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🌿✨ 𓄴 SEMPITERNO presents to you
▬ ▬▬ Chapter Thirty three

happy birthday, aquaman

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El último día del verano llegó y con éste el último día de Percy ahi.

Esa mañana Victoire fue a buscarlo a su cabaña y caminaron junto con Tyson al pabellón para desayunar. Al llegar Tori visualizó a Silena en su mesa junto a sus hermanos. La pelinegra, sintiendo su mirada, volteo a verla y le dedico una pequeña sonrisa que apenas llegó a la altura de sus mejillas antes de regresar su atención a su desayuno.

Victoire intentó no tomarle importancia a eso. Seguramente ella, al igual que todos, seguían preocupados por el ejército de Cronos, que seguía por ahí afuera esperando el momento adecuado para atacarlos de nuevos.

El desayuno transcurrió entre platicas y risas por parte de los tres; la mini Nikai que Dédalo le había obsequiado a Tori hacia pequeñas acrobacias en la mesa a la vez que pateaba una uva que Tyson le había tirado. Era como ver a una futbolista en miniatura.

La nikai terminó pateando con demasiada fuerza la uva, que está terminó partiéndose a la mitad y la pequeña figura de su madre quedó embarrada de pulpa y jugo. Los tres se echaron a reír mientras que ella le pasó una servilleta para que se limpiará.

Cuando el desayuno terminó Percy regresó a su cabaña para ir por sus cosas.

A las diez en punto Victoire y Percy estaban en la cima de la Colina Mestiza, esperando a la furgoneta que llevaría al chico a la ciudad.

—¿Segura que podrás cuidarla? —le preguntó Percy por décima vez. Victoire rodó los ojos y miró al chico con cierto reprendo.

—Que si, ¿Qué tan difícil podría ser cuidar a la señorita O'Leary?

Percy apretó los labios. Le había tocado limpiar uno de sus regalitos y no había sido para nada divertido. Aunque, pensándolo mejor, no se comparaba con la vez que limpiaron la posta del rancho triple g.

Percy estaba a punto de comentárselo cuando ambos vislumbraron a alguien subiendo por la colina. Se trataba de Annabeth, que había ido a despedirse de Percy. Ella, a diferencia de él, se quedaría más tiempo en el campamento.

—Sé que Tori y Daphne estarán al pendiente de Quirón, pero también quiero estudiar el portátil de Dédalo y no creo que poder hacerlo tranquila con mis hermanastros en casa.

Ninguno pudo decirle lo contrario. Los hermanos de Annabeth eran unos niños muy juguetones y la rubia había estado totalmente absorta durante el último mes en ese portátil, que estaban seguros que podría morder a alguien si interrumpian sus estudios.

Les aseguró que luego regresaría a la casa de su padre en San Francisco.

—Voy a ir a una escuela privada de allí —les dijo—. Seguramente será horrorosa, pero... —Se encogió de hombros.

—Animo Annabeth, por lo menos ustedes pueden ir a una escuela normal —repusó Tori.

—Seguro es mejor estudiar con Quirón. No tengo pruebas, pero tampoco dudas —dijo Percy.

—No estés muy seguro, se pone muy intenso cuando Connor o Travis no entienden las ecuaciones que deja.

Percy se rió y se giró hacia Annabeth.

—Llámame por cualquier cosa ¿vale?

—Claro —respondió ella sin mucho entusiasmo—. Estando allá mantendré los ojos abiertos por si...

Y ahí estaba de nuevo. El tema tabú por el momento.

Luke.

Victoire podía entenderla, no podía pronunciar su nombre siquiera sin destapar una caja enorme de dolor, inquietud y rabia.

—Annabeth —le dijo Percy—. ¿Cuál era el resto de la profecía?

Entonces Victoire abrió los ojos atónita. Se había olvidado por completo de eso con todo lo que había pasado.

Annabeth fijó su mirada en los bosques lejanos, pero no contestó. Percy insisto.

—«Rebuscarás en la oscuridad del laberinto sin fin» —recordó él—. «El muerto, el traidor y el desaparecido se alzan» Hicimos que se alzaran un montón de muertos.

—Salvamos a Ethan Nakamura, que resultó ser un traidor —señaló Tori.

—Rescatamos el espíritu de Pan, el desaparecido.

Annabeth meneó la cabeza, como si quisiera que se detuviera. Pero tanto ella como Percy querían saber el resto. ¿Acaso era tan grave?

—«Te elevarás o caerás de la mano del rey de los fantasmas» —insistió Percy—. Ese no era Minos, como yo había creído, sino Nico. Al escoger nuestro bando, nos salvó.

—Y luego, «el último refugio de la criatura de Atenea» se refería a Dédalo

—Tori...

—«Destruye un héroe con su último aliento.» Ahora sí tiene sentido. Dédalo murió para destruir el laberinto. Pero ¿cuál era el verso...?

—«Y perderás un amor frente a algo peor que la muerte» —recitó Annabeth con lágrimas en los ojos—. Ése era el último verso, Percy. ¿Ya están contentos?

El sol parecía haberse enfriado repentinamente. Victoire miró afligida a Annabeth a la vez que los ojos comenzaban a picarle.

—Ah —dijo Percy, no sabiendo que decir al respecto.

—Annie —musitó Tori—, entonces todo este tiempo a ti... Luke te...

—Tori, yo no sabía de quién hablaba la profecía. N... no sabía si... —Se le quebró la voz sin poder evitarlo—. Por un momento creí que podrías ser tu. Eres como una hermana para mí y te amo.

—Yo también a ti, Annie.

—Pero... ¿Luke? —inquirio Percy.

Y Annabeth volteo a verlo.

—Luke y yo... Él fue durante años la única persona que se preocupó por mí, aparté de Tori. Pero ella se fue y solo lo tuve a él. Creí...

Antes de que pudiera seguir, surgió a su lado un repentino destello de luz, como si alguien hubiera abierto una cortina dorada en el aire.

—No tienes nada de qué disculparte, querida.

Sobre la colina había aparecido una mujer muy alta con una túnica blanca y el pelo oscuro trenzado sobre los hombros.

—¡Hera! —exclamó Annabeth.

La diosa sonrió.

—Has hallado las respuestas, como había previsto. Tu búsqueda ha sido un éxito.

—¿Un éxito? —replicó Tori, ceñuda—. Luke ya no existe. Dédalo ha muerto. Pan ha muerto. Lee...¿Cómo puede decir que fue un éxito?

—Nuestra familia está a salvo —insistió Hera mirándo a la castaña con frialdad—. En cuanto a esos otros, mejor que se hayan ido. Annabeth está de acuerdo conmigo, ¿No es así querida? Estoy orgullosa de ti.

Tori y Percy cerraron los puños con fuerza. No podían creer que estuviese diciendo aquello.

—Fuiste tu quien pagó a Gerión para que nos permitiera cruzar por su rancho, ¿no es cierto? —inquirió Percy.

Hera se encogió de hombros. En la tela de su vestido temblaban los colores del arco iris.

—Quería facilitaros el camino.

—Pero Nico no te importaba —refutó Tori—. Te parecía bien que se lo entregaran a los titanes como si no significara nada. ¡Es solo un niño! ¿Cómo puede ser tan cruel?

—Oh, vamos. —La diosa hizo un ademán despectivo—. El propio hijo de Hades lo ha dicho. Nadie quiere tenerlo cerca. Él no encaja, no resulta adecuado en ninguna parte.

Victoire se enojó.

—La que no resulta adecuada es otra—musitó ella.

—Hefesto tenía razón —masculló Percy—. Lo único que le importa es su familia «perfecta», no la gente real.

Sus ojos relampaguearon peligrosamente.

—Cuida tus palabras, hijo de Poseidón. Te he orientado en el laberinto más veces de las que crees. Estuve a tu lado cuando te enfrentaste a Gerión. Permití que tu flecha volase recta. Te envié a la isla de Calipso.

—¿¡Fue usted!? —exclamó Tori mirando perpleja a la diosa.

—Si, fui yo Laurent. Superalo —y se volvió hacia Percy—. También les abrí el paso a la montaña del titán...

—¡Usted sabía lo que veríamos ahí! —dijo Tori con enfado—. ¡Usted sabía que Luke... —su voz se corto— ¡Lo sabía y aún así me dejó verlo! ¡Es usted un monstruo!

Hera, furiosa, alzo una mano como para cachetearla, pero un rayo impacto al otro lado de la colina, logrando que la diosa se detuviera en seco y mirará hacia el cielo con un gesto frío.

Bajo la mano, y fulminó a Victoire con la mirada.

—Tienes suerte de que mi esposo no me permita acabar contigo —masculló—. He matado a otros heroes por menos que ese insulto.

—No es un insultó cuando se dice la verdad, señora —respondió Tori con semblante serio.

Hera inspiró profundo y se giró hacia Annabeth.

—Annabeth, querida, seguro que tú sí eres consciente de lo mucho que los he ayudado. Agradecería un sacrificio por todos mis esfuerzos.

Annabeth permaneció tan inmóvil como una estatua.

Podría haberle dado las gracias.

Podría haber prometido que arrojaría al brasero una parte de la barbacoa en honor a la divinidad y olvidar sin más el asunto.

Pero lo que hizo fue apretar los dientes con aire testarudo. Tenía el mismo aspecto que cuando se había enfrentado a la esfinge: como si no estuviera dispuesta a aceptar una respuesta fácil, aunque ello le causará graves problemas.

—Percy y Tori tienen razón —replicó ella dándole la espalda—. Es usted la que no resultó adecuada, reina Hera. Así que la próxima vez, gracias... Pero no, gracias.

Victoire soltó una gran carcajada sin poder evitarlo y miró orgullosa a su amiga. La mueca de desdén de la diosa era mucho peor que la de una empusa. Su forma empezó a resplandecer.

—Te arrepentirás de esto, Annabeth —y entonces fulminó con la mirada a Tori, no en el sentido literal de la palabra, claro—. En cuanto a ti, te arrepentirás por los insultos hacia mi persona. Te arrepentirás de verdad.

Los tres desviaron la mirada mientras Hera adoptaba su auténtica forma divina y desaparecía en una llamarada de luz.

La cima de la colina volvió a la tranquilidad. Peleo dormitaba junto al pino, bajo el  Vellocino de Oro, como si no hubiera pasado nada.

—Lo siento —les dijo Annabeth—. Ahora estará en tu contra Tori.

Ella se encogió de hombros.

—Ya tengo a una diosa detrás de mi, que tan diferente serán dos —dijo, intentando sonar tranquila. Aunque la realidad es que por dentro estaba temblando.

Le desagradaba Hera, pero su amenaza había logrado dejarla intranquila.

—Bien, debo volver. Cuídate, sesos de alga —le dijo a Percy. Le dio un corto abrazo y se marchó.

—¿Estarás bien? —le preguntó Percy una vez que Annabeth se marchó.

—¿Lo dices por Hera? Porque la verdad no creo que vaya hacer algo en mi contra ahora, está la profecía y sabe que me necesi...

—No me refiero a eso, Vi.

Victoire enmudeció y observó a Percy. Sus ojos verdes mar solo reflejaban preocupación.

Preocupación por ella.

Y Tori sabía el porque.

—Estoy bien, Percy. Ha pasado una semana, ya lo acepté.

—¿Estás segura?

—Si.

Silencio entre ambos.

—Escucha, Vi. Lo que quería decirte era que...

Pero entonces Argos tocó la bocina desde la carretera.

—Me lo dirás luego. Será mejor que vayas —le dijo Tori con una pequeña sonrisa en labios—. Cuídate, Aquaman. No busques problemas, ¿Si?

Entonces le dejo un casto beso en la mejilla y bajo corriendo la colina.

Percy la contempló hasta que llegó a las cabañas, donde Victoire giró sobre si misma y se despidió de él con la mano. Percy alzo la suya y le devolvió el gesto antes de descender hacia la carretera.
     
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                  

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Dos días más tarde era el cumpleaños de Percy.

Victoire, tras rogarle mucho a Quirón para que la dejara viajar a la ciudad -puesto que el centauro había restringido las salidas por cuestiones de seguridad ahora que Cronos estaba de vuelta- terminó concediendole el permiso.

Ese día Victoire viajo montada sobre Blackjack, puesto que aún no tenía práctica volando largas distancias como esa, y aterrizó en el tejado de los departamentos donde vivía Percy.

Sally la esperaba ahí con una sonrisa de dientes.

—Me alegro que te dejaran venir, Percy se pondrá muy contento de verte —le dijo Sally tras darle un abrazo—. Tyson también está aquí, y descuida, ninguno de los dos sabe que vendrías.

—Gracias Sally. ¿Percy está abajo?

—Si, estaba hablando con Paul cuando subí. Ninguno notó que vine pero será mejor bajar antes de que lo hagan.

Victoire asintió de acuerdo con ella y ambas bajaron hasta el departamento. Sally entro primero y en cuanto Victoire entro detrás de ella, Tyson brincó y a nada estuvo de gritar su nombre cuando vio a la castaña con un dedo sobre su boca, pidiéndole discreción. Tyson imitó el gesto y se sentó en el sofá reprimiendo una sonrisa. Con la cabeza señaló la cocina, indicándole que Percy estaba ahi.

Victoire sonrió hacia Sally antes de gritar.

—¿¡Acaso hay un cerebro de anémona aquí que cumpla años!?

Percy apareció en un pestañeo en la puerta de la cocina y miró atónito a Victoire. Paul se asomó detrás de él.

—¿Vi?

—Feliz cumpleaños, Aquaman —dijo ella y abrió los brazos en su dirección.

Percy sonrió abiertamente y corrió a abrazarla, alzandola del suelo. La bajo en cuanto notó como su madre, Paul y Tyson lo miraban. Se sonrojó violentamente y les dio la espalda.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —preguntó él intentando ocultar su nerviosismo.

—No es una sorpresa si el festejado sabe la sorpresa —respondió ella.

—Ah.

Victoire sonrió con diversión y le dio un codazo juguetón.

—Asi que... Cumples quince Aquaman.

Pero Percy no lucía muy entusiasmado en realidad. Y Victoire cayó en cuenta del porque enseguida y quiso golpearse por ser tan distraída. Sin embargo, Percy cambio el tema.

—Eso me recuerda, que no sé cuándo es tu cumpleaños.

Victoire se rió.

—Descuida, yo tampoco ando por ahí anunciando cuando es —dijo ella—, mi cumpleaños es el 31 de julio.

Entonces Percy la miró perplejo.

—¡¿Por qué no me lo dijiste en el campamento?! Pudimos haber echo algo para festejarte.

Victoire se encogió de hombros e hizo una mueca.

—No es algo que me importe mucho Percy, sobretodo cuando ese día perdí a mi padre, además, no estoy cumpliendo mi edad correspondiente.

—Lamento oir eso, lo de tu padre me refiero —dijo él. Victoire se encogió de hombros y le sonrió levemente—, ¿Cuántos años debiste cumplir? —le preguntó él.

Ella hizo una ligera mueca antes de responder.

—Diecinueve.

—¿¡Diecinueve!? Pero... Entonces tú...

Su cara de perplejidad le causo gracia y ternura a Tori. Alzo la mano y aparto el único mechón blanco de su cabello azabache de la frente.

—Si Percy, soy mayor, pero... físicamente solo soy un par de semanas mayor.

— Ah —dijo—. Creo que eso suena mejor.

Ambos rieron.

—La comida está lista —anuncio Sally llevando la última bandeja de comida a la mesa.

Los cinco tomaron asiento para comer, Victoire junto a Percy y Tyson al otro lado.

—Me alegro que estés aquí —le murmuró Percy.

A lo que Victoire le sonrió abiertamente.

     
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                  

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Una hora más tarde, Sally y Victoire salieron de la cocina cargando con dos pasteles azules. Sally le había comentado que tuvo que hacer dos por Tyson, quien al ser un cíclope en crecimiento, comía más que un humano.

En fin, las dos llevaron los pasteles a la mesa donde Percy, Tyson y Paul estaban. Sally prendió las velas y los cuatro le cantaron "feliz cumpleaños" a Percy.

Percy estaba a punto de soplar las velas cuando sonó el timbre.

Su madre frunció el ceño.

—¿Quién será? —preguntó.

Victoire se giró hacia Percy.

—¿Invitaste a alguien más?

Pero Percy negó, igual de confundido.

Sally abrió la puerta y ahogó un grito. Percy enmudeció y Victoire abrió los ojos como platos.

Del otro lado de la puerta estaba Poseidon, vestido con unas bermudas, una camisa hawaiana y unas sandalias. Llevaba la barba perfectamente recortada y sus ojos verde mar centelleaban.

Se había puesto también una gorra muy maltrecha, decorada con anzuelos, que decía: «LA GORRA DE LA SUERTE DE NEPTUNO.»

—Posei... —Sally se calló en seco. Se había sonrojado hasta la raíz de los cabellos—. Humm, hola.

—Hola, Sally —la saludó Poseidón—. Estás tan guapa como siempre. ¿Puedo pasar?

Victoire miró a Sally sorprendida cuando está soltó una especie de gritito que igualmente podía significar «» o «no».

Poseidón lo interpretó como un sí y entró.

Paul miraba a todos, tratando de descifrar la expresión que tenía cada uno en el rostro. Al final, se presentó él mismo.

—Hola, soy Paul Blofis.

Poseidón arqueó las cejas mientras se estrechaban la mano.

—¿Besugoflis, ha dicho?

—Eh, no, Blofis.

—Ah, vaya —replicó el dios—. Lástima. A mí el besugo me gusta bastante. Yo soy Poseidón.

—¿Poseidón? Un nombre interesante.

—Sí, no está mal. He tenido otros nombres, pero prefiero Poseidón.

—Como el dios del mar.

—Justamente, sí.

—¡Bueno! —intervino Sally. Victoire se pregunto cómo lograba parecer tan calmada con su ex amor y su actual novio en el mismo lugar —. Humm, nos encanta que hayas podido pasarte. Paul, éste es el padre de Percy.

—Ah. —Paul asintió, aunque no parecía muy complacido—. Ya veo.

Poseidón le sonrió a Percy.

—Aquí está mi chico. Y Tyson. ¡Hola, hijo!

—¡Papá! —Tyson cruzó el salón dando saltos y le dio a Poseidón un gran abrazo.

A punto estuvo de tirarle la gorra.

—Hola Victoire —saludo Poseidon a la castaña con una ligera sonrisa—. Tu mamá me pidió que te dijera que hiciste un gran trabajo en... —miró a paul de reojo—, el campamento.

Victoire asintió, entendiendo a lo que se refería.

—Gracias tío posei.

Por otro lado, Paul se había quedado boquiabierto y miró a la madre de Percy.

—Tyson es...

—No es mío —le aseguró ella—. Es una larga historia.

—No podía perderme el decimoquinto cumpleaños de Percy —dijo Poseidón—. ¡Si esto fuera Esparta, Percy se convertiría hoy en un hombre!

—Cierto —convino Paul—. Yo antes enseñaba historia antigua.

Los ojos de Poseidón centellearon de nuevo.

—Eso es lo que yo soy. Historia antigua. Sally, Paul, Tyson, Tori.... ¿Les importaría si me llevó un momentito a Percy? —Preguntó rodeando al chico con un brazo mientras lo arrastraba a la cocina.

—Claro, no hay... —pero antes de que Sally pudiera terminar de hablar, Poseídon y Percy habían desaparecido por el umbral de la cocina.

Victoire se mordió el labio inferior, nerviosa. La visita de Poseidon había sido una gran sorpresa para todos, y seguramente la mejor para Percy, pero algo dentro de ella le decía que el Dios del mar no estaba ahí únicamente para felicitar a su hijo por cumplir quince años.

—Asi que... —hablo Paul tras un par de minutos—. Él es el padre de Percy.

Los tres asintieron.

—Nos separamos un poco antes de que Percy naciera. Los dos han mantenido contacto, pero esta es la primera vez que lo veo desde que Percy nació —añadio esto último, como intentando aclarar que entre ella y Poseidon ya no había nada.

—¿Y él es tu tío? ¿Hermano de tu madre? —le preguntó Paul a Tori. Pero ella negó.

—No es familiar mío, le digo tío de cariño.

—¿Entonces como es que él conoce a tu madre? ¿Son amigos? ¿Así se conocieron tú y Percy? —le preguntó Paul.

—No, Percy y yo nos conocimos en el campamento de verano. Mi madre y el padre de Percy son... Compañeros de trabajo, por así decirlo.

—¿Por así deci...

—¿Percy? ¡Las velas se están derritiendo! —gritó Sally interrumpiendo a Paul.

No hubo respuesta enseguida, pero en cuestión de minutos salió Percy de la cocina, solo.

—Venga Percy, sopla las velas o tendremos que comer cera con pastel —bromeo Sally.

Percy camino hasta ellos pero Paul echo un vistazo detrás de él.

—¿Y tú padre?

Percy se removió nervioso en su lugar.

—Tuvo que irse. Él eh... Bajó por la escalera de incendios.

—¿Por la escalera de incendios? —preguntó Paul, extrañado.

—Oh si —dijo Sally, comprendiendo que Poseidon se había ido—. El solia hacer eso todo el tiempo. Prefiere bajar por ahí.

—Pero...

—Venga Percy, que el pastel que hizo Sally se ve delicioso —interrumpió Victoire.

Paul terminó encogiendose de hombros y Percy sopló las velas.

De este modo la fiesta de cumpleaños de Percy continúo; Comieron pastel azul y helado hasta hartarse. Luego jugaron a un montón de juegos tontorrones, como Monopoly, acertijos y tal.

Tyson no captaba los juegos de mímica. No paraba de gritar la palabra que debía representar con gestos. En cambio, el Monopoly se le dio muy bien al igual que a Victoire.

—Págame, chico percebe. Caíste en mi propiedad.

—Eso no se vale, los dados chocaron con el brazo de Tyson —replicó Percy.

—No culpes al brazo de Tyson, Percy, y pagale a Tori.—lo reprendio su madre.

Percy bufó.

—¿Cuánto es?

—Diez mil.

—¡¿Qué?! ¡Eso no es posible!

—¡Claro que sí! Caíste en la propiedad más cara.

—¿Y no hay descuento por ser mi cumpleaños? —preguntó Percy.

—No. Dinero es dinero en el Monopoly. Págame, chico Percebe.

Percy bufó y le terminó pagando a Tori bajo la atenta mirada burlona de su madre, Paul y Tyson. Tori le sonrió abiertamente.

—Gracias Aquaman.

—Sonrie todo lo quieras, espero que Tyson te tumbe primero —le dijo Percy.

La partida continúo y entre Tyson y Victoire vinieron tumbando a Percy en la quinta vuelta. Ambos chocaron los puños, Percy refunfuñó y siguieron jugando.

Al cabo de una hora, Tyson comenzó a tener mejor suerte que Tori.

—Lo siento, Vi-Vi, con las tres casas debes de pagarme cuarenta y cinco mil.

—¿¡Qué!? ¡¿En qué momento compraste la tercer casa?!

—Esa tarjetita de ahí me dio una gratis —señaló Tyson.

—¡No, objection! ¡Esa carta ni siquiera existe! —protesto Tori. Percy, quien venía siendo el banco desde que perdió, se estiró sobre el tablero y agarró la tarjeta que Tyson había tomado.

—Tyson tiene razón, Vi.

—Dejame ver eso —refutó ella tomando la carta y su ceño se frunció más al leerla.

Percy enarco una ceja con burla.

—Vamos Vi, dinero es dinero en el Monopoly, pagale a Tyson.

Victoire, a regañadientes, le dio el dinero a Tyson.

—A que es divertido ¿no? —le dijo el azabache a la castaña.

Sally y Paul rieron al unísono cuando Victoire le saco la lengua a Percy como toda una niña pequeña.

—Ahora vengo, tengan cuidado porque su lado competitivo está a punto de salir a la luz —indicó Percy señalando a la castaña a la vez que se levantaba del sofá y tomaba un plato con otra rebana de pastel azúl.

No obstante, estaba a mitad del camino hacia el pasillo cuando Tori le lanzó un cojín y le dio directo en la cabeza.

—¡Seis! ¡Págame Victoire! —exclamó Paul.

Lo último que escuchó Percy fue a Victoire refunfuñar.

Para muchos una persona competitiva podría ser irritante o incluso molesta, pero para él, Victoire era todo lo contrario; Le divertía ver cómo la chica refunfuñaba cuando el juego no iba a su favor. Le gustaba verla con su gesto de concentración total. Con su nariz arrugada cuando veía que iba perdiendo.

Y, sobretodo, le agradaba esa sensación en la boca del estómago cada vez que veía a la castaña festejar  su Victoria. Lo festejaba con tanto entusiasmo, que terminaba contagiandolo a él.

En resumen, a Percy le gustaba la competitividad de la chica.

Al entrar a su cuarto, Percy colocó sobre su cómoda el pedazo de pastel azul intacto. Se sacó el collar del Campamento Mestizo y lo colocó en el alféizar de la ventana. Éste tenia tres cuentas que representaban sus tres veranos en el campamento: un tridente, el Vellocino de Oro y el último, un intrincado laberinto, símbolo de la Batalla del Laberinto, como los campistas habían empezado a llamarla.

Se pregunto cuál sería la cuenta del año siguiente, si es que todavía estaba en condiciones de conseguirla.

Pero sobretodo, sí el campamento sobrevivía tanto tiempo.

Miró el teléfono que tenía junto a la cama y pensó en llamar a Rachel. Su madre le había preguntado si quería invitar a alguien más aquella tarde y Percy había pensando en automático en Victoire y en ella.

El había creído que Vi no podría asistir debido a las nuevas normas del campamento. Pero ahí estaba ella, jugando Monopoly con su madre, su hermano y su próximo padrastro, porque si, Paul le había preguntado su opinión al respecto sobre pedirle matrimonio a su madre y él dijo que estaba de acuerdo.

Pero a Rachel, por alguna razón, no le había llamado. La mera idea lo ponía tan nervioso como pensar en una puerta del laberinto. Aunque, si lo pensaba mejor, resultó un alivio no haberlo hecho, de lo contrario Percy no estaba muy seguro de que la fiesta estuviera yendo como ahora sí Victoire y Rachel hubieran estado en la misma habitación.

Por alguna razón que él no lograba comprender, a Victoire no le agradaba Rachel.

Percy se palpeo los bolsillos y los vacío: Contracorriente, un pañuelo de papel, la llave del apartamento. Luego se palpeo el bolsillo de la camisa y notó un bulto.

No se había dado cuenta, pero llevaba la camisa blanca de algodón que le había dado Calipso en Ogigia. Sacó un paquete de tela, lo desenvolvio y halló el ramito de lazo de luna. Era diminuto y se había marchitado después de dos meses, pero Percy todavía percibía el leve aroma del jardín encantado.

Aquello le entristeció. Recordó la última petición que le había hecho Calipso: «Planta por mí un jardín
en Manhattan, ¿de acuerdo?»

Abrió la ventana y salio a la escalera de incendios. Su madre tenía allí una maceta. En primavera sembraba flores, pero ahora sólo contenía tierra. La noche estaba despejada. La luna llena iluminaba la calle Ochenta y dos. Percy planto la ramita seca de lazo de luna en la tierra y la rocio con un poco de néctar de su cantimplora.

Al principio, no pasó nada.

Luego, mientras seguía mirándola, brotó una plantita plateada: un retoño de lazo de luna que fulguraba en la cálida noche de verano.

—Bonita planta —comentó una voz.

Percy dio un respingo. Nico di Angelo estaba a su lado, en la escalera de incendios, como salido de la nada.

—Perdona —se disculpó—. No pretendía asustarte.

—No... está bien. O sea... ¿qué haces aquí?

Había crecido un par de centímetros en los dos últimos meses y llevaba el pelo oscuro completamente desgreñado. Iba con una camiseta negra, vaqueros negros y se había puesto un anillo de plata nuevo en forma de calavera. La espada de hierro estigio le colgaba del cinto.

—He estado investigando un poco —dijo— y he pensado que te gustaría saberlo: Dédalo ha recibido su castigo.

—¿Lo has visto?

Nico asintió.

—Minos quería hervirlo durante toda la eternidad en una olla de queso fundido, pero mi padre tenía una idea distinta. Dédalo se dedicará hasta el fin de los tiempos a construir pasos elevados y rampas de salida en los Campos de Asfódelos. Servirá para descongestionar un poco el tráfico. En realidad, me parece que el viejo se ha quedado bastante contento. Podrá seguir construyendo y creando. Y puede ver a su hijo y a Perdix durante los fines de semana.

—Está muy bien —le  dijo Percy.

Nico dio unos golpecitos a su anillo de plata.

—Pero no he venido por eso, a decir verdad. He descubierto algunas cosas. Quiero hacerte una oferta.

—¿Cuál?

—El método para derrotar a Luke —le dijo—. Si no me equivoco, es la única manera de que tengas alguna posibilidad.

Percy inspiró hondo.

—Vale. Te escucho.

Nico echó un vistazo al interior de su habitación y frunció el ceño.

—¿Eso no es... pastel azul de cumpleaños?

—Entra. Hay pastel y helado —lo invito Percy—. Me parece que tenemos mucho de que hablar.

Nico titubeo un poco, pero terminó entrando por la ventana de Percy y se sentó sobre su cama. Percy le tendió la rebana de pastel y Nico, sin pensarlo un poco, comenzó a comerlo.

—Vaya, está delicioso.

—Si, a mi madre le gusta mucho horne...

—¡Percy, Tori ya se tiene que ir! —escucharon gritar a Sally desde la sala.

—¡Ya voy!

Nico frunció ligeramente el ceño.

—¿Victoire está aquí?

Percy asintió y se dirigió a la puerta.

—Vino por mi cumpleaños, deja le digo que estás aquí, seguro ella también querrá saber tu ofer...

—No le digas que estoy aquí. En realidad, no le digas a nadie que estoy aquí.

—¿Por qué no? —preguntó Percy.

—Créeme Percy, sí Victoire se entera de la oferta que te voy hacer, me dará caza.

—¿Tan peligroso es? —se rió Percy.

Nico no respondido. Su sonrisa se esfumó y asintió.

—Bien, entonces... Espera aquí, iré a despedirme de ella y vuelvo.

Nico solo asintió y continúo comiendo pastel.

Percy, en cambio, salió de su habitación.

     
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                        
                              
                        
                        
                        
                        
                  
                  

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Percy acompaño a Victoire hasta el tejado. Donde soltó un silbido al cielo nocturno y esperaron a que Blackjack llegase.

—Gracias por haber venido —le dijo Percy—. Fue una gran sorpresa para mí.

—Creo que tú padre me ganó en sorpresas —bromeó ella.

Percy se rió levemente y asintió. Más su sonrisa fue disminuyendo en cuanto recordó su conversación con su padre.

—No vino solo a felicitarte ¿cierto?

Percy suspiró y negó.

—¿Quieres contarme?

Percy titubeó, pero al final le comentó casi todo lo que su padre le dijo esa tarde; la guerra contra los antiguos dioses del Mar, donde su padre peleaba para evitar que los tifones y los huracanes destruyeran el mundo de la superficie, y el posible despertar de tifón en el monte Saint Helens, el cuál sí despertaba vendría directamente a New York, al Olimpo más específicamente.

Victoire empalidecio con eso último. En eso Blackjack aterrizó junto a ellos y Percy se acercó al pegaso para saludarlo.

—Eso no es bueno, Percy —dijo Tori con la mirada en la ciudad—. Si tifón despierta... Los doce tendrán... No creo que...

Se atragantó de los nervios. Percy se acercó a ella y la tomó de los brazos con suavidad.

—Hey, respira —pidio posando sus ojos verdes en los cafés de ella—. Mi padre dijo que podría pasar un año para eso. Tenemos tiempo para organizar un plan.

Victoire inhaló y exhaló profundamente, y asintió. No podía perder los nervios por algo que todavía no ocurría.

—Le diré a Quirón lo que tú padre te contó, ¿Estás de acuerdo? — Percy asintió—. Empezaremos a entrenar más duro en el campamento. Organizaremos planes de batalla para detener al ejército del titán antes de que tifón despierte o, en el peor de los casos, antes de que llegue al Olimpo.

Percy estuvo de acuerdo con ella.

—Estare yendo al campamento tanto como pueda. Los ayudaré en los ataques.

Esta vez Victoire estuvo de acuerdo con él.

Ambos se quedaron en silencio. Simplemente mirándose el uno al otro. Si no fuera por Blackjack, que relincho junto a ellos, ambos chicos pudieron haberse quedado ahí un largo tiempo, simplemente en compañía del otro.

—Bien, debo irme. Le prometí a Quirón no llegar muy tarde.

—¿Te divertiste?

—Mucho —respondió ella con sinceridad—. Hacia tiempo que no disfrutaba de un momento así.

—¿Así cómo? —preguntó Percy.

Victoire suspiró.

—Normal.

Ambos rieron y estuvieron de acuerdo.

Blackjack volvió a relinchar y en el acto empujó a Percy, quien tropezó y se hubiera caído de frente si Tori no lo hubiera sostenido del pecho. Aquel gesto los dejo prácticamente juntos. Muy juntos.

Victoire sonrió tímidamente.

—Nos vemos pronto, Percy.

Y en un atrevido movimiento, le dio un casto beso en los labios, montó sobre Blackjack y alzo el vuelo en el pegaso negro de Percy.

Percy, por otro lado, se quedó estático en su lugar tras haber procesado que Victoire lo había vuelto a besar.

E inevitable se sentía de dos formas; feliz, porque había sido el mejor cumpleaños que había tenido en años.

Y un tonto, porque deseo haberle correspondido el beso.

Percy lanzó una última mirada al cielo nocturno, por dónde Victoire se había ido. Sonrió como un tonto y regresó a su departamento.

Todavía tenía una oferta que escuchar.

     
                        
                        
                  

[FIN DEL SEGUNDO ACTO]
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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟐 ✔️


¡AAHHHH! EL SEGUNDO ACTO TERMINO 😭🖤✨  ahora de viene el último; si lloraron con este, de una vez les digo que preparen los pañuelos para el tercero. Sorry not sorry jajaja

¿Qué les pareció el final? Percy debe ponerse las pilas 🙄

Btw, se que aún quedan dudas que resolver respecto a Keegan: ¿Cómo modificó los recuerdos de Tori? ¿Quién le dio a Luke sus recuerdos? Todo eso tiene una respuesta y la verán en éste último acto. No se desesperen gg

Bien, estaré leyendo sus reacciones, recuerden votar y comentar 🥺 no les cuesta nada.

BARBS JACKSON

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