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🍭 ─── Capítulo Veintiuno

—¿Se olvidó por completo de tu exposición?

—Así es, suegra, y todo por pasar su último día con Lisa —dijo el chico con tristeza.

La señora Bhuwakul negó decepcionada y miró a su hijo, quien tenía una expresión incrédula en su rostro gracias a todo lo que le estaba soltando Yugyeom a su madre.

—Kunpimook, que mal novio eres.

—¡Ah, y la vez que me enfermé casi me mata con una sopa! —agregó Yugyeom y la mujer abrió los ojos.

—¡Tú ni siquiera la probaste! —exclamó Bambam y se cruzó de brazos, viendo como su madre abrazaba al menor a modo de apoyo, porque según ella "la comida de mi hijo es veneno".

La mujer tailandesa llevaba en Corea dos semanas, las cuales se habían basado en salir los tres, —Yugyeom, Bambam y su madre— a todos lados, conociendo el hermoso país, pasando un momento agradable y conociéndose mejor yerno y suegra. Esto último siendo una amenaza para Bambam. Sin embargo, las burlas y los regaños de estos no afectaba en nada a la felicidad que residía en Bambam.

Su madre y su novio, sus personas favoritas, ¿Qué más podía pedir?

—¡Mamá has abrazado más a Yugyeom que a mi desde que llegaste! —se quejó falsamente, mientras veía como Yugyeom sacaba su lengua y se abrazaba más a su progenitora.

—Siempre quise un hijo bonito y ahora lo tengo, déjame vivir la experiencia —respondió simple la mujer.

Bambam levantó sus cejas incrédulo, —¿¡Cómo que siempre quisiste un hijo bonito!? ¡Tú siempre me decías de niño que era el más bonito de todos!

—Hijo, eras pequeño, y a esa edad debía decirte cosas lindas para no crearte un trauma, pero ya estás grande y puedes entender mejor las cosas —dijo su madre y Yugyeom comenzó a reír por la expresión de Bambam—. Ahora sí estás guapo, pero de niño eras muy feo.

—¿¡Y cómo sabes si Yugyeom era bonito o no de niño!? —cuestionó sabiendo la respuesta, ya que había visto una foto de su novio de pequeño y era una cosita realmente hermosa.

—Sólo mira su carita —dijo y tomó el rostro de Yugyeom—. ¿Crees que Yugyeomie ha sido feo alguna vez en su vida? ¡Él no conoce de eso! No es como tú, niño feo.

Bufó y desvió la mirada, escuchando las carcajadas de su novio y de su madre. Ok, sí, estaba muy feliz de tener a sus personas favoritas juntas, pero ya se estaba arrepintiendo.

Unos brazos rodearon su cintura y sonrió tontamente cuando sintió un camino de besos desde su cuello hasta su mejilla. La exquisita electricidad que recorrió su cuerpo entero lo deleitó por completo y giró su rostro para ver al causante de las deliciosas sensaciones. Su madre no estaba en la mesa del restaurante donde Yugyeom los había invitado a almorzar, y supuso que había ido al baño, haciendo que el menor aprovechara el momento para acercarse a él.

—¿Vienes a intentar reparar tu complicidad con mi madre a base de besos? —preguntó curioso.

Yugyeom sonrió y se acercó más al rostro de su novio, rozando sus narices y compartiendo el mismo aliento, —¿Lo estoy logrando? —murmuró.

Bambam relamió sus labios y luego los mordió levemente, —Intenta un poco más.

Uniendo sus labios, Yugyeom se dedicó a besar con suavidad a Bambam, saboreando el gusto de la comida del almuerzo y la dulzura del labial que usaba el mayor, encontrando la combinación sumamente adictiva. Disfrutó el contacto como nunca antes y sació sus ganas de besar al chico como quería hacerlo desde temprano, ya que, por respeto a su querida suegra, no quiso dejar más que pequeños besos a Bambam.

Las manos de Yugyeom apretaban levemente la cintura de Bambam, mientras que las manos de este acariciaban los suaves cabellos de la nuca del menor. Inmersos en ese beso, se olvidaron de que estaban en un lugar público y se concentraron en los labios contrarios. Cuando el aire comenzó a escasear, se separaron con lentitud, mirándose a los ojos y suspirando con cariño.

—Yo he visto fotos tuyas de pequeño, y eras el niño más lindo del mundo —dijo Yugyeom en voz baja, aún embelesado por el beso dado y el precioso rostro de su novio.

Bambam sonrió y dejó un corto beso en los labios de Yugyeom, —Nunca más lindo que tú, mi niño bonito.

La atmósfera fue rota cuando el celular de Yugyeom sonó, indicando la llegada de un nuevo mensaje. El chico frunció el ceño y, cuando miró que era de su madre, abrió el mensaje sin problema, arrepintiéndose inmediatamente cuando leyó el contenido.

Bambam miró curioso a Yugyeom, quien soltaba sonidos de queja mientras escribía en su celular, aumentándolos a medida que iba recibiendo más mensajes.

—¿Bebé, sucede algo malo? —preguntó preocupado Bambam, posando su mano sobre el hombro de Yugyeom.

—Tengo que ir a una reunión con la familia de los socios de mi padre —habló Yugyeom desganado, demostrando las cero ganas que tenía de ir al evento—. No me gustan esas reuniones y mi madre lo sabe, pero me ha insistido en que debía ir.

—¿Y por qué no te gusta ir? —cuestionó, acariciando los azabache cabellos de su chico y rezando para que su madre tardara más en el baño para que Yugyeom pudiese hablar con comodidad.

—Los socios de mi padre y sus familias con algo... odiosos —comentó apenado, como si estuviese hablando de alguien cercano—. Creen que por tener dinero tienen la potestad de juzgar la vida de los demás. Incluso a mi padre, quien está mejor posicionado económicamente, lo han juzgado por ser tan "liberal" conmigo —hizo comillas con sus dedos y bufó.

—¿Liberal? Tu padre no es alguien fuerte, pero tiene su carácter y estoy seguro de que cualquier cosa no te deja hacer.

—Lo sé, pero ellos lo dicen por el hecho de que yo quise estudiar psicología y mi padre lo aceptó y paga mis estudios sin ningún problema —aclaró Yugyeom y Bambam alzó sus cejas por la sorpresa—. Según los socios de mi padre, yo debía estudiar una carrera que fuese útil para la empresa.

—¿¡Y quien pidió la opinión de esos imbéciles!? ¡Si tú quisieses dedicarte a leer cartas y salir todos los días en un programa para hablar de los signos zodiacales y los colores de ropa que deben usar es tu jodido problema! Además de que tu padre puede usar su dinero para lo que le salga del cu-

Yugyeom tapó rápidamente la boca de Bambam antes de que saliese otra mala palabra, —Mi papá no les presta atención y está orgulloso de mi. Él dice que la empresa es su sueño, no el mio, así que yo puedo dedicarme a lo que yo quiera.

Bambam asintió y quitó la mano de Yugyeom que tenía sobre su boca, —Ah, que bien por mi suegro. Cuando lo vea le daré un enorme abrazo y le diré que es mi ídolo.

—También es el mio —secundó Yugyeom, sonriendo dulcemente.

—Me hablaste de los socios de tu padre, ¿Qué hay de sus esposas e hijos? ¿Ellos también te joden la paciencia, bebé? —habló con preocupación Bambam, haciendo que las mejillas de Yugyeom se sonrojaran por el dulce tono en que le habló.

—Las mujeres critican a mi madre por tener un trabajo que demanda de su atención y no poder ser una buena ama de casa.

—La señora Kim es una diosa, que no les haga caso a esas arpías. ¿Los hijos también son unos hijos de puta?

—¿En qué momento de volviste tan soez?

—Cuando me molesto digo muchas groserías para drenar —respondió y movió su mano para restarle importancia—. ¿Los hijos que hacen?

—Ellos se la pasan presumiendo sus cosas como si las compraron ellos y no sus padres —dijo y rodó los ojos—. Siempre intentan hablar conmigo, pero a mi no me gustan esas cosas, así que los ignoro y eso no les molesta.

—¿Se han metido contigo?

Yugyeom lo pensó un poco y negó, —No tan así. Dicen que soy aburrido o raro, nada más.

Bambam frunció el ceño y vio como su madre venía en camino. Tomó la mano de Yugyeom y la apretó un poco, para luego acercarla a sus labios y besarla bajo la atenta mirada del menor.

—Voy a estar escribiéndote, ¿Si? Así no tendrás que prestarle tanta atención a esos idiotas, y si algo malo pasa me lo dirás inmediatamente.

Yugyeom sonrió y dejó un corto beso en los labios de Bambam, sintiéndose muy protegido por el mayor. Le sonrió a su suegra en cuanto llegó y se enfrascaron en una corta conversación, para luego salir del local y dejar a ambos tailandeses en el departamento de Bambam, despidiéndose con mucho cariño y poder encaminarse a su departamento a arreglarse para la dichosa reunión.

Un sudor frío recorría por completo el cuerpo de Bambam mientras manejaba el auto de Yugyeom, —el cual había tomado sin él saberlo— con dirección al gran salón en donde se llevaba a cabo la reunión de sus padres.

Había dejado a su madre en su departamento y había salido lo más rápido que pudo al departamento de Yugyeom al no recibir más mensajes por parte de este, preocupándolo de manera inmediata y haciéndolo salir como bala a su encuentro.

Divisó a lo lejos a Yugyeom sentado en una de las bancas fuera del lugar, con la cabeza gacha y claramente abatido. Su corazón dio un vuelco y aceleró hasta estacionarse en el primer lugar que encontró, apagando el vehículo y corriendo hasta su chico.

Se detuvo al frente de él y lo abrazó, sobresaltando a Yugyeom quien no se había percatado de su presencia. Tan rápido pudo darse cuenta de quien lo tomaba en sus brazos, Yugyeom devolvió el gesto y lo apretó a si, sintiéndose aliviado de tener a Bambam a su lado.

—¿Estás bien? Dime que estás bien, por favor, bebé —murmuró Bambam a la vez que acariciaba la ancha espalda del menor—. Dejaste de responderme y tuve un mal presentimiento. Te llamé y escribí, pero no me contestaste, ¡Me asusté muchísimo, Gyeomie!

Bambam intentó alejarse de Yugyeom para mirarlo a la cara, pero el chico sólo lo abrazó más fuerte, evitando que se separara de él, —Quédate así, Bambie. No te alejes...

Haciendo caso al pedido, Bambam se mantuvo abrazado a su niño bonito, mostrándole su apoyo y dejando pequeños besos en su suave mejilla.

—No me voy a alejar, bebé, sólo quiero que nos sentemos y me cuentes qué sucedió.

Yugyeom suspiró y se sentó en el banco de antes, trayendo a Bambam con él y dejándolo sobre sus piernas sin dejar de abrazarlo en ningún momento.

—¿Dónde están tus padres? —preguntó Bambam, acariciando los cabellos de Yugyeom.

—Están adentro. No saben que estoy aquí y tampoco quiero que sepan.

—¿Te parece bien si nos vamos de aquí? No, mejor dicho, vámonos de aquí. Déjales un mensaje a tus padres y diles que tuviste que irte de urgencia.

Dicho esto, Bambam se levantó y tomó de la mano a Yugyeom, tirando de él hasta llegar al auto del mismo. Ignoró la mirada curiosa de su novio y subió al asiento piloto, esperando a que el contrario subiera y, cuando lo hizo, arrancó y condujo hasta un restaurante cercano.

Tomaron asiento en una de las mesas y Bambam se encargó de pedir la comida para ambos. Miró a Yugyeom jugar con el salero del lugar y apretó sus labios, ¿Qué le habían hecho a su lindo novio? Quería volver a ese salón y patear culos de gente rica.

—Te ves muy guapo, Yugyeomie —comentó, intentando distraer al menor y hacer que se calmara un poco—. Tu camisa está un poco abierta y muestra piel demás, pero lo dejaré pasar por el momento.

Yugyeom sonrió sin mostrar los dientes y se encogió de hombros, —Mi madre lo diseñó para mi y le hacía ilusión verme con el traje.

—Mi suegra tiene mucho talento, quisiera ser como ella cuando termine mi carrera.

—Ella también piensa lo mismo de ti, incluso me ha comentado un par de veces el decirte que trabajes con ella en su empresa.

Bambam abrió la boca sin poder creerlo, ¿Trabajar en esa enorme empresa? ¡Parecía una broma?

—¿Lo dices en serio? —preguntó y Yugyeom asintió divertido por su incredulidad—. Ahora quiero llorar.

Yugyeom rió y tomó las manos de su novio, —¿Por qué te sorprende? Eres muy talentoso, Bambie.

La expresión del menor decayó poco a poco y Bambam lo miró con seriedad.

—¿Quieres contarme qué sucedió allá? —cuestionó suavemente, dándole la confianza a Yugyeom para hablar con él.

—Es sólo que escuché algunos comentarios de mi que me hicieron sentir mal —respondió Yugyeom cabizbajo.

—¿Cómo cuales?

—Que ando perdiendo el tiempo estudiando lo que estudio, que los Kim no se merecían un hijo como yo... que soy un marica.

La sangre de Bambam se calentó completamente, sintiéndose furioso por todo lo que Yugyeom escuchó de si. Cerró los ojos y suspiró profundo, contando hasta diez para no ir hasta el auto y volver a ese salón a repartir una buena tanda de golpes a todos esos malnacidos que se atrevieron a meterse con su novio.

—Uno de los hijos de un socio de mi padre llevó a su novia a la reunión, y le preguntaron a mi madre si yo nunca iba a presentar a alguna novia también —comenzó a contar Yugyeom y Bambam le prestó toda su atención—. Mi mamá les dijo que yo les había presentado a mi novio, el cual era el chico más increíble y que te adoraban como un hijo más. Les comentó lo de hacerte trabajar con ella por tu talento y demás.

»Todos se veían sorprendidos, pero no dijeron nada, es más, la felicitaron. Yo en ese momento estaba en una mesa hablando contigo, y al ver que nadie hizo un comentario mal intencionado me alegré un poco. Mi padre llamó a mi madre y ahí fue donde comenzó todo... ellos dijeron que yo era una decepción para mis padres, que no servía ni para la empresa, ni para dar descendencia por ser un marica. Que cómo podría ser psicólogo si yo mismo estaba enfermo y que mis padres eran los culpables de que fuese así ya que me consintieron demasiado.

Los ojos de Yugyeom comenzaron a llenarse de lágrimas y las soltaba sin emitir sonido, sólo sorbía su nariz sin levantar la cabeza. »Me sentí tan mal en ese momento, pero mis padres se veían felices, porque por fin habían dicho algo y nadie les había dado malos comentarios. No quise arruinarles el momento, no quise decirles que hablaban a sus espaldas.

Bambam tomó su silla y la rodó hasta tenerla cerca a la de Yugyeom, abrazándolo y secando esas feas lágrimas que nunca debían de surcar por el rostro del menor.

—Las personas siempre hablarán, y es una mierda no poder hacer nada al respecto, pero debes de hacer oídos sordos a lo que esas personas te dicen —hablaba Bambam, mientras movía lentamente a Yugyeom de un lado a otro a modo de arrullo—. Eres uno de los mejores de tu facultad, y no hay persona que no te conozca. Tus padres están orgullosos de ti, y siempre te apoyarán en todo. A mi madre sólo le bastó unos días para adorarte por completo, quedando encantada con tu preciosa personalidad.

»Jungkook, Jackson, Jaebum y Lisa, todos te admiran por ser quien eres; ese chico dulce de gran corazón que está dispuesto a todo por todos. Yo, Kunpimook Bhuwakul, tu novio, que lo único que hace es sorprenderse de todo lo que logras hacer, porque no hay nada imposible para ti y me llena de orgullo decir que tengo a alguien como tú en mi vida.

»¿Crees que esos niños ricos quieren trabajar en una empresa? Quizá y alguno de esos chicos quiere ser peluquero profesional y está siendo obligado a hacer algo que no quiere. ¿Crees que el sueño de esas arpías es ser amas de casa? Todas mueren por tener un negocio propio y ser independientes de sus esposos. ¿Crees que a esos hombres les gusta ser simples socios? Ellos desean ser dueños de su propia empresa, pero no tienen la capacidad que tiene tu padre para poder levantar una... Yugy, todos siempre van a hablar de ustedes porque ustedes son lo que ellos desean ser; quieren empresas propias, quieren independencia, quieren padres que los apoyen en sus sueños.

»Por eso no debes agobiarte por lo que hablan de ustedes, ya que les estarías dando el gusto de verte caer. Para la próxima que hablen de ti, te pararás firme y le dirás "Disculpen mi horrible francés, pero váyanse a comer mierda todos ustedes" y te vas de ahí con la frente en alto.

Bambam se separó de Yugyeom y tomó su rostro entre sus manos. »Eres increíble, Yugyeom, que hasta yo me cuestiono si de verdad te merezco. Comienza a ver al chico que me gusta y que cada día enorgullece a quienes lo rodean. Levanta la cabeza y logra todos tus propósitos, con el corazón humilde, amable y, sobretodo, valiente.

Yugyeom rodeó a Bambam y lo abrazó con fuerza, murmurando repetidos gracias y aliviando al preocupado Bambam, quien ya estaba pensando seriamente en regresar al salón y formar mayor escándalo por su bebé.

Se separaron y unieron sus labios con felicidad y plenitud. Yugyeom se sentía tan completo, y las palabras de Bambam calaron profundamente en su mente y corazón, teniendo ganas de llorar nuevamente, pero esta vez de alegría, al saber que tenía a un increíble chico a su lado.

Una vez terminado el beso, se sonrieron con cariño y Bambam volvió a su lugar, recibiendo la comida que había pedido hace un momento. El tailandés miró la comida con interés e iba a agradecer al camarero, pero lo pilló detallando ese porción de piel que se escapaba de la camisa de su novio.

Carraspeó con fuerza, llamando la atención del descarado chico y de Yugyeom en el proceso.

—Sé que mi novio está precioso esta noche, pero le agradecería no verlo. Gracias.

El trabajador abrió los ojos y se inclinó a modo de disculpas, corriendo lo más lejos de ahí. Bambam bufó molesto y miró a Yugyeom con reclamo, —¿Ves como tengo que quitarte a las plagas de encima? ¡Ahg!

—Te quiero, Bambam.

El nombrado miró a Yugyeom y sonrió avergonzado, inclinándose sobre la mesa y dejando un beso sobre los labios del menor.

—Hay que tomar una foto antes de comer —dijo Bambam y sacó su celular, colocando la cámara frontal y posando rápido para la selca. Sonrió satisfecho y miró la foto, frunciendo rápidamente el ceño cuando la visualizó bien—. Uhg, esa camisa tuya te hace mostrar mucho. No te la vuelvas a poner.

Yugyeom rió y tomó el teléfono del malhumorado Bambam, mirando la foto y aprovechando de enviarla a su teléfono antes de que el tailandés decidiera borrarla.

—Bambie —llamó Yugyeom al chico que había empezado a comer—. Gracias por venir a por mi. Me sentía muy mal, pero tu presencia y tus palabras me hicieron sentir mucho mejor.

Bambam tragó los alimentos y sonrió, —No agradezcas, bonito. Yo iría hasta el fin del mundo solo por ti, así que no dudes en llamarme si te sientes mal, porque siempre estaré para ti.

Yugyeom suspiró con alivio y asintió, para comenzar a comer y pasar un rato agradable con su novio.

En las fantasías de Yugyeom, su crush era solo eso, un crush, alguien inalcanzable que nunca estaría para él. En la realidad, Bambam estaría dispuesto a ir hasta el fin del mundo solo por él.

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