• 𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝙓𝙓𝙓𝙄𝙄
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"Un cuchillo en el estómago"
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Todos los jugadores ya estaban posicionados en el campo de Lacrosse. El partido comenzaría dentro de poco por lo que sus protecciones y uniformes tenían que estar bien arreglados. Jackson había hablado con Danny y le pidió si podía aumentar la resolución, o investigar más a fondo aquella cinta que había grabado la noche de luna llena. Danny llegó junto a él con Matt acompañándolo y una Tablet en su mano.
—¿Qué diablos es esto? Creí que podía confiar en ti —Se alarmó Whittemore pues le había dicho a su amigo que no dijera nada.
—Relájate, es mi cámara, ¿Sí? —Matt habló —. Él solo tenía un par de preguntas.
—Matt fue quien lo encontró, además. —Danny aclaró.
—¿Qué cosa? —Jackson preguntó sin quitar la vista de Matt.
—Mira —Señaló un punto en el video.
—¿Qué cosa?
—Un punto de edición. Se repite durante dos horas.
—¿Qué significa? —Volvió a preguntar.
—Que dos horas del video original... Faltan —Concluyó Matt.
—¡Hola! ¿Qué hacen? ¿Una especie de ritual para ganar el partido? Me tienen a mí, eso no hace falta.
—Deja de presumir, McCall. A nadie le interesa eso.
—Vamos, Jack, no seas tan pesimista. Son las semifinales. —Lindsay habló.
—No entiendo como la gente te soporta. Y te dije que dejaras de llamarme así —Se alejó de ella.
—Hay chicos pesimistas, y luego está Jackson. ¿Qué le ocurre? ¿Durmió mal o qué? —Dijo ella mirando a los otros dos chicos que estaban ahí.
—Jackson le pidió ayuda a Danny para revelar un-
—No, Matt. Son cosas de Jackson no tenemos por qué decirlas —Danny interrumpió —. Yo los dejo, necesito ir a calentar para el partido.
—¡Así se habla, Danny! ¡Esas pelotas no se atajarán solas!
—Vaya, Lin. Tienes buenos ánimos hoy. Como si nada te preocupara.
—Oh créeme, Matt. Estoy hasta aquí —Señaló por sobre su cabeza —, de preocupaciones. Pero intento distraerme con algo. Aunque sea un patético juego de Lacrosse.
—¿Patético? ¿Tienes cambios de humor o algo? —Cuestionó él —Hasta hace solo un segundo te fascinaba jugar Lacrosse.
—Ah, el clima. Siempre altera mis ánimos. En fin, ¿Quieres contarme qué es eso de Jackson?
—Lo siento, Lin. Danny tiene razón, son cosas de Jackson.
—¡Vaaamos, Matty! ¡Dime!
—¿Matty? —Enarcó una ceja.
—Sí, bueno, creí que con un apodo cariñoso te convencería.
—Y casi funciona, pero no puedo.
—Ah, da igual. Lo descubriré de todos modos —Matt rió —. En fin, ¿Listo para patearles el trasero a todos los mediocres jugadores del equipo rival?
—Nunca lo hubiera dicho mejor. —Chocaron los cinco para luego escuchar el silbato del entrenador y dirigirse a comenzar el juego.
Aquel partido comenzó normal. Pases por acá, y tacleadas por allá, y hubieran anotado un punto de no ser por un jugador del equipo contrario que era como tres veces el tamaño de todos los jugadores y que cada vez que uno pasaba por su lado, terminaba en el suelo. Lindsay intentó por todos lograr superar a aquella bestia, pero terminó como todos los demás. De cara al piso.
—Lo siento, lindura, ¿Fui muy rudo? —Aquel sujeto rió.
—Mejor cierra tu linda boca, estúpido animal. —Habló mientras se levantaba del suelo.
—¡Por favor! ¿Eso es un adolescente? —Finstock habló desde las gradas —¡Quiero ver su acta de nacimiento! ¿Quién o qué es ese experimento genético fallido? —Le preguntó a Stiles quien se estaba sentado a su lado.
—Eddie Obomowitz, entrenador. Lo llaman "La abominación".
—Oh, que lindo.
—McCall, ¿Qué diablos esperas? Son las semifinales. Gánale a esa máquina de esteroides. —Jackson dijo.
—¿Qué acaso no ves que lo intenté? —Ella se quejó —Además no veo que tú estés poniendo de tu parte.
—Claro que pongo de mí parte. Derríbalo de otra manera.
Lindsay entendió el significado de esas palabras —No. Tú dijiste que jugar así era sucio.
—¿Y ese fenómeno de la naturaleza es algo justo? Haz algo.
—No puedo. Ni yo ni Scott. No con el abuelo de Allison mirándonos. —Señaló discretamente con su cabeza al hombre que hablaba con su nieta.
—Debí traer algo más abrigador... —Allison habló.
—¿Tienes frío? Ten mi abrigo —Se quitó su abrigo para dárselo a ella. Y así, el plan daba resultado. Las llaves de la oficina estaban en el bolsillo. Solo tenía que tomarlas y entregárselas a Stiles para continuar con la búsqueda del bestiario.
—Gracias... —Comenzó a revisar los bolsillos sin que su abuelo se diera cuenta, hasta dar con las llaves. Aquella "Abominación" continuaba con sus tacleadas a los jugadores que terminaban en el piso.
—Dios... ¿Siempre es así de violento? —Ella asintió con su cabeza —Me sorprende que alguien como ella este en un juego así. —Señaló a Lindsay quien corría por todo el campo esquivando a los jugadores.
—¿Quién? ¿Lindsay? Sí, tienes que verla. Es magnifica jugando. Gracias a ella ganaron el último partido.
—Siempre dijeron que los hermanos mellizos o gemelos hacen todo juntos, pero no creí que fuera tan literal como para que ambos estén en un juego así de violento. En especial ella.
—Scott y Lindsay siempre fueron inseparables. Hacen todo juntos, aunque eso involucre estar en un equipo de Lacrosse. —Una vez Gerard volvió a mirar al frente, Allison extendió las llaves discretamente donde Stiles las tomó y desapareció del juego.
Un nuevo jugador fue sido herido. Los enfermeros tuvieron que llevarlo en una camilla mientras los demás jugadores que permanecían en la banca no querían entrar al campo para no sufrir el mismo destino que él. Matt se acercó a un lado de Melissa, quien había ido a ver jugar a sus hijos, para comenzar a tomar fotografías de los jugadores.
—¿Es tu hijo? —Matt señaló a aquel chico en camilla.
—No, los míos siguen en el campo. Mientras yo estoy aquí deseando que al menos uno hubiera elegido tenis. ¿Eres el fotógrafo del anuario? —Le preguntó.
—Claro que no. Solo tomo fotos.
—¿De Lacrosse o de otras cosas?
—De lo que me gusta... —Le contestó mientras le hacía zoom a una foto que había tomado de Allison.
—¿Cuántos dedos estás viendo? —El entrenador le preguntó a Danny que tenía una bolsa de hielo en su frente y él alzaba dos dedos.
—¿Cuatro? —Contestó confundido.
—Di dos.
—¿Dos?
—Perfecto. Sal al campo —Lo empujó nuevamente al campo —. A jugar, vamos. Ten un palo.
—¡Aún le falta un jugador, entrenador! —Alguien gritó.
—¿Y Stilinski? ¿Dónde está Stilinski? —Comenzó a buscar a alguien entre el público —¡Tú! ¿Juegas Lacrosse?
—No. A Derek no le gustaría... —Érica detuvo a Boyd antes de que pudiera aceptar.
—Lo sé, pero a mí sí. —Dijo para luego levantarse e ir con el entrenador.
—¡Sí! ¡Tenemos un jugador! —Festejó Bobby.
—Boyd acaba de entrar al juego... —Lindsay dijo para que su hermano la escuchara.
—No creo que pueda controlar su fuerza —Scott respondió.
—Sigamos jugando y veamos que sucede, ¿Bien?
—Bien.
Por otro lado, Stiles comenzó a buscar entre los cajones del escritorio de Gerard en busca de aquel cuaderno que acabaría con todas sus dudas. Y por más que siguiera buscando, nada aparecía. Sacó su celular y mandó un mensaje a Allison informándole sobre la fracasada búsqueda.
—Hola, Stiles —Érica apareció por la puerta sorprendiendo al adolescente. Ella lo tomó de la oreja como si de un niño se tratara y lo llevó hasta la piscina de la preparatoria donde Derek los esperaba.
—Stiles.
—Derek.
—¿Qué viste en el taller del mecánico?
—Am, muchas violaciones del código ambiental que siento que debería reportar. —Derek enterró sus garras en una pelota de baloncesto que tenía en sus manos —Por Dios...
—Volvamos a intentarlo.
—Se veía resbaloso. Con piel oscura, como con un patrón. De hecho, creo que tiene escamas. ¿Es suficiente? ¿Sí? Porque tengo que regresar y ver un partido. —Derek no dijo nada. Solamente lo miró para que siguiera con su explicación —Agh, bien. Los ojos. Son amarillos y rasgados. Tiene muchos dientes y, ¡Ah! Tiene cola también. ¿Ya es suficiente? —Los dos lobos tenían una mueca de sorpresa en sus rostros y miraban un punto en específico —¿Qué? ¿Ya lo han visto? Se ve como si supieran de qué estoy hablando.
Stiles volteó y vio en la dirección que ellos miraban encontrándose con la criatura sobre ellos. Bajó de donde estaba y golpeó a Érica contra la pared cuando Derek se transformó por completo en lobo. Empujó a Stiles para que se alejará del lugar, cuando un rasguño fue a parar detrás de su cabeza.
—Derek, tu cuello... —Derek tocó la herida y lentamente comenzó a no sentir su cuerpo. Stiles lo ayudó a posicionarse sobre él —Ven, vamos. ¿Puedes verlo?
—No, pero date prisa. Llama a Scott o Lindsay.
—Sí. —Sacó su celular del bolsillo y se resbaló de sus manos cayendo al suelo al igual que Derek en su intento por tomarlo. Solo que él cayó a la piscina.
—¡Stiles, hijo de...! —Se hundió bajo el agua.
Stiles intercaló miradas entre el teléfono y Derek que seguía en el agua. Se decidió por fin y se lanzó al agua en busca del hombre lobo.
—¿En dónde está? —Dijo viendo a su alrededor intentando mantener a Derek a flote. —¿Puedes verlo?
—No.
—Talvez se fue. —Un grito de aquella criatura se escuchó.
—Talvez no.
De vuelta en el partido, el silbato volvió a sonar y los jugadores retomaron el juego. Aquella abominación empezó a correr con dirección a Boyd quien lo detuvo con una fuerza increíble. El entrenador y todos los presentes comenzaron a festejar el derrocamiento de aquella bestia.
—¡Sí! Entre más grandes ellos son... ¡Más grandes ellos son! —Bobby gritó.
Los ojos de Boyd se habían vuelto de ese amarillo característico. El público no los notaba gracias al casco de protección, pero para los mellizos eso no pasó desapercibido. Lindsay se acercó a él.
—Tus ojos... Tienes que salir del campo. Te van a ver. —El silbato volvió a sonar y Boyd pasó de ella ignorándola —¡Mierda!
Boyd comenzó a correr por el campo con la bola en su palo de Lacrosse. Cuando estaba a punto de llegar al arco, Bobby le gritó que le hiciera el pase a McCall quien era la única cerca. Él lo obedeció a duras penas y le lanzó la pelota a Lindsay quien la volvió a lanzar rápidamente y anotando un punto.
Al hacerlo, alguien del equipo contrario la golpeó haciendo que cayera al suelo y que su pierna se quebrara. Un pequeño quejido de dolor salió de sus labios cuando todos los jugadores, el entrenador, su madre y algunas personas más, se acercaron a ella.
—Lindsay, ¿Estás bien? —Scott le preguntó agachándose a su nivel. Pues ella estaba tendida en el suelo.
—Sí, estoy bien. Está sanando... ¿Consiguieron el libro? —Preguntó ella entre quejidos.
—No está en su oficina, debe estar en casa —Allison dijo. Ella también había ido a socorrer a su amiga. —Ay por Dios, Lindsay. Tienes la pierna quebrada.
—No por mucho tiempo... —Allison y Scott la ayudaron a ponerse de pie.
—¡No te muevas! —Bobby dijo llegando hasta ella.
—Lindsay... —Melissa igual.
—No fue nada. Ya estoy bien. Estoy bien. —Habló para tranquilizar a todos.
—Juraría que escuché el hueso romperse desde mi asiento.
—¿Lo escuchaste? Yo hasta lo sentí —Bobby continuó.
—En serio. Estoy bien.
—Debemos irnos —Allison le dijo a su abuelo.
—Espera, quiero preguntarle otra cosa.
[...]
—Oh, que bueno que volvieron. La cena ya está casi lista —Victoria informó cuando Gerard y Allison entraron a la casa.
—¿Cómo estuvo el juego? —Chris preguntó.
—¿Por qué no le preguntas a la jugadora estrella? —Gerard habló. —O, mejor dicho, jugadores.
—Hola... —Lindsay y Scott aparecieron detrás de él.
Una vez la mesa estuvo preparada, la familia Argent se sentó a degustar de la magnífica cena preparada por la mujer. Los dos hermanos invitados, también ocuparon sus asientos asignados y comenzaron a comer en completo silencio.
—De acuerdo, ¿Por qué están tan callados? —Gerard habló. —¿Es incómodo porque antes ustedes dos salían? —Refiriéndose a Allison y Scott.
—¿Les preguntaste a ellos si estarían incómodos? —Chris preguntó.
—Sé que ha pasado siglos desde que fui adolescente, pero aun incluso salíamos y terminábamos todo el tiempo.
—Estamos bien. ¿O no, Scott? —Allison habló.
—Perfectamente.
—Sí, créame, señor. Están bien. Y se lo dice alguien que tuvo que consolar a su mejor amiga y hermano a la vez. —Lindsay añadió tomando un sorbo de agua.
—¿Y por qué terminaron? —Volvió a preguntar el anciano.
—Ella me... Dejó —Scott habló y todos los presentes y más Allison pusieron un rostro de sorpresa absoluta.
—Eres tan... —Lindsay le susurró.
—No te ofendas, Scott, pero creo que Allison sintió que ustedes dos se estaban separando.
—Como si la opinión del padre no estuviera sesgada, ¿Cómo sabes que no sintieron la misma pasión que Romeo y Julieta? —Gerard habló.
—Romeo y Julieta se suicidaron juntos —Chris dijo. Victoria dejó los cubiertos sobre el plato mirándolo y Lindsay casi se ahogó con su comida. —Habrían renunciado a un poco de pasión.
—¿Podemos hablar de otra cosa? —Allison propuso.
—Buena idea —Su madre apoyó.
—Scott —Él lo miró —, ¿Me ayudas a traer el postre de la cocina? —Chris se levantó bruscamente y junto a Scott caminaron hasta la cocina. Al llegar ahí, lo tomó por el cuello y golpeó contra la pared —¿Necesito explicarte que pasaría si él se entera lo que sabemos?
—Y yo me pregunto que le pasaría a usted, de hecho.
—No sería nada bueno para mí, pero claro tendría la oportunidad de redimirme. —Lo soltó —Y eso no sería nada bueno para ti. Ni para tu hermana.
Ambos tomaron los platos con los postres y volvieron a la mesa principal. Luego de unos minutos más en aquella mesa que parecía el retrato de la última cena —En muchos sentidos— Allison decidió romper el silencio.
—¿Podemos retirarnos? Hay unos apuntes que necesito ver con Scott.
Argent padre asintió, y Argent hijo comenzó a negar.
—Bien, y yo soy el anticuado aquí. Pueden irse, claro.
—Tranquilo, señor Argent, yo me ocuparé de que no hagan nada de lo que se arrepentirán luego —Lindsay habló levantándose de la mesa —Con permiso.
Allison los llevó por las escaleras hasta una habitación que suponían era de Gerard. Comenzaron a buscar entre varios libros y carpetas que él tenía por ahí, pero nada era aquello que buscaban. Allison sacó una manta que cubría una caja fuerte.
—Eso arruina nuestro plan.
—Espera, puedo intentar algo —Scott se agachó y colocó su oído en la puerta de la caja fuerte y comenzó a girar la perilla en busca de la combinación. —Magnífico...
—Hermano, podríamos comenzar a visitar un par de bancos. —Los tres rieron y Lindsay agarró un cuaderno muy similar a lo que ellos buscaban para comenzar a ojearlo —"Salmon moutarde crème fraiche", ¿Qué es eso?
—Una receta —Allison dijo desilusionada. —Es un recetario.
—Sin eso no sabemos que es —Scott habló. Su teléfono comenzó a sonar con una llamada y Allison comenzó a decirle que lo silenciara —No puedo hablar ahora —Dijo al contestar y colgar rápidamente.
—¿Quién era? —Lindsay preguntó.
—Stiles.
—Pero... ¿Te dijo lo que necesitaba?
—No...
—¡Dios, Scott! ¿Y si necesitaba algo?
—Enfoquémonos en lo importante, ¿Qué vamos a hacer ahora? —Allison siguió y Lindsay volteó los ojos. —¿En qué no hemos pensado? Talvez no sea un libro... Talvez es algo que siempre lleva.
—¿Y qué puede ser?
—Ya lo tengo. —Allison informó. Los tres acomodaron cada cosa en su lugar y bajaron las escaleras.
—Director Argent. Señor y señora Argent —Lindsay les habló —, gracias por la cena. Acabo de recordar que tengo que ir por mamá al trabajo. —Se despidió con una sonrisa y abandonó la casa Argent.
—¿Y tú, Scott? ¿Te quedarás? —Gerard preguntó.
—De hecho, no, señor. Acompañaré a mi hermana. Gracias por todo. —Repitió la misma acción que Lindsay.
Volviendo con la situación de Derek y Stiles, aún seguían dentro de la piscina esperando y rezando porque aquella criatura se hubiera alejado.
—¿Me sacarás antes de que me ahogue?
—¿Te preocupa ahogarte? ¿No viste la cosa con dientes afilados que nos acecha?
—¿Notaste que estoy paralizado del cuello para abajo sobre tres metros de agua?
—Claro. —Miró a su alrededor —. No lo veo. —Comenzó a acercarse a la orilla.
—No, no, no, espera... —La criatura apareció, pero sin acercarse a ellos.
—¿Qué está esperando? —La criatura se acercó al agua y cuando intentó tocarla, se apartó rápidamente —Espera, ¿Viste eso? Creo que no puede nadar. Escucha, no creo que pueda seguir haciendo esto.
—No, no, no. Ni lo pienses.
—¿Puedes confiar en mí, por favor?
—¡No!
—Soy el que te está manteniendo con vida, ¿Te habías dado cuenta?
—Sí... Y cuando no este paralizado, ¿Quién luchará con esa cosa? ¿Tú o yo?
—Por eso te he estado sosteniendo por dos horas.
—Sí. Si no confías en mí, yo no confió en ti. Pero me necesitas para que sobrevivas, por eso no me has soltado. —Y tras unas miradas, Stiles soltó a Derek —¡Stiles!
Él comenzó a hundirse hasta llegar al fondo de la piscina. Stiles comenzó a nadar hasta la orilla donde pudo tomar nuevamente su teléfono ante la atenta mirada de aquella criatura. Marcó un número para llamar a su amigo.
—¡Scott!
—No puedo hablar ahora —Le cortó la llamada.
Arrojó su teléfono al agua sin hacer otro intento o llamar a otra persona. Se sumergió en busca de Derek que aún seguía aguantando la respiración y juntos volvieron a salir a la superficie.
—Dime que al menos te contestó...
—Am...
Los mellizos llegaron rápidamente hasta la preparatoria de Beacon Hills, mientras Lindsay intentaba comunicarse con Stiles.
—¡Stiles! ¿Dónde estás? Necesitamos el llavero de Argent. Tiene una memoria USB, ahí dentro está el bestiario.
Dejó aquel mensaje de voz en la espera del llamado de regreso mientras se dirigieron hasta la oficina donde las llaves colgaban de la puerta. Un grito los alertó.
—No puedo resistir más... Necesitaré algo de qué sostenerme.
Nadó con Derek que aún seguía paralizado hasta un borde donde podría sostenerse. Al no conseguirlo, comenzó a hundirse cuando algo sacó a ambos del agua. Lindsay gruñó enfrentando a la criatura que se acercaba a ella. Enroscó la cola en su pie y la lanzó contra la pared quebrando un espejo que allí había. Ella tomó un pedazo de cristal para defenderse. Cuando la cosa comenzó a acercarse, se vio en el reflejo del cristal y tanto Lindsay como los otros presentes notaron cuando eso rápidamente se trepó por el techo y desapareció.
—¡Stiles! ¡Por Dios! ¿Te encuentras bien? Lo siento... Gerard nos invitó a su casa y no podía decirle que no para no levantar sospechas y cuando Scott me dijo que lo habías llamado quise venir, pero aún no encontrábamos el bestiario y-
—Ey, tranquila —La interrumpió —. Estoy bien, ¿Sí? No tienes que disculparte.
—Dios... Debí estar aquí.
—Sí, gracias. Yo también estoy bien —Derek habló una vez pudo moverse. La parálisis ya estaba desapareciendo.
—Sí, sí, lo que digas —Lindsay balbuceó.
Una vez estuvieron todos en paz, salieron de la preparatoria y Lindsay buscó su computadora que había dejado en el auto de su mamá y comenzó a ojear aquella memoria que contenía toda la información que necesitaban. Solo que no en un idioma que conocieran.
—¿Eso es un lenguaje? —Stiles preguntó.
—¿Y cómo sabremos que rayos es?
—Se llama Kanima. —Derek dijo contestando a la pregunta de Scott.
—¿Lo supiste todo este tiempo? —Lindsay enfrentó.
—No. Solo cuando se confundió con su propio reflejo.
—No sabe lo que es.
—Ni quien.
—¿Qué más sabes? —Stiles continuó.
—Historias, rumores...
—Pero, ¿Es como nosotros? —Siguió Lin.
—Cambia de forma, sí, pero no está bien. Es una...
—Una abominación —Terminó Stiles por él. Derek asintió y dio media vuelta dispuesto a irse seguido de Érica.
—¡Derek! —Lindsay lo detuvo —Tenemos que trabajar juntos. Quizá podríamos decirle a los Argent.
—¿Confías en ellos?
—Nadie confía en nadie. ¡Ese es el problema! Discutimos sobre bandos cuando hay algo mucho peor. Más rápido y mucho más fuerte que nosotros matando personas. ¡Y aún no sabemos nada sobre él!
—Sé una cosa. Si lo encuentro, lo mataré —Volvió a dar media vuelta para desaparecer del lugar.
—Ese hombre me desespera. En fin, tengo que ir a buscar a mamá al trabajo. ¿Vienes?
—No, ve tú. Quiero ir directo a casa. Stiles, ¿Puedes llevarme?
—Sí, no hay problema, amigo.
—Bien. Nos veremos luego. —Lindsay dijo para luego adentrarse al vehículo y desaparecer también de la preparatoria.
Se estacionó frente al hospital y bajó del auto para tomar un poco de aire fresco mientras su madre terminaba su turno. Alguien la tomó del hombro y cuando volteó, un cuchillo se clavó en su estómago.
—No te muevas —Gerard le habló —. Puedo sentir el tejido alrededor de la hoja intentando sanar, pero nunca se sabe con un Beta. —Reforzó la presión en la herida.
—Tengo un cuchillo en el estómago, sí, pero eso no me imposibilita gritar y acusarlo de abusador —Lindsay habló entre quejidos.
—Oh no, querida, porque esta es la imagen perfecta. El abuelo anciano y amable abrazando a su nieta después de escuchar las buenas noticias del doctor —La abrazó por un corto segundo, para luego separarse y seguir ejerciendo presión con el cuchillo. —Así es. Puedo fingir que soy un abuelo bueno y agradable que cocina y cuenta historias y es dulce y encantador. Y créeme, lo hago mucho mejor que tú fingiendo ser un adolescente normal y buena onda a quienes todos quieren por ser la mejor jugadora de Lacrosse. ¿Me entendiste?
—Se arrepentirá de esto.
—¿Me entendiste? —Volvió a presionar.
—Sí...
—Muy bien. Un día de esto tendrán que hacerme un favor... —Lindsay lo miró confundida —¿Qué? ¿Creías que solo te había descubierto a ti? Claro que no. Scott y tú hacen todo juntos, ¿No? No me sorprenderían que se hayan transformado en monstruos al mismo tiempo.
—Máteme a mí, si quiere. No me meta a mi hermano en esto. —Volvió a intentar hablar.
—Shh, ya no hables. Solo escucha. Cuando yo lo diga, me harán un favor, porque si no, este cuchillo lo clavaré en ella —Ambos miraron por la puerta donde Melissa se acercaba. —Lindsay, creo que es mucho más fácil cuando no tienen que pasarles cosas malas a las buenas personas. ¿O no estás de acuerdo?
—Sí... —Contestó por última vez. Argent retiró el cuchillo de ella y se alejó del lugar.
—Hola —Melissa saludó —. ¿Estás bien?
—Sí bien. —Contestó ella y su madre se subió al auto —Todo está perfecto...
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