
❝ 𝖯𝗋𝗈́𝗅𝗈𝗀𝗈 ❞
࣪˖ ͙۪۪̥˚┊❛ S E C R E T S ❜┊˚ ͙۪۪̥◌
🍨 ⋆。˚ presents to you prologue ▶❝ The night of 83 ❞ ▬▬ 𝗮 𝘀𝘁𝗲𝘃𝗲 𝗵𝗮𝗿𝗿𝗶𝗻𝗴𝘁𝗼𝗻 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 ⚓ © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝖻𝖺𝗋𝖻𝗌 ✨
Efímero: aquello que dura un período muy corto de tiempo.
Esa sería, sin duda, la definición perfecta para describir lo que ocurrió aquella noche del ochenta y tres.
Una noche oscura y gélida que lo cambió todo...
Tessa Jones siempre se había considerado una persona afortunada. Sus padres, aunque pasaban la mayor parte del día trabajando, jamás descuidaban a sus hijos. Encontraban la manera de estar presentes, de compartir risas y cenas en familia, de asegurarse de que tanto ella como su hermano pequeño, Chris, supieran lo amados que eran.
En la escuela, Tessa destacaba. No solo por su simpatía, sino por su genuina disposición a ayudar a los demás. Era una de esas chicas que siempre tenía una sonrisa amable y una palabra de aliento, que ofrecía su apoyo sin esperar nada a cambio. Todos la conocían por eso: por su calidez, su inteligencia y su espíritu inquebrantable.
De lunes a viernes, era la alumna ejemplar. Los fines de semana, la adolescente extrovertida que disfrutaba de las fiestas y las salidas con sus amigos. Claro, excepto cuando le tocaba hacer de niñera de Mike Wheeler y su grupo.
Desde fuera, su vida parecía perfecta.
O al menos lo habría sido si no fuera por un pequeño detalle: estaba enamorada de uno de sus mejores amigos. Y él, en cambio, solo tenía ojos para la hija mayor de los Wheeler.
Pero Tessa nunca permitió que aquello la quebrara. Aprendió a enterrar sus sentimientos, a esconderlos tras una sonrisa impecable. Se convirtió en una experta en llevar puesta la máscara de “solo somos amigos, y no me importa”, tanto que incluso llegó a creérselo. Nadie jamás sospechó.
Para cualquiera que la viera desde afuera, la vida de Tessa Jones era idílica.
O, al menos, solía serlo... hasta el invierno del ochenta y tres.
La noche lluviosa del 19 de diciembre de 1983, Tessa y su familia regresaban a casa después de una velada en el boliche.
La música resonaba con energía a través de los altavoces del auto. En los asientos traseros, Tessa y su hermano pequeño, Chris, cantaban y se movían al ritmo de Girls Just Want to Have Fun, riendo entre cada verso desafinado.
Karen Jones, su madre, echaba miradas divertidas por encima del hombro, sonriendo con ternura ante el entusiasmo de sus hijos. Chris agitaba los brazos con movimientos torpes pero adorables, arrancándole risas suaves, mientras Tessa cantaba con emoción, disfrutando del momento sin preocupaciones.
Al volante, Harry Jones mantenía la vista en la carretera, pero la felicidad era evidente en su rostro. Aquellos eran los instantes que más valoraba: su familia, unida y riendo en la calidez de un momento simple, pero perfecto.
Cuando la canción terminó, Tessa aprovechó la atmósfera para preguntar con un tono esperanzado:
—Papá, mañana Jennifer hará una fiesta en la casa del lago de sus padres. ¿Puedo ir?
Y entonces, sucedió.
Harry giró levemente la cabeza hacia su esposa, buscando su opinión. Fue solo un segundo. Un instante insignificante.
El impacto fue brutal. Algo colisionó contra el auto con una fuerza descomunal, arrancándolo de la carretera como si fuera un simple juguete. El vehículo giró sobre su eje, lanzándose a la deriva en un caos de metal retorcido y cristales quebrados.
Los gritos se ahogaron en el rugido del choque.
El mundo de Tessa se partió en dos.
Cuando todo se detuvo, el auto estaba volcado en medio de la carretera, la lluvia golpeando la carrocería destrozada. Lo que había sido un momento de felicidad ahora yacía reducido a escombros y sangre.
Harry Jones estaba muerto. El impacto lo había aplastado contra el volante sin darle oportunidad de sentir dolor.
Karen Jones, en el asiento del copiloto, tenía la cabeza ladeada contra la ventana, el cristal roto incrustado en su rostro. Apenas tuvo tiempo de respirar antes de que la vida la abandonara.
Chris...
El pequeño Chris nunca debió haberse quitado el cinturón. Pero su juguete favorito había caído bajo el asiento de su madre, y en su inocencia, no pensó en el peligro al soltar la hebilla y estirarse para alcanzarlo. Fue un segundo. Solo un segundo.
Ahora, su frágil cuerpo yacía sobre el asfalto, inmóvil bajo la lluvia.
Tessa era la única que seguía con vida.
El cinturón de seguridad la había mantenido sujeta al asiento, pero el dolor la consumía. Le costaba respirar. Cada inhalación era un tormento punzante en sus costillas rotas. Algo afilado se hundía en su muslo izquierdo-un trozo grande de vidrio, quizás y la sangre cálida se deslizaba por su piel, manchando la tela de su pantalón.
Intentó moverse, pero cada intento la arrastraba a un abismo de agonía.
Desistió.
Su cabeza giró apenas hacia la ventana rota de su puerta. La lluvia fría caía en su rostro, mezclándose con las lágrimas que ni siquiera había notado. Su vista comenzaba a nublarse. El mundo se volvía borroso, sus pensamientos eran un eco distante.
Pero entonces, lo vio.
Entre la penumbra y la tormenta, una silueta humanoide se alejaba, arrastrándose con movimientos antinaturales hacia el bosque. Su cabeza era deforme, su presencia aberrante.
El causante de su desgracia.
Las sirenas comenzaron a sonar a lo lejos, pero para Tessa, todo ya se desvanecía.
Lo último que vio antes de que la oscuridad la reclamara fue aquella criatura desapareciendo entre los árboles.
Llevándose con ella su felicidad efímera.
▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
Cuando Tessa recuperó la consciencia, se encontraba en el hospital del pueblo. El aire olía a desinfectante y su cuerpo se sentía pesado, como si estuviera atrapada bajo una manta de plomo. Fue allí donde recibió la peor noticia de su vida.
Había sido la única sobreviviente del accidente.
Su padre. Su madre. Su hermano. Todos estaban muertos.
Todos menos ella.
Lloró. Gritó. Suplicó.
Quiso creer que era una pesadilla, que en cualquier momento despertaría y su familia estaría allí, riendo en el auto, cantando al ritmo de las canciones que le gustaban a su madre.
Pero no despertó. Porque no era un sueño. Era real.
El dolor la consumía como fuego. La angustia era un nudo en su garganta, asfixiante, inquebrantable. Su llanto no se detuvo hasta que los médicos le administraron un sedante y su mundo se apagó de nuevo.
Cuando despertó al día siguiente, la policía estaba junto a su cama. Fueron amables, cuidadosos con sus palabras, pero sus ojos la miraban con lástima. Le pidieron que contara lo que recordaba de aquella noche.
Tessa, con la voz aún rota, les habló de la criatura. De su silueta humanoide. De su cabeza deformada, como una flor.
El silencio en la habitación se hizo espeso.
Los oficiales intercambiaron miradas, y Tessa comprendió en ese instante lo que pensaban.
No le creían.
Para ellos, su historia no era más que una ilusión nacida del trauma. Un mecanismo de defensa para sobrellevar la pérdida. No fue la policía, ni los médicos, ni las enfermeras… nadie creyó sus palabras.
Según ellos, su padre simplemente había perdido el control del auto.
Esa noche, Tessa lloró de impotencia.
Porque ella sabía lo que había visto antes de perder la consciencia. No era producto de su imaginación ni una forma de justificar su dolor. Era real. Y lo probaría de alguna manera.
Ese mismo año, tras salir del hospital, se mudó a California con su tía Jules, la única familia que le quedaba. Nadie en Hawkins volvió a saber de Tessa Jones.
No hasta dos años después.
Cuando regresó, ya no era la misma.
Su sonrisa había desaparecido. El brillo inocente en sus ojos se había apagado. Y la amabilidad que solía definirla se encontraba ahora oculta tras una muralla de hielo.
Nadie entendía por qué había vuelto.
¿Quién en su sano juicio regresaría al lugar donde lo perdió todo?
Pero la verdad era que Tessa Jones no había regresado por nostalgia.
Había vuelto con una misión: descubrir los secretos que Hawkins guardaba y vengar a su familia.
Aun si, al hacerlo, su vida pendía de un hilo.
▊▋▊▌▊▍▎▊▊▋▊
𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟏𝟗
𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐞𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝟐𝟎𝟐5
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro