ᯓ 𝘀𝗶𝘅𝘁𝗲𝗲𝗻
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El día de conseguir el oro había llegado y los Pogues no podían estar más emocionados por ello.
—¿Lleváis la cuerda? —les preguntó John B, el cual iba conduciendo la van hacia la casa de la señora Crain, con la intención de hacer un recuento de todas las cosas que necesitaban para rescatar el oro.
—Sí —respondió Kie desde la parte trasera de la van.
—¿Y un gancho de agarre? —siguió preguntando John B.
—No tenemos gancho —le contestó JJ—. Ni que fuéramos Batman.
—¿Polea? —siguió John B, ignorando el chiste de JJ.
—Aquí —respondió Mia, que estaba sentada detrás junto a Kie.
—¿Ropa oscura?
—Sí —dijo Sarah, que estaba en el asiento de copiloto junto a John B.
—¿Linternas?
—Justo aquí —respondió Pope alzando la mochila.
—Perfecto, estamos listos —indicó John B, mostrando una gran sonrisa de emoción en su rostro mientras aparcaba la van en frente del muro de piedra.
—¡Venga, a hacernos ricos! —animó JJ, haciendo que los Pogues vitoreasen.
Mia abrió la puerta trasera de la van mientras los demás Pogues sacaban las linternas de las mochilas y se aseguraban de haber agarrado todos los materiales necesarios para sacar el oro.
—Todo listo —indicó Kie una vez vio que ya estaba todo en orden.
—¡Al lío! —exclamó Pope.
—Un momento —les dijo John B antes de que cualquier Pogue se levantara—. Quiero daros la gracias —empezó a decir—. En serio, significa mucho para mí que estéis aquí.
—Siempre —murmuró Kiara con una sonrisa impregnada en su rostro.
—Para eso están los amigos —le dijo Pope, acercándose a él para hacer el saludo Pogue.
—Venga, las pajas para luego —les interrumpió JJ, recibiendo una mirada incrédula por parte de Mia y Sarah—. ¿A por el oro?
—A por el trigo del pozo —dijo Mia con una sonrisa mientras John B se apartaba de la puerta para que los Pogues pudieran salir.
Y así hicieron. Los Pogues bajaron de la van, y junto a John B, se quedaron frente el muro que les separaba de la casa de la señora Crain. Mia no pudo evitar mirar de reojo al grupo para asegurarse de que realmente iban a entrar. En el fondo, Mia deseaba irse porque tenía miedo de que la historia que les contó JJ fuera real.
John B fue el primero en saltar el muro, seguido por Sarah, Pope y Kie, quedando JJ y Mia. Antes de saltar, Mia dejó salir un suspiro de su boca mientras agitaba sus manos, como si se estuviera preparando mentalmente para lo que se venía. JJ, al verla nerviosa, le acarició levemente el hombro para tranquilizarla. Una vez Mia le sonrió agradecida, saltó el muro junto a JJ. Pero nada más sus pies chocaron contra el césped del suelo, las luces del porche se encendieron.
—Mierda —susurró Kiara, haciendo que todo el grupo se escondiera tras unos arbustos—. Las linternas —ordenó, y todas las linternas fueron apagadas.
—Vale, tienen luces con sensores de movimiento —declaró Pope una vez guardó su linterna en su bolsillo.
—¿Podríamos movernos muy lentamente? —propuso JJ, pero tan sólo recibió miradas de confusión.
—¿Qué? —le dijo Mia—. JJ, eso no funciona así.
—Joder, ya sé —murmuró John B—. Tirémosle una piedra.
—¿Qué? —susurró Sarah, sin terminar de creer que John B acabase de decir aquello.
—Qué buena idea —exclamó en un murmuro sarcástico Kie—. Avisar a la asesina de que estamos aquí.
—¿Alguien tiene una idea mejor? —les preguntó Mia, tratando de buscar un plan con sentido, porque sí, nadie en el grupo había planeado algo y fueron a la casa de la señora Crain sin saber qué iban a hacer una vez allí.
—Cualquier cosa excepto eso —interfirió Kie, haciendo que John B rodara sus ojos.
—¿Y el interruptor? —propuso Sarah—. El circuito está en el porche. De pequeñas, Mia y yo solíamos jugar al escondite aquí, y a veces, llegábamos hasta el porche. Lo hemos visto.
—No, no vais a ir las dos solas —les impidió John B.
—¿Por qué no? —se quejó Sarah.
—Crain despedaza a la gente —le respondió JJ con obviedad.
—Sí, eso es lo que crees tú, pero ya debe tener unos ochenta y cinco años —le dijo Sarah—. Seguro que no se puede ni mantener de pie.
—Voy con vosotras —se ofreció Kie.
—Perfecto —le sonrió Mia.
—Esperad a nuestra señal —les ordenó John B antes de que se fueran.
—Entendido —asintieron las tres chicas, las cuales se levantaron del suelo y salieron de los arbustos en los que estaban escondidas.
Pero antes de que Mia se alejara demasiado del grupo, alguien la detuvo, sosteniéndola del brazo.
—Oye, ten cuidado —le pidió JJ nada más Mia se giró a verlo—. Puede que tenga ochenta y cinco años como dice Sarah, pero mantente en alerta.
—Entendido —le sonrió a JJ.
Pero esta vez, Mia sintió la necesidad de dar un paso, así que tratando de no arrepentirse luego, se acercó a JJ, se puso de puntillas y rápidamente besó su mejilla. Mia no se atrevió ni a ver la reacción de JJ ante aquel beso en la mejilla ya que por la vergüenza se alejó rápidamente de él para alcanzar a Sarah y Kie.
Por la otra parte, JJ se quedó paralizado en su sitio sin poder analizar del todo lo que acababa de pasar. La mezcla de emociones que sentía dentro de él le estaban impidiendo reaccionar. Estaba claro que Mia sabía que JJ sentía cosas por ella, él mismo se lo había confesado la noche de la fiesta, pero Mia no había dado ninguna señal de corresponderle hasta ahora. Y que ahora ella hubiera hecho un paso sólo hacía que la emoción y la euforia de JJ crecieran.
Tratando de calmar sus nervios, Mia alcanzó a Sarah y a Kie, que la miraban con una sonrisa pícara.
—Como digáis algo de lo que acaba de pasar os mato —les advirtió Mia, y Sarah y Kie no pudieron evitar soltar una carcajada, haciendo que Mia rodara sus ojos con una sonrisa tonta en su rostro.
Guiadas por la luz de las linternas, las tres chicas se adentraron por el jardín cautelosamente, llegando así frente a las escaleras del porche que daba paso a la puerta de entrada.
—Debe de tener un generador conectado a la red eléctrica —les indicó Sarah.
Una vez divisaron la caja de los interruptores, las tres chicas se dirigieron a ella. Mia le dio la linterna a Sarah para que la aguantara y abrió la caja.
—¿Y los interruptores? —Mia se extrañó cuando vio que en la caja sólo habían cables.
—¿Esto qué es? —preguntó Kie, queriendo saber de qué eran aquellos cables.
—No, no, no, no —se lamentó Sarah mientras colocaba sus manos sobre su cabeza con desesperación.
Pero Mia no había perdido la fe, y se dio cuenta de que aquellos cables seguían hacia algún lugar.
—Esperad, esto sigue hasta dentro —les informó.
Sarah le devolvió la linterna a Mia mientras Kie se acercaba a la puerta. Cuidadosamente, giró el paño de la puerta, y tratando de no hacer ruido, la abrió.
La casa estaba oscura y la luz de las linternas parecía no ser suficiente para ver con claridad. Sin darle importancia, la tres chicas se adentraron hacia el interior de la casa, inspeccionando cada mínimo detalle que había.
—Mirad —Kie les señaló al techo. Sarah y Mia vieron que el cable que había fuera seguía hacia adentro.
Así que siguiendo el camino del cable, las tres Pogues lograron llegar a los interruptores que buscaban. Rápidamente, Sarah abrió la caja y pulsó todos los interruptores.
Pero el ruido de una puerta abriéndose hizo que las tres chicas se alterasen, girándose bruscamente para ver el lugar del que provenía el ruido. Cuando el ruido de unos pasos acompañados por un bastón para caminar se empezaron a escuchar acercándose hacia ellas, Mia, Kie y Sarah se escondieron tras la pared.
—Joder, joder —susurró Mia, empezándose a poner nerviosa—. Que no sea la señora Crain, por favor...
Cuando los pasos se empezaron a escuchar detrás de la pared en la que estaban escondidas, Mia se tapó la boca con las dos manos para evitar soltar algún quejido.
—Ya es tarde, Leon —empezó a decir la mujer que caminaba—. Demasiado tarde.
Mia apretó sus manos contra su boca con más fuerza cuando la mujer empezó a caminar frente a ellas. Sin embargo, por el susto, Sarah no pudo evitar soltar un quejido de miedo, que hizo que la señora se detuviera de espaldas a ellas.
—Te oigo Leon —murmuró la señora—. ¡Estaba esperandote!
Y de golpe, la mujer se giró hacia ellas. Mia no pudo evitar soltar un grito cuando vio la cara de la mujer, y es ahí cuando se dio cuenta de que si que era la señora Crain. Tenía los ojos completamente azules y blancos por la ceguera, los dientes amarillos y el pelo todo deshecho.
Sarah y Kie se unieron al grito de Mia, y sin pensárselo dos veces, Kiara agarró a Sarah y a Mia de los brazos para empezar a correr.
—¡Corred, corred! —exclamó Kie mientras las tres se alejaban de la señora Crain.
En algún momento de la huída, Kiara y Mia se separaron de Sarah, corrieron ellas hacia una habitación y Sarah hacia otra. Pero por desgracia, la habitación en la que acaban de entrar solo daba salida a una puerta que estaba cerrada con cuatro pestillos y candados.
Desesperadamente, Kiara y Mia trataron de quitar los pestillos de la puerta, pero la señora Crain entró en la habitación antes de que pudieran escapar. Como una maniática, la señora Crain empezó a golpearlas con el bastón. Kiara y Mia se abalanzaron al suelo con tal de protegerse, pero justo cuando la señora estuvo a punto de golpear a Kie, Mia agarró el bastón y empezó a forcejear con la señora Crain. A pesar de sus ochenta y cinco años, tenía la fuerza de un dinosaurio y logró arrebatarle el bastón a Mia, dándole un golpe en la frente. Pero antes de que pudiera volver a golpear a Mia, Sarah apareció y le arrebató el bastón, lanzando a la señora Crain al suelo.
—¡Vamos, vamos, venga! —exclamó Sarah mientras ayudaba a las dos chicas a levantarse.
Las tres rodearon a la señora Crain y huyeron de la habitación, no sin antes cerrar la puerta para encerrar a la mujer. Sin embargo, mientras las Pogues corrían, pudieron escuchar cómo la señora Crain golpeaba seguidamente la puerta.
—¡Al sótano, deprisa! —exclamó Mia, que a pesar de estar teniendo dificultades a la hora de respirar, no paró de correr.
Con rapidez, las tres chicas bajaron las escaleras hacia el sótano como si su vida tratase de eso.
—¡Corre! ¡Vamos! —le gritaba Kiara a Sarah, la cual iba delante de las tres.
—¡Eso intento! —le gritó en respuesta Sarah, acelerando el paso.
Una vez bajaron las escaleras, Sarah, Mia y Kie corrieron hacia los chicos, sin detenerse ni un momento para descansar o tomar aire.
—¡Chicos! —exclamó Mia una vez llegaron a su lado—. ¡La señora Crain está ahí arriba! Ha intentado matarnos con su bastón.
Pope y JJ, que estaban tirando de la cuerda para sujetar a John B, que estaba dentro del pozo, se giraron hacia ellas.
—Hay que salir de aquí —les indicó Kiara mientras apoyaba sus manos en su cintura para tomar aire.
—La hemos encerrado en el salón —les informó Sarah—, pero hay que irse ya.
Entonces, JJ, que aún estaba aturdido por lo que acababa de escuchar, agarró la cuerda con todas sus fuerzas antes de gritar.
—¡Eh, John B! ¡Vuelve, tío!
—¡JJ! —gritó John B desde el interior del pozo—. ¡Esperadme, ya voy!
En ese momento, Kiara, Sarah y Mia se habían acercado a los chicos y habían agarrado la cuerda para tirar con ellos.
—¡Vamos, tirad! —exclamó Kie.
—Uno, dos, tres, ¡tirad! —indicó Pope, y a su señal, todos empezaron a tirar con todas sus fuerzas para sacar a John B del pozo antes de que apareciera la señora Crain.
Pero de repente, la cuerda se aflojó y todos los Pogues cayeron inmediatamente al suelo de espaldas.
—¡Mierda! —exclamó Sarah mientras se levantaba y volvía a agarrar la cuerda—. ¡John B!
—¿Dónde coño estás? —le preguntó Pope mientras todos imitaban la acción de Sarah.
—¿John B, nos oyes? —preguntó JJ, pero ninguno de los dos obtuvo una respuesta.
—Chicos —Mia les hizo callar.
La voz de John B se empezó a escuchar, parecía que estaba gritando algo pero debido a la lejanía, a penas podían entenderlo.
—¿Qué ha dicho? —les preguntó JJ confuso.
—¡JJ! ¡Pope! —se escuchó a John B gritar.
—¡Se está ahogando! —les dijo Sarah con desesperación—. ¡Hay que sacarlo!
—¡John B, coge la cuerda! —les ordenó Pope—. ¡Vamos a subirte!
—¡Tirad con fuerza! —les indicó Sarah.
Y como les ordenó Sarah, todos empezaron a tirar con fuerza de la cuerda. Pero de repente, un disparo sonó. La señora Crain acababa de aparecer en el sótano y había disparado en dirección a Sarah y Mia. La bala a penas les rozó, pero ambas cayeron al suelo por el impacto, llevándose a Kiara por delante.
—¡Mierda! ¡No soltéis la cuerda! —les gritó Pope mientras agarraba la cuerda con más fuerza para evitar que John B cayera.
—¡Aguanta John B! —le gritó JJ.
—¡Escondeos!
—Tiene mala puntería —observó Kiara una vez se escondió detras de unas tablas de madera.
—No puede ver —les dijo Mia—. Está ciega.
Pero otro disparo sonó en su zona, y las tres chicas tuvieron que abalanzarse contra el suelo para esquivar la bala.
—¡Joder! ¡Corred, vamos! —exclamó Sarah, y las tres empezaron a correr hacia la salida para huir de la señora Crain.
Sin embargo, la mujer dejó de seguirlas y se giró hacia los chicos, disparando ahora hacia su zona.
—¡Corre, corre, deprisa! —le gritó Pope a JJ mientras se levantaba de donde estaba escondido y corría siguiendo a las chicas.
—¡Joder, tío, ya voy! —le dijo JJ y se apresuró para alcanzarlo.
En aquel momento, John B salió trepando del pozo y al darse cuenta de que tenía a la señora Crain frente a él, John B corrió tras la sombra que se desvanecía de JJ.
Cuando las tres chicas, Pope y JJ entraron en la van, JJ encendió el motor y empezó a conducir. Pero unos gritos se empezaron a escuchar. John B estaba corriendo detrás de la van para alcanzarla y subirse. Kiara y Sarah que estaban en la parte trasera de la van, abrieron la puerta trasera y John B se subió.
JJ, que conducía al lado de Mia, que estaba en el asiento de copiloto, cuando se giró a verla le extrañó ver que tenía toda la frente encharcada en sangre. Mia, que notó su mirada encima, le tranquilizó diciéndole que la sangre ya estaba seca y no le dolía. Pero antes de que JJ pudiera decir algo, un olor a muerto se empezó a notar en la van, y Mia no pudo evitar taparse la nariz cuando le entraron arcadas. A su lado, JJ no pudo evitar reír ante aquella reacción y Mia le dio un golpecito en el hombro.
—¿John B, cómo estás? —le preguntó Kie nada más el Pogue entró en la van—. ¡Madre mía!
—¿Estás bien? —le preguntó JJ mientras giraba levemente su cabeza para verlo—. ¿Te ha dado?
—No —respondió John B mientras trataba de recuperar el aire.
—Estás echo un asco —le dijo Pope.
—Menudo olor desprendes —se quejó Mia; John B se acercó a ella y empezó a mover su pelo delante de ella, manchándole la cara de barro—. ¡John B!
—¿Qué coño acaba de pasar? —preguntó Sarah con una risita nerviosa.
—Bienvenida a los Pogues —le sonrió Mia.
—Esa zona está poseída —comentó Kie.
—Y no tiene puntería —añadió Sarah.
—¿Por qué una señora de ochenta años se mueve más rápido que yo? —se preguntó Mia sin poder creérselo, pero tampoco era muy difícil porque correr no se le daba especialmente bien.
—Está chiflada —dijo Pope.
—Seguro que en su tiempo libre hace yoga —comentó Kie.
—O pilates —dijo Mia mientras ambas reían.
Pero entonces, Mia se dio cuenta de que John B tenía algo en sus manos y estaba limpiándolo del barro.
—¿Qué es eso? —le preguntó Kiara, que también parecía haberse dado cuenta.
—No será... —susurró Pope, que fue interrumpido por John B.
—¡Lo hemos conseguido! —exclamó John B mientras levantaba su cabeza para ver al resto del grupo.
—¡No me jodas! —rio Mia mientras observaba la gran piedra dorada que John B tenía en sus manos.
—¡Hostia puta! —exclamó JJ con euforia mientras reía por la emoción.
Los Pogues empezaron a celebrar la victoria en la van con gritos, aplausos, abrazos y por supuesto, JJ tocando el claxon.
—Esperad, esperad —les detuvo Kiara, y todos se callaron para escucharla—. Vamos a ser ricos.
—¡Ricos como los Kooks! —exclamó JJ mientras miraba a los demás con una gran sonrisa de emoción en su rostro.
—¡Seremos Kooks! ¡Seremos Kooks! ¡Seremos Kooks!
Celebrando, los Pogues volvieron a sus respectivas casas, aunque dudo que alguno de ellos pudiera pegar ojo durante toda la noche.
ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲
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