• 𝙀𝙓𝙏𝙍𝘼 𝙄𝙑
Tiempo: Días después del capítulo XLVIII: "Nunca te metas con un McCall". Lindsay visita a Jackson luego de su conversión a hombre lobo.
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"Me agradas, Lindsay"
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Eran pasadas las cinco de la tarde, Lindsay caminó por la acera con dirección a la casa del chico Whittemore. Pese a que ninguno de los dos se soportaba, ella necesitaba hablar con él. Muchas cosas habían pasado los últimos días y había varias de esas cosas que ella necesitaba aclarar, aunque también, debía admitir que estaba preocupada por el estado del chico. Haber resucitado de la forma en la que Jackson lo había hecho luego del ataque de Peter y Derek, en serio dejaría secuelas permanentes. Y no solo unos ojos azules...
Subió lentamente los escalones de su jardín delantero, hasta llegar a la entrada principal, echando también algunas miradas a la construcción del frente. Donde se encontraba el hogar de Lahey. Hogar que nadie había vuelto a pisar luego del asesinato de su padre. La cinta policial de color amarillo, aún adornaba la puerta de entrada. Volvió a desviar la mirada de aquella casa, para retomar su objetivo principal.
Ella extendió su mano y apretó el botón del timbre que resonó por toda la sala principal, o fue donde ella logró escucharlo. Se alejó un poco de la entrada, comenzó a entrelazar sus manos entre sí, en la espera de que alguien apareciera por dicha entrada. A los pocos segundos, la puerta se abrió y reveló la figura de una linda mujer. Lindsay le sonrió amablemente y la señora correspondió su sonrisa.
—Hola, ¿Puedo ayudarte? —Preguntó ella.
—Sí, hola. Lamento la interrupción, pero... ¿Se encuentra Jackson?
—¿Eres su amiga?
—Am, si le dijera que somos mejores amigos, ¿Me creería? —Ella preguntó entrecerrando los ojos.
—¿Quieres que te responda con sinceridad? —Preguntó la señora cruzando sus brazos.
—No, déjelo. Ni yo misma me lo creería. —Hizo un ademan con su mano para disolver el tema —. No soy su mejor amiga, pero sí una conocida de él.
—¿Vienes a despedirte?
—¿Despedirme? —Ella enarcó una ceja.
—Dejaré que él te lo explique. —Se hizo a un lado para dejar el espacio libre a la chica —. Sube. Está en su habitación.
Lindsay murmuró un "Gracias" y se adentró a la mansión Whittemore. Que no era precisamente una mansión, pero sí una gran casa. Más grande que la de ella, tenía que admitir. Subió las escaleras y admiró cada cuadro en sus paredes. Los colores no variaban del gris y blanco. Colores simples, pero que hacían un lindo contraste con el ambiente del lugar. Luego de haber entrado a un baño por error, al fin encontró la puerta de su habitación. Estaba medio entreabierta, pero no se animó a entrar por miedo a que Jackson la sacara a patadas, por lo que extendió su puño y dio leves golpes a la madera.
Jackson tardó unos minutos en aparecer. La miró extraño sin entender la presencia de la McCall en su casa. Lindsay pudo divisar por aquel pequeño espacio entreabierto como unas maletas estaban sobre su cama y la ropa a medio acomodar. Enarcó una ceja y el carraspeo del chico Whittemore la distrajo de sus ideas.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó Jackson sin despegarse de la puerta.
—Si quieres me voy... —Él asintió —. De todas formas, no lo voy a hacer, permiso —Se abrió paso entre él y entró a su habitación.
—¡Oye, no! ¡No puedes entrar así a mi habitación!
—¿Qué es todo esto? ¿Planeas unas vacaciones? —Comenzó a examinar la ropa del chico.
—Algo así.
—¿Cómo qué "Algo así"? —Cuestionó ella. —Jackson, sabes que puedo sentir los latidos de tu corazón, no te atrevas a mentirme.
—Me iré de Beacon Hills. A Londres más precisamente. Pasaré una temporada allá e intentaré restablecer mi vida.
—¿A Londres? ¿No es un poco lejos? —Cruzó los brazos por sobre su pecho y se apoyó en un mueble cercano.
—No quiero dar explicaciones. ¿Vas a decirme a qué viniste? —Habló Jackson con dureza.
—Bien, sí. Si hubiera sabido que te pondrías así, no venía —Rodeó los ojos —. Solo quería saber como estabas. ¿Sabes? Resucitar de la muerte no se ve todos los días.
—Tendré pesadillas por días. Da igual, ¿Eso es todo? —Volvió a decirle aquel chico.
—Jackson, no quiero ser la mala en esta historia, ¿Podemos hablar? Digo, hemos pasado por demasiadas cosas las últimas semanas, y si vas a irte, al menos quiero arreglar las cosas contigo.
—Bien, McCall, ¿Qué tienes que decir? ¿Deseas disculparte por todo? ¿Por secuestrarme junto a tu hermano y Stilinski? ¿Por encerrarme en una furgoneta? ¿Por atacarme en los vestidores? ¿Por inyectarme no sé qué cosa en la fiesta? ¿Por hacerme desear eso que tú misma sabías que era peligroso? —Jackson pareció estar sacando su verdadero ser a la luz.
—Jackson, oye... Primero, el que desearas ser hombre lobo, fue por tu estúpida idea de ser superior a todos. Te advertimos demasiadas veces las responsabilidades que esto conlleva. Y aún así, lo exigiste. Poniendo nuestra vida en riesgo frente a los Argent. Así que, si alguien tiene que pedir disculpas por eso, eres tú. No yo. —Jackson solo permaneció parado frente a ella, cruzado de brazos. —Y ahora, lamento todo lo demás. Creo que el decir "Lo hacíamos por tu bien" está de más, así que no lo diré. Vine aquí porque quiero dejar todo atrás, ahora eres un hombre lobo de verdad, con sus características particulares —Dijo ella recordando sus ojos azules —, pero lo eres. Y bueno, quería saber si querías una pequeña ayuda para controlarlo. Quiero que estés bien, Jack...
—Creo que los ojos azules serán siempre un mal recuerdo de todo lo que ocasioné siendo Kanima, ¿No crees? —Jackson sonrió débilmente y Lindsay asintió —De todos modos, no me molesta. Asesiné a personas inocentes y por más que no estuviera en mis cinco sentidos al hacerlo, sé que es un peso con el que cargaré toda mi vida. Pero viéndole el lado positivo, si hay otros lobos en Londres, a lo mejor con esto —Colocó sus ojos en azules por una fracción de segundo —, logre conseguir su respeto.
—Nunca abuses del poder que tienes, Jackson. He visto a muchos caer por eso. Peter fue uno de ellos, Kate y Gerard igual. No sabes lo que puede pasarte por querer ser alguien que no eres. —Ella agachó la cabeza —. Créeme, lo he experimentado demasiado estos últimos meses. Por eso te digo, que para controlar lo que eres, necesitas solo ser tú mismo. Consigue un ancla si es lo que deseas, pero Derek una vez dijo que tú mismo puedes ser tu propia ancla. No dependas de los demás. Yo lo aprendí por las malas, no quiero que te pase lo mismo.
Él asintió —Nunca pensé que lo que yo tanto anhelaba, era la desgracia de otros. —Jackson se sentó al borde de su cama —. Digo, ustedes nunca desearon esto. Fueron tan solo chicos en el lugar equivocado, en el momento equivocado. El primer día que Scott me habló sobre una locura extraña del olfato y oído super agudizado, lo creí un loco. Incluso creí que usaba esteroides. La pasaron mal, Lindsay. Y creo que, si quiero irme bien de Beacon Hills, tengo que disculparme.
—Si una de esas personas soy yo, no tienes nada que perdonar. Al pasar los días lo he olvidado. Tranquilo. No soy rencorosa. Solo con ciertas personas que dañaron por completo mi estado psicológico. Como Gerard, por ejemplo.
—Yo fui controlado por Gerard, así que compartimos una cosa en común, McCall. Quien lo diría. —Ambos soltaron una leve risa. Jackson se levantó de su cama y volvió a doblar la ropa para colocarla en la maleta. —¿Entrenarás para ser capitana del equipo?
—¿Qué? —Lindsay preguntó. Ella estaba viendo algunos adornos del cuarto de Jackson.
—Qué si te postularas para ser capitana del equipo.
—No creo que Bobby me dé tal cargo luego de abandonar el partido para ir a salvar a Isaac...
—Te he visto jugar, McCall. Y por más poderes sobrenaturales que tengas, sé que mereces ese puesto. Más de lo que yo lo hacía, debo confesar. Además, eres la primera chica en jugar Lacrosse, ¿Qué mal haría ser la primera chica en volverse capitana de un equipo repleto de hombres? Tendrías poder.
—Me gusta este nuevo Jackson que da apoyo moral a sus rivales. Me agradas, Jack.
—Y solo porque ya no tendré que verte más, permitiré que me llames así.
—¿Este es el comienzo de una nueva amistad? —Lindsay enarcó una ceja.
—Oye, oye, oye, no te adelantes. Estamos en fase de conocidos.
—Bien. Lo acepto. —Ella volvió a sonreír. —¿Qué pasará con Lydia? Ya le has comentado tu decisión, ¿No? —Jackson evitó su mirada —Jackson.
—Aún no se lo he dicho, ¿Sí? Sabes lo mucho que la quiero, y decirle que me iré de aquí, va a ser un golpe duro.
—No peor que no decirle.
—Quiero... Quiero encontrar el momento adecuado para hablarlo.
—Pero, ¿Cuándo tienes tu vuelo?
—No te lo diré.
—Vamos, Jack. No voy a ser una de esas chicas desesperadas que corren por todo el aeropuerto gritando que no te vayas y que te quedes conmigo. Es muy cliché, ¿Sabes? Además, tengo novio. Así que deja de coquetear conmigo.
—No coqueteo contigo. —Jackson la miró extraño.
—Lo sé. Solo quería ver tu reacción a eso. —Ella rió.
—Creí que nunca lo diría, pero también me agradas, Lindsay.
—¡Oh por Dios! Jackson Whittemore, el ex capitán del equipo de Lacrosse dijo que le agrado. ¡No puedo creerlo!
—¿El sarcasmo es todo lo que sale de tu boca?
—Soy una adolescente de dieciséis años que fue transformada en mujer loba y que intenta sobrevivir, el sarcasmo es lo único normal que conservo de mi yo pasada. —Lo señaló —Así que no juzgues. —Jackson levantó las manos en rendición. —Entonces, ¿Le dirás a Lydia?
—Sí, solo que aún no he encontrado el momento adecuado, pero lo haré. No planeo irme sin despedirme de ella. Jamás me perdonaría.
—Te aseguro que, si tú no te despides de ella, yo misma iré a Londres y te buscaré en cada rincón hasta encontrarte y te haré arrepentirte de tus decisiones.
—He considerado en los últimos días que te vuelves muy violenta cuando se trata de proteger a tus amigos.
—Sí, me lo dicen seguido. Y créeme, nunca fue así. Siempre me concentré en mantener mi reputación bien discreta, el convertirse en criatura sobrenatural no ayuda. Y cuando la luna sale, los instintos de protección crecen y eso no ayuda a mi reputación. Una falsa reputación de una Lindsay tranquila, es todo lo que me queda.
—He aprendido muchas cosas sobre ti, McCall. Y una de esas es que, nunca tienes que dejar de proteger a quien te importa. Creo que todo lo sucedido me ha hecho cambiar mucho mi lado de ver el mundo.
—El ser un Kanima asesino, creo que cambiaría el lado de muchas personas, pero me alegra que lo haya hecho contigo. No de la forma en la que lo hizo, porque trajo sus consecuencias, pero ver que ya no serás ese ser humano despreciable que siempre fuiste, me alegra. Tienes mucho aquí dentro —Señaló el pecho —que el mundo apreciaría. Y es raro que alguien como yo te lo diga, pero en verdad me alegra que estés bien, Jackson.
—Y a mí me alegra que decidieras venir a verme. En verdad lo aprecio, Lindsay.
—Me alegra saber eso. —Lindsay se reincorporó —Bien, creo que ya es hora de que me vaya. Te deseo las mejores de las suertes, Jack. En serio.
—Gracias. Y suerte a ti también. Ya no me tendrás para causar problemas en Beacon Hills.
—Nunca digas nunca, amigo. —Ella caminó hasta quedar a centímetros del chico y extendió sus brazos —¿Puedo?
Jackson sonrió de lado y extendió sus brazos para aceptar aquella muestra de afecto de la McCall. Una nueva faceta en Jackson había comenzado a crearse, y estaban seguros que nada haría que eso cambiara. Después de todo, todos tienen un lado sentimental, y aunque él no lo demostrará como en verdad quisiera, aquellos cercanos a él, lo sentían. Y aquello que hasta hace unos días se veía imposible, una amistad muy cercana entre Jackson y Lindsay también había comenzado a crecer. Y estaba bien. Porque todos necesitan a alguien en quién confiar. Por más lejos que uno se encuentre. Siempre se tendrían el uno para el otro. Sin importar sus pasados. Sin importar sus decisiones. Sin importar que tan incompatibles fueran sus personalidades. Ellos serían amigos.
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