𝟬𝟬𝟮 ✧┆ welcome to auradon
٭ chapter two ٭
✩*⢄⢁ ❝Bienvenidos a Auradon❞ ⡈⡠*✩
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Killian caminó hacia la entrada del edificio de los villanos y observó a casi toda la Isla reunida admirando el brilloso vehículo que los transportaría hasta Auradon. Se mantuvo quieta unos largos minutos divagando en su decisión y si en realidad quería aventurarse a la idea de dejar su hogar atrás. Bueno, no es como si la Isla fuera precisamente un hogar para los villanos, pues fue el único lugar que conocían desde que nacieron, aun así, abandonarlo se sentía casi como una traición a las raíces.
—Oye, ¿Estás bien? —La voz de su mejor amigo la distrajo, provocando que mirara hacia él —. ¿Quieres despedirte antes de irnos?
Negó —No, Jay. Creo que... si piso el muelle por última vez, mi decisión sería quedarme y no pisar Auradon en mi vida.
—Estaremos bien —Sonrió en dirección a ella —. Sé que así será. Cumpliremos nuestra misión, y regresaremos antes de que papá pueda frotar otra lámpara.
—¿Crees en eso? —Sonrió de lado —Es como que yo diga que regresaremos antes de que papá decida tomarse otro barril de ron. Es algo físicamente imposible, Jay.
—Sí, bueno, tienes razón —Los dos soltaron una carcajada —. Déjame subir esto por ti.
Jay tomó el bolso de Killian que sostenía entre sus manos, y lo cargó por sobre su hombro para dejarlo en el maletero de la limusina. Cuando este cruzó por delante del vehículo, cubrió con su gorro una pequeña corona dorada que adornaba el frente, para después guardarla en uno de los bolsillos de su chaqueta. Killian negó con la cabeza y ocultó una sonrisa. Ya habría tiempo para regañar a su amigo, aunque podría vengarse por la broma con la comida de hace rato.
La ruidosa bocina de la limusina resonó en sus oídos, anunciando por fin la hora de partida. El corazón de Lia repiqueteó otra vez dentro de su pecho y quiso salir corriendo a refugiarse bajo los brazos de su padre, pero tenía una misión que cumplir. No quería decepcionarlo así como así. Esa acción no era parte del sistema de Killian, ni mucho menos era una palabra que estuviera escrita en su diccionario.
Desvió la mirada del auto y la enfocó más allá del callejón, topándose con una tenue luz que alumbraba la entrada al muelle de la Isla. No solo estaba dejando una vida atrás para empezar una nueva, estaba dejando a pequeños piratas que esperaban todos los días por sus clases. Estaba dejando a una tripulación que le tenía más respeto a ella que al propio Capitán Garfio. Estaba dejando a unos amigos que habían estado con ella en los peores momentos. Estaba dejando a esa persona que no olvidaría.
La bocina volvió a sonar y desconcentró a Killian de sus pensamientos por segunda vez en el día. Soltó un largo suspiro y caminó hasta quedar frente a una de las puertas de la limusina. El chofer la observó sin expresión alguna y como de costumbre, Lia rodó los ojos.
Subió al vehículo quedando contra la puerta, y observó a la pelimorada a su lado, mientras que Evie se sentó del otro lado y frente a ellas se sentaron Carlos y Jay que clavaron la mirada en la mesa repletas de dulces al instante. Killian se asomó por la ventana, captando otra vez la atención de su padre que no dejó de agitar la mano en un saludo de despedida. Ella sonrió y agitó la mano eufórica despidiéndose también de su progenitor.
—Tráeme oro.
—Tráeme un perrito.
—Trae un príncipe.
—Cuida mi espada.
Escucharon reclamar a los villanos mientras la limusina emprendió el viaje por los largos callejones de la Isla. Killian miró otra vez por la ventana trasera, hasta que la figura de su padre desapareció por completo cuando doblaron por una esquina. Luego solo volvió la mirada al frente y se cruzó de brazos con su típica mueca de inexpresividad.
Luego de un par de largos segundos que trató de concentrar su mente en otra cosa, se topó con la pelea de Carlos y Jay que trataban de agarrar la mayor cantidad de dulces posibles y ver quién podía comer más al mismo tiempo. Observó los dulces, o al menos los que habían dejado Carlos y Jay disponibles, y trató de buscar alguno que llamara su atención. Rebuscó entre paletas de diferentes sabores, caramelos ácidos y algunos picantes, hasta que encontró pequeños caramelos en forma de bolitas de color rojo.
Tomó una del recipiente y luego solo lo metió en la boca, saboreando un curioso gusto que hasta hace poco no había tenido el placer de probar, y que provocó una sensación más que agradable en su paladar. Al momento de masticar el caramelo, se sorprendió al darse cuenta que no solo era algo para morder, sino que también podría durar masticándolo bastante tiempo, pues estaba descubriendo lo curioso de las gomas de mascar. Agarró un puñado de chicles, los metió en una bolsa que encontró por ahí y las guardó en uno de sus bolsillos. Luego solo volvió a apoyar la espalda en el respaldar del asiento, y observó a Evie buscar algo en su bolso.
—Hoy estás algo pálida —Informó la peliazul sacando un maquillaje de su bolso de mano —. Déjame ayudarte.
Evie comenzó a aplicar el rubor en las mejillas de Mal, mientras degustó también uno de los dulces que el vehículo les brindó. Killian se hizo más a un lado, para evitar que la princesa pudiera aplicarle también el rubor.
—No, déjame —Evitó el polvo de Evie —. Necesito pensar.
—Eso no es muy atractivo —Mordió una paleta de color azul.
—¿Y qué es atractivo para ti, princesa? —Preguntó Lia, haciéndose un poco para adelante y evitar ser tapada por Mal.
Evie sonrió como cada vez que Killian utilizaba ese apodo en ella. De alguna manera, la hacía sentir mucho más que poderosa, y Lia sabía lo mucho que Evie disfrutaba ese apodo. Así que solo se volvió una costumbre llamarla así.
—No lo sé... —Pensó en una respuesta —Los príncipes talvez.
—Oh, bueno... Encontrarás varios de esos en Auradon, tenlo por seguro.
—Estas... Son saladas como nueces, pero dulces como no sé qué... —Interrumpió Carlos, golpeando el hombro de Jay.
—Déjame ver —Pidió. Carlos abrió la boca, mostrándole directamente el contenido —¡Eres desagradable!
—Niños, no peleen —Detuvo Lia, antes de generar algún drama mayor —. Ahora, dame eso. Quiero probarlo.
Killian se lanzó sobre los dos, tratando de tomar el alfajor que Carlos estaba a punto de llevar a su boca, pero fue evitado por Jay, quien también le sacó el dulce al hijo de Cruella. Luego, Killian se tiró sobre Jay para competir y ver quién se quedaría con el alfajor.
Mientras siguieron con la pelea de comida, Mal encontró un pequeño control remoto escondido entre los asientos. Sin poder apagar su curiosidad, apretó el botón e instantáneamente la ventana que dividía a los villanos del chofer, bajó. Evie miró al frente, encontrándose con el punto límite de la Isla. Con aquel puente destruido y la barrera que por obvias razones no podían cruzar.
—¡No! —Exclamó ella, llamando la atención de sus amigos.
Killian detuvo la pelea con Jay para mirar al frente, y cuando el hijo de Jafar también lo hizo, aprovechó aquel momento para robar el alfajor. Poco le importó si morían en ese momento, al menos habría probado aquella cosa dulce y salada.
—¡Es una trampa! —Carlos gritó.
En aquel momento Lia pensó muy bien en la gravedad de la situación y dejó el dulce a un lado después de darle un gran mordisco. Tragó la comida de un solo tirón, sintiendo el extraño gusto que Carlos describió minutos atrás. Luego solo volvió a su asiento y miró la ventana que se había abierto.
En aquel momento a su mente llegaron las mil y un ideas sobre como moriría, y entre sus opciones nunca estuvo el; "Ser tirada por el precipicio de la Isla". Sí se había imaginado tirando a alguien por ahí, como si fuera la plancha de algún barco, pero nunca se imaginó a ella misma tirándose por ahí.
La limusina se llenó de gritos desesperados de los cinco villanos a bordo, mientras que el chofer solo permaneció tranquilo en el asiento delantero. Talvez todo era una cruel táctica para deshacerse de ellos, y él saldría librado de toda culpa. O al menos eso pensó Lia cuando se aferró con todas sus fuerzas a los villanos que se protegían entre ellos.
Para sorpresa de todos, un extraño puente de color dorado se abrió camino debajo de la limusina, guiándolos fuera de la Isla.
—¿Qué es lo que pasa? —Preguntó Carlos confundido.
—No tengo ni la menor idea... —Continuó Killian, dejando de abrazar a Mal.
—Debe ser magia. —Ideó Evie con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Hey! ¡Oye! —Mal llamó al chofer y este la miró a través del espejo retrovisor —¿Este botón es el que abrió la barrera mágica?
—No. Este abre la barrera mágica —Alzó un pequeño control dorado —. Y ese abre mi garage. Y este botón...
Presionó otro botón y la ventana negra volvió a subir, separándolos otra vez del camino delantero y del chofer mala cara.
—Okey, odioso... Qué lindo sujeto.
—¿Todos serán así de irritables en Auradon? —Preguntó Lia comiendo otro chicle, pues el anterior lo dejó pegado en el asiento cuando quiso probar el alfajor de Carlos —. Porque si es así, quiero hacer una petición para volver.
—No hay vuelta atrás, Killian, lo sabes —Avisó Mal, mirándola de reojo.
—Bueno, tenía que hacer el intento. —Miró por la ventana y colocó la mano en la puerta —¿Se podrá abrir desde aquí?
—¿Para qué quieres hacer eso? —Carlos interrogó, comiendo otro alfajor.
—No lo sé, nunca estuve en una limusina —Lo miró —. Quiero saber si se puede tirar a alguien desde aquí. ¿Qué dices, Carlos? ¿Quieres ser mi cocodrilo de indias?
—Jay, dile algo —Se refugió en su amigo —. Killian me mira como mira a los marineros de su barco cuando no la obedecen.
Killian soltó una carcajada que resonó en todo el asiento trasero de la limusina. Los cuatro villanos restantes posaron la mirada en ella y si no la conocieran bien, dirían que se estaba volviendo loca y desquiciada. Pero Lia ya era loca y desquiciada, así que solo se rieron con ella y disfrutaron el resto del viaje en silencio y comiendo muchos, pero muchos dulces.
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Luego de un largo viaje, donde a Killian ya empezaba a dolerle el trasero, al fin pudieron divisar un enorme castillo acercándose poco a poco. El color verde invadió el ambiente, mientras que el sol brillante hizo un hermoso contraste con el celeste del cielo.
Lia pensó que talvez empacar protector solar no hubiera estado mal, si tan solo ella hubiera hecho su maleta y no su padre que quien sabe qué cosas guardó ahí. Tampoco es como si estuviera repleta de ropa y efectos personales, así que relajó su mente y volvió a concentrarse en los árboles verdes del exterior.
El cartel de «Auradon Prep» apareció de repente en su campo de visión y tomó una larga inhalación. Contuvo el aire en sus pulmones un largo tiempo, y luego solo lo dejó salir. Cuando el castillo se hizo cada vez más grande, avisando por fin que habían llegado a su destino, pudieron observar a varias personas con carteles en colores azules y amarillos que le deseaban la bienvenida. También observaron a la banda que pareció tocar un ritmo alegre.
Killian buscó en el bolsillo de su chaqueta de cuero negra unos anteojos de sol oscuros que siempre mantenía cerca para hacerse solo la interesante y que nadie la molestara. Agradeció haberlos dejado ahí, y no en la chaqueta roja que seguramente estaba pidiendo auxilio por estar apretada en el bolso del maletero.
Cuando el chofer abrió la puerta de su lado, Carlos y Jay fueron los primeros en bajar, pues ambos estaban peleando por una extraña tela azul. Killian trató de detenerlos antes de que el auto frenara, pero como no le hicieron caso, dejó simplemente que se mataran entre ellos. Se colocó los anteojos de sol e hizo su cabello para atrás y así evitar que estuviera molestándole en la cara.
—Tienes todo lo demás... ¿Por qué quieres esto, que no sé lo qué es? —Añadió Carlos tirado en el suelo, forcejeando.
—¡Porque tú lo quieres! Dámelo. —Jay continuó.
—De acuerdo... —Killian se agachó al nivel del suelo y los miró bajando un poco los anteojos —Si no dejan eso antes de que yo vuelva a mi lugar, les aseguro que encontraré un lugar para dejarlos amarrados y los usaré como poste de entrenamiento... —Clavaron la mirada en ella, confundidos —De espada. —Tocó el arma unida a su cintura.
Carlos y Jay se reincorporaron con rapidez, sintiendo el miedo calarle los huesos. Killian era realmente confusa incluso para sus amigos que la conocían de toda la vida. Y debían admitir, que incluso les daba miedo. Después de todo, era hija del pirata más temible de los siete mares.
—Solo... Limpiábamos... —Jay soltó una risa sarcástica.
—Déjenlo como estabaaa —Habló una mujer de traje celeste y de estatura mediana —. Y me refiero a que lo dejen de verdad.
Jay dejó los aparatos electrónicos que había tomado prestados de la limusina, devolviéndolos a su lugar de origen totalmente irritado por la situación. Killian miró a Jay dejar sus no pertenencias, incluso aquella tela azul por la que peleaba con Carlos, y rodó los ojos por la actitud infantil de su mejor amigo.
El hijo de Jafar quitó la mirada de Killian una vez sintió que la pirata dejaba de mirarlo y enfocó su vista al frente, encontrándose no solo a la mujer de traje azul, sino también a dos chicas que miraban extraños la situación.
—Hola... Bonitas —Se abrió paso entre sus amigas, acercándose a las dos chicas —Mi nombre es... Jay.
La de cabello castaño soltó una risa nerviosa, mientras que la rubia detrás de ella solo lo miró alzando una ceja despectiva. Luego la mujer de traje azul lo interrumpió, colocándose delante de la castaña.
—Bienvenidos a la preparatoria —Les dio la bienvenida, para después volver a su lugar. Jay retrocedió y Killian le dio un golpe en el hombro —. Soy el Hada Madrina, la directora. —Hizo una reverencia.
—¿Es el Hada Madrina? —Mal preguntó apenas terminó de hablar —¿La del "bíbidi bábidi bu"? —Agitó su mano como si fuera una varita.
—Bíbidi bábidi, tú lo dijiste. —La señaló con su dedo.
—Sí... Sentía curiosidad. Qué habrá pensado Cenicienta cuando apareciste como si nada -Mal continuó, mientras que Lia rodó los ojos, otra vez, por la forma tan obvia de Mal y no disimular —, con esa varita brillante y... una sonrisa. Y esa varita brillante.
—Eso fue hace mucho tiempo atrás. Es lo que suelo decir... Concéntrate en el pasado y te perderás el futuro. —Hizo señas con sus manos.
—Es un gusto al fin conocerlos. —Un chico de traje elegante dio un paso al frente y los miró con una sonrisa —Soy Ben.
—Príncipe Benjamín. Será nuestro rey —La chica de cabello castaño chilló de emoción, como si fuera la noticia del momento.
Killian miró de reojo a Evie y sonrió al ver la boba sonrisa que puso la hija de la Reina Malvada ante la mención del título de Ben. Pues no era secreto para nadie lo apasionada que era la peliazul por los príncipes.
—Adoro a los príncipes —Informó Evie acercándose a Ben —. Mi mamá es una reina, y eso me convierte en una princesa.
La villana hizo una reverencia ante los jóvenes de Auradon demostrando su postura proclamada en la Isla. Killian miró con respeto a la princesa Evie, hasta que su mirada cambió a la chica junto a Ben.
—La Reina Malvada no tiene ningún título aquí. —El rostro de Evie se transformó por completo —Igual que tú...
Killian sintió una sensación de ira recorrer su pecho, y apretó con fuerza la empuñadura de la espada que aún permanecía enfundada en el estuche enganchado en su cintura.
Clavó la mirada en la chica y se acercó unos pasos más a ella. Jay captó la mirada furiosa de Killian y rezó todos los mantras posibles para evitar que aquello terminara en un baño de sangre.
—«Igual que tú» —Repitió haciendo una voz muy finita —¿Así que solo por venir de la Isla no tenemos títulos? —Se cruzó de brazos —Pues déjame decirte, princesita, que Evie tiene la corona mejor puesta que tú.
Vio como la chica trató de formular palabra, pero solo se quedó en silencio. «¡Vaya que Killian sabe generar una muy buena primera impresión!» fue lo que pasó por las mentes de cada uno de los villanos recién llegados. Killian no se dejaría intimidar por ninguna princesita primorosa, pero lo que en realidad le causó más enojo, fue el hecho de que el Hada Madrina no dijo ni una sola palabra, dándole total libertad a la castaña de insultar a Evie.
—Ella es Audrey —Ben la presentó, para alivianar el ambiente.
—Princesa Audrey. —Lo interrumpió.
—¿Ah sí? No me digas... —Lia dijo con total disgusto. —¿Puedo tratar de adivinar una cosa más? —Preguntó.
—Eh, por supuesto —Ben le dio la aprobación, aunque medio confundido.
Killian volvió a mirar a Audrey —Por como lo miras cuando habla, y esa necesidad de estar cerca de él y agarrarlo como cocodrilo con su presa, apuesto a que eres su novia. —Audrey cambió la gran sonrisa fingida, a una seriedad absoluta —¿Adiviné?
—Sí, soy su novia —Tomó la mano de él, y Lia notó cierta presión en el agarre por parte de ella —¿Cierto, Bennybú?
—Ben y Audrey van a mostrarles el lugar y yo los veré mañana —El Hada Madrina volvió a hablar —¡Nunca se cierran las puertas de la sabiduría! —Separó el agarre entre Ben y Audrey, alzando las manos al aire, sorprendiendo a los villanos. —Pero la biblioteca abre de ocho a once. Y como saben, soy exigente con respecto al horario.
El Hada Madrina se retiró de la presencia de los villanos, llevándose a la banda detrás de ella. Killian la siguió con la mirada para tratar de buscar algo que le indicara dónde guardaba la varita mágica, pero solo vio a más chicos acercarse a ellos, una vez el Hada Madrina se fue, dejándoles la vía libre para observar más de cerca a los descendientes.
Volvió la vista al frente cuando sintió a Ben acercarse unos pasos. Acercó la mano a sus anteojos de sol y los bajó un poco para poder ver mejor al futuro rey de Auradon. También analizó a las dos personas externas a él y a Audrey, y que con todo el drama de la princesita, no había tenido el tiempo de observar con detenimiento.
Eran dos adolescentes, más o menos de su misma edad. Uno con cabello castaño y casi de la estatura de Ben y que se encontraba comiendo unos pretzels, mientras que la chica era rubia con una sonrisa muy brillante según Lia, y una estatura baja, talvez unos centímetros menos que Audrey. Lia entrecerró un poco más sus ojos y luego solo volvió a la normalidad, moviendo su cabello hacia atrás.
—Es todo un gusto conocerlos finalmente, chicos. —Ben habló después de estar casi un minuto entero en silencio frente a los villanos. Este se acercó a Jay y él le dio un amistoso golpe cerca del pecho. Luego pasó a saludar a Mal, quien extendió su mano y permaneció ahí unos largos segundos. —Esta es una memorable ocasión. Una ocasión que espero que quede... —Continuó su saludo con Carlos, quien también estrechó la mano de Ben, manchándola un poco con el chocolate que comía anterior a llegar. —Chocolate... —Dijo mirándolo. Killian fue la siguiente en estar frente al príncipe y ella solo lo miró alzando una ceja, y cruzándose de brazos. Por su lado, Ben asintió en respuesta. —El día en que nuestros pueblos se unieron...
La última en saludarlo fue Evie que sonrió de oreja a oreja y sostuvo la mano de Ben un largo tiempo. Hasta que la voz de Mal la distrajo de su enamoramiento.
—O el día en que los cinco por fin supimos dónde estaban los baños.
—¿Estuve un poco formal? —Ben preguntó mirando a la hija de Maléfica.
—Sí, un poco bastante.
—Bueno, arruiné mi primera impresión.
—No tanto como yo... —Murmuró Killian deshaciendo el cruce de brazos y dejándolos caer a su lado. —¿Ahora viene la parte en la que nos presentan a los extraños que están allá atrás? —Señaló a los dos adolescentes que seguían estáticos en su antiguo lugar.
—¡Oh, claro, por supuesto! —Exclamó el futuro rey —Chicos, por favor, acérquense. —Obedecieron la orden de Ben, quedando a su lado —Les presento a los hermanos Fitzherbert. Él es Finn, y ella es-
—Raizel, mucho gusto —Se adelantó la rubia, presentándose ella misma—. Es un verdadero honor tenerlos aquí en Auradon. Y lo digo con mis más sinceras palabras.
—Disculpen a mi hermana —El chico de cabello castaño dio un paso más al frente —. Suele ser muy, muy intensa con las nuevas personas. Soy Finn, aunque Ben ya lo dijo.
—Finn y Raizel son los herederos de Corona, nuestro nuevo reino aliado. —Informó Ben.
—¿Nuevo reino aliado? —Killian enarcó una ceja —Tenía entendido que todos en Auradon ya estaban aliados desde hace mucho tiempo.
—Bueno, no todo siempre es así de fácil. Crear Auradon fue realmente conflictuado para mi padre —Soltó un poco de aire —. Algunos reinos tardaron más que otros en volverse parte de Auradon.
—Mamá quería aceptar el trato apenas el rey se lo presentó, pero nuestros abuelos, quienes aún eran los reyes de Corona, decidieron que sería mejor velar solo por nuestro reino. —Raizel continuó, frotando sus manos entre sí.
—Luego los abuelos se volvieron un poco más viejitos, y fue hora de ceder el trono. -Finn siguió la explicación. —Así que mamá tomó su lugar como reina, y aceptó el trato de Bestia, alegando que Corona estaría mucho mejor con nuevos aliados que pudieran brindarle protección.
—Esa es nuestra historia —Finalizó la rubia con una sonrisa —. Ah, por si no lo saben, nuestros padres son-
—Rapunzel y Eugene —Killian completó —. Sí... Lo deduje. Raizel es un lindo nombre y muy parecido a Rapunzel. —Cambió la mirada al chico —E imagino que Finn es en honor a...
—Flynn —Aclaró —. En honor a mi padre cuando conoció a mi madre.
—Un ladrón que se vuelve príncipe —Jay soltó una risa sarcástica —. Eso no se ve todos los días. —Miró a la rubia que lo analizó de arriba abajo —Un placer conocerla, princesa.
—Jay, ¿Verdad? —Raizel preguntó, mirándolo. El nombrado asintió —Hijo de Jafar. Un visir que se volvió ladrón. Eso no se ve todos los días.
—Touché, bacalao —Lia murmuró por lo bajo —. Ah, yo soy Killian, por si se lo preguntaban. Hija del Capitán Garfio. Él es Carlos, hijo de Cruella de Vil —Presentó al chico a su lado —. Suele ser un poco tímido con los desconocidos.
—Carlos, ¿eh? —Finn estrechó la mano con él —Al parecer eres fanático del chocolate... También es mi favorito.
—Ella es... —Killian intentó seguir, pero la peliazul se presentó ella misma.
—Evie. Hija de la Reina Malvada. —Extendió su mano y Finn simplemente la tomó y depositó un casto beso en sus nudillos.
—Un placer, princesa. —Sonrió.
—Y ella es Mal —Siguió introduciendo a sus amigos —La hija-
—De Maléfica, ¿No es cierto? —Interrumpió Audrey, apareciendo frente a ellas otra vez —¿Sabes qué? No te culpo por que tu madre haya intentado matar a mis padres y eso —Mal rodó los ojos —. Oh, mi mamá es Aurora. La Bella-
—Durmiente —Interrumpió Mal, tal cual ella hizo —. Sí, oí sobre ella. ¿Sabes qué? Yo tampoco quiero culpar a tus abuelos, porque invitaron a gente del todo el mundo, pero a mi mamá no. A esa fiesta tan tonta —Conservó su sádica sonrisa.
—Lo pasado pisado. —Audrey rio.
—Seguro...
—Okey... —Aplaudió Ben, distrayendo a ambas —¿Qué tal un paseo? —Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el interior de la preparatoria. —La preparatoria, construida hace trecientos años, y luego convertida en secundaria por mi padre, cuando asumió como rey.
Audrey se colgó del brazo de Ben como de costumbre, mientras que los hermanos Fitzherbert lo siguieron a un lado, y los jóvenes villanos unos pasos más atrás. Al llegar al centro del jardín delantero, la estatua del rey se irguió sobre un pedestal. Ben aplaudió dos veces, y la estatua tomó la antigua forma del rey. Una bestia.
—¡Aah! —Gritó Carlos, saltando sobre Jay. Este lo cargó estilo nupcial.
—Carlos, tranquilo —Ben lo miró y sonrió —. Mi padre quería que su estatua se transformara. Solo para recordarnos que todo es posible.
—¿Se le cae el pelo? —Preguntó Mal.
—Tiene prohibido subir al sillón.
—No argumentaré nada ante eso —Murmuró Killian, lo que provocó una sonrisa en Raizel que se había colocado a su lado durante el trayecto. —Pregunta curiosa... ¿Tienen todavía vieja magia aquí en Auradon? —Preguntó entrando al interior de la preparatoria, y quitándose los lentes, pues el sol ya no era una molestia. —O sea, ya saben... Ese tipo de magia que sale de varitas y eso.
Killian sujetó con fuerza la espada y le pareció curioso que el Hada Madrina no comentara nada sobre el arma que descansaba en su cintura. Talvez la mujer no la había notado, pues se ocultó siempre detrás de sus amigos, o simplemente no le vio lo mortal y pensó que sería un estuche vacío. Aun así, agradeció que no se la quitaran. Si no, haría correr sangre hasta con una ramita con total de conseguirla devuelta.
—Sí, existe por supuesto —Ben respondió su pregunta —, pero actualmente no se usan. La mayoría de nosotros somos... Sencillos mortales.
—Nada más son reyes y reinas —Continuó Mal, mirando al príncipe.
—¡Es cierto! —Audrey cruzó el brazo de Ben por sus hombros —. Nuestra sangre real se remonta siglos.
Lia volvió a rodar los ojos y una persona bajando por la escalera llamó su atención. El adolescente traía puesto el uniforme que le había visto usar a la banda, solo que en lugar de un instrumento, ahora llevaba un portapapeles.
—Doug, Doug, ven aquí —Ben lo llamó—. Él es Doug. Los ayudará con sus horarios y también les mostrará donde van a dormir.
—¡Ah! Yo me ofrecí para mostrarle su dormitorio a las chicas —Raizel recordó, acercándose a Doug.
—Sí, casi lo olvido. Perdona, Raizel —Ben se disculpó —. Bien, los veré luego, ¿Okey? Y si hay algo que necesiten, pueden pedirnos-
—Traer a Doug. —Audrey interrumpió, y luego de un par de segundos, salió arrastrando a Ben fuera de la preparatoria.
—Lamento todo el asunto de Audrey —Finn se volvió a colocar a un lado de su hermana —. Killian lo adivinó y sí, es muy posesiva con sus cosas. Eso incluye a Ben, lamentablemente.
—Típico de princesa, ¿Verdad? —Preguntó Killian y Finn asintió.
—No todas somos así, créanme —Continuó Raizel —. Audrey solo se cree superior porque sale con el futuro rey de Auradon. En fin, dejemos de hablar de Audrey o eso solo incrementará más su ego. Doug, es tu turno. —Señaló al chico, para que pudiera presentarse adecuadamente.
—Hola, chicos —Los saludó —. Soy hijo de Tontín, ¿Recuerdan? Tontín, Doc, Tímido, Feliz, Gruñón, Dormilón y... —Intentó recordar al último de sus parientes, pero detuvo la mirada en Evie —Hi, ho...
—Evie —Se acercó a Doug —. Hija de la Reina Malvada.
—Okey —Sacudió la cabeza para concentrarse en lo importante —. Respecto de sus clases, yo... Puse algunos requisitos. —Miró el portapapeles —Historia de Leñadores y Piratas. La Seguridad en Internet, y eh... —Mal se colocó a su lado, poniéndolo nervioso también —Bondad Correctiva Inicial.
—Adivinaré —Mal miró el portapapeles —¿Nueva clase?
—Sí, eh... Yo no creo necesitar esa clase de "Historia de Leñadores y Piratas" —Lia hizo comillas en las anteriores palabras —Como verás, Doug... Soy una pirata. Sé todo sobre piratas. No habrá otra clase de... no sé, ¿Manejo de armas mortíferas?
—Lo siento, sus horarios ya están arreglados... —Killian alzó una ceja, mirándolo —Pero... puedo ver que otras opciones tenemos para ti... Sí, eso...
—¡Estupendo! —Sonrió para volver a la seriedad.
Buscó en su chaqueta la bolsita con los chicles que sacó de la limusina y comió otro, pues al anterior ya se le había acabado el gusto y lo pegó en la estatua del rey cuando entraron, sin que nadie se diera cuenta.
—Bien, nuestro dormitorio espera —Apuró Mal, subiendo por las escaleras.
Los villanos restantes la siguieron, pero antes de poder subir más escalones, la voz de Raizel los detuvo, y lo que provocó que varios pares de ojos ansiosos se posaran en ella.
—Sí, eh... Disculpen, pero sus dormitorios están por aquí. Síganme.
Con una sonrisa enorme, Raizel le señaló otro pasillo y los villanos comenzaron a seguirla. Finn, por su lado, se despidió de ellos agitando la mano, mientras que Doug siguió parado en su antiguo lugar, recordando el nombre de sus tíos.
—Tontín, Doc, Tímido, Feliz, Gruñón, Dormilón y...
—Estornudo. —Recordó Carlos al pasar frente a él.
Luego de caminar un par de minutos por varios pasillos, y por los cuales le tocó dividirse, ya que los chicos dormían en otra sección de la preparatoria, por fin llegaron hasta la entrada del cuarto.
—Normalmente los cuartos lo comparten entre dos, pero supuse que a ustedes no les gustaría estar separadas y le pedí al Hada Madrina que hiciera una excepción. —Sonrió, abriendo la puerta —¡Taraaaan! Bienvenidas a su dormitorio.
Cuando la princesa abrió la puerta, la luz solar volvió a invadir la vista de Killian. Quiso volver a colocarse los anteojos, pero la tratarían de exagerada. Evie ahogó un gritó, mientras que Mal colocó su cara de mayor disgusto.
—Sé que talvez no es de su agrado, ya que tiene mucha luz... —Raizel caminó un poco por el cuarto —, pero sé que con el tiempo podrán adaptarse. Y si no es así, bueno... Podemos hacer algunas modificaciones. Como pintar las paredes, o poner cortinas más oscuras... Lo que gusten.
—¿Por qué eres tan amable? —Killian preguntó, cruzándose de brazos.
—No lo sé... Talvez porque así me criaron. Y sé que no todos somos iguales y que ustedes tenían otra forma de vida... Solo quiero que Auradon sea agradable para todos. —Formó una línea con sus labios -Bueno, las dejo instalarse. Las veré luego —Caminó hasta la puerta —. Y otra vez, es un placer tenerlas aquí. Adiós.
Una vez Raizel cerró la puerta, Killian soltó un gran suspiro de cansancio. Miró a su alrededor y notó la abundancia de colores pasteles que el cuarto tenía. Sin duda necesitaba varios toques de rojo y negro, y algunos mapas de navegación. Pero ya habría tiempo de pensar en las decoraciones.
—¡Pido la cama frente a la ventana! —Gritó tirándose sobre la misma.
—Con este cuarto sé que voy a necesitar filtro solar. Evie, Killian —Mal señaló las ventanas para que sus amigas pudieran cerrar las cortinas, volviéndola más oscura —Así está mucho mejor.
—Sí, muchos colores rosas me dan náuseas —Killian acotó, tirándose otra vez sobre la cama. —¿Cuál es el siguiente paso ahora?
—Ahora esperaremos a que oscurezca e iremos al dormitorio de los chicos. Una vez ahí, averiguaremos dónde está la varita para poder largarnos de una buena vez de aquí.
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