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★ 𝟎𝟐𝟏: gold rush

021. ˚୨୧˚ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗘𝗡𝗧𝗬-𝗢𝗡𝗘
—Gold Rush˙˖°📷

"Walk past, quick brush
I don't like slow motion double vision in rose blush
I don't like that falling feels like flying 'til the bone crush
Everybody wants you, but I don't like a gold rush"


—T. S


Una vez más la oscuridad se hizo presente.

Me encontraba en medio de mis padres, primero le cubrieron el rostro a mi mamá para después repetir la acción conmigo y finalizar con mi papá.

Me irritaba no poder hacer nada y encontrarme obligada a estar en un estado de sumisión total.

Busqué la mano de Glenn y una vez entrelacé mis dedos en los suyos nos dieron la orden de colocarnos de pie y me separaron de él.  Alguien me arrastraba del brazo con firmeza pues yo no parecía dispuesta a avanzar por mi cuenta.

El dolor en mi abdomen había cesado sin embargo sabía que eso tan solo era algo momentáneo y que yo era como una granada que en cualquier instante explotaría.

¿Saben? Realmente estoy empezando a creerle a Beth cuando dice que tengo poderes de manifestación.  Seguido de que aquel pensamiento cruzara por mi mente, un estruendo provocado por una explosión resonó tras de nosotros acompañando del olor a humo que invadió mis pulmones.

Mis intentos desesperados por mantener el equilibrio fueron completamente en vano y mi brazo derecho impactó con el suelo duramente.

Como en Atlanta.

Alguien me tomó por el brazo, esta vez de forma suave a diferencia de antes, aquella persona ayudó a lograr levantarme para después comenzar a guiar mi paso. Instintivamente solté un par de patadas al aire y quejidos los cuales fueron acallados por una voz conocida.

—Calla, harás que nos maten.—murmuró Daryl.

Su tono me frustro, pero dado que no se necesitaba ser un genio para saber que nos encontrábamos en una situación complicada y muy seguramente el comenzar una discusión nos brindaría más problemas, obedecí y avance a su lado.

Los disparos estruendosos resonaban en mis oídos, los cuales comenzaban a arder.

Temía la posibilidad de que alguno de ellos terminará por hacernos daño.

Sentí que Daryl aceleraba su caminar y este repentino cambio de ritmo pareció ser la señal que mi herida buscaba para comenzar a molestar.

Retiraron lo que cubría mi cabeza y al abrir los ojos me encontré con Daryl, Rick, uno de los prisioneros de la prisión y una mujer desconocida. Era de tez morena, portaba rastras y una katana. Lucia intimidante, si, pero también era muy bella.

Le dedique una sonrisa antes de que todos comenzaramos a correr en sintonía hasta llegar al aire libre. Rick apuntó un edificio e inmediatamente nos dirigimos a este, yo tratando de ocultar el dolor constante que sentía en mis músculos.

Nada más entrar caí al suelo. Llevé mi mano hacia mi abdomen y al levantarla encontré nuevamente sangre.

Con rapidez busqué en mis bolsillos la gasa que Merle me había dado más temprano, con dificultad logré incorporarme y ejercer presión con esta en la herida.

Al alzar mi mirada me encontré con la de mi mamá, como otras muchas veces, bastó con el contacto visual para saber lo que ella pensaba: "¿Crees aguantar?"

Yo negué dos veces.

—Tenemos que salir de aquí lo antes posible —gruñó papá, apretando su cabello en sus manos.

—Aquí no hay salida —avisó el ballestero una vez terminó de revisar el perímetro.

—Rick, ¿cómo nos encontraron? ¿Dónde está esa mujer? —preguntó Maggie.

Voltee a mi alrededor, dándome cuenta de que la mujer se había marchado. No sabia quien era ni por que estaba con nosotros, pero supongo que su ausencia podría repercutir.

—Estaba justo detrás nuestro —informe.

—Quizás la vieron, ¿quieres que la busque? —sugirió Oscar, observando a nuestro líder.

—No, tenemos que sacar a Rory de aquí. Michonne  está por su cuenta.

Me fije en Rick por unos segundos. Si bien había logrado salir de la tormenta en la que se encapsuló después de la pérdida de Lori, él aún no estaba presente del todo. Bastaba con ver sus ojos para saber que estaba cansado de pelear y que el único motivo por el que seguía vivo es por Carl.

Daryl me miraba. Seguramente él estaba pensando lo mismo acerca de mí, sentía lástima. Yo no portaba con un espejo en el cual verme, pero por mera obviedad sabía que mi estado era desolador.

Ya ni siquiera podía ocultar mi dolor.

No sabía el motivo de por que lo sucedido con el gobernador me había afectado de tal manera, supongo que fue debido al acumulo de sentimientos reprimidos mezclados con la exasperación por los actos cometidos por aquel hombre contra mis papás.

Cuando mis sollozos captaron la atención de todos los presentes, fue como si miles de pares de ojos vieran a través de mi.

Glenn sabía que odiaba llorar en presencia de todos, había evitado hacerlo hasta ese momento y ahora...

—Daryl, fue Merle —habló él, logrando que los presentes desviaran su vista de mi—. Es verdad, él nos hizo esto. Cara a cara. Me lanzó un caminante, iba a ejecutarnos.

—¿Mi hermano es ese gobernador?

—No, es otra persona. Tu hermano es su mano derecha o algo así —dijo Maggie.

Lo gracioso de la situación es que la mano ausente de Merle es la derecha.

—¿Sabe que estoy aquí? —pregunto Dixon, mamá y yo asentimos.

—Ahora sí; Rick, lo siento. Le dijimos donde estaba la prisión, no pudimos resistir.

Mordisquee mis labios, intranquila por la posible reacción de Rick. Comunicarle a aquel tipo nuestro lugar de estadía fue algo malo, muy, muy malo. Nos pone en riesgo a todos. ¿Lo peor del caso? Fui yo quien lo dijo. Si muere gente sería mi culpa.

—No, no tienes que disculparte —tranquilizó el señor Grimes.

—Van a estar buscándonos —solté en un susurro.

—Hay que regresar, ¿puedes caminar? Tenemos un auto a unos kilómetros.

—Si, está bien —afirmé esbozando una sonrisa lastimera.

—Oye, si Merle está aquí necesito verlo —reitero Daryl.

—¡Mira lo que hizo! Mira, tenemos que irnos ahora —remarcó Rick.

Entendía a Dixon y su deseo por reunirse con su hermano, yo me sentía de la misma forma con la diferencia de que el mío se había ido para siempre.

Aun así, me era imposible confiar en Merle del todo.

Me encamine hacia mis papás y me senté junto a ellos. Mamá le colocaba un abrigo que estaba por ahí a mi papá, él estaba muy herido aunque afirmara lo opuesto.

—Quiero hablar de esto contigo en casa, ¿si? —pidió él, a lo que yo asentí.


Miraba por la ventana ligeramente entreabierta, sumida en mis pensamientos. Recordaba poco de lo que había pasado cuando decidimos salir del lugar que nos mantenía seguros en esa comunidad.

Disparos, sangre, bombas de humo y más muertos de los que podía imaginar a un humano matar.

Oscar murió.

No lo conocía, ni siquiera me había propuesto entablar una conversación con él y, sin embargo, su muerte quebró una pequeña parte de mi.

Podría decirse que estaba acoplada a la muerte, por que eso es todo lo que existe en este mundo, sin embargo, la muerte causada de individuo vivo a individuo vivo sigue pareciendome una idea retorcida.

Inhale con fuerza y oculte mi cabeza en mis rodillas abrazadas, tratando de alejar todo tipo de pensamiento destructivo de mi mente.

En el exterior los murmullos de Glenn y de la mujer, que ahora sabía que se llamaba Michonne, seguían siendo presentes.

—¿Cómo se llama la niña? —pregunto la de rastras.

—Aurora, pero todos le decimos Rory.

—Bueno, pues Rory es muy valiente —dijo ella.

¿Valiente yo?

¿Yo, la que cualquier mínima cosa le afecta?

¿Yo, la niña que Glenn encontró, le dio pena y la trae como mascota, persiguiendolo a donde quiera que vaya?

¿Yo, la que ni fuerza de voluntad tiene y a la primera amenaza fue a decirle al gobernador donde estaban sus amigos?

Yo no era más que un cobarde.

Alce mi vista, papá se estaba poniendo de pie entonces decidí salir del auto, las demás personas del grupo captaron mi atención e inmediatamente el verlos subió mi estado de ánimo.

Solo estaba el pequeñísimo problema de que Merle también estaba con ellos.

Todos los del grupo lo apuntaban con sus armas, yo, por el contrario, no portaba con una.

—Él nos ayudó a salir de ahí —defendió Daryl.

—Si, después de que te dio una golpiza —espeto Rick, quien al igual que a Merle, apuntaba a Michonne con la intención de no provocar incluso más conflictos.

—Oye, ambos recibimos golpes —se quejó Merle.

—Imbécil.

—Oye, callate.

Pelea de hermanos, tan tiernos.

—¡Ya basta! —gritó Rick viendo a Merle, acción que la morena aprovechó para dar un paso al frente antes de volver a retroceder por la pistola que Grimes le apuntaba en la sien.

Una discusión surgió, los gritos resonaron entre los árboles y yo solo podía pensar en que si no nos mataron dentro de aquella farsa de comunidad, nos rastrearían hasta acá y nos hacen ceviche.

—¡Sacame esa cosa de la cara! —reclamaba Daryl a mi papá.

—Mirate, hermano, pareces salvaje.

—¿Terminaste ya con ese psicótico?

—Si, Dios. Sabe conquistarla, debo admitirlo. Ha estado acostándose con tu noviecita, Andrea, y de qué forma —burlaba Merle a Michonne.

—¿Qué?

—¡¿Andrea...?! —exclamé en un hilo de voz—. Perdonenme, ¿Andrea estaba ahí?

—Al lado del gobernador.

Okay, es como si toda esta mierda fuera parte de un libro lleno de giros dramáticos. Me disgusta. Mucho.

Una vez más Michonne trató de dañar al mayor Dixon siendo detenida por nuestro líder. La primera vez fue gracioso, pero ahora ya me estaba cansando de todo el teatrito.

—¿Conoces a Andrea? —cuestione.

—Si, la conoce. Ella y la rubia pasaron todo el invierno juntitas en el bosque. Sí, nuestra reina Samurai tenía dos caminantes de mascota. Sin brazos, sin mandíbula, encadenados. Bastante irónico si lo piensas.

Merle Dixon es el mayor idiota que ha pisado la tierra.

—¡Ya callate, Merle! —vociferó Daryl, lo cual agradecí.

—Oye, las sacamos del bosque. Andrea estaba a punto de morir.

Recordé lo amargada que me había sentido cuando Rick decidió no buscarla, toda acción tiene consecuencias.

—No lo puedo creer —farfulló mamá.

—Juntas como tortolitas. ¿Qué harás ahora, Sheriff? Rodeado por un grupo de mentirosos, cobardes, matones y una niñita ingenua.

Bueno, al menos Merle era honesto respecto a mi miserable persona.

—Callate.

—Dios, mira esto, es patético. Todas esas armas y ninguna bala.

—Aun te puedo clavar el cuchillo en el trasero —balbucee.

—¡Basta, ya callate! —grito Rick, opacando mi oración.

—¡Callate tu! Montón de maricas....

Apuesto el peluche favorito de Sophia a que es un gay frustrado.

El señor Grimes depositó un culatazo en la cabeza de Dixon, dejándolo inconsciente y con la boca cerrada.

Sonreí satisfecha y observé a mis papás, quienes se dirigían de vuelta al auto.

Yo decidí quedarme ahí, me interesaba la mujer.

Aun así, alcance a escuchar una de las palabras de Glenn:

—Rory está asustada. Mi niña está asustada y no se como ayudarla. ¿Por qué no se como ayudarla? ¡Yo siempre sé cómo ayudarla!



Observaba la entrada de la prisión y, de pronto, ya no me parecía un hogar. Sólo otro sitio el cual terminará disipado por este mundo.

Era una prisión.

Un lugar hecho para personas malas.

Lo sucedido me hizo darme cuenta de que siempre había sido así. Mucho, mucho antes de que los confines de la tierra se abrieran dando paso a los muertos vivientes, la superficie terrestre ya estaba más que llena de perversiones.

Ambos Dixon se habían marchado. Uno por no ser aceptado y otro por no dejarlo solo.

Repito: entiendo completamente a Daryl, pero eso no quita que su decisión no me haya dolido.

—Daryl, por favor, no tienes que...

—Hey, mocosa, es mi decisión. Sabes que te extrañare, dile a Sophia que la quiero mucho y cuida de la pequeña destructora por mi —este último comentario me hizo reír a pesar de estar sollozando en aquel momento—. Y de Carl también, es un buen chico, supongo.

—¿P-puedo abrazarte? —pregunte aun entre sollozos, él solo me atrapó en sus brazos, dándome un breve abrazo.

—Demonios, ya no entendí: ¿te volviste un salvaje o en una gomita de azúcar? —bromeó Merle.

Al volver mi atención al mundo real noté como todos ya estaban descendiendo del auto y también vi a Sophia correr hasta este. Me dispuse a bajar y una vez lo hice fuí apretujada por la rubia al punto que sentí un ardor.

—Duele, duele —murmure.

—¡¿Pero qué te pasó?! No soy doctora, pero estoy medio segura de que la sangre pertenece al interior de tu cuerpo, aunque las manchas resaltan mucho tus ojos, debo de admitirlo.

—Muy graciosa. Larga y horripilante historia —afirmé, entrelazando nuestros brazos.

—¿Adivina que? ¡Mi mamá está viva! —exclamó, haciéndome sobresaltar levemente.

Quedé un tanto desconcertada al principio.

—Soph, Soph...¡es genial! ¡Ay, estoy tan feliz! —exprese, tomando sus manos y tambaleandonos juntas en un movimiento tan rápido que volví a sentir el ardor. Me detuve.

—Si, fue todo un alivio, pero oye, está sangrando. ¿No crees que Hershel tendría que revisarte? —propuso, intercalando su vista entre mi y el auto.

Se estaba dando cuenta.

¿Cómo se supone que le daría semejante noticia tan deprimente? ¡No hay manera!

"Ah, si, tu figura paterna se marchó con su hermano, quien es amigo de un hombre con la mente retorcida".

Vi el momento exacto en el cual su mirada disminuyó su brillo, sin embargo, ella no preguntó nada y al contrario esbozo una sonrisa que no pude corresponder.

No entendí.

Corrimos hacia nuestro pabellón a reunirnos con todos los demás, salude a todos.

Menos a Carl.

Ni siquiera estaba ahí, no tenía por qué ser algo que me afectara.

Mientras papá Hershel curaba mi herida del abdomen y el pequeño raspón de mi brazo, yo observaba el piso de arriba.

Decidí que él no tenía por qué venir, ni por qué saludarme.

El infierno que yo pase ahí no fue más que un corto lapso de tiempo para él. Por más que deseara un abrazo de él, si no lo obtengo, está bien.

No engaño a nadie, me siento a morir.

Carl Grimes era el tipo de niño que se incrusta en tu mente y toma absolutamente todo el control de esta inoportunamente, alguien fácil de querer y difícil de soltar.

Carl Grimes era el tipo de niño que quiero.

—¿Duele?

—Mucho —comuniqué.

¿Desde cuándo Hershel podía leer mentes?

—Él habla sobre el corte, genio —señaló Soph, burlesca.

—¡Aah! Entonces no, no...

El anciano carcajeo levemente antes de mirarme a los ojos y hacer una señal indicando que había terminado.

—Solo te diré una cosa: no pierdas el tiempo analizando demasiado las cosas. ¿Quien sabe? Capaz y el sentimiento es mutuo.

Hice repetidos intentos de formular alguna oración, sin éxito.

¿Acaso era tan obvio? ¿Será que él también lo sabía?

Intercambié miradas con Sophia, está solo se llevaba a la boca un trozo de pan mientras asentía, dándole la razón al señor Greene de una forma cómica.

—Cualquier cosa o consejo que necesites, estaré en la celda junto a Beth —ofreció, marchándose después de darme una palmadita en la cabeza.

—¿Voy organizando el plan flechazo de cupido hacia el sheriff? —insinuó la rubia, colocandose de pie con las manos en sus caderas.

—No creo que...

—Unas galletas mágicas siempre son opción.

—Si continúas hablando de él solo lograras ilusionarme —advertí, cubriendo mi rostro debido al sonrojo que se esparcía por mis mejillas—. No, no estoy enamorada de él. Si, el pensamiento de perderlo me genera náuseas y un deseo de tirarme al vacío. No, yo tampoco me entiendo a mí misma.

Ella se cruzó de brazos y por un momento pareció ponerse seria. Nada común en ella.

—Creo que Hershel tiene razón y también creo que si vieras lo que miro yo cada vez que están juntos no dudarías de dar el primer paso —pauso a la vez que una sonrisa se plasmó en su rostro—. Pero ya tendrás tiempo de hablar con él sobre eso, te recuerdo que mi mamá volvió y por ende...

Abrí mi boca de par en par.

¿Realmente tendría que afrontarlo?

¿Cómo se supone que debo de pasar por su lado sin balbucear, sin sonrojarme o sin sentir que mi cuerpo se hace pequeño a su lado?

—No puedes...¡es como pedirle a Beth que deje de cantar a cada hora! ¡Imposible!

Mientras yo continuaba parloteando sobre cómo volvernos a juntar era una pésima opción, mi amiga se llevó un último bocado a la boca y subimos las escaleras juntas, separandonos en cuanto ella llegó a su celda y yo seguí recorriendo el pasillo hasta encontrarme con la de mis papás.

Estoy dispuesta a hacerla de mal tercio.

Mire hacia el piso de abajo, donde Michonne y otro grupo el cual en palabras de Beth "eran casi tan ingenuos como ella lo llegó a ser" se encontraban.

Al decidir seguir caminando cierta persona entorpeció mi camino. Chocamos y por una serie de segundos, si yo me iba para la derecha él repetía la acción y viceversa.

Cuando finalmente logré safarme de la circunstancia nuestros ojos se conectaron por un instante que se sintió como si miles de estrellas brillantes se alinearan.

—Y-yo...¿podemos hablar? —pidió, su sonrisa súbita y vacilante tan solo empeoró mis nervios.

Pestañeé repetidas veces, las palabras parecían incapaces de salir de mi boca.

—No, al menos, ahora no. Estoy teniendo pensamientos asesinato, vuelve después —balbuceé.

—Bien —aceptó —. Hey, su nombre es Judith.

—¿Judith? Jud, Judy...—tras una larga pausa en la cual el ojiazul busco mi aprobación con su mirada, hable—. Que lindo.

Y el nombre también.

Sonreí para después escabullirme en la celda de Glenn en un movimiento apresurado.

El coreano estaba sentado en la litera, observando la pared con una apariencia no común en el: serio.

Me recosté a su lado y coloque mi cabeza en su hombro, poniéndome cómoda para escuchar lo que tenía para decir.

—Existen personas malas —empezó.

—Lo sé, como ese tipo.

—No, es decir si, pero las personas malas siempre han estado ahí. Ed, Shane, el gobernador...todos ellos ya eran así. El apocalipsis solo sacó a la luz su peor forma de ser. Eso es lo que ocurre en un mundo sin orden, sin sanciones.

Hubo una pausa que simuló ser eterna, el enredo sus dedos torpemente en mi cabello mientras suspiraba.

—A lo que voy con esto es que te encontrarás con personas asi todo el tiempo. Y en ese aspecto, es necesario saber cómo apretar el gatillo. O en tu caso, dar una apuñalada. Decirte todo esto cuando no eres más que una niña es repulsivo, pero lo es aún más la idea de perderte.

Anticipe todo menos esto.

¿Matar a alguien?

—Pero también recuerda que mientras sea posible debes de evitar cometer algo así, por ahora yo estoy aquí y pondré todo mi esfuerzo para ahorrarte el dolor, pero habrá un día en el que yo no esté —reflexionó con su voz entrecortada y sus ojos humedecidos.

Jamás había considerado la posibilidad de perderlo. Significaba tanto para mi que un mundo sin su presencia me resultaba inimaginable.

Él sorbió su nariz y con una mueca de sonrisa continuó.

—Por que nos guste o no, la vida es así. Alguno de nosotros morirá primero y espero ser yo. Ya sabes, para jalar tu sábana y tirar cosas por la noche.

Reímos en medio de los sollozos que comenzaron a surgir.

—No te quiero perder —dije, cubriendo la mitad de mi rostro con una mano.

—No lo harás, al menos no en un largo rato. Te cuidaré mientras esté en mis manos.

—Puedo cuidarme yo sola —afirmé, frunciendo el ceño.

—Lo sé. Lo haz hecho, aun lo haces y siempre lo harás. Solo que me uní a ti y ahora nos cuidamos mutuamente.


Caminaba bajo la frialdad de la noche, la luna iluminaba mi rostro como ningún otro día y el viento que danzaba hacía soplar mi castaño pelo.

El muy tontito esta atras mio y piensa que no me doy cuenta. 

—Ya te dije que no quiero hablar sobre eso ahora, ¿y sigues insistiendo? —solté a la par que me cruzaba de brazos y continuaba andando.

—¡Si, por que me importas! —replicó Carl, acelerando su caminar para posicionarse a mi lado. Intercambiamos miradas que se despegaron al instante.

—¿Y eso por qué? No quiero verte, me causas tanto conflicto que con tan solo ver tu cara logras que mi mente se quede en blanco.

Y volvemos al principio.

—¿Por qué? Porque te quiero cerca. Si no, no estaría aquí —resopló, alcanzó proximidad hacia mi y con una mirada pidió permiso para tomar mi mano. Lo deje. 

Nos sentamos en el pasto uno al lado del otro, al sentir el ejercimiento de presión aumentando en el agarre rompí el contacto.

Para que vea lo que se siente.

—Bien, supongo que me merezco eso —admitió, con una sonrisa que me provocó un estremecimiento.

Lo quiero odiar y no puedo. ¿Por qué no puedo?

—Perdón. Perdón por hacer que lo de nosotros se complicara y por tratarte así.

¿Dijo nosotros? ¿Existe un nosotros?

La idea me gustaba, al  mismo tiempo que me asustaba, he de admitir.

—M-me refiero a nuestra amistad. Ese tipo de nosotros —aclaró entre titubeos—. Si no quieres aceptar mis disculpas está bien, no tienes que.

—¡No! —exclamé melosamente, dándome cuenta después del alto volumen con el cual lo había dicho—. O sea, no. ¡Y perdóname tú también, yo tampoco debí de reaccionar así cuando tu estabas pasando por algo fuerte! Aparte, no quiero estar peleada contigo, no porque imaginé una vida contigo y no pueda permanecer ni un segundo con tu ausencia, sino porque todo el grupo se preocuparía y que flojera, ¿no? 

—Si, creo...¿cómo vas con tu herida? La hambreada de Sophia me informo de todo a cambio de un paquete de galletas, lamento lo que pasó.

—No te preocupes, no fue nada. Mis papás lo pasaron peor —manifesté, mostrando una amplia sonrisa.

Volver a la normalidad me generaba alegría.

—Quiero darte algo. Uno de los del grupo que estuvo aquí tenía una pequeña bolsa con cosas que había tomado de una tienda o algo así. Lo vi y me acordé de ti, luego quise ir a dartelo en ese mismo instante hasta que recordé que no estabas y, que para acabarla, estábamos peleados. Pero espero que te guste.

El apartaba la vista mientras rebuscaba en sus bolsillos, eso y otras tantas cosas delataban su nerviosismo en crecimiento.

¿Cómo le digo que cualquier cosa proveniente de él es más que suficiente?

Lo observé con una sonrisa y bajé mi mirada para observar mejor el objeto en su mano: un collar plateado con la figura de una estrella.

Era precioso.

No lo tome instantáneamente puesto que antes le agradecí con una simple mirada.

Carl me gusta.

Mucho, mucho.

Lo tomé entre mis manos al notar sus intenciones de colocarlo, cosa que preferí evitar por que tan solo se que no lo soportaría.

Al terminar de ponerlo tomé el dije entre mis dedos y le sonreí al Grimes una vez más, acercándome más a él hasta colocar mi cabeza en su hombro. Él me rodeó con un brazo.

—Gracias, gracias —dije suavemente.

—¿Sabes? Cuando estoy contigo, siento cosas raras —inició.

—¡¿Tienes fiebre?! —escandalicé, con la intención de parar cualquier intento de "confesarse".

—No, no. Es más como...

Una persona dirigiéndose hacia nosotros captó nuestra atención, se trataba de Carol.

—¿Ahora los amigos se llevan así? En mi época, nos queríamos matar —ella suspiro pesadamente con sus manos en las caderas—. Es hora de cenar, vengan.

Nos incorporamos y obedecimos, comenzamos a caminar tomados de las manos totalmente conscientes de que si bien para los demás el contacto podía parecerles extraño, para nosotros es un acto de compañía que nos proporciona reconfortación.

Ya en la mesa junto con los demás del grupo me senté frente a él.

La manera en la que todos nos reunimos para cenar me genero felicidad, ¿sería lindo que se convirtiera en una tradición, no?

Hershel bendició la comida y después Beth comenzó a cantar a petición de este mismo.

A diferencia de otras veces, reconocí la canción.

"Take my hand, take my whole life too
Cause i can't help falling in love with you
Like the river flows
Shortly to the sea
Darling, so we go
Somethings were meant to be, oh"

Nuestras miradas cruzaron y una vez más fue como si miles de estrellas brillantes se alinearan.



🎀 Word Count: 4097

₊✧⋆⭒˚。⋆
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₊✧⋆⭒˚。⋆

──★ My 𝘀𝗽𝗮𝗰𝗲!! 🐍

Holaaa, primero que nada, miles de gracias por los 14k de vistas amoress 💓

Siento q esto se lee y se escucha como el audio de "los padres de Momo de Twice"

Perdonen no haber actualizado antes, esta semana y la anterior fueron muy complicadas para mi en varios aspectos, no tenia ánimos para escribir y para nada en realidad.

Pregunta: ¿qué vibras les da Rory? Tipo, en general JAJAJAJA

¡Los amo y mil gracias por leer "Mastermind"! 📖💓

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