04. ♡︎ ❦
—¿Solo el short? — pregunta y yo me lo quedo viendo, cómo si fuera un fantasma —Chico... ¿solo el short?.
—Sí, solo el short — sonrío al recordar que Seungmin esta con nosotros.
—Hyunjin voy a buscar algo en la siguiente tienda, ya vuelvo — avisa y se va.
—Así que tu nombre es Hyunjin —dice con una enorme sonrisa—Lindo nombre.
—Minho deja de actuar de esta forma, apenas nos conocemos.
—Te espero mañana — guiña y me pasa la tarjeta —Tengo muchas cosas que enseñarte...
—Olvídalo porque no iré — su rostro cambia, de estar sonriente ahora esta algo cabizbajo —Tampoco quería volver a verte, pero mírame — digo y ruedo los ojos —Estoy aquí, hablando con un chico que se supone es mi tutor — murmuro mientras me acerco a él —sexual... — culmino y frunzo los labios disgustado.
—De todas formas te esperaré, siento que si quieres ir pero tu tonto prejuicio es más grande — desvío la mirada —Cuando te vi en aquella habitación, supe que te conocía de algún lado, y ahora se de donde — sonríe y sus tontos hoyuelos se marcan.
—Hasta nunca — me despido y con rabia me voy, ¿qué se cree?. No volveré a verlo en mi vida, prefiero evitarlo antes de estar cerca de alguien como él, solo arruinaría mi vida y me tacharian de puta como los demás.
Salgo del centro comercial hecho una fiera, entro al auto y parto a mi casa, no quiero hablar con nadie, ni ver a nadie y mucho menos saber de la existencia de un chico llamado Minho.
Suficiente tengo con saber que me enseñó a como masturbarme, doblo en la segunda calle y siento que me falta algo, veo por el retrovisor y no recuerdo así que me apresuro a llegar a casa, al entrar y cerrar la puerta me doy cuenta que...
—¡Seungmin! — exclamo y como si lo hubiera llamado mi teléfono suena y al ver quien es trago en seco y atendió —¡Hombre de mi vida!.
—Cállate, voy directo a mi casa y no creas que volveré a salir contigo — corta y me deja con la disculpa en la boca, este tipo de cosas me pasan desde que conozco a ese chico.
Le envió un texto disculpándome y entro a mi habitación, lo primero que veo es mi cama que se ve tan apetecible, salto y me cubro con las sábanas de algodón color verde agua, el olor a vainilla inunda mi hogar y una pequeña sonrisa se planta en mis labios, se sentía bien estar tan cómodo.
Suspiro por la satisfacción que me brinda las almohadas y cierro los ojos, quedándome dormido al instante.
—Sabia que vendrías — su voz entra como cuchillas en mi cabeza que me dejan pensando en si fue una buena idea venir, la pequeña capa de sudor qué recubre mi frente es un gran indicativo de que estoy nervioso y apunto de estallar de vergüenza.
Luego de estar dialogando conmigo mismo me di cuenta que tenía que venir y seguir con todo como si nada hubiera pasado, total esto me serviría para futuras parejas o enseñarle a mis amigos, sería divertido que me buscaran para saber sobre temas sexuales pues ya me cansé que siempre me pregunten que les queda bien.
Además siento que vivo dos vidas muy distintas, una en la que soy un chico tímido que apenas tiene amigos y viste a los modelos más hijos de puta que hay en el mundo y la otra es un chico que es capaz de recibir clases sexuales, audaz y muy extrovertido.
Sintiéndome como la persona que soy ahora, alguien dividido en dos, doy mi primer paso con seguridad y me siento en la cama con la única diferencia que mis piernas están levemente abiertas dejando que la pequeña luz que entra por la ventana caiga en ellas y le de una amplia visión a Minho de mi cuerpo.
No podía decir que no a intentar insinuarme e incluso provocarlo de la forma más sutil, cuando estaba con él sentía que cambiaba y ese sentimiento de liberación me llenaba por completo.
Siempre he sido un chico reprimido y desde que lo conocí decidí que debía cambiar un poco eso, más bien con él para que sepa que no es el que domina esta situación si no que soy yo quien lo hace.
—Segunda clase — dice y levanta la cara hacia a mi, noto como su mirada baja a mis piernas y las devora sin necesidad de tocarlas —Hablaremos de diversos temas... — comienza y sonrío en grande, como si estuviera prestando atención cuando lo único que quiero es decirle que esa blusa le queda jodidamente bien con ese short ajustado, tacones, amaba su outfit.
—¿Sumisión y dominación? — pregunto al escuchar esas palabras salir de sus labios.
—Efectivamente — muerdo mi labio inferior, este tema siempre me ha llamado la atención, me he preguntado toda la vida como alguien puede llegar a gustarle que lo o la dominen de tal forma que llegue a haber castigos, he escuchado que una de los castigos son las nalgadas. Imaginarme a Minho haciéndome eso hace que mis hormonas se disparen —Hay personas, más bien parejas que experimentan con todo y esta es una de las que más les gusta hacer... independientemente si es chica con chica o chico con chica e incluso chico con chico.
—Sería divertido — opinó y muerdo la punta del lápiz —Me gustaría ser el que domina...
—Me parece que te quedaría mejor sumiso — murmura y señala la cama —Con esposas — aprieta el agarre que tiene en la cama y veo que sus nudillos se ponen blancos —A cada lado.
Se que fantasea tanto como yo con él y eso me gusta, suelto un jadeo involuntario, me mira como si quisiera decirme algo pero se abstiene y se da la vuelta mientras aclara la garganta para volver al sitio en donde estaba inicialmente.
—A ti también te quedaría bien el papel de dominado — informo y ríe como si hubiera dicho el mejor chiste del mundo.
—Estas en lo cierto, solo que... — levanta la mano derecha —Me gusta divertirme, así que haremos un juego.
—¿Juego? — quiero indagar más sobre el tema antes de acceder capaz y es algo malo.
—Te diré que hacer y veremos si te sale lo dominado o lo sumiso o en su defecto pueden ser los dos, el cambio de rol puede llegar a ser excitante para ambas partes — miro mi cuaderno de apuntes y no tengo nada anotado, me había enfrascado tanto en ver su trasero que ya no se que escribir, así que hago que escribo cuando lo único que he hecho es un pingüino deforme y una carita feliz que parece más una mancha rara.
—Esta bien — me apresuro antes de que me siga explicando.
—Cariño necesito que te sientes en la mitad de la cama — me encojo de hombros y lo hago —No vas a poder abrir tus piernas, si lo haces habrá castigo — mi boca se seca y las ganas de hacer lo que dice se apoderan de mi, cierro las piernas de golpe y siento un cosquilleo en mi centro que me desconcierta, era tan bueno en lo que hacía que con tal solo decir eso ya me tenía a sus pies.
—No es tan difícil — murmuro —Pensé que sería difícil y que tendría más ganas de hacerte caso — frunzo los labios y lo veo sin expresión fácil.
—¿Te dije que hablaras? — su voz es gruesa e incluso ronca, sigo sin entender que tiene de bueno con ser sumiso pero intento concentrarme, dejarme llevar por lo que dice y hace para ver si siento algo, una chispa, necesito eso más que nada.
Una experiencia sexual, algún sentimiento que me pida a gritos que me toque o ser tocado, algo que me indique que voy por el buen camino y que no hago esto para conocerlo mejor.
—No — digo con molestia.
—No vuelvas a hablarme así — se acerca y sus ojos están levemente oscurecidos —Ahora seguiremos hablando — se sienta a mi lado y como si nada deja su mano derecha en mi muslo —Hay personas que no toleran esto — señala con los ojos su propia mano —El simple roce de pieles puede llegar a encender a alguien a tal forma que se frota inconscientemente o conscientemente — suspiro y asiento, batallaba con mis ganas de frotarme.
—¿A si? — pregunto con un hilo de voz —Estuve leyendo algunas cosas y no me sentí motivado para...
—Es normal, no todo el mundo se excita por leer o ver algo erótico — pasa su mano lentamente por mi muslo —Aunque me parece extraño que tu no te calientes por eso ya que apenas estás comenzando...
—Dicen que la imaginación ayuda mucho — agrego a mis palabras.
—Ayuda bastante — susurra —Con lo poco que te conozco se que no lo llegaste a hacer, así que te tengo otra tarea — me dolían las piernas de tenerlas tan apretadas, así que las afloje un poco —Cierralas — aprieta mi muslo y salto para luego hacerlo.
—Dime.
—Vas a cerrar los ojos, cuando llegues a tu casa, estés en tu camita y sin nadie que te moleste o interrumpa — trago saliva, se que dira algo súper vergonzoso —Empiezas a pensar en lo que más te excita y luego
lo haces... para la siguiente clase que es el viernes de la semana que viene me dirás que paso.
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