
EPISODE TWENTY-TWO
— ¿Y qué se supone que debo decir ante eso?
Chishiya parecía haberse quedado estático en su sitio, mirándola fijamente esperando una respuesta de su parte. Cualquiera.
El problema, por supuesto, es que su habilidad social estaba muy por debajo de la media, era extremadamente sincera y directa y además, en palabras de Chishiya (mentales, jamás lo diría en voz alta) pocas eran las personas que pudieran merecerse a Minhee.
Confesión accidental con la capacidad de convertirse en un momento tenso o uno fácilmente disimulable, y el rubio se preguntaba aún si era mejor aclarar sus sentimientos a la chica o mentir hasta estar seguro de ser correspondido. Sospechaba, tenía sus sospechas, pero nada era seguro y todo podría caer en picado en ese momento.
Minhee esperaba también a que respondiera algo más, pero seguía pensando en qué hacer. Diablos, era todo tan repentino...
EPISODE TWENTY-TWO
DESERVE
— Por lo general la otra persona corresponde o rechaza — dijo. Minhee tragó saliva, apartando la mirada—. Aunque ciertamente prefiero la primera opción. Está en tu mano.
Minhee hizo un extraño gesto.
— Estás mal de la cabeza — negó, dando media vuelta y comenzando a colocar cosas que ya estaban colocadas—. Por supuesto, no hay nadie decente en este lugar del demonio...
Chishiya bufó, negando. Lo último que quería ahora era que Minhee ignorase lo que estaba ocurriendo. Estaban en tal peligro que su oportunidad podría no volver a repetirse, y quería aclarar eso en ese mismo momento. Estaba tan atrapado en el laberinto de Minhee que solo podía pensar en llegar de una vez al centro. Se negaba a dar media vuelta y esperar en la salida.
— Minhee — llamó, serio. Ella se detuvo, girandose. Tenía de nuevo la nariz y las orejas rojas. Era una bonita manera de sonrojarse, aunque solo estuviera llenándose de ilusiones que pronto podrían romperse por ella—. Necesito una respuesta.
— Y yo no necesito de tus mierdas raras, Chishiya — respondió de vuelta, con cierta brutalidad.
Chishiya hizo una mueca, avanzando un paso hacia ella. Minhee entrecerró los ojos.
— Esta es la peor situación para eso — dijo, tratando de que captara el ambiente.
— Solo estoy siendo sincera.
— Ser cruel no significa ser sincera, Minhee.
La coreana frunció el ceño. Parecía que haber escuchado eso no la había gustado en absoluto, y ambos sabían que por el camino que iban nada iba a terminar bien. Él había sido impulsivo, y ella era demasiado reacia y cerrada como para poder llevar un final feliz inmediato. Apestaba a discusión, apestaba a más dolor para su orgullo y sentimientos y apestaba a un final dudoso. Aunque, mirando de nuevo sus afilados ojos ámbar tomó algo de valor.
— Sigue siendo una mierda — musitó—. ¿Qué se supone que significa eso de que te gusto? ¿Es algo relacionado con mi personalidad? También me... Uh... Caes bien y eso.
Chishiya negó de nuevo, comenzando a frustrarse. ¿Era un problema del lenguaje, su personalidad o lo repentino que había sido todo? Ya no había vuelta atrás, y no saldría de esa habitación hasta tener una respuesta clara de la extranjera. Podría esperar todo lo que ella deseara en caso de que fuera un sí, e incluso trataría de olvidar todo el asunto si era un no. Solo necesitaba una de las dos, solo una.
— De verdad eres una inepta — dijo. Los ojos claros de Minhee se abrieron ligeramente, y alzó una mano para señalarle acusatoriamente con su dedo índice, acercándose un poco. Se veía intimidante a pesar de ser unos centímetros más bajita que él.
— Atrévete a decirme eso de nuevo, pedazo de imbécil — advirtió, con un tono enfadado. Su voz ligeramente grave parecía más fuerte.
— No me jodas, eres una inepta social —volvió a decir—. ¿Dónde está toda esa inteligencia de la que presumes cuando no eres capaz siquiera de captar mi coqueteo o una confesión?
— ¿Coqueteo? — abrió la boca, sorprendida. Tenía ahora una mirada furiosa—. ¿Desde cuando haces eso?
Chishiya soltó una risa irónica, avanzando un poco más. ¿Hablaba en serio? Ella de veras era una mujer extraña, ¡solo le hacía falta besar por donde pisaba! Había dejado tan en claro su manera de sentirse que hasta el Sombrerero lo sabía. ¡Un drogadicto!
— Desde el primer día, gracias por notarlo — exclamó, cargado de ironía y frustración. Minhee era frustrante, tratar con Minhee era definitivamente peor que con los juegos de vida o muerte. Al menos venían con instrucciones y sabías cómo acabaría la situación.
— ¡Y yo como iba a notarlo! —alzó ambos brazos dejándolos caer a los lados—. ¿Coquetear es para ti planear un robo y asesinato?
— Joder —maldijo—. Coquetear es para mí tratar de que me prestes atención, lo que llevo haciendo desde el puto juego del Cazador — reveló—. ¿Cómo esperabas que no sintiera nada por ti si eres tan...? — su valor disminuyó cuando ella se inclinó levemente hacia delante, con una mirada desafiante.
— ¿Tan qué? — arrugó un poco la nariz.
Chishiya miró a los lados, antes de volver a mirarla. Sus ojos brillaban a pesar de estar completamente enfadada, y su cabello se había soltado un poco. Su aspecto era siempre algo desarreglado pero ordenado, algo extraño pero que armonizaba perfectamente.
— Tan excepcional. Eres extraordinaria, y estás tan segura de ello que... parece que brillas. Y me gusta verte brillar de esa manera — se esforzó por explicar, aunque fuera complicado explicarle a Minhee como se veía ante sus ojos y como había logrado hacerle caer definitivamente ante ella. Aunque estuviera mirándole como si hubiera perdido la cabeza, tener su atención era más que suficiente. Molestarla, picarla, reírse y bromear. Prefería tener su atención a base de su molestia y ataques de desinfectante antes que ser ignorado por completo—. Yo... Te mereces a alguien tan sagaz como tú.
La habitación pareció iluminarse de nuevo un poco. La tensión debido a la discusión generada por las dificultades sociales de Minhee expresadas cruelmente había finalizado (o eso parecía) y por la mirada clara que le enviaba la extranjera supuso que ya había abierto al fin los ojos. Volvió a su postura firme, con una obvia tensión en los hombros y un enorme sonrojo que ahora se extendía por sus pómulos.
— ¿Acaso tú no eres sagaz?
El rubio quedó con las palabras en la boca, y su corazón latiendo tan rápido como sus pensamientos y suposiciones volaban de un lado a otro. Sus piernas pesaban por romper esa corta distancia, sus manos picaban por tocarla y su voz deseaba salir para explicarla durante todo el tiempo que fuera necesario como cada vez que la veía su corazón saltaba. Su cabeza había olvidado por completo el lugar donde estaban, la hora que era y cuales eran sus responsabilidades, y todo había sido sustituido por la mujer frente a él.
— No juegues conmigo, Minhee. No soy el caballero que mereces.
— ¿Quién te dice que quiero un caballero? Das por supuesto muchas cosas.
El rubio avanzó el espacio de una zancada, aproximándose rápidamente a la chica que, para su sorpresa, no se movió de su sitio y le lanzó una mirada que le intimidó. Apenas entraba un fino rayo de sol por la ventana abierta, pero este impactaba sobre la mejilla de la coreana iluminando así más su rostro a la perfección. Alrededor de la habitación olía siempre a productos de limpieza y un suave aroma a frutas, y cuando pudo averiguar que ese suave aroma era propio de la universitaria, juró para sí mismo que podría vivir el resto de su vida disfrutando plenamente de esa mezcla entre limpieza y suavidad.
— Minhee, tú...
— Me siento cómoda contigo — admitió—. Eres inteligente, respetas mi problema y me reconoces por quién soy — adquirió un tono bajo, casi cortado—. Me tranquilizas, y me das una sensación cálida. ¿Eso es que me agradas o te pasa lo mismo? — inquirió con ingenuidad, señalando instintivamente su pecho para referirse a la sensación cálida que ella describía torpemente.
Minhee parecía confundida y le quedó en claro que, además de ser la inepta social que tanto sospechaba, correspondía de cierta manera sus sentimientos. De cierta manera, claro, porque podía haber una complejidad mayor de sentimientos y emociones que Minhee no reconocía, tomaba en importancia o simplemente ignoraba. Igualmente, su pecho se infló de orgullo y emoción ante sus palabras. Más tarde podrían tratar esa torpeza social, pero su única determinación en ese momento era hacerla abrir finalmente los ojos.
— Eres un caso, Minhee —rio bajo—. Me pasa lo mismo contigo.
— Pues que jodido estás, soy el peor partido posible — bromeó, relajando su expresión facial y bajando un poco sus hombros tensos. Parecía más receptiva, como cuando la veía escribir algo en su cuaderno y finalizarlo con un gesto de satisfacción. Le gustaba ese gesto.
— No diría lo mismo — sonrió, relajándose también aunque volviendo a avanzar otro paso. Era lo más cerca que había estado de ella, sin contar el accidente del despreciable paramilitar. Para tantear el terreno, estiró la mano en su dirección. Minhee siguió el movimiento de su brazo, miró su mano fijamente durante unos segundos y finalmente apoyó la suya encima—. Minhee, tú y yo...
— No lo sé — musitó, volviendo a alzar la mirada. A diferencia de él, ella no parecía verse acobardada por mirarle. Una imagen muy diferente a la que daba a los ejecutivos al encogerse sobre sí misma. Parecía ser cierto eso de que la daba cierto sentimiento de tranquilidad.
Tomó aire despacio, sintiendo el suave tacto de la mano de Minhee sobre la suya y su suave aroma característico a apenas centímetros de su nariz. Sus ojos se veían más claros que nunca, descubriendo que tenía motas más oscuras en ellos, y su nariz escondía la sombra de unas pecas tan pequeñas que pasaban inadvertidas a simple vista. Más que nunca desvió su mirada algo más abajo, pero no podía ni si quiera pensar en hacerlo sabiendo su condición. Volvió a avanzar otro poco, y por primera vez Minhee bajó la mirada a su sudadera. Tragó saliva ante eso sintiendo de pronto la inseguridad de que hubiera alguna mancha y se apartara, pero no hizo nada y se mantuvo en su silencio.
— ¿Quieres que me aleje? — preguntó bajito. Ella negó—. ¿Puedo acercarme más? — esperó pacientemente hasta que finalmente asintió muy despacio. Igual de despacio que ella había dado su consentimiento, él se acercó lo suficiente para apoyar su frente sobre la frente de la extranjera. Su piel era algo fría.
— N-No sé qué decir — admitió Ahn, con un tono un poco más agudo del habitual.
— Yo tampoco — confesó, disfrutando de la cercanía con la chica que era capaz de ponerle las ideas de cabeza con solo un gesto. Instintivamente inclinó la cabeza rozando sin querer sus narices, y de pronto el contacto desapareció cuando Minhee se alejó de golpe varios pasos y le dio la espalda—. ¿Minhee? Hey, ¿estás bien?
Quedó paralizada unos segundos, dándole la espalda sin hacer ningún sonido o movimiento, cuando volvió a moverse con velocidad hacia el baño. Escuchó el sonido del grifo, del bote de jabón y como frotaba farfullando algo por lo bajo en su idioma natal.
— Idiota, idiota, idiota — repetía eso constantemente, y aunque dudó en acercarse se asomó por la puerta abierta. Minhee estaba lavándose el rostro y manos con gran concentración. Incluso tenía mechones mojados al no haber apartado el cabello de su rostro antes de lanzarse a limpiarse—. Chishiya — le captó a través del espejo, haciendo después una mueca.
— No debí haber sobrepasado tu línea — reconoció con culpabilidad—. Perdona.
— Aún estás a tiempo — dijo, secandose con una toalla de mano color verde moho. Supo a lo que se refería.
— Carezco de reloj desde que nos encontramos en el pasillo alto del edificio.
Si bien había un claro problema por su TOC y misofobia, Chishiya estaba completamente seguro de que no necesitaban nada más que la complicidad escondida, el hecho de que Minhee sintiera algo por él al igual que él sentía por ella, y que estaba más determinado que nunca a volver junto a ella al Tokyo normal.
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𝗚𝗥𝗔𝗣𝗛𝗜𝗖 𝗔𝗥𝗘𝗔
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AAAAA QUE HICE
La única Red flag de Chishiya es que lleva chanclas🚩
Annnnnddddd ahora entendéis la ausencia de povs de Minhee? 🤙🏻
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