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04

7:00pm

Jimin estaba sentado en una esquina de la sala, abrazando a su fiel peluchito Nun, mirando a la nada. El clima era lluvioso y oscuro, al igual que su mente y corazón.

Su rostro estaba inexpresivo, sus hermosos ojitos negros reflejaban suma tristeza y dolor, su blanquecina piel estaba completamente llena de marcas y su cuerpo estaba totalmente inerte, como si estuviese muerto en vida. Cada día, Jimin perdía su brillo y alegría.

Jimin ya no era Jimin.

Bella y usada muñequita, ¿aún queda algo de humanidad en ti?

Hacía algunos minutos estuvo en la habitación del monstruo... ¿hace falta decir que ocurrió?

Con suma tristeza, apegó su peluchito a su pecho, esperando conseguir el consuelo que tanto deseaba en ese momento.

Después de aquél día, Yoongi aumentó los abusos hacía Minnie, al punto de profanar su cuerpo varias veces al día. Día y noche Min buscaba a Jimin para volver a abusar de él.

El monstruo quiere reclamar el cuerpo de su preciada muñequita cuantas veces quiera.

Jimin se sentía tan débil y enojado consigo mismo por dejar que eso sucediera.

Aquellas marcas que adornaban su cuerpo lo hacían sentir sucio y sin valor alguno, anhelaba el día en que su piel estuviera libre de aquellos moretones. Cosa que sería imposible, ya que Yoongi adoraba verlo completamente marcado.

Ni siquiera podía caminar correctamente. Yoongi abusaba con tanta fuerza su cuerpo que siempre lo dejaba con un horrible dolor en su espalda baja, además de dejar sus piernas sin fuerza alguna.

Muchas fueron las veces en las qué tuvo que arrastrarse por el suelo para poder tan siquiera trasladarse de un lado a otro.

Poco a poco la muñequita se va rompiendo más.

—¿Cuándo? ¿Cuándo será el día en que podré ser libre Nun?—

Nuevamente obtuvo el silencio como respuesta.

Lágrimas empezaron a salir de sus ojos, cayendo a raudales por sus pálidas mejillas.

—¿Cuándo podré escapar de este infierno?—

Tonta muñequita, ¿Aún tienes la esperanza de ser libre?

—M-mami, perdóname, fuí un mal niño, no llegué a casa en el tiempo establecido. Papi, perdona por no dejar que me acompañaras a pedir dulces. Chicos, perdón por no ir con ustedes a la escuela y verlos crecer.—

Su cuerpo temblaba con algo de fuerza.

Y ahí estába el chico de cabellos morados, llorando desconsolado en el frío suelo de aquella casa, pidiendo perdón por cosas que no fueron su culpa.

Tonta y desdichada muñequita de porcelana.

Entre la oscuridad de aquella casa se encontraba Yoongi, observando divertido aquella escena.

Yoongi decidió acercarse a Minnie, con una maquiavelica sonrisa adornando su rostro. Sin más, su mano diestra se acercó a su cabello, acariciandolo con cariño.

—¿Que pasa, mi linda muñequita? ¿Te sientes mal?—

Jimin tragó fuertemente saliva, el miedo se había apoderado de su cuerpo.

《¡Aléjate de mi! ¡déjame en paz!》

Alzando su vista, asintió con sumo terror.

—¿Y te gustaría que te haga sentir mejor?—

Una sonrisa ladina apareció en los belfos de Yoongi. Minnie empezó a negar aterrado.

—N-no, ¡por el amor de Dios! ¡No!—

Minnie abrazó con fuerza a su peluche, acurrucandose en la esquina. No quería  volver a "jugar" con el monstruo.

Tonta y usada muñequita, rogar no te servirá de nada.

—¿Por qué no? Ya verás que te sentirás mejor.—

Minnie trató de levantarse, pero cuando estuvo de pie sus piernas dejaron de funcionar; haciendo que cayera con fuerza al suelo.

Lágrimas nuevamente salieron de sus ojos.

Sin borrar su sonrisa, tomó al menor en sus brazos, cargandolo como si fuera una princesa. Sus ojos fueron rápidamente a una zona específica de su cuello, allí pudo notar que los chupetones en esa zona empezaban a desaparecer.

—Parece que tus bellas marcas se están yendo, muñequita. Hay que renovarlas.—

Yoongi ya tenía una idea de lo que le haría a Minnie. Conocía muy bien la debilidad en su cuerpo y que este no se resistiría a nada. Quería romperlo, quería quebrar para siempre su espíritu. Quería follarlo con tanta fuerza que ya ni pudiera levantarse de la cama.

El monstruo quiere romper a su bella muñequita.

Sin más, empezó a subir las escaleras. Jimin estába inerte, no tenía las fuerzas para luchar. Odiaba ser débil, odiaba no poder luchar contra Yoongi.

Finalmente llegó a su habitación cerrando la puerta tras de si, el infierno de Jimin comenzaba una vez más.

Al cerrarse la puerta, la muñequita se rompe un poco más.

Several days later...

7:00pm

Jimin corría con todas sus fuerzas, su oportunidad de escapar de ese madito lugar había llegado al fin.

El monstruo había salido y para su suerte olvidó cerrar la puerta con llave.

Cuándo verificó que Yoongi no se encontraba en casa tomó a su fiel Nun, de puntillas se dirigió a la puerta y abriendo ésta sintiendo la suave brisa de la noche.

Al salir, observó lo bella que era la luna. Tanto tiempo había estado en la oscuridad que ya había olvidado lo bella que esta era.

Sin más, empezó a correr. Finalmente podía ser libre.

¡La muñequita es libre al fin!

Lágrimas de gozo caían de su rostro, al fin recuperaría la libertad perdida.

Corría sin rumbo fijo, no sabía a donde iba, lo único que importaba es que ahora era libre.

—Al fin... al fin soy libre.—

Jimin no podía creerlo.

《Eres libre, ¿pero que piensas hacer ahora?》

Ese pensamiento hizo que Minnie se detuviera en seco.

Ya era libre, ¿pero que sería de él a partir de ese momento?

No tenía un lugar donde llegar, no tenía familia ni amigos a los cuales acudir.

La luz de la luna cubrió el cuerpo de Jimin.

Tonta y patética muñequita, fuera de la casa del monstruo no hay lugar para ti en este mundo.

—P-puedo buscar a mi familia y amigos.—

《¿Crees que amarán a una muñequita sucia y andrajosa? ¿Crees que te aceptarán sabiendo que estás impuro?》

Jimin tragó saliva.

—T-tal vez logré conseguir un trabajo...—

《¿Quién contrataría a una muñequita usada y rota?》

—N-nadie...—

《No vales para nada, muñequita. Solo Yoongi te ha visto como algo de valor. Para él eres su joya más preciada.》

Con lágrimas en sus ojitos y apretando contra su pecho a su fiel peluche, Jimin empezó a caminar de regreso a la casa de Yoongi.

...

Y ahí estaba el chico pelimorado. Caminando lenta y pesadamente con la cabeza agachada.

Al llegar a la casa, alzó su vista.

Yoongi lo estába esperando.

Estába recargado en el marco de la puerta, cruzado de brazos, su semblante mostraba una siniestra felicidad.

Algo dentro de Jimin se rompió para siempre.

Yoongi abrió sus brazos, invitándole a abrazarlo.

Sin ánimos ni fuerzas, Jimin se acercó a Yoongi dejando que éste lo abrazara.

—Bienvenida a casa nuevamente, muñequita.—

Susurró suavemente. Minnie sólo pudo cerrar sus ojos, dejando que sus lágrimas salieran.

¿Qué más da si Yoongi seguía abusando de él?

¿De que valía seguir luchando?

Al fin de cuentas, aquel niño que tenía por nombre Park Jimin había muerto por dentro en aquella noche de Halloween.

¿Que caso tenía seguirse aferrado a la estúpida idea de ser libre?

Debía resignarse a ser una muñequita de porcelana para siempre.

De todos modos y testigos son los cielos.

Que Park Jimin es y será para siempre la Muñequita de Min Yoongi.

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