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໒✦❫⋮ La Llegada

La computadora al frente de él estaba en blanco, y no porque se le había dañado o algo parecido, sino que estaba a esperas de que Jimin dibujara algo en ella, pero la imaginación y creatividad no llegaba a su mente.

Se sentía frustrado, y masajeó la parte trasera de su cuello con fastidio. Debía crear algo nuevo, su editor se lo había ordenado, pero cómo explicarle a ese viejo gordo y calvo que debía esperar a que la inspiración llegara a él para poder crear una historia, o al menos, dibujar a sus personajes principales.

Park Jimin tenía la dicha de trabajar de lo que él le gustaba y había estudiado; dibujo y animación. Aunque él se inclinara más por la parte de los dibujos en computadora. En sus años de estudiante universitario había comenzado a publicar bajo un seudónimo un manhwa de su propia autoría. Gracias a este, se dio a conocer y ahora era uno de los autores más nombrados dentro de este mundo virtual.

Mochi Boy era impecable al momento de hacer sus entregas, dándole a sus miles de seguidores historias originales y con giros de trama que dejaban a más de uno con la boca abierta. Solo había publicado cinco historias, pero todas ellas habían tocado el #1 en popularidad. ¿Lo mejor? Nadie conocía su rostro más que su editor en jefe, y eso estaba genial para él.

Aclaremos algo, todos aman a Mochi Boy, aquel autor que respondía a sus fans con mucho cariño y los complacía en lo que podía, pero la realidad era que Jimin era todo lo contrario en la vida real. Sarcástico, irónico, asocial y odioso. Soportaba a sus amigos, —los cuales eran a penas dos chicos— pero no podía tenerlos cerca tanto tiempo. Salía de su casa solo para comprar cosas que necesitaba, y en muchas ocasiones gastaba su dinero en tonterías como prendas de ropa costosas o accesorios de lujo para solo tenerlos guardado sin mostrárselos a nadie. No le gusta salir, recordemos eso.

Era como ver a dos personas, pero eso poco le importaba. ¿Amaba a sus fans? Lo hacía, y mucho, por eso no tenía problemas en ser afectuoso con ellos, pero de ahí, a serlo en persona, pasaba totalmente de eso.

—¿Vampiros? Cliché. ¿Ángeles y demonios? No soy religioso, tendría que estudiar y paso. ¿Romance? Aburrido. ¿Hetero? Ni pensarlo —hizo una mueca con los labios, girando su silla de escritorio y dando vueltas por su habitación—. Vamos, inspiración, llega a mí.

El sonido de un mensaje entrante llamó su atención, y se acercó nuevamente a la mesa, rodando los ojos en cuanto miró el remitente. Era su editor.

Hola, Jimin.

Recuerda que para final de mes debes entregar la idea de tu nueva historia. Aún tenemos ganancias de todas las que has publicado, pero no podemos descuidarnos, así que queremos ir trabajando en una nueva.

Sal, ve al parque, diviértete, así tendrás nuevas ideas para ello.

¡Fighting!

—"¡Fighting!" —repitió con burla, y dejó el teléfono en la mesa. Su editor era un viejo, pero se comportaba como un crío recién graduado. No le caía mal, pero le estresaba su interminable alegría—. ¿Salir dice? Gran mierda, qué acaso no entendió que en mi casa estoy genial. Demás, ¿para qué salir? ¿para mirar a los idiotas Omegas comportarse como idiotas, y a los imbéciles Alfas comportarse como imbéciles? No, gracias.

Eso era otro punto a tomar en cuenta; Jimin no toleraba a Alfas y Omegas. Por suerte él había nacido como Beta y estaba demasiado feliz por eso, porque el hecho de tener a un animal irracional controlando sus sentidos lo veía como el mayor castigo del mundo.

—Mafia, asesinos seriales, mundo ficticio, universo donde no existen las jerarquías e historia medieval, ¿qué más quieren de mí? Les he dado historias fuera de lo común, deberían darme un año de vacaciones por crear tales obras de arte —egocéntrico, otro adjetivo que podía definir a Jimin—. La más normal fue la que no existían las jerarquías, y solo lo hice para demostrarle a las personas que los Alfas y Omegas eran una simple plaga.

Estaba comenzando a enfadarse por la presión de no conseguir nada que lo inspirara a crear una nueva historia. ¿Si aún recibían ganancias de las otras cinco, para qué publicar una más? Quería que la empresa sea consciente con él y esperara que voluntariamente llegará y les mostrara el borrador de otra increíble historia.

Se levantó de su silla, y se tiró en un cama tamaño king size, cerrando sus ojos y esperando a que el sueño llegara a él. Podía inspirarse de alguna imagen de su subconsciente, eso a veces le funcionaba, es decir, una vez soñó que asesinaba al incompetente de la tienda de internet y de ahí nació "Dead or Love"; su historia de asesinos seriales.

El sueño poco a poco estaba llegando a él, envolviéndolo de forma suave en la inconsciencia. Era rápido para dormir, esa era su cualidad y no que era un poco anémico. Poco a poco comenzaba a dejarse caer en los brazos de morfeo cuando un ruido seco lo trajo de vuelta a la realidad. No abrió los ojos, los dejó cerrado, maldiciendo a quien sea que haya interrumpido su sueño.

El apartamento en donde vivía Jimin no era extremadamente costoso, incluso entraba en la categoría de bueno, bonito y barato, teniendo un espacio algo grande siquiera para él solo. Los pisos consistían en dos apartamentos, con las puertas al frente de la otra, y Jimin había corrido con la suerte de que en su piso, —el quinto y último— estaba habitado solamente por él.

Ahora bien, ¿De dónde mierda había salido ese ruido?

—De seguro y fue un ave tonta que chocó contra la pared —rió por la imagen mental, importándole poco si sonaba cruel—. A dormir.

Nuevamente, —gracias a su capacidad y no a la anemia— volvió a caer poco a poco en el mundo de los sueños, pero el mismo ruido se repitió, seguido de otros como el de un arrastre, y el de las suelas de unos zapatos, logrando que Jimin abriera por fin los ojos.

—Hoy corre sangre —amenazó mirando con intensidad su blanco techo.

Se levantó de la cama, y miró por la ventana, pero solo pudo visualizar a las personas saliendo y entrando del edificio, y otras agrupadas en bancos, supone él que conversando de cosas que no le interesan en los más mínimo.

Los ruidos siguen apareciendo, y Jimin gruñe con molestia. —¿¡Quién carajos hace tanto ruido!?

Iba a seguir despotricando en contra de la persona desconocida, cuando el timbre de su casa sonó. Se queda unos instantes desconcertado, puesto que su timbre no sonaba con frecuencia, es más, era raro escucharlo. Tragó saliva, y decidió ignorar a quien sea que estuviera tocando, pero volvió a hacerlo, insistiendo hasta que la vena de la frente de Jimin estaba hinchada por la molestia.

—Mierda, seas quien seas te voy a dar una golpiza por ser la persona más fastidiosa e intensa del jodido y asqueroso mundo... —masculló entre dientes, desordenado sus rubios y teñidos cabellos, para luego encaminarse a la entrada de su casa. Echó una ojeada rápida, verificando que nada estuviera fuera de su lugar, cuando por fin decidió abrir la puerta con notable enfado—. ¿Qué mierd-

Sus palabras quedaron atascadas en su boca cuando un fuerte olor a manzanilla lo envolvió por completo. A pesar de ser un olor delicado, se sentía fuerte a su alrededor, y sin analizarlo tanto podía deducir que era un aroma de Alfa. Era extraño, pensaba que los Alfas tenían aromas más pesados, pero aquel era muy suave a su parecer, sin embargo, podía notar su dominancia y poder en él.

Levantó su mirada, certificando que sí, se trataba de un Alfa. Uno bastante... inusual.

—Hola, soy Min Yoongi, su nuevo vecino —comentó el chico con una agradable sonrisa en su rostro, como si le emocionara lo que estaba diciendo.

—Ah, sí —balbuceó, desconcertado por todo.

¿Acaso tenía tanto tiempo sin salir que los Alfas habían cambiado su aspecto y personalidad? Recordaba a los Alfas con aspecto tosco y desbordando superioridad, altos y gigantes, imponiéndose sobre las personas. Pero este chico, Min Yoongi... ¿de verdad era un Alfa?

—Solo quería presentarme y pedirle disculpas por el ruido —rascó su nuca avergonzado—. Poco a poco estoy subiendo mis pertenencias y lamento mucho molestarlo.

Jimin alzó una ceja. ¿Por qué le hablaba tan formal? ¿no que es Alfa?

—Evita hacer tanto ruido, en serio me molesta, y mucho —amenazó y Yoongi asintió rápido, volviendo a confundir a Jimin. Era muy sumiso—. Sí, bueno. Adiós-

—¡Espere! —Yoongi detuvo sus movimientos de querer cerrar la puerta. Enarcó otra vez su ceja, y el chico se tensó en su lugar—. Yo... ¿me podría decir su nombre?

—¿Para qué?

—B-bueno, yo dije el mío y-

—¿Y yo te pedí que lo hicieras? —Yoongi boqueó pasmado, y negó, bajando la cabeza. Jimin chasqueó la lengua, y estiró su mano con fastidio—. Park Jimin, veintiséis años.

—¡Oh, yo tengo veinticinco! —tomó la mano con efusión—. Debo llamarlo hyung.

—Sí, sí, lo que tú quieras —quitó su mano del contacto, y se cruzó de brazos—. ¿Ya me dejarás cerrar la puerta de mi casa? —hizo énfasis en el "mi", y Yoongi asintió rápido—. Bien, no hagas mucho ruido o te reporto con el dueño para que te eche de aquí. ¿Entendido?

—¡Sí, hyung!

Jimin rodó los ojos. —Me di cuenta que no me gusta que me llames hyung, así que no lo hagas más.

—¿Y cómo lo llamo? —el chico ladeó su cabeza confundido.

—De ninguna manera. Adiós.

Cerró la puerta finalmente, y respiró hondo. Que chico tan más extraño en la vida. Era Alfa, estaba seguro de eso, pero no se comportaba como uno y eso lo tenía confundido. ¿A caso era uno de esos raros experimentos que hay en la actualidad? Aunque su apariencia era normal.

Sacudió la cabeza. —Qué me importa ese rarito. Oh, mierda. Ahora tengo un vecino —se quejó, caminando nuevamente a su habitación.

Bien, el sueño había desaparecido, y miró nuevamente su computadora. El recuerdo del embriagante olor a manzanilla, —nada típico de un Alfa— volvió a su mente, y como si estuviese siendo manejado por alguien más comenzó a dibujar en la libreta cercana a él.

Colocó detalles y formas. Delineó por aquí y por allá. Hizo memoria y fue agregando las cosas que más había notado, era artista, le gustaba mirar con detenimiento las cosas. Su mano iba de un lado a otro, como si tuviera vida propia, y pudo entender lo que estaba haciendo una vez finalizó el dibujo, mirando con una mezcla de sorpresa y desconcierto lo que había creado.

Era Yoongi. Había dibujado a su nuevo vecino.

Frunció el ceño, detallando el dibujo, encontrándolo perfecto a su parecer. Lo hizo él, es obvio que quedaría perfecto. Había colocado la chaqueta que usaba, y aquel gorrito sobre su cabeza que le causaba un poco de gracia, además del par de aretes que llamaba bastante la atención.

—Min Yoongi, el Alfa raro... —murmuró, aún con su mirada fija en el dibujo.

Una idea fugaz pasó por su mente, y su corazón latió nervioso. Tomó su celular y escribió un mensaje a su editor.

Tengo algo. No me presiones o los mando a comer mierda.

No tenía una idea exacta para una historia, pero había encontrado algo con lo que podía inspirarse. Quizás y la llegada de ese chico no iba a ser desaprovechada por él.

—Nunca he escrito sobre nuestra naturaleza —murmuró sin dejar de ver el dibujo de Yoongi—, pero ese Alfa rarito puede que sirva de algo.

💙

©️ Todos los créditos del dibujo a su respectivo dueño.

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