🦋. ㇏ capítulo uno.
𔔀 REMEMBER ! 🩰 powdy&kael.
by ©xelsylight. 2025.
🦋▐ ganador por una noche.
───── ( comentar & votar.
—Madre, por favor... Los chicos esperan que vaya —repetí, intentando convencer a mi madre, como algún tipo de disco rallado.
Mis ojos revolotearon hacia el fondo de la sala, en donde descansaba una foto familiar antigua y una nueva. La antigua mostraba rostros felices de mi madre, Cassandra y mi padre Tobias. Yo estaba en brazos de mi madre mientras mi hermana mayor, Caitlyn, en los de él.
Estábamos sonrientes, como cualquier familia debería ser todo el tiempo..., pero la segunda era un recuerdo constante de que todo había cambiado para nosotros en cuestión de segundos.
Estoy algo más mayor, ya no en brazos de nadie y mis padres, con ojos cansados, ojeras y una mueca de tristeza par a la mía, mientras posábamos para ser grabados en lienzos grises y melancólicos. Había sido retratado un año después de la muerte de mi hermana, que falleció en una explosión por culpa de la magnifica creación de Jayce Talis, que también murió ese día.
A mi no me dejaron acercarme; me enteré de la muerte de la hermana que amaba por mi padre, que me lo contó muchas horas después y con el cuerpo de ella en un ataúd glorioso. Su funeral fue privado, sólo se les permitió asistir a los más cercanos y... todavía recuerdo las gruesas lágrimas y mi voz llamándola a gritos. Todavía tengo pesadillas con eso.
De cómo permití que se fuera a ayudar a su buen amigo Talis, mientras yo me quedaba en casa jugando con estúpidos muñecos e ignorando al peligro que se asomaba. Tampoco me dieron explicaciones de cómo sucedieron los hechos realmente, pero todo ese edificio se destruyó y se erigió como recuerdo —por ser una de las familias más acaudalas de la ciudad— dos estatuas, gracias a mis padres. De mi hermana y de ese Jayce, por respeto a su familia.
Aunque por lo que supe, hace dos años, su madre Ximena Talis, murió de la pena.
Ahora, a mis diecinueve recién cumplidos, trataba de seguir adelante con mi vida sin preocuparme demasiado por el control que se empeñaba mi madre en ejercer sobre mí. Entendía de buena mano que no estaba dispuesta a perder a otro hijo, pero detestaba ese odio malsano que mantenía con nuestra ciudad vecina, Zaun, a pesar de que después de la muerte de Caitlyn ambas ciudades dejaron de ser enemigas.
Ella seguía pensando que la ciudad tenía algo en plan, contra nuestra familia, y evitaba tener que tratar con ella todo el tiempo. Y si bien las cosas habían mejorado para ambas ciudades, yo era muy consciente de que aún así, mi familia seguía siendo rica y que la mansión Kiramman quitaba el aire a cualquiera. Nunca me había sentido cómodo con estas florituras, pero por suerte mis amigos —dos de ellos de Zaun— me habían hecho encontrar mi lugar.
Aunque quedar con ellos fuera una de las razones por las que mi madre y yo siempre discutiéramos, no pensaba apartarme de ellos.
Me ajusté el cuello de la camisa, pareciéndome de golpe que la mansión, tan impecable como siempre, se me hacia sofocante esa noche. Eran cerca de las 9.00 pm y por seguro mis amigos estarían esperándome en la frontera —ahora unida—, maldiciéndome por tardar.
—Kael, ya lo he dicho, no irás a ese lugar —dijo mi madre, Cassandra, enfrente de mí.
Estaba de pie en el salón, vestida con su impecable vestido de terciopelo azul y con el rostro duro como el acero. Su cabello ya estaba algo entrecano, pero sus ojos seguían brillando con la severidad de antaño, joviales y sin ceder. Era en esos momentos, que me parecía una tiránica más que nunca.
—Madre, ya no soy un niño... y de verdad, es solo es una reunión con mis amigos. No es nada peligroso, créeme —repetí con calma, intentando no alzar la voz.
Aunque ya me estaba poniendo de los pelos, porque incluso habiendo superado la mayoría de edad no se me permitía salir de esta casa sin permiso. A veces parecía más una cárcel.
—"La Última Gota" no es un lugar para alguien como tú. Es un antro, lleno de... de... gente de Zaun —jactó y su rostro expresó todo el asco que sentía.
Apreté mis manos, aunque me forcé a mantener una expresión serena; pero la rabia me hervía las venas, odiaba que mi madre fuera así. Odiaba que mi madre siguiera viviendo en el pasado.
Odiaba cuando trataba mal a mis amigos de Zaun, creyendo que no me daba cuenta.
—¿Y qué? Tienes que dejar el pasado atrás, madre. Son como nosotros y si bien es cierto que hay peligros en cualquier parte, voy a estar con mis amigos y no volveré muy... —me interrumpió y me acaricié un mechón rosado de mi cabello.
Mi pelo natural era azulado oscuro, como el de mi familia, pero... Tras la muerte de mi hermana, decidí pintarme un lado de la cabeza de ese color después de averiguar que era su color favorito; sentía de alguna manera, que así la llevaba siempre conmigo.
—No, Kael, y es mi última palabra. —Me levanté del sofá de terciopelo, cansado y negándome a ceder.
No iba a quedarme encerrado en casa otra vez, ni por asomo.
—¿Qué tanto temes? ¿Crees que me pasará lo mismo que a Cait? —Las palabras fueron un golpe bajo para ella, lo sabía, pero no me retracté.
Mi madre suspiró, cansada y me señaló con un dedo acusador, que brillaba con un anillo angular que llevaba el signo de la familia. El mismo que yo tenía sobre el cuello, a modo de colgante.
—No vuelvas a mencionar a tu hermana, Kael. No si es para burlarte de su muerte —exclamó ella, con voz temblorosa y me ofendí.
Pensé en mil formas de contestarle, mientras me encorvaba más, pero un ruido suave nos interrumpió a ambos. Era un carraspeo, de mi padre que se asomaba por la puerta de la sala de estar; quien hasta momentos antes, había observado nuestro intercambio de palabras en silencio. Mi padre era alto y delgado, con el cabello oscuro y también entrecano, pero con un semblante mucho más calmado que el de mi madre.
Siempre se ponía en mi lugar, y cuándo lo vi ceder de hombros, sabía que ganaría esta vez.
—Ya basta, ambos —se dirigió a ella—, y Cass, Kael tiene derecho a salir con sus amigos.
—¡Tobias! —protestó mi madre, sin embargo, girándose hacia él—. Es nuestro único hijo. Si algo le pasa...
—Lo sé, cariño. Lo sé mejor que nadie —dijo él, con un cansancio que no había notado antes. Avanzó hacia nosotros y colocó una mano firme sobre el hombro de mi madre—. Pero mantenerlo encerrado no lo protegerá. Caitlyn no murió porque saliera de casa, lo sabes. Fue un accidente, y los accidentes pueden ocurrir en cualquier parte.
Bajé la mirada, notando un nudo naciéndome en la parte baja del estómago. Siempre había sentido que el peso de ser "el único que quedaba", era demasiado insoportable muchas veces. Sobre todo por mi madre, que se tomaba muy en serio lo de protegerme.
Una vez quiso sacarme del colegio para darme clases en casa, hasta que padre tuvo que traer a los directivos a convencerla de que no había nada peligroso con que saliera de la mansión.
Decidí añadir algo, para ayudar a mi padre.
—Volveré temprano, lo prometo —aunque lo dije, manteniendo los ojos sobre los de mi padre.
Después hubo un largo silencio y finalmente, mi madre suspiró, derrotada. Habíamos ganado por una noche.
—Está bien, pero volverás antes de la medianoche. Y no bebas nada que no veas que te sirvan, ¿entendido? —Sentí que la sonrisa me nacía de golpe.
Mis amigos me regañarían por tardar, pero era mejor que no aparecer por allí nunca.
—Sí, sí... Así lo haré.
Mi madre, por suerte, no dijo nada más y salió de la habitación en completo silencio. Me quedé a solas con mi padre, quien me dedicó una leve sonrisa de cómplice.
—Cuídate, sabes lo importante que eres para nosotros. —Y de nuevo, el nudo.
Pero asentí sin querer alargar eso más, y agarrando una chaqueta de cuero de un perchero cercano, me despedí de él con un saludo de manos. Abandoné la mansión, esperando a que las verjas de la mansión se abrieran, emocionado por tener un poco de libertad por una noche.
Minutos después, caminaba por las calles de Piltover hacia la frontera, que me llevaría hasta el bar "La Última Gota"; mis amigos me esperaban allí, todos con rostros amargados hasta que me vieron. Corrí rápidamente, abrazándolos y disculpándome con ellos.
—Ya sabéis que mi madre es una paranoica, de verdad, lo siento.
Pero mi mejor amigo, Suko, ignoró todo eso para pasar un brazo por mis hombros. Era un chico de Zaun y tenía el cabello verde, con unos impresionantes ojos dorados. Vestía un estilo punk que amaba y mientras reía, me hizo seguir a Circe y a Tifa, dos chicas de Piltover, y a Ravus —el otro chico de Zaun— quien era el mayor del grupo.
Él me miró, ya con una botella en la mano. Su cabello plateado hondeaba con el aire fresco de la noche. Tomé una profunda respiración, más que emocionado.
Hacia mucho que mi madre no me dejaba salir a divertirme.
—¡Vamos a pasarla bien hoy, chicos! —dijo, probablemente algo ya ebrio.
Yo me reí, una vez más, mientras avanzábamos calle abajo. Crucé mirada con Suko, quien me contaba que el otro día había visto a una chica preciosa de cabellos azules y yo enarqué una ceja, interesado por eso.
—Es totalmente tu tipo, Kaelito —y volteé los ojos.
Aunque no me emocionaba tanto por ver a una chica, no se me borró la sonrisa. Mis amigos eran mi segundo hogar y siempre disfrutaba pasar tiempo a su lado.
Hoy no sería la excepción.
🦋. ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo.
omggg ya lo subiii, aaaa espero que disfruten y como los amo. que ganas de saber qué opinan; pronto, pronto más.
nos veremos pronto, arcanos.
🩰🦋.
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