🍭 ─── Capítulo Catorce
La señora Kim colocaba en una bandeja un platillo lleno de galletas y un vaso lleno de leche achocolatada. Con cuidado, subió las escaleras y se dirigió hasta la antigua habitación de su hijo. Abrió con cuidado de no tirar nada y caminó lento hasta el balcón del lugar.
Hizo una mueca con los labios al ver a Yugyeom, con la mirada perdida y abrazando sus piernas. Había llegado hace dos semanas y no había salido prácticamente de su habitación; debía llevarle la comida hasta ahí y quedarse para estar segura de que sí comía.
Yugyeom no le había dicho nada, sólo había llegado y encerrado en su antiguo cuarto. Intentó hablar con él pero había sido todo en vano; su pequeño no decía nada y tampoco tenía los ánimos para hacerlo.
Dejó la bandeja en la pequeña mesita del balcón y esperó por alguna reacción por parte Yugyeom, pero de nuevo este siguió como si nada.
Suspiró algo triste y preocupada, su hijo ya era un adulto y no podía presionarlo a hablar si él no quería. Dio media vuelta, dispuesta a darle su espacio a Yugyeom.
—M-mamá... —murmuró Yugyeom y su madre giró rápidamente ante el llamado—. Por decepción, ¿Se puede dejar de querer a alguien?
La mujer frunció un poco el ceño desconcertada, ¿Por qué Yugyeom le hacía ese tipo de preguntas? Se acercó nuevamente hasta su hijo y tomó asiento a su lado en el gran sillón del lugar. Pensó sus palabras, teniendo miedo de qué decir al no saber lo que pasaba por la cabeza de Yugyeom.
—Eso depende de qué tan importante seas para la persona, cariño —hizo una pequeña pausa y suspiró—. Inevitablemente, tendemos a decepcionar a las personas que queremos y eso no significa que nuestros sentimientos cambien. Somos humanos, Yugyeom, nos equivocamos, aprendemos de los errores y seguimos adelante.
Yugyeom apretó sus labios y miró a su madre con los ojos cristalizados, —Me equivoqué, mamá. Y-yo dije cosas que n-no debía decir y ahora... —la señora Kim, preocupada, tomó a su hijo en brazos cuando esté comenzó a llorar desconsolado—. B-bambam y-ya no me q-querrá, m-mamá. L-lo perdí, l-lo h-hice.
La madre de Yugyeom sobaba la espalda de su hijo y lo mecía en un intento de calmarlo. No entendía nada de lo que había pasado, pero ya habría tiempo para eso. Le dolía, ver y escuchar a su niño llorar de esa manera, hacía que su corazón de madre se hiciese cada vez más chiquito. Desearía tener un poder para acabar con su sufrimiento, ayudarlo a acabar con esos lamentos, pero también sabía que eran etapas que él debía vivir.
Su madre, —la abuela de Yugyeom— algún día se lo dijo: «Las penas y problemas de tus hijos serán de su mismo tamaño. Si son pequeños, ambos sufrirán algo pequeño. Si son grandes, su sufrimiento también, y tú también sufrirás con él, porque es el precio de ser madre. Padecer lo que sienten los hijos en carne propia» y más de acuerdo no pudo estar, al sentir como sufría con sólo ver a su pequeño así.
—Amor, dime qué sucedió, porqué dices que Bambam dejará de quererte.
Yugyeom se separó de su madre y limpió sus mejillas con las mangas de su suéter. Mordió su labio avergonzado y le contó lo sucedido; le habló desde el primer momento en que conoció a Lisa, de sus tontos celos, de la vez en que Bambam lo dejó plantado por estar con ella, de su llegada al país, de todo lo que sentía cuando la tenía cerca, de sus horribles palabras para con ella y de la reacción de Bambam.
—Fui tan malo con ella, mamá —negó decepcionado consigo mismo—. Ella nunca me hizo algo y aún así le dije esas cosas. Merezco que Bambam no conteste mis llamadas ni atienda mis mensajes. Merezco si no quisiese seguir a mi lado —bajó la cabeza derrotado—. Hasta yo mismo me alejaría de mi.
—Sé cómo eres cuando te enojas, Yugyeom, y sé lo cruel que llegas a ser con las palabras así que puedo imaginarme el impacto que tuvo en esa pobre chica —habló con firmeza su madre. Yugyeom sólo siguió con la cabeza gacha, sintiendo aún más vergüenza de si mismo—. Guardas muchas cosas, cariño, guardas y guardas para luego soltar todo a la primera persona que desate tu molestia.
La señora Kim suspiró y se calmó un poco. Estaba algo molesta por la actitud de su hijo, pero en momentos como ese, Yugyeom necesitaba un apoyo. Llevó su mano hasta la cabellera oscura del menor y la acarició con delicadeza »Entiendo que te sintieses inseguro por la presencia de Lisa, cualquiera en tu lugar lo haría, pero existen maneras y formas de decir las cosas. También la entiendo a ella; imagina llegar a un país completamente nuevo sin más nadie que tu amigo. Es normal que quisiese pasar tiempo con él, Yugyeom, ella está sola aquí.
Yugyeom miró a su madre y esta le sonrió, tomó sus manos y las apretó levemente »Quiero que entiendas algo, Yugyeom. El decirle esas cosas a Lisa solo fue uno de tus errores, porque el primero no fue confiar en Bambam. Por eso él está decepcionado contigo, no por tu imprudencia como tal, sino por no haber hablado con él.
»Eres un chico increíble, Yugy, y no lo dijo por ser tu madre, sino por todo lo que has logrado por ti mismo. Eres algo tímido y te cohibes fácilmente, pero a pesar de eso te esfuerzas por cumplir lo que te gusta; como estudiar una carrera que tiene como fin el ayudar a las personas y estar en esa nueva academia de baile que tanto te gusta. También tienes a Bambam, ese lindo chico que te quiere como nada en el mundo. Siempre que vienen los veo, y puedo asegurarte del cariño genuino y puro que ambos se tienen. No conoceré a Bambam de muchos años, pero sé que él nunca te cambiaría tan fácil, porque has llegado a lo más profundo de su corazón.
»No dejes que está discusión acabe con la bonita relación que ambos tienen. No quiero ni aceptaré a otro yerno que no sea Bambam así que como madre te obligo y exijo que salgas de este cuarto y arregles las cosas con mi segundo hijo tailandés.
Yugyeom rió un poco por las palabras de su madre y asintió. Sintió un calorsito en el pecho al escuchar a su madre llamar "hijo" a Bambam.
—Tienes unas disculpas que ofrecer, Yugyeom. Debes salir de aquí y enfrentar tus errores —dijo su madre y Yugyeom asintió lentamente—. Y no sólo habló de Bambam.
Yugyeom tragó saliva y volvió a asentir. No podía seguir lamentándose de sus acciones, debía hacer algo para remendar sus errores.
—¿Aún no han hablado —preguntó Lisa y Bambam negó. Hizo una mueca con sus labios y vio a su amigo mezclar lo que en algún momento fue un helado de fresa—. ¿Lo has visto al menos?
Bambam volvió a negar, —A faltado a clases durante todos estos días... y-y no es que lo haya buscado, es solo que no lo he visto.
—Haré como que te creo —dijo la chica y Bambam la miró feo—. ¿Respondiste sus mensajes?
—No lo hice y tampoco contesté sus llamadas —se llevó a la boca una cucharada de "helado" y frunció el ceño al sentirlo caliente. Lo dejó a un lado y suspiró—. No ha vuelto a llamarme ni escribirme, creo que se cansó de buscarme.
—Quizás y solo pensó de que necesitabas tu espacio. No creo que Yugyeom te vaya a dejar de lado tan fácil —dijo Lisa y luego hizo una mueca algo triste—. Me es inevitable no sentirme mal por ustedes. Si no hubiese estado ahí haciendo mal tercio no creo que nada de esto hubiese pasado.
—No, Lisa, no te culpes —habló con firmeza y miró a su amiga con una pequeña sonrisa en los labios—. A comparación de ti, cuando llegue acá no tenía a nadie, así que comprendo el hecho de que quieras estar conmigo, además de que Yugyeom nunca dijo nada, eso es lo que más me jode. Él debería de tenerme confianza como para ese tipo de cosas, y lo único que hizo fue callarse todo para luego decirte esas cosas.
—Vaya, y yo pensando que estabas molesto con él por lo que me había dicho —habló con ironía, Lisa y Bambam la volvió a mirar mal. Ella rió y negó con la mano—. ¡Yah, que delicado! Sé lo que tratas de decir y si soy sincera nunca vi algún gesto de que mi presencia le incomodara tanto a Yugyeom. Él se ve tan tranquilo y tímido que cuando me dijo todas esas cosas me asusté un poco, parecía otra persona.
—Yo tampoco lo esperé —secundó Bambam, dándole la razón a Lisa—. Había visto una vez molesto a Yugyeom y créeme que te entiendo perfectamente cuando dices que parece otra persona. Aunque a comparación de ti, él no fue taaan cruel. Contigo se excedió.
—Y yo que pensaba que Yugyeom molesto solo hacía pucheros y lloraba como bebé. Ahora resulta que es toda una bestia —la risa de Bambam fue fuerte y asentía, porque él también pensaba lo mismo. Lisa sonrió satisfecha al ver a su amigo reír—. Extrañaba tu risa, no me gusta verte mal. Dime algo, Bambam, ¿Qué es lo que realmente quieres con Yugyeom? ¿Lo perdonarás o seguirás molesto con él? Y no me tomes en cuenta, habla por ti.
Bambam miró a su amiga y suspiró, —Y-yo estoy molesto con él, tanto por decirte lo que te dijo y por no confiar en mi. Yo hablé con él y le había preguntado lo qué le sucedía, y prefirió callarse todo. Pero si soy sincero, debo admitir que lo extraño mucho, Lisa.
La nombrada hizo una mueca triste cuando vio la mirada desolada de su amigo. Tomó sus manos y las acarició por encima de la mesa en forma de darle su apoyo »Sabes como soy en las relaciones, y sabes lo muy poco que me importaban los demás. No tenía muchos problemas en terminar con alguien porque solo pensaba en mi y solo en mi... pero Yugyeom es diferente. Me imagino que él llega ahorita mismo a decirme que quiere acabar nuestra relación y siento que me pondré de rodillas a rogarle que no me deje, incluso por encima de mi orgullo.
»Él me ha vuelto una mejor persona, Lisa. Me cuida y se preocupa por mi. Nunca me había sentido tan querido y apreciado por alguna de mis parejas. Incluso contigo, que te amo y eres importante en mi vida, no sentía lo mismo que siento por Yugyeom. A veces lo pillo mirándome y solo me hago el que no se da cuenta para que siga haciéndolo, porque me mira como si fuese algo valioso, algo irreal. Yo lo quiero tanto, y siento que si se aparece en estos momentos correré a abrazarlo como si fuese un koala, pero sigo tan molesto con él que tengo miles de sentimientos contradictorios en mi.
—Yo también te quiero, Bambam, y te he extrañado todos estos días como no tienes idea.
Bambam abrió los ojos y se giró en su puesto para encontrarse a Yugyeom con la mirada brillante cual cachorrito y ambas manos detrás de su espalda. Se veían fijamente, reteniendo las ganas de soltarse en los brazos contrarios sin importarle las demás personas.
—Uh, c-creo que m-mejor me voy.
—¡N-no! —habló rápidamente Yugyeom, haciendo que, tanto Lisa como Bambam, saltaran en sus puestos por el repentino grito. Yugyeom suspiró profundo y mordió su labios con nerviosismo. Sacó los brazos detrás de su espalda para revelar un enorme ramo de rosas y ofrecérselo a la chica.
Lisa abrió los ojos en grande y miró el precioso ramo, —que tendría como unas veinte rosas— y miró nuevamente a Yugyeom incrédula.
—¿S-son p-para mi? —preguntó mientras se señalaba. Yugyeom asintió y acercó el ramo a ella. Lisa tomó el presente y sonrió aún sorprendida—. Woah... esto, ah, y-yo...
—U-un ramo de flores no podrá borrar todo lo que te dije, pensé que sería buena idea pero ahora lo veo un poco tonto —habló Yugyeom y se rascó la nunca con vergüenza—. Quiero disculparme contigo, Lisa. Ese día dije cosas falsas; no eres un estorbo. Soy algo inseguro y tú eres una chica increíble, no pude evitar tener celos de ti. E-entendería perfectamente s-si no me disculpas, ni yo mismo lo haría, pero quise intentarlo porque te lo mereces.
Lisa aún estaba anonadada y sentía sus mejillas calientes. Ver a Yugyeom pidiendo disculpas con las mejillas sonrojadas y jugando con sus dedos era una imagen muy adorable, ya entendía el porqué Bambam había caído tan profundo por el chico coreano. Sonrió en grande y se levantó de la silla en la que estaba. Yugyeom la miró con nerviosismo y no pudo evitar reír.
—Gracias por estas flores, Yugyeom, y sí, estás perdonado —la mirada del chico se iluminó de una forma tan bonita que hizo sonreír de nuevo a Lisa—. Tú también eres un chico increíble, Yug, y no deberías de dudar tanto de ti mismo; eres súper inteligente y bailas increíble, además de ser un buen chico. Nunca te lo había dicho, pero estoy muy feliz de que Bambam tenga a alguien como tú, incluso este tiempo cerca de ustedes, debo confesar que sentía un poco de envidia de Bambam al tener a un novio tan lindo como lo eres tú con él —la chica sonrió y Yugyeom desvió la mirada con las mejillas aún más rojas—. Espero y lleguemos a ser amigos, Yugyeom, lo digo en serio.
—Y-yo creo que e-estaría bien —concordó Yugyeom y sonrió pequeño.
—Si, estaría bien —la chica miró a Bambam, quien los veía con interés y le guiñó el ojo—. Los dejaré solos, espero y solucionen las cosas.
Se despidió de ambos y los dejó con un silencio algo incómodo. Yugyeom tomó asiento en el lugar donde estaba Lisa y miró a Bambam.
—¿Cómo nos encontraste? —preguntó primero, Bambam.
—Ah, y-yo iba en el auto y los vi —el mayor asintió y Yugyeom mordió su labio ansioso. Había practicado sus palabras pero en ese momento todas habían sido olvidadas, así que debía improvisar un poco—. Lo siento, Bambam, por no hablar contigo y por cómo le hablé a Lisa. Sé que hice mal, y que te lastimó mis acciones, pero tenía miedo.
Bambam frunció el ceño y ladeó la cabeza, —¿Por qué tendrías miedo?
—Miedo de que te dieras cuenta lo tonto que puedo ser, miedo de que vieses que sólo soy un chico inseguro que no vale tanto la pena, miedo de decepcionarte... aunque eso último lo hice —dijo lo último con una risa desganada y negó con la cabeza—. No soy un chico genial, Bambam. Soy algo aburrido, inseguro, tímido y no tengo mucho para ofrecer. Si estamos juntos fue gracias a ti, por decirme que fuese tu novio, pero si tú no hubieses dicho nada, ¿Crees que algún día me hubiese atrevido a decirte algo?
»Tengo miedo de perderte, Bam. Te quiero tanto y te has vuelto parte esencial en mi vida, por eso temo tanto perderte. Solo dos semanas sin ti y sentía que no tenía fuerzas para nada. Tengo miedo de equivocarme contigo y decidas dejarme.
Las lágrimas de Yugyeom se deslizaba por sus mejillas al igual que la de Bambam, quien sólo se dedicó a escuchar al chico y pensar en que unos minutos antes, él había estado hablando de lo importante que era Yugyeom para él. Tomó un par de servilletas y le ofreció algunas a Yugyeom para que se limpiase el rostro. El menor tomó la servilleta, tocando con la punta de sus dedos la mano contraria y sintiéndose deseoso de sentir un poco más del otro.
—¿Recuerdas esa vez que te dije que no sabía escribir muy bien en coreano? Me sentía inseguro de eso, pero te lo dije y me ayudaste. Ahora puedo escribir muy bien sin ningún tipo de ayuda y todo gracias a ti. ¿Recuerdas cuando fuimos a conocer a tus padres? Me sentía inseguro también, pero lo hablé contigo e hiciste que me calmara. Ahora ellos me adoran y viceversa. Mi cara sin maquillaje, la vez que conocí a Jungkook, cuando intenté cocinarte o la vez en que dejé que me mimaras, todas esas veces me sentí tan inseguro que tenía miedo de decirte lo que pensaba, pero hablé contigo y me ayudaste. Quiero ser eso para ti, Yug, quiero ser ese apoyo que necesitas cuando no te sientas seguro de ti mismo.
Bambam estiró su mano hasta el menor para tomarla y, cuando la tomó. Entrelazó sus dedos con delicadeza »También tengo miedo de perderte. Te has vuelto alguien importante en mi vida, y justamente le había dicho eso a Lisa. Le comenté que nadie me hacía sentir tan especial como lo haces tú, que nadie me hizo sentir más querido. Yo veo en ti a alguien tan hermoso, y no sólo yo, Lisa acaba de decirte lo mismo, por eso me duele escucharte hablar tan mal de ti. Jackson y Jaebum te adoran, creo que hasta más que a mi. Tus compañeros de clases te tienen aprecio. Jungkook te considera su mejor amigo y te apuesto lo que sea a que te quiere muchísimo. Tienes a muchas personas que te quieren y ven en ti a una persona increíble, Yugyeomie. No dudes tanto de ti, porque muchos creemos en lo asombroso que eres.
Yugyeom se levantó de su asiento y tiró de la mano a Bambam para unirse en un enorme abrazo. Sus corazones se unieron en un mismo latido y sus brazos se apretaban para acercarse lo más que pudiesen al otro.
—Te quiero mucho, Bambie, prometo que me apoyaré en ti —habló Yugyeom en un murmullo que acarició el cuello de Bambam, creando en el mayor un delicioso escalofrío.
—Yo también lo hago, Yugy. No lo dudes.
Se separaron lentamente y se sonrieron con cariño. Se tomaron de la mano y salieron de la heladería. Una vez frente al auto, Yugyeom frenó el paso y miró a Bambam con algo de vergüenza.
—D-deberíamos de ir caminando —dijo Yugyeom mientras alejaba a Bambam del auto. El tailandés freno y evitó que lo llevaran lejos.
—¿Qué hay en ese auto que no quieres ir en el? —preguntó curioso y Yugyeom volvió a tirar de él. Rodó los ojos y volvió a plantarse en el sitio—. Kim Yugyeom, dame las llaves.
—¡Bambam!
—¡Las llaves, ahora!
Yugyeom bufó y le entregó las llaves a Bambam. El mayor le quitó el seguro al vehículo y abrió la puerta del lado del piloto, pero no encontró nada. Frunció el ceño y abrió la trasera. Sus ojos se abrieron de par en par sin poder creer lo que veía. Miró a Yugyeom y este tenía las mejillas rojas.
—¡Lo compré para ti, pero es algo tonto porque eres un chico! Sólo ignóralo y ya, no digas nada —dijo Yugyeom y abultó sus labios en un adorable puchero.
—¡No lo voy a ignorar! —se quejó Bambam y volvió su vista al enorme regalo—. ¿En serio es para mi? —Yugyeom asintió con la cabeza gacha. Bambam sonrió en grande y miró de nuevo dentro del carro—. ¿Cuántas son?
—Cien —murmuró Yugyeom avergonzado.
—¿¡Cien!? ¿¡Me compraste un ramo de cien rosas!? —preguntó incrédulo y tomó el enorme y pesado ramo. Olió las flores y sonrió emocionado, mientras sus mejillas se sonrojaban—. Nunca me habían regalado flores, y no sabía que quería que lo hicieran hasta que tú me compraste este hermoso ramo. Gracias, Yugyeomie.
Las mejillas se Yugyeom se volvieron más rojas, casi tan iguales que las rosas que Bambam veía embelesado. Se sintió bien consigo mismo al ver que su obsequio sí había gustado. Con la emoción y la felicidad viva, se posicionó a un lado de Bambam y levantó su rostro.
—¿Qu-
Las palabras del mayor fueron cortadas por el apasionado beso que le dedicaba Yugyeom. Un beso donde le demostraba lo mucho que lo había extrañado, un beso algo demandante y que le hacía suspirar. Yugyeom acarició sus labios con la punta de su lengua y Bambam jadeó, aprovechando así para introducir su lengua en la boca contraria y profundizar aún más el beso.
Se perdían en los labios contrarios y las sensaciones que el otro les hacía sentir. Yugyeom quiso ir más allá, así que tomó de la cintura a Bambam para acercarlo más a sí, pero contra todo pronóstico, Bambam se quejó y lo empujó con fuerza.
El menor tenía la respiración entrecortada y veía con confusión a Bambam, —¿H-hice algo mal?
—¡Casi aplastas mis preciosas rosas! —se quejó el mayor y abrazó con cariño su enorme ramo—. Ya, bonitas, ese tonto chico no las volverá a lastimar.
Yugyeom se pasó una mano por el pelo y rió divertido. Había extrañado a Bambam, no había duda de eso.
En las fantasías de Yugyeom, su crush cuando se enojaba podía dudar mucho tiempo sin perdonar a las personas. En la realidad, sólo bastó una conversación con Bambam, donde puso sus sentimientos a flor de piel para arreglar las cosas.
También había descubierto algo nuevo, ya que en sus fantasías, su crush había recibido en su vida miles de ramos de flores, pero en la realidad, él le había regalado su primer ramo de flores al bonito tailandés.
» nandaslovely «
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