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𝟬𝟬𝟰 ✧┆ day of bothering killian

٭ chapter four ٭

✩*⢄⢁ ❝Día de molestar a Killian❞ ⡈⡠*✩

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Los pájaros cantaron en el alféizar de la ventana, como cada mañana de radiante sol en Auradon. Los rayos solares se filtraron por las cortinas, acariciando el rostro de Killian. La villana se removió entre las sábanas, cubriendo su rostro con las mismas y evitar así, dicha luz solar. Pero el cantar repetitivo de las aves, la obligó a por fin abrir los ojos, soltando un sonoro bufido de molestia.

-—Esto tiene que ser una broma —Murmuró, saliendo de la cama y llegando hasta la ventana. —A ver, pájaros, o se callan, o esta mañana querré huevos y pollo de desayuno.

Las aves parecieron entender a la villana, pues retomaron su vuelo con prisa, perdiéndose en el cielo celeste de esa mañana. Killian rodó los ojos, por primera vez en el día, y caminó a pasos lentos nuevamente hacia su cama, pero su intento de querer dormir otra vez, se vio interrumpido por unos golpes en la puerta.

—¡Santos cocodrilos! —Exclamó, yendo hacia la entrada de la habitación.

—¿Quién es? —Preguntó una adormilada Evie, incorporándose poco a poco en su cama.

—Si lo supiera, no iría a abrir...

—Parece que alguien se despertó malhumorada —Mal se les unió.

Killian volvió a rodar los ojos y siguió su camino hasta la puerta.

—¿Qué? —Preguntó abriendola, notando una cabellera rubia.

La pequeña figura de Raizel apareció frente a Killian. Ella la miró de arriba a abajo y la notó encogerse un poco. La princesa vestía un pijamas de color rosa con pequeñas coronas estampadas de color lila, su cabello rubio que ayer se encontraba en perfectas condiciones, ahora estaba algo despeinado y en sus pies traía unas pantuflas de color azul. Una pequeña mueca de sonrisa amagó con salir del rostro de la villana, ya que le pareció demasiado tierno el atuendo de la chica.

—Lo siento... Solo quería saber qué tan bien habían pasado su primera noche... —Se disculpó, agachando la mirada.

—No, yo... Ugh —Frotó su rostro con irritación —. Disculpame tú a mí, Raizel. Las mañanas en la Isla no suelen ser tan radiantes, ¿Comprendes?

—Sí, entiendo... —Le dedicó una sonrisa de labios —En fin, no las molestaré más y las espero en la cafetería, ¿Okey?

—¿Cefetería? —Frunció el ceño —. No, digo... Sé lo que es una cafetería. Me refiero a que... ¿Aquí podemos pedir algo que no sea café rancio?

Raizel rio —¡Por supuesto! La cafetería de la preparatoria es una de las tantas surcusales de Tiana's Palace. Allí la comida es exquisita.

—Genial...

—Bien, te veré luego, entonces.

Raizel comenzó a caminar lejos de la habitación, perdiéndose por una esquina. Killian sonrió por un segundo, y luego se adentró nuevamente a la pintoresca habitación.

—Esa chica sí que tiene mucha energía... —Comentó, acercándose al armario que Evie ordenó perfectamente ayer apenas llegaron. —Bien, ¿Qué será lo adecuado para un primer día en Auradon?

—¡Uh! Yo me encargo —La peliazul saltó de la cama y se acercó a la pirata —. Déjame ver... Uhm... —Comenzó a sacar prendas del armario, su mayoría en tonos negros y rojos. —¿No tienes algo un poco más azul?

—Eso de ahí, es todo lo que tengo, princesa.

—Esto será difícil...

—Mientras ustedes piensan en qué ponerse hoy —Mal agregó, tomando su libro de hechizos —, yo me encargaré de idear otro plan para robar la varita.

—¿Podemos no incluir a Jay en el plan está vez? —Killian miró a Mal, mientras Evie le colocó varias prendas encima buscando el outfit perfecto. —Fracasamos por su culpa.

—Haremos esto todos juntos, Lia.

—Bien, si quieres fracasar de vuelta, entonces invitalo a la fiesta.

—¡Perfecto! —Exclamó la villana, señalando a la pirata —Ese es el atuendo que usarás.

—¿Esto combina con mi chaqueta? —Se miró al espejo y descolgó la chaqueta de cuero del mástil de la cama donde la había dejado anoche —Mhm... Se ve bien.

—Lo sabía —Evie colocó ambas manos en su cintura, sonriendo con suficiencia —. Ahora me toca.

Killian caminó hasta su mesita de noche y volvió a colocarse los miles de anillos que solía usar con bastante frecuencia. Las joyas eran posesiones preciadas para la pirata y todo se lo debía a su padre, quien le heredó cierto gusto por las mismas. Y claro que también tenía uno favorito; un anillo de color negro con un rubí en el medio, y adornado de dos calaveras a sus costados y que siempre estaba ubicado en su dedo anular de su mano izquierda.

Cuando suele ponerse nerviosa o su mente viaja más allá del horizonte, juguetea con el anillo, haciéndolo girar levemente con su dedo pulgar. Dicha joya la encontró hace un par de años en uno de los cofres privados de su padre, y creyó que robarlo sería una buena broma hacia el Capitán, pero él nunca se enteró. O talvez sí, quién sabe. Pero una cosa era segura; desde ese día, Killian jamás se quitó ese anillo.

—Tierra llamando a Lia...

La voz de Evie la trajo nuevamente a la realidad. ¿Cuánto tiempo se había quedado perdida en los recuerdos?

—¿Mhm? —La miró, un poco perdida —¿Qué pasó?

—Que te pregunté; ¿Cómo fue tu encuentro de anoche?

—¿Qué encuentro? —La noche anterior llegó a la mente de Killian casi al instante —Ay no... Ya me acuerdo.

El enojo comenzó a subir por las venas de Killian al recordar su «amistoso» encuentro con el hijo de Peter Pan. Apretó la mandíbula con fuerza y Evie pudo notar como sus manos se cerraron formando un puño.

—Así que... ¿Cómo estuvo? —Sonrió nerviosa, desviando la mirada de los nudillos de Killian que comenzaban a ponerse blancos por la fuerza aplicada en ellos.

La pirata soltó un resoplido y decidió ignorar la pregunta de Evie, para ir hasta el tocador y comenzar a desenredarse el cabello. Las mechas de color rojo intenso cayeron por sobre sus hombros con cada paso del cepillo, y se mezclaron entre los cabellos negros que hacían un hermoso contraste en su cabeza. Luego solo terminó con un fino delineado negro por el contorno de sus ojos, resaltando el color grisáceo de los mismos. Una vez estuvo lista, miró a sus amigas que seguían alistándose.

Las villanas permanecieron en la habitación unos largos minutos más, ya que la peliazul no lograba decidirse por cuál vestido usar y que pudiera combinar con su bolsa. Ante la insistente mirada de Mal, quien había terminado casi al mismo tiempo que Killian, Evie por fin terminó su combinación perfecta y arregló su cabello que cayó en hermosos bucles azules a sus costados. Killian ajustó su cinturón un poco más para evitar que la espada se cayera, alisó un poco las mangas de la chaqueta, y por fin salieron del cuarto.

Desviaron su camino para llegar al cuarto de los chicos donde Killian comenzó a golpear la puerta de madera repetidas veces, hasta que un sonriente Carlos por fin le abrió. Lo saludó apenas sonriendo un poco y se adentró a la habitación sin siquiera preguntar. Las demás villanas la siguieron detrás.

—Sabes, mucha gente suele preguntar si pueden pasar.

—Sí, bueno, yo no —Sonrió con falsedad, mirando a su mejor amigo —. Arriba, bacalao, hora de despertar —Pateó la cama.

Jay lanzó una mirada despectiva a la pirata y esta solo enarcó una de sus cejas, mientras se cruzó de brazos. Las villanas restantes tomaron asiento en la mesa redonda del cuarto, esperando a que Jay y Carlos terminaran de arreglar sus cosas.

Killian aprovechó aquel momento para encender la consola de video y jugar al juego de pelea que no había podido terminar la pasada noche. Tomó los mandos entre sus manos y dio inicio a la partida. Armaduras vivientes aparecieron frente a su personaje, y tan solo le llevó segundos aniquilarlos. Carlos se posicionó a su lado y la miró estupefacto.

—¿Cómo hiciste ese truco? —Preguntó señalando la pantalla —Anoche con suerte logré derribar a uno.

—Todo está en el agarre. Fíjate.

Señaló con la mirada su mano que se encontraba sosteniendo el mando de video, este lo blandió como si de una espada se tratase, aferrándose un poco más al aparato electrónico. Carlos siguió cada uno de sus movimientos sin siquiera pestañar, anotando cada uno de los trucos de Killian mentalmente.

—Oigan, ustedes —Mal los llamó. Ambos enfocaron la mirada en ella casi al instante. —Andando. Hora de comenzar el día.

—Luego te enseño más trucos.

—Es increíble que sepas jugar, cuando nunca lo habías hecho. —Continuó el hijo de Cruella, mientras descolgó su chaqueta del perchero.

—Es una simulación de piratas y guerreros —Informó restándole importancia —. Los guerreros no se ven todos los días, pero yo, mi querido amigo, soy una pirata. Sé manejar una espada.

—¿Por eso tu padre te tenía al frente en todas las clases para los niños?

—De hecho, yo le di la idea a mi padre para organizar una clase... —Agregó, mientras caminaron por los pasillos rumbo al exterior —. A mi padre le pareció una buena idea, así que reuní a los pequeños piratas que vagaban por el muelle, y les di un par de lecciones.

Los recuerdos de la Isla invadieron la cabeza de Killian al instante. Recordó las tardes que pasó enseñando a los pequeños piratas a utilizar la espada para que algún día pudieran navegar en los siete mares y ser tan temibles como ella lo era. Convertirlos en pequeñas copias de ella y verlos algún día ser algo más que simples pequeños era el sueño de la pirata.

Prontamente la idea de robar la varita se vio mucho más tentadora que antes. Solo así, podría darles un buen futuro a los niños que no merecían estar en la Isla. Que, por culpa de un Rey que solo pensó en su historia, condenó a jóvenes villanos de una historia mal contada.

—Estoy seguro de que aquí podrás encontrar a niños que necesitan de tu habilidad, Lia —Jay la atrajo un poco hacia él para abrazarla de lado.

—Eso espero, porque tengo la leve certeza de que tardaremos más de lo previsto en robar esa varita. —Miró al hijo de Jafar —Y todo por tu culpa.

—¡Y yo que sabía que iba a empezar a sonar una alarma!

—¡Por favor, Jay! —Exclamó alzando ambos brazos al aire, para después dejarlos caer a su costado—. Es un museo de Cultura General, donde guardan los artefactos más importantes de los cuentos. ¿Por qué crees que una varita mágica no tendría seguridad?

—Y no olvidemos que ahí también están las coronas de los reinos herederos. —Agregó Carlos.

Killian señaló a Carlos dándole la razón y fue Jay quien rodó los ojos esta vez, Ignorandolos. Ambos villanos se miraron y soltaron una risa cómplice. Lia amaba molestar a Jay, porque este solía cruzarse de brazos y hacer una muequita, como si de un niño se tratase.

Cuando salieron de la sección de dormitorios y cruzaron la puerta de salida, el sol radiante invadió por completo el rostro de los cinco villanos. Algunos, como Mal y Jay; resoplaron cansados, otros como Killian; se colocaron sus gafas de sol, y otros, como Evie y Carlos; sonrieron apenas, sin ser captados por sus compañeros. Killian rodó los ojos otra vez, captando una pequeña mueca en el rostro de la peliazul, que se sentía agradable con aquellos rayos solares que impactaban contra su pálida piel.

Debido a que en la Isla las nubes grises casi siempre cubrían por completo el sol, la palidez era notoria en algunos villanos. Pero, en el caso de Evie, ella siempre solía cambiar su color con algo de maquillaje. Aún así, un poco de sol natural nunca le venía mal. La peliazul incentivó a su amiga a quitarse las gafas y disfrutar del sol, pero esta solo rodó los ojos. Claro que Evie apenas lo notó, debido a los cristales oscuros de los mismos.

—Vamos, Lia, hace un sol maravilloso —Sonrió emocionada.

—Evie, me encanta que lo estés disfrutando, pero yo no.

—Como quieras... —Cerró los ojos un segundo, recibiendo placenteramente los rayos solares —Aún tienes que responder a mi pregunta, por cierto.

—¿Qué pregunta? —Jay la miró.

—Es que Killian ayer luego de que volvimos del museo no podía dormir, así que salió a dar un paseo y se encontró con... —Fingió pensar —¿Con quién era, Lia?

La pelinegra la miró enarcando una ceja, porque sabía que su amiga lo estaba haciendo a propósito. Parecía que el día de hoy, era el día para molestar a Killian. O al menos eso pasó por su cabeza esa mañana cuando las torpes aves irrumpieron en su dormitorio.

—Vamos, cuenta —Jay la codeó, ansioso por saber.

—Anoche me encontré con el hijo de Peter Pan —Soltó con claro disgusto —. Y no quiero preguntas sobre el tema.

Se adelantó un poco de lo demás, encontrando una mesa vacía y alejada del resto de príncipes y princesas. Mal, Evie, Jay y Carlos imitaron su acción, sentándose también.

—Entonces, ¿Qué pasó? —Indagó nuevamente el hijo de Jafar.

—¿En serio, Jay? —Alzó una ceja y Jay hizo una seña para que continuara —Entonces... Lo acorralé contra un árbol y lo asusté con mi espada.

—Eso fue muy Killian de tu parte.

—Solo espero no tener que verlo nunca más. De todas formas no creo que se me acerque —Hizo su cabello para atrás, retirando algunos mechones rojos de su rostro—. Lo amenacé diciendo que lo cortaría en pedacitos.

—Creí que tu padre te había dicho que no asesinaras a nadie.

—Corrección, Carlitos —Lo señaló —. Me dijo que si quería podía herir de gravedad a quien quisiera.

—Entonces sí te prohibió asesinar a alguien. Herir y asesinar no es lo mismo.

—Ay, sí bueno, es lo mismo.

Carlos negó levemente con la cabeza mientras ocultó una sonrisa. A lo lejos, los cinco notaron dos siluetas acercándose a ellos. Una era de estatura pequeña que no dejó de dar saltitos por todo el patio. Mientras que la otra mantuvo su tranquilidad, guardando sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

Killian se bajó los anteojos hasta el puente de la nariz y solo así pudo distinguir mucho mejor a los hermanos Fitzherbert. Raizel en lugar del pijama que la vio usar esta mañana, ahora traía un bonito vestido primaveral de color rosa pálido con mangas pomposas. Mientras que su hermano llevaba una camisa de color azul marino, un clásico pantalón de jean, y una chaqueta de mezclilla con polar por dentro. Una vez estuvieron frente a ellos, Raizel volvió a sonreír.

—¡Buenos días! —Casi gritó —. Espero que estén disfrutando de este hermoso día.

—Rai, por favor. Cálmate un poco, ¿Quieres? —Finn la tranquilizó un poco y señaló el asiento vacío a un lado de Evie —¿Puedo?

—Por supuesto... —Sonrió nerviosa. Killian no pasó desapercibida esa sonrisa.

—Así que, ¿Cómo estuvo su primera noche aquí?

—Perfecta —Contestó la peliazul —. Nunca había dormido tan bien.

—A lo que Evie se refiere es que aquí las noches son más tranquilas —Killian se colocó los anteojos sobre la cabeza —. En la Isla durante la noche los villanos suelen hacer mucho más escándalo. Ya saben; robar, pelear, gritar, robar. —Alzó ambos hombros, desinteresada —No sé, es lo que me contaron.

—¿Tú no los escuchas? —Preguntó la rubia, que todavía seguía de pie a un lado de su hermano.

—Es que ella vive en el lado sur de la Isla —Aclaró Jay—. Donde están todos los barcos piratas.

—Claro, tiene sentido... —Raizel decidió sentarse a un lado de la pirata. Ella no puso restricción. —Me tomé la molestia de pedir por ustedes su desayuno. Escuché está mañana que lo único que tenían en la Isla era algo de café rancio, ¿Verdad?

—Era tolerable.

—Bien, entonces esto les encantará.

Raizel hizo una señal con su mano, y al cabo de un par de segundos, dos camareros empezaron a acercarse a los villanos. Traían bandejas en sus manos con algunos bocadillos y vasos desechables de café. Cuando depositaron las bandejas sobre la mesa, los villanos observaron algunos pastelitos, tartas y galletitas perfectamente acomodadas en tazones de color verde claro.

Killian abrió los ojos con sorpresa y una leve sonrisa apareció en su neutral rostro de seriedad. Los camareros pusieron los vasos con la bebida frente a los villanos, mientras el vapor caliente se perdió entre el viento.

—Gracias, chicos, pueden irse. —Los camareros hicieron una leve reverencia ante la princesa y luego solo se marcharon. —Espero les guste.

—Normalmente suelen servir el café en pequeñas tazas elegantes —Agregó Finn, señalando las bebidas—, pero mi hermana creyó que estos vasos descartables serían mejor, en caso de que quisieran caminar y así podrían llevar su bebida con ustedes.

—¡Me encanta! —Exclamó Evie, sin siquiera ocultar su emoción —Miren las galletas. Tienen forma de corona. ¡Oh! ¡Y el pastel! ¿De qué es?

—De manzana —Killian sonrió, mirándola. La sonrisa de Evie desapareció. —¡Ja! Me la debías, princesa.

—Descuida, Evie, el pastel no es de manzana. —Aclaró Finn. Evie relajó su expresión. —Es de limón, de hecho.

—Vamos, coman. Solo para ustedes. —Raizel sonrió otra vez, y señaló la mesa.

Carlos y Jay se lanzaron una mirada cómplice y les tomó solo segundos lanzarse sobre el bowl de galletitas en forma de coronas. Lia rodó los ojos, está vez no se molestaría en separarlos. Eran un caso perdido cuando de comida se trataba. Evie por su lado cortó un pedazo del pastel de limón y ofreció una rebanada al príncipe junto a ella. Finn aceptó gustoso, regalándole una de sus brillantes sonrisas de dientes blancos. Killian se dedicó solamente a degustar su café y Mal decidió probar uno de los pastelitos con cobertura de crema.

—Esto sí supera al café de la Isla —Indicó la pirata, tomando otro trago de café —. No se siente el sabor a grano caducado.

—Solo lo mejor para ustedes.

—¿Esto será así todos los días? —Preguntó Jay, dejando su galletita de lado para probar el café —Porque si es así, me gusta.

—Claro. Pueden pedir lo que deseen. La cafetería está a cargo del hijo de Tiana, quien sin duda sacó los dones culinarios de su madre.

—Así es —Segundó su hermana—. Ah, casi lo olvido. —La rubia pareció buscar algo dentro de su pequeña mochila —También les traigo sus horarios.

—Creí que ese chico Doug llevaba el registro de nuestras clases... —Agregó Killian, perdiéndose entre su vaso de café.

—Eh, sí... Pero como yo venía con ustedes, decidí traerselos. —Respondió y colocó un papel frente a cada villano. —Las clases fueron asignadas según sus preferencias y... Estilos de vida.

Killian observó su hoja y notó como la clase de Historia de Leñadores y Piratas estaba tachada con tinta de color azul y había sido reemplazada por otra. Historia de Reinos Mágicos.

—Si dan vuelta la hoja, podrán encontrar algunos extracurriculares —Simuló la acción de dar vuelta, con la palma de su mano —. Ahí encontrarán; clases de cocina, arte. También juegos deportivos como el Tourney, o incluso Esgrima.

—Esa última me gusta. —Killian alzó la mirada —E imagino que el grupo de porristas lo lidera Audrey, ¿Verdad?

—¿Tú qué crees? —Finn la miró con una sonrisa ladina.

—En que no pienso unirme nunca jamás a ese extracurricular.

—Bien pensado —Sonrió. Finn miró a su hermana e hizo un leve asentimiento con su cabeza. —Bueno, nosotros ya tenemos que retirarnos.

—Agh, sí... —Reprochó la rubia —Nuestros padres quieren hablarnos sobre algo del Reino y esas cosas políticas.

—El deber manda —Killian los despidió con un saludo pirata.

Raizel se levantó de su asiento y caminó hasta colocarse a un lado de su hermano. Finn imitó su acción, y miró una última vez a la peliazul.

—Princesa... —Inclinó su cuerpo levemente hacia adelante, reverenciandose ante ella. Evie sonrió. —Chicos.

Y luego, los hermanos desaparecieron de la vista de los villanos, perdiéndose entre el tumulto de personas que ya habían terminado su desayuno y partían a sus clases.

Killian soltó un largo suspiro y una vez su café se vació por completo, levantaron sus traseros de aquella mesa de picnic y caminaron dentro del castillo, rumbo a su primera y especial clase; Bondad Correctiva Inicial.






















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Killian bostezó por quinta vez consecutiva en tan solo veinte minutos de clase. La voz del Hada Madrina comenzó a taladrarle en la cabeza y deseó que el tiempo pasara más rápido para por fin terminar con esa tortura. Las preguntas habían comenzado a aburrirla, por lo que jugueteó con su anillo una vez más.

El salón de clases se encontraba dentro del castillo y la entrada principal era de cristal, dando una hermosa vista a lo que parecía una sala de descanso para los alumnos. Las mesas estaban completamente vacías, a excepción de dos. Una mesa la ocuparon Jay y Carlos, mientras que la otra era de Mal, Killian y Evie. La pelinegra miró levemente hacia su costado, observando como la pelimorada realizó un dibujo perfecto de la varita.

—Oye, eso es exacto —Habló por lo bajo para tratar de no recibir un regaño del Hada. Aunque tampoco le importaba, de hecho.

—No la he quitado de mi cabeza desde anoche —Respondió, agregándole un poco más de sombras al dibujo.

—Te lo dije. Jay es el culpable de todo —Volvió la mirada al frente, y notó que el Hada había terminado de escribir otra de sus absurdas preguntas. —Ay no... Aquí viene de nuevo. -Rodó los ojos.

—Muy bien, a ver si pueden con esta... —Señaló el pizarrón —Si una persona te acercara a su bebé que llora; A, lo hechizas. B, lo encierras en una torre. C, le das un biberón, o D, le arrancas el corazón.

Killian pensó en una respuesta correcta, pero ninguna se acercó a su idea perfecta. Ella talvez arrojaría al bebé al mar con los cocodrilos, y luego haría caminar por la plancha a la madre para que le haga compañia. Sonrió ante su imaginación. Volvió a la clase cuando el Hada Madrina pronunció su nombre.

—Killian.

—¿Eh, sí?

—¿Cuál crees que sea la correcta? —Miró la pizarra.

—Como ninguna de esas ideas se acerca a la mía, voy a agregar una —Sonrió y el Hada la miró confundida —. E, lo arrojo al mar.

—No, eso no es correcto, Lia.

—Killian para usted.

—Killian, de acuerdo. Disculpa. ¿Quieres probar de nuevo, pero con estas opciones?

—No, gracias. —Se cruzó de brazos y subió ambos pies a la mesa.

—Ay, por favor, Lia. Baja tus pies de la mesa —Mal quitó el dibujo que había quedado debajo de las botas negras de la pirata.

—No.

—¿Alguien más que quiera responder? —Preguntó el Hada y Evie alzó su mano. —¿Sí, Evie?

—¿Cuál era la segunda?

—Ah, okey... ¿Alguien la sabe? —Como nadie se dignó a responder, ella misma señaló a uno. —¿Mal?

—Ah, c. Le doy un biberón.

—Correcto. Otra vez.

—Pff, obvio que era la c —Killian resopló —. Yo solo quería ver si ustedes estaban atentos.

—Hoy estás muy inteligente —Halagó el hijo de Cruella hacia la pelimorada.

—Solo pienso en la que suena aburrida.

—Tiene mucho sentido... —Concordó Evie, mirando al frente.

Mal golpeó los pies de la pirata con la punta del lápiz, obligandola a bajarlos de la mesa. Killian rodó los ojos irritada por el aburrimiento. Se echó para atrás contra el respaldar de la silla, cuando sintió la presencia de alguien más en el salón.

Una chica de cabello corto hasta los hombros y con un vestido celeste, pasó entre medio del pasillo y de sus mesas, soltando un chillido. La chica caminó con pasos rápidos hasta el Hada y le entregó un portapapeles.

—Hola, cariño... —La saludó la mayor.

—Hola... Necesito que firmes esto para la coronación. —Señaló algo en la hoja, sin siquiera ocultar la mirada de terror hacia los villanos.

La pelimorada codeó a Killian quien se había perdido en el gigante moño celeste que traía sobre su corto cabello. Entonces entendió porque Mal le llamó la atención. Una coronación estaba próxima a venir.

—Seguramente todos recuerdan a mi hija Jane. —La presentó.

—¡Mamá, no! —Exclamó por lo bajo.

—Shh, tranquila, hija —Volvió a entregarle el portapapeles y la posicionó delante de los villanos. —Jane, ellos son nuevos.

—Ho-hola —Tartamudeó —. Tranquilos. Olvidenme, ¿Sí? Continúen.

Jane salió del salón, soltando el mismo chillido de hace rato cuando pasó nuevamente entre los villanos. Lia soltó una risa nasal.

—Patético.

El Hada carraspeó —Hay que continuar... Si encuentran un frasco con veneno, ¿Qué hacen? A, lo ponen en el vino del rey. B, lo ponen dentro de una fruta —Evie sonrió, provocando también la sonrisa de Mal y Killian —. o c, entregan el frasco a las autoridades.

Killian no se molestó esta vez en alzar la mano. Si Mal estaba en lo correcto, entonces la respuesta era la c. Pero como Carlos, Evie y Jay habían alzado las manos tan eufóricamente, les daría la oportunidad a ellos de contestar. Bueno, mientras que Carlos y Jay no se mataran entre ellos para ver quién decía lo correcto.

—Jay. —El Hada lo señaló con aquel palito.

—C, lo entrego a las autoridades. —Sonrió en victoria.

—Yo quería decir eso... —Carlos soltó en queja.

—Oh, pero lo dije primero. —Jay tomó a Carlos por la chaqueta y comenzó a frotar la cabeza del peliblanco, sin posibilidad de escape —¡A ver, vamos! ¿Quién lo dijo primero?

—¡Ah! ¡Lia, ayúdame, por favor!

—Les juro que algún día los colgaré del mástil del Jolly Roger. —Se levantó de la mesa y caminó hasta ellos para así poder separarlos. —¡Jay, sueltalo ahora!

El hijo de Jafar la miró y tragó saliva. Resignado, soltó a Carlos. El Hada Madrina los llamó, golpeando un par de veces el palito contra una mesa.

—Eh, tendré que pedirles que los dos -Refiriéndose con obviedad a Carlos y Jay —, usen esa energía dentro del campo de Tourney.

—Ah, no... Está bien —Agregó Carlos, acomodándose el cuello de su chaqueta —. Sea lo que sea, no voy.

—Raizel nos habló sobre eso esta mañana —Recordó el pelilargo —. Y no creo que llame mucho mi atención. ¿Qué es el Tourney, de todos modos?

—Algo deportivo, según Raizel. —Respondió la pirata.

—Muy bien, la clase terminó por hoy —Informó el Hada —. Tengo algunos asuntos reales que atender.

El Hada Madrina hizo una leve reverencia ante los villanos, y después de acomodar un portafolios de color celeste, se retiró del salón de clases.

—Como todos en Auradon. —Lia cruzó sus brazos y volvió a la mesa para tomar sus cosas —¿Qué sigue ahora?

—Ah, Killian y yo tenemos Química —Evie avisó, revisando sus horarios y los de su amiga —. Así que nos iremos juntas.

—Sí, pero dentro de una hora —Aclaró —. Puedes ir a tomar un poco de sol mientras tanto, princesa.

—Eso sería genial —Se colocó el bolso en el hombro —. Nos vemos en un rato entonces.

—Te acompaño —Mal la siguió —. Aún tengo que buscar algo que nos ayude con la varita.

Evie dio media vuelta y salió del salón con pasos decididos en dirección al exterior, mientras Mal la siguió detrás.

—Ah, ¿Tú qué harás, Lia?

—Talvez pruebe con esas clases de Esgrima —Comentó, mirando su hoja de extracurriculares —, no lo sé... Oigan, ¿Por qué no prueban el Tourney? Aquí dice que los entrenamientos comienzan en media hora.

—No necesito un tonto deporte para saber lo genial que puedo ser —Jay contestó con suficiencia.

—Los acompañaré, si quieren —Propuso la pirata —. Tengo una hora libre, así que...

—Solo porque tú vas, yo iré —Aceptó.

—¡Yo también iré! —Carlos se les unió —No creo que sea algo que requiera mucha práctica, ¿Verdad?

Killian alzó los hombros en desconcierto. Los tres salieron del salón, dejándolo por completo en soledad. La pirata se alejó de sus amigos, prometiéndoles que en media hora los vería en el campo de entrenamiento, donde el Tourney solía practicarse. Quería mucho a sus amigos, pero a veces necesitaba también un momento de tranquilidad para ella misma.

Salió al exterior y como pasó todo el día, el sol impactó nuevamente contra su rostro. Caminó por el patio y notó que algunas mesas estaban todavía ocupadas, por el receso entre clases. Divisó una con algo de sombra alrededor, así que decidió sentarse unos minutos ahí, hasta que la media hora pasara e ir con Carlos y Jay.

Abrió su mochila del clásico color negro con algún que otro color rojo, y sacó un par de cuadernos que el Hada les dio en su primera clase. La preparatoria Auradon se había tomado la molestia de brindarles los materiales necesarios para que los villanos pudieran asistir a sus clases sin preocupación alguna. Killian decidió ojear un poco el libro de Química, ya que al ser su siguiente clase, quería estar más o menos preparada y no ser la burra de la clase.

Las fórmulas químicas impactaron en su cerebro, y juró que comenzó a dolerle con solo leer apenas el primer párrafo. Soltó el aire que mantuvo en sus pulmones, irritada. Cerró el libro con fuerza, resignada a poder entender algo.

—¿Qué? ¿Las fórmulas químicas son muy difíciles para una pirata como tú?

La irritable voz de anoche llegó a oídos de Killian. Ella rodó los ojos e hizo un amago de levantarse de la mesa para ir otro lugar donde su paz no fuera perturbada, pero el chico tomó asiento frente a ella, agarrando el libro que Killian previamente cerró.

—Mhm... Esto es fácil —Murmuró, leyendo una actividad —. Es C17H35COO. —Killian lo miró confundida. —Claro que después se agrega un catión metálico como Na o K.

—¿Cómo?

—La fórmula química del jabón —Explicó con tono de obviedad —. ¿No la sabías?

—Si lo supiera no hubiera cerrado ese maldito libro de pociones. —Señaló el objeto con disgusto notorio.

—No es un libro de pociones, pirata. Es química.

—Sí, bueno, lo que sea... —Mantuvo el silencio por un segundo, y luego volvió a mirarlo —¿Qué haces aún aquí? Estás perturbando mi media hora de tranquilidad.

—El aire es libre, puedo estar donde yo quiera.

—Sí, pero no cerca mío. —Hizo un ademan para que se vaya. —Shu, vete.

—No, no quiero. —Sentenció.

Killian rodó los ojos irritada otra vez.

—Oye, las personas que no me obedecen suelen caminar por la plancha para ser arrojados al mar después. —Inclinó un poco la cabeza hacia el lado derecho —Aquí no hay barcos, pero puedo asegurar de que hay lagos profundos.

—Sí. Con cocodrilos. —Peter le sonrió con malicia. Killian golpeó la mesa con su puño. —Tranquila, pirata. No salgas corriendo.

—Yo no salgo corriendo, niño perdido.

Killian miró se su costado, y sonrió de lado. Peter la observó con una ceja alzada y completa confusión, hasta que la villana decidió desabrochar el cinturón de su cintura y dejar la espada sobre la mesa. Peter observó el arma y tragó saliva.

—¿Qué? ¿Tienes miedo de que te haga algo?

—Pensé que el Hada Madrina te había prohibido llevarla así como así por Auradon.

—El Hada Madrina jamás se dio cuenta de que la llevo conmigo. —La sacó de la funda y el metal de la hoja brilló por el sol —¿No es hermosa?

Los alumnos que pasaban por su lado no se molestaron en ocultar su expresión de terror que invadió sus reales rostros. Algunos incluso corrieron despavoridos cuando apoyó dicha arma sobre la mesa, y pidieron internamente por la seguridad del hijo de Peter Pan que corría claro riesgo frente a la hija del Capitán Garfio.

—Te sugiero, pirata, que si no quieres terminar castigada —Señaló con la mirada —, guardes ese juguetito tuyo.

—Le quitas lo divertido a la vida... —Volvió a guardar la espada. —Bien, entonces... ¿Ya te vas?

—¿Por qué quieres que me vaya? —Enarcó una ceja.

—¡Porque me caes mal, Peter! —Declaró, con claro enfado en su voz.

—¿Ah, sí? Entonces... Tú también me caes mal.

El repititivo odio que los dos se tenían, parecía un juego de niños. Un odio verbal, las expresiones de disgusto y la competencia por ser mejor que el otro, comenzaría a aumentar poco a poco con el pasar de los días.

—Parece que el día de molestar a Killian no terminará más, así que si me disculpas... —Guardó nuevamente las pertenencias en su mochila y ajustó otra vez su cinturón alrededor de la cintura. —De hecho, no. No me disculpes, porque ustedes me dan sarpullido. —Finalizó, con una sonrisa falsa hacia Peter.

Killian se levantó de la mesa y desapareció de la vista del rubio, perdiéndose otra vez en el interior del castillo. Peter por su lado sonrió negando levemente con la cabeza y miró el reloj ubicado en su muñeca derecha. Soltó un suspiro agotado. Había perdido media clase. Aún así, poco le importó.
















































━𝗪𝗔𝗥𝗜𝗜'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🧚🏻‍♀️

Ya sé... No me linchen, sé que tardé mucho en actualizar, pero tengo una buena excusa... Creo. bueno, resulta que se rompió mi computadora, donde tengo todos mis borradores e imágenes para mis fics... Y escribir por el celular de verdad se me resulta estresante... Aún así, logré que me llegara la inspiración y pude actualizar. ¡Yuju!

Dejando el drama de lado, cuentenme. ¿Qué les pareció el cap de hoy?

Quería también avisarles que tengo un grupo de difusion en WhatsApp, donde les muestro algún que otro edits que hago, y les comento sobre mi vida. Pueden unirse usando el link en comentarios... Por favor... Unanse. Somos apenas 10 :( Jajjajakj

Ahora sí, me despido. Y espero no tardar tanto en actualizar esta vez.

palabras; 5438

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