Día 1: Tatuaje ✝️
<<────≪•◦𝑻𝒂𝒕𝒖𝒂𝒋𝒆◦•≫────>>
Si superas en mi,
Lo que significas tú.
¿Cómo es eso de que el amor duele y más si estás enamorado de un loco depresivo y obstinado hombre que si no cumples con sus peticiones se arrojará de un edificio?
Es broma, pero si quieres, no.
Takemichi odia pero con su vida las agujas. Sea por un trauma de niño o sea porque duele pasar por una inyección, a nadie le agrada la idea de que una aguja perfore tu piel para que luego deje un dolor punzante en el área que se inyecto o saco sangre. No, gracias siguiente pregunta.
Y como la vida lo ama y es el mejor guerro de Dios le impuso una prueba de gran valor.
Para estar en la organización de Bonten debía de portar consigo, un arma como defensa propia, tener un estilo que lo defina como uno de los ejecutivos y tener en su piel la marca de una hanafunda que los representaba. (Lo segundo es más como una marca personal de cada uno).
La mayoría de las personas de alto rango de Bonten poseían el tatuaje en una parte de sus cuerpos, como Kakucho que lo tenía en el pecho y que mostraba sin vergüenza con ese traje que gustaba lucir- vale mencionar que le da un aire muy atractivo y beneficia en el trabajo que él hace-, también como Kokonoi que lo llevaba en la cabeza en una zona rapada. Lo más recomendable era hacérselo en el brazo como Sanzu, el dolor no era tanto ahí por lo que era lo más recomendable.
Los Haitani se reían de los constantes balbuceos del novio de su jefe que le temía a las agujas. Además de que ellos tenían un derecho más alto.
─Que mierda tan descarada Hanagaki, te quejas de que dolerá una parte del cuerpo.─ atacó Ran al chico que le miró con molestia por llamado miedoso. No lo golpeaba por respeto a las demás personas del local.
─Será un dolor de unos días, miranos a nosotros.─ señaló Rindou su tatuaje por la mitad de su cuerpo.─ No tienes que tener un tatuaje que ocupe todo tu cuerpo como nosotros, imaginas el dolor de esté.
─Pero ustedes, a mi no me gusta. Mikey insiste que lo haga o ya no me permitiría ser parte de los ejecutivos, es molesto porque él no tiene el suyo.─ respondió sin apuros el azabache que bebía un capuccino en la cafetería de la empresa que dirigían. Con su lengua retiró la crema que quedo en su labio superior, tal y como lo hacía Mikey cuando comía algún dulce. Quedó adherida esa costumbre a si mismo.
─Oh, es cierto. El jefe aún no porta el suyo.─ recordó Rindou dándole un sorbo a su café, se sentaba al lado de Takemichi admirando el paisaje de la planta alta del edificio.
─Entonces dile que se lo hagan ambos, están a tiempo antes de la próxima reunión.─ propuso Ran, le dio un bocado al pastel que pidió para saciar la ansiedad de fumar en un lugar público.
─Lo pensé pero tengo miedo de que se niegue, al final de cuentas es el jefe.─ los de cabellos morados le dieron una no grata y fulminante mirada. Escusas, escusas. Eso salía de su boca.
─No me jodas con esa babosada, solo dile. Si no le dices nunca lo sabrás.─ gruño el Haitani mayor, a su lado Rindou mensajeaba con Sanzu ya que en próximos horas se reunirían para hablar de la llegada al puerto de la carga de suministros médicos.
Takemichi no quiso decir más solo suspiro en su asiento reflexionando de cómo terminó involucrado con el crimen organizado y siendo la pareja del jefe de una organización de criminales. No lo mal entiendan, le gusta su trabajo pero aún es cosa de todos los días asimilar el hecho de ser parte de esa organización, luego se le olvida y termina con la vida de cinco desgraciados más tarde.
Muy tonto para que responda pero fácil.
Se enamoró del chico de su secundaria, luego se unió a la pandilla que esté chico formó antes de entrar a la preparatoria, se hizo amigo de los amigos de su crush, al final llegó hasta su objetivo donde se conocieron, simpatizaron para que al culminar con la etapa de adolescentes se hicieron novios.
Sin imaginar que al pasar unos años ese juego de ser pandilleros se hizo más peligroso, ya no era defender a la zona donde vivían ahora era "es mío y si no lo dejas, balazo". Empezaron con el tráfico de estupefacientes en zonas importantes de Tokio, luego con las exportaciones de medicamentos para luego tener el lavado de dinero con las empresas que adquirieron. Invirtieron en la bolsa de valores y que gracias a los dotes económicos que Koko tenía ganaron una fortuna, Hanagaki jamás imaginó que el hombre con él que compartía cama fuera el responsable de infinidad de muertes pero que al menos con él no era un desgraciado. Y eso daba sus ventajas.
No le importaba tener que manchar sus manos con sangre de otros, esas acciones le permitían estar con Mikey. Pero ahora el muy infeliz le dijo que si no se hacía el tatuaje que se olvide de seguir en Bonten, no lo sacaría de su vida pero si de la organización.
Mucho que hacer, mucho que perder por una respuesta.
Luego de la conversación con los Haitani salió rumbo a la casa donde vivía con el líder, pensó en las palabras que le dijeron y en como su posición como pareja de Mikey podría serle útil para persuadir a que se hagan juntos el tatuaje. Pero había algo que no le cuadraba del todo, ¿por qué la insistencia del tatuaje?
Es decir, si ya eran reconocidos por el país con sus actividades nada legales y su influencia en la justicia del mismo, ¿por qué? A lo mejor un simple pacto entre los miembros principales de Bonten o capricho de Sano que deseaba que todos sus compañeros de trabajo lleven consigo la marca del peso que cargan. Takemichi estaba lejos de la realidad pero cerca de atinarle.
💙
Dejando al auto que conducía en la cochera entró por la puerta grande, unos guardias bien armados lo saludaron con entusiasmo, ver a la pareja del jefe significa que buenas nuevas se aproximan. O que quiere dar un buen polvo antes de seguir con sus actividades. Cualquiera de las dos mantenía con energía a Manjiro.
Entre sus lustroso zapatos de cuero, y el piso rechinante fue hasta su próximo objetivo, la biblioteca. Sabía de ante mano que el albino dormiría su siesta de las tres, para luego levantarse e ir en su búsqueda para cenar. El pan de cada día. Sacándose y tirando aún lado su saco, procedió luego con la corbata que le acortaba la respiración siendo una molestia de llevar todos los días, podrían ser criminales pero el estilo jamás lo perderían. Punto para Bonten.
Abrió la gran puerta de la biblioteca, el silencio se acabó en el momento que oyó como Sanzu disparaba al aire con su pistola y lo apuntaba. Es verdad. El segundo al mando odiaba que molesten al jefe cuando esté dormia la siesta, Takemichi ahora se encontraba en problemas y con una pistola apuntando a su frente.
─¿Qué mierda? Hanagaki, aún no es tu hora de llegada.─ recuerda Sanzu mientras baja el arma y colóca el seguro, suelta otras maldiciones al aire y respira profundamente antes de dirigirle la mirada al azabache que se acerca a paso lento pero dando zancadas largas.
─Mi culpa, olvidé que la puerta está muy ruidosa. Discúlpame.─ inclina la cabeza y le da una sonrisa brillante al pelirosa, a Sanzu no le toca más que chasquear y olvidar el asunto. Lidiar con el novio de Mikey es tener una riña con un niño, él odia perder el tiempo en niñerias. Para eso estaban los Haitani que ya le acortaban la vida con sus estupideces. Pobre de él.
─Olvídalo, me tengo que ir.─ se levanta del sillón cercano a la ventana, cierra las persianas para que la luz no impacte y moleste a Manjiro haciéndole despertar. Deja el libro que leía sobre la estantería más cercana.─ Mikey despertará media hora después, no le molestes. Nos vemos más tarde.
Se despide y sale de esa área en silencio, es más cuidadoso que Takemichi, quedan a solas la pareja. El pelinegro sentía la necesidad de acompañar a su novio en su tarea de dormir, aunque si lo hacía cabía la posibilidad que se olvide de la reunión. No quería tener problemas con Haruchiyo, no más en ese día. El par se llevaba bien por Mikey y asuntos del trabajo, solo que después de sus prioridades eran dos simples extraños que compartían gustos y trabajo, hacerlo enojar o fastidiar sus labores no entraban en sus actos. Era cuestión de tiempo para que se logren conocer y sean dos adultos que lleven una amistad más allá de una laboral o por compromiso, si bien se conocieron cuando la ToMan aún existía no entablaron mayor conversación que la sospecha de que Take era un traidor, el dolor de los golpes que le dio Mutuo ese día aún lo persiguen, no olvidaría jamás como empezó el mal camino y rumbo que los dirigió a lo que son hoy en día. Aún mantenía la esperanza de que su relación con el segundo al mando sea mejor, así ambos cuidarían de Mikey como debe ser.
Se sentó a un lado, la cabeza del otro varón quedó al lado de los muslos del ojiazul, y como si de un imán se tratase Mikey dejó caer su cabeza en esa nueva almohada llena de suavidad y de una blandez única. Takemichi no tuvo más opción que quedarse quieto hasta la hora que su pareja despierte, muy recurrentemente sucedían esos casos. Acaricio con su mano los cabellos blanquecinos, los recordaba suaves y de una delicadeza que solo Mikey podía poseer en su cabello. El exquisito olor del shampoo en las hebras no falto en impregnar su nariz, amaba ese olor robar suspiros bajos de su boca. Siguió dejando caricias que en la inconsciencia del hombre dormido fueron como la gloria misma, sencillamente estaría así por siempre.
─Tienes un lindo cabello, y además tu nuca no pierde calor.─ y al bajar más su mano confirmo lo dicho, la nuca no perdía la calidez. Al ser un área rapada y casi desnuda el aire profundizaba más. Dejando como consecuencia que quede frío. En el caso de Sano, no. No pasaba tal situación, extrañamente.
Repaso su mano una y otra vez, sentir como Manjiro se removia por su toque lo incentivo a seguir, reconocía que pocas veces tenía la oportunidad de dar con lugares heterogéneos que causen esas sensaciones en su novio, no conocía del todo esos lugares que le gustaban al peliblanco. Aprovecharía para dar con esos íntimos detalles y así para la próxima tener una idea de donde empezar sus besos.
Por qué si, ambos tenía una relación donde se complacían sin limitaciones, deseaban sentirse a ambos de las mil formas posibles.
Y como si de una ilusión por el mismo dios a Takemichi se le ocurrió la idea más ingeniosa de toda su vida, o bueno, la que le garantizaría que Sano cumpla con su capricho, utilizaría ese método que con recelo guarda para usar en caso de emergencia, esta era una emergencia.
Sonriendo con inocencia y aún dando caricias a la nuca del varón espero que la siesta del mismo acabe y le de inicio a su plan que le acredite esa petición. Obviamente preparó parte de su plan en él, no debía fallar y menos hacerle saber al ojinegro sobre sus planes que ni se cumplían. Esperaba no morir, o quizás poder caminar sin parecer un potrillo recién nacido.
Dios lo ayude. (No).
Media hora después.
Pronto Mikey despertó, dando leves estirones y balbuceando insultos al aire pensando que nadie lo escuchaba, o eso creía ya que Takemichi tenía otra idea en mente y sus intenciones iban más allá de lo que podría esperar. Acomodó en un intento de lucir normal su cabellera albina, olvidaba que tenía una reunión más tarde y faltar no era una opción que le gustase pasar, no con Kokonoi que se molestaría y le quitaría las tarjetas. Ni pensar en ello, por muy jefe que fuera hay otros que tienen las mismas posibilidades de destruirlo solo con un movimiento, ese era Koko quien molesto es como el diablo y de ánimo resulta ser una molestia más pero con dinero que manejaba y servia.
─¿Sanzu? Trae a Takemicchi, tengo que decir-. ─ quedó callado al notar al mencionado sentando en una silla con las piernas extendidas y con la camisa sin unos botones abrochados. Lo más interesante fue ver la marca de los besos que él mismo había dejado la noche anterior, la cremosa piel de Takemichi era apetitosa y el tener en sus papilas gustativas el sabor de esa piel le hizo babear.
─¿Cómo dormiste?─ preguntó con sensualidad el azabache, se relajó más contra la silla haciendo que su camisa se abra más y le permita a Mikey una mejor vista de su pecho donde sus marcas eran más grandes y visibles. Su abdomen algo marcado tentaba al juicio de Mikey.
─Eh, bien. ¿Haruchiyo?─ en un intento de sonar tranquilo pregunto por su mano derecha, al no verlo cerca le dio una idea. Ojalá no sea eso.
─Fue con los Haitani, tuve entendido que el cargamento de medicamentos llegaba hoy, me dejo a tu cuidado.─ expresó con calma, sus brillantes ojos azules se perdían en el recién levantado Manjiro que a toda costa evitaba dar miradas más allá del rostro del chico.
─Así que fue a eso...
Susurró para si mismo el más bajo, sonrió y luego visualizo a su novio levantarse y aproximándose hasta su sillón.
─Mikey... ¿puedo pedir algo?─ el pelinegro jugueteo con su camisa desabotonado más botones, más marcas se podían observar en su piel.
─Lo que quieras...─ ya había caído rendido a los encantos de Hanagaki, ver semejante cuerpo lleno de sus marcas le hizo perder lucidez, enfocó su atención al notable punzar de su erección en sus pantalones y que pedían a gritos atención por parte del ojiazul.
─Hoy tuve una plática con los hermanos, y cambié de opinión. Me haré el tatuaje que me pediste hace un tiempo pero...
─¿Pero?─ preguntó, sus manos ya se paseaban por el pecho del más alto dando caricias y redondeado esos chupetones con las yemas de sus dedos. Picaba su lengua por volver a esa misma acción de succionar y dejar más de su paso.
─Quiero hacerlo contigo.─ finalizó luego soltó un gemido al verse patético, la lengua de Mikey se movía deliciosamente sobre su pezón.
─¿Qué me haga también el tatuaje?─ mordió ligeramente el botón, el jadeo de Takemichi fue un "sí".
─Porfavor...
Pidió ya extasiado de tener a su hombre sobre él, comiendolo con la mirada y disfrutando de sus gestos y los sonidos provenientes de su boca que soltaban gemidos acompañados de la reacción instantánea de su cuerpo.
─¿Si lo hago que recibo a cambio?─ bajo su mano al pantalón del tímido varón, ante el silencio paro el toque y entorno los ojos a la presa que mantenía debajo suyo.
─Todo.─ paso sus manos al cuello del albino y empujando con ellas colocó al contario más apegado a su ser, le gustó el aroma que desprendía su pareja, gimio más fuerte cuando sintió como su miembro era apretado y sujetado por una mano intrusa.─ Yo por ejemplo.
Manjiro agudizó su oído para luego sentirse incapaz de no besar esa boca sucia que le recalcaba con ante precisión las cosas que haría si cumplía su petición.
Tomó con su mano libre la mandíbula del ardiente chico, esté sostenía su mirada con desición sin embargo, sus mejillas rojas y su respiración entrecortada hablaba por si sola. Deseaba también cumplir con todas esas cosas que dijo. Después de años juntos ya habían hecho todo tipo de cosas en la intimidad de su casa, luego de la charla que tuvo con los Haitani investigó por su cuenta nuevas posiciones que hacer. La que más le gusto fue una donde era cubierto por una capa de chocolate por sus partes más sensibles.
─Tus deseos son órdenes para mi. Ahora se mío.
Aquello culminó con sus bocas encontrándose, dejándose llevar por ese calor que los acompañaba y la ardiente pero exigente atención de sus cuerpos en ser uno solo, el primero en introducir su lengua a la contraria fue Takemichi que le urgía tener a Mikey más que complacido. Movio sus manos hasta la camisa del jefe que con agilidad dejó al descubierto su torso, igualmente lleno de sus mordidas y chupetones que él se encargó de dejar para su deleite. Bajo sus manos al pantalón que le impedía sentir la hombría de su pareja, al tener experiencia y ser ya casi una costumbre suya sacó con rapidez el cinturón y bajo el cierro del pantalón. Sus dedos se metieron en el bóxer ajeno, jugueteo con el elástico metiendo un dedo para tantear esa zona.
El gemido que sus oídos captaron fueron más que claros, debía ir mas allá.
Al alzar su cabeza quedó sin habla. Apesar de tener tanto encuentros de esa índole aún le emocionaba y causaba satisfacción ser a la única persona del mundo que Mikey le regale esa expresión de lujuria y amorosa al mismo tiempo, no se cansaría nunca de ser el todo de Mikey.
💙
Luego de su encuentro candente, fueron en auto hasta el sitio donde se harían el tatuaje de Bonten.
Takemichi era un mentiroso con ingenio, pero se arrepentía de decir que lo haría. Odiaba imaginar el dolor que lo abordaría luego del proceso, tener la piel al rojo vivo por el tatuaje no es algo que le agrade. ¿Aún había posibilidad de desistir de la idea?
Volteó a ver a Manjiro quien también le regresa la mirada, le sonríe levemente antes de asentir. Y quien le diría que no a esa sonrisa cuando está sale solo pocas veces.
Estaba decidido, lo haría.
El tatuador preparó la imagen de la hanafunda, ya era una costumbre para el hombre ya que la mayoría de los miembros del grupo criminal iba hasta su local para que le haga dicho tatuaje, la única diferencia es que atendería no solo al novio y tercer al mando de Bonten, no, iba el mismísimo Manjiro Sano a que le hagan esa marca. Lucir nervioso es normal, un error de su parte es la muerte segura. No desea morir, no por ellos.
Takemichi eligió que el tatuaje sea en su pecho, así como lo tenía Kakucho, fue recomendación de Mikey que se lo haga ahí, le sugirió que podía olvidar por completo la corbata para dejar al descubierto su pecho. No le parecía mala idea luego se dio cuenta de la intenciones con la que se la dijo, no le reclamó. Le gustó.
─¿Está listo?─ preguntó luego de dejar el dibujo sobre la piel del chico, Takemichi miró por última vez a Sano, asintió. El tipo se puso manos a la obra, ya con la máquina tatuadora y con la tinta lista inicio el proceso.
El dolor fue indescriptible, definitivamente odiaba las agujas y todo lo que conlleve la perforación de la piel con un instrumento así de diminuto, soltó varias lágrimas de dolor y quejidos. Maldecia internamente por semejante idea, si los hermanos estuvieran ahí se burlarian de su llanto. Esos dos tenían la mitad del cuerpo lleno de tatuajes y el dolor por el que ellos pasaron fue más mucho más insoportable que el suyo. La aguja penetrando la piel una y otra vez se volvía tedioso, ni hablar de cómo en esos lapsos de tiempo que el tatuador paraba para limpiar la tinta que escurría el ardor se convertía en uno de sus mayores problemas.
Paso exactamente una hora entre llanto, suplicas y quejidos por parte del de mechas negrunas. Le colocó un ungüento que ayude a una cicatrización sana y mantenga hidratada la piel para que no se formen costras alrededor del trabajo realizado.
El pobre se levantó adolorido y cansado, hasta para llorar le robaba energía. Miró a Mikey sonreírle y darle el espacio en el sofá para que duerma un rato, agradecía al tatuador por darle un calmante. No dijo más y solo cayó dormido, obviamente que durmió boca arriba. Sus ronquidos fueron bajos.
─Señor, ya tengo listo el nuevo instrumental. Venga porfavor.
El ojinegro se sentó con la cabeza agachada, su tatuaje iría en su cuello, especialmente en la nuca. Una zona donde se vería solo cuando de la espalda, pero todos en la organización veían su espalda así que fue la mejor opción. Le agradaba la idea. Además a Takemichi le gustaba esa parte, le daría un regalo.
Él no hizo mueca o soltó alguna queja, el dolor si era molesto pero no para estar como Takemichi, le causaba gracia que el chico de antes haya sufrido por esto. Luego se lo recompensaria.
Su proceso de tatuaje fue más rápido, dejó que el hombre que lo atendía le coloque el ungüento en la zona para evitar infección y el plástico que protegería el tatuaje de la contaminación del exterior y que haya una cicatrización sana sin inconvenientes más allá del ardor y el líquido de la pintura adaptándose a la piel.
Cuando ya iba a guardar todo, Mikey hizo una nueva orden.
─Espera.─ el tatuador se detuvo de inmediato con miedo de lo que solitaria el albino.─ Quiero que me hagas otro tatuaje, no será grande.
─Oh, de acuerdo. ¿En qué parte?─ sacó una nueva aguja para el próximo tatuaje. Tiró los guantes que utilizo anteriormente, un nuevo paquete de guantes fue su próximo paso para el siguiente procedimiento.
─En la muñeca, quiero verla solamente yo. Sabes a lo que me refiero.─ espeto helido el jefe, le molestaba el reciente ardor que empezó en su nuca. Tenía sueño también.
─Sin duda. ¿Qué va a ponerse?─ inquirio dudoso el joven, preparó un papel hectografico nuevo para que Sano le dé el siguiente diseño que plasmaria en su piel.
─T.H.
─¿T.H.?─ sorprendió preguntó, le parecía extraño. ¿Iniciales de quién?
─Solo hazlo.
El sujeto tembló y acató la orden de guardar silencio, precedio a hacer el diseño en el papel, las letras estarían en cursiva a gusto del propio Mikey.
Así fue como cada vez que se alejaba de su amado debido a su "trabajo" veía la marca en su piel, especialmente en su muñeca y sonreía al saber que alguien le esperaba con los brazos abiertos sin importarle en lo más mínimo que hacía o hace en Bonten.
Ya que después de todo, Takemichi Hanagaki era su mayor tatuaje permanente que dejó entrar a su corazón hasta adueñarse por completo de sus pensamientos, suspiros, jadeos, deseos y sueños.
Takemichi es su perdición, una perdición que no soltará por nada. Ni por nadie.
N.a
La semana MiTake comenzó, este es el primer día, vengo con todo.
Espero les guste, gracias por leerme. ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro