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❛NUEVO INICIO❜
°❀⋆.ೃ࿔*:🥀・ ➣ Una playlist de música latina se reproducía en el estero del auto. Noah intentaba leer un libro en el asiento trasero mientras Ruby cantaba a todo pulmón si quitar la vista del espero retrovisor.
Rubia o Morocha de Lauty gram era mala para su vocabulario pero buena para su cuerpo. Algo que ella más amaba era bailar, sentir el ritmo de la música sobre su cuerpo y la adrenalina al moverse, sudar por pasión y sentirse libre era la mejor sensación del mundo. La música era algo que la hacía olvidar todo, una de las cosas, era el viaje a casa de su nueva familia.
De repente, Rafaela bajo el volumen de la música, recibiendo una mala mirada de las mellizas Morgan.
-Estas letras no son acordes para tu edad, en mi época no crecíamos con estos ritmos.
-Pero no son tus tiempos mamá, son los míos.- Contestó Ruby de mala gana, volviendo el volumen a veinte. Pero por segunda vez, esta fue bajando poco a poco, así hasta ser apagado.
-¿Que lees?- Preguntó la mayor en dirección a Noah. La cuál mantenía la vista en su libro pero estaba atenta a la conversación, ya que solo se ocultaba detrás de las hojas para que no le dieran importancia. -Dímelo, no llevo las gafas de lejos.
Esta no respondió.
-¿No me vas a hablar en todo el viaje? Saben, para mi esto tampoco es fácil. Te tiras toda la vida intentando pasar de pantalla y fracasas una y otra vez porque es el mismo monstruo que te cierra el paso. Luego un día, de pronto, cuando no te quedan créditos, pues así, por azar, parece que tienes una vida extra.
-¿Intentas profundizar un video juego?- Carcajeó Ruby, la menor de las mellizas. Mientras que Noah dejaba a la vista su rostro con una mueca de total disgusto.
-Deja los símiles de videojuego. No tenemos diez años.
-Es cuando abres un libro y empiezas una historia.- La rubia mayor cambió aquel dicho y luego miro a Ruby. -O cuando escuchas una canción por primera vez y creas un ritmo para un concurso de porristas, algo que no creías que sucedería y se impregna tanto en tú cuerpo que no puedes soltarlo. ¿Mejor?
-No.
-Joder, al menos tenemos la oportunidad de ser las protagonistas de nuestra propia vida.
-¡De la tuya!- Exclamaron al unísono pero fue Noah quien continuó. -La Nuestra está como mínimo a 1000 km, de repente. Sin contacto con nadie por un puto capricho, obligándonos a abandonar todo lo que habíamos creado solo por ti.
-No es un capricho.
-¿Entonces? ¿Si alguna de nosotras quisiera volver que dirías tú? Que es un capricho. Entonces, ¿cuál es el punto? ¿Por qué te justificas y a nosotras no?- Saltó Ruby con total molestia. Intentando parar su ansiedad con sus uñas en la palma de sus manos mientras su corazón latía a mil por segundo.
-Will y yo nos queremos.
-Aja, nosotras queríamos a alguien y eso te ha importado una mierda.- Exclamó la de pecas. -¿Por que eres así?
-No es verdad. Me duele separarte de Dan y a tú hermana de Archie, me duele alejarlas de sus amigas pero no puedo hacer nada más. Sabes que si podría los traería conmigo.
-Por favor no, deja a mi pelirrojo con su madre. Un segundo más a mi lado y me dará diabetes.- Comentó la rubia menor, sacando una sonrisa de su hermana.
-Vamos, tienen 17 años. Seguro con esa simpatía y esa belleza hacen amigos pronto. Y quien sabe, tal vez un nuevo novio.- Rafaela acaricio la pierna de Ruby dedicándole la última frase.
-No estoy para bromas.
-Yo si quiero un nuevo novio.- Soltó la de ojos esmeralda.
-Chicas, el Saint Marie es un buen colegio. No les costará nada volver a integrarse. Tiene un equipo de voleibol dirigido por porristas, estoy segura de que serán las capitanas de sus propios deportes en cuestión de segundos.
-¿No lo entiende?- Preguntó Noah, su hermana negó con fastidio.
-No queremos un colegio pijo y que un desconocido lo pague. No necesitamos el dinero de nadie y eso nos lo has enseñado en muchos aspectos, en lo personal, me sorprende que ya no lo recuerdes.
-Lo recuerdo. El problema es que no es un desconocido como dicen, es mi marido. Así que es hora de que se vayan haciendo la idea.
La música volvió a su estado anterior y fue este ritmo el que le dio la bienvenida a las Morgan a su nueva casa.
Al cruzar las puertas de la mansión Rafaela no dudó en abrazar a Will, mientras que por otro lado, sus hijas mantenían la vista en la casa.
Ruby recorría cada parte con sus ojos y su entusiasmo crecía cada vez más, algo que con razón oculto forzadamente, por mucho que se niegue por dentro todos querían estar en su lugar y estaba feliz de ser ella quien pisara las puertas de su nuevo hogar.
Al caminar a buscar sus cosas, abrir el maletero y tomar su bolso; uno de los empleados de los Leister, al parecer llamado Martín, no tardo en correr a ayudar a las mellizas, las cual negaron sus servicios y comenzaron a pelear.
-Tú ganas.
-Adios, Mortimer.- La menor le guiño un ojo y se dirigió a un lado de su madre, lanzándole una mirada a su hermana para que se apurase a pararse junto a ella.
-Me alegro de verlas, chicas.
-No puedo decir lo mismo.
-Discúlpala, la empuje de la cuna de bebé. Estamos feliz de que nos accedas a quedarnos acá.- Ruby se cruzó de brazos. -Pero no felices de verte.
-Gracias, preciosa. Solo quiero qué se sientan como en su casa. Hemos hecho varios cambios en los que espero que ambas estén cómodas. También espero que puedan aceptarme como su familia, tanto a mi como a mi hijo mayor.- Las mellizas se miraron de reojo. -Se que tardara pero estaré dispuesto a esperarlas.
Rafaela tomó a sus hijas de los hombros, comenzando a subir las escaleras hacia la entrada. Al cruzar las puertas comenzó su recorrido, diseccionando los brazos a cada lugar.
-Este es el hall. Por allá la cocina, arriba están las habitaciones.
Ruby ya no reaccionaba. Solo seguía a su madre por cada rincón de la casa, mientras que Noah mantenía una mala mirada la menor chillaba por dentro esperando estar sola con tanto espacio, pues, la soledad era lo que más disfrutaba.
-Esto es el spa y por allá está el gimnasio.
-¿No tienen biblioteca? ¿Un cuarto de invitados o-?
Ruby interrumpió las preguntas, acercándose a Will y estrellando su brazo hacia una dirección. -Creo que en la habitación que tienen total y completamente vacía no estaría mal un cuarto de baile.
Rafaela fulminó a su hija con la mirada mientras ampliaba una sonrisa. -Ruby es amante de la música, por ende le fascina bailar. Pero tendrá mucho espacio para hacerlo en su habitación.
-¿Mi habitación?
Las escaleras fueron señaladas por ambos adultos, Ruby corrió al segundo piso como niña chiquita mientras que Noah solo mantenía su cabeza agachada. Pero era entendible.
Para Ruby seguir en esa casa era lo peor, recordar los maltratos de su padre y golpizas sobre su cama. Todo por proteger a su melliza de múltiples heridas que el podría haberle causado si la menor no hubiera intervenido cada vez que podía.
Por otro lado, Noah se sentía en su hogar. Perder a sus amigos y novio era lo peor que podría pasarle, en cambio, a Ruby era lo mejor. Empezar de nuevo y buscar una nueva presa para cazar era el mejor regalo.
Ruby se adentro a la habitación con Will, mientras que Rafaela acompañó a Noah.
La rubia menor ablando su mirada al ver cada rincón de su habitación.
Todo se concentraba en tonos grises, blancos y rosa pastel. Con un piano en la esquina, un rincón con una hamaca y su parte favorita, el balcón, con una vista estupenda a la piscina. Pero lo mejor de esto no solo era la cama de dos plazas de la habitación sino el espacio con una bola de disco para bailar libremente. Este era sin duda el mejor regalo.
Ruby no lo dudó, abrazo a Will con confianza, manteniendo sus ojos abiertos para no tener que recordar la figura de su propio padre en su cabeza. Ya que después de todo, abrazar a una figura masculina siempre le recordaría al monstruo debajo de su cama, al único que la maltrata a diario esperando que todos estuvieran dormidos. Su cuerpo temblaba pero el dolor se calmaba cuando cortes o leves heridas eran causadas por ella misma en su delicada piel. De todas formas, ella esperaba aún poder brillar y olvidar todas las mierdas que aquel degenerado le causó. Y una de esas formas, era empezando de nuevo con el esposo de su madre.
-¿Te gusta?
-Es increíble, no tengo palabras.- Ruby se separó, pellizcándose para corroborar que esto sea real y lo era. -Es mejor de lo que mamá describió.
-Ella fue quien ayudó en todo este proceso, también mi hijo, el fue el que diseñó la esquina para que puedas bailar. Se le da bien esto de las luces y manías poco confiables. Como también idealizo la conexión de balcones.- Una risa salió de sus labios. -Hablando de eso, allá está el cuarto de Noah. Pero tu habitación se conecta con la de Nicholas. Un consejo intenta mantenerlos fuera de tu habitación, te quedaste con la más grande.
-Oh si, Nicholas.- Ruby rodó sus ojos. -El hijo ejemplar, el niño de papá. El típico materialista que se cree totalmente inservible, un chico lleno de traumas.
-Creo que estas describiendo a alguien más, Nicholas es bien portado y sus traumas se han ido con el tiempo.
Ruby asintió. -Como sea. Puedo aceptarte a ti, pero no a ambos. Y por cierto, ¿acá no hay animales o si? Soy alérgica al pelo de perro.
Will abrió la boca para responder pero negó con rapidez. -No, ninguno. Pero, que raro tú mamá no menciono nada de esto.
-Es más de hablar de Noah. Ya te acostumbraras.- Esta camino hacia el balcón. -Bueno, gracias, nos vemos en la cena.
La vista era increíble. La vista de su balcón conectaba con el de su hermana pero era Nicholas el que podría saltar a este desde su habitación o ella a la de él, todo depende del momento, aunque ¿por que rayos saltarían?
Al girar su cabeza esta logró visualizar la imagen de Nicholas a lo lejos, ambas vistas eran tapadas por las plantas en el sector de Ruby, pero su conexión de miradas fue espantada en cuanto el celular de Noah comenzó a sonar al otro lado.
La rubia menor carcajeó luego d e escuchar un "¡Ruby te mataré!" por parte de Noah, después de todo poner un sonido de llamada vergonzoso, a la pecosa la hacia querer que la tierra la tragase.
La adolescente no tardó mucho, sólo huyó de aquel balcón comenzando a bajar las escaleras. Esta vez tarareando una canción de Ariana Grandes, 7 rings.
Esta se dirigía a la heladera, buscando algún bocadillo para comer, tal vez alguna sobra del mediodía o alguna proteína para su cuerpo.
Al abrirla no había sobras, el hambre de Ruby crecía y estar hambrienta la ponía de mal humor.
-En esta casa se comen todo, ¿o que?- La menor cerró la puerta con fuerza.
-Desechamos las sobras.- Comentó un peli-negro con camisa blanca. Manteniendo su brazo apoyado en el estante.
-Como se nota que por acá sobra el dinero.
-Tu debes ser la hija de la nueva mujer de mi padre. ¿No es así?
La rubia lo miro de arriba abajo. -Ruby.
-¿Te apetece un ragout de Angus? ¿Un ramen? ¿Un strudel de manzana? No sé lo que comes en paletolandia, aunque si lo vas a vomitar...
Está alzó una ceja totalmente disgustada. -Idiota en busca de atención, tú debes ser Nicholas. ¿Verdad?
-El mismo.
-¿Y tú?
-Definitivamente un idiota.- Soltó la chica cruzándose de brazos.
-Oh si, Ruby. ¿No es el nombre de un cristal o algo así?
-¿Que ocurre Nick? ¿En tu limitado vocabulario solo resuenan las palabras que expresan dinero?
Un perro detrás de la rubia se dio a conocer, ladrando sin parar con su tono áspero y demandante.
La chica no le tenía miedo, pero si tan solo se acercaba comenzaría a estornudar sin parar y no quería causar esa impresión.
-¿Sabes que palabra le gusta a Thor de mi vocabulario?- Pregunto este quedando cara a cara, acercándose hasta que sus profundas pupilas dilatadas sean los que obliguen a Nicholas a detenerse. De todas formas no lo hizo, avanzó hasta mezclar sus respiraciones con cada palabra mencionada. -Empieza por "a", sigue con "ta" y termina con "ca".
-¿Intentas amenazarme?
-No sé por qué no le caes bien. Debe pensar que te has colado sin permiso. Pero no es así, ¿verdad?
-¡Hazlo callar o lo haré yo!
-Es como un caniche pero más inteligente. ¿No lo crees?
La rubia negó. -Nunca tuve la desgracia de encontrarme con uno, no podría responderte.- Este sonrió, pero el perro volvió a ladrar. -Hazlo callar, o juro que lo haré yo.
-No estas en posición de amenazarme, a la mínima que él lo note te despedaza.
Ella alzó una ceja competitiva. -¿Solo acata tus órdenes? ¿No es un tanto patético esconderse detrás de un perro?
Nicholas negó y entre risas exclamó. -¡Thor para! No sé qué le pasa, normalmente acata mis órdenes.
-Tal vez necesite un nuevo dueño.- La rubia se volteó. -¡Siéntate!
El perro no tardo en hacer lo que Ruby dijo, llevándose una sonrisa divertida de su dueño. Mientras que este solo intentaba descubrir cómo ella había logrado eso.
-Estás muy loca tu, eh.- La tela del vestido de Ruby traspaso la frialdad de la pared en cuanto Nicholas la estampó en esta. -Por cierto, hermanita. No eres tan delicada como pareces, tus ojos verdes tan hipnotizantes y ese lunar.
-No soy tu hermana. No te atrevas a volver a llamarme de esa forma.
El peli-negro camino hacia atrás con una mirada inocente mientras esta comenzaba a alejarse con completo disgusto.
-Alimenta a tu perro, ¿o quieres que lo haga yo?-La rubia sonrió. -Tal vez acate mis órdenes más que las tuyas.
Dicho esto la chica desapareció de la cocina, dejando a Nicholas completamente loco por ella. El delineó en su figura y su forma de caminar quedarían impregnadas en su mente a cada hora del día.
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