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━Capítulo Cinco

𝚃𝙷𝙴 𝙶𝚁𝙴𝙰𝚃 𝚆𝙰𝚁

- ̗̀﹟𝟎𝟓. 𖥸 𓂅 𝓒hapter 𝓕ive ! ও . . . ̖́-
N i n t h A c t

𓂃 ❀˖°◝ ❛ ⧣ ¿quienes somos?

RYLIE GRIMES NUNCA HABÍA SENTIDO TANTO PÁNICO EN SU VIDA COMO LO HIZÓ cuando perdió de vista a los pequeñines que venían con ella
y el grupo. Rylie junto a Aaron, Rosita, Eugene y Laura habían salido a una pequeña excursión por las medicinas que un grupo había encontrado en una farmacia días atrás.

Todo iba bien hasta que de un momento a otro los dos menores del grupo se separaron de los adultos y ahora Rylie se sentía como una madre irresponsable.

Sino los hubiera dejado venir todo iría bien, pensó la rubia mientras corría por el bosque apresurada con el grupo unos metros más atrás. Carl me va a matar...

-¡Judith! -gritó Rylie deteniendose encima de un pequeño bordo mirando en todas direcciones -. ¡Charlie!

-¡Jude!

-¡Charlie!

De pronto de entre los árboles aparecieron dos niños de entre nueve y siete años, ambos castaños, pero el niño se distinguía por esos brillantes ojos azulados herencia de su padre.

-¡Estamos aquí!

Rylie se apresuró a correr hasta ellos apenas los vió y se incó a su altura para abrazarlos unos segundos con fuerza debido a la preocupación.

-¿Qué les dije de no separarse? ¿Qué
tal si les pasaba algo? -soltó Rylie con un tono furioso separandose un poco para revisar a cada uno de pies a cabeza -. Ustedes dos me van a matar un día de estos. Dios, me asustaron.

-Perdón, mami...

-Perdón por alejarnos, mamá -
agregó Judith luego de oír a Charlie, haciendo un gesto entristecida -. Te prometo que no nos alejaremos más, pero...

-No quiero excusas, Judith Grimes...

Rylie se detuvó al escuchar voces hacerse cada vez más cercanas y estaba a nada de sacar su espada al ver a un grupo de extraños acercarse a ellos. La rubia instantaneamente acercó a sus hijos detrás suyo como protección.

-Los oímos gritando -informó
Judith mirando al grupo llegar con esfuerzo mientras se refugiaba detrás
de su mamá -. Necesitaban ayuda.

-Nuestro trailer fue invadido por los hediondos -explicó un chico del grupo deteniendose con cansancio frente a ellos -, los jóvenes Grimes nos salvaron la vida.

-Aún nos necesitan -comentó Charlie quitando a Aaron su termo con agua para darselo a una mujer en el suelo.

Apenas tuvó el termo cercano, la desconocida lo bebió como si su vida dependiera de ello.

El grupo de Alexandria se veía entre ellos sin saber muy bien que demonios estaba suciendo y de dónde habían salido ese grupo de extraños.

El resto miraba a la segunda al mando esperando una respuesta.

-No podemos y lo saben -respondió Rylie finalmente mirando a ambos niños con dureza.

-Pero mamá...

-Oigan una vez incursioné en las artes culinarias hace tiempo -interrumpió
el mismo chico del principio llamando la atención de todos al señalar al venado de Eugene -, y con un poco de ayuda puedo convertir a ese ciervo en un fabuloso osobuco.

-Guisado -corrigió Eugene con una mirada fría al desconocido -. Lo hacemos guidado. Rinde más para las masas.

-¿Hay más en su grupo?

Nadie se atrevía a responder hasta
que la voz infantil de Judith Grimes interrumpió el silencio.

-Muchos más, tenemos muros y...

-¡Jude! -exclamaron Rylie y Laura al unisono llamando la atención de la niña.

Mientras tanto dos del grupo empezaron a hablar en lenguaje de señas hasta que se oyó el crujido de una rama y notaron la llegada de un par de caminantes.

-¡Ahí vienen!

Los recién llegados se prepararon
para luchar, pero los alexandrinos no dudaron en sacar sus armas y acercarse a los caminantes sin dudarlo.

Rylie Grimes desenfundó la espada en
su espalda y les hizó un gesto rápido a sus niños para que aguardarán un poco junto al resto. No tardó mucho en acabar con ellos degollando sus putrefactas cabezas dejando que Eugene también le ayudará con uno que otro.

-Allá vienen más, tenemos que irnos -pidió Rosita con desesperación.

Pero Judith no estaba dispuesta a dejar a un grupo sin armas y refugio a su suerte en medio de un bosque con caminantes a su alrededor.

-Necesitan comida y medicinas -refutó Judith mirando a la mayor algo preocupada y después al malherido grupo -. Sino van yo tampoco.

Pronto Charlie se acercó a su tía y
mejor amiga apoyando la idea de que debían ayudar al grupo. Rosita no supó que hacer y Rylie al acercarse les dió una aterradora mirada dignada de una mamá enojada que no logró hacerlos rendirse.

-Dios, en que me fuí a meter -susurró Rylie haciendoles una seña para que los acomparán luego miró a su hijo mayor -. Tú y yo vámos a tener una charla con tu papá apenas lleguemos a casa.

El ojiazul bajó la mirada algo apenado. Lo peor era cuando su papá le llamaba la atención, lo que menos quería era que se enojará con él, pero... ¿estaba mal por querer ayudar a otras personas?

El grupo empezó a recoger sus cosas y se ayudaron como pudieron para avanzar junto al resto de los alexandrinos. Rylie sabía que su acto de bondad humana al llegar a la comunidad sería mal recibido.

¿Por qué los Grimes tienen que ser tan tercos siempre?









































--- ✮✧☾✧✮ ---














-Siento la necesidad de recordarles
que lo que estámos haciendo es una violación directa y fragante de los protocolos de seguridad.

-Sí, ya sabemos -respondió Rylie con algo de pesar luego de oír el comentario de Eugene -. Salto de la emoción al saber que mi suegra me va a crucificar.

-¿La abuela Mich no te va a cruficar o si, mamá?

Rylie rió en voz baja al oír la ingenua
e inocente pregunta de su hijo y solo revolvió la cabellera castaña y corta de su hijo mientras Rosita les quitaba al grupo los sacos en sus cabezas.

-Vengan -pidió Rosita al grupo comenzando a caminar en dirección a la entrada misma que fue abierta.

Los recién llegados se acostumbraban a la luz y al hecho de que frente a ellos habían enormes muros. Entonces fue así que se debatieron en si seguirla o no.

-No puede ser peor que John Sprinks.

-Y John Sprinks no podía ser peor que Colbort.

-Ay, Dios. Colbort era una mierda fosilizada -susurró el hombre a sus compañeras.

Ambos Grimes menores se alejaron de las puertas y se acercaron a la mujer rubia que parecía ser la líder del grupo.

-Aquí estarán a salvo, lo prometo -anunció Judith tendiendo una de sus manos a la mujer y Charlie no tardó en imitar su gesto.

Rylie unos metros más adelante no pudó evitar fruncir el ceño. Conforme pasaba el tiempo Charlie cada vez quería empezar a ser más independiente y apesar de que sabía del peligro real allá afuera no dudaba a la hora de querer ayudar a quienes veía en peligro.

Rylie sabía que su hijo solo quería ayudar a su modo, pero le daba miedo que esa amabilidad le trajerá problemas. No todos eran buenas personas y por más que lucharán el mal no acabaría.

La mujer fue escoltada por ambos Grimes al interior de los muros y Rylie la miró vagamente con desconfianza, pero se limitó a entrar después del resto.

-Esto es Alexandria -anunció Charlie con una sonrisa en su rostro señalando el lugar frente a ellos -. Nuestro hogar.

El grupo admiró el lugar con asombro.

Rylie se detuvó junto a su hijo y
admiró la comunidad desde lejos. El lugar había cambiado demasiado luego de la guerra contra Los Salvadores y después de un año más, ahora en estos últimos seis años Alexandria era un lugar diferente y todo gracias a las personas que con su sacrificio hicieron eso posible y el crédito de los últimos cambios eran gracias a Carl Grimes.

Sí, era un excelente líder.

Entonces reanudaron su andar por la comunidad hasta que Siddiq y varios se acercaron a revisar que sucedía.

-¡Mamá, volviste!

Rylie divisó como venía corriendo hacia ella una pequeñita de cabellera castaña y larga de piel clara y preciosos ojos azules. Apenas estaba por decirle que se quedará con el resto de los niños cuando la mini Grimes ya estaba abrazandola de una pierna con fuerza.

-Malory, hija, hola -saludó Rylie alzando a su niña con habilidad en brazos dejando besos en sus mejillas que la hicieron reír -. ¿Fuiste buena niña mientras no estuvé? ¿Sabes dónde está papá?

-No te preocupes mamá, yo siempre
me porto bien -respondió la castaña dejando ver sus dientitos a su madre
-. Papá salió con la abuela Michonne. Mami, ¿por qué yo no puedo ir contigo a lss expediciones y Charlie si? Soy buena niña...

-Lorrie, por favor... quizás pronto.

La menor de seis años asintió no tan convencida. En su rostro podía verse la decepción. Quería ayudar y aprender, pero sus padres tenían miedo de que al ser pequeña saliera herida. Lo mismo con Charlie, pero ese niño era terco.

Momento más tarde Siddiq y otros ya se habían acercado un poco a ver que sucedía.

-Hay otro en el carro -anunció
Rosita al médico apenas estuvó suficientemente cerca -. Se golpeó la cabeza. Está conciente.

Rápidamente el médico siguió a la mujer hasta la carreta dónde notó la presencia del malherido del grupo.

-Hola -saludó Siddiq a la mujer malherida en la carreta antes de volver su atención a Rosita -. Bien, Alex y las enfermeras están en espera. La llevaré a la enfermeria de inmediato.

-Yo voy con ella -exclamó la líder del grupo acercandose un poco.

Instantaneamente uno de los guardias se acercó para impedirle que avanzará más y de repente a lo lejos les pareció oir los relinchos de caballos.

Unos segundos después dos caballos se adentraron a los muros. En ellos venían una mujer morena portando una katana en su espalda mientras en el otro venía un chico algo alto de cabello castaño corto, brillantes ojos azules y tez blanca de rasgos masculinos algo definidos.

Se trataba de madre e hijo. Michonne y Carl Grimes. Una vez estuvieron dentro del lugar las puertas fueron cerradas.

Ambos bajaron de sus respectivos caballos y dos alexandrinos se hicieron cargo de los animales mientras ellos tomaban sus cosas y caminaban hacia el resto del grupo reunido en la calle.

Al ver quién venía a unos metros, Charlie y Malory no dudaron en dejar a su madre para correr a los brazos de su papá cosa que hizó rodar los ojos a la mujer. Siempre era así.

Los cargue en mi vientre por nueve meses, yo sufrí dolores y contracciones para que se parezcan a su padre y encima de todo lo adoren a él, pensó Rylie.

La chica no tuvó más opción más que ver a su esposo llenar de besos a sus hijos y abrazarlos con fuerza antes de que ella se uniera a su abrazo familiar.

Apenas estuvó cerca, Carl la acercó a él con desesperación y dejó un casto beso sobre sus rosados labios que la hizó reir un poco al sentir los indicios de una barba comenzar a crecer de nuevo.

-Hace poco que la rasuré, lo juró -susurró Carl ante la diversión de su mujer apenas se separaron.

-Que hombre, Dios.

Su momento romántico pasó a segundo plano al oír la voz algo enojada de Michonne.

-¿Pueden decirme qué es esto?

-Cinco desconocidos sin armas, una fue a la enfermería -avisó un guardia.

Michonne simplemente los revisó de arriba abajo con una mirada juzgona en pleno silencio antes de detenerse justo en la rubia castaña que parecía la líder.

A ella la examinó con un breve toqueteo para asegurarse que no llevará armas con ella.

-¿Sin armas? ¿Están seguros?

-Así es, abalado y garantizado -informó Eugene ganandose la atención de la morena -. No tienen armas, las entregaron voluntariamente y se sometieron al cacheo de rutina.

-¿Y por qué están aquí?

-Los traje yo -anunció Aaron haciendo que Rylie frunciera el ceño al oir aquella mentira.

No quiería meterla en problemas con su suegra y menos con su esposo aunque Carl era menos duro con los nuevos.

-No tienes ese poder.

-Él no, pero yo sí -añadió Rylie dando un paso al frente logrando que su suegra la mirará de una manera dura.

-Yo los convencí de traerlos -comentó Judith disminuyendo la carga de Rylie -. Necesitaban ayuda.

-Judith, conoces las reglas -musitó Michonne a su hija con tristeza antes de alzar la voz dirigiendose al resto -, igual que todos.

-Sea como sea ya están aquí y una está malherida -informó Aaron con pesar girandose hagia la carreta fugazmente -. Siddiq la está revisando, pero... mira, no te ofendas, pero deberíamos decidir su destino entre todos.

-Pronto oscurecerá -comentó Carl desde el fondo del cumulo de personas con su niña en brados -. Mañana a primera hora reuniremos al concejo para una votación.

Silencio.

-Okey -cedió Michonne finalmente alejandose del grupo.

-Llevenlos adentro -pidió Rylie a los guardias mientras varias miradas iban dirigida a ella y su esposo.

Esto de ser líder a veces era complicado y todo empeoraba a la hora de decidir.














--- ✮✧☾✧✮ ---































-¡Mamá, Malory no me quiere dejar jugar con ella!

Rylie rodó los ojos con diversión desde
la cocina aunque por dentro sabía que ya no podía con las peleas de esos dos.

Ella los había criado de la mejor manera, pero eran dos tormentos cuando se lo proponían y más cuando peleaban por cualquier cosa.

Rylie atribuía esas peleas a que quizás
se debía a la edad. Solo se llevaban un año de diferencia. Charlie tenía siete y Malory apenas cumplió los seis, aunque para ser pequeños eran tremedamente listos.

-Malory Grimes...

-Dile que se vaya a jugar lejos de mi -pidió Miley apretando contra su pecho una de sus Barbies con sus ojos llorosos -. La última vez que dejé que jugará a las Barbies le arrancó una pierna a la señorita Diane y si no es por papá ella no tendría ahora su pierna.

-¿Es eso cierto, Charlie?

El mayor bajó la vista con la mejillas algo enrojecidas por la declaración de su hermana y asintió en silencio.

El corazón de Rylie se aplastaba de ternura. Si algo era Charlie era que no sabía mentir y prefería decir la verdad siempre antes que decir mentiras.

-Malory, deja que juegue contigo.

-Mamá, ¿y si rompe otra vez mis muñecas?

-Te prometo que no lo hará, ¿verdad, cielo?

Charlie asintió alzando la mirada ya más alegre por la declaración de su mamá.

-Estás bien, puedes jugar y ayudar a Max Steel en su misión mientras Diane va a una fiesta de Barbies.

Niños.

Finalmente con ese asunto resuelto
pudó volver tranquilamente a su trabajo y se aseguró que se estuviera cocinando tal como debería la cena. Con suerte les gustaría el platillo a los menores.

En eso estaba cuando vió a su hombre bajar las escaleras. Estaba duchado
con su cabello corto humedecido y una nueva camisa de cuadros azulados, una venda limpia y su sombrero de sheriff.

Carl se acercó a la chica y besó una de sus mejillas con lentitud separandose para ver que era lo que estaba cocinando.

-Escuche algunos gritos.

-Sí, tus hijos tenían la sala convertida en ring de box -respondió Rylie dandole una mirada rápida a los niños al mismo tiempo que vertía verduras a la cacerola -. Y yo fuí el refreri. Y creo que deberías hablar con Charlie sobre algo que sucedió esta mañana.

-¿Fue algo muy malo?

-Para mi sí, hablalo con él y resuelve los problemas de nuestros torbellinos.

Carl simplemente soltó una risilla en
voz baja antes de que su esposa le diera un ligero codazo para que dejará de hacerlo.

-Bien, perdón... ya voy.

El ojiazul se alejó en dirección a sus retoñitos para vigilarlos más de cerca mientras Rylie se mantenía atenta a la cena, un descuido y ádios comida.

La rubia simplemente los veía desde la cocina con una sonrisa divertida. Ellos se entretanían jugando con Carl. Malory insistía en que jugará con ella porque le hacía falta un principe a su castillo y Charlie necesitaba que su papá jugará con él y sus muñequitos de guerra.

De algún modo u otro Carl logró hacer que Charlie dejará lo que estaba haciendo para que ambos hablaran sobre lo que Rylie había indicado. El menor se veía entristecido quizás por no haber cumplido con las espectativas de su padre, pero Carl le hizó ver que no estaba enojado por la actitud de esa mañana sino por la poca conciencia al realizar sus actos y alejarse de su madre.

Para Rylie presenciar este tipo de actos eran los mejores. Carl usualmente volvía a casa cansado y en ocasiones estresado, pero aún así se esmeraba en sonreirles y jugar con sus hijos apesar del cansancio.

Apesar de sus responsabilidades jamás descuidaba a sus hijos y jámas las pondría por encima de su familia eso era más que claro. Y ese tipo de cosas eran por las que Rylie amaba a Carl Grimes.

-¡Ey, vengan a cenar mis guerreros! -exclamó Rylie de repente, llamando la atención de su familia -. Hice spaguetti y hay jugo de fresa.

Apenas terminó de decir aquello los
que se peleaban por la atención del
papá salieron casi volando a la cocina dejando a Carl guardando todos los juguetes. Estaba considerando decirle a Rowan que no consiguuera más de ellos.
























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-¿No son unos angelitos?

Carl se encogió de hombros y su esposa le dió un ligero codazo. Mentía, pero aún así sus hijos siempre iban a ser su gran adoración.

-Supongo que esta es la mejor parte
de ser padres -comentó Carl mientras Rylie arropaba a su hija dormida -. Verlos dormir en paz sin que quieran agarrarse a golpes una que otra vez.

Rylie asintió dandole la razón antes de apagar la luz y encender una lampara cercana a la cama de los niños.

Una vez se aseguraron que estuviesen dormidos se dirigieron a su habitación.

Rylie tomaba una ducha rápida mientras Carl leía uno de los libros que tenía su chica en uno de los estantes del cuarto. Sí, los libros eran su plaga favorita.

-Señor Grimes...

Carl apartó la mirada del libro al oír la voz de su amada esposa y no pudó evitar hacer una mueca de confusión, pero por dentro estaba riendo con nerviosismo.

Rylie se acercó peligrosamente a la cama en nada más y nada menos que ropa interior. Aunque más bien era lenceria. Un fino brasier negro un poco transparente con un velo fino negro que cubría su vientre y unas pequeñas bragas negras que por lo visto se veían igual de transparentes.

-¿De dónde s-sacaste e-eso?

-De por ahí, realmente no importa -respondió Rylie quitando el libro de sus manos para posicionarse en sus piernas y luego lo silenció con el índice -. Ya que los niños están dormidos podemos tener nuestro momento a solas.

-Creí que yo era el indecente siempre -susurró Carl con un tono más serio dejando sus manos en sus caderas.

-Las mujeres también tenemos nuestras necesidades, Grimes.

Y apenas terminó de decir aquello
tomó el rostro del chico entre sus manos y comenzó a besarlo con suavidad mientras Carl dejaba caricias que iban de su espalda a su cadera. Aquellas caricias suaves se volvieron peligrosas conforme la intensidad del beso surgía.

Rylie llevaba las riendas y Dios, que bien se sentía eso.

Unos segundos después se separaron a falta del aire y se miraron a los ojos. No había inseguridad en nada, ya no eran esos niños con miedo a besarse o gozar de lo que podían sentir.

-Si me sigues mirando así no voy
a poder contenerme -jadeó Carl con
la respiración irregular quitando un mechón del rostro de su esposa -. Me dan ganas de llenarte de besos y caricias.

-No te quedes con las ganas, vaquero...

Aquello pareció ser luz verde para el castaño que embelesado por su amada y el efecto que causaba sobre él, empezó a besarla con necesidad inhalando el olor a frutos de la piel de su cuello dónde por supuesto empezó a repartir besos que la hicieron jadear a su oído maravillada.

-¿Querías tu noche, no?

Una Rylie atónita por su toque simplemente soltó una risilla al oírlo decir aquello y segundos después sintió su mano acariciar por debajo de esa tela transparente su estomágo, cosa que le causó escalofríos y más cuando su dedo rozó el lazito cerca del sostén.

-Calmado -respondió Rylie
apartando sus manos con rápidez antes de acercarse a él, a su camisa -.
Vámos a tener que estar en las mismas condiciones sino no es divertido.

Y así minutos después no había prenda que cubriera a Carl Grimes mas que solo la ropa interior, ni venda llevaba. Ya no tenía inseguridad de ella del todo, o al menos no en sus actos intimos.

-¿Qué hice para ser recompensada de este modo, Señor?

Rylie se acercó a su esposo y empezó
a dejar besos sobre su firme cuello al mismo tiempo que sus manos descendían un poco tocando su torso ya un poco marcado a su antojo sacandole suspiros extasiados que en segundos fueron igualados por los de ella.

-¿Qué se s-supone que haces, C-Carl?

-Dijiste que estuvieramos en las mismas condiciones -respondió Carl algo afectado por su toque mientras la veía removerse inquieta sobre él -. Yo solo te correspondo, amor mío.

Rylie contuvó como pudó un gemido al sentir los dedos de su esposo acariciar la piel de su zona intima sin ropa de por medio, pero no pudó contenerse del todo al sentir como estos mismos se colaban a su interior sin previo aviso.

Carl solo la vió retorcerse bajo él con desesperación mientras como podía se aferraba a sus hombros. Con tan poco ya la tenía echa un manojo de excitación.

-Ah, pero alguien quería igualdad.

La chica estaba a punto de responder, pero solo un jadeo salió de sus labios y luego una grosería.

Segundos más tarde la rubia estaba recuperandose de aquellas exquisitas sensaciones mientras Carl la veía con diversión tratar de recomponerse aunque sus pupilas dilatadas decían lo contrario.

-Oh, eres malo. Sí, lo eres...

-Sí, parece que lo soy -susurró Carl besando el lobulo de su oreja mientras desabrochaba la prenda superior.

El aire frío que se colaba por la ventana terminó erizando la blanquecina piel
de la rubia aunque no tardó en sentir el tenue toque de su esposo sobre su piel retirando aquella prenda que le privaba de tocar a su antojo. Una vez no hubó nada empezó a tocar y acariciar tanto como sus manos quisieron sacandole uno que otro suspiro a la mujer mientras su otra mano acariciaba más abajo de su estomágo haciendola removerse bajo su habilidoso y extasiante toque.

-Carl...

-¿Sí, esposa mía?

-Mierda, te detesto...

-¿En serio? -cuestionó el mencionado con extrema calma apesar de que sus manos ociosas se divertían.

-Sí, y si no haces algo voy a...

Sus palabras se vieron interrumpidas cuando un estremecimiento la inundó un segundo sacandole un gemido.

-¿Decías?

-Solo... tú solo...

-¿Yo solo qué?

Genial.

-¿Me vas a obligar a pedirtelo? -preguntó Rylie con voz firme sintiendo un cosquilleo en su entrepierna -. Porque estoy a nada de ofenderme.

-Puedes pedirlo si quieres, cariño...

Desgraciado.

-Voy a deshacerme en tus manos si no te detienes, ¿eso quieres?

Carl no respondió al contrario la miró como si hubiese dicho una locura, pero con un suave beso se apartó en todas las formas posibles dejandole una extraña sensación y rebuscó entre los cajones.

-Precaución ante todo -soltó Carl mostrandole un sobrecito platinado, cosa que terminó haciendola reir.

-Así dijimos hace siete años y nuestra protección nos trajo una bendición -respondió Rylie deshaciendose de sus bragas y acomodandose en una posición cómoda -. La segunda vez ni siquiera hubó tu dichosa protección.

-Upsi, ni modo ya pasó -comentó
Carl acercandose a ella con una sonrisa complice -. Aún así amo a mis dos bendiciones.

Rylie sonrió recibiendo un beso en su frente mientras sentía que su esposo la tomaba de las piernas y se abría espacio en media de estas acariciando un poco su zona cosa la estaba matando.

Apenas iba a reclamar cuando sintió
esa familiar sensación de tenerlo dentro suyo y soltó un jadeo en voz baja apenas sintió que comenzaba a moverse. A los pocos minutos Rylie se aferraba a él con fuerza sintiendo el exquisito roce de sus cuerpos y zonas intimas.

-Oh, Dios...

La rubia comenzó a removerse un poco sintiendo las embestidas rápidas, pero cuidadosas de su pareja mientras ella se sostenía de su espalda y cintura.

En algún punto sintió que algo dentro de ella quería explotar no de forma literal y una presión en su abdomen bajo estaba recorriendo todo su cuerpo, aquello solo la hizó buscar más contacto que claro que consiguió justo dónde lo necesitaba.

Bastaron unos minutos para que aquella presión fuera liberada al mismo tiempo qie el castaño lo hacía, ambos soltando un sonoro gemido.

-Eso estuvo realmente genial...

Carl sonrió exhausto al mismo tiempo que salía de ella y dejaba un beso en la punta de su nariz justo antes de ir al baño y retirar el preservativo sucio.

-¿Satisfecha?

-Muy, ¿y tú?

-Perfecto.

El castaño se tiró a la cama justo a un lado de su esposa y la atrajó hacia él por la cintura.

-Aw, mi dulce y apuesto vaquero -musitó Rylie acariciando una de sus pecosas mejillas -. No sabes cuanto te amo apesar de que seas malo a veces.

-Oh, mi dulce y hermosa rubia -
imitó Carl con voz cantarina robandole un beso que la hizó sorprenderser -. También te amo aunque seas gruñona.

-¿Podemos dormir? Me dejaste exhausta.

Carl soltó una risilla en voz baja y asintió envolviendo a ambos entre las mantas con nada más que la ropa interior puesta mientras se abrazaban el uno al otro y Rylie descansaba sobre el pecho desnudo del ojiazul, que apenas se acomodó sobre él cayó rendida.

-Un te amo no me alcanza para definir mi amor por ti, Rylie Giselle.




























--- ✮✧☾✧✮ ---























Por la mañana siguiente, Rylie se encontraba sentada frente a un montón de alexandrinos con su esposo y líder a lado al igual que el concejo en el que por supuesto estaban Michonne, Gabriel, Siddiq, Aaron, Laura y otros.

-Como seguramente se habrán dado cuenta llevabamos mucho tiempo sin ver caras nuevas dentro de estos muros -explicaba Gabriel a dos integrantes del grupo frente al concejo y la comunidad -. Somos una comunidad justa de gente buena y decente, pero no somos debiles y eso no va a cambiar hoy.

-Comenzemos -pidió Carl mientras se acomodaba en su asiento mirando al grupo -. ¿Cuál de ustedes es el líder?

Los desconocidos se miraron entre ellos dirigiendo su atención a la chica de cabello esponjoso y rubio castaño.

-¿Y por qué creen que hay uno?

-¿Todos se conocían de antes? -cuestionó Rylie con frialdad ignorando la respuesta vaga de la chica.

-No, primero estaba Magna y
Yumiko -comenzó a decir el hombre del grupo señalando a las mencionadas -. Después llegaron... eh... Connie y Kelly y luego yo y luego Bernie. Mierda, perdonen es que Bernie lo perdimos ayer. Había otros, obvio, pero igual que Bernie...

El chico hizó su mejor esfuerzo por no llorar frente a la multitud, pero era dificil.

-No lograron sobrevivir.

-¿Qué eras antes?

-¿Yo? Antes de todo esto era maestro de música.

Y así continuaron haciendoles preguntas y demás a los recién llegados. Rylie podía notar con sus respuestas que no eran más que personas igual de asustadas que ella al inicio de todo y que solo querían seguir viviendo un día más.

-Gracias -musitó Carl con un gesto amistoso al grupo desde su asiento -. Si no hay nada más quisiera hacer una votación...

-Yo tengo una pregunta -exclamó Michonne de repente interrumpiendo al ojiazul en el proceso.

-Tiene la palabra la miembro del concejo y jefa de seguridad -informó Gabriel mientras la mencionada se ponía de pie para verlos mejor.

-Como comunidad queremos ser buenos, queremos ser generosos, queremos ser caritativos, pero como sabemos las decisiones como las que estamos por tomar pueden tener un precio muy alto -explicó Michonne con un tono serio mirando fugazmente a su hijo mayor.

Rápudamente la mujer se alejó un poco y se posicionó enfrente de la mujer llamada Magna.

-¿Me mostrarías tu mano izquierda?

-Michonne, ¿qué haces? -preguntó Rylie confusa por su acción al mismo tiempo que se ponía de pie junto a Carl.

La morena no reapondió y solo tomó la mano de Magna sin mucha delicadeza quitandole de mala manera el guante.

-¿Te lo hizó un camionero? -preguntó Michonne refiriendose al tatuaje en la dorso de su mano.

-Vete al carajo.

-¿Qué es?

La pareja no podía estar más confusa al ver el dichoso tatuaje.

-¿Se los dices tú?

Magna no respondió.

-Michonne, si tienes algo que decir...

-Es un tatuaje carcelario, los cuatro puntos son los muros -explicó la mujer al oír a Rylie y pronto los murmullos no se hicieron esperar -. Y el punto del medio eres tú, la prisionera. Tiempos difíciles.

-Mira, solo porque estuvó presa...

-Puedo explicarlo -mencionó Magna apenas Carl estuvó por hablar.

-¿Quieres decir la verdad?

-Sí.

-No tienes nada que ocultar.

-¡Nada!

-Pon el cuchillo en la mesa -ordenó Michonne a Magna con un tono furioso.

La mujer lentamente desabrochó su cinturón mostrando un pequeño cuchillo que dejó en la mesa, aquello dejó bastante confusa a Rylie y Carl. Las personas a estas alturas si que sabían que engañarte.

-Yo tengo memoria y se que ustedes también -informó Michonne dirigiendo su atención a sus compañeros -. Así que adelante, hagan la votación. Apoyo la moción.

Y con eso salió del lugar dejando al grupo ahí sentado.






















--- ✮✧☾✧✮ ---





















-El jefe de bomberos nos ha contado que en el último incendio han gastado 688 litros de agua para apagarlo -explicó Charlie sentado en las escaleras con su libro abierto en sus piernas -. Si el camión tenía 950 litros, ¿cuántos...

-Sabes qué, mini Carl definitivamente se van a quedar sin agua esos bomberos -interrumpió Negan con diversión.

-¿Va a ayudarme o no?

-Dime una cosa, ¿alguna vez viste
un camión de bomberos apagando un incendio en alguna parte?

-No.

-¿Crees que algún día lo verás?

-Quizás.

-Qué demonios importa, los problemas matemáticos deben aplicarse en el mundo real. ¿Quieres mi ayuda? Dame un problema de aquí y ahora.

-¿Vió a esa gente nueva qué llegó
ayer? -cuestionó Charlie cerrando su libro mirando al horizonte desanimado -. La abuela Michonne quiere que se vayan, papá obviamente le hará caso.

-No sabía nada de eso, pero voy a adivinar. Sabiendo como eres tú quieres ayudarlos.

-Jude y yo los encontramos, nosotros los hicimos venir -respondió Charlie con calma jugando con un pedazo de hierba para distraer su enojo.

-Te diré una cosa, cuando tenía tu edad llegaba perros callejeros a casa. Mi mamá no los quería. Jamás entendí porqué, a mi me parecían tan buenos y agradecidos. Hasta que un día llevé al perro equivocado.

-¿Y qué pasó? ¿Te mordió?

-A mi no, ese perro mató a todos los demás y le arrancó media oreja a mi mamá cuando se metió en el medio -continuó relatando desde la oscuridad de sus barrotes -. La cuestión es que ese perro parecía tan bueno y agradecido como los demás.

-¿Y qué pasó después? ¿Seguiste llevando perros?

-Claro que no, aprendí bien mi lección.

-Sí y mirá que bien terminó todo para ti...

-¡Charlie Grimes Everson!

El mencionado se sobresaltó al escuchar aquella conocida voz y no supó que hacer hasta que finalmente Rylie Grimes, su madre, estaba frente a él.

-¿Se puede saber qué haces aquí, jovencito? -preguntó Rylie ya más cerca con un tono mandón y esperando su respuesta de brazos cruzados -. Y no quiero excusas horrendas.

Charlie no respondió.

-Oh, vámos Miley -soltó Negan con burla desde su celda llamando su atención -. El muchacho solo venía por ayuda con unos problemas matemáticos, ¿cierto, chico?

-Mi hijo no necesita ayuda tuya y te pediré que lo dejes tranquilo -exclamó Rylie tomando a su hijo de la mano con cuidado de no ser brusca -. Cualquier cosa que la hayas dicho más te vale que sea buena porque si me llegó a enterar que estás metiendole ideas malas en la cabeza juro por Dios que serás ahora el maldito Jinete sin Cabeza.

-Mamá, el señor Negan no me mete ideas extrañas en la cabeza -comentó Charlie soltandose para ir por sus libros en las escaleras -. ¿No crees que debe tener compañía? ¿Y si tú fueras como él? ¿No querrías algo de compañía? Desde más pequeño vengo a verlo, con papá y no nos ha dicho ni echo nada malo.

-Ni una sola palabra, vete a la casa -pidió Rylie mirando al prisionero llena de molestia, su hijo frunció el ceño -. Tú y yo tendremos una conversación.

El niño de siete años no pusó resistencia solo asintió y se retiró del lugar con sus libros y lapices en las manos dejando a los dos adultos solos.

-Definitivamente es un digno hijo de Carl -musitó Negan al mismo tiempo que Rylie se acercaba a los barrotes -. A proposito, ¿cómo está mi intimo amigo? ¿Y Malory? A veces viene con Charlie y Judith a escondidas. Son buenos niños.

-Escuchame bien, Negan. No te
quiero en la vida de mis hijos, no tienes ese derecho, no después de todo el caos que causaste en nuestras vidas -exclamó la rubia señalando con su dedo, pero Negan solo sonreía cautivado -. Si Carl quiere hablarte perfecto, pero con mis niños. Eres un asesino y ahora solo te queda pudrirte en esta celda hasta que aceptes tus errores.

-¿Y qué pasa si ya los acepte desde hace años? Se el mal que cause, pero también se que cambie y tus hijos me ayudaron de alguna manera. El mundo ahora no es tan malo. ¿No crees que todos merecemos una segunda oportunidad?

Rylie sintió una punzada en su pecho al oír sus últimas palabras. Tal vez él tenía razón, pero una parte dentro de ella no quería aceptar que tal vez tenía razón y lo único que hizó fue darse la vuelta e irse dejandolo apoyado en los barrotes.

El mundo te ha convertido en una mujer desconfiada, Rylie Grimes.


Hellou everybody, ¿cómo están todos? Espero y bien. Con esto damos comienzo a una nueva etapa en el fic por asi decirlo, aquí nuestros niños tienen unos 24 añitos (Rowan tiene 27 y Enid 25).

Asi como lo leen Malory es la única hija de #Caryl (al menos mujer). No se ustedes, pero a mi si me gusta la interacción entre Charlie y Negan. Anyways. ¿Y esa escena hot? No lo sé, no eataba en el guión surgio. ¿Vieron que las cosas no eran tan por encimita como la última vez que escribi escenas aca subidas de todo entre Carl y Rylie? Bueno, crecieron ^^

Espero les haya gustado y gracias por leer y el apoyo al fic. Trataré de subir cositas a tiktok. No olviden votar y comentar <3


















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