໒✦❫⋮ Omega
Bambam miraba con algo de ansiedad a su editor en jefe, quien leía con atención todo el borrador que le había entregado sobre su nueva historia que, si era aceptada, comenzaría con todo el proceso de dibujo y diseño para finalmente ser publicada en internet.
Luego de algunas semanas en las que su inspiración estaba a tope, se concentró en idear cada detalle de la historia que llevaría aquel manwha que, si era sincero, le emocionaba un poco. Skrt Boy siempre traía algo nuevo, diferente a lo anterior, pero en esta ocasión hasta él mismo se había sorprendido por lo que había creado.
El señor Park bajó los papeles, y se quitó los lentes de los ojos, masajeándolos luego de un rato de solo leer y mirar a fondo cada uno de los dibujos que había entregado. Había dibujado a los dos protagonistas, tal cual los quería en el manwha.
—Entonces... ¿Qué le parece? —preguntó con sigilo, y es que el hombre no había dicho palabra alguna.
—Me gusta —dijo simple luego de un rato—, y es algo que nunca esperé recibir de ti. Llamó mi atención desde el primer momento, y sé que harás un trabajo increíble, Bhuwakul. Un Alfa de apariencia y personalidad distinta a los de su especie, y un Omega que tampoco sigue los estereotipos. Será algo curioso de ver, y estoy intrigado de cómo desarrollarás todo.
Bambam se sintió orgulloso. —Sí, es algo novedoso.
—Solo tengo algunas preguntas. Sabes que nunca cuestiono tu trabajo, y si lo hago no me prestas atención y terminas haciendo lo que tú quieres —no sonaba enojado, ya estaba acostumbrado a la personalidad explosiva del joven. Tomó uno de los dibujos y lo levantó—. ¿Conoces a este chico? Porque trajiste tantos borradores de él que me da la idea de que lo conoces.
Bambam fijó la mirada en el dibujo, encontrando al protagonista principal de su obra:
Había cambiado el color de sus ojos, dejando atrás el oscuro chocolate para así darle paso a un azul brillante y atrayente. También cambió su azabache cabello liso, por unas desordenadas hebras rubias. Sin embargo, seguía siendo él, rubio o pelinegro, seguía siendo ese mismo Alfa tonto de mirada cálida e insistente como el demonio.
Su lobo agitó su cola emocionado de solo mirar el retrato de Yugyeom, y si no hubiese estado de pies a cabeza envuelto en una capa de neutralizador, estaba seguro que la pequeña oficina de su editor estaría impregnada de su empalagoso aroma a mango.
¡No somos empalagosos! Yugy dice que nuestro aroma es muy bueno, se quejó el malcriado cachorrito, —Jihong le había dicho que era un cachorro de lobo aún— en protesta por "insultar" su aroma.
—Lo conozco —respondió, ignorando al animal—. Es mi vecino, y he convivido con él lo suficiente para usarlo de modelo... Go Nam-Do está inspirado en él.
Park asintió. —¿Y él sabe que estás usando su imagen? Ya sabes, para evitarnos problemas legales.
Aquel detalle lo tomó desprevenido, y es que nunca se le cruzó por la cabeza el comentarle a Yugyeom sobre su verdadero trabajo, además de que el contrario aún pensaba que Bambam era freelancer de alguna empresa que desconocía el nombre.
—Mhm... no habrá problemas, lo prometo.
—Si tú lo dices, te creeré. Ahora, aquí viene otra duda y la que llamó mi atención desde un principio —el hombre tomó el otro dibujo, el de su segundo protagonista, y Bambam ya sabía por donde venía—. Este personaje, Cha Juwon... ¿No crees que tiene mucha similitud contigo?
Apretó los labios, y negó de inmediato. —No, para nada. Yo soy rubio, Juwon es pelinegro, además de que es un poco moreno y yo estoy más blanco que un papel.
«Oh, mierda. ¡Claro que tiene mucha similitud conmigo!» su expresión era serena, todo lo contrario a las alarmas de peligro y alerta que sonaban en su interior. Quería decir que era pura casualidad su semejanza con su protagonista, pero cuando intentó dibujar a alguien más, su mente se había bloqueado, y su lobo se quejaba día y noche por la sola idea de colocar a otro chico al lado del falso Yugyeom, alias Go Nam-Do.
Por eso había terminado dibujando a una versión un poco más ruda y varonil de sí mismo, un poco más musculoso, y con una expresión endurecida y fuerte. Muy diferente a sus delicados rasgos faciales, —que desde su presentación habían comenzado a suavizarse aún más— y su fino cuerpo curvilíneo que ocultaba detrás del enorme suéter negro de Yugyeom que jamás regresó y que tampoco pensaba hacerlo.
¡Es nuestro!
«Te apoyo».
—¿En serio no eres tú? Porque estoy seguro que se parece mucho a ti —cuestionó el mayor con una ceja en alto, y una expresión de burla en el rostro.
—¿Qué pretende, viejo verde? Ya le dije que no soy yo —se cruzó de brazos—. No se parece a mi, déjese de bobadas.
—No pretendo nada, Bhuwakul —el hombre rió, y guardó todos los papeles en la carpeta en donde venían—. Solo que me parece curioso, ¿Sabes? Te conozco lo suficiente para saber lo cerrado socialmente que eres, y que me nombres a este vecino tuyo, con el que pasas el tiempo suficiente para dibujarlo en diferentes situaciones me pone a pensar.
Bambam desvió la mirada, relajando sus hombros. No tenía caso ponerse a la defensiva. Park Doyun, además de ser su editor, era lo más cercano a un padre para él desde que llegó a Corea, solo que no lo demostraba mucho.
—Nam-Do fue algo insistente con hacer amistad conmigo... y luego de un tiempo lo acepté —dijo, sin revelar el nombre de Yugyeom—. Pasé por una situación algo delicada para mí, y él fue el único que estuvo para mí. Le tengo aprecio.
La expresión del hombre se colocó un poco seria. —Sabes que puedes contar conmigo si lo necesitas, eh. No solo soy tu editor, también puedo ser tu consejero si así lo deseas. Te he tomado cariño, Kun, incluso tu personalidad, que al principio se me hacía algo fuerte, ahora la siento parte de ti y me acostumbré a ella.
—¿Nos pondremos maricas ahora? Ya sabía yo que eres un viejo verde.
Doyun rió por el comentario, sin sentirse ni un poco ofendido. —No soy yo el que me dibujé a mi mismo para ser protagonista con mi vecino.
Las mejillas de Bambam se calentaron con rapidez, y el hombre rió por su respuesta física, e incluso se le hizo adorable la manera en que intentaba ocultar su rostro. Era una faceta nueva que veía del menor.
—Te odio.
—No lo haces —movió su mano, restándole importancia—. Ahora bien, ¿Qué sucedió contigo? No te obligo a que me lo cuentes, así que si no quieres, no lo hagas.
La mirada cálida que le regalaba aquel Beta le dio algo de tranquilidad, así que comenzó a relatar todo. Desde la llegada de Yugyeom, sus incontables intentos fallidos de alejarlo de su lado, el perro horroroso de Dalkyum, sus malestares, su ida al médico y la confesión de los sentimientos de Yugyeom. Le contó todo, incluso sobre su extraño lobo que no hacía más que juguetear cuando miraba al Alfa con olor a manzanilla, extrañándolo siempre y sin dar ninguna razón de su comportamiento.
El hombre había quedado en completo silencio, y Bambam se sintió algo nervioso. —¿Le molesta que sea Omega? Porque le juro que no era algo que pensé en mi vida. Simplemente... pasó.
—Jamás me molestaría que fueses Omega, Kun. Solo que es inesperado. De todos modos no te juzgo, sigues siendo el mismo Kunpimook Bhuwakul de siempre, y un animal en tu cabeza no cambia el verdadero tú.
—Yo... gracias —un peso se alejó de sus hombros. Con su editor, ya era la tercera persona que sabía de su nueva realidad. Aún no lo había comentado con su madre, y esperaba ir a Tailandia para hacerlo personalmente—. Aún lo estoy asimilando, pero el apoyo que he recibido por parte de Yug- ¡Nam-Do! Go Nam-Do, claro, ha sido suficiente.
—Sé que se llama Yugyeom, soltaste su nombre mientras hablabas de la vez que te dejó ese suéter negro cuando te sentías mal —aclaró sin ánimos de burla—. Le gustas a ese Alfa, lo hace notar y te lo ha dicho, ¿Por qué no le has dado una oportunidad?
Bambam se encogió de hombros. —No sé si realmente me gusta, ¿Sabe? Mi lobo solo juguetea, o mueve su cola de un lado al otro. Se emociona en cuanto lo ve, ¿Pero no es así cuando mira a un amigo? Se mira como si quisiese jugar nada más.
—Mi esposa es Omega, así que sé un poco sobre el tema. ¿Alguna vez lo has dejado libre? Ya sabes, que haga lo que él quiera.
—Uh, no. A ese pulgoso no lo dejo ser porque solo se le ocurren idioteces.
Y no mentía. A su cachorro solo se le antojaban cosas que era imposible darle el permiso, y todas ellas siempre tenían que ver con Yugyeom. Cada vez que veía al Alfa, debía negarle los caprichos al animal.
¡Hay que lamer la mejilla de Yugy!
¡Pidámosle a Yugy que nos llene con su aroma!
Colócate boca arriba, de esa forma rascará nuestra panza. ¡Se sentirá bien, lo prometo!
¿Qué estará haciendo Yugy? ¡Hay que ir a verlo!
¡Muestra tu cuello!
Deja salir tu aroma, ¡A Yugy le gusta!
Hoy veremos a Yugy, hay que lucir bonitos para que nos halague.
Era un "no" tras otro, regañando al cachorro con incredulidad y enfado. ¿Cómo le pedía tales cosas? Lo que más le molestaba era que su lobo suele comprarse de manera madura, pero cuando Yugyeom entra en escena se vuelve un bebé de un mes, mimado y berrinchudo que no consigue lo que quiere.
—Déjalo ser, Kunpimook —regañó el hombre—. Él te ayudará mucho, y de esa forma su lazo se hará más fuerte.
Lo pensó. ¿Dejar a un lobo inexperto libre?
—De ninguna manera.
🌸✨💜✨🌸
Subía por las escaleras de su piso, ya que en esa ocasión no le apetecía tomar el ascensor. Se encontraba pensativo, dándole vueltas a todo lo que había estado ocurriendo en su vida. Dejó de ser un Beta para ahora ser Omega, y tenía a un Alfa atraído de él. Agradecía que fuese Yugyeom ese Alfa y no otro idiota, y es que su vecino era por mucho el mejor de su especie.
Pensó que por ahora ser Omega dejaría atrás su disgusto por los Alfas, pero eso no había cambiado, solo que ahora se le había agregado la imagen de su lobo teniendo arcadas a modo de juego cuando el aroma de un Alfa llegaba a su nariz. Le causaba gracia su actuar. El aroma de Yugyeom era agradable para él y su lobo, incluso el de su doctor Jihong parecía ser aceptable, pero su lobo no se volvía un cachorro por él.
De igual manera no se sentía a gusto con los Omegas. No pertenecía a ellos, no lo sentía de esa forma. Las palabras de Yugyeom y de Doyun volvieron a su mente; él seguía siendo el mismo de siempre, sin importar su naturaleza.
Su lobo comenzó a impacientarse, y Bambam rodó los ojos. —Sí, ya llegaremos a nuestro piso. Quédate tranquilo.
¿Podemos ver a Yugy antes? Hoy no lo hemos hecho.
—No es necesario verlo todos los días.
Pero yo quiero hacerlo.
—Pronto comenzaré a trabajar, así que vete acostumbrando a no tenerlo cerca. Me encierro por días.
El lobo comenzó su pataleta, y Bambam no tenía ganas de reprenderlo. ¿Cómo dejarlo libre? ¡Imposible! Era un malcriado que de seguro y lo haría pasar pena.
Subió los últimos escalones, y su nariz sintió el aroma a cerezas, logrando que frunciera el ceño confundido. Dobló el pasillo, y pronto estuvo en el corredor en donde se encontraban los dos departamentos, encontrando a Yugyeom fuera de su hogar, conversando con una chica que no reconocía.
Ambos hablaban de manera fluida, incluso Yugyeom reía en conjunto de ella. Tragó saliva, y su pecho vibraba por el enorme gruñido que quería soltar su lobo. Era una Omega, no había duda de ello, y su lobo se sentía sumamente enfadado por su presencia. Y él... por alguna razón se sentía incómodo por lo que veía.
¡Haz algo!
«No seas imbécil» regañó, sin moverse de su sitio. No había sido visto, y por el neutralizador tampoco podía ser olido. Pretendía hacer como si nada, y entrar a su departamento, pero un leve mareo lo hizo sostenerse de la pared más cercana, cerrando sus ojos para intentar dejarlo pasar. Cuando las cosas dejaron de moverse, volvió a abrir los ojos, pero veía todo desde una pantalla. Confundido, miró a los lados, encontrando todo a oscuras.
—Lo siento, Bambam —habló, y abrió los ojos cuando entendió lo que estaba pasando—. Si tú no harás nada, lo haré yo.
El cuerpo de Bambam siendo manejado por el lobo caminó con paso firme hasta llegar hasta los otros dos presentes, aferrándose a Yugyeom en un abrazo, intimidando a la chica son su fría mirada. Sus ojos ya no eras marrones, eran de un dorado brillante, demostrando la presencia del animal.
—¿Hyung, qué sucede? —Yugyeom lo rodeó con sus brazos, sintiendo de pronto la escencia fuerte y clara del mango en el lugar. El olor era fuerte, y algo ácido. El Omega lo desató a través del neutralizador.
—¿Qué haces tú con mi Yugy? —enfrentó con enfado—. Tú, Omega, aléjate de él.
Yugyeom abrió los ojos con sorpresa, escuchando por primera vez al Omega de Bambam. Su lobo gruñó satisfecho, apretando más al mayor contra su pecho.
—U-uh, lo siento —la chica parecía muy nerviosa—. Yo me había equivocado de piso, y su Alfa me ayudó. No quiero molestar.
—¡Pues molestas mucho! —chilló desesperado—. ¿Cómo te equivocas de piso? ¡Omega tonta! Vete de aquí, no quiero que mi Yugy te vea y te huela más. ¡Solo mango, no otras frutas!
La Omega hizo una rápida reverencia, y salió de su vista con velocidad, adentrándose al ascensor y dejando a los otros dos a solas. El lobo se separó de Yugyeom, con los brazos cruzados y los ojos llenos de enfado, haciéndose más y más dorados.
Era precioso, tanto Yugyeom como su lobo estaban embelesados por la imagen.
—¿Dónde está Bambam? —preguntó, sintiéndose algo preocupado ya que era la primera vez que a su hyung le sucedía tal cosa.
—Eso no importa ahora. ¡Lo ví sonriéndole a esa Omega! ¡Es un infiel! —apretó sus manos en puños, y su expresión se entristeció al igual que su aroma—. ¿Ya no me quiere? ¿Es porque no soy tan bonito como otros Omegas, no? Siempre le digo a Bambam que se vista bonito para ti, pero nunca me hace caso, y ahora usted estaba coqueteando con otra Omega.
—Oh, cachorrito, no digas eso... —Yugyeom tomó las mejillas de Bambam, mirando directamente a los dorados ojos del lobo—. Eres el Omega más bonito del mundo, y que tanto me gusta. Solo estaba siendo amable con ella, pero solo hay un Omega que está en mi mente en cada momento y ese eres tú. No le pidas a Bambam que se vista bonito para mí, porque incluso con una bolsa de camisa seguirá siendo precioso.
Los ojitos del Omega brillaron emocionados, y ronroneó con gusto al escuchar las palabras del Alfa. Incluso su aroma se volvió dulce y agradable, ganándose un ronroneo de Yugyeom.
—¿Puedo hablar con Yugy?
Aquella pregunta confundió a Yugyeom, pero luego cayó en cuenta de que de esa forma llamaba el Omega de Bambam a su Alfa. Asintió, y cerró los ojos un momento, para luego abrirlos y dejar ver unos grisáceos, algo platinados y preciosos ojos; los ojos del Alfa.
—Omega...
La voz grave y rasposa del Alfa logró erizar la piel del Omega, quien suspiró gustoso, y dejó salir más su aroma. —Yugy...
—Mi precioso Omega. Le dije a ese tonto humano que no hablara tanto con esa otra Omega, pero no me hizo caso y por su culpa pasaste un mal rato —el Alfa acarició la mejilla del Omega, y este inclinó su rostro, buscando más contacto—. Nunca vuelvas a pensar que no eres bonito, porque eres lo más etéreo que mis ojos han visto.
—Yugy, ¡Bambam no me hace caso! Le he pedido tantas cosas, y siempre me ignora —abultó sus labios—. Yo solo quiero que Yugy me consienta mucho. El único Alfa que quiero.
Un rugido extasiado se escuchó desde lo más profundo del pecho del Alfa, y enterró su cabeza en el cuello del Omega. —Vuelve a llamarme así. Dime de nuevo que soy el único Alfa que quieres.
—Alfa, mi Alfa... —el Omega cerró los ojos, disfrutando de los cortos besos que estaban siendo dejados a lo largo de su cuello, cerca de donde tendría que haber una marca. Ladeó la cabeza dejando más espacio, y el Alfa repartió besos y lamidas por la zona.
La manzanilla y el mango danzaban libres por el aire, volviendo la escena íntima y cálida. Eran solo dos animales reconociéndose por primera vez. Degustando sus aromas juntos, y acoplando sus cuerpos en un apretado abrazo.
—Mi preciso Omega, el tonto humano me está reclamando y quiere volver.
El Omega rió de manera suave, y miró a los ojos al menor. —Bambam me está amenazando con operarse para desaparecerme por siempre si no lo hago volver.
—¿Te gustaría molestarlos un poco más?
Acarició su nariz con la contraria, y cuando el Omega asintió, juntó sus labios en un demandante y apasionado beso. Sus lenguas soltaban sonoros chasquidos, y el Alfa se aferró celosamente a ese delicado Omega que se adhería a su cuerpo tan perfecto. Sus lenguas iniciaron una guerra en un beso que les robaba el aire, y sus dientes chocaban un par de veces por lo bruscos que eran.
De pronto el beso bajó de intensidad. Ya no era salvaje, no era un beso primitivo, casi animal, ahora era un beso suave, de esos que aceleraban el corazón por lo dulces que son. Era de esos besos que expresaban sentimientos ocultos, y en los que solo se dedicaban a disfrutar de la exquisita sensación de dos bocas juntas. Era un beso que denotaba una necesidad, no lujuriosa, sino una necesidad de amor, de tener a la persona que quieres contigo.
Ya no se besaban Alfa y Omega, ahora se besaban Yugyeom y Bambam... quién sabe si eran consientes de ello.
El aire escaseó de sus pulmones, y a regañadientes tuvieron que separarse para poder respirar oxígeno de manera correcta. Bambam se apoyó en el pecho de Yugyeom, mientras que este apoyaba su barbilla en su cabeza, sin soltar su abrazo.
—Maldito Omega...
Yugyeom rió bajito, y tomó de la mejilla a Bambam para alzar su rostro, mirando ahora sus oscuros ojos, sin la presencia del Omega. Ambos tenían sus mejillas calientes, y sus labios rojizos e hinchados por el reciente beso.
—Mi lobo fue un imprudente, y te pido disculpas por como actuó —tragó saliva, sin poder concentrarse bien por tener el rostro de Bambam tan cerca de él—, pero no me arrepiento de haberte besado. Me gustas, Bambam, a mi lobo y a mí nos gustas. Ahora sé que a tu Omega le gusto, pero no sé si tú sientes lo mismo.
¿Le gustaba Yugyeom? Podía negarse, decir que solo lo ve como un amigo, pero no quería, porque estar en sus brazos, rodeado de su aroma, y tener la oportunidad de besar nuevamente sus labios era algo que quería disfrutar una y otra vez.
Así que no respondió, simplemente juntó sus labios en un corto beso, sintiendo adictiva la forma en que Yugyeom apretaba su cintura de manera posesiva.
—Déjame cortejarte, Bambam —murmuró Yugyeom, acariciando la espalda del mayor por debajo del suéter negro. Sabía que era el suyo, pero no iba a pedirlo de vuelta, amando ver a Bambam con su ropa.
—¿Estás seguro? Recuerda que no soy un Omega como los demás, así que-
Yugyeom cortó sus palabras con un beso. —Una vez me dijiste que pronto llegaría a mi un Omega que me aceptara como soy, y ese eres tú. No quiero a alguien más que no seas tú. No me importa si no eres como los demás Omegas, creo que eso es lo que más me gusta de ti.
—Un Alfa raro y un Omega poco convencional —ambos rieron, y Bambam asintió—. Cortéjame, Yugyeom, pero te aviso que no seré fácil.
Yugyeom besó su mejilla, y se separaron por fin. —¿Cuándo lo has sido?
Bambam rió y golpeó su brazo, mirando hacia el interior del departamento. —¿Y Dalkyum?
—Mi mamá lo tiene por hoy, iré a buscarlo mañana.
—¿Y quién te dio permiso de mandar a mi perro con alguien más?
—¿Ahora es tuyo?
—Dalkyum me ama —dijo presumido.
—Dicen que los perros se parecen a sus dueños.
Las mejillas de Bambam se calentaron, y chasqueó la lengua. —Mejor dame comida. Muero de hambre.
—Todo lo que mi Omega pida.
—¡Yugyeom, te voy a patear!
—Mejor bésame.
Entre bromas, besos robados y Yugyeom diciendo cursilerías tras otras, Bambam se dio cuenta de que Beta u Omega, seguía siendo él mismo chico odioso de siempre, y que a pesar de su mala actitud, había un rayito de sol que parecía quererlo tal cual era.
FIN
©️ GAM_0116 on Twitter.
Todos los créditos del dibujo.
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