un ligero coqueteo de respuesta, antes de que decidieran salir del lugar a buscar su propia diversión juntos. Claro, la atracción que habían tenido hacia el otro fue suficiente para llevarlos a la pieza de Chris, la más cercana, donde tan pronto como colocaron un pie dentro, Minho fue el primero en lanzarse a su boca. Fue una noche divertida.

Ambos tenían claro una cosa en ese momento, sería sin ningún compromiso, solo dos adultos teniendo sexo para su propio placer sin buscar algo más. Sin embargo, mientras Christopher le ofrecía el desayuno la mañana siguiente y Minho aceptaba gustoso muerto de hambre, la química se sintió por el aire cuando comenzaron a hablar sobre ellos. Sobre lo que hacían, cómo conocían a Hyunjin, sus gustos, riéndose juntos, hasta que ambos quisieron quedar de verse en algún otro momento. Cualquiera pensaría que estarían en algo, que con el tiempo terminarían anunciando una relación, pero para sorpresa de sus conocidos, solo se habían hecho muy buenos amigos.

Amigos que a veces tenían sexo cuando alguno de los dos tenía ganas.

No había sido muy seguido pero sí bastante recurrente, con el tiempo se volvió como una rutina en su amistad, que de cierto modo no hizo ningún hoyo. Podían pasar de gemir fuerte y venirse en el otro para terminar bromeando como si no estuvieran desnudos y llenos de fluidos mutuos. Tampoco lo hablaban mucho o le daban tantas vueltas, para ellos era tan normal que ninguno le daba demasiado importancia.

Durante cinco o seis años de amistad, esa fue su dinámica; cuando estaban solos no lo pensaban demasiado para tener un poco de diversión juntos, y cuando alguno conseguía pareja, entonces lo detenían.

Así eran ellos.

El mejor amigo y el mejor amante en un solo paquete.

A excepción de los sentimientos de Christopher.

Para nadie era sorpresa lo que sentía por Minho, Hyunjin fue el primero en saberlo. Un día, el Bang mayor había ido a la pieza del menor para hablar de su nuevo sentimiento descubierto, contándole que con el tiempo se había dado cuenta que probablemente Minho pudiera gustarle más de lo que decía. Todos sabían sobre el trato de amigos con derecho que ellos tenían, y muchas veces le dijeron a Christopher que en algún punto aquello solo acabaría por hacerle daño y a pesar de saber esa consecuencia, él no quiso detenerlo.

Le gustaba cuando Minho se encontraba caliente y era él la primera persona a la que pensaba, era Christopher la primera persona en buscar cuando tenía ganas de intimidar. Le gustaba pensar que al menos esa atracción sexual poco a poco se convertiría en algo más, que el cariño amistoso que ya le tenía podría alcanzar un nivel romántico. Christopher siempre fue un chico cursi a pesar de lo que podría dejar ver, incluso cuando mucho tiempo atrás, antes de Minho, nunca buscó una relación seria y solo iba por ahí buscando a alguien para jugar sin compromisos, en el fondo también quería a alguien con quien divertirse de otro modo. Alguien con quien salir por ahí, reírse, tomarse de las manos y besarse por largos minutos sin escalar una línea sexual, Christopher también buscaba a alguien de quien enamorarse.

Encontró a Minho.

Y aunque entendía que Minho no compartía el sentimiento, al menos no de la manera en que él desearía, no dejaba de ser un poco doloroso saber que ya había alguien más.

Nunca conoció al chico, no en persona desde hace más de dos meses en que lo mencionó, cada vez que intentaba convencer a Lee para que se lo presentara, ponía una excusa tras otra para impedirlo, como si quisiera ocultarlo o si el tipo no quisiera saber nada de él. A decir verdad, también había dejado de hablar o decir tan solo su nombre por tanto tiempo después que por un instante creyó que había desaparecido de su vida, y como Minho tampoco había detenido las acciones cariñosas hacia él, la esperanza creció.

Pero no fue por mucho.

Había ido tanto tiempo a la pieza de Minho que perfectamente recordaba la clave de seguridad al derecho y al revés, por lo que fue cosa de nada levantar la tapa del código de seguridad para comenzar a teclear los números y escuchar un pitido antes de que la cerradura se abriera junto a la puerta automáticamente. Entró en silencio, quitándose la gorra de la cabeza para dejarla en el perchero a un costado de la entrada, seguido de quitarse los zapatos de calle para ponerse las pantuflas grises que Minho dejaba para él en la zapatera pequeña pegada a la pared a un lado, caminando por el pasillo principal hasta adentrarse a la sala donde escuchó la tele encendida.

Minho no se preocupó ni se inmutó mucho por su presencia, solo siguió mirando la televisión frente a él mientras disfrutaba de una paleta de dulce sabor cereza, demasiado concentrado en la pantalla que ignoró la voz que le saludó e hizo eco por su departamento y los pasos que se acercaron luego. Al menos así fue hasta que sintió un par de dedos quitarle su dulce de la boca de un jalón suave pero rápido para esquivar su mano que intentó resistirse.

— ¡Oye, estaba comiendo eso! — se quejó, haciendo un puchero después, escuchando a Christopher reírse antes de mirarlo llevarse su dulce a la boca — Era mío...

— ¿Lo quieres de vuelta? — se lo ofreció, pero Minho negó con una mueca asqueada.

— Ew no, ya lo chupaste. Tiene tus babas.

Christopher se rió más fuerte, acomodándose en el sofá junto a él, rodeándole los hombros con un brazo. — Por favor, has tenido mi baba en tu culo antes, esto no es nada.

— Asqueroso — con una mano le volteó la cara, con si fuera una cachetada, aunque solo fue un simple toque juguetón.

— Esto es aburrido, ¿por qué lo ves? — Minho se encogió de hombros ante la queja de Christopher por la película que estaba viendo en la televisión por cable. El menor se encogió de hombros, sin darle mucha importancia.

— Me dio flojera buscar el control.

Christopher se rió, sabiendo lo flojo que podría llegar a ser el chico. — ¿No quieres divertirte un poco? — sugirió con un susurro bajo, profundo, acercándolo con el brazo que seguía sobre sus hombros e inclinándose hacia su oído para decírselo. Sintió el cuerpo de Minho reaccionar, los vellos erizándose, un suspiro que escapó de los delgados labios cuando decidió aventurarse a besuquear su cuello con calma después de quitarse la paleta de la boca. Fue como algo automático, como una costumbre de su cuerpo al ir directo a intentar buscar algo como siempre había sido, pero...

— No puedo... — no duró mucho para que lo alejara un poco, teniendo el rostro confundido de Christopher sobre él — yo... estoy con alguien, ¿recuerdas?

No, no lo recordó en ese momento, lo había olvidado por completo. Christopher cerró los ojos como si fuera duro de aceptarlo, separándose un poco pero todavía estando cerca del menor, asintiendo lento al final.

— Lo olvidé un segundo... no hablas más de él así que... por un instante creí que ya no había más Chan.

Minho miró por todas partes, buscando entre los sillones el control remoto de la televisión, alzándose con pereza de su lugar al encontrarlo en el sofá individual. Después de apagar el sonido de la televisión, se quedó un momento en silencio, pensando bien en lo que diría. — Es oficial ahora... hace una semana...

— ¿Y por qué no me habías dicho?

— Quería esperar a que fuera oficial... no lo sé... quiero ir en serio y quería esperar un poco, ver cómo iban las cosas antes de contártelo.

Christopher lamió sus labios e hizo una mueca apretada, volviendo a asentir mientras dirigía sus ojos hacia la pantalla en silencio. Veía la película pasar, los actores aparecer, pero no estaba ni de cerca a estar interesado en saber lo que sucedía en el filme, solo podía concentrarse en esa sensación pesada en su pecho, en lo amargo que sabía enterarse que ya no había nada más que hacer ahí si ahora era oficial.

— ¿Sabe de nosotros? — por un segundo tomó a Minho desprevenido, obteniendo un ceño fruncido del menor junto a él — Ya sabes, de lo que somos... ¿le contaste sobre mí?

— Sabe que eres mi mejor amigo.

— ¿Y sabe que nos hemos acostado? — le observó por fin, esperando una respuesta. Minho se tomó su tiempo para responder, sin mirarlo. No necesitó que hablara, la expresión en su rostro era suficiente para saber que no, Chan no estaba enterado de nada. — No lo sabe.

— No creí que fuera necesario hablar sobre con quién he follado antes.

— Tienes razón — sonrió sin ganas, tratando de ignorar esa presión en el pecho —. Necesito fumar... ¿tienes un encendedor?

— No me gusta que fumes en el departamento, lo sabes.

— ¿El encendedor?

— En la habitación.

— Bien — Christopher se levantó, ignorando la mirada molesta sobre él —, me iré al balcón, quiero estar solo un minuto.

Minho no lo siguió.

꒰🌷꒱

— Deberías terminar con él — fue la primera vez que Christopher se lo dijo. Tenía una cara neutra, o al menos eso había querido tener para ocultar su molestia al escuchar la historia acerca de su novio dejándolo en un segundo plano, otra vez.

Hace unos meses atrás, Minho le contó que su chico lo presentó ante unos conocidos, que se habían encontrado en una cafetería por casualidad mientras desayunaban, como si fuera su amigo cercano y no su novio. Se sintió un poco herido por ser, prácticamente, negado, así que no dudó en contarle el descontento que tenía a su mejor amigo Christopher. Después de eso, no pasó mucho tiempo para que otra nueva anécdota fuera contada; como esa donde varias veces le insistió a Chan en que fueran con sus padres para presentarlo oficialmente y en cómo cada una recibió una negación. Bang comenzaba a sentirse un poco irritado cada vez que una nueva historia como esas salía de la boca de Minho con un tono enojado y dolido, no había dicho nada en ninguna de las veces en que Lee llegaba con él para relajarse un poco y poder quejarse en paz, pero en esa ocasión las palabras salieron solas.

Pudo haber sonado como una sugerencia sincera que daría un buen amigo como quiso que fuera interpretado, pero en el fondo se lo estaba suplicando. Termina con él, déjalo, quería pedírselo con desespero, porque dolía como la jodida mierda escucharlo tan triste y desanimado por alguna pendejada que el chico hizo, porque le enfadaba tanto que no le diera el trato que se merecía. Puedo hacerte feliz, solo termina con él. Pero no, no podía decírselo en otra intención, no podía implorarlo, porque:

— Creo que solo debo darle tiempo... sé que me quiere y yo lo quiero... sé que esto puede funcionar.

No había nada más frustrante que callarse todos tus sentimientos hacia alguien tan ciego e ingenuo como lo era Minho. Termina con él y quédate conmigo, por favor. Quería gritarlo, solo una vez.

— Voy a la tienda — dijo a cambio, sin ánimos, levantándose del sofá para dirigirse a la puerta.

— ¿Por qué? ¿Qué vas a comprar?

— Cigarrillos.

Silencio.

Sabía que Minho lo miraba enojado, pero en ese momento mientras se colocaba sus zapatos para salir no le importaba un carajo. Quería relajarse un rato y olvidarse de ese amargo sentimiento que seguía aferrado en su pecho.

— Compra mentas si vas a volver, sabes que-

— No te gusta el olor, lo sé Minho — interrumpió, abriendo la puerta —. ¿Quieres que te traiga algo?

Minho lo pensó en silencio, mirando los ojos cansados de Christopher, tristes, sus rectos labios en una línea tensa. No sabía lo que pasaba por su mente, pero sabía que en serio necesitaba tanto ese cigarrillo porque podía notarlo tenso, tan tenso como había estado las últimas semanas, y aunque no le gustaba la idea de que fumara no podía hacer mucho para tratar de que lo dejara. No quería que se consumiera solo en el humo o que regresara a casa con esa cara decaída, no quería que se alejara así, por lo que al final:

— Trae pizza — le pidió con una sonrisa, intentando convencerlo de que debía regresar para pasar el resto del día con él —, buscaré una película en lo que vienes, ¿uhm?

— Uhm — afirmó antes de irse.

Minho se sintió tranquilo cuando después de treinta minutos, Christopher entraba por la puerta con una caja de pizza en manos.

Olía a mentas.

꒰🌷꒱

— Sabes que odio tanto que fumes en el departamento, dejas el jodido olor.

Escuchó su voz quejarse desde atrás, un tono realmente molesto, junto a los pasos acercarse hasta que una mano se asomó por su vista antes de que quitara el cigarrillo de su boca. Minho resopló una vez a su lado, apoyando sus brazos en los barandales del balcón en la habitación del menor, llevando el porro a sus labios, dando una calada. Christopher sonrió al ver el humo ser soltado; Lee se veía agotado, quizás emocionalmente, y también se veía tan fastidiado por las cejas juntas y los labios aplanados, además del hecho de que estuviera fumando cuando él lo odiaba tanto. Solo lo hacía cuando lo veía a él haciéndolo y estaba harto de todo. Durante las últimas semanas, Minho había estado tan extraño; molesto, irritado, harto. Iba a buscarlo para pasar el rato, prácticamente usándolo para calmar el enojo, para reírse un poco y olvidarse un segundo de la vida afuera de ese lugar seguro que había hecho en Christopher.

Siempre era por dos razones, aunque una más que otra. Cuando iba con él, o buscaba sexo o buscaba cariño.

Últimamente buscaba cariño.

— ¿Por qué tan molesto? ¿Tu chico hizo algo?

Minho apretó la mandíbula, el humo saliendo de sus labios al momento de contestar: — Chan me canceló otra vez, dice tener cosas más importantes que hacer en el trabajo.

— Uhm...

— Yo lo entiendo, también tengo trabajo y eso, pero, ¡cinco veces seguidas! ¿Está tan ocupado que no tiene ni cinco minutos para mí? Yo siempre busco un lugar vacío en mi agenda para darle tiempo, ¿por qué él no puede hacer lo mismo?

Dio otra calada, enfurecido, el humo se escapó por su nariz, como un toro encendido de rabia en las caricaturas. Christopher lo observó atento, solo permitiendo que acapare todo su cigarro. Al menos una parte, porque después se lo quitó de los dedos y dio una calada, expulsando el humo hacia el frente, en el vacío de la noche que se veía desde el balcón del tercer piso en el edificio donde Minho vivía y del de prácticamente Christopher también por todo el tiempo en la que se pasaba ahí. Era su segundo hogar, pasaba más tiempo ahí que en su propia pieza y a Minho en verdad no le importaba, porque después de todo lograba hacer desaparecer la amarga molestia hacia Chan.

Lee Chan, el novio joven y empresario que no había tenido la oportunidad de conocer todavía pese a tantos meses, quizás siete u ocho, que Minho había estado saliendo con él. A Christopher no le importaba saberlo, solo sabía que ellos tenían un único problema: el tiempo. Chan, menor que Minho por un año, tenía un importante papel en una empresa que fabricaba uno de los mejores vinos del país, al ser hijo de uno de los grandes socios de la compañía. Adinerado, claro, pero Minho no se fijó en ello; dice haberse enamorado de Chan como persona, un chico sociable, carismático, dulce y muy atractivo. "El mejor partido que se pudo haber conseguido". A Christopher no le caía mal, reconocía que era un buen tipo pese a todas sus cagadas y pese a que no lo conocía en sí, pero le molestaba de sobremanera que no valorara a Minho lo suficiente; ¿trabajo? ¡Claro! Podía entenderlo, al tener un puesto importante en una gran compañía debía tener muchísimo que hacer, pero Minho también trabajaba en un lugar atareado. Era asistente de la cabeza de una gran editorial, así que siempre venía de aquí para allá hasta la cabeza de estrés por tanto que debía entregar y ordenar. Christopher sabía a la perfección que incluso así, él decía la verdad, Minho sí buscaba un hueco en su agenda para pasar tiempo con su novio a pesar de estar ahogado en tanto papeleo.

Entonces, ¿por qué Lee Chan no podía hacer lo mismo?

Christopher estaba seguro de que si estuviera en el lugar de ese tipo, haría todo para hacer feliz a Minho. Nunca, nunca lo dejaría de lado sin importar nada.

Minho sería su prioridad.

— No lo necesitas, bebé, termina con él — Christopher le dijo otra vez (¿cuántas veces se lo ha dicho ya? Perdió la cuenta), dejando que Minho le arrebatara el cigarro de nuevo de la boca, pasando un brazo por sus hombros —. Me tienes a mí, es todo lo que necesitas en tu vida.

Minho sonrió, dejando caer el porro al suelo antes de pisarlo y así apagar la colilla, soplando el humo hacia fuera del balcón. — Estás drogado.

— Oye, yo ni siquiera lo probé mucho, te lo acaparaste todo.

— Debes dejar de fumar, te hará mal.

— ¿Me dices eso después de fumar conmigo?

— Dame la caja — le pidió alzando una mano —, sé que no fue el último.

Christopher resopló, sacando la cajita medio llena de sus bolsillos para entregársela, a lo que Minho lo tiró al bote de basura que había en el balcón y que habían puesto ahí para cuando Bang salía, precisamente, a fumar. Minho le escuchó maldecir en voz baja, pero lo ignoró por completo, apoyándose en el barandal para ver la noche sobre ellos; los edificios y casas con las luces encendidas, los puntitos de colores que eran los automóviles al pasar, los árboles moviéndose por el viento y unas cuantas estrellas que apenas se podían ver por la contaminación lumínica. Christopher admiró su perfil; con una nariz recta, su regordete labio resaltando como un eterno puchero, el mentón fino y ese cabello oscuro que hacía poco de un mes recortó. Era muy bonito.

— ¿Por qué no lo dejas? — siempre que le preguntaba eso, Minho respondía:

— Me gusta... a pesar de todo.

— No parece luchar por ti como tú lo haces por él.

— Lo sé.

— Entonces termina con él — era su frase favorita para decir cada vez que lo escuchaba quejarse de él. Todavía lo tenía abrazado por los hombros, por lo que bajó su brazo hasta rodear su cintura y pegarlo un poco más a su cuerpo, acercándose también a su cara. Minho no se movió ni le pidió que se alejara cómo cada vez que intentó hacerlo antes, solo siguió observando el paisaje nocturno tras su balcón.

— Tengo novio — murmuró cuando sintió un besito húmedo en su cuello, pero contradictorio a sus palabras, ladeó la cabeza para darle espacio —. No podemos hacerlo otra vez, Chris, lo sabes.

— Uhm... entonces termina con él.

— Chris...

— Él no te quiere lo suficiente, no lucha por estar contigo.

— Está ocupado... ngh — no pudo evitar gemir al sentir una mano adentrarse en los pantalones de vestir que se había puesto para la cita cancelada a último minuto, apretando una de sus nalgas. Christopher movió su cuerpo como una marioneta para ponerle de frente, apoyando su espalda en el barandal, siguió besándole el cuello mientras uno de sus dedos acariciaba su borde con cuidado, sintiéndole extrañamente húmedo.

— Yo debería estar haciendo un informe... pero estoy aquí contigo.

— Es diferente... — otro gemido salió cuando ese dedo hizo una suave presión logrando entrar fácil, tan fácil que hizo a Christopher reír sabiendo el porqué. Ni siquiera le importaba estar fuera, en el balcón, los besos de Christopher en su piel lograban borrar ese detalle.

— Estuviste jugando solo, ¿verdad? ¿Por qué no me esperaste?

— No puedes...

— ¿Por qué no? Hace un tiempo estaba bien que jugara aquí, ¿cuál es la diferencia ahora?

— Chan...

— Mmh... él podrá ser tu novio, ¿pero te hace gemir así? ¿Hace cuánto que no tienen sexo, uhm? Este lugar ha estado tan solo últimamente que quisiste jugar tú solito, ¿no es así?

Rojo hasta las orejas, Minho volteó la cabeza para no tener que ver sus ojos, aunque eso provocó que Christopher sacara el dedo y apretara sus nalgas, alzándolo para enredar sus piernas en su cintura y así entrar al departamento. Dejó que lo acostara en el sofá de la casa y se colocara encima, metiéndose entre sus piernas. Los pantalones fueron lanzados hacia alguna parte, y Minho no se quejó por ello, simplemente permitió que lo hiciera, porque también lo quería. Lo quería tanto que era evidente, su cuerpo lo buscaba, relajado ante su toque, ardiendo. Hacía tanto que Chan lo tenía desatendido que había recurrido a jugar consigo mismo para lograr calmar las ansias y el coraje de ser rechazado tantas veces.

— ¿Él sabe lo mucho que te gusta ser comido, uh? — ni siquiera le dio tiempo para responder, porque dio vuelta a su cuerpo para abrir sus nalgas y hundir la boca entre ellas, dando una larga lamida en su borde, escuchándole gemir encantado. Minho apretó las manos en puños, cerrando los ojos, alzando las caderas como si fuese a ayudarle a buscar más, porque le encantaba tanto que hiciera eso. Que Christopher lo hiciera. Chan nunca quiso hacerlo, siempre dio excusas para negarle eso a pesar de pedirlo tantas veces — Usaste el lubricante de fresa, me gusta ese.

— Lo sé.

— ¿En quién pensabas mientras te lo ponías? ¿En él? ¿Pensabas en sus dedos preparándote con mi lubricante favorito? — tal como lo dijo, hundió dos dedos dentro que se deslizaron por el lubricante que quedaba y su propia saliva, escuchándole tomar aire — ¿Él también usaba su lengua?

Un gemido largo se escapó al sentir la humedad de la lengua, sintiendo la barba creciente rozarle la piel también. Christopher lamió y chupó, mientras sus falanges se movían lento, abriéndose y girando lento para estirar sus pliegues ya dilatados. Los dobló, tocando partes sensibles que lo volvían loco del placer, jadeando y murmurando maldiciones con voz bajita. No, Chan no hacía eso, él no supo tocarlo de ese modo como lo hacía Christopher. Bang era poder, sensualidad y un ardiente deseo, apasionado; mientras Chan era dulce, tranquilo, pero miedoso. Siempre tuvo miedo de ser duro, de presionarlo demasiado fuerte, de rodear su cuello con una mano, de palmear sus muslos, pero Christopher no. Si se lo pedía lo hacía con gusto, porque sabía que le encantaba que fuera fuerte. Porque no importaba que tan duro fuera en el sexo, con Christopher siempre había cariño fuera de eso. Siempre le gustó eso y por esa misma razón es que había aceptado el acuerdo de amigos con derechos que decidieron hace años.

Christopher siempre estuvo ahí para él en todos los aspectos posibles. Actuaba como un amigo fiel todo el tiempo y después se convertía en el perfecto amante que cualquiera soñaría, por ello siempre acababa volviendo a él cada vez que terminaba con alguien.

— Ow mírate, necesitas tanto una polla — se burló al verlo mover las caderas hacia él pidiendo más, dando palmaditas suaves en sus nalgas, inclinándose para dar una mordidita juguetona —. Él no supo satisfacerte, ¿verdad?

— Christopher... olvídalo... concéntrate en mí.

— Promete que lo dejarás.

— Chris...

— Vamos, solo déjalo — Minho escuchó ropa caer al suelo, sintiendo después algo duro y caliente deslizarse por la separación de sus glúteos, haciendo una leve presión antes de alejarse —. ¿Lo hicieron sin condón?

— No lo dejé... jamás.

— Dime que lo terminarás, ahora.

— Chris-

— Mira lo bonito que te ves tan entregado a mí — se inclinó sobre su cuerpo, pegando su pecho en su espalda, dándole golpecitos con su miembro erecto, escuchando la respiración de Minho acelerar. Se acercó a su oído, atrapando el lóbulo con sus dientes, posicionándose en el borde que se contraía en busca de algo con lo que llenarse —. Dime que te quedarás conmigo, solo conmigo. No lo necesitas cuando me tienes, ¿verdad, Minho-yah? ¿Soy el único al que necesitas?

Terminó asintiendo rápido, con el pecho levemente agitado, girando la mitad de su cuerpo para lograr verle el rostro y acunarlo con una mano, buscando su boca casi con desespero. Christopher se rió por ello, pero dejó que lamiera su labio inferior y le besara después, duro y fogoso. Apasionado. Como el hombre sediento probando una gota de agua después de semanas.

— Métela, solo jódeme ya — susurró sobre sus labios.

— Termina con él.

— Lo haré... lo dejaré, tú eres el único al que necesito en mi vida.

Christopher sonrió satisfecho, ganándose un jugoso gemido de esos apetecibles labios cuando finalmente se introdujo, lento, escuchándole sisear por el leve escozor de ser expandido por algo más grande que sus dedos. Volvió a besarlo, buscando distraerlo hasta que estuvo por completo dentro después de presionar con cuidado; duro, caliente y húmedo.  Minho sonrió en su boca, jadeando al sentirlo deslizarse fuera con suma lentitud antes de regresar del mismo modo. Bang se aferró a su camiseta, siendo cada vez más y más duro, rápido, piel chocando con piel, con Lee dejándose llevar libremente, sin importarle un carajo ser demasiado ruidoso. Con Christopher siempre era así, siempre había mucho ruido por cada rincón, nunca se contuvo como lo hacía con Chan; con él siempre debía reprimir sonidos altos porque el edificio donde el chico vivía no permitía escándalo, y Chan siempre pensó que era vulgar ser ruidoso.

A Christopher le encantaba el escándalo.

Estaba mal compararlos, estaba jodidamente mal hacerlo mientras engañaba a su novio con su mejor amigo, pero no podía evitar hacerlo. Christopher no era Chan y por ello siempre volvía a él; una vez más, Bang le daba todo lo que Lee nunca pudo darle en todos los meses de relación, se lo daba incluso muchísimo antes de conocer a su actual (y pronto ex) novio. Había afecto, sonrisas, la atención que necesitaba, la comodidad que anhelaba. Se sentía cálido, en paz, cuando estaba con Christopher todo estaba bien, no importaba qué tan mal hubiese sido su día si al final iba a estar Christopher ahí. Nunca fue únicamente sexo ni solo amistad, siempre supo que había algo más que eso, que quizás Bang lo quería más allá como él lo hacía.

Que le gustaba como él lo hacía.

Tuvo miedo de preguntar, de hacer las cosas incómodas, de ser rechazado y que todo lo que habían forjado juntos se volviera tenso. Pensó que si salía con otras personas probablemente terminaría olvidándolo.

Le gustaba Chan pero no lo suficiente.

No como Christopher.

El teléfono de Minho empezó a vibrar y a reproducir el tono de llamada predeterminado desde el mueble alto donde descansaban las lámparas, por lo que Christopher lo tomó en manos para ver de quién se trataba. Ni siquiera dejó de arremeter contra él, se rió desde atrás al leer el nombre en la pantalla, diciendo:

— ¿Debería decirle a ese estirado que estás ocupado ahora?

— Solo... déjalo... no contestes...

La sonrisa burlona siguió todavía en su rostro al dejar la llamada correr, pero no quedó ahí, el novio de Minho volvió a llamar y con eso Christopher murmuró: — Si tanto insiste, contesta, bebé.

Minho se mordió el labio para aguantarse un gemido, pidiéndole que se detuviera, pero conocía a Christopher lo suficiente como para saber que era un cabrón. No se detuvo, y pese a ello, atendió la llamada.

— Amor, acabo de salir del trabajo, ¿todavía quieres salir? — Christopher rodó los ojos al escuchar el altavoz. Bajó la velocidad, pero no se detuvo por completo, inclinándose para escuchar más de cerca. Y aprovechando para besar su cuello.

— No... ahora no.

— Vamos amor, la reservación está hecha desde la semana pasa-

— Estoy ocupado ahora... n-no tengo... tiempo...

— ¿Ocupado con qué? Oye, en serio lamento cancelarte a último minuto pero debía arreglar algunas cosas del trabajo y logré hacerlo a tiempo, vamos, todavía podemos salir.

— Dije que estoy ocupado.

Su voz salió tan seria y firme que hizo a Christopher sonreír y a Minho sorprenderse por no quebrarse en algún gemido, porque Bang estimulaba sus tetillas con sus dedos al colocar las manos bajo él, con sus caderas yendo jodidamente lentas para no crear ningún ruido fuerte.

— Minho-

— No... no puedo estar cuando tú quieras... tú nunca estás cuando yo quiero... eso no es así.

— Lo sé y lo lamento mucho, déjame recompensarlo con esto, por fa-

— Se acabó Chan, déjalo — Christopher sonrió en grande sobre su hombro derecho ante las palabras tan seguras de Minho, caliente, se alzó de nuevo a su nuca con tal de dejar suaves y húmedos besos cariñosos como si fuera un premio por su valentía que Lee aceptó gustoso, cerrando los ojos.

— Eso... ¿eso qué significa?

— Significa que no llames de nuevo — Christopher respondió esa vez, hablando alto y profundo, dando una estocada fuerte que casi deja salir un jadeo si no fuera porque Minho mordió su labio inferior.

— ¿Quién eres tú?

— Soy la razón del porqué Minho te está dejando.

— ¡Oh! — el aludido alzó la voz sin querer contenerlo más, lloriqueando alto, el chapoteo obsceno haciendo eco cuando Christopher comenzó su ritmo rápido — E-estoy... estoy tan cerca, bebé... hazme venir ~ uhm...

— Vamos bebé, déjale escuchar un verdadero orgasmo.

— ¡Hijo de pu-!

Antes de que pudiera terminar, Minho se corrió con un poderoso y escandaloso gemido gustoso y alargado, retorciéndose bajo él, el semen manchando las sábanas y las paredes anales apretando alrededor de Christopher, quién siseó por ello, frunciendo las cejas porque comenzó a ser difícil de balancearse. La llamada siguió corriendo y a ninguno le importó un carajo, no cuando Minho solo podía respirar fuerte y agitado por la sobreestimulación, dejándose usar para que Christopher alcance su propia liberación que no tardó demasiado en llegar. Se dejó venir fuera con un gemido profundo, masturbándose para ayudar a qué todo saliera sobre las nalgas que Minho se encargó de separar con sus propias manos, permitiendo que todo cayera en su agujero que seguía contrayéndose, deslizándose por sus muslos internos.

— Vete a la mierda, Minho— fue lo último que escucharon antes de que por fin colgara.

Christopher sonrió satisfecho.

— Ya no más Chan — estaba tan feliz que hizo al cuerpo de Minho girar para poder mirarle el rostro, atacando sus labios después, metiendo el cuerpo entre las piernas abiertas y colocando su miembro flácido de nuevo dentro, ganándose un gemido suave —. Ahora eres todo mío, ¿uhm?

— Esperabas tanto a que lo dejara, ¿verdad?

— Sí — no tuvo vergüenza en aceptarlo, porque su cuerpo se llenó de una repentina excitación alegre que no podía abstenerse. Minho se aferró a sus hombros y soltó un suspiro cuando se movió de nuevo, yendo lento, como si tuviera flojera de hacerlo —. Estaba tan celoso que solo quería que terminaras con él pronto, porque yo puedo hacerte mucho más feliz de lo que él jamás pudo hacer.

— Uhm... ¿sí? ¿Estás seguro?

— Totalmente.

Minho sonrió coqueto, atrayéndolo hacia él con sus manos en la nuca para besarle, gimiendo un poco. — Hazme feliz ahora — susurró sobre su boca, besándole entre cada palabra —, ¿puedes hacerlo?

No necesitó decirlo, el movimiento fiero de cadera lo hizo por él.

Minho estaría tan cansado después.

Pero estaba bien, muy bien. Porque era Christopher.

Al fin Christopher.









ֶָ֢֪⠀

creditos a thrdflavor quien es autora del o.s, gracias por el permiso <3!!

una cosa que puse en la adaptación, se dan cuenta que puse a Lee Chan (dino de svt)?
es como medio metáfora a que nunca olvido a chris y quise hacerlo algo complejo no se porque, también es chistoso para mi jeje

es algo confuso que se llame lee chan, si les confunde capaz lo edito.

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