•35
Podía decirse que el tiempo pasaba y Jungkook poco a poco dejaba de preocuparse tanto para empezar a necesitar la presencia permanente de Minseo. Esa casa en aquél pequeño y desconocido pueblo significaba mucho para él porque allí construyó demasiadas memorias con Minseo, cada una más hermosa que la anterior.
Pero eso no significaba que su pasado dejase de perseguirlo para atormentarlo en sueños cada noche, he ahí una de las razones por las cuales Jungkook casi no dormía. Tres de la mañana, estaba sentado en su lugar de siempre, los escalones de la entrada a la casa y terminaba de fumar un cigarro mientras contemplaba el oscuro cielo, debido a que pasó tanto tiempo encerrado, prefería salir a soportar el frío de la que consideraba una efímera libertad.
En ese momento tan privado, recordó a su hermana. Jungkook nunca se había sentido pequeño porque no tenía tiempo o cabeza para eso, él tenía dos mujeres importantes en su vida a las que cuidar y ayudar, por lo que realmente nunca fue un niño, bueno, tal vez fue un niño ya grande, sin embargo, tuvo instantes con su hermana dónde esta le recordó que era un niño y que podía divertirse de vez en cuando, tal vez que ella fuese tan especial fue lo que lo motivó a buscar la manera de darle todo, de asegurarse de que tendría un merecido éxito.
Ese fue su mantra hasta que todo se arruinó, hasta que comenzó a tomar malas decisiones, en la actualidad sus decisiones seguían siendo malas, pero ya no podía cambiar nada de eso.
Estaba de sobra decir que lo único bueno que tenía ahora, es Minseo. Le asustaba no ser suficiente, pues ella desde el primero momento en el que aceptó sus sentimientos por él, no ha hecho otra cosa más que entregarse por completo a la relación y Jungkook siente que le ha fallado tanto que no la culparía si un día se levanta cansada de él y decide dejarlo, de hecho, esa sería la mejor decisión que podía tomar.
Se levantó, volvió a entrar a casa y regresó a la habitación no sin antes colocar el seguro reforzado, se encontró con Minseo a mitad del pasillo, no se sorprendió, de hecho, quien se asustó fue ella.
—Mi heroína— dijo— estoy seguro de que si entra alguien, estaré protegido.
—¡Jungkook!— su cabello era una locura— ¿Está todo bien?
No sabía que responder a eso.
—Solo quería fumar, ya iba a la cama.
La fémina entrecerró los ojos y luego suavizó los mismos.
—¿Quieres que vayamos a caminar un rato?
—¿A esta hora? No suena seguro.
—No va a sucedernos nada.
Caminaban tomados de las manos, el silencio era aterrador y con la escaza iluminación, el visual daba mucho más miedo, pero no le importaba a ninguno de los dos.
—Cuando era más pequeña, solía tener un mejor amigo— comenzó a contarle, de la nada— él estaba en una posición económica más conveniente que la mía y alardeaba sobre algunos beneficios que obtenía solo por ser hijo de personas medianamente importantes.
—Cabrón.
Minseo rió.
—Él realmente no entendía muchas cosas, sobre todo cómo funcionaba el tener dinero. Cada vez que me preguntaba porque no desayunaba y yo le decía que ese día no se pudo comer, él me decía con toda la inocencia del mundo que solo debía comprarme algo y ya, nunca le respondía nada, un día lo hice, le dije que no tenía dinero— arrugó la nariz— él me dijo que eso era imposible, que todo el mundo tenía dinero.
—Cabrón y estúpido. Qué más hay para agregarle.
—Solo vivía en una realidad diferente, fue criado en medio de todas las comodidades, no era su intención sonar grosero. Decidí explicarle cómo funcionaba todo ese asunto, él parecía muy impresionado porque en su burbuja no cabía el hecho de que existían personas pobres, pero lo entendió y se disculpó conmigo porque no quería hacerme sentir mal. Ese día más tarde, llegó a nuestro lugar de encuentro escoltado por su papá y me invitó a comer con ellos— se detuvieron en mitad de la calle— debes preguntarte por qué te cuento esto.
Jungkook niega.
—Me gusta escuchar tus historias, así que nunca me pregunto la razón detrás de estas. Solo las disfruto.
Así de atento es él.
—Él me dijo que no le importaba mucho que mi mundo fuese diferente al suyo porque apreciaba mi amistad y sentía que aprendía mucho sobre la vida real al escucharme— tomó sus manos— yo sé que a veces te cuestionas el por qué insisto en seguir contigo cuando a tu parecer tengo mil razones para dejarte, pero, aunque no lo creas, yo también aprendo mucho gracias a ti, por eso nunca me ha importado que muestras realidades sean tan diferentes. Solo me importa quererte y que me quieras, lo demás es irrelevante.
Arqueó ambas cejas.
—¿Es realmente irrelevante incluso con nuestra situación?
—Lo es, realmente no me importa nada más que nosotros dos.
—Espero que digas lo mismo el día que el mundo nos caiga encima.
—Lo haré incluso teniendo tu tumba al lado de la mía.
Sonrió, conmovido.
—Aunque las probabilidades de que nos entierren juntos es muy pequeña, es un pensamiento dulce. Debo admitir que me siento un maricón llorón gracias a ti.
La única manera de que las posibilidades de tener sus cajones a centímetros de tierra del otro subieran, era casándose. Jungkook no veía ese evento ocurriendo porque le parecía demasiado irreal dada su condición y la vida que llevaban.
—Jungkook. Mi punto es que te amo.
Aunque con esa confesión todo subía a un cincuenta por ciento de probabilidad de que ocurra. Observó el par de ojos tan oscuros como los suyos, temblaba por culpa de las heladas ventiscas que los azotaban por momentos, pero con todo y eso continuaba determinada a sostenerle la mirada.
Pasó saliva.
—Yo también te amo, hoyuelitos. Creo que la única cosa que he hecho bien es coquetearte hasta hartarte.
Aunque eso significase que la arrastró a todo su desastre. Jungkook sabía que terminarían encontrándolo y sería encerrado de nuevo, tal vez para siempre, por lo que tenía que aprovechar ese tiempo.
Minseo lo abrazó, Jungkook se sintió mucho mejor, lo suficiente para volver a conciliar el sueño.
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