01
Los Min eran una familia pequeña: Min Hueninkai, su esposa Min Jennie y su pequeño hijo de diecisiete años, Min YoonGi. Eran de los más antiguos en el vecindario y muy respetados por todos los vecinos.
El chico asistía a una escuela cercana a su casa por lo que solía ir a pie algunas veces. YoonGi no tenía muchos amigos, solo un niño llamado Namjoon. Pero el único que venía a hacerle compañía por la noche era un lindo gatito de tres colores de ojos celestes que entraba por la ventana y se acurrucada junto a su cuerpo.
La primera vez que lo vió se asustó puesto que se despertó por sentir ronroneos cerca de su oreja y tenía tanto miedo que no se había dado cuenta que solo era un lindo gatito dormido a su lado. YoonGi, luego de acariciar al animal por un largo rato, cayó dormido nuevamente y al despertar se sintió un poco mal por no verlo allí.
Ese mismo día le contó a su único amigo de la escuela lo que había ocurrido, y un sonriente Namjoon le dijo:
«No te asustes, tampoco lo espantes. Solo deja que se quede contigo, hazle mimos y háblale como si le hablaras a un amigo. Por el día se irá pero por la noche regresará. Cuéntale lo que has hecho en el día, juega con el. Eso los hace sentir bien. Si tiene un collar fíjate si aparece su nombre. Si quieres y no es tanto problema puedes darle comida, aunque a veces no la comen por no tenerte la total confianza. Yo sé esto por que por las noches viene un hurón, él suele cambiar a su forma humana, y se llama Seokjin. Algún día te lo presentaré, Yoonie hyung»
YoonGi había oído muchas historias sobre los híbridos a lo largo de su vida, pero creía que solo eran mitos y leyendas que alguien había inventado para entretener. Por eso, negado, al principio había creído que el gato tricolor que lo visitaba, era solo un gato común y corriente, pero luego supo que el animalito podía cambiar a su forma humana tal como si amigo , ya que en una ocasión había visto una cabellera rubia a lo lejos en el patio de su casa momentos después de que el gato se marchara.
YoonGi no le tenía miedo, al contrario, le fascinaba estar con el gatito qué, según decía en la chapita de su collar, se llamaba Jimin. Sin embargo el chico nunca se dejó ver en su forma humana frente a él.
El peli-negro le había contado a sus padres sobre que un gato venía por las noches y aunque al principio le dijeron que dejara persiana cerrada para que no pudiera pasar, el insistió tanto que sus padres permitieron que una de las hojas de la ventana quedara un poquito abierta.
Se conocían hace ocho meses, había pasado tanto tiempo desde la primera vez que el peli-negro vió al minino. YoonGi lo tenía como su íntimo confidente, sabía que el gato le entendía -o al menos aparentaba eso-.
Había algunasnoches en las que YoonGi tenía pesadillas, y esa era una de esas.
Estaba soñando que desde la ventana miraba a Jimin, éste se alejaba en dirección a la calle y de un momento a otro se convertía en humano, solo podía distinguir sus cabellos rubios. Y entonces, cuando menos se lo esperaba, un auto atropellaba al chico.
Se despertó de golpe, su respiración estaba agitada y de sus ojos salían lágrimas por el susto.
-Meow.
Con la mirada el peli-negro buscó al gato y cuando dió con él, quiso llorar más fuerte aún: la ventana estaba cerrada, y afuera diluviaba.
Con rapidez y torpeza se levantó, corrió hasta la abertura. Al abrirla el animalito saltó a la cama del humano, y se escondió debajo de las frazadas.
-¿Gatito?-murmuró subiendo a la cama-, de seguro mí madre fue quien cerró la ventana, lo siento mucho.
Jimin estaba algo ofendido, pues por culpa de YoonGi se había empapado, sin embargo, lo único que en ese momento quería era recuperar el calor en su cuerpo. Por la cabeza de YoonGi pasó la idea de ayudarle con la secadora de cabello, pero la descartó, sabía por experiencia que a Jimin le aterraban las aspiradoras, ventiladores y todos esoS tipos de artefactos que lanzan y absorben aire.
-Oye Jim, sé que eres un lindo híbrido de cabello rubio-el gato paró sus orejitas, aún no salía de allí abajo, ¿cómo es que lo había visto?-. La otra vez, en el jardín de casa, eras tú, ¿cierto?
Ahora dirá que soy un maldito fenómeno, que no me quiere ver nunca más y yo tendré que irme a llorar, esperar un tiempo y dejar que un coche me arrolle o los perros del tonto de Chanyeol me coman, pensó el gato.
-No he visto tu cara, pero aún así se que eres muy lindo-YoonGi sonrió y destapó al animal, éste último se encontraba con las orejas levantadas observando al humano a los ojos, a pesar de que el peli-negro no podía verlo bien por la oscuridad-, ¿crees algún día poder cambiar para mí, gatito?-Jimin recibió gustoso las caricias en su cabeza-. Y-yo-vaciló-, y-yo cumplo años el sábado, ¿podrías mostrar tu forma humana para mi, Jiminie?
El gato como respuesta le lamió la mano, soltó un tierno Meow y se restregó contra su cuerpo.
-Tomaré eso como un sí-sonrió y se tapó la cara con una almohada para no gritar tan alto.
Aunque Jimin no supiera como demostrarlo con otra acción que no fuera restregar su cuerpo en el humano, estaba feliz por hacer al humano feliz. La tormenta cesó casi una hora después, cuando YoonGi ya se había metido también bajo las mantas, pero por primera vez el gato pasó la noche entera junto al peli-negro.
YoonGi se durmió con una sonrisa en el rostro, pensando en que al fin podría conocer realmente a Jimin.
-¿Min YoonGi?-la profesora de biología estaba tomando lista. El nombrado levantó la mano.
-Presente profesora-dijo lo más alto que pudo, la mujer asintió y continuó preguntando por los demás alumnos.
Namjoon lo miró con preocupación, su amigo parecía desganado y muy cansado.
-¿Estás bien, Yoon? Te noto raro-el peli-negro le sonrió mientras negaba con la cabeza.
-Es... es solo que estoy muy feliz, y trato de ocultarlo, pero no me sale bien y actúo extraño-se encogió de hombros, sus mejillas se colorearon de un rojo carmesí y el moreno sonrió. Ambos sacaron sus carpetas de las mochilas y comenzaron a copiar lo que la profesora escribía.
-Entonces, ¿se puede saber por qué estás feliz?-le susurró para que solo el pudiera oírle. El peli-negro no dijo nada, pero sus mejillas volvieron a cambiar de color.
Namjoon tenía dos teorias: Jimin había cambiado a su forma humana y su amigo había dado su primer beso por fin, o el gato había aceptado quedarse durante el dia. Fuera lo que fuera, el moreno sabía que el gato estaba involucrado.
-Le pedí que el sábado cambie para mí, y me dijo que sí-Namjoon le sonrió con felicidad-. Estoy nervioso, Nam.
-El nervioso debería ser él, Yoon, no tú-se río-. Los híbridos sienten mucho temor de revelarse con los humanos.
YoonGi asintió, según las diversas historias los híbridos habían sido maltratados por los humanos por décadas enteras solo por pertenecer a una raza diferente.
-Cambiando de tema-lo miró de soslayo y siguió copiando por unos segundos más-, ¿a ti que te tiene tan alegre? Y no digas que nada por que te conozco como a la palma de mi mano.
Ellos eran amigos desde la primaria, así que aquello era cierto. Se conocían a la perfección, de pies a cabeza.
-¿Q-qué?-negó con la cabeza, el peli-negro notó que estaba nervioso-, estoy normal, Y-yoonGi, n-no sé que di-dices.
-Y eso es todo chicos, pueden salir al receso-sonrió la profesora.
Todos los alumnos se pusieron de pie y salieron del aula, incluidos YoonGi y Namjoon. Los dos amigos llegaron al patio trasero y se sentaron bajo la sombra de un árbol.
-Kim Namjoon-habló con seriedad, cruzado de brazos, fingiendo tener el aura de una persona mayor, tal vez un padre. El moreno río bajito por eso-, ¿pasó algo que no me has dicho con Kim Seokjin? Y no me digas que "nada, solo somos novios y eso me hace feliz", porque esa respuesta barata me tiene harto.
Namjoon negó rápido, deseaba que la tierra se lo tragara en ese instante. Sabia que no podría ocultar de YoonGi su felicidad, pero no había pensado que tardaría tan poco en darse cuenta de ello.
» -¿Pasó algo más y tú aún no me dices?-levantó una ceja y sonrió de lado, sabía que la respuesta era un obvio y claro «sí».
Sin embargo, el moreno negó mientras tragó saliva y evitó a toda costa mirar a su amigo a los ojos.
» -¿Seguro, Nam?
-Muy seguro, YoonGi-murmuró, pero ni siquiera él mismo creía en sus palabras.
-No lo sé, Namjoon, a mi se me hace que mini-jin conoció a anastasio-el nombrado se giró a verlo. YoonGi sonreía, y los ojos de Kim se nublaron por las lagrimas de vergüenza; se caracterizaba por ser muy sentimental-. No te pongas así, NamNam, estoy muy feliz por tí, en serio lo digo, es algo muy lindo entregarse a la persona que amas. Debe... sentirse lindo-susurró lo último, pero aún así el moreno llegó a oírlo-. Te deseo mucha suerte con el chico. Y te aconsejo cubrir mejor las marcas sino quieres que se enteren tus padres que su lindo hijo es pasivo.
-¿Pa-pasivo?
El mayor lo miró incrédulo.
-¡El que va abajo, Nam! Dios, pasivo es quien se deja dominar-suspiró, ¿tan inocente podia ser? No lo parecia-. En otras palabras: pasivo es quien presta el trasero-en ocaciones, Min era un completo pervertido y a Namjoon le gustaba que fuera así, siempre le hacía reir-, y el activo es el que mete su cosa en él, ¿me explico?
El mayor asintió y se levantó de un salto, el timbre para regresar a clases estaba a nada de sonar.
-Explicas de más algunas veces, YoonGi.
-Lo siento, no puedo evitarlo-suspiró, siguiendo las acciones de su amigo para caminar junto a él-. ¿Vas a venir a mí casa el sábado, Nam?
-No me perdería tu fiesta de cumpleaños por nada del mundo-lo abrazó por los hombros, y caminaron así por todo el patio hasta entrar al aula.
Namjoon le hablaba sobre unos exámenes que tenía que dar esa semana para poder intentar aplicar en una universidad que le gustaba, YoonGi asentía con la cabeza, pero estaba pensando en cosas muy diferentes.
Le había surgido la duda... ¿cómo sería Jimin? Estaba claro que solo lo conocía con su pelaje de tres colores, sus ojos claros, y cabello rubio. Pero se sentía es desventaja: el gato ya lo conocía demasiado. Desde la primera vez que se habían visto mutuamente habían pasado ocho meses, sí, pero lo más probable es que Jimin llevara observandole desde la lejanía desde mucho antes.
Además, otra de sus dudas era, ¿podría volver a verlo otra vez como un humano después de su cumpleaños?
Cuando YoonGi notó que bahía entrado al aula suspiró y se resignó a prestar atención lo que restaba de la clase. Lo bueno, es que faltaban pocas horas para salir del colegio y que por fin anocheciese.
-Hola, Jimin-susurró, abriendo la ventana. El gato dio un salto hacia la cama y se restregó en las almohadas del humano-. ¡Te estaba esperando!
-Meow.
YoonGi encendió la tenue luz del velador y tomó un libro de su biblioteca antes de treparse a la enorme cama. Hace un par de semanas había tomado la costumbre de leerle cuentos al gato cálico, y sabía que le gustaban por qué, gracias a su idioma establecido, estaba seguro de que le entretenían sus cuentos.
Sin embargo, cuando YoonGi se acostó a su lado con intenciones de comenzar a leer, el animal se paseó cerca de su rostro y se recostó en su cuello usándolo de almohada. Dejando en claro que solo quería dormir y que lo acariciara.
YoonGi no sé opuso. Apagó la luz de su velador, y mimó al felino hasta caer dormido también.
El día tan esperado había llegado. YoonGi no había podido cerrar los ojos estando en su habitación después de cenar. YoonGi estaba nervioso, le temblaban las manos. Y de hecho, sentía que su corazón iba a salirse de su pecho en cualquier momento. No podía dejar de pensar en cómo sería Jimin. Pero si algo le aterraba era no saber si el en verdad le agradaría al híbrido.
El gato esta vez, entró por la ventana saltando al suelo. No sé dejó acariciar, y sin previo aviso sus cuatro patas se dirigieron al baño. El humano se quedó estático en su lugar por unos minutos, y termino sentándose a los pies de la cama.
No pasó mucho tiempo cuando lo vió salir, rascándose la nuca con vergüenza.
-Hola, hyung. Soy tu gato Calico, vine a verte.
YoonGi lo observó, sintiendo una extraña corriente eléctrica en todo su cuerpo. Tenía el cabello rubio y un poco largo, las mejillas grandes, la nariz como botón, los labios gorditos y de un tono rosa suave. Era alto, esbelto, y su cuerpo era recubierto por una tela blanca semejante a la seda, YoonGi había leído que aquello era característico de los híbridos, puesto que se transformaban con ropa para no quedar desnudos en medio de la nada.
Pero lo más llamativo para el humano, eran las orejas marrones que se movían levemente sobre su cabeza.
» -O-oye, di algo.
-Eres muy lindo, gatito.
¿Lo había dicho en voz alta? Bueno, al diablo. Aquel comentario salió desde lo más profundo de su alma.
Ante las mejillas sonrojadas del peli-negro, Jimin sonrió. Igual que él, también avergonzado. Pero a pesar de la vergüenza, se atrevió a acortar la distancia entre ambos.
El humano se sorprendió por su repentina acción, sin embargo, poniéndose de pie lo estrechó con fuerza contra su cuerpo. Jimin desprendía un aroma a delicioso a galletas de chocolate, quizá vivía cerca de alguna fábrica, pero aquello solo hizo que Min no quisiera despegarse del recién llegado.
De hecho, Jimin hizo que los pies contrarios se despegaran del suelo unos cuantos centímetros y se sentó en el lugar donde el peli-negro estaba antes con el chico a horcajadas en la falda. Se quedaron en silencio un rato, abrazados.
La cabeza de Jimin daba muchas vueltas, había observado al mayor tantas veces, por tanto tiempo, que estar debajo de sus almohadas oyendo su dulce voz en un susurro mientras le leía cuentos de aventuras para niños de primaria no se comparaba en nada a poder rodearlo con sus brazos en el silencio de la noche.
-¿Porqué me elegiste a mi?-se atrevió a preguntar en un susurro, sintiendo los dedos del híbrido trazar una línea en su espalda de arriba hacia abajo-, hay muchos humanos.
Jimin cerró los ojos.
«La noche estaba helada. Sentía el frío colarse a través de su piel gruesa e introducirse en sus huesos. Maullaba con desesperación, tenía demasiada hambre y pocas fuerzas para pelear con los otros gatos que se reunían en busca de alimento detrás de aquel restaurante.
Él no era un gato común, lo sabía desde que era pequeño. Cuando solo era un niño que vivía en el bosque con sus padres. Jimin creía que el mundo era solo su casa rodeada de árboles, dónde solo estaban ellos tres y la naturaleza. Muchas cosas no las entendió hasta que ocurrieron de verdad, las veces que su madre le hacía repetir cada mañana como un rezo.
No debo cambiar de forma frente a humanos.
No debo confiar en humanos.
No debo salir del bosque.
No debía hacer nada con humanos. Pero él no los había buscado, sino que ellos lo encontraron primero. Y Jimin no supo que más hacer cuando aquellos monstruos lo persiguieron con sus armas hasta la casa. Se arrepentiría siempre de no ser más inteligente y escapar en otra dirección. Había llevado a sus padres a la muerte sin querer.
Y por alguna razón, encontró la manera de huir vivo. A pesar de haber intentado morir varias veces en cuanto llegó a ese lugar desconocido dónde los humanos generaban mucho ruido y se movían en unas cosas con ruedas, la suerte no se ponía a su favor. Se resignó a su destino, sufrir siendo un gato callejero mientras se culpaba de la muerte de sus padres.
De esa forma, Jimin paso muchas semanas vagando por la calle. Recibía golpes casi a diario, pero no de humanos. De hecho, ellos parecían tenerle lastima. A veces le daban alimento, pero la mayoría solo dejaba alguna caricia en su lomo y seguía su camino.
Su destino había sido moribundo hasta el momento en que los vió esa fría noche. Sentía que estaba a nada de desvanecerse sobre sus propias patas, pero le fue inevitable el no notar como un humano se transformaba en un pequeño hurón tras despedirse de otro muchacho. El pequeño animalito lo observó unos segundos y se perdió por un callejón, y Jimin hizo todo el esfuerzo que pudo para moverse con rapidez detrás de aquel chico de piel morena.
Lo vió entrar en una casa y saludar a un peli-negro. No se atrevió a ir más allá, pero encontró comida que no estaba podrida bajo el cesto donde colocaban las bolsas de basura. Se escondió en el garage, para pasar la noche, y regresó durante días seguidos a comer al mismo lugar. Extrañamente era el único comensal.
Con cada día que pasaba, Jimin perdía un poco el miedo de acercarse más a la casa. En realidad, no a la casa, sino más bien, a la ventana de aquel chico. Le generaba curiosidad lo tarde que apagaba las luces de su habitación, y como trepar árboles era su exelencia, en algún momento se atrevio a pararse en el marco de su ventana.
La primera noche que hicieron contacto visual, Jimin huyó de inmediato. Su padre le había contado, y sabía, que sentir un cosquilleo en todo el cuerpo, era signo de haber encontrado a su pareja destinada.
Jimin se negaba a qué si destinado fuera un humano. Pero no pudo mantenerse alejado de aquél chico por tanto tiempo, era como si un imán lo atrajera, y en un pestañeo, se encontraba metido en su cama con total confianza, alimentándose con comida deliciosa que él le gusardaba»
YoonGi lloraba en silencio sobre su hombro, procesando las palabras recién oídas. No recordaba haber visto al minimo antes de la vez que se había asustado por tenerlo recostado a su lado, y se sentía tan tonto por eso.
-Tú me salvaste, Yoon. ¿Entiendes eso? No hubiera podido transformarme en humano sin la comida que tú me diste todas esas noches, y seguramente habría muerto en la calle.
-Ji-jiminie...
-Eres mi penicilina, mi ángel salvador.
El humano se secó el rostro con las mangas de su ropa y sacando valor de dónde no tenía tomó al rubio por el rostro y lo besó pudiendo ser rechazado. Son embargo, Jimin no se molestó ni se molestaría nunca por ello. Y es más, consideraba que podía besarlo incontables veces más solo para sentir el dulzor de su boca contra la suya.
Quizá era apresurado, pero se conocían hace más de ocho meses y la verdad es que al humano le interesaba poco y nada. Algo dentro de sí le decía querer tomar todo lo que el híbrido quisiera entregarle, sentía una conexión muy especial desde el primer encuentro y se había intensificado al verlo a los ojos.
-YoonGi-susurró sobre sus labios, separándose un poco para moverse hacia el respaldo de la cama arrastrando al mayor consigo mismo. El peli-negro se recostó sobre su pecho, dejándose abrazar-, ¿cómo les explicarás a tus padres que has traído un amigo por la madrugada a tu casa, que lleva unas orejas bastante cuestionables sobre la cabeza?
Oh. El peli-negro había pasado por alto aquél detalle. Sus padres sabían que su único amigo en toda la escuela era Namjoon y rara vez se quedaba a pasar la noche en su casa. Decirles que el gato con el que se había encariñado podía convertirse en un humano no era una buena opción.
Pero en realidad no le importaba. Ya vería más tarde qué inventar. Por el momento se dedicó a quedarse recostado junto al chico que le acariciaba el cabello con parsimonia.
-Yoonie, ¿te cuento un secreto?-susurró bajito cerca de su oído.
-Dime-bostezó, apegándose lo más posible a su pecho.
-Un día como hoy, yo también nací.
YoonGi se encontraba más dormido que despierto, pero sonrió. ¿Cuántas cosas más tendrían en común? Lo averiguaría al despertar, y todos los días siguientes de su vida, por que no pensaba alejarse del rubio durante mucho tiempo.
-Feliz cumpleaños, gatito Jiminie.
-Feliz cumpleaños, Yoonie.
El destino se había movido por ellos, su felicidad estaba destinada a ser. Por que ambos se habían enamorado mucho antes de conocerse.
[Fin]
Ojalá les guste...🥺
©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5
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