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6.Después de la ruptura

Habían pasado varios meses desde la ruptura entre Nathan Fillion y Stana Katić, pero el peso de lo ocurrido seguía presente en ambos. Aunque Nathan había intentado seguir adelante, su arrepentimiento lo perseguía como una sombra constante. Había hecho todo lo posible para demostrarle a Stana que realmente lamentaba lo que había sucedido: le enviaba mensajes ocasionales disculpándose, pequeños detalles como flores o cartas en las que expresaba su pesar, pero ella rara vez respondía. Las pocas veces que lo hacía, sus palabras eran breves y distantes.

Stana, por su parte, estaba enfocada en sí misma. Había comenzado a asistir a sesiones de yoga, retomado la lectura de libros que amaba y salido a explorar nuevas oportunidades creativas fuera del set. Aunque intentaba seguir con su vida, no podía evitar que los recuerdos de Nathan volvieran de vez en cuando, trayendo consigo tanto nostalgia como rencor. Lo amaba, o al menos, lo había amado profundamente. Pero el daño que él había causado era irreparable, y no sabía si alguna vez podría volver a confiar en él.

En el set de Castle, las cosas eran tensas. Aunque ambos mantenían una profesionalidad aparente, los momentos compartidos eran pocos y distantes. Durante las escenas que requerían interacciones cercanas entre Beckett y Castle, Stana era cortante y formal, dejando claro que no tenía interés en compartir más de lo necesario con Nathan. Él lo notaba y trataba de respetar sus límites, pero no podía evitar intentar acercarse de alguna manera.

Una tarde, Nathan se armó de valor y decidió intentar una última vez hablar con Stana. La encontró sola en una de las salas de descanso, revisando su guion. Con una respiración profunda, se acercó a ella, manteniendo una distancia prudente.

—Stana —comenzó con voz suave—. Sé que probablemente este no sea el mejor momento, pero... quería saber cómo estás.

Ella levantó la vista, observándolo con una mezcla de cansancio y escepticismo. Después de un momento, suspiró y cerró el guion.

—Estoy bien, Nathan. Gracias por preguntar —respondió de manera cortante, volviendo a abrir el guion.

Nathan sintió el frío en sus palabras, pero no se rindió.

—Sé que lo último que quieres es escucharme, pero quiero que sepas que sigo lamentando lo que pasó. No hay un día en que no piense en lo mucho que arruiné las cosas. Sólo quiero que seas feliz... incluso si eso significa que nunca me perdones.

Stana no respondió de inmediato. Las palabras de Nathan parecían sinceras, pero no podía olvidar lo que había sucedido. Después de un momento, simplemente asintió y volvió a concentrarse en su guion, dejando claro que no tenía interés en continuar la conversación.

Nathan se dio cuenta de que aún estaba lejos de ganarse su perdón. Aunque había avanzado mucho desde aquella noche fatídica, sabía que todavía quedaba un largo camino por recorrer. Pero, a pesar de todo, estaba decidido a seguir intentando. No iba a rendirse tan fácilmente.

La tensión entre Nathan y Stana no pasó desapercibida para el equipo de producción. Lo que al principio parecía ser un problema personal se había convertido en un obstáculo que afectaba la dinámica del set. Las interacciones entre los dos protagonistas se sentían forzadas, y aunque ambos eran profesionales, la química que antes había hecho brillar a Castle parecía desvanecerse.

Los productores comenzaron a notar un patrón preocupante: Stana evitaba a Nathan tanto dentro como fuera de cámara. Si una escena no requería que estuvieran juntos, ella se mantenía lo más lejos posible. Las pausas entre tomas eran momentos incómodos, con ambos refugiándose en diferentes áreas del set para evitar cruzarse. Incluso las reuniones de equipo se sentían frías, con un aire de tensión que afectaba a todo el elenco.

Una tarde, los productores decidieron que era hora de intervenir. Organizaron una reunión con Stana en una de las oficinas de la productora. Ella llegó puntual, con el ceño ligeramente fruncido, preguntándose cuál sería el motivo de la reunión.

—Stana, gracias por venir —dijo uno de los productores principales, Gary—. Queremos hablar contigo sobre algo que hemos estado notando en el set.

Ella se sentó frente a ellos, cruzando los brazos. Su postura era defensiva, como si ya anticipara lo que iban a decir.

—¿Es sobre Nathan? —preguntó directamente, con una voz que denotaba cansancio.

Gary y los demás productores intercambiaron miradas antes de asentir.

—Sí, Stana. Sabemos que las cosas no han sido fáciles entre ustedes, y queremos ser claros: entendemos por qué te sientes como te sientes. No estamos aquí para minimizar lo que pasó, pero necesitamos encontrar una solución. La relación entre Castle y Beckett es el corazón de esta serie, y últimamente... no está funcionando.

Stana apretó los labios, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza. Sabía que tenían razón. Su distanciamiento de Nathan estaba afectando la calidad de las escenas, pero no podía evitarlo. Cada vez que lo veía, los recuerdos de su traición volvían con fuerza.

—¿Qué esperan que haga? —preguntó finalmente—. Estoy haciendo mi trabajo. Me esfuerzo para que las escenas salgan bien, pero no puedo fingir que todo está bien fuera de cámara. No después de lo que pasó.

Uno de los productores, Marcia, intervino con voz suave.

—No estamos diciendo que tengas que fingir, Stana. Pero necesitamos que ambos encuentren una manera de trabajar juntos de manera más fluida. Tal vez podríamos considerar traer a alguien que los ayude a mediar, como un consejero o un coach de equipo.

Stana levantó una ceja, sorprendida.

—¿Un consejero? ¿Para trabajar con Nathan y conmigo?

Gary asintió.

—Solo si tú estás de acuerdo. No queremos imponerte nada, pero creemos que podría ser útil para que ambos puedan comunicarse mejor. Esto no se trata solo de la serie, Stana. También queremos que te sientas cómoda en el set. Sabemos que has pasado por mucho, y queremos apoyarte.

Stana se quedó en silencio, procesando lo que habían dicho. Aunque no le agradaba la idea de tener que lidiar más con Nathan, tampoco quería que su comportamiento afectara la serie. Había trabajado demasiado duro para construir el personaje de Beckett y no quería que su legado se viera empañado por problemas personales.

Finalmente, suspiró.

—Lo pensaré. Pero no prometo nada.

Los productores asintieron, agradecidos de que al menos estuviera dispuesta a considerar la idea. Sabían que convencer a Nathan y a Stana de trabajar juntos en sus problemas no sería fácil, pero estaban determinados a intentarlo.

La tensión entre Nathan y Stana no pasó desapercibida para el equipo de producción. Lo que al principio parecía ser un problema personal se había convertido en un obstáculo que afectaba la dinámica del set. Las interacciones entre los dos protagonistas se sentían forzadas, y aunque ambos eran profesionales, la química que antes había hecho brillar a Castle parecía desvanecerse.

Los productores comenzaron a notar un patrón preocupante: Stana evitaba a Nathan tanto dentro como fuera de cámara. Si una escena no requería que estuvieran juntos, ella se mantenía lo más lejos posible. Las pausas entre tomas eran momentos incómodos, con ambos refugiándose en diferentes áreas del set para evitar cruzarse. Incluso las reuniones de equipo se sentían frías, con un aire de tensión que afectaba a todo el elenco.

Una tarde, los productores decidieron que era hora de intervenir. Organizaron una reunión con Stana en una de las oficinas de la productora. Ella llegó puntual, con el ceño ligeramente fruncido, preguntándose cuál sería el motivo de la reunión.

—Stana, gracias por venir —dijo uno de los productores principales, Gary—. Queremos hablar contigo sobre algo que hemos estado notando en el set.

Ella se sentó frente a ellos, cruzando los brazos. Su postura era defensiva, como si ya anticipara lo que iban a decir.

—¿Es sobre Nathan? —preguntó directamente, con una voz que denotaba cansancio.

Gary y los demás productores intercambiaron miradas antes de asentir.

—Sí, Stana. Sabemos que las cosas no han sido fáciles entre ustedes, y queremos ser claros: entendemos por qué te sientes como te sientes. No estamos aquí para minimizar lo que pasó, pero necesitamos encontrar una solución. La relación entre Castle y Beckett es el corazón de esta serie, y últimamente... no está funcionando.

Stana apretó los labios, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza. Sabía que tenían razón. Su distanciamiento de Nathan estaba afectando la calidad de las escenas, pero no podía evitarlo. Cada vez que lo veía, los recuerdos de su traición volvían con fuerza.

—¿Qué esperan que haga? —preguntó finalmente—. Estoy haciendo mi trabajo. Me esfuerzo para que las escenas salgan bien, pero no puedo fingir que todo está bien fuera de cámara. No después de lo que pasó.

Uno de los productores, Marcia, intervino con voz suave.

—No estamos diciendo que tengas que fingir, Stana. Pero necesitamos que ambos encuentren una manera de trabajar juntos de manera más fluida. Tal vez podríamos considerar traer a alguien que los ayude a mediar, como un consejero o un coach de equipo.

Stana levantó una ceja, sorprendida.

—¿Un consejero? ¿Para trabajar con Nathan y conmigo?

Gary asintió.

—Solo si tú estás de acuerdo. No queremos imponerte nada, pero creemos que podría ser útil para que ambos puedan comunicarse mejor. Esto no se trata solo de la serie, Stana. También queremos que te sientas cómoda en el set. Sabemos que has pasado por mucho, y queremos apoyarte.

Stana se quedó en silencio, procesando lo que habían dicho. Aunque no le agradaba la idea de tener que lidiar más con Nathan, tampoco quería que su comportamiento afectara la serie. Había trabajado demasiado duro para construir el personaje de Beckett y no quería que su legado se viera empañado por problemas personales.

Finalmente, suspiró.

—Lo pensaré. Pero no prometo nada.

Los productores asintieron, agradecidos de que al menos estuviera dispuesta a considerar la idea. Sabían que convencer a Nathan y a Stana de trabajar juntos en sus problemas no sería fácil, pero estaban determinados a intentarlo.

Aunque Stana había prometido considerar la idea de trabajar con un mediador, la tensión en el set no disminuía. Los productores se dieron cuenta de que no podían esperar más y decidieron organizar una reunión similar con Nathan. Si bien él no evitaba a Stana como ella lo hacía con él, su constante insistencia en buscar el perdón de su compañera estaba creando incomodidad para el resto del equipo. Nathan, al igual que Stana, era profesional durante las tomas, pero el resto del tiempo su actitud denotaba culpa y frustración.

La reunión con Nathan no fue menos delicada. Sentado frente a los mismos productores, escuchó atentamente mientras le expresaban sus preocupaciones.

—Nathan, sabemos que estás haciendo un esfuerzo por remediar las cosas, y lo apreciamos. Sin embargo, tenemos que ser sinceros: el set no está funcionando como antes —dijo Gary, con tono firme pero comprensivo.

Nathan asintió lentamente, sin apartar la vista de la mesa. Sabía que su relación rota con Stana estaba afectando más que solo sus interacciones personales. Había escuchado los susurros en el set, visto las miradas incómodas del equipo cuando los dos estaban en la misma habitación.

—Lo entiendo —respondió finalmente—. Sé que he cometido errores, y estoy tratando de arreglarlo. Pero Stana tiene todo el derecho de sentirse como se siente. No puedo obligarla a perdonarme.

Marcia intervino, inclinándose ligeramente hacia él.

—Y no estamos sugiriendo eso. Pero tal vez sea hora de abordar esto de una manera diferente. Hemos hablado con Stana, y estamos considerando la posibilidad de traer a alguien que pueda ayudarlos a trabajar en su relación profesional. Un mediador, un coach, incluso un terapeuta si ambos lo consideran necesario.

Nathan levantó la vista, claramente sorprendido.

—¿Un terapeuta? ¿En serio creen que eso ayudaría?

Gary asintió.

—Creemos que podría ser un paso en la dirección correcta. Esto no se trata solo de la serie, Nathan. Queremos que ambos estén en un lugar donde puedan trabajar juntos sin que las emociones pasadas interfieran.

Nathan suspiró, pasándose una mano por el cabello. La idea de discutir sus problemas personales con un extraño no le agradaba, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para arreglar las cosas con Stana, incluso si eso significaba enfrentar más incomodidades.

—Si Stana está de acuerdo, yo también lo estaré. Haré lo que sea necesario para que esto funcione.

Gary y Marcia intercambiaron miradas, aliviados de que Nathan estuviera dispuesto a cooperar. Sin embargo, sabían que este era solo el primer paso en un proceso que probablemente sería largo y complicado.

Al finalizar la reunión, los productores dejaron claro que tanto Nathan como Stana serían informados cuando se tomara una decisión final sobre la mediación. Mientras tanto, ambos actores tendrían que seguir trabajando juntos de la mejor manera posible, a pesar de las dificultades.

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En los días siguientes, las tensiones continuaron aumentando. El equipo de producción observaba con preocupación cómo el distanciamiento entre Nathan y Stana se hacía más evidente. Aunque ambos intentaban mantener las apariencias frente a las cámaras, detrás de escena la atmósfera seguía siendo tensa. Era evidente que algo tenía que cambiar, y pronto.

Pasaron varias semanas desde las reuniones individuales con los productores, y tanto Stana como Nathan intentaron mantener la profesionalidad en el set, aunque el ambiente seguía siendo tenso. Finalmente, los productores organizaron un encuentro privado entre los dos actores. La idea era que hablaran sin intermediarios y pudieran encontrar al menos un terreno común para mejorar su relación laboral.

Stana llegó al lugar de la reunión sintiéndose incómoda, pero dispuesta a escuchar. Nathan, por su parte, estaba nervioso. Sabía que esta era una oportunidad crucial para reconstruir algo, aunque fuera mínimo, con Stana.

—Gracias por venir, Stana —comenzó Nathan, rompiendo el silencio. Su tono era cauteloso, como si temiera decir algo que pudiera empeorar la situación.

Ella asintió, cruzándose de brazos. No quería mostrarse demasiado abierta, pero tampoco estaba allí para pelear.

—Los productores dijeron que esto era necesario, así que aquí estoy —respondió con neutralidad.

Nathan respiró hondo antes de hablar nuevamente.

—Sé que todo lo que diga probablemente te suene vacío o forzado, pero quiero que sepas que lamento profundamente lo que hice. No hay un solo día en que no me arrepienta. Lo arruiné todo, y no espero que lo olvides, pero... de verdad quiero arreglar las cosas. Aunque sea para poder trabajar juntos sin esta tensión.

Stana lo miró con una mezcla de incredulidad y cansancio. Había escuchado sus disculpas varias veces, pero esta vez algo en su tono la hizo detenerse a pensar. Parecía más sincero, menos desesperado. Sin embargo, el daño seguía ahí, y no podía ignorarlo.

—Nathan, no creo que entiendas del todo lo que hiciste. No fue solo la infidelidad, fue la forma en que destruiste la confianza que teníamos. Nuestra amistad, nuestra conexión... todo eso desapareció. No puedo simplemente perdonarte y seguir como si nada hubiera pasado.

Él asintió, aceptando sus palabras sin intentar defenderse.

—Lo sé. No estoy pidiendo que olvides nada. Solo... quiero una oportunidad para demostrarte que no soy el mismo. Que puedo ser mejor, aunque sea tarde.

Stana suspiró profundamente. Había algo en su mirada que la hizo bajar un poco la guardia, aunque seguía manteniendo una barrera emocional.

—Está bien, Nathan. Te voy a perdonar... pero solo porque necesito dejar esto atrás por mí misma, no por ti. Pero quiero que quede claro: no significa que vayamos a recuperar lo que teníamos. No confío en ti, y no sé si alguna vez lo haré de nuevo.

Las palabras de Stana golpearon a Nathan como una tonelada de ladrillos, pero sabía que era lo mejor que podía esperar. Su rostro mostraba una mezcla de alivio y tristeza.

—Gracias, Stana. De verdad, gracias. Haré todo lo posible para que las cosas sean diferentes, aunque sea en lo profesional.

Ella asintió y se puso de pie, indicando que la conversación había terminado.

—Eso espero, Nathan. Porque si vuelves a fallar, no habrá una segunda oportunidad.

Nathan la vio salir del cuarto, sintiendo que, aunque el camino hacia la reconciliación completa parecía imposible, al menos había dado un paso en la dirección correcta. Ahora le tocaba demostrar con acciones lo que sus palabras no podían reparar.

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En los días siguientes, el ambiente en el set mejoró ligeramente. Aunque todavía había distancia entre los dos actores, ya no era tan evidente la tensión. Los productores respiraron con alivio al ver que la reunión había logrado suavizar las cosas, aunque sabían que el verdadero desafío aún estaba por venir.

Los días en el set parecían más llevaderos, aunque aún lejos de lo que alguna vez fueron. Stana y Nathan mantenían interacciones cordiales, pero había una barrera invisible entre ellos. A pesar de haber ofrecido su perdón, Stana no podía evitar sentir un resquicio de rencor cada vez que lo miraba. Nathan, por su parte, se esforzaba por respetar los límites que ella había impuesto, pero su deseo de reparar lo perdido lo impulsaba a intentar acercarse más de lo que probablemente debería.

Una tarde, durante una pausa de grabación, ambos coincidieron en una de las salas del set. Nathan, aprovechando la oportunidad, decidió hablar con ella de nuevo.

—Stana —dijo, llamando su atención mientras ella revisaba su teléfono—. ¿Puedo hablar contigo un momento?

Ella levantó la vista, dudando por un instante antes de asentir.

—¿Qué pasa?

Nathan se acercó, manteniendo una distancia prudente. Su voz era suave, casi vulnerable.

—Sé que dijiste que me perdonaste, pero siento que... todavía hay algo ahí. No quiero presionarte ni pedirte nada que no estés lista para dar, pero... ¿hay algo más que pueda hacer? Algo que demuestre que estoy comprometido a mejorar las cosas.

Stana lo observó en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Parte de ella apreciaba el esfuerzo que él estaba haciendo, pero otra parte seguía recordándole el dolor que le había causado.

—Nathan, no puedes arreglarlo todo de un día para otro. Esto no se trata de hacer un gesto grandioso para que todo vuelva a ser como antes. Se trata de tiempo, de consistencia. Tal vez algún día pueda verte como alguien en quien confiar, pero no va a ser pronto. Y definitivamente no va a ser si sigues intentando forzar algo.

Nathan asintió lentamente, absorbiendo sus palabras. Aunque no eran fáciles de escuchar, sabía que tenía razón.

—Lo entiendo. Lo último que quiero es hacerte sentir incómoda. Solo... quiero que sepas que no voy a rendirme. No en un sentido romántico ni nada, sino en demostrarte que puedo ser alguien mejor, aunque sea solo para trabajar contigo en paz.

Stana dejó escapar un suspiro. Había algo genuino en su tono que hizo que su postura se suavizara ligeramente.

—Eso es todo lo que espero, Nathan. Que seas profesional y que cumplas tu parte para que esto funcione.

Nathan sonrió, una sonrisa tímida y agradecida.

—Gracias, Stana. Lo haré.

Aunque la conversación terminó ahí, ambos sintieron que algo había cambiado. Era un avance pequeño, pero significativo. Sin embargo, las heridas del pasado no tardarían en reaparecer.

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Unas semanas después, llegó el día de grabar una de las escenas románticas más importantes de la quinta temporada. Castle y Beckett estaban en medio de una conversación íntima que culminaría en un beso apasionado. Para Stana y Nathan, esa escena era más que un desafío actoral; era un recordatorio doloroso de todo lo que había salido mal entre ellos.

La primera toma comenzó, pero la tensión era palpable. Stana intentaba concentrarse, pero cada vez que miraba a Nathan, sentía cómo la ira y la frustración se acumulaban en su interior. Nathan, por su parte, trataba de mantenerse en el personaje, pero no podía ignorar la distancia emocional que sentía de Stana.

—Corte —dijo el director después de que la escena se interrumpiera por tercera vez—. ¿Qué está pasando, chicos? Necesitamos más emoción, más conexión. Esto no está funcionando.

Stana respiró hondo, intentando calmarse, pero no pudo evitar soltar lo que sentía.

—Tal vez no funciona porque... —se detuvo, mirando a Nathan con una mezcla de furia y decepción—. Porque simplemente no hay conexión.

Nathan frunció el ceño, sintiéndose atacado.

—¿Qué quieres decir con eso? Estoy haciendo mi trabajo, igual que tú.

Ella soltó una risa sarcástica, cruzando los brazos.

—¿De verdad crees que todo se trata de hacer tu trabajo? Hay más que eso, Nathan. Pero claro, tú siempre piensas que puedes arreglarlo todo con una disculpa y un poco de esfuerzo.

La discusión continuó, y el director tuvo que intervenir para calmarlos.

—Basta, los dos. Tómense un descanso. Esto no puede seguir así.

Mientras Stana se alejaba, Nathan se quedó allí, sintiéndose impotente. Sabía que aún quedaba un largo camino por recorrer, pero no podía evitar sentirse frustrado por la falta de avances reales.

Los productores, al observar lo ocurrido, decidieron que era hora de tomar medidas drásticas.

La tensión entre Nathan y Stana había alcanzado un punto crítico, y los productores no podían permitirse más interrupciones en la producción. La serie dependía en gran medida de la química entre los personajes principales, y la relación real entre los actores estaba afectando gravemente el resultado en pantalla.

Después de lo ocurrido durante la escena romántica, los productores convocaron una reunión privada con Nathan y Stana por separado. Primero llamaron a Nathan, quien llegó al despacho con una mezcla de ansiedad y resignación.

—Nathan, esto no puede seguir así —dijo el productor ejecutivo, con tono firme pero calmado—. Entendemos que has estado haciendo un esfuerzo, pero lo que está pasando entre ustedes está afectando a toda la producción. Necesitamos una solución inmediata.

Nathan asintió, aunque su expresión reflejaba cansancio.

—Lo entiendo, de verdad. He hecho todo lo posible por arreglar las cosas con Stana, pero parece que nada es suficiente. No sé qué más hacer.

El productor intercambió una mirada con su asistente antes de responder.

—Tenemos una propuesta, y esperamos que la tomes en serio. Creemos que tú y Stana deberían asistir a sesiones de terapia juntos. No estamos hablando de reconciliación personal o romántica, sino de encontrar una manera profesional de trabajar juntos sin que las emociones interfieran.

Nathan parpadeó, sorprendido por la sugerencia.

—¿Terapia? ¿En serio? —preguntó, incrédulo—. No estoy seguro de que ella acepte algo así.

—Eso lo veremos más tarde. Por ahora, necesitamos saber si estás dispuesto.

Nathan reflexionó por un momento antes de asentir.

—Si eso puede ayudar a que las cosas vuelvan a funcionar, lo haré. Haré lo que sea necesario.

Más tarde, fue el turno de Stana. Entró al despacho con expresión estoica, lista para defender su postura. Sin embargo, al escuchar la propuesta de los productores, no pudo evitar fruncir el ceño.

—¿Terapia? —repitió, con tono escéptico—. ¿Quieren que vaya a terapia con él? No sé si eso solucionará algo.

—Stana, sabemos que esto no es fácil para ti, pero necesitamos que consideres esta opción. No se trata solo de ti o de Nathan, sino del éxito de la serie. Ustedes son el corazón de Castle, y si no pueden trabajar juntos, el futuro del programa podría estar en peligro.

Stana cruzó los brazos, sintiendo una mezcla de presión y frustración. Sabía que tenían razón, pero la idea de sentarse en una habitación con Nathan para hablar de sus problemas no era precisamente atractiva.

—Lo pensaré —respondió finalmente, sin comprometerse del todo.

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Los días pasaron, y la tensión en el set solo parecía aumentar. Finalmente, después de varias conversaciones con los productores y con su agente, Stana aceptó asistir a las sesiones. Aunque no estaba convencida de que fuera a funcionar, sabía que debía hacerlo por el bien de la serie y, en última instancia, de su carrera.

Cuando Nathan se enteró de que Stana había aceptado, sintió una mezcla de alivio y nerviosismo. Sabía que esta era una oportunidad para reconstruir su relación profesional, pero también era consciente de que no sería un proceso fácil.

La primera sesión fue programada para un sábado por la tarde, en un consultorio privado que los productores habían reservado específicamente para ellos. Al llegar, Nathan y Stana evitaron mirarse directamente, ambos claramente incómodos con la situación.

—Bienvenidos —dijo la terapeuta, una mujer de mediana edad con una voz calmada y profesional—. Mi nombre es Meredith, y estoy aquí para ayudarlos a encontrar una forma de trabajar juntos de manera efectiva. Quiero que sepan que este es un espacio seguro para ambos, donde pueden expresar lo que sienten sin temor a ser juzgados.

Nathan y Stana intercambiaron una mirada breve antes de asentir.

—Gracias por estar aquí —continuó Meredith—. Sé que esto no es fácil, pero es un paso importante. ¿Les gustaría empezar compartiendo lo que esperan lograr con estas sesiones?

Nathan fue el primero en hablar, su voz suave pero cargada de sinceridad.

—Solo quiero que podamos trabajar juntos sin que todo sea tan... complicado. Sé que he cometido errores, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para arreglar las cosas.

Stana lo miró de reojo antes de responder.

—Yo solo quiero poder hacer mi trabajo sin sentirme incómoda o resentida. No sé si esto va a funcionar, pero estoy aquí porque quiero intentarlo.

Meredith asintió, tomando nota de sus palabras.

—Es un buen comienzo. A lo largo de estas sesiones, trabajaremos en la comunicación, el respeto mutuo y en encontrar una manera de dejar atrás el pasado para que puedan enfocarse en el presente. Esto no será un proceso rápido, pero si ambos están comprometidos, creo que podemos lograrlo.

Aunque ambos sabían que el camino por delante sería largo y lleno de desafíos, ese primer paso marcó el inicio de un proceso de sanación. Por primera vez en meses, había una pequeña chispa de esperanza en medio de la tormenta.

Las sesiones de terapia continuaron durante varias semanas. Al principio, tanto Nathan como Stana se mostraron reticentes a abrirse del todo. Las primeras sesiones estuvieron marcadas por silencios incómodos, respuestas breves y una palpable tensión en el ambiente. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a abordar los problemas subyacentes que habían deteriorado su relación.

Meredith se enfocó en ayudarlos a identificar los patrones de comunicación que habían empeorado su conflicto. Una de las primeras dinámicas que discutieron fue la forma en que ambos evitaban hablar de los problemas, lo que solo acumulaba resentimientos. Meredith los alentó a expresar sus emociones de manera constructiva, sin miedo a ser juzgados.


—Nathan, ¿puedes explicar cómo te sientes cuando Stana te ignora en el set? —preguntó Meredith en una de las sesiones.

Nathan, sentado con los brazos cruzados, suspiró antes de hablar.

—Me siento frustrado. Sé que me lo merezco después de lo que hice, pero... también me hace sentir que no hay forma de arreglar esto. Como si todo lo que intento no valiera la pena.

Stana, quien estaba sentada frente a él, levantó la vista lentamente.

—No es que tus esfuerzos no valgan la pena —respondió con un tono más suave de lo habitual—. Es solo que... no sé si puedo confiar en ti de nuevo. Me cuesta mucho separar lo personal de lo profesional.

Meredith intervino para mediar.

—Es un sentimiento válido, Stana. La confianza es algo que toma tiempo reconstruir, especialmente después de una traición. Pero es importante que también encuentres formas de comunicar estas emociones, en lugar de cerrarte. De lo contrario, el resentimiento solo crecerá.

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Con cada sesión, las conversaciones se volvieron más honestas. Hubo momentos de tensión, lágrimas y hasta discusiones, pero también hubo avances significativos. Una de las sesiones más importantes fue cuando Stana finalmente habló sobre el impacto emocional que la infidelidad de Nathan había tenido en ella.

—No fue solo el hecho de que me engañaste —dijo, su voz temblando ligeramente—. Fue que lo hiciste con alguien que trabajaba con nosotros. Alguien que veía todos los días. Me sentí humillada, como si mi dolor fuera algo público.

Nathan bajó la mirada, claramente afectado por sus palabras.

—Sé que no hay excusa para lo que hice —respondió con sinceridad—. Pero quiero que sepas que lo lamento profundamente. No puedo cambiar lo que pasó, pero puedo prometerte que nunca volveré a faltarte al respeto de esa manera, ya sea dentro o fuera del set.

Stana asintió, aunque todavía había una sombra de desconfianza en sus ojos.

—Agradezco que lo digas, pero las palabras solo llegan hasta cierto punto, Nathan. Necesito ver acciones consistentes, no solo disculpas.

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Fuera del consultorio, la relación entre ambos comenzó a mostrar pequeños signos de mejora. Aunque aún había momentos de incomodidad en el set, las peleas habían disminuido considerablemente. Los productores notaron que las escenas románticas de Castle y Beckett empezaban a fluir con mayor naturalidad, aunque todavía no alcanzaban la misma magia de las primeras temporadas.

En una de las sesiones finales, Meredith les propuso un ejercicio.

—Quiero que ambos escriban una lista de las cosas que valoran en el otro, tanto como compañeros de trabajo como personas. Luego, compartirán lo que escribieron en la próxima sesión.

Ambos aceptaron el desafío, aunque con cierta reserva. Cuando llegó el momento de compartir sus listas, fue un momento profundamente revelador.

—Nathan, tú primero —dijo Meredith, animándolo.

Nathan tomó su hoja de papel y respiró hondo antes de leer.

—Valoro tu dedicación y profesionalismo, Stana. Siempre has sido alguien que pone todo su corazón en su trabajo, y eso me inspira. También admiro tu capacidad para mantenerte firme en tus principios, incluso cuando es difícil. Eres una persona increíblemente fuerte, y eso es algo que siempre he respetado.

Stana se sorprendió al escuchar las palabras de Nathan, pero no dejó que su rostro lo mostrara demasiado. Luego fue su turno.

—Nathan, aunque hemos tenido nuestras diferencias, siempre he valorado tu sentido del humor y tu habilidad para aliviar la tensión en el set. Eres una persona carismática, y eso ha sido una parte importante del éxito de Castle. También aprecio que, a pesar de todo, sigas intentando enmendar tus errores. Eso dice mucho de ti.

Por primera vez en meses, ambos se miraron directamente a los ojos, y aunque el silencio que siguió fue breve, estaba lleno de significado. Era un paso hacia la reconciliación, no necesariamente como pareja, pero sí como compañeros de trabajo.

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Las sesiones de terapia concluyeron con un sentimiento de optimismo cauteloso. Aunque no habían resuelto todos sus problemas, Nathan y Stana habían encontrado una base para reconstruir su relación profesional. Los productores, al ver los avances, decidieron mantener las sesiones periódicas como medida preventiva.

Cuando la quinta temporada de Castle llegó a su fin, el equipo notó una mejora significativa en la dinámica entre los protagonistas. Aunque la confianza total aún estaba lejos de alcanzarse, ambos estaban comprometidos a seguir adelante, por el bien de la serie y de ellos mismos.

Y aunque el camino había sido difícil, ambos sabían que habían dado un paso importante hacia una relación más sana y profesional.

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