🍭 ─── Capítulo Ocho
Temperatura en cuarenta grados.
Garganta irritada.
Nariz mocosa.
Dolor en el cuerpo.
Ganas de morir para acabar con el sufrimiento.
Yugyeom tenía gripe. Y no, no era de esas gripes donde sueltas un par de mocos verdes sumamente asquerosos. A él lo estaba atacando esas gripes que tumban por completo y que la única solución es la eutanasia.
El chico sufría de leves espasmos ocasionados por los incontrolables escalofríos a pesar de estar bajo dos cobijas gruesas. Había faltado a clases, no había comido nada y no había avisado a nadie de su estado.
Me voy a morir y no le dije a Bambam que es lo mejor que me ha pasado en la vida, pensó Yugyeom, mientras se quejaba de su horrible dolor de garganta.
Estaba en un estupor mental; no sabía si se quedaba dormido de a ratos o si el tiempo estaba pasando realmente lento, preparándolo para su final. Se acurrucó más entre las sábanas y el cansancio lo atacó de pronto. Iba entrando poco a poco en el mundo de los sueños, cuando una figura bastante larga y delgada se colocó frente a él.
Oh, genial, ya llegó la muerte a por mi.
—S-señor de la m-muerte... —dijo con voz bastante débil. Vio como el "señor de la muerte" se colocaba una mano en la cadera y se apoyaba de lado. El señor de la muerte era alguien con mucho estilo a su parecer—. D-dígale a B-bambam que lo querré s-siempre pero d-debe seguir su v-vida sin mi. T-también dígale a mi m-mami que la amo y a m-mi papá que fui yo q-quien rompió s-su trofeo, n-no un fantasma.
El señor de la muerte rompió a carcajadas y Yugyeom frunció el ceño, ¿Se estaba burlando de sus desgracias?
—Duerme, Yugy. Yo te cuidaré.
Se confundió aún más, ¿Por qué el señor de la muerte hablaba igual que Bambam? Supuso que así consolaba a las personas antes de morir; con la voz de sus seres queridos. De todas formas, esta técnica funcionó puesto que se sintió más calmado al escuchar la voz de su novio.
Excelente servicio, cinco almas en pena por eso.
El señor de la muerte acercó su mano hasta su mejilla y la acarició con sutileza. Sonrió con gusto, hasta el tacto era igual que el de su lindo tailandés. Sin más fuerzas para seguir consiente, Yugyeom cerró sus ojos y se durmió casi de forma inmediata.
Bambam cambió el paño que tenía Yugyeom en la frente por otro nuevo. Quitó las cobijas que lo cubrían y lo arropó con una más fina para evitar que la temperatura siga subiendo y, con otra toalla húmeda, limpió su cara y brazos. También le preparó una sopa y un té para cuando despertara. Aunque no estaba muy seguro con la sopa.
Tomó nuevamente su temperatura y el termómetro le indicó que su chico había bajado dos grados. Sin embargo, treinta y ocho grados aún era fiebre y debía bajarla.
Acarició sus cabellos y vio como Yugyeom movía sus ojos. Se alivió un poco ya que así podría enviarlo a bañarse y darle medicina.
Cuando el menor despertó, se veía algo desorientado y con mucha razón; él ya estaba preparado para la muerte y no para despertar en su habitación.
—¿B-bam? —preguntó confundido. Su voz sonaba bastante débil y gruesa debido al malestar de garganta.
—Aquí estoy, bebé.
Bambam se acercó hasta él y dejó un beso en su frente. Siguió acariciando sus cabellos con bastante cariño y le dedicó una sonrisa.
—¿Desde cuando estás aquí?
—Ah, desde que pensaste que era el señor de la muerte. Le voy a decir a mi suegro lo de su trofeo. Me contó esa historia y se veía bastante triste porque estaba roto.
Yugyeom abultó sus labios y miró con lástima a Bambam. La imagen era algo peligrosa; Yugyeom con las mejillas rojas y los ojos llorosos producto de la alta fiebre, más un adorable puchero, —No le digas nada, Bambie. Por favor.
Ah, también agreguenle el hablar como un niño desamparado. KO técnico para Kunpimook.
—¿Por qué me atacas así? Tu carita hermosa es un peligro para la humanidad, Yugyeomie —se quejó Bambam y le pellizcó el brazo con suavidad—. No diré nada, lo prometo.
—Gracias, Bambie —respondió Yugyeom con una sonrisa.
—Si, si, soy el mejor. Ahora ve a bañarte para aplicarte alguna crema mentolada.
—¿Qué? ¡No, por favor, tengo frío!
—O me haces caso o le digo a tu papá quién fue el fantasma que rompió su trofeo.
Yugyeom frunció el ceño y se cruzó de brazos, —Eres puro chantaje.
Bambam se encogió de hombros y ayudó al menor a levantarse de la cama. Tenía la bañera lista desde hace rato así que lo llevó directamente hasta allá. Lo sentó en la tapa del inodoro y lo señaló con advertencia.
—Voy a calentar un par de cosas y para cuando vuelva quiero verte ya bañado. Espera aquí —volvió a la habitación y tomó ropa limpia para él. Otra vez en el baño, se la entregó y volvió a hablar—. Te cambias de una vez.
Yugyeom asintió sin muchas ganas y Bambam, conforme, salió del baño con dirección a la cocina. Calentó el té que había preparado y la sopa. Buscó también medicina para Yugyeom y colocó todo en una bandeja de madera con los soportes desplegables. Perfecto para llevarlo a la cama.
Sirvió el té en una taza y la sopa en un recipiente hondo. Probó un poco del té y la verdad es que sabía muy bien. Hizo lo mismo con la sopa y en cuanto el líquido tocó su lengua, la escupió al fregadero.
—¡Que asco! ¡Esto sabe a mierda!
Limpió su lengua con agua y miró a la sopa con odio. No podía darle esa desgracia a Yugyeom, ¡Lo iba a terminar de matar! Buscó en las neveras algo más para darle y encontró unas manzanas. Las lavó, las picó en trozos y las colocó en un platillo.
Tomó nuevamente la aberración de sopa y la tiró por el fregadero, —Adiós, popó.
Ya una vez terminado, agarró la bandeja con todo lo que necesita y se encaminó hasta la habitación de Yugyeom. Lo encontró sentado en la cama con la mirada perdida en el suelo. Dejó la bandeja en la mesita de noche y tomó la crema mentolada.
—Quítate la camisa para ponerte un poco de crema —Yugyeom lo miró con pena y tomó los bordes de esta para quitarla poco a poco. Una vez la quitó, Bambam se acercó hasta él para untarle la crema. Sabiendo lo tímido que es su novio, se había dicho a si mismo que no podía soltar ningún comentario. Pero fue imposible—. ¡Ouuu pero que pancita tan linda tiene mi bebé!
—¡B-bambam!
—¡Lo siento! ¡Fue inevitable!
Yugyeom miró a otro lado y Bambam se dedicó solo a aplicarle la crema. Frotó sus brazos, espalda y pecho, —también aprovechó de tocarle la adorable barriguita a Yugyeom— y dio por finalizado su trabajo. Dejó que el otro se colocará de nuevo la camisa y lo mando a acostarse de nuevo.
—Te hice un té para aliviarte el malestar y te traje medicina. También te traje manzana para que comieras.
El menor recibió el té y lo tomó con calma. También tomó la medicina y dejó que Bambam lo consintiera y le diese la manzana en la boca.
A comparación de temprano, Yugyeom se sentía muchísimo mejor. Aún se sentía un poco débil y con muchas ganas de dormir, pero las atenciones de Bambam le habían mejorado el ánimo.
—¿Sabes? Te había preparado una sopa para que comieras.
—¿Si? ¿Dónde está?
—La boté —respondió simple y le dio otro trozo de manzana. Yugyeom frunció el ceño sin entender —Es que yo no se cocinar y me puse a inventar para hacerte una sopa. Pero sabía a mierda, bebé. No te podía dar esa asquerosidad.
El menor tragó y rió suave, —¿En serio no sabes cocinar?
—No, nada. Por eso no te traje esa abominación. Tu sabes que yo te quiero, ¿Verdad? Y porque te quiero, no te iba a traer esa sopa para matarte.
—¿De qué te mantienes si no cocinas?
—Ramen instantáneo. Oh Dios, gracias al creador de esa increíble idea. Le debo mi vida a esa persona. Gracias a ella no me he muerto de inanición —dijo con dramatismo, haciendo reír a Yugyeom en el momento—. ¿Tu si sabes cocinar?
Yugyeom asintió, —Si. Mi mamá me enseñó cuando supo que vendría a vivir sólo. No es por presumir pero lo hago muy bien.
—Eso es bueno. Hacemos la pareja perfecta; yo no cocino pero tu si, ¡No nos morirenos de hambre! Viviremos bien.
Yugyeom sintió como sus nervios se dispararon. Bambam hablaba de ellos en un futuro cuando viviesen juntos. La idea no le desagradó, todo lo contrario, le encantó. Asintió a lo dicho por Bambam y abrió la boca para recibir un nuevo trozo de manzana.
—Me encargaré de que sea gracias a mi de que no mueras de inanición y no por el creador del Ramen instantáneo.
Bambam sonrió y dejó un rápido beso en los labios de su novio, —Será todo un placer.
Siguió dándole comida en la boca a Yugyeom, mientras hablaban de cualquier tontería que les pasara por la cabeza. El menor se sentía muy agradecido con Bambam por sus cuidados.
En las fantasías de Yugyeom, su crush sabía hacer de todo porque era el chico perfecto. En la realidad, Bambam vivía gracias al Ramen instantáneo porque no sabe cocinar.
» nandaslovely «
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