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🕸09

Jungkook se quedó en shock, su mente repitiendo las palabras de Jimin como un eco.

—¿Qué... qué dijiste? —balbuceo, siguiendo a Jimin abajo.

Tomó del brazo a Jimin, obligándolo a detenerse.

—Repítelo —exigió Jungkook, su voz llena de incredulidad.

Jimin se volvió hacia él, su rostro serio y determinado.

—Me gustas, Jungkook. Y quiero que te hagas cargo de esos sentimientos.

Jungkook se rió, intentando disimular su sorpresa.

—No puedo hacer eso, Jimin. No siento lo mismo. Ni siquiera me caes bien.

Jimin dio un paso adelante, su cuerpo acorralando a Jungkook contra la pared. Jeon abrió tanto los ojos por lo muy cerca que tenía a Jimin.

—No te preocupes por eso —dijo Jimin, su voz baja e intensa— Haré que te enamores de mí. No te preocupes.

Jungkook se sintió abrumado, su corazón latiendo con rapidez. Intentó negar los sentimientos que comenzaban a surgir, pero no pudo evitar la atracción que sentía hacia Jimin.

—¡Estás loco! —dijo Jungkook, intentando sonar convincente.

Jimin sonrió ligeramente, su mirada penetrante.

—Veremos. —dijo, antes de dar media vuelta y bajar las escaleras.

Jungkook se quedó allí, su mano en el corazón latía con fuerza. "No", se dijo a sí mismo. "No puedo sentir algo por ese raro".

Pero no pudo evitar la sensación de que Jimin había sembrado una semilla en su corazón, una semilla que comenzaba a germinar.

Bajó las escaleras, intentando sacudirse la sensación de incomodidad. Al llegar abajo, vio a Sam, quien lo saludó con una sonrisa tímida. Daba igual, esperaba que ya no le preguntara cosas raras.

—Hola, Jungkook. ¿Qué pasa? —preguntó Sam.

Jungkook se encogió de hombros, intentando parecer normal.

—Nada. Solo... nada.

Sam lo miró con curiosidad, pero no insistió. Era la primera vez que saludaba a Jeon y eso era suficiente. Jungkook se alegró de eso, ya que no estaba listo para enfrentar sus propios sentimientos hacia Jimin.

Aunque eran confusos, no podía admitir que ese raro le atrae un poco.

Mientras se alejaba de Sam, Jungkook no pudo evitar preguntarse qué había querido decir Jimin con esas palabras. ¿Qué planes tenía para hacer que se enamorara de él? Seguro lo hace un embrujo.

La incertidumbre lo acompañó, y Jungkook se sintió atrapado en una red de emociones que no sabía cómo manejar.

—¿Qué le pasa a Jeon? ¿Se veía extraño? —le pregunta Sam a Jimin.

Jimin no quiso compartir a Sam lo que pasó.

—Solo le dije algo importante. ¿Nos vamos? Hay mucho que investigar.

—Si, claro. Hay una cafetería muy tranquila, hay que ir y me hablas sobre lo que encontraste.

—Ok, vamos.

Los dos se fueron mientras Jungkook los miraba a lo lejos.

La cafetería estaba tranquila, con solo unos pocos clientes dispersos por la sala. Sam y Jimin se sentaron en una mesa apartada, rodeados de ventanas que dejaban entrar la luz natural.

Era agradable el lugar, tenía estanterías de libros clásicos, algo que hizo a Jimin decidir qué vendría más tiempo aquí.

—Entonces, ¿qué encontraste? —preguntó Sam, ansioso por saber los resultados de la investigación de Jimin.

Jimin sacó una carpeta de su bolsillo y la abrió, revelando una lista de compras arrugada y rota.

—Esto estaba en el lugar donde se vio a Liz King con vida por última vez. Lo encontré ayer que fui al lugar, aunque no se muy bien porque estaba ahí esto.

Sam se inclinó para ver mejor.

—¿Qué hay escrito?

—Huevos, leche, pan... cosas básicas. —respondió Jimin— Pero lo interesante es que había huellas de auto recientes cerca del lugar. Además, la lista de compras tiene fecha de ayer, por lo que alguien si pasó ahí.

Sam se sorprendió.

—¿La policía no investigó esto? Porque sería una pista más cercana.

Jimin negó con la cabeza.

—No. Es raro que no le dieran importancia. La incompetente policía jamás hace algo bueno. Siendo Corea la que menos pena de condena da a los asesinos no me sorprende. —dice Jimin mientras toma su café.

Sam frunció el ceño.

—Deberíamos ir allí. Tengo equipo por si encontramos algunas pistas.

Jimin asintió.

—Ya he localizado a uno. Dice que vio algo sospechoso esa noche.

—Pues iremos esta noche.

En ese momento, una anciana entró en la cafetería y saludó a una de las empleadas. No había nada extraño en ella hasta que comenzó a hablar.

—Me alegra verlas chicas —dijo la anciana.

—Igualmente, abuela Lee ¿Qué hace tan lejos de casa?

—Ya sabes la respuesta. Me gusta mi tranquilidad pero su café me da más vida. Además, antes era tranquilo, pero desde que desapareció esa chica con su novio la gente pasa por ahí por curiosidad. Me molesta.

Sam y Jimin se miraron, intrigados.

—Aún no la encuentran, es normal el morbo. —dice la chica de la cafetería.

—Sí, pero ya no quiero intrusos en mi hogar.

Jimin se puso serio.

—Deberíamos ir allí y hablar con ella.

Sam asintió.

—Y deberíamos decirle a Jungkook que nos acompañe. Por si acaso.

Jimin se encogió de hombros.

—Como quieras. Pero no espero que sea de mucha ayuda, por ahora.

—Vamos a mi casa por las cosas y vamos esta noche.

—Bien.

La discusión continuó, con Sam intentando convencer a Jimin de que Jungkook podría ser útil, mientras Jimin se mantenía firme en su postura. La anciana, ajena a la conversación, se sentó en una mesa apartada, disfrutando de su café y la tranquilidad de la cafetería.


Jungkook se sentó en su escritorio, rodeado de libros y papeles, intentando concentrarse en su tarea. Pero su mente vagaba, preocupada por Jimin, quien aún no había llegado. Eran las nueve de la noche, y aunque era temprano, Jungkook sabía que Jimin siempre era puntual.

Después de un rato, Jungkook decidió llamar a Jimin. Pero no contestó. Eso no era buena señal. Jungkook se puso nervioso y decidió actuar. Se abrigó y tomó su patín eléctrico, listo para ir a buscar a Jimin. Esperaba que no hiciera la estupidez de ir a ese lugar otra vez porque de hacerlo, lo va a lamentar.

Mientras tanto, Jimin y Sam caminaban por el oscuro bosque, siguiendo el camino que Jimin había encontrado hacía poco. La noche era fresca y silenciosa, solo interrumpida por el crujido de ramas y hojas bajo sus pies.

Jimin encendió la linterna y la dirigió hacia el camino, iluminando la oscuridad.

—Sigamos este camino —dijo, su voz baja y decidida.

Sam asintió y los dos avanzaron, cuidadosos con el terreno resbaloso. El pasto y las rocas hacían que cada paso fuera un desafío, pero perseveraron.

Finalmente, llegaron al final del camino y se encontraron con una visión inesperada. Varios carteles de "Se busca" cubrían los árboles, con las fotos de Liz y Jackson. La imagen de los dos desaparecidos parecía saltar de los carteles, como un recordatorio ominoso.

—Esto es extraño —dijo Sam, su voz llena de intriga.
—¿Por qué aquí?

Jimin se acercó a los carteles, examinándolos con detenimiento.

—Alguien quiere que sepamos que Liz y Jackson están por aquí —dijo, su mente trabajando a toda velocidad— Nadie hace esto en un lugar donde nadie vere los anuncios.

—Esto se ve tan macabro. —dice Sam.

La noche se cerró autour de ellos, llena de misterios y preguntas sin respuesta. Pero estaban decididos a encontrar la verdad, juntos.

Jimin y Sam se movían con cuidado alrededor de los carteles, tomándoles fotos desde diferentes ángulos. La luz de la linterna de Jimin iluminaba la escena, haciendo que los colores de los carteles parecieran más vivos en la oscuridad.

De repente, Jimin frunció el ceño y se detuvo.

—Espera —dijo, su voz baja y concentrada.

Sam se volvió hacia él.

—¿Qué pasa?

Jimin señaló hacia el suelo.

—Huellas de auto. Recientes.

Sam se acercó para ver mejor.

—¿Crees que sean de quien colocó los carteles?

Jimin no respondió. En su lugar, comenzó a seguir las huellas, su mirada fija en el suelo. Sam lo siguió con la vista, tomando más fotos de los carteles.

Jimin avanzó con cuidado, descendiendo por una pendiente suave. Pero en un momento de descuido, no pisó bien y cayó. Un grito de sorpresa y dolor se escapó de sus labios.

Sam corrió hacia él, preocupado.

—¡Jimin! ¿Estás bien? —le grito Sam.

Jimin no respondió. Estaba tendido en el suelo, inmóvil. Sam llegó a su lado y se arrodilló.

—¡Jimin! ¡Despierta!

Jimin abrió los ojos lentamente, su mirada confundida. Pero pronto se enfocó en algo que lo hizo sentarse de golpe.

—¿Qué... qué es eso? —preguntó Jimin, su voz temblorosa.

Sam siguió su mirada y se quedó sin aliento. Una mano sobresalía del suelo, cubierta de hongos. La escena era macabra.

Jimin se levantó, su rostro más pálido.

—Es... es un cadáver...

Sam se acercó, su corazón latiendo con fuerza. La mano estaba llena de hongos, y pronto vieron que el cuerpo entero estaba cubierto de ellos.

—Esto es... esto es horrible —dijo Sam, su voz apenas audible.

Jimin se alejó, su mirada fija en la escena.

—Tenemos que llamar a la policía. —dijo Sam.

Pero Jimin se quedó allí, congelado por el horror, eso le hizo recordar cosas de su infancia y pasado. La mano sobresaliente parecía acusarlos, como si ellos fueran responsables de la muerte que yacía ante ellos.

La oscuridad parecía cerrarse sobre ellos, y la silenciosa noche se convirtió en un grito de terror.


Jimin encontró algo clave ¿de quien creen que sea el cuerpo?

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