𝟬𝟬𝟭 ✧┆ path to a new life
٭ chapter one ٭
✩*⢄⢁ ❝Camino a una nueva vida❞ ⡈⡠*✩
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Esta historia comienza en un mundo donde todos los cuentos de hadas parecen vivir juntos en armonía, y donde los villanos de sus propios cuentos se encuentran alejados viviendo en la miseria. Donde todo parece ser perfecto, y sus descendientes crecen sin sufrir los mismos destinos que alguna vez sus padres tuvieron que sufrir.
Donde las manzanas envenenadas ahora se volvieron de caramelo dulce. Los hechizos se dejaron de lado para ser reemplazados por clásicos libros de historias. Las lámparas ahora adornan las mesas e iluminan las habitaciones oscuras de todos los castillos. Y donde los animales, como dálmatas y cocodrilos, son adoptados para servir como mascotas que acompañan a sus dueños siendo libres y felices.
Y todo esto es gracias a dos reyes que decidieron acabar con el ciclo consecutivo de torturas y sufrimiento, para que todos se volvieran uno solo. Hace veinte años, Bella y Bestia contrajeron matrimonio e invitaron a seis mil de sus amigos más cercanos. ¡Vaya que era grande ese pastel! Así que como decisión final, y en lugar de gastar sus grandes ahorros en una romántica luna de miel, decidieron unir a todos los reinos vecinos y Bestia fue proclamado; "Rey de los Estados Unidos de Auradon".
Y mientras los leales disfrutaban la armonía que Bestia y Bella le brindaron, los villanos se pudrían en el bajo mundo rodeados de agua en una isla que no tenía salida alguna. Catalogada como; "La Isla de los Perdidos". Los reunió ahí, junto a todos sus secuaces malvados, condenando no solo a ellos, sino que también a sus futuros descendientes a una vida muy diferente a la que alguna vez habían planeado. Restringiéndolos de la magia, las salidas, la diversión, el Wi-Fi... Solo dejándolos con la maldad que habían adquirido desde la cuna. Pero aquello estaba a punto de cambiar.
Oh, claro que lo haría.
Por una de las enormes ventanas del palacio de Bella y Bestia, el joven príncipe de Auradon, Ben Beast, tenía una estupenda vista a la Isla de los Perdidos. Como si hubiera sacado boleto en primera fila para ver el show miserable de los villanos. Enfocó la mirada en aquella barrera que dividía la crueldad de la bondad y su mente no dejó de pensar en la decisión que había estado pensando durante un tiempo, y que sin duda tenía que comunicársela a sus padres.
Escuchó unos murmullos del sastre que estaba tomándole las medidas para su futuro traje que usaría el día de la coronación, pero solo volvió a introducirse en su mente, preparando el discurso que le daría a los reyes para que aceptaran su propuesta.
Y supo que aquel momento por fin había llegado, cuando ellos entraron al salón.
—¿Cómo es posible que vayas a ser coronado rey en un mes? _Exclamó Adam Bestia entrando al salón. A su lado venía Bella, quien estaba enganchada en su brazo. —¡Eres un bebé!
—Cumplirá dieciséis, querido —Recordó Bella, separándose de su esposo.
—Hola, papá —Contestó el príncipe, sonriendo.
—¿Dieciséis? —Preguntó confundido —. Es muy joven para ser rey... Yo no tomé una buena decisión hasta que tuve... Cuarenta y dos.
—Decidiste que nos casaramos a los veintiocho —Volvió a hablar su esposa, mirándolo confundida.
—Eras tú o una tetera, amor —Añadió Bestia.
Ben rio ante la expresión de su padre, pero luego volvió a la seriedad cuando notó el semblante confundido de su madre. Por su lado, Bella solo permaneció neutra, hasta que Adam volvió a hablar.
—No es cierto.
Ben pasó la mirada por sus padre y dudó en ser el próximo en hablar. Hasta que el recordatorio de su futuro como rey volvió a invadirlo de esperanza por hacer lo correcto.
—Ah, mamá, papá... —Comenzó el príncipe. Este quiso avanzar hacia sus progenitores, pero el sastre se lo prohibió, pues perdería sus arreglos. —Ya elegí mi primera proclama oficial.
—Vaya, eso es muy pronto... —Murmuró Bella y miró con orgullo a su hijo —¿Y cuál es, hijo?
—Decidí que los chicos de la Isla de los Perdidos ahora podrán... —Se tomó un segundo para soltar lo siguiente, y preparándose internamente para las negaciones —Vivir aquí en Auradon.
Tanto Bella como Bestia permanecieron estáticos en sus lugares. No sabiendo qué decir con exactitud ante la petición de su hijo. Ben decidió continuar.
—Cuando miro hacia la Isla, siento que fueron abandonados —Sin importarle los reclamos del sastre, caminó hasta quedar frente a sus padres.
—¿Los hijos de nuestros enemigos? —Adam señaló la Isla que se veía a través de la ventana —¿Entre nosotros?
—Solo serán algunos al principio —Aclaró —. Los que necesitan que los ayudemos. —Ben miró a su madre y esta le regaló una sonrisa discreta —Ya fueron elegidos.
—¿Eso piensas? —Su padre se acercó a él.
—Yo te di otra oportunidad —Habló Bella agarrando del brazo a su esposo. Luego cambió la mirada a su hijo —. ¿Quiénes son sus padres?
Antes de responder la pregunta que Bella le hizo, Ben se tomó un minuto para tomar aire. Lo retuvo un segundo dentro de sus pulmones y después lo soltó. Miró una vez más a través de la ventana, divisando la nube gris sobre la Isla. Volvió la mirada a sus padres que esperaban ansiosos y algo temerosos, la respuesta de su heredero.
—Cruella de Vil —Comenzó a pronunciarlos —, Jafar, la Reina Malvada, el Capitán Garfio y... —Sabía que al pronunciar el siguiente nombre, sus padres pondrían el grito en el cielo. Así que solo se preparó para lo inevitable —Y Maléfica.
El sastre que solo estaba esperando que terminara la conversación para volver a sus costuras y medidas, pegó un gritito que asustó un poco al príncipe. Mientras que Bella permaneció perpleja en su lugar y Bestia enfrentó rápido a su hijo.
—¿¡Maléfica!? —Exclamó —¡Ella es la peor villana que existe!
—Papá, escúchame... —Ben intentó hablar, pero otra vez fue interrumpido por la potente voz de su padre.
—No, no quiero escucharlo. Son culpables de crímenes horribles. Por eso están ahí dentro —Señaló la Isla —. No importa quienes sean sus padres.
—Papá, sus hijos son inocentes —Justificó Ben —. No tienen por qué cumplir una condena que ellos no pidieron. ¿No crees que merecen una mejor vida?
Observó de reojo al sastre abandonar el salón, talvez por miedo a seguir escuchando más nombres de villanos, o solo porque la familia merecía su momento de privacidad y discutir los términos de esa proclama en completa soledad.
Bestia tardó en contestar la pregunta que Ben le hizo. Intercaló miradas entre él y su esposa, y también dirigió algunas miradas a la Isla. Había creado esa isla por una razón. Para mantener a su reino seguro y protegido de todo el mal que alguna vez los villanos causaron. Pero talvez Ben tenía razón y sus hijos podrían estar libre de toda culpa. Solo talvez ellos eran inocentes.
—Supongo que sus hijos son inocentes. —Respondió por fin.
Ben sonrió de oreja a oreja —Gracias...
—Bien, ahora aquí hay un problema —Señaló Bestia —. Todos ellos son hijos únicos, a excepción del Capitán Garfio. Tengo entendido que él tiene dos.
—Sí, sí —Respondió Ben con una sonrisa —. Ya estoy informado de eso. Son hermano y hermana.
—¿Piensas invitarlos a los dos? —Preguntó Bella alzando una ceja.
—De hecho, creí que por el momento sería adecuado traer a uno de ellos. Y si todo va bien, bueno... Talvez después podríamos ayudar al hermano.
—Sí, claro... —Murmuró Bestia —Suena bien.
—Entonces, será mejor que comencemos a planear la bienvenida de los hijos de villanos, ¿No crees? —Aconsejó Bella, sonriéndole una vez más a su hijo.
—Eso sería estupendo.
Bella salió del salón en compañía de su esposo a quien aún le costaba aceptar la idea de tener a los descendientes de villanos caminando por Auradon. Ben miró por última vez la Isla y sonrió tras pensar en el gran cambio que muy pronto haría en la vida de los villanos. Si quería ser un buen rey, primero tenía que empezar a velar por todos sus súbditos, y la Isla no quedaría afuera de sus planes.
Al cabo de un par de días, la noticia de la proclama de Ben llegó a cada rincón de Auradon. Las quejas y restricciones no se hicieron esperar, pero él solo los calmó diciendo que todo estaría bien. Mientras que en la Isla, las noticias apenas estaban siendo dadas.
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El sol brilló a través de las nubes grises que adornaban el cielo de la Isla de los Perdidos. Muy pocas veces tenían el privilegio de ver el sol, y aquel día, por suerte fue uno de esos privilegios. Solo que los villanos esperaban ansiosos que las nubes volvieran a taparlo y por fin deshacerse de los irritantes rayos solares.
Los tonos grises y opacos adornaban cada calle de la Isla, volviéndola un clásico refugio acogedor para la descendencia de la maldad. Una chica pelinegra de mechas rojas observó a un par de niños discutir por unos dulces que habían sido robados y sonrió mientras desenvolvió un caramelo de chocolate relleno de algún líquido rojo, y guardó la bolsa con los demás caramelos en uno de sus bolsillos.
Se deshizo de su telescopio dejándolo por alguna parte de la cofa. Agarró una de las sogas que colgaban por el mástil, y bajó por el mismo, llegando hasta la cubierta. Observó a su alrededor encontrándose con varios lacayos trapeando el suelo de madera y sonrió con suficiencia.
—Ahí quedó una mancha de tierra —Señaló el suelo, mientras varios pares de ojos se posaron en ella. —No querrán que el Capitán los tire por la borda cuando se entere, ¿Verdad?
—No, por supuesto que no.
—¡Entonces limpien bien! —Gritó llegando hasta el timón —¡Quiero ver mi reflejo en cada parte de este barco! ¿Entendido?
—Sí, señorita —Respondieron algunos lacayos, atemorizados.
—Señorita capitana —Aclaró con altanería.
A Killian le encantaba mandar cuando su padre se encontraba haciendo cosas importantes. Aunque muchas veces fuera buscar algún que otro barril de ron por ahí. Ese néctar estaba escaseando en la tripulación del Capitán Garfio y lo mantenía de acá para allá casi todos los días.
Killian no entendía su fascinación por aquella bebida, y cada vez que le preguntaba al Capitán el por qué, solo respondía que cuando sea la capitana de su propio barco lo entendería. Lo que Garfio ignoraba, era que Killian ya era la capitana, no de su propio barco, pero sí del de él.
Miró el timón frente a ella y lo hizo girar. Daría lo que sea por salir de aquella Isla y navegar los siete mares. Quería vivir sus propias aventuras de piratas, pero solo tenía que conformarse con ver el horizonte. Soltó un gran suspiro y caminó a través de la cubierta para llegar a las escaleras. Dio media vuelta, observando a la tripulación.
—Abandonaré la nave un rato —Avisó —. Talvez llegué antes que el Capitán, talvez no. Aún así, quiero todo en orden. ¿Entendido?
—Sí... Señorita capitana. —Respondieron al unísono.
Se despidió de su tripulación con un saludo de mano y bajó las escaleras abandonando el barco pirata. Atravesó el túnel que dividía el muelle del resto de la Isla, y comenzó a caminar por los callejones.
Divisó no muy lejos de ella a Mal, la hija de Maléfica y una de sus mejores amigas. Esta estaba de espaldas a ella, mientras pintaba algún mural. La pelinegra sonrió ladinamente cuando vio un reproductor viejo de música y tocó el botón «play», dejando escapar un pegajoso ritmo.
━They say i'm trouble... ━Mal se dejó llevar por el ritmo, mientras dejó el aerosol de pintura por ahí ━They say i'm bad. They say i'm evil, and that makes me glad...
━A dirty no good, down to the bone... ━Jay, el hijo de Jafar, se les unió ━Your worst nightmare. Can't take me home.
━So i've got some mischief, in my blood ━Evie, hija de la Reina Malvada, caminó sobre unas mesas cercanas, continuando con la canción ━Can you blame me? I never got no love.
━They think i'm callous ━Carlos, el hijo de Cruella, apareció por una ventana, mientras robó alguna manzana de alguien que pasaba por ahí ━A low-life hood. I feel so useless... Misunderstood.
━I hear the murmurs... ━Continuó Killian, pasando a un lado de personas que la miraban ━They say i'm not that bad. I'm sorry, honey. ¡You haven't met me yet!
Mal, Evie y Killian se reunieron en un callejón, mientras que Jay y Carlos se le unieron a los pocos segundos. Todos parecían alejarse de ellos cuando estaban juntos.
━Mirror, mirror on the wall... ━Cantaron al unísono Killian, Mal e Evie. ━Who's the baddest of them all...? Welcome to my wicked world. Wicked world.
━I'm rotten to the core, core ━Los cinco llegaron hasta una puerta con alambrado, la cual quitaron de su camino y se adentraron en aquel lugar mientras comenzaron a patear cajas de cartón y empujar a las personas que obstruían su camino. ━I'm rotten to the core, core. Rotten to the core. I'm rotten to the core, core. Who could ask for more. I'm nothing like the kid next, like the kid next door. I'm rotten to the core. I'm rotten to the... I'm rotten to the core...
Tomaron algún que otro palo que encontraron entre la chatarra tirada por toda la isla, y comenzaron a golpear baldes y latas que simulaban ser una especie de batería improvisada para la situación. Luego atravesaron un callejón con unas viejas tuberías, mientras reían en el proceso.
━Call me a schemer, call me a freak... How can you say that? I'm just... Unique ━Mal dibujó una M en una cortina de baño de un sujeto que luego abrió tras sonreír con malicia.
━What me a traitor? ━Jay saltó del techo de un pequeño galpón y cayó sobre la mesa de unos sujetos ━Ain't got your back? Are we not friends? ━Simuló servir té en unas tazas y luego solo se llevó la tetera y trató de frotarla ━What's up with that?
━So i'm a misfit, so i'm a flirt... ━Evie pasó por un lugar cubierto de pañuelos y desenrolló uno del cuello de un tipo ━I broke your heart? I made you hurt?
━I'll give you a hand, if you dare to take it... ━Killian tomó un pedazo de madera que encontró por ahí y la utilizó como si fuera una espada. ━Be careful, because you can lose yours. ━Partió la madera por la mitad, arrojando los pedazos por algún lugar.
━The past is past ━Carlos subió a una mesa pateando un cajón de manzanas, regándolas por todo el suelo ━Forgive, forget. The truth is... You ain't seen nothing yet!
—¡Devuélveme mis manzanas! —Gritó alguien cuando Carlos pateó más manzanas.
━Mirror, mirror on the wall... ━Killian, Evie y Mal observaron a Carlos y Jay alborotar todo en cuestión de segundos. ━Who's the baddest of them all...? Welcome to my wicked world. Wicked world.
—¡Vamos! —Gritó Jay para llamarlas y salir del cobertizo donde se encontraban.
Los cinco se reunieron en otro de los tantos callejones que rodeaban la Isla, volviéndola un completo laberinto, pero que ellos ya se conocían como la palma de su mano. Comenzaron a bailar una coreografía, mientras las personas cercanas se le unían.
━I'm rotten to the core, core. Rotten to the core. I'm rotten to the core, core. Who could ask for more. I'm nothing like the kid next, like the kid next door. I'm rotten to the core. I'm rotten to the... I'm rotten to the core.
Los villanos comenzaron a reír cuando Mal le quitó la paleta de dulce a un niño que pasaba por ahí con su madre. Killian saludó al niño con su mano y moviendo los dedos. No quitó la mirada del niño hasta que notó como las personas a su alrededor comenzaron a dispersarse y correr despavoridos.
—Se acerca el mal... —Murmuró Killian observando a dos matones acercarse a ellos.
Mal dio media vuelta, pues había terminado de espaldas viendo a sus amigos, encontrándose con dos hombres de apariencia corpulenta.
—Hola, mamá —Habló Mal, quedando frente a Maléfica.
—¿Ahora te dedicas a robar? —Preguntó la villana, abriéndose paso entre sus dos guardias personales —Qué gran decepción.
—Se lo robe a un bebé —Aclaró su hija, entregándole la paleta.
—Esa es mi chiquita cruel —Sonrió orgullosa.
Maléfica aceptó el dulce que Mal le extendió y bajo la atenta mirada de los jóvenes villanos, escupió el dulce y se lo colocó bajo la axila. Lo mantuvo ahí unos largos segundos. Killian observó las acciones de la hechicera con una extraña expresión en su rostro.
—Creo que dejaré de comer paletas por algún tiempo...
—Dejaremos. —Acotó Jay, susurrándole al oído.
—Te apuesto mis monedas de oro a que ahora se lo devuelve al niño.
—Hecho.
Los dos chocaron puños, para luego cruzarse de brazos esperando ansiosos los siguientes movimientos de Maléfica. Killian sonrió victoriosa cuando la villana se giró a uno de sus guardias.
—Dáselo al horrible niño —Ordenó Maléfica.
—Ahora quiero todas tus monedas de oro, bacalao —Reclamó hacia el hijo de Jafar. Lo escuchó refunfuñar y sonrió.
—Pero, má... —Volvieron a la conversación, escuchando los reclamos de la pelimorada.
—Son los detalles, Mal... —Agregó Maléfica —Los que hacen la diferencia entre malo... ¡Y diabólico! —Gritó consiguiendo que la escuchara la madre del niño. —Cuando yo tenía tu edad ya había...
—Hechizado cada reino del mundo. —Hablaron a la vez, provocando que Killian rodara sus ojos.
Había escuchado esa historia miles de veces cada vez que se encontraban con la villana y que amaba remarcar cada dos por tres.
—Tengo que hablarte... —Tomó a Mal del brazo y se alejaron un poco de los demás.
—¿Esta es la parte donde le dice que quiere convertirla en una copia de ella y Mal le responde que lo será, pero mejor? —Preguntó Killian mirando a sus amigos.
—Maléfica tendría que empezar a cambiar sus métodos... —Murmuró Jay.
—¡Por los cocodrilos, que no te escuche! —Fingió terror —O terminarás siendo un cuervo.
—¡Uuuh novedades! Casi lo olvido... —Exclamó Maléfica, atrayendo la atención de todos a ella otra vez —Los cinco fueron elegidos para ir a otra escuela... —Hizo una leve pausa de suspenso —En Auradon.
Cuando los jóvenes villanos quisieron escapar de su cruel destino, se encontraron con los matones de Maléfica detrás de ellos, impidiéndoles su huida. Killian trató de zafarse del suyo pateándolo, golpeándolo, pero no lo consiguió.
—Suéltame, gran... torpe —Ordenó.
—Lia, no resultará... —Le avisó Evie, quien ya se había resignado a poder escapar de ahí.
—Agradece que no traje mi espada conmigo, porque si no perderías tus manos —Advirtió cuando el matón dejó de ejercer fuerza en ella.
—No iré a un internado insoportable repleto de princesitas primorosas. —Mal se opuso, enfrentando a su madre.
—Y príncipes lindos... —Evie caminó unos pasos hasta ellas con una sonrisa que desapareció de repente antes la mirada que Mal le lanzó —Agh... Sí.
—Sí, y yo no uso uniformes —Jay rio —, si no son de cuero de verdad.
Volvió a reír esperando el choque de manos con Carlos, pero este no lo hizo. Cambió su mirada a Killian, quien sí correspondería su choque, pero esta formó una fina línea con sus labios y negó con la cabeza.
—Yo leí en algún lado que en Auradon tienen perros... —Carlos informó con la voz temblorosa —Mamá dice que son animales rabiosos que se comen a los niños que no se comportan bien... —Jay se acercó lentamente a Carlos y ladró cerca de su oído, espantándolo por completo. —¡Lia, dile algo!
—Jay, no puedes andar asustando a Carlos con eso —Regañó al hijo de Jafar —. ¿Qué no ves que es sensible pobrecito?
—Sí, eso fue de mucha ayuda, Lia, gracias.
Killian alzó ambos pulgares regalándole una sonrisa, y luego habló.
—Eh, tendrán que elegir a alguien como mi reemplazo —Avisó —. Doy clases de cómo manejar sus espadas a los pequeños piratas casi todos los días, y no puedo abandonar a mi tripulación.
—Sí, mamá, nadie quiere ir. —Respondió Mal aún enfadada.
—¿Crees que el plan no servirá? —Maléfica soltó un largo suspiro —Tenemos que dominar el mundo. ¡Ignorantes!
Maléfica se retiró de la presencia de los jóvenes villanos. Lia estaba decidida a irse otra vez a su barco, pero Jay la tomó del brazo y señaló hacia el frente. Entendió entonces que tenían que seguir a Maléfica hasta la guarida de los villanos, pues aquel asunto del viaje a Auradon aún era tema pendiente.
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Los cinco llegaron hasta el Castillo de las Ofertas que era el refugio de Maléfica y Mal. El hogar de las villanas se encontraba arriba de una tienda donde vendían toda clase de sombreros. Jay tenía su tienda de artefactos en otro rincón de la Isla, aunque no le gustaba pasar mucho tiempo ahí, pues su padre siempre lo tenía limpiando las cosas que robaba, para que no acumularan polvo.
Evie vivía en un destruido castillo al Otro lado del Camino, pues ahí habían sido desterradas ella y su madre hace mucho tiempo. Un tema que preferirían olvidar, de hecho. Carlos vivía al frente de ese castillo, en Hell Hall. Donde Cruella tenía sus pertenencias más preciadas. Sus abrigos de piel de dálmata.
Mientras que Killian era feliz viviendo frente al muelle y el oceano, en el barco pirata del Capitán Garfio. No era una mansión lujosa, pero era su hogar. Y lo amaba así de bonito y chiquito.
Cuando entraron a la guarida, pudieron observar a sus padres reunidos. Jafar estaba cerca de la cocina cocinando algo extraño mientras observó curioso un salero en forma de lámpara, la Reina Malvada acomodó su corona en un espejo colgado en una pared, Cruella se encontraba hablando con un extraño peluche de un dálmata, y el Capitán afilaba la punta de su garfio con una lima para uñas.
—Con que aquí te escondías, Capitán... —Killian se acercó a su padre.
—Escuché que Maléfica podría hacer aparecer ron.
—Si sabes que la magia no existe en la Isla, ¿Verdad? —Enarcó una ceja.
—Tenía que intentarlo.
Escuchó el carraspeo de Maléfica un poco más cerca de la ventana, así que caminó hasta la villana que ya se encontraba rodeada de los demás descendientes.
—Tienen que ir, tienen que hallar al Hada Madrina y tiene que traerme su varita mágica —Habló Maléfica sentada en una esquina de la guarida limándose las uñas. —Será fácil.
—¿Qué ganaremos? —Preguntó Mal.
—Pues... Algún trono, talvez coronas para cada una —Contestó.
—Sí, ahm... Creo que nos perdimos la parte en la que dices que esto nos beneficia a todos... —Aclaró Killian mirando a la villana.
—Lo hago por ti y por mí, bebé —Maléfica se acercó a Mal, ignorando a la pirata —. ¿No te encanta cuando una buena persona sufre?
—Sí, como cualquiera —Añadió Mal con una sonrisa.
—¡Entonces, tráeme la varita! —Gritó —Y tú y yo veremos eso y mucho más. Y con esa varita y mi cetro, de una vez por todas dominaré el bien y el mal a mi voluntad —Levantó las manos al techo.
—Nuestra voluntad. —Corrigió la Reina Malvada, quien había abandonado su lugar frente a la pared, y ahora estaba sentada en la mesa mirándose al espejo.
—Sí, nuestra voluntad —Corrigió sin ánimos —. Y si te reúsas, te castigaré por el resto de tu vida.
—¿Qué? ¡Mamá!
Maléfica y Mal comenzaron una guerra de miradas, volviendo sus ojos de un verde esmeralda luminoso. Killian volvió a rodar los ojos, algo muy habitual de ella.
—¿Lo hacen devuelta? —Jay se acercó a la pirata.
—Ajá... Oye, ¿Qué traes ahí?
—No lo sé, papá estaba preparándolo. ¿Quieres?
Lia aceptó el extraño bocadillo que Jay le ofreció y mordió un pedazo. Primero pensó que era chocolate por la textura y el color, pero tras saborearlo un poco más, lo escupió yendo por un vaso de agua.
—¡Jay, esto es asqueroso!
—Eso es por mis monedas de oro.
—¡Fue un trato justo! —Reprochó.
Mal pasó por su lado y Lia sintió una vibra extraña emanar de la joven villana. Era obvio que había perdido la pelea de miradas contra su madre.
—¡Evie! —La voz de la Reina Malvada resonó por la sala —Mi linda malvadita, tú búscate un príncipe con un enorme castillo y un ala para la suegra.
—Y cientos, cientos de espejos. —Dijeron las dos al mismo tiempo.
—Nada de reír. Arrugas. —Advirtió La Reina cuando vio la sonrisa excesiva de su hija.
—No se llevarán a mi Carlos, porque lo extrañaría demasiado —Añadió Cruella de Vil.
—¿En serio, mamá? —Preguntó Carlos emocionado.
—Sí... —Acarició el cabello del menor —¿Quién me pintará el cabello, arreglará mi piel y me quitará la dureza de los pies? —Colocó una pierna arriba de él.
—Sí, talvez la escuela no sea tan mala —Se quitó la pierna de encima.
—Carlos, tienen perros en Auradon. —Acarició la mejilla de su hijo.
—No, no. No pienso ir. —Volvió a negar pensando en las bestias que se encontraría si iba allí.
—Killian, querida, ¿Has dado ya la clase de los niños de hoy? —Preguntó el Capitán sentándose en la silla y levantó sus pies para ponerlos sobre la mesa.
—La iba a dar al volver, pero ve mi sorpresa cuando nos dijeron que iríamos a otra escuela... —Se sentó a su lado e imitó la acción de poner los pies sobre la mesa —Que por cierto, no voy a ir. ¿Dime que me apoyas en esto?
—¡Por supuesto! —Exclamó el pirata —¿Quién limpiará la cubierta en tu ausencia sino?
—¿Es en serio? —Lo miró enarcando una ceja.
—Nah, no te creas —Sonrió.
—Jay no irá tampoco —Continuó Jafar —. Lo necesito para llenar los estantes de mi tienda. ¿Conseguiste algo? —Jay comenzó a sacar varias cosas escondidas entre su ropa. Como joyas, telas e incluso una lámpara —¡Wow! ¡Una lámpara! —Empezó a frotarla sin parar.
—Papá... Ya lo intenté. —Comentó y Jafar le devolvió la lámpara, ofendido.
—Evie no irá a ningún lado hasta deshacernos de esta uniceja. —La Reina colocó una pinza de depilar frente a Evie.
—¿¡Qué ocurre con todos ustedes!? —Exclamó Maléfica indignada —¡Sabemos que la gente se asustaba cuando mencionaban nuestros nombres! —Pasó su mirada por cada uno de los villanos y sus hijos —Veinte años intentando escapar de esta Isla. Veinte años sin que nos permitan tener nuestra venganza. Vengarnos de Blancanieves y esos hombrecitos —Señaló a la Reina —, vengarnos de Aladdín y su patético genio. —Esta vez señaló a Jafar.
—Yo quiero... —Jay lo detuvo antes de que pudiera decir algo más.
—Vengarnos de Peter Pan y su ridículo cocodrilo —Señaló al Capitán.
—¡Agh! Ese maldito cocodrilo se llevó mi hermosa mano. —Acarició su garfio.
—Ya supéralo, Garfio —Murmuró Lia. Este le lanzó una mirada entrecerrando sus ojos —Touché, Capitán.
—Vengarnos de cada escurridizo dálmata que se escapó de tus manos. —Esta vez señaló a Cruella.
—Oh, pero yo tengo al bebé. ¡Yo tengo al bebé! —Rio mientras agarró a aquel pequeño perro de peluche que tenía sobre su hombro —¡Yo tengo al bebé!
—Y yo. Maléfica...
—Ella está... —La Reina hizo un pequeño remolino con su dedo señalando la cabeza.
—La más malvada de todos... —Continuó con su discurso —Lograré empezar a vengarme de la Bella Durmiente y de su incansable príncipe. ¡Villanos!
—¿Sí?
—¿Mhm?
—¿Mande? —Respondieron ellos.
—Nuestro día llegó. Reina, dale el espejo mágico.
—¿Este es tu espejo mágico? —Preguntó Evie cuando se lo entregó.
—Ya no es lo que era antes, pero tampoco nosotros —Maléfica y la Reina se rieron. Lia rodó los ojos. —Te ayudará a encontrar cosas.
—¿Un príncipe quizá? —Preguntó Evie.
—Quizá mi cintura.
—Quizá la varita mágica... ¡Holaaa! —Aclaró Maléfica.
—Hola. —Contestó la Reina sin entender el chiste sarcástico.
—Mi libro de encantamientos... mi... el... libro... —Habló entre cortado mientras pensó unos minutos dónde lo había dejado —Ah sí, la caja fuerte. —Se dirigió al refrigerador —Reina, ayúdame. Nunca logré saber cómo es esto.
—Voilá. —La Reina le abrió la puerta sin complicaciones.
—Oh, mi librito... Ven aquí, cariño —Llamó a Mal —. No sirve de nada aquí, pero servirá en Auradon. ¿Recuerdan... cuando esparcíamos el mal y arruinábamos vidas?
—Parece que fue ayer... —Recordó la Reina.
—Y ahora, ustedes tendrán recuerdos propios, pero solo si hacen lo que yo diga. —Le entregó el libro a Mal. —Puerta. —Indicó para que la Reina pudiera cerrar la puerta del refrigerador.
Una bocina de un auto se escuchó a la lejanía. Killian frunció el ceño ante ese sonido, pues era raro ver un vehículo en la Isla. Se asomó por el balcón de la guarida, observando una gran limusina estacionada abajo.
—Vaya, sí que son veloces...
—Lia, hija... —Escuchó a Garfio llamarla —Ven un segundo.
—¿Sucede algo, papá? —Preguntó confundida.
—No, nada, solo que... Sabes que me cuesta despegarme de mis tesoros.
—Eso es muy lindo de tu parte... —Sonrió.
—Oh, no... Me refería a mi espada —Sacó la espada de su funda y se la entregó —. No la necesito aquí, salvo que sea para tirar a alguien por la borda... Sé que tú le darás buenos usos en Auradon.
—¿Te refieres a matar a alguien? —Enarcó una ceja.
—No matar, pero talvez herir de gravedad... —Sonrió —Da igual, quiero que tengas algo que te recuerde de donde vienes cuando estés rodeada de bacalaos.
—Gracias, papá. Sé que esta espada es importante para ti.
—No tanto como tú...
—Estás muy sentimental hoy.
—Arruinas el momento, Lia.
—Tú lo arruinas siempre, Capitán —Sonrió en respuesta —. De acuerdo... Creo que es hora de ir camino a una nueva vida.
Killian se acercó una vez más a su padre y lo abrazó con fuerza. Pese a su armadura de villana malvada, Lia por dentro podía ser un osito de peluche con aquellos que tenía confianza y podía ser ella misma. Y a diferencia de otros villanos, el Capitán era diferente con sus hijos.
—¿Puedes despedirte de Harry por mí? —Preguntó —Porque al parecer todo lo mío está ahí —Señaló un bolso color negro con tonos rojos ubicado en un rincón, junto a más bolsos —, lo que significa que no regresaré al barco.
—Era una decisión ya tomada, hija. No podíamos arriesgarnos a que huyeran. —Cargó el bolso con todas las pertenencias de Lia —Todo tu armario está aquí y tus artículos personales también.
—¿Escarbaste entre mis cosas?
—Solo puse lo necesario, Killian. Ahora vamos, los demás esperan.
—Como ordene, Capitán.
Killian comenzó a caminar rumbo a la salida, encontrándose con sus amigos. Algunos sonriendo, otros solo pensativos. La variedad de emociones inundaba el pecho de Lia. Quería irse de la Isla para cumplir el mandato de Maléfica, pero a la vez quería quedarse y seguir disfrutando su triste y miserable vida acompaña de sucios bacalaos.
━𝗪𝗔𝗥𝗜𝗜'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🧚🏻♀️
¡He aquí el primer capítulo de esta nueva versión de Villains Among Royalty!
Bueno, nada... Espero que esta nueva versión les guste a aquellos que pudieron leer la vieja, y que los nuevos en el fanfic puedan disfrutar de uno de mis fics favoritos.
Díganme, ¿Les va gustando la personalidad de Killian hasta ahora? Tengo un par de cositas planeadas para ella en Auradon... Y ya quiero que lo lean.
Eso fue todo, amigos, nos leemos pronto.
palabras; 5206
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