𝗪𝗲𝘀𝘁𝗲𝗿𝗺𝗮𝗿𝗰𝗸 𝗘𝗳𝗳𝗲𝗰𝘁 - 05
⚠️-Aviso de incesto entre hermanas gemelas biológicas, temas relacionados al suicidio, autolesión, depresión y bullying, tener precaución al leer-⚠️
Pasado
—Tal vez aplique para una beca deportiva en cuanto termine mi último año -explico Rosé mientas driblaba el balón anaranjado en el suelo de cemento, luego alzó sus manos y arrojó el objeto directo al arco el cual dió directamente en el cuadro y cayó por la red sin tocar el aro, la morena que estaba más cerca recibió el balón y lo arrojó de regreso a la rubia- He escuchado que las universidades extranjeras buscan prodigios en cualquier deporte para llevarlos de intercambio a sus países, tal vez... ¿La liga femenina de la NBA?
Jennie suspiró profundamente mientras bebía de su termo, algunas gotas de agua se resbalaron de sus labios.
—¿E irte a un lugar a más de cinco mil kilómetros de distancia solo por qué no quieres verle el rostro a tu hermana? -dijo, Rosé encestó otra canasta- ¿No crees que es un poco extremo?
Rosé negó, dejando que el balón de baloncesto pasará rodando junto a sus pies. Luego suspiró, cerrando sus ojos con fuerza.
—Si estar alejada de mi "amorosa" familia puede evitar que mi mente enloquezca por tanta mierda estaría encantada -esta respondió- Más aún si eso implica estar alejada de T/n y de mis enfermos pensamientos, en ese caso, no, no es demasiado extremo.
—Claro, aceptar una beca en la puta mierda evitará que te masturbes pensando en tu gemela -explico la mayor con sarcasmo, esquivando el insulto y la filosa y ruborizada mirada de la menor- La abstinencia no deja nada bueno, menos cuando se trata de liberar estrés en medio de un orgasmo.
—¿Podrías dejar de hablar de eso? -preguntó la rubia yendo por el balón- Maldigo el estúpido momento en el que tuve la brillante idea de contarte sobre mi enfermedad.
Jennie reparó a la más alta de arriba a abajo. —Yo te veo bastante sana -explico, luego recibió otra mala mirada- Mentalmente... También estás normal -dijo- Solo es amor.
—¿Desde cuándo el incesto es amor? -preguntó Rosé- No he querido ir a terapia solo por qué tengo miedo de que me internen en una institución para enfermos mentales, no soy católica como para pedir el perdón del cura y mucho menos creyente como para pedir el perdón de Dios directamente -esta abrió su botella de agua, dandole un gran sorbo- Mis padres muy seguramente me matarían si se enterarán del motivo por el cual fui internada. Entonces, ¿Quién mierda sería capaz de sentir algo más que un amor parental por sus hermanos?
—Dahyun es muy sexy.
—Cierra la boca -respondió Rosé riendo- Yo solo... -suspiró- Es un martirio vivir cerca de ella, su presencia me incómoda demasiado, no puedo estar cerca de ella por qué mi mente comienza a imaginar cosas que no debería de pensar -dijo- Pensamientos que seguramente pondrían a Satanás a llorar del miedo.
La morena se acercó hasta la menor, apoyando su mano en el hombro de esta.
—No pretendo juzgarte por lo que piensas ni pretendo imaginar el infierno que estás viviendo -dijo, Rosé desvió la mirada- Pero no creo que culparse o sentirte enferma e irte a otro país sean la solución. Más que todo por tus notas tan bajas... -susurró lo último.
—¿Y que otra opción tengo? -preguntó la rubia- Llevo más de nueve horas en esta cancha, no he querido ir a casa solo por qué sé que allí estará T/n, ¿Sabes cuántos sueños y pensamientos húmedos tengo al día con ella? ¡Muchos! -dijo exasperadamente- ¡Al principio era bueno, ahora es una maldita tortura!
Jennie prefirió guardar silencio.
—La masturbación dejó de servirme, tal parece que soy una maldita ninfómana insaciable, por supuesto, tengo diecisiete años, estoy en la etapa del descontrol hormonal, cualquier maldita cosa sexy que T/n hace me deja estúpidamente excitada y deseosa de que ella ni sea mi maldita hermana -luego miró al cielo, casi llorando- Son las siete de la tarde, Jennie, estoy cansada, huelo horrible, y tengo hambre -dijo- Simplemente estoy cansada de todo esto.
Finalmente miró a la mayor.
—Largarme lejos no solucionará mis problemas unnie, de hecho no solucionará absolutamente nada, pero si me dará la tranquilidad que aquí no puedo obtener -dijo tristemente, Jennie- asintió comprensiva- Quiero dejar de pensar por breves momentos que n soy una maldita enferma, y tal vez... Ser feliz en la ignorancia que ofrece la soledad.
—Si eso quieres, está bien, pero, ¿Qué harás ahora? -preguntó Jennie- Tienes todo mi apoyo para lo que sea que se te ocurra en esa loca cabeza -dijo, Rosé sonrió levemente.
—Regresaré a casa -dijo- No puedo simplemente irme durante todo el día y pretender que nada sucede, yo me metí en esto, debo de afrontar las consecuencias de mis acciones -y con balón en mano miró a la morena- Puede que ni siquiera hayan notado que me fui, pero igual quiero pensar que si lo hicieron... -suspiró- Saluda a Lisa de mi parte.
—Lo haré, le diré a ella y a Jisoo para que salgamos las cuatro juntas, como los viejos tiempos -dijo- Cuídate mucho Rosie.
Está solo sonrió decaída bajo el cielo ya anaranjado y algo oscuro. —Trataré.
Presente
T/n dejo de escribir cuando el bolígrafo dejo de escribir, la azabache miró frustrada al objeto, ¿Por qué dejó de funcionar cuando más lo necesitaba?
Pronto está se encontró frente a la recepcionista del hospital pidiendo otro bolígrafo, y mientras esperaba a que está lo trajera miró a los campos que aún faltaban por llenar en el documento.
Básicamente faltaba llenar lo necesario para buscar en el sistema del hospital si ella contaba con un seguro que cubriera sus gastos o, en su defecto, un seguro de vida que cubriera los futuros y terribles gastos que conllevaba una perdida (que T/n deseaba con toda su alma que no pasara).
—Aquí tiene -la recepcionista le entregó el bolígrafo que incluso estaba nuevo, T/n sonrió y agradeció- Disculpe, pero, ¿La conozco?
Cuando está terminó de llenar lo que faltaba esta miró confundida a la recepcionista que la veía curiosa, luego miró el gafete de ella, leyendo el nombre de Kim Jennie.
—Creo que... No... -esta dijo, la otra sonrió- Tal vez me haya confundido con alguien más...
—Tal vez no -esta dijo- ¿Eres Park T/n, no?
—¿Si? -dijo- Disculpe, pero no logro recordar de donde es usted...
Ella sonrió.
—Soy Jennie Kim, mi familia es dueña de este hospital -dijo, T/n siguió con su mirada en blanco, la morena suspiró frustrada- Fui compañera y amiga de Chaeyoung en la preparatoria.
—Ahhh, si... -y aunque está no tenía ni puta idea de quién era ella realmente igualmente asintió cómo si hubiera recordado quién era- Fue un gusto verte. Debo irme.
—¿Por qué estás aquí?
T/n detuvo su caminar, y aún estando de espaldas giro su mirada para ver a la chica frente a ella.
—¿Disculpa?
—La última vez que te ví habías decidido irte del país, tal vez por eso no me recuerdes, siempre fuiste una perra -esta dijo, T/n repentinamente se sintió ofendida- Por un momento pensé que eras Chaeyoung, pero al ver la mirada despectiva tuya supe que eras la desgraciada de su hermana.
T/n giró su cuerpo completamente, encarando a la más baja que ahora estaba delante del mostrador.
—¿Sabes cuánto sufrió ella por tí? -esta dijo- ¿Lo mal que estuvo cuando decidiste irte?
—¿Y tú quién mierda eres como para opinar sibre mí así? -T/n habló, aún estando firme en si- Que tu hayas sido amiga de Roseanne no me incumbe, y realmente me la suda lo que digas o lo que pienses de mi, pero ahora no estoy de humor para aguantar los reclamos de estúpida inmadura que tengas para mí.
—Estabas mejor en Nueva Zelanda, ¿Por qué volviste? ¿Por qué estás aquí? ¿Y luciendo así?
Si ella se refería a su aspecto desaliñado o a las aún visibles manchas de sangre en su rostro entonces estaba haciendo un buen trabajo reparandola. T/n extendió el papel hacía ella, Jennie la miró confundida pero aún así lo recibió.
—¿Tu familia es la dueña de esto, no? -preguntó y sin esperar respuesta ella misma se contestó- Haz bien tu trabajo e investiga por que mierda estoy aquí y deja de joder.
Sin esperar más está se fué de ahí, Jennie la vió perderse por los pasillos hasta girar en la esquina que daba paso a la sala de espera en urgencias, al perderla de vista completamente miró el papel que la azabache había dejado en sus manos. Soltando un gemido ahogado al leer el nombre que estaba casi al final de la hoja.
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